La fiesta de la democracia (29 de Enero de 2019) (Libre)

Sonya no tenía mucha idea de política. No le gustaban esos temas tampoco había estado en la necesidad de saber. Su vida siempre parecía igual gobernador quién gobernase. En un sistema capitalista los discursos políticos eran muy similares entre sí. Lo poco que tenía noción sobre el discurso populista de Lex Luthor era en relación  a los extranjeros. A ella no le agradaba que se tomase por una población malsana y corrosiva a este grupo. Ella pertenecías ese sector poblacional. Era hija de inmigrantes.  Sus padres habían llegado desde Rumanía en busca de un futuro mejor para ellos y sus hijos. Se habían sumergido en trabajo y las costumbres estadounidenses para tener calidad de vida. A veces se habían visto obligados a delinquir porque el sistema no garantizaba que por mucho que te esforzases consiguieras ganar lo suficiente. El trabajo en USA era malo para los nacionales y los extranjeros.

La pelirrosa arrugó el morro. No quería ir a la fiesta de investidura del presidente. No quería que en su país gobernase alguien que la consideraba menos que ciudadana. Ya había sido mucho tiempo secundaria en su propia historia y no quería ni ser eso ni ser menos. Porque nació en Estados Unidos podía decidir lo que quería. Para ella era la tierra de la liberación, su hogar que la había permitido buscar un camino por sí misma tras la muerte de Mihai. Sí hubieran estado en Rumanía su familia la habría vuelto a casar y nunca hubiera podido ni abrir su taller ni empezar su carrera como motorista.

La pelirrosa había sido contratada para asistir al  evento de Lex. Después de todo ella estaba recibiendo mucha atención esos días. Mucha gente la estaba aclamando como una gran figura de la mujer trabajadora que progresa en la vida, un claro ejemplo a seguir.  Jeremy la volvió a reprender. El trabajo es trabajo. La charla de que tienes que tratar afablemente a gente con la que trabajas para no tener un mal clima y demases. Soltó un bufido airado y tiró su cojín de peluche rosa contra el suelo. Sabía que su manager tenía razón. Dió un pisotón fuerte y se dispuso a arreglarse. Tenía que verse bien en el evento. Ella siempre iba perfectamente maquillada y vestida. La motorista se puso una chupa negra adornada con muchos pinchos y tachuelas de la marca de lujo  Philipp Plein, una pantalones vaqueros y unas botas new rock de tacón color negro. Se recogió su cabello rosa en una coleta alta. Se maquilló con un color rosa neón y ligeros tonos negros.

Cuando estuvo lista,  Jeremy la pasó a buscar. Por la menos él estaría con ella. Ayudándola a comportarse, socializar y aguantar ese evento.

Sumido en la agradable semipenumbra que los últimos rayos del atardecer otorgaban a su despacho, Elian terminó de servirse un vaso de coñac Gran Reserva con hielo en el mueble bar y tomó asiento entre los confortables cojines del sofá para las visitas, sosteniendo el recipiente de cristal con la mano izquierda mientras apoyaba el brazo derecho sobre el respaldo y cruzaba una pierna sobre la otra, justo en el momento en el que una atractiva afroamericana comenzaba a entonar el himno de aquél país. A Elian nunca dejaba de divertirle la solemnidad con la que todos reaccionaban ante una melodía que ni siquiera era particularmente talentosa, aunque tenía que reconocer que la mujer cantaba maravillosamente bien.

Elian ni siquiera era americano, pero había escogido aquél lugar para vivir, así que tenía motivos de sobra para mantenerse al tanto de la actualidad política y económica del país, especialmente siendo un empresario. Lo que sabía de Luthor era lo que sabía la mayoría de la población, que era un hombre de negocios al frente de una exitosa compañía que operaba a nivel mundial con ramificaciones en un sinfín de áreas. Todo parecía apuntar a que sabría llevar el país de manera tan eficiente como manejaba LexCorp. Y sí, efectivamente, Luthor iba a llevar Estados Unidos como si fuera una empresa... sólo que para sus propios intereses y beneficios, pero eso era algo que, de momento, estaba lejos de sospechar...




