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Omega Universe - Foro de Rol de Marvel y DC
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Y las tinieblas, y la corrupción, y la Muerte Roja lo dominaron todo (Caín) [Enero de 1349]
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Ahri'ahn DC Universe
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Tema: Y las tinieblas, y la corrupción, y la Muerte Roja lo dominaron todo (Caín) [Enero de 1349] 8th Enero 2021, 02:23
Locronan, Francia Enero de 1349
Del diario del Vizconde Jean-Simon Giscard D'Arion
En los años que viví en Grecia y Roma tuve ocasión de asistir al desarrollo de numerosas pestilencias, algunas de gran mortalidad, pero casi siempre estaban localizadas en una ciudad o región concreta. Ésta plaga, sin embargo ha afectado ya España, Italia, Francia, Inglaterra y Bretaña, Alemania, Hungría, Escandinavia y el norte de África, con una mortalidad nunca antes vista.
Empezó en Mesina, Italia, extendiéndose rápidamente hasta diezmar gran parte de la población de Italia, esparciéndose después por el resto de Europa. El desarrollo de la enfermedad es también extremadamente rápido; Una persona puede mostrarse sana por la mañana, alcanzar fiebre alta por la tarde y morir al llegar la noche, en apenas 14 horas. Los síntomas detectados, tanto por observación directa como por las conclusiones que he podido estudiar de Giovanni Boccaccio, son:
- Fiebre muy alta. - Tos y esputos sanguinolentos. - Sangrado por la nariz y otros orificios. - Sed aguda. - Manchas en la piel de color azul o negro. - Aparición de bubones negros en ingles, cuello, axilas, brazos, piernas o detrás de las orejas. - Gangrena en la punta de las extremidades. - Rotura de los bubones supurando líquido con un olor pestilente.
Según varios testimonios, el surgimiento de los bubones y de las manchas negras suele ser la última fase, terminando con la muerte del paciente en la mayoría de los casos.
El origen real de la plaga es desconocido; Si bien Lien-Tê Wu atribuyó un origen chino a la enfermedad hace tres años, Muhammad al-Maqrizi habla de su aparición en Kanato a lo largo del año 742 de la Hégira y Gabriele de Mussis menciona Caffa, colonia genovesa de la Península de Crimea, como el primer foco relatando cómo los ejércitos mongoles que asediaron la ciudad utilizaban la estrategia de arrojar cadáveres infectados con catapultas en su interior para propagar la enfermedad y acelerar su caída. No hay manera de comprobar la fiabilidad de éstas historias, si bien es cierto que las fechas coinciden, puesto que la enfermedad pareció llegar a Italia a bordo de un barco que salió de dicha colonia genovesa en octubre de 1347, llegando a Mesina a finales de dicho año.
Lo que parece claro es que la enfermedad llegó a Europa a través de las rutas comerciales procedentes de Asia, introducida por los propios marineros y tripulantes. Algunos de los barcos, especialmente los que procedían de localizaciones más remotas, no transportaban a nadie vivo a bordo cuando finalmente alcanzaban las costas, protagonizando escenarios verdaderamente macabros.
Se sabe que las profesiones en contacto con las ratas se ven particularmente afectadas, como es el caso de los carniceros, molineros o panaderos, mientras que toneleros, pastores o aceiteros pertenecen a los grupos menos afectados, desempeñando profesiones que, por lo general, no suelen atraer a dichas alimañas. Sin embargo, no creo que sean éstas desagradables bestezuelas las únicas a culpar, ya que los más propensos a padecer la enfermedad han sido hasta ahora los comerciantes de telas (telas procedentes en su mayoría de Asia a través de la Ruta de la Seda), siendo más peligroso ser comerciante de paños que, por ejemplo, herrero, y todos sabemos que las ratas, aunque se alimentan de muchas cosas, no encuentran particularmente apetitosas las telas. Existen, sin embargo, otras criaturas; unos pequeños insectos llamados pulgas que se suelen esconder entre los tejidos y que tienden a frecuentar el pelaje de las ratas sin hacer ascos a la carne humana.
