La carretera de San Diego aquel día era recorrida por un continuo flujo de coches, gente que tras una jornada de trabajo en un mundo tan extraño, volvía a casa para descansar. Sorprendía cómo una escena tan normal podía sucederse cuando en otro punto del mundo (o de la misma ciudad) algún héroe golpeaba a un supervillano. Un coche destacaba entre el flujo de automóviles ya que sin duda parecía uno de alta gama: era de color blanco e incluso sus cristales estaban tintados para darles privacidad al conductor y su acompañante. Ni siquiera un fan de los automóviles reconocería el modelo o el fabricante.
En ese coche sólo había dos personas: Mar´i Grayson y... sin duda un ser que habría despertado la curiosidad de cualquier aficionado a las teorías sobre que el gobierno guardaba en tarros a extraterrestres cabezones. Honestamente, impresionarse de algo como eso había quedado obsoleto en un mundo como Omega pero aún así, sirve para explicarte, querido lector, por qué los cristales estaban tintados. El susodicho se llamaba Tavek y procedía de la Tierra—22, justo como Mar´i. Se conocían y habían sido buenos amigos. Él, se había adaptado “bien” al cambio y había utilizado sus habilidades y poderes para convertirse en un
hacker que vendía información y una especie de “detective” informático. Contaba con un buen número de drones discretos y bien equipados que le servían como orejas y ojos allí donde los necesitase. Él no estaba ahí, sino que se hallaba a cientos de kilómetros, ya que no le gustaba pasearse por la tierra y llamar la atención, de ahí que usase los drones y su tecno—poder para controlarlos a distancia, de la misma manera que hacía con el coche. Lo que Mar´i veía en el asiento del piloto era un simple holograma.
- Tavek:
Mar´i podría haberse acercado a San Diego y a la guarida de Imperator volando, sin embargo, el vuelo de Nightstar era muy poco discreto e Imperator podría solicitar refuerzos o pensar algo para esconderse y huir. No le gustaba la idea de tener un cabo suelto como Imperator por ahí.
Tavek había vigilado a Imperator desde hacía tiempo. La tecnología de Dellusion lo había llevado hasta Imperator aunque Tavek ya sospechaba que Imperator no estaba construyendo la armadura para Dellusion o que trabajase para ella. Entonces, ¿por qué le había permitido comenzar la construcción en lugar de informar inmediatamente a la miembro de los Titanes para detener al criminal? Pues lo que esperaba era que, si tal y como sospechaba, la tecnología era robada, Dellusion (o alguien de los suyos, en su defecto) iría a “recogerla”. Eso le permitiría poner “sus ojos” sobre Dellusion y localizarla, estrechar el cerco, por así decirlo.
Básicamente, había usado a Imperator como cebo.
Sin embargo, habían pasado días e Imperator ya estaba a punto de terminar y perfeccionar la armadura, proceso que no podían dejarle terminar. ¿Quizás Dellusion no se había dado cuenta de que le habían robado esa tecnología? Para él era una lástima que el plan no hubiera funcionado pero así eran las cosas. Ya era hora de confiscarle los juguetes a Imperator y meterlo entre rejas.
Eso último era la especialidad de Nightstar.
—Es raro que esto no hayas hecho una “excursión grupal” con los Titanes—Mar´i ignoró el comentario deliberadamente pero Tavek no eran de los que se rendían fácilmente en el plano dialéctico—
Oh, ya lo entiendo. Quieres enseñarle a tu padre que puedes ocuparte de tus propios asuntos, ¿no?Mar´i se mordió el labio y el extraterrestre emitió una risita.Tavek y ella habían pasado mucho tiempo en
The Green, habían sido tanto compañeros de trabajo como amigos... él sabía lo que significaba ese silencio. Mar´i no podía evitar sentir que todo el asunto de Dellusion era su “basura”: no podía pedirle a otro que la sacara por ella. Y menos aún podía permitir que su “padre” lo hiciera... eso sería bastante vergonzoso.