Acababa de salir de Filadelfia y de nuevo retomaba la I-95 N después de una breve parada para comer. Había tardado más de la cuenta en salir de Gotham porque había estado ocupado por la mañana limpiando la sangre de su ropa y dejándola secar al sol de los campos que había a las afueras de la ciudad. Se sumaba además que tampoco se había levantado excesivamente temprano. Entre que la noche anterior no había dormido apenas por el frío y la incomodidad de la furgoneta y el reciente enfrentamiento contra los contrabandistas de carne de caballo había terminado hecho polvo, pero no tenía ninguna prisa. Era la prerrogativa de ser un pastor itinerante; que no le esperaban a ninguna hora en ningún sitio; que la carretera era su hogar.

Cuando empezó a atardecer encendió la radio buscando la frecuencia de la CNN. Mientras almorzaba en Filadelfia habían anunciado por la tele del bar que a esa hora empezaría la ceremonia de investidura del nuevo presidente. Jesse pertenecía a otro universo, así que no conocía a Lex Luthor, pero como americano concienciado estaba sumamente interesado en qué era lo que tendría que decir. Según todo lo que sabía iba a estar muchos años atascado en aquella dimensión, así que más le valía aprender todo cuanto pudiera de la realidad en la que le había tocado vivir.

- Gracias, Sally -estaba diciendo en aquél momento el locutor-. En otro orden de cosas, el recientemente electo presidente de los Estados Unidos se ha instalado en la Casa Blanca esta misma mañana, cuando recién comienzan los festejos para la ceremonia de investidura. Pasamos la conexión con nuestro corresponsal en terreno junto al monumento a Washington. ¿Cómo está el ambiente, John?




El ambiente estaba al rojo vivo. La gente aplaudía y vitoreaba absolutamente enfervorecida. Aquél hombre tenía que ser todo un experto en manipulación de las masas, porque si la mitad de lo que Batman les había contado sobre él era cierto, deberían estar asustados en lugar de contentos. Drago se había mezclado con la multitud. Llevaba su vestimenta habitual cuando estaba de trabajo: el ajustado uniforme que lo identificaba como X-men y encima una gabardina larga que llevaba más para resguardarse de las frías temperaturas de aquella época del año que porque necesitase pasar desapercibido, ya que siempre solía viajar cobijado bajo una ilusión que le ayudaba a camuflarse entre el resto de las personas, y aquella ocasión no era una excepción.

Drago escuchó, poco impresionado, cómo empezaba su discurso con la clásica fórmula del "cuando era joven éramos pobres" que tenía una doble finalidad; por una parte ganarse la simpatía del pueblo haciendo que lo identificaran como uno de los suyos, alguien cercano, capaz de comprender sus penurias y problemas, distanciándose de la imagen del rico que se siente por encima de todo y todos; y, por otra parte, encarnar el ideal del sueño americano, aquél que dice que, con trabajo duro y esfuerzo puedes llegar hasta donde te propongas. Drago no le conocía lo suficiente como para saber si su pasado había sido realmente tal como lo pintaba, pero, fuese o no cierto, no le cabía la más mínima duda de que aquella parte de su discurso había sido cuidadosamente estudiada y calculada para cumplir un objetivo, lo cual ponía en entredicho la honestidad de sus intenciones.

La última afirmación le resultó de un cinismo impresionante, pero la gente le alabó igual. Drago alzó la mirada al cielo, donde había colocado en puntos estratégicos sutiles distorsiones en el espectro lumínico para crear espejos en los que rebotaba la luz, volviendo hacia él con información privilegiada. Gracias a aquellos espejos podía tener controlado todo el perímetro con la misma efectividad que si estuviera sobrevolando la zona, y eran prácticamente invisibles a ojos normales.