Los médicos actuales, tan cortos de vista como de intuición, achacan de todos los males a las ratas, pero sin embargo han sido capaces de darse cuenta, en un insospechado y sorprendente atisbo de iluminación, del peligro que entrañan las vestiduras, razón por la cual la primera medida que se toma siempre ante un nuevo caso de contagio es la de quemar la ropa de los infectados. También se ha prohibido la entrada de cargamentos de tejidos en las ciudades, y en algunas incluso únicamente se permite la entrada de los viajeros tras haberle obligado a deshacerse de sus ropas para utilizar otras "seguras" prestadas por la propia ciudad.
Para mí está bastante claro que las ratas no son más que un vehículo más de las principales propagadoras de la enfermedad, y el dato más ilustrativo es que la plaga no se ceba únicamente en la pobreza, principales entornos donde proliferan las ratas, sino que ataca por igual al noble y al pobre. Nadie está a salvo, demostrando la innegable cualidad igualatoria de la Muerte. Y es que el prosperamiento de éstos insectos no guarda relación alguna con la riqueza o la pobreza, sino con la limpieza, y ésta es una sociedad donde la higiene, por desgracia, brilla por su ausencia independientemente del grupo social al que se pertenezca.
Utilizando mis conocimientos de alquimia he desarrollado una sustancia capaz de repeler a éstos pequeños insectos que, utilizada profusamente en el cabello y las ropas, genera una película protectora capaz de mantener al usuario a salvo, aunque, por supuesto, es imposible recrearla a la escala necesaria para anular los efectos de la pandemia, pero me permite desplazarme a salvo para realizar mis investigaciones.
Dichas investigaciones me han llevado hasta Locronan, un pequeño pueblo fundado hará unos trescientos años como un santuario religioso celta dedicado a San Ronan que ha ido creciendo poco a poco por su relevancia comercial y por su pujante industria textil, y que, de hecho, ha sido uno de los primeros focos de la plaga en Francia. No sólo el afán de demostrar mis teorías (de las cuales estoy bastante seguro, habida cuenta de las pruebas disponibles) me han traído hasta aquí, sino, más bien, las noticias acerca de un misterioso médico que se mezcla con los enfermos sin tomar ninguna clase de protección o medida y que, a pesar de ello, no ha manifestado aún ninguno de los síntomas. Considerando la clase de virulencia que demuestra ésta enfermedad, y la rapidez con la que se lleva las vidas de aquellos a los que infecta, resulta bastante claro que debe de haber algo fuera de lo corriente en éste médico. O bien es inmortal, o bien ha descubierto alguna manera de mantenerse a salvo de la misma manera que yo. Sea como sea, me resulta interesante la idea de conocerlo y cotejar nuestros datos. De ésta forma, posiblemente seamos capaces de averiguar algo más.
El mago se desplazaba por las desiertas calles bordeadas de edificaciones de granito de Locronan hacia un destino concreto: el centro médico que habían edificado específicamente para tratar a los enfermos de la Peste, situado a las afueras. Las tiendas permanecían cerradas a causa de la epidemia, y miradas temerosas le observaban desde el otro lado de las contraventanas de madera mientras caminaba con paso resuelto y sin mostrar temor alguno o vacilación. Iba vestido con atavíos propios de la nobleza: Camisa de lino, manguera de lana para proteger las piernas del frío, jubón y una túnica de color verde agua hasta la mitad del muslo. Completaba el conjunto una capa azul con bordados en hilo de seda.
Tema: Re: Y las tinieblas, y la corrupción, y la Muerte Roja lo dominaron todo (Caín) [Enero de 1349] 9th Enero 2021, 20:11
Caín, el pobre Caín, maldecido con la inmortalidad ahora estaba siendo forzado a pasar por los peores años de su existencia, llenos de dolor, muerte y sufrimiento. Gracias a vivir tanto tiempo, pudo en cierto momento estudiar medicina de la mano de los mejores médicos árabes que usaban una medicina más avanzada que cualquier médico Europeo de aquel entonces, fue gracias a eso que pudo identificar el culpable de aquellos males; las pulgas. Lo identificó siguiendo los patrones de infección, observando que los primeros infectados del pueblo no tenían marcas de mordeduras de rata ni nada semejante, pero sí que tenían un aseo bastante pobre.
