ἐξορκισμός , obligados por juramento (Edward Johns) [15/04/2019]

Existía un motivo que había estado llevando a Edward a actuar cómo un maldito idiota desde el principio de aquella invasión demoníaca, no, no se trataba de altruismo o querer ayudar a los demás…No, la respuesta era más simple y retorcida, si el mundo acababa invadido por demonios y estos ocupaban la tierra él dejaría de serle útil a Samiginia y vendría a por él para cobrarse su deuda, es por eso que, en la mayor discreción que le había sido posible, el mago había intentado sabotear todos los planes de los del inframundo y, por eso, ahora mismo se encontraba en el cementerio Graceland, en Chicago, dónde uno de sus hechizos le había guiado hasta un portal:

-Ac hiata…Nos perdomiun…- La lengua ancestral salía de la boca del mago mientras cada poro de su piel exudaba una mezcla de nervios y magia, su cuerpo se mecía suavemente mientras estaba de rodillas en el suelo, cómo si se moviera con el viento o estuviera representando una macabra danza mortuoria: - Domine…-


El mago llevaba un pantalón ajustado de color negro, unos zapatos del mismo color y una camisa blanca que llevaba abierta, en su pecho, con sangre de un animal había pintado unas runas, necesarias para llevar a cabo el ritual, apuntó con la palma de sus manos hacía el portal mientras murmuraba, un poco más y podría cerrar el portal: - Domine…-

Escuchó un ruido a sus espaldas, pero no tuvo tiempo alguno de reaccionar, algo le sujetó del cuello con fuerza y le levantó, estampando su espalda contra una estatua lapidaria: - Agh…- Edward intentó forcejear inútilmente para escapar, le sujetaban con una fuerza inhumana, le costaba respirar, aunque no iba a ahogarse ¿Qué demonios? La figura encapuchada dejó su rostro al descubierto: - ¿Wonderwo…Wonderwoman? –


No se conocían sin embargo el había oído hablar de la mujer maravilla y había visto reportajes en la televisión ¿Qué coño hacía ella aquí? ¿No había estado peleando en la India contra los demonios? Su mirada se dirigió hacia el portal, que chasqueó: - Maldita sea…Suéltame, tienes que dejar que acabe el ritual. Si no ter…- El portal volvió a chasquear con un destello que iluminó el cementerio unas pequeñas fracciones de segundo, el mago intentó zarandearse y huir de forma inútil: - Mierda…-


A unos 20 metros de ellos, unas tumbas magníficas con unas estatuas hechas de mármol empezaron a vibrar, se trataba de un panteón custodiado por cuatro estatuas de ángeles que, de golpe empezaron a vibrar y con un pequeño chasquido salieron de sus posiciones para caer de pie en el suelo del cementerio, mirando hacia la mujer maravilla y el exorcista: - Escúchame…Escucha… - Edward miraba a Wonderwoman a los ojos intentando convencerla: - Me llamo Edward, soy exorcista…Estoy aquí para cerrar el portal y…- Un movimiento a espaldas de la amazona hizo que Johns se pusiera en alerta ¿Se habían movido las estatuas? Estaban más cerca que antes: - Yo…- Volvió a mirar a la amazona y volvió la mirada a las estatuas, que ahora estaban más cerca de ellos: - Mierda…Tienes que soltarme…- ¿Podía ponerse más raro aquello?

El aire fresco invadió los pulmones del exorcista a toda velocidad cuando este cayó al suelo, libre del agarre de la mujer y pudo abrir la boca para respirar, como si hiciera siglos que no probaba el oxígeno, poco a poco recobró el aliento mientras ella derribaba una de las estatuas, se puso en pie poco a poco, estaban en una posición de clara desventaja, esas cosas...Se frotó el cuello mientras miraba una de las estatuas fijamente:

- Si, es posible...Son demonios de rango inferior, no tienen fortaleza para poseer directamente un cuerpo humano...- Edward preparaba rápidamente el ritual de cierre del portal mientras hablaba: - Por eso sus primeras manifestaciones se dan a través de objetos, su poder se despliega cuando no son vigilados, son cobardes y por eso no se atreverán a acercarse mientras les vigilemos...-


Los ojos le ardían, era terriblemente complicado preparar el material sin poder mirar, conocía el hechizo de memoria, claro, pero cualquier pequeño detalle que errase podía convertir un hechizo bien intencionado en un gran desastre: - Estas cosas...Son lo que se llama poltergeist. La fuerza bruta no servirá de nada contra ellos...- El ángel que la amazona había destrozado empezó a recomponerse poco a poco, una piedra grande atraía a una un poco más pequeña, luego esa más pequeña a otra más pequeña, y así, poco a poco, la estatua se fue reformando...Edward seguía con la vista clavada en la estatua de la izquierda, los ojos le lloraban: - Joder...-

