Pecado olvidado (Spiderman) [18-04-2019 en Gateway City]

Habían transcurrido casi tres meses desde su primer encuentro con Lady Shiva, y en todo aquél tiempo apenas había avanzado en su investigación sobre la Liga de las Sombras. Había descubierto que su líder se llamaba Ra's al Ghul, pero allá donde preguntaba, nadie parecía saber nada sobre él ni sobre la mujer que había suscitado su interés. Se había recorrido los tugurios de los bajos fondos, locales de streptease y burdeles de Nueva York y Gotham, y todo cuanto recibía no eran sino retazos vagos de información que siempre procedían de un mercenario que había trabajado con un compañero que a su vez había conocido a x, o de un guardaespaldas que una vez conoció a alguien que juraba haber visto al tipo, o de chicas que aseguraban haberse acostado con alguien que lo conocía de primera mano. Sólo rumores insustanciales que procedían de terceras y cuartas fuentes, pero nada que fuera realmente fiable. Nada a lo que aferrarse.

Ah, sí, se me olvidaba comentarlo; Entre medio de todo aquello el mundo se había ido a la mierda. Hacía dos semanas que los demonios habían iniciado una invasión de la Tierra a nivel mundial. Inicialmente no le había dado mucha importancia, porque la invasión había empezado en países que le importaban una mierda, entre Europa y Asia, pero la semana pasada una horda de demonios había invadido Happy Harbor y poco después se les había visto en Star City y las cosas habían empezado a escalar. El 13 se había producido una fuga masiva en el asilo Arkham de Gotham, con todos los dementes y lunáticos escapándose del psiquiátrico, y, en general, se estaba produciendo un incremento en la tasa de delitos y crímenes por todo América. Era como si la influencia demoníaca estuviese afectando a todo el mundo, potenciando los robos, secuestros, asesinatos, extorsiones, violaciones... Bullseye no tenía muy claro por qué estaba ocurriendo aquello, pero había oído que la cosa estaba particularmente mal en Gateway City, y si, por la razón que fuere, los asesinos estaban más exaltados, eso significaba también que se volverían más descuidados, con lo que sería más sencillo que cometieran algún error que le permitiera encontrar lo que buscaba.

Así que allí estaba él, bebiéndose un whiskey en uno de aquellos antros tras haber concluido una más de aquellas decepcionantes sesiones de investigación, cuando estalló la batalla fuera.

Un autobús escolar pasó a toda velocidad por delante del tugurio mientras los sectarios que lo habían secuestrado disparaban ráfaga tras ráfaga de ametralladora por las ventanillas destrozadas gritando no se qué gilipolleces que no llegó a distinguir bien. Una de las ráfagas se llevó por delante la botella de whiskey que tenía sobre la mesa, pero no se inmutó. El vaso aún estaba prácticamente lleno, y no acostumbraba a beber demasiado, ni demasiado rápido. Después de todo, era un profesional, y aunque de vez en cuando se permitía sus momentos de solaz, no solía llegar al punto en el que sus sentidos quedaran realmente embotados. Le recordaba a las épocas menos lúcidas que había tenido en el pasado, épocas que prefería no rememorar.

Entonces apareció una de esas heroínas en mallas, una chica rubia con aparente súper fuerza a la que no habría reconocido aunque se hubiese molestado en mirar a través del cristal destrozado cómo agarraba el parachoques del transporte para frenarlo. Y es que la chica era una de las nuevas súpers que habían aparecido con la fusión de universos. Lástima que a Bullseye no le importara lo más mínimo. Sin desviar la vista del frente, continuó bebiendo tranquilamente, ajeno por completo tanto a la pelea que se desarrollaba fuera como a los gritos histéricos de los parroquianos que abandonaban aterrorizados el local.

Más tiros, gritos, unos cuantos golpes... Lo usual. Lo que sí le llamó la atención fueron los repentinos chirridos y quejidos del metal al deformarse, sonidos que no esperaba y que le hicieron volver la mirada hacia la pelea que se desarrollaba justo delante del local. El autobús se había alzado como un caballo encabritado, y estaba empezando a retorcerse y plegarse sobre sí mismo como si se tratara de un acordeón. Bullseye contempló fascinado el espectáculo mientras los tornillos saltaban despedidos de sus ejes y el coro de gritos procedente del interior se intensificaba aún más ante la amenaza de muerte inminente, hasta que la parte posterior del vehículo salió despedida, propulsada por una poderosa patada, abriendo una vía de escape que resultó ser una trampa mortal cuando los primeros sectarios salieron para ser directamente engullidos por una masa densa y oscura de la que emergieron tentáculos que los alzaron por el aire. El asesino se llevó una mano al interior de la gabardina que llevaba para sacar un cigarrillo que se metió entre los labios, encendiéndolo sin dejar de observar con mórbida curiosidad cómo entre dos de aquellos tentáculos partían a un hombre por la mitad, regando la calle de sangre y vísceras.