Las poblaciones judías fueron muy afectadas en este sentido ya que se mantenían apartados de los demás y mantenían una higiene bastante impoluta, sobre todo comparada con la de sus congéneres, lo que hizo que en muchos pueblos se les culpara a ellos de traer la peste. Por suerte su pueblo le hizo caso a él y dejaron en paz a las pocas familias judías que habitaban las casas localizadas en la parte sur del pueblo, si no fuera por él ya los habrían echado del pueblo… o peor.
Llegó al pueblo hace unos años, cuando la peste negra empezó a extenderse por Europa y poco a poco empezó a ganarse la confianza de los vecinos al demostrar sus habilidades para la medicina, que dejaban en evidencia a los médicos de aquel entonces y la compasión que sentía por sus congéneres, era una lástima que nadie pudiera ver lo cansado y agotado que estaba. Debido a su naturaleza inmortal, su cuerpo no mostraba, al menos a simple viste, signo de agotamiento o de no dormir bien, pero el inmortal de cabello oscuro no deseaba otra cosa que no fuera la paz de una vez por todas; había visto demasiados cuerpos siendo quemados para evitar el contagio, muchos hombres, mujeres… niños, morir.
No se lo confesaría a nadie, pero varias veces se dirigió a la iglesia del pueblo a fin de intentar ponerse en contacto con… el, preguntarle que si todo lo que pasaba eran sus designios ¿Por que hacía sufrir así a la humanidad? Imploro cientos de veces para que, si los estaba castigando por algo, le castigase a él en su lugar, que le trajera a él las enfermedades y la muerte que plagaban las tierras… pero jamás recibió respuesta. Por eso vio que la medicina era la mejor manera de ayudar, centrarse en buscar una cura
A aquellos que no estaban infectados les pidió que se quedaran en casa, que unos doctores les traen comida cada día y que, a ser posible, mantengan una higiene impoluta y que se deshagan, quemándolas, de las ropas de los difuntos o infectados por el virus. También recordaba haber visto en un mercado en el antiguo Egipto una especie de pastilla parecida a la cera que decía ser capaz de limpiar el cuerpo, alejando los virus de la piel y dejándolo completamente inmune a cualquier virus que se le acerque al igual que a las pulgas, que asaltan las pieles y cabellos sucios y malolientes, tenía a un joven preparando una partida de esas pastillas en la refinería del pueblo
Se había agenciado un pequeño despacho, con los muebles hechos de piedra, en el que intentaba descifrar como poder curar la enfermedad, aunque a pesar de todos sus esfuerzos seguía siendo algo muy lejano o prácticamente imposible. Estaba agotado, quería acostarse, cerrar los ojos para volver abrirlos unos cuantos de miles de años más tarde cuando todo esto ya haya acabado y el pueblo no sea más que ruinas, dos toquecitos en la puerta le devolvieron al mundo real; era uno de los médicos, que le avisaba de que se acercaba un extranjero con ropajes nobles, sin protección alguna… se le quedó la cara de piedra, pensando en que inconsciente haría tal cosa, pasearse por un pueblo asolado por la enfermedad como si nada, claro que él hacía lo mismo, sin embargo, las pulgas no podían hacerle nada así que se mantenía inmune a la enfermedad, bueno a esa y a todas. De hecho, se hizo muy conocido por la zona al ser el único médico que no necesitaba tener la clásica vestimenta de los médicos, sin la máscara para proteger el rostro del pútrido olor de los enfermos ni el bastón que utilizaban para analizarlos de cerca; él se bastaba con llevar una higiene impoluta, limpiando sus ropajes todos los días con agua del pozo del pueblo y usando hierbas y jabón fabricado a mano para limpiarse no solo el, sino sus ropajes.