Cuando Batman había ido a hablar con él después de la reunión de la última noche, los resultados habían sido desalentadores, aunque no del todo inesperados. Luthor se había negado a escuchar al Cruzado Enmascarado, y, por descontado, se había mostrado reacio a colaborar, por eso le habían mandado a él, porque el empresario no le conocía. La razón de ir aquél día concreto era obvia: Luthor era uno de los que habían sido marcados por el macabro juego del Joker, y, siendo un evento público, cabía la posibilidad de que quien fuera que le había tocado acabar con él intentara un atentado. Y sí, las posibilidades eran pocas, pues, quien fuera, tendría que haber averiguado primero quién tenía la carta que le tocaba matar, pero en un mundo repleto de gente con poderes y capacidades por encima de la norma, nada era imposible. Después de todo, él había sido capaz de extraer esa información, y Xavier no era el único telépata que había en el mundo. Y aunque no fuera por las cartas, un hombre como Luthor generaba muchos enemigos a lo largo de su vida, por lo que era perfectamente plausible que alguno de ellos intentara aprovechar el momento para llegar hasta él. Por eso le habían elegido a él antes que a Planaria, Sasha o Lobezno, porque a causa de la naturaleza de sus poderes Eclipse era el mejor tanto para infiltraciones como para vigilancia de áreas extensas de terreno, y su capacidad de atacar a distancia podía suponer una gran ventaja, al igual que las ilusiones que era capaz de conjurar. Pero Drago esperaba no tener que llegar a eso, y que, al terminar la ceremonia de investidura pudiera robar unos minutos del tiempo del presidente para hablar con él a solas. Batman y Luthor se habían enfrentado en numerosas ocasiones, pero él no tenía esos antecedentes, así que quizá podría conseguir lo que el Cruzado de la Capa no había conseguido.

La música y las luces invitaban a la gente a bailar y divertirse.La motorista estaba un poco nerviosa al tener que interactuar con tanta gente. Muchos se la acercaban para charlar y ella les contestaba y sonreía amablemente. Como le aconsejó su manager procuraba no entrar en temas polémicos y dar respuestas tipo. Como figura pública no podía hacer un comentario que la dejase quedar en feo.  La  motorista recurría en ocasiones a la educación que había recibido de su madre sobre cómo ser la perfecta anfitriona para salir de esos atolladeros sociales. Le era difícil ya que ella de forma innata era curiosa y a menudo preguntona.

Un tanto más alejado de la pelirroja se encontraba el presidente respondiendo a la prensa. Miles de acusaciones habían caído sobre el magnate tecnológico. Nunca se había podido probar la relación de Lex Luthor con temas de delicada naturaleza ética, como los escabrosos experimentos genéticos.  Demostrando una vez más cómo el dinero regía el mundo. Tener recursos económicos te proporciona muchas opciones. Poder pagar buenos abogados y otras cosas que son muy útiles para librarse de problemas legales.

Sonya no se esperaba que el imponente e importante millonario se le acercase. La motorista no se acostumbraba a ser una figura conocida. Ella era sencilla y bastante introvertida. No se acercaba a la gente. Ni siquiera había pensado nunca en estar cerca de famosos ni pedir autógrafos a sus ídolos.

-Hola. - dijo un tanto cohibida - No sé … bien. - dijo sin pensarlo mucho encogiéndose de hombros. - No sé mucho de política-comentó ingenuamente. Tampoco solía acudir a muchos eventos glamurosos y de gala.

Jeremy posó su mano entre los homoplatos de Sonya encaminando la a pasar ante la vaya abierta. Cuando el político la tomó de la mano, Sonya se puso nerviosa. Luego la besó la mano y el gesto de su cara fue muy expresivo. Se notaba en ella la incomodidad.

- Sonya es algo tímida- comentó Jeremy intentando prevenir a Sonya de que no tenía que cometer ningún error con quién acaba de ser nombrado presidente de los Estados Unidos de América.

La motorista se empezó a agobiar al ver los flashes. A ella sí que no le gustaba estar en el foco. - Gracias. - dijo el manager recogiendo la tarjeta  que Lex le ofrecía a la pelirrosa. Sonya se había quedado un poco parada. Jeremy la alejó un poco de todo ese alboroto. - Estaremos encantados de acudir cuando Sonya tomé un poco de aire. -

Volverse invisible en medio de una muchedumbre tenía pros y contras. Las ventajas eran que resultaba extremadamente sencillo desaparecer sin que nadie se diera cuenta. La parte complicada venía a la hora de intentar abrirse camino entre una multitud que no era consciente de tu presencia, pero, por otro lado, era fácil que atribuyeran los súbitos empujones a algún vecino sin pensar nada extraño, así que no le costó demasiado llegar hasta la valla que el personal de seguridad había dispuesto para aislar al presidente del grueso del populacho. Aún menos le costó saltársela para poder seguirle con considerablemente menos esfuerzo.