Un ramalazo de excitación se apoderó de él cuando más de aquellos apéndices se introducían en el interior del vehículo siniestrado, atrapando cultistas y niños por igual y sacándolos fuera por las ventanas entre sollozos, especialmente cuando varios de ellos se enroscaron en torno a la cintura y las piernas de la amazona, inmovilizándola en su posición.

- Vaya... Ésto se pone interesante... -musitó, con una sonrisa sádica.

La chica se defendió con denuedo, golpeando, arañando y desgarrando los terribles brazos que la apresaban mientras Bullseye disfrutaba de lo lindo. Dejando escapar una bocanada de humo se planteó que, quizás, merecería investigar quién era aquella pequeña gatita salvaje. Parecía que era capaz de ofrecer una buena pelea... Le encantaba cuando se resistían tanto.

Haciendo una vez más gala de aquella fuerza excepcional, logró liberarse de la presa, pero, entonces, una descarga eléctrica impactó de lleno en su espalda, arrojándola por los aires contra un edificio, lejos de su vista. El asesino se levantó sin prisa, caminando de manera pausada hasta la puerta del bar.

—¡¡¡SHAZAM!!! -el grito se escuchó, procedente del autobús destrozado, pero Bullseye no le prestó atención, mucho más interesado en averiguar el destino de la chica rubia.

La muchacha había cruzado los brazos ante sí formando una X, y, milagrosamente, estaba consiguiendo desviar los restantes rayos de energía que le arrojaban desde lo alto de un edificio. Entonces, un látigo se le enroscó repentinamente en el cuello, y alguien... o más bien "algo", empezó a tirar de ella. El asesino alzó la mirada para encontrar una criatura claramente demoníaca que se sostenía con una garra incrustada en la fachada mientras con la otra sujetaba la soga, manteniéndola en el aire. Era enorme, como dos o tres veces la contextura de un gorila, patas de lobo con pezuñas afiladas, garras terminadas en tres aguzadas pinzas, y un rostro que se asemejaba al de un escarabajo antropomorfo de color anaranjado. Cogiendo impulso, la criatura comenzó a estrellar a la heroína contra la pared del edificio una y otra vez, como si se tratara de una bola de demolición hasta detenerse de súbito, como si hubiese escuchado alguna orden. Entonces empezó a trepar con la agilidad de un mono, llevando su carga tras de sí hasta la parte superior de la terraza, fuera de su vista.

Un tipo hiper musculado vestido con un llamativo traje rojo y dorado con capa salió volando del autobús. Inicialmente Bullseye pensó que debía tratarse de otro superhéroe... hasta que el tipo empezó a caer en picado y se estrelló de bruces contra el pavimento, momento en el cual pareció decidir que quizá lo mejor sería tratar de ayudar a los niños y sectarios que aún estaban presos de la masa de oscuridad. Negando con la cabeza ante el lamentable espectáculo, Bullseye volvió a alzar la vista hacia la terraza del edificio justo a tiempo para ver una especie de pájaro negro monstruoso que alzaba el vuelo dirigiéndose hacia la bahía. El superhéroe de las mallas rojas echó a correr velozmente hacia el Gateway Bridge, y la zona quedó despejada... Salvo por el demonio que había atacado a la rubia desde el edificio, y que ahora descendía contemplando con ojos hambrientos a los niños del autobús que habían sido rescatados. El tipo de rojo había dejado inconscientes a los sectarios supervivientes, pero al parecer se había olvidado por completo del demonio que ahora avanzaba hacia los desprotegidos infantes.