Salió del centro médico, con la esperanza de poder hacer recapacitar al inconsciente que deambulaba por el pueblo, si podía salvar al menos una vida sería suficiente para quitarse esa pesadumbre de encima… no se esperaba que la persona que se encontraría al salir del edificio… fuera el
-A… ¿Arion?- pregunto, pero estaba claro que era él -¡Cuánto tiempo sin verle!- exclamó sonriente, pero su sonrisa se transformó en una mueca seria rápidamente -Veo que aun sigues danzando por la tierra… lo siento mucho
A los mortales les podía resultar raro aquello, sentir que alguien siguiera con vida, pero si eres un inmortal… la muerte se convertía en el mayor de los regalos. La última vez que lo vio fue hace miles de años, cuando pasaron esos inolvidables días junto a Cleopatra, una de las personas mas impresionantes que el jamás había conocido
-Este no es lugar para hablar, ven, acompáñeme
Caín guio a su amigo al río del pueblo, alejado de tanta muerte y pestilencia. Los árboles frondosos llenaban la vista de un hermoso color verde y en las cristalinas aguas del río se podían ver algunos pececillos que iban río abajo, a poner sus huevos. El moreno se agachó a coger una florecilla que crecía entre unos hierbajos, convirtiéndose esta en polvo nada al rozar sus dedos uno de sus pétalos… esperaba poder sentir el tacto de las flores algún día
-Hace mucho que no le veo… ¿Cómo ha pasado estos últimos años, mi viejo amigo? Ya puede ver que yo he estado algo ocupado...
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Tema: Re: Y las tinieblas, y la corrupción, y la Muerte Roja lo dominaron todo (Caín) [Enero de 1349] 13th Marzo 2021, 00:40
A las puertas del centro médico le aguardaba un hombre que superaba con creces la estatura media de los habitantes de aquél país, y el color de su piel era, también, bastante más oscuro, recordándole a alguien a quien conocía. Arión se detuvo en seco, tratando de discernir los familiares movimientos que había llegado a conocer tan bien. No podía ser... ¿verdad?
Entonces el hombre se dirigió a él, disipando cualquier posible duda, no sólo porque le había llamado por su nombre, sino porque lo había hecho en un idioma que se había extinguido hacía miles de años... Sólo existía una persona viva sobre la faz de la tierra capaz de hablar aquél idioma aparte de él...
- Caín -el nombre salió de entre sus finos labios como un suspiro, y la expresión de su rostro, por lo general adusta, se suavizó llegando incluso a esbozar el principio de una sonrisa mientras terminaba de recorrer los metros que le separaban del moreno para estrecharle el brazo en un apretón firme (y sorprendentemente afectuoso) al tiempo que le pasaba el otro brazo sobre los hombros, perdiéndose en el fascinante azul oscuro de sus expresivos ojos.
Al igual que le pasó al otro hombre, su sonrisa se torció en una mueca amarga cuando Caín realizó su observación.
- Ya...
Hacía muchísimo tiempo que Arión había dejado de contar los milenios que llevaba vivo, y era incapaz de recordar el momento exacto en el que la mera existencia había pasado a convertirse en hiel en su boca. Había perdido a todas las personas que alguna vez habían sido importantes en su vida, incluyendo a sus hijos y a los hijos de sus hijos, hasta que ya no había podido soportarlo más y se había marchado.
Los días eran todos iguales, cada uno una interminable y angustiosa batalla contra el aburrimiento y el tedio. No existía en el mundo droga que no hubiera probado, alcohol que no hubiera acariciado sus labios ni placeres a los que no se hubiera entregado. Lo había probado todo... absolutamente todo, incluso los placeres carnales que en teoría deberían haber estado vetados para su género. No había rincón de aquél planeta que no hubiera recorrido ni aventura que no hubiera experimentado. Había sido hechicero en la Corte del Rey Arturo, poeta guerrero en Arabia, músico en la Grecia clásica y actualmente noble en Francia, junto con otras cien identidades y profesiones diferentes a lo largo del globo. El paso de los siglos habían agriado su carácter convirtiéndole en un hombre huraño, cínico y solitario, salvo en las contadas ocasiones en las que tenía la suerte de encontrarse con Caín, aquél hombre increíble que, a pesar de llevar existiendo desde muchísimo antes que él, se las había ingeniado para conservar íntegra su virtud y su pureza, las mismas que él había poseído en su juventud.