No pudo evitarlo, cerró los ojos una décima de segundo, un pequeño instante para poder rehidratarlos, el tiempo jugaba a su contra...La oscuridad invadió su retina y cuando la luz volvió la estatua estaba ya a unos dos metros de él, con los ojos clavados: - No parpadees...- Musitó el exorcista mientras abocaba un puñado de sal sobre el suelo y trazaba un círculo: - Estoy listo. - Juntó sus manos y empezó a recitar el hechizo con fuerza, su mirada estaba fija en la estatua que tenía cerca, confiando en que la amazona podría ocuparse del resto por si sola, clavó las rodillas en el suelo y empezó a agitar su cuerpo mientras murmuraba:

- Inferno dominos eust....- Apuntó con sus manos al portal mientras clavaba la mirada en la estatua: - Ac Hiata....- Los ojos le ardían y luchaba con todas sus fuerzas por mantenerlos abiertos ¿Cerraría antes el portal o les alcanzarían esas criaturas?

- Vamos Gregory, no tengo todo el puto día. - Johns dejó su cigarro sobre el cenicero de la destartalada mesa de madera en la que estaban jugando una timba de poker él y un grupo de tres demonios, uno de ellos, el que parecía su cabecilla, se hacía llamar Gregory, un pobre desgraciado que hacía trapicheos en el mundo humano y al que de vez en cuando le gustaba bajar al infierno a ver que se cocía: - Callate Johns, o te arranco las tripas aquí mismo. - 


Edward ya conocía a Gregory, habían hecho negocios en alguna ocasión y era un capullo, pero manejaba información valiosa que ahora se estaban apostando en aquella partida: - Tu me dices como salir del infierno sin ser detectado si gano, y si ganas tú te daré la forma de acceder a mi Sanctorum. - Por supuesto el muy desgraciado no se había podido resistir, poner las manos encima de todos los objetos místicos que el exorcista había ido recopilando a lo largo de su vida ¿Cómo iba a negarse? 


Edward se pasó la mano por la cara, hacia tres semanas que estaba en el infierno y le había empezado a crecer una fina barba: - Voy con todo. - Gregory parecía irritado ante la situación, sin embargo el cebo era demasiado grande como para resistirse, Edward sonrió, aunque con un brillo desasosegado en la mirada y mostró su mano: - Escalera de color colega. - Dio una calada al cigarro mientras Gregory lanzaba su vaso al suelo y maldecía en otro idioma: - ¡Hijo de puta! - A Edward le encantaba cuando engañaba en las narices a alguien que se iba de listo, y Gregory se merecía todo aquello y más... Un pequeño hechizo de ilusionismo y las cartas se habían tornado a su favor. 




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- Soy yo... - Edward movió el listón de madera que tapaba la ventana del apartamento en el que Diana y él se habían metido como okupas para refugiarse en el infierno, su voz era cansada, fatigada. Le había instado a la Amazona a no salir, ya que llamaría demasiado la atención y podía ser problemático, así que el se ocupaba de todo lo que fuera necesario en el exterior: - Hoy he hablado con un conocido, sin entrar en muchos detalles, va a decirnos cómo salir de aquí, hemos quedado en 40 minutos a unas manzanas de aquí. - Avanzó por el lugar, habían montado un pequeño campamento en el salón de la estancia desprovisto de muebles, había un par de mantas tiradas, un par de latas de conserva, una botella con agua y poco más. 

El infierno era un lugar más similar a la Tierra de lo que muchos podían pensar, al menos, en los círculos exteriores en los que Wonder Woman y Edward habían ido a parar se asemejaba a una gran ciudad, pero con el inconfundible olor a azufre, un constante color rojo en el cielo y calor, eso mezclado con una gran escasez de todo en la que los más miserables conseguían prosperar, eso era lo más doloroso del infierno, la desesperación y el miedo, saber que un pequeño error en tu vida te había arrastrado a una eternidad de miseria de la que solo se podía escapar renunciando a todo lo bueno que uno tiene: - Si todo sale bien, en nada estaremos en casa otra vez. - Ya no tenía fuerzas para bromear o hacerse el sarcástico, aquel lugar le drenaba la energía, pues sabia que el infierno le reclamaba y que, aunque pronto saldría de allí, algún día le tocaría volver: - Ponte esa capa tuya, mejor que no te reconozcan. - Edward se puso un cigarro en los labios y cogió el mechero, las manos le temblaban, los nervios le rompían por dentro... Por primera vez en mucho tiempo sentía miedo, y no podía continuar fingiendo que todo estaba bien: - Yo... - Se dejó caer en el suelo de culo, con la espalda apoyada en la pared, tenía los ojos vidriosos: - ¿Crees que merezco estar aquí? - 

Una lágrima le resbaló por la mejilla izquierda, el cigarro se le cayó de los labios, no tenía ni idea de cuánto tiempo había pasado en el mundo humano, sin embargo tres semanas conviviendo con la Amazona le habían permitido desnudarse emocionalmente y volcar todas sus ansiedades y sus miedos, no estaba en su mejor momento, y aquella situación no le ayudaba a superarlo.