Bullseye apretó el cigarrillo entre los dientes, se quitó la gabardina bajo la que ocultaba su uniforme de trabajo y se acercó subrepticiamente a los restos del autobús. No es que el destino de los críos le importase demasiado, pero presenciar aquél combate le había excitado y necesitaba descargar de algún modo la frustración por los últimos meses de investigación infructuosa. Además... cuando los demonios se habían limitado a invadir otros países le había dado igual, pero ahora estaban en su puta casa. ¿Cuánto tardarían en llegar hasta Nueva York? Héroe o villano, cuando invasores externos amenazaban con destruir tu mundo, daba bastante igual de qué bando fueras. Aquella cosa era un demonio, y Bullseye tenía toda la intención de demostrarle que los humanos no eran tan fáciles de derrotar. Además... había sido capaz de vencer a la guerrera con la súper fuerza; sólo eso ya resultaba interesante.

- Eh, tú, feo -le dijo para atraer su atención-. Me pregunto si esa coraza tuya es tan dura como aparenta.

Y, acto seguido, le arrojó una lluvia de tornillos extraídos del lugar del accidente, pero las diminutas piezas de metal rebotaron sobre la piel del monstruo como si no fueran nada. La criatura comenzó a avanzar ominosamente hacia él, así que sacó la pistola de su funda y le disparó, con idénticos resultados. Vale... los proyectiles no le hacían nada, y eso podía suponer un problema. Sería cuestión de comprobar si la coraza sería igual de resistente a cortes, pensó mientras desenvainaba las dos dagas gemelas que llevaba en el cinto.

El ser se abalanzó sobre él, y Bullseye comenzó a retroceder con agilidad, descargando hábilmente una cuchillada tras otra con la destreza de un combatiente experto, pero sus filos no conseguían atravesar tampoco la coraza de aquél ser, que, finalmente, logró acertarle en la cara con una de sus garras, enviándolo al suelo.

- ¿Y vosotros sois los guerreros de ésta tierra? -se mofó el monstruo-. ¡Vamos! ¡Ofréceme un reto! Matarte tan fácilmente no es divertido.

Bullseye trató de echar mano de una de las llantas del autobús, pero el demonio le alcanzó primero, cerrando una de sus poderosas pinzas en torno a su garganta.

- Si ésto es todo lo que la Tierra tiene para ofrecer, no tardaréis en caer...

Imposible, no podía... no podía hacer nada. Sus músculos se tensaron al máximo tratando de apartar aquella zarpa de su garganta, pero la fuerza del demonio era demasiada, y no conseguia traspasar la coraza de su piel... No podía ser... Se había pasado la vida buscando al guerrero perfecto que fuese capaz de derrotarlo, ¿y al final iba a terminar siendo reducido a pasto de demonio? Y uno que ni siquiera era conocido ni importante. Ése no era el final que...


La visión se le estaba empezando a nublar, así que no pudo ver qué fue lo que golpeó al demonio en toda su fea jeta, pero a juzgar por el sonido del golpe y la vibración tuvo que ser algo memorable. Lo que pasó después fue muy vertiginoso; alguien le agarró y lo siguiente que notó fue una sensación de vértigo repentina cuando sus pies se separaron del suelo.

- ¿Se puede saber que haces aquí, Bullseye?

Vale... La voz le era conocida, y la mezcla de llamativos colores de la capucha también.

- Mira quién fue a hablar -musitó con voz ronca pasándose la mano por la dolorida garganta-. Estás muy lejos de Kansas, Dorothy... Nunca pensé que me alegraría de verte, aunque habría preferido que fueras el bueno de Castle con su arsenal andante. La piel de ese bicho es una especie de coraza de quitina... Los proyectiles normales no le hacen nada.

Ojalá tuviera a mano un lanzacohetes, pero, por desgracia, no era un arma precisamente discreta para viajar, y tampoco eran algo fácil de conseguir. Él tenía unos cuantos, pero no allí. En aquella ciudad no tenía ningún refugio.

Spiderman le lanzó a los ojos una andanada de telaraña para cegarlo, y, ante sus siguientes palabras, el asesino se hizo el ofendido.

- ¡Hey! ¿Por qué cada vez que pasa algo malo tenéis que asumir inmediatamente que ha sido cosa mía? -exclamó, con falsa indignación-. Hieres mis sentimientos, colega. Bueno, si los tuviera, claro -añadió con una risilla irónica buscando cobertura detrás del autobús-. ¿Me ves con pinta de aliarme con demonios, cabeza de red? -comentó en tono de broma haciendo alusión a su conocida enemistad con el Diablo de la Cocina del Infierno-. La cucaracha gigante venía con una loca de piel roja y cuatro ojos. Escucha; ¿Te ves capaz de entretenerlo un poco? -la mirada del asesino se había detenido en un local concreto de un edificio cercano: una juguetería-. Creo que sé cómo podría hacerle daño. Diviértete pero con mesura, amigo; ¡guárdame algo para mí!