La parte negativa radicaba en que aquello era una explanada abierta y los guardaespaldas del presidente ya le estaban guiando hacia donde le aguardaba la limusina, así que tenía que actuar rápido si quería una oportunidad para hablar cara a cara con él. Un ataque a los guardaespaldas estaba descartado; aquello le metería en demasiados problemas, y lo último que necesitaba la comunidad mutante era tener a uno de sus miembros más emblemáticos secuestrando al presidente. No... En lugar de eso, se le ocurrió otra cosa, algo que habría, por fuerza, de atraer la atención del hombre.

En el suelo, a unos metros por delante de su camino, se materializó un naipe reflejando el rey de tréboles. Era justamente la carta que el Joker le había hecho llegar con su enfermizo juego, el mismo juego del que Batman le había tratado de advertir tan sólo unos días atrás. Por fuerza tenía que tener aquella imagen grabada en su mente, lo justo para llamar su atención. Cuando Luthor mirara hacia la pequeña cartulina, la imagen desaparecería y, en su lugar, aparecerían grabadas las siguientes palabras: "En los baños públicos. A solas". Si trataba de coger la carta, ésta desaparecería, puesto que sólo era una ilusión.

Si decidía ignorar el mensaje y continuar su camino, justo antes de abrir la portezuela de la limusina la misma imagen se reflejaría en el cristal de la ventanilla ante él, junto con el mismo mensaje: "En los baños públicos. A solas".

Seguro, no era el lugar más glamouroso, pero la entrada se encontraba a espaldas del monumento, totalmente fuera de la vista, y, le ofrecía a Luthor la excusa perfecta para deshacerse de los guardias por unos minutos. Sólo esperaba que le picara la curiosidad lo suficiente como para acudir.

- Si lo soy o no, tendrá que juzgarlo usted -dijo una voz a espaldas del presidente-. Hay opiniones encontradas al respecto.

Eclipse se materializó de la nada junto a la puerta por la que Luthor había entrado al baño, o, más bien... una imagen suya lo hizo.

Batman le había advertido acerca de aquél hombre, sabía que era peligroso, así que había tomado algunas precauciones. La imagen del agua corriendo y el suelo empapado junto con las huellas no era más que una ilusión para dirigir la amenaza al lugar opuesto al que él se encontraba (y si Luthor volvía a mirar hacia la zona de los lavabos podría comprobar que estaba todo seco, limpio e impoluto), al menos hasta saber contra qué se estaba enfrentando. Es cierto que en principio sólo había ido a dar un discurso, no a un enfrentamiento, pero no podía saber cuántos ases podía tener en la manga un hombre tan inteligente como él, ni tampoco había podido estar seguro de que entraría sólo en los baños en lugar de mandar a su equipo de seguridad por delante para disparar primero y preguntar después.

Eclipse no tenía la facultad de controlar el sonido, así que no podía hacer que su imagen ilusoria estuviera demasiado alejada de su yo real o Luthor notaría que la voz no procedía del lugar correcto. Sin embargo, incluso centímetros podían ser suficientes para salvarte la vida cuando te enfrentabas a una pistola.

- La verdadera cuestión aquí es... ¿está usted lo suficientemente loco como para ignorar las amenazas del Joker? Le daba por un hombre inteligente.

Había reproducido en la ilusión las mismas ropas que llevaba; la larga gabardina marrón abierta que dejaba al descubierto el ajustado uniforme de la Patrulla, con la X bien visible en su pecho. Después de casi un año de convivencia con el otro universo, estaba seguro de que el presidente reconocería el símbolo.

Eclipse ladeó levemente la cabeza ante el comentario del presidente.

- ¿De la misma manera que aceptó ver a Batman? -dejó caer, sin esperar respuesta.