No podía evitarlo; Caín y él eran tan diferentes como la noche y el día, pero estar a su lado le traía reminiscencias de tiempos mejores, cuando la vida era hermosa y albergar esperanza aún era una opción. Caín le recordaba los aspectos más puros y nobles de sí mismo, aquellos que alguna vez tuvo pero que había perdido hacía muchísimo tiempo. Cada vez que coincidía con él era como si todos los problemas del mundo desaparecieran. Conversar con él y escucharle decir su punto de vista sobre las cosas era como un bálsamo para su viejo corazón desencantado y malherido. Por supuesto no compartía su ingenuo punto de vista, pero le reconfortaba encontrar a alguien capaz de seguir pensando así a pesar de todas las experiencias vividas. En cierto modo era como reencontrarse con su propio yo más inocente y puro. Con él podía permitirse bajar sus defensas.
- Supongo que aún no ha llegado nuestro momento.
Asintió cuando le dijo de hablar en otro lugar y le acompañó hasta el hermoso y luminoso claro del bosque.
- Debí imaginar que serías tú cuando escuché que había un médico ocupándose desinteresadamente de los enfermos sin preocuparse por su propia seguridad. Nunca cambiarás, ¿verdad? -inquirió con una suave sonrisa.
No, nunca. No como él. ¿En qué momento había dejado de ser como Caín? ¿En qué momento había perdido la fe? No lo recordaba. Pero le agradaba que él fuera así.
- Bueno... como siempre, ya sabes -dijo, descendiendo hacia el arroyo tratando de evitar las zonas húmedas y embarradas para no ensuciarse las botas-. Viajando de aquí para allá, principalmente. Bebiendo mucho, tocando música... tratando de... "divertirme". Aunque eso se ha vuelto algo imposible en los últimos tiempos. Han sido un par de años difíciles. He estado investigando la pandemia, al igual que tú.
Se arrodilló junto a Caín y sus largos y estilizados dedos cubrieron la mano que albergaba los restos de la planta. Cerró los ojos, se concentró y Caín pudo notar una agradable calidez en su palma. Un intenso fulgor iluminó el interior de sus manos unidas durante un instante antes de apagarse, y, cuando abrió la mano de nuevo, pudo observar cómo estaba de nuevo la flor intacta. Arión la tomó entre sus dedos, le miró fijamente y, atrapando uno de sus rebeldes mechones negros, prendió allí la flor cuidando de que no llegara a rozar en ningún momento su piel, acariciando su mejilla al terminar en sentido descendente hasta llegar a su barbilla, la cual alzó ligeramente para poder encontrar su mirada.
Los tonos violáceos de la flor le sentaban muy bien. La frágil belleza de la vida en precario equilibrio con la muerte que él representaba. Una metáfora perfecta de la humanidad. Del sino que ambos encarnaban. Él, que había sido designado para ser el Salvador de la humanidad, junto a aquél que había supuesto su condenación. Vida y muerte... El sol y la luna...
Llevado por un impulso que no fue capaz de controlar, acercó tentativamente sus labios a los del moreno haciéndole una pregunta muda con los ojos. Una pregunta que sólo Caín sabría cómo responder.
Tema: Re: Y las tinieblas, y la corrupción, y la Muerte Roja lo dominaron todo (Caín) [Enero de 1349] 10th Abril 2021, 14:09
Caín sonrió cuando el atlante afirmó que había oído hablar sobre él, un médico que ayudaba a los enfermos sin preocuparse por su bienestar, dejando claro que ambos hombres se conocían mejor que nadie… aunque la frase con la que terminó Arión, le recordó que aquel maravilloso hombre no sabía todo sobre él. Frunció el ceño con suavidad ¿Había llegado el momento de hablarle de su pasado? Cientos de años antes de que Arión hubiera nacido o de que su antigua civilización empezase a tomar forma, después de la condena de Caín, del cual el atlante ya tenía conocimiento, Caín fue… un hombre malo, lleno de ira, de una rabia tremenda que descargaba con aquellos a su alrededor; tomaba lo que quería, mataba a quien se ponía en su contra… era un monstruo.