Sinn había conseguido arrancarse la telaraña de la cara y estaba verdaderamente furioso con Spiderman, cosa que Bullseye aprovechó para echar a correr hacia la juguetería en cuanto el demonio cargó contra el superhéroe. Saltó ágilmente por encima de los obstáculos que encontró en su camino, haciendo una voltereta por encima de un coche aparcado apoyándose con las manos en el capó, y se coló en la juguetería pasando al lado del dueño, que observaba los acontecimientos desde la puerta con un bocadillo a medio comer en la mano.

- ¡Eh! ¿Qué hace? -exclamó el dependiente tras él al ver cómo tiraba al suelo cajas de juguetes hasta llegar a lo que estaba buscando: una pistola de agua.

- Salvar el mundo, colega -le replicó el asesino guiñándole un ojo mientras destrozaba la caja para llegar hasta su contenido.

- Eh, eh, ¿piensa pagar es... ¡¡urrggg!!

El hombre se detuvo al recibir un golpe Tegatana directo a la carótida, lo cual provocó que su cuerpo reaccionara como si se tratara de un pico de presión arterial, ensanchando los vasos sanguíneos como mecanismo de autodefensa y produciendo un desmayo automático al bajar de forma súbita la presión arterial. Habría podido matarle con la misma facilidad, pero no le convenía en aquél momento concreto cabrear al superhéroe extra fuerte que tenía fuera. Le necesitaba para entretener al demonio.

- ¿Te importa...? -inquirió de manera retórica, recogiendo del suelo el papel de aluminio con el que el dependiente había tenido envuelto el bocadillo y usándolo para rodear la boquilla de la pistola de plástico hasta dejar únicamente expuesta la apertura.

Una vez hecho el apaño agarró una aspiradora de juguete, arrancó el tubo de la base, regresó corriendo hasta el autobús accidentado y se dirigió directamente hacia el depósito de combustible, ignorando los sonidos de la pelea entre el trepamuros y el demonio. Desenroscó la pequeña tapa negra e introdujo la manguera de la aspiradora dentro. No era demasiado larga, pero el autobús había quedado volcado durante la pelea, por lo que alcanzó el combustible sin mayores problemas. Dando una bocanada de aire, Bullseye se metió el otro extremo del cable en la boca y succionó hasta que notó que estaba saliendo la gasolina. En ese momento se apartó y situó el cable sobre el compartimento de agua de la pistola, llenándola de combustible. Una vez estuvo completamente cargada la bombeó, se subió encima del autobús volcado y, sacando de uno de los múltiples bolsillos del cinturón un encendedor, se encaró con la criatura.

- ¿Alguien ha llamado a los GhostRoasters?

Encendió el mechero, manteniendo la llama delante de la boquilla, y apretó el gatillo. La gasolina salió proyectada como si fuera agua, mientras el papel de aluminio protegía el plástico de fundirse por las altas temperaturas, y, al entrar en contacto con la llama del mechero, generó una flama gigantesca que fue a darle directamente al demonio en la cara cuando miró en su dirección, derritiéndole los ojos y toda la carne que estaba alrededor.

- ¡¡¡AAAAAHHHHHH!!!

Sinn manoteó inútilmente, pero las aterradoras pinzas resultaron ser extremadamente ineficientes a la hora de apagar fuego. Bullseye abrió las piernas, buscando sujección en el techo del autobús volcado, cruzó la izquierda por delante de la derecha para coger impulso y saltó, encogiendo la pierna con la que había avanzado para que quedara en paralelo con la derecha, que extendió en horizontal en un Yoko -tobi geri que acertó a la criatura en la cabeza ardiente, haciéndola caer.

- ¿Qué pasa? -inquirió en tono de broma volviéndose hacia Spiderman-. Los GhostBuster no sólo cazaban fantasmas. ¿Es que no has visto la serie de dibujos? ¡Epa!