Observó en silencio cómo guardaba nuevamente la pistola. Al menos por ahí parecía que no iba a haber peligro, aunque según le había advertido Batman, no se podía nunca subestimar a Lex Luthor.

- Es usted un hombre cultivado, señor Luthor -respondió, manteniendo la compostura ante su crítica-. Estoy seguro de que es consciente de que la respuesta general del ciudadano medio al recibir una amenaza de muerte de éste estilo no es reaccionar con calma y sosiego. Batman va a ir a ocuparse de él, pero incluso aunque el payaso caiga, la semilla del miedo ya ha sido sembrada. Si no hacemos algo cundirá el pánico, y eso es algo que no le conviene justo después de haber sido investido. La gente empezará a matarse entre sí, y lo sabe. No se puede pedir a una persona normal que no se asuste ante una amenaza así. Lo que necesitaríamos es saber la lista de aquellos que han recibido carta, para poder protegerlos. Usted dispone de medios a su alcance, señor Luthor. Le pido que colabore con nosotros para poder frustrar los planes de ese maníaco de esparcir el terror y el caos por el país al que ha jurado servir.

Cuando le pidió salir se apartó para franquearle el paso.

- Prométame al menos que pensará sobre ello y extremará las precauciones para evitar un atentado. Si nosotros hemos podido averiguar cuál era su carta, otros pueden conseguirlo también.

La imagen ilusoria de Drago se quedó dentro del baño, como si hubiese permitido a Lex salir primero, pero en realidad el mutante salió en cuanto hubo pronunciado sus últimas palabras, invisible, para evitar cualquier posible encerrona que pudiera prepararle el presidente con su equipo de seguridad. Una vez fuera, trepó hasta llegar al tejado del edificio y esperó hasta ver salir a Luthor. La figura ilusoria habría desaparecido al alejarse él, pero para entonces posiblemente Luthor ya habría salido, y aunque se hubiera quedado, podría pensar que, simplemente, se había hecho invisible.

Cuando el presidente se hubo marchado, se quedó unos instantes en silencio, reflexionando sobre el siguiente paso a seguir, cuando, de repente, la visión de una colorida cabellera rosa le llamó la atención. Drago no solía ver televisión y no estaba al tanto de las cosas que estaban de moda, por lo que era un completo desconocedor de la fama de la motorista, pero la pelirrosa tenía un aspecto muy llamativo y hacía poco más de un mes desde que se habían conocido, por lo que era imposible no reconocerla, aunque su vestimenta fuera ahora considerablemente más agresiva que la que tenía cuando habían coincidido en Los Ángeles. Ahora se preguntaba qué podría tener aquella muchacha de apariencia delicada y dulce en común con un hombre como Lex Luthor, ya que recordaba haberle visto saludándola durante la investidura. Llevado por la curiosidad, saltó ágilmente de vuelta hacia el suelo y salió de la invisibilidad aprovechando un ángulo muerto desde el que nadie podía verle. Después, se dirigió hacia la pelirrosa y la saludó con una sonrisa.

- ¡Sonya! Qué coincidencia encontrarte aquí, el mundo es un pañuelo. ¿Qué tal estás? ¿Has venido para la investidura?

La pelirrosa estaba dando una vuelta para tranquilizarse. Jeremy, su amigo y manager la intentaba tranquilizar contándole las peripecias de Rose y Raisa. Raisa era la gemela inquieta. Siempre la estaba liando. Rose era la tímida y apocopada que seguía ciegamente a su hermana. En esta ocasión habían decidido que querían ser ídolos pop. Pero no tenían indumentaria para un cambio de look radical. Habían decidido caminar a la zona comercial para comprar ropa y complementos. Pero si casa quedaba alejada del lugar. Así que, bajaron al garaje. Allí  desempaquetado ropa vieja y se pusieron a hacerse unos trajes. Cuando les pareció que estaban muy en la estética de moda supermodelo del apocalipsis, fueron a la cocina y se empezaron a pintarrajear la cara con alimentos, imitando a las personas que hacen maquillajes con elementos naturales. Dejaron la casa hecha un desastre. El garaje revuelto y la cocina embadurnada de cacao, harina, colorante y un sin fin de alimentos por doquier.  El mánager le comentaba de forma divertida cómo se rió Ray, el esposo de Jeremy. Ray le sacó una foto a las pequeñas para poder recordar ese divertido momento en un futuro. Jeremy le mostró una foto de las niñas con sus prontas estrafalarias. Las pequeñas estaban muy graciosas. Sonya le ofreció a su amigo llevarse a las pequeñas un día de compras y así que se hicieran con ropa y maquillaje.  Su conversación se vio interrumpida por una voz familiar. Cuando la pelirrosa oyó aquella voz que la llamaba su corazón palpitó rápidamente. Se giró inmediatamente y fue al encuentro de Drago muy emocionada.