“Debo dejar a los Titanes fuera de esto...”, pensó Mar´i. En parte, por eso había llegado a un trato con Tavek para que, mientras ella ejercía como miembro de los Titanes, él pudiera centrarse a investigar a esa gente que la había utilizado en el pasado para causar destrozos. Mar´i estaba segura de que no era la única meta—humana a la que habían convertido en un arma de guerra. A ella la salvaron los Titanes pero, desde entonces, aquella se había convertido en una cuestión personal.
—Claro... no te habría molestado si en verdad hubiera podido venir con ellos—terminó por decir Mar´i a regañadientes.
—No es una molestia para mi—Tavek rió y le echó una mirada rápida—
Incluso si lo fueras, me estás pagando, ¿recuerdas?Mar´i giró los ojos levemente hacia arriba y le recordó:
—Si haces algo raro con toda esa tecnología, los Titanes y yo iremos a visitarte y no será para tomar el té—Mar´i había acordado con Tavek que podría quedarse con las armas y todo el material tecnológico que Dellusion y sus secuaces hubieran desarrollado, a cambio de que buscase rastros de ella, descubriera un poco más sobre la gente para la que trabajaba y le avisase ante cualquier altercado que estuviera provocando.
—¿Es un crimen que me guste tener máquinas bonitas y sofisticadas?—alegó él, poniendo tono ofendido—
Ese Imperator sí que quiere usar esa armadura para algo que no te va a gustar. Es mejor que yo la tenga: lo mío sólo es puro coleccionismo. Piensa en mi como un niño esperando nuevos y bonitos juguetes...Mar´i hizo un gesto escéptico. Tavek tenía poco de “inocente”: sus manos no estaban manchadas de sangre (incluso si era un muy buen francotirador y podría haberse ganado la vida como asesino) pero desde luego Mar´i no podía asegurar qué iba a hacer con todo lo que reunía y si realmente mentía o no.
Al ver cómo Mar´i lo miraba con esa actitud regañona, él se excusó:
—Vamos, sólo robo a aquellos para los que un cero más o un cero menos en su cuenta corriente no significa nada. Las familias de a pie y trabajadores no tienen cuentas en paraísos fiscales. Para bien o para mal sigues hablando con el “prometedor soldado” que no aguantó una guerra civil—eso último sonó algo amargo, como siempre que Tavek recordaba su pasado en su planeta natal.
Mar´i sabía que Tavek se sentía avergonzado por no haber cumplido las expectativas que habían reposado sobre él por ser un hijo de un reputado general. Se había esperado que sería un orgulloso militar, sin embargo, la guerra civil que supuestamente debía aprovechar para enaltecer su nombre lo terminó traumando y se alejó para siempre de su hogar... recorrió años luz para alejarse de cualquiera de su raza, para llegar a lugares donde nadie había visto uno de los suyos... y a pesar de
todo, la guerra lo perseguía.
Tavek... seguía siendo el mismo Tavek que conoció en la Tierra—22. Y eso era un alivio para Mar´i.
—Lo siento, yo... es bastante sorprendente que sigas siendo tú—aún no se reponía de cómo se había sentido cuando había encontrado a sus conocidos: no estaba infeliz, para nada ya que los Titanes eran su nueva familia pero aún así seguían surgiendo en ella sentimientos de confusión—
Encontré a mi padre y sí, es él pero a la vez, no lo es... empiezo a tener miedo de encontrar a mis conocidos para que al final no sean “ellos” del todo.Algo interrumpió la charla entre los dos amigos. El holograma de Tavek se disipó, aunque el volante siguió moviéndose sólo con suavidad. Mar´i suponía que para Tavek y su tecnopatía (o
tecno—poder), eso de que su coche obedeciera a las indicaciones de su cerebro era muy simple.
Tras unos segundos, la voz de Tavek se deslizó por la radio del automovil.
—Los detectores que puse en la guarida de Imperator han saltado: alguien está utilizando poderes psíquicos en la zona.—Dijiste que sus técnicos y científicos necesitarían un par de días aún para terminar la armadura. Será mejor que me adelante yo misma—aunque sabía que era muy improbable, parte de ella quería que fuera Dellusion quien había utilizado los poderes telequinéticos, en lugar de Imperator. Quería poder vengarse de ella por haberse aprovechado de su debilidad, por haber "suplantado" a su madre.