Las pinzas del demonio se habían cerrado en torno a su tobillo y tiraron de él, haciéndole perder el equilibrio y arrastrándole hacia sus gigantescas fauces. El asesino giró sobre sí mismo hasta quedar boca arriba y volvió a apuntar con la pistola de agua hacia la cara del ser, encendiendo de nuevo el mechero.

- ¡Oh yeah, ésto está que arde, nena!

Si no fuera porque resultaba imposible viniendo de un hombre que estaba siendo arrastrado hacia una muerte inminente casi parecería que se lo estaba pasando pipa...

- ¡Media tonelada de cucaracha gigante arrasando Gateway City y arruinando un día perfectamente bueno tampoco era como yo había imaginado mi mañana, cabeza de red! -replicó el asesino mientras se debatía en las garras del demonio.

Especialmente cuando él mismo estaba en la ciudad por trabajo y había visto nuevamente interrumpida su investigacion entre todo aquél caos. Lo único que hacía que se tomara con humor aquella intromisión en su tarea era el hecho de que nadie le estaba pagando por ello y, por tanto, su reputación no se vería resentida si no cumplía con ciertos plazos. De hecho tenía que admitir que se estaba divirtiendo a pesar de todo, lo cual no iba a impedir que matara al demonio por hacerle perder un día más en el caso de Lady Shiva.

Bullseye no había visto a Spiderman desde hacía años, pero tuvo que admitir que su estilo de lucha había mejorado cuando improvisó un movimiento espectacular para ganar velocidad y potencia aprovechando las características de su entorno y los lanzarredes. Bullseye escuchó el ominoso crujido de la coraza que recubría las partes blandas de la bestia y supo que ya tenían la mitad de la batalla ganada. Precisamente una de las cosas en las que se había entrenado era en detectar los puntos débiles de armas y armaduras; hacía su trabajo mucho más fácil.

Bullseye no tenía sentido arácnido, pero no le hizo falta para ver cómo el demonio se incorporaba de repente, aferrando la mitad partida del autobús contra la que se había estrellado para arrojarla por los aires hacia donde intuía que se encontraban los dos hombres.

- ¿Alguien te ha comentado alguna vez que eres un aguafiestas? -se rió cuando le quitó el lanzallamas de las manos, saltando hacia atrás para esquivar el gigantesco proyectil-. Y yo que siempre te he defendido ante el resto de villanos... Oye... éste bicho está empezando a molestarme... ¿qué te parece si...?

No hizo falta que terminara la frase. Spiderman entendió a la perfección lo que quería decirle, y así, héroe y villano se movieron a la vez, saltando y golpeando con precisión en el punto ya debilitado de la coraza del demonio, que rugió con furia.

- ¿Qué...? No deberíais de poder... ¡RRRAAAAARRRRGGGGG! ¡OS DESTRUIRÉ, PATÉTICOS Y DÉBILES...!

Bullseye no lo dejó terminar; rodando hacia donde estaban los restos del autobús, le arrojó al monstruo la llanta que no había podido lanzarle la primera vez, acertándole justo en el punto agrietado, que se resquebrajó aún más, precipitándose a la acción. En una práctica serie de saltos estuvo encima del demonio en cuestión de segundos, y, a horcajadas sobre la cabeza de la cosa, le realizó una poderosa llave envolviéndole el cuello con las piernas al tiempo que le apretaba los ojos ya calcinados con los pulgares, tensando todos los músculos de su cuerpo para apretar el máximo posible, rompiendo la costra quemada y haciendo brotar un espumarajo de pus sanguinolento. Sinn lanzó un aullido de dolor y empezó a manotear desesperadamente con las pinzas para tratar de quitárselo de encima, exponiendo al alzar los brazos la parte vulnerable de su fracturada anatomía.

- ¡Ahora, Araña! ¡Acaba con él!

- Cre... creo que no ha pillado la referencia...

- ¿No me digas? -masculló el asesino, haciendo lo imposible por mantenerse en su puesto y evitar así que le despedazara el monstruo con las pinzas-. Eso te pasa por referenciar una serie moñas como Saint Seya; ¿no podías haber soltado un kame hame ha de toda la vida? Imposible que hubiera podido resistir un kame hame ha...

- ¡Ugh!... ¡¡Oye!! ¡¡Ne... necesito tiempo para pensar!! Tú... ¡¡Tú sigue haciendo lo que sea que estés haciendo Bullseye!!