Hola- respondió alegre y entusiasta. Le alegró mucho coincidir con Eclipse. Sus ojos se miraron con el  anhelo de una mujer enamorada. - He estado bien- movió su cabello y se rió entre nerviosa y coqueta.- Sí, es por trabajo. En mi oficio hay muchas fiestas de promoción y esas cosas. A los patrocinadores les va bien que te vean en estos eventos. - se puso un poco nerviosa, quizá estaba hablando mucho. - ¿Y a tí que te trae por aquí? Otra vez vienes a ayudar a la gente. - Comentó asociando que era de ese grupo de héroes que intentaban ayudar a la gente con diversos problemas.

La motorista no era nunca tan determinada y se acercaba a cualquiera que la llamaba. Menos exhibía tal agrado y felicidad de ver a cualquiera. Jeremy supo que aquel moreno era alguien que le interesaba de manera personal a su representada. El fuerte y esbelto mánager observó a Eclipse. Era muy atractivo y parecía un hombre decidido justo el tipo de la motorista. Además, ella ya le había mencionado de un encuentro con un varón que la había prendado. Se quedó un poco en la distancia esperando que su amiga tuviera suerte y causase la impresión deseada al morenazo.

- Hola- respondió alegre y entusiasta. Le alegró mucho coincidir con Eclipse. Sus ojos se miraron con el  anhelo de una mujer enamorada. - He estado bien- movió su cabello y se rió entre nerviosa y coqueta.- Sí, es por trabajo. En mi oficio hay muchas fiestas de promoción y esas cosas. A los patrocinadores les va bien que te vean en estos eventos. - se puso un poco nerviosa, quizá estaba hablando mucho. - ¿Y a tí que te trae por aquí? Otra vez vienes a ayudar a la gente. - Comentó asociando que era de ese grupo de héroes que intentaban ayudar a la gente con diversos problemas.

Drago vio que la mujer parecía nerviosa, pero creyó que era porque era tímida. Siempre había sido particularmente torpe para leer esa clase de emociones en las mujeres, aunque si le resultó raro que fuera tan tímida dedicándose a un trabajo que implicaba relaciones sociales.

- Bueno, este tipo de actos públicos son un imán para atentados. Supongo que te enteraste del incidente que hubo para atentar contra la vida del presidente en enero. Me han enviado aquí simplemente para vigilar que no se repita nada parecido. Nuestro presidente se ha ganado unos cuantos enemigos a lo largo de su trayectoria...

A diferencia de ella, el parecía relajado. Gracias a Cassandra y Elissa había superado en parte sus problemas para relacionarse con los demás, y además Sonya había demostrado ser una muchacha muy agradable cuando se habían conocido. Lo que le había contado era verdad en su mayor parte. Lo único que omitió fue la referencia a las cartas del Joker porque sería peligroso ir aireando que el presidente tenia una. Nunca se sabía quién podía estar escuchando...

-Ah no sabía nada. Es que no estoy muy enterada de política- respondió sincera y un poco avergonzada por su falta de conocimientos. - supongo que estar en un puesto de poder debe tener muchos detractores.Qué suerte que estés aquí para mirar por su seguridad- la última frase la pronunció con un especial tono de voz cálido y afectuoso.

- Bueno, ¿Y a que te dedicas exactamente? No estoy muy puesto en temas de sociedad…

Sonya sentía que la cosa iba bien. No quería ser especialmente directa ni muy desvergonzada. Ella no creía que llegar al corazón de alguien de esa forma fuese su manera.