—Creo que algo o alguien ha obligado a Imperator a estrenar su nuevo juguete antes de lo que planeaba... no hay forma de que lo tenga listo ya. Puede que al final nuestro plan haya funcionado o simplemente, esté probando la armadura.—Si lo está utilizando para simplemente una prueba o un simulacro, puede terminar hiriendo a alguien. Quizás hayan ido a quitarle lo que ha robado. Es hora de que vaya allí yo misma, sea lo que sea—dijo con decisión Mar´i. No se olvidó de regalarle una sonrisa cómplice a Tavek—
Gracias por el soplo, Tavek.—Ten cuidado y... no hagas trizas mi nuevo juguete—le recordó Tavek mientras la puerta del copiloto se abría, deslizándose suavemente hacia un lado.
Mar´i se había quitado el cinturón y saltó, incluso si el coche estaba en marcha, extendiendo sus brazos adelante. Voló unos segundos a ras del suelo y tras recorrer un par de metros, se elevó hacia la noche estrellada de San Diego, dejando tras ella su característica estela flamígera violeta. Los conductores observaron atónitos como aquella meta—humana había flotado sobre el asalto por un segundo antes de volar, en dirección y siguiendo la carretera que se alejaba del centro de San Diego para desviarse rumbo a las afueras, donde esperaba un viejo parque de vacaciones.
Allí vio a Imperator, que también se alzaba en el aire gracias a los propulsores de la armadura. Los ojos verdes de Mar´i se fueron directamente a su cabeza.
Esa corona.
“Si le permito seguir así, muchos meta—humanos perdidos y confundidos serán manipulados como simples marionetas. ¡No lo permitiré! ¡No dejaré que nadie se aproveche de otros que han pasado por lo mismo que yo!”, pensó la semi—tamariana con fiereza. Se dejó llevar por la furia que le hizo sentir ese pensamiento y en lugar de lanzar un ataque a distancia hacia Imperator, Nightstar voló directamente hacia Imperator, con intención de placarlo y estrellarlo contra el suelo.
Sin embargo, Tavek tenía razón en que el vuelo de Nightstar no era precisamente discreto. Imperator oyó el sonido del aire en combustión a su espalda, girándose y reparando en que ahora no sólo tenía un problema, sino que tenía dos:
—No importa cuántos vengáis, ¡os doblegaréis ante Imperator!—amenazó él, directamente. Nightstar consiguió colisionar con Imperator, que si bien no cayó al suelo porque había conseguido que la semi—tamariana no lo golpease de lleno. Comenzó a usar sus poderes telequinéticos para que algunos de sus lacayos se sobrepusieran a la ola de miedo que él mismo había lanzado.
—¡Habla, Imperator! ¿Para quién trabajas?—exigió saber Nightstar.
Imperator levantó una mano ceremoniosamente. Los pandilleros que no huyeron habían aprovechado aquellos segundos para ponerse con diligencia y rapidez en una formación. Llevaban sus rifles, levantados y esperando la señal de Imperator quien, al bajar la mano, gritó:
“¡Abrid fuego!”Una oleada de disparos de los rifles intentaron alcanzar a la semi—tamariana. Nightstar voló con la suficiente rapidez como para esquivarlos, zigzagueando en el aire entre carteles metálicos oxidados, sin embargo la rapidez y el sobresalto con el que había emprendido el vuelo la hicieron calcular mal y tomar demasiado impulso. Rauda como una pelota en un partido de tenis, ella atravesó el aire y se precipitó al suelo al desviarse. Había caído muy cerca del héroe con máscara de insecto, osea, de Jack. Por suerte la constitución mejorada de la semi—tamariana impidió que terminase con el cogote partido en dos pero aún así los adoquines sobre los que cayó se quebraron por completo.
—¡Nghn...!—se quejó Nightstar adolorida.