- Claaaro, Bullseye Inc., nos jugamos el cuello para que tú no tengas que hacerlo, haciéndote la vida más fácil desde 1999. ¿Qué te crees que soy, un punching ball?

Pero el chico ya no le estaba escuchando. Parecía haber desconectado por completo, pero al menos tuvo la gentileza de inmovilizar al demonio con las telarañas, favoreciendo que pudiera bajarse.

- ¡Vaya, gracias! ¡Todo un detalle!

Empezó a buscar algo que pudiera servirle de arma entre los destrozos del autobús cuando reparó en lo que estaba haciendo el joven superhéroe, reconociendo al instante la ballesta gigante improvisada. Con una amplia sonrisa se encaramó al techo del autobús para disfrutar en primera fila de lo que iba a suceder, aplaudiendo como un loco cuando se sucedió el baño de sangre y vísceras.

- ¡Guau! ¡Sí señor! ¡Así se hace! -exclamó, saltando de nuevo al suelo para palmear al héroe en la espalda-. Me gusta tu estilo, chico. Me gusta un montón. ¿De dónde has sacado la idea de la ballesta? Me trae recuerdos de una vez que... bah, da igual -rectificó, descartando el recuerdo con un gesto. No había sido uno de sus momentos más brillantes...

- Parece que llego tarde -intervino una voz grave. Bullseye se giró a mirarle y rápidamente empezó a retroceder, sonriente.

- Bueno, yo sí que llego tarde a otro lugar al que debería haber salido hace media hora, así que si no os importa...

Spiderman sólo ya de por sí era un peso muy pesado para enfrentarse sin tener un plan, pero si además le sumabas al mutante más famoso y con más malas pulgas del barrio (figurada y literalmente) ya nos acercábamos demasiado al terreno del suicidio. No me malinterpretéis... en cualquier otra circunstancia Bullseye estaría más que dispuesto a un poquito de acción sana con su querido enemigo Lobezno, pero aquello era lo menos parecido a una lucha justa que os podríais encontrar... Y no es que él fuera el más riguroso del mundo con esas cosas, pero cuando le atañían a él... Bueno, pues un poquito sí.

Lamentablemente, Lobezno no estaba dispuesto a dejarle salirse con la suya, porque, con un poderoso salto, se plantó delante de él, agarrándole por la pechera del traje.

- Tú no vas a ninguna parte, basura -le amenazó, demasiado cerca de su cara para su gusto.

- Basura lo que has debido comer hoy... -masculló el asesino, sin dejar de sonreírle de manera desafiante-. Escucha, Logan, sin duda tienes prisa, ¿por qué no resolvemos ésto de manera civilizada y quedamos para matarnos otro día?

Pero Lobezno, ignorándole, se volvió hacia el metahumano sin soltar su presa de acero sobre el asesino.

- Supongo que no me sorprende encontrarte tan lejos de casa, chaval, considerando cómo se han cebado los demonios con ésta ciudad. ¿Has venido por las desapariciones? -ante el silencio confuso de Peter, Lobezno continuó-: Decenas de desapariciones en varios bloques de pisos contiguos en los últimos cinco días. Estaba echando un vistazo por el área cuando he escuchado el jaleo y me he acercado a mirar. No he encontrado señales de sangre derramada ni de armas que dejen rastros químicos, sólo edificios desiertos y la calle vacía. Es como si se hubieran marchado todos, aunque me inclino más a pensar que los asesinaron y los tienen escondidos en algún lugar. Me disponía a investigar dónde.

- Oh, por favor, ¿a quién le importa? -rezongó Bullseye, haciendo esfuerzos vanos por deshacerse del agarre del mutante-. Tengo una noticia para ti, Logan: si están todos muertos entonces ni tú ni el chico araña tenéis nada que hacer aquí. ¡Y yo tampoco!

Se interrumpió bruscamente cuando el puño del mutante le impactó de lleno en la nariz, deteniéndose para enjuagarse la sangre.

- Vale, lo pillo, ya me callo -suspiró cuando dejaron de estallar pompitas de colores tras sus ojos, alzando la mirada al cielo para despejarse-. Al menos no hay gaviotas...

Lobezno siguió su mirada.

- El tarado tiene razón... No hay nada volando en el cielo, y tampoco se escuchan pájaros. Lo que sea que está afectando la zona también se ha extendido al aire y mantiene a las ratas voladoras lejos. Voy a investigar con más detenimiento, ¿te vienes, chico? -inquirió, sacando un par de esposas de su cinturón.