- Compito en motocross. Me apasionan las motos-

Drago sonrió.

- Sonya, si todo el mundo pensara como tú nuestro trabajo sería mucho más sencillo, créeme. Pero por desgracia la gente no suele confiar en nosotros. Los hay que nos consideran criminales incluso porque operamos al margen de la ley.

- bueno, siempre hay que tener fe en las personas que quieren un mundo mejor y hacen por ello. - le sonrió cálidamente. Sintiéndose más cercana a Drago.

- Motocross son carreras de motos, ¿no? A mí me gusta el deporte pero no soy de competición. Prefiero actividades en entornos naturales, como senderismo y escalada. Respecto a vehículos, soy más de coches, pero lo que me gusta es más el hecho de conducir en si. Me resulta muy relajante. Pero mi novia si es más de motos. Tiene una que es capaz de alcanzar velocidades de vértigo. Alguna vez he subido con ella y tengo que admitir que tiene su cosa.-

- Si son carreras de motos. Yo no he salido mucho de casa. Mi familia era muy tradicional y he de admitir que no he estado mucho en contacto con la naturaleza. También trabajo con coches pero eso ya de forma mecánica en mi taller.-  Los ojos de Sonya se abrieron con sorpresa ante lo de novia. Eso era un duro golpe para ella. Fue como un derechazo directo al estómago. Tuvo una sensación de ponerse a llorag. En su cara se notaba vívidamente el malestar de la pelirrosa. Sentía que no la salía la voz e hiperventiló un poco  La opción de salir corriendo se hacía más factible. No quería saber de esa mujer ni lo que le gustaba ni si coincidían en su afición a las motos. - Bueno ... creo que es mejor que me vaya. Ya si eso nos vemos otro día.

Cuando mencionó a Cassandra los ojos de la pelirroja se ensancharon por la sorpresa y de un momento a otro paso de la sonrisa agradable a estar al borde de las lágrimas. Cuando vio que se iba extendió una mano para intentar retenerla, con preocupación, pero sin forzarla a nada. Si ella no quería pararse no se lo impediría.

- ¿Sonya, que te ocurre? ¿He dicho algo malo?-

A la motorista le dolía mucho el pecho. Era la primera vez en siete años que se ilusionaba con alguien y no podía ser. No le quería desear que le ocurriera algo malo a la relación que tenía Drago. Cuando el mutante la alcanzó tenía un nudo en la garganta y le costó responder.

- tú ... tienes novia ... - lágrimas empezaron a caer de sus ojos y se tuvo que quitar las lentillas. Jeremy al ser consciente de la escena se acercó a su representada y amiga y la abrazó.

- Nos vamos a casa. - miró severamente a Drago. No sabía lo que había pasado pero estaba claro que algo le había afectado profundamente a la motorista.

Drago se quedó de piedra. Impactado, la soltó inmediatamente, como si fuera algo frágil que podría llegar a romper. Sonya... ¿se había enamorado de él? Pero... si solo se habían visto una vez, y no precisamente para socializar... Estaba tan impactado que no acertó a decir nada más ni a responder al hombre que vino a llevársela. ¿Como había podido pasar? Drago nunca habia sido el más carismático de sus compañeros, ni el más extrovertido ni el más sociable, más bien todo lo contrario. No tenía las mejores habilidades de conversación y no entendía como alguien podría enamorarse de él tan rápido. Eso normalmente se lo reservaban a Gambito. No podía evitar sentirse mal por Sonya, aunque una parte de el, la parte racional, sabía que el no había hecho nada, al menos no conscientemente, para que la motorista se sintiera así. En fin... ya poco le quedaba por hacer allí. Sería mejor regresar a casa.

Jeremy subió a Sonya al coche y condujo hasta cada de la mecánica. Allí estuvo un rato con ella hablando de lo que había pasado y consolando a la mujer. También envió mensajes al gabinete del presidente para excusarse por no poder acudir a la fiesta privada. Jeremy era un tipo honrado.  No iba a obligar a Sonya a acudir a un reunión social cuando estaba tan destrozada.