Después de inmovilizar las manos de Bullseye a la espalda, dejó que su nariz le guiara. Las casas más cercanas no tenían nada interesante, pero no tardó mucho en distinguir el  familiar hedor de la muerte. Su primer hallazgo fueron unas ratas muertas detrás de una puerta cerrada. Encontró más de ellas a medida que avanzaba, todas aparentemente tratando de escapar de algo, a juzgar por las desesperadas marcas de arañazos en la puerta. Tras irrumpir en el apartamento, se arrodilló junto a una de ellas, y, sacando sus garras, la pinchó y le dio la vuelta, tratando de ver si había alguna herida evidente, pero no vio ni olió ninguna.

- ¿Estás buscando el almuerzo, Logan? -se burló Bullseye apoyándose en el muro. Ignorándole, Lobezno se adentró más en el inmueble, regresando al cabo de pocos minutos.

- He encontrado un montón de ratas muertas. Perecieron atrapadas, sin poder escapar de lo que sea que las mató, pero hay algo más... Huelo más cosas muertas, aunque el hedor es tan leve que no puedo decir si es gente todavía. Más adelante es peor.

El improvisado grupo siguió adelante, y muy pronto estaban de pie junto a otro edificio, que según palabras de Lobezno parecía ser el epicentro de cualquier mierda que hubiera ocurrido. Sin embargo, todavía no habían encontrado restos humanos.

- ¿Vamos a entrar ahí?

Bullseye se quedó mirando el edificio. Era una sencilla tienda de electrónica de piedra rojiza con un escaparate entre dos edificios altos. Exteriormente, no había nada raro, más allá de un grafiti extraño en un idioma que no podía leer, pero Lobezno aseguraba que aquél lugar era la fuente del olor nocivo que había estado siguiendo.

- ¿Estás seguro? -insistió el asesino. Lobezno arrugó la nariz.

- Por lo fuerte que es el olor, hay altas probabilidades de que esté lleno de cadáveres -se giró a mirar a Peter-. ¿Qué dices, chico? ¿Entramos?

La tienda tenía colgado el cartel de cerrado, y la puerta enrollable de aluminio estaba completamente bajada. A saber si habría conectado algún sistema de seguridad...

Una sonrisa feroz apareció en el rostro de Bullseye al aparecer los ninjas, como la que luciría el rostro de un niño al llegar al parque de atracciones. No parecía intimidado ni coartado en lo más mínimo por el hecho de estar encadenado. Es más, por su actitud daba la impresión de que la dificultad añadida le añadía un factor más de excitación al combate.

- Lo sé, ¿verdad? -exclamó, arrojándose hacia atrás sobre la espalda de uno de los ninjas, utilizándolo como soporte para impulsarse hacia arriba y lanzar una patada frontal de kárate que golpeó a otro en la cara-. Es algo que siempre comentamos mi colega y yo; Dios y madre tienen ninjas hoy en día, es como si vinieran incluidos en el pack de supervillano junto con la guarida, la piscina infinita llena de tiburones con láseres en la cabeza y una esbirra en bikini.

Se agachó para esquivar un tajo horizontal que habría podido cortarle la cabeza, asestando acto seguido una patada vertical que parecía casi físicamente imposible de realizar para alguien que, a pesar de su puntería prodigiosa, no era más que un simple humano.

- Austin Powers ha hecho mucho daño, aunque yo no le haría ascos a la parte de la esbirra en bikini...

Saltando ágilmente hacia atrás, se dejó caer junto a un contenedor de basura y lo pateó en dirección a un grupo de ninjas que venían corriendo hacia él. Por sorprendente e imposible que pudiera parecer, fue como si cada desecho sólido que había dentro del contenedor saliera despedido con un tino sobrenatural, impactando en cada uno de los ninjas con precisión letal, acribillando carne, huesos y músculo como si acabaran de ser recibidos por una ráfaga de metralleta.

Bullseye había perdido la cuenta de la cantidad de veces que había tenido que luchar maniatado, por lo que tenía bastante práctica, pero se trataba de una limitación importante incluso para él, y lo malo de los ninjas era que no usaban armas de fuego con proyectiles cuya trayectoria pudiera calcular para interponer las cadenas y liberarse él mismo, así que agradeció para sus adentros cuando el hombre araña le hizo el favor, aunque jamás lo diría en voz alta.

- Yo diría que no, chico -replicó, agachándose junto a uno de sus cadáveres para retirar un grupo de shurikens que arrojó al momento en la dirección de Peter.

El movimiento fue tan vertiginoso que al muchacho apenas le dio tiempo a reaccionar, con el sentido arácnido zumbándole en la cabeza desde todas las direcciones; sin embargo, las letales estrellas puntiagudas pasaron silbando junto a él sin causarle ni un rasguño, sólo para impactar certeramente entre los ojos de tres ninjas que le apuntaban con sus arcos, cayendo al suelo sin haber tenido ocasión de disparar.

- Diría que no vas a arrepentirte en absoluto -con una sonrisa de oreja a oreja, el asesino le guiñó un ojo llevándose los dedos índice y corazón de la mano derecha a la sien a modo de simpático saludo antes de arrojarse de lleno en el combate con un pletórico grito de júbilo.

Sabía que lo más inteligente habría sido marcharse, pero ya no podía hacer tal cosa; no después de haber probado la sangre y tener la adrenalina y la excitación por el combate fluyendo como un torrente por su cuerpo. Era consciente de que no tendría muchas probabilidades contra los dos héroes juntos una vez terminase el combate, pero sabía cómo incapacitar a Lobezno, y tal vez consiguiese engañar al más joven o apelar a su estúpido sentido del honor para que le dejara ir por haberle salvado la vida. Y si no, siempre tendría más oportunidades una vez hubieran entrado en el edificio. Si algo le sobraba al asesino era optimismo, y no pensaba perder la oportunidad de enzarzarse en una carnicería gratis y sin consecuencias. Lo único malo de aquellos ninjas zombies era que se desintegraban al morir, dejando sólo ropas viejas y peste en lugar de cadáveres, pero llevaba demasiado tiempo sin una buena masacre como para ponerse quisquilloso.

En cuestión de minutos habían acabado con todos los ninjas y tenía las garras de Lobezno apuntando a su garganta una vez más.

- Debería matarte a ti también -dijo Logan, con la mirada llena de odio.

La sonrisa del asesino no hizo más que aumentar, retándole con la mirada. La mirada de alguien que no le tiene miedo a morir.

- Podrías, pero, como has podido comprobar, resulta que puedo ser bastante útil. Llevadme ahí dentro, seguro que hay cosas que pueda matar.

Lobezno se lo pensó un instante, antes de empujarle violentamente por el hombro para ponerle delante, con las garras apoyadas en su espalda.

- Spiderman, abre la puerta -pidió, cosa que el joven héroe hizo, rompiendo la cerradura de la persiana de aluminio y levantándola para que los demás pudieran pasar.

Una vez dentro, Lobezno hizo un reconocimiento rápido mientras Bullseye pateaba ociosamente una de las pantallas de televisión. Al fondo de la tienda había una puerta. Lobezno forzó la cerradura y entró en un pasillo que conducía hacia unas escaleras. El olor le golpeó como si fuera algo físico, y pudo escuchar a Bullseye toser y escupir detrás de él. Sólo la muerte podía apestar tanto. El edificio tenía cuatro plantas, pero no era de arriba de donde provenía el hedor. Ante él había otra puerta que debía descender hasta el sótano. Era de metal y tenía varias marcas e inscripciones con símbolos extraños por encima. El mutante se obligó a escuchar y tratar de encontrar un olor más allá de la vileza general.  

- Arriba no hay nada vivo -informó a los demás-. Abajo, hay algo en el sótano. Es lo que apesta. Pero no estoy seguro de que sea buena idea entrar sin...

- Joder, al infierno. Estoy cansado de esperar.

Bullseye pasó junto a él y abrió la puerta del sótano, ahogando una arcada y retrocediendo por instinto en el mismo momento de hacerlo.

Luchando contra el hedor él mismo, Lobezno vio que al pie de la puerta había un cuerpo. Un hombre, vestido con lo que podría haber sido una prenda roja (difícil de saber con toda la sangre) con las yemas de los dedos ennegrecidas e hinchadas. Miró hacia la puerta y vio marcas rojas sobre ella y rasguños. Bullseye empujó el cadáver con la bota y se adentró en la sala haciendo una mueca.