-Bueno… si que tuve que cambiar, hace cientos de miles de años, mucho antes de conocerte… si no, seguramente no nos habríamos ni siquiera conocido
Ya que solo dios sabe que, si hubiera seguido por ese camino, en algún momento la humanidad habría reunido el valor suficiente para encerrarlo en una cárcel de la que se asegurarían que no saldría nunca. La razón de su cambio fue encontrar el perdón gracias a su hermano, no Abel, sino Set, el más joven de los tres, que se lo encontró y le convenció para cambiar su forma de ser, dar un giro a su vida y hacer algo bueno con la maldición impuesta en el por dios
-Yo… no fui un hombre bueno, Arión… se que ya sabes de mi maldición, pero los años después de ser maldito yo…
Se pasó la mano por el pelo, echándose hacia atrás antes de que volviera a caer sobre su rostro, suspirando con delicadeza mientras intentaba no recordar todas las cosas que hizo en su pasado, cuando aún tenía una edad que no superaba los dos números. A pesar de esto, pudo tranquilizarse y sonreír cuando Arión le contó lo que estuvo haciendo hasta ahora, intentar disfrutar de la vida
-Si, ese es el Arión que yo conozco
Le dijo con una suave sonrisa en su fino rostro, que desapareció cuando el atlante habló sobre la pandemia… llevaba demasiado tiempo asolando Europa y el inmortal vio con sus propios ojos pueblos vacíos, familias enteras que desaparecieron de la historia por culpa de la enfermedad. Por eso empezó a ejercer de Médico, el que estudió en universidades de países lejanos con avanzadas técnicas de medicina podía ser de más ayuda que cualquier curandero.
Aun así, incluso a pesar de tener mayor habilidad con la medicina que la mayoría de curanderos de Europa, le era imposible encontrar la cura para la enfermedad, solo prevenirla… pero si sus cálculos eran correctos, más del 95% del pueblo ya había sido infectado, debido a las pulgas que vivian como reinas entre la suciedad. Su mente empezó a oscurecerse, recordando que mientras él estaba ahí tumbado, niños, niñas, padres, madres, ancianos, se morían poco a poco en el pueblo
Sin embargo, el “truco de magia” de Arión hizo que, por unos instantes, su corazón y mente dejarán de estar nublados por la pesadumbre de ver a tantas personas morir y pasarán a enrojecerse, un sentimiento a flor de piel que le hacía estremecerse al ver los hermosos ojos verdes de Arión mientras este le colocaba la flor en el cabello, haciendo que Caín sonriera de emoción, casi al punto de llorar.. No pudo hacer otra cosa, llevado por las emociones que sentía por aquel hombre, que responder a la pregunta del atlante con sus propios labios.
En cuanto sus labios se encontraron con la suavidad de dos enamorados, Arión entrelazo sus dedos con los de Caín y lo tumbó en el suave césped cercano al río, escuchando el agua correr mientras ambos profesaban su amor. Las morenas manos de Caín, la única que aun no tenía entrelazada con Arión, recorrieron la espalda del atlante, llegando hasta sus brazos bien tonificados, sintiendo en su tacto su musculatura. Ario pasó a sujetar su rostro con las dos manos, sujetándolo con suavidad, pero con firmeza, desde las mejillas, mientras Caín seguía acariciando el increíble cuerpo del hombre, cada fibra de su piel, cada músculo… era alguien a quien le podía dar todo y el le podía dar todo a él
Sus manos llegaron a su tonificado pecho, palpándoselo con suavidad mientras que con la otra mano le acariciaba su hermoso cabello castaño. Sin embargo, Arión pudo notar que la mano en su pecho empezaba a, en vez de acariciar con suavidad como el moreno salió a hacer, a empujarle, apartándole de los labios de Caín
Este último jadeo un poco, aun con el dulce sabor de Arión en sus labios, estaba completamente rojo y bien sabia que quería seguir, pero su mente le decía que no podía
-Lo… lo siento yo… no puedo, no puedo permitirme esto mientras hay tanta gente sufriendo- esos momentos de felicidad, le eran imposibles disfrutarlos sabiendo que gente, a unos escasos metros de aquí, se morían y sufrían la muerte de sus familiares -su vida es corta… no deberían pasarla entre tanto sufrimiento.. por favor, entiéndelo... no... no puedo aceptar esta felicidad
Se levantó, con los puños apretados y el ceño fruncido, aceptando que si Arion quería irse enfadado, lo entendería… pero él simplemente no podía, puede que en otro momento, pero no hoy, no ahora. Sin embargo, no iba a dejar que su tiempo con Arion terminara tan bruscamente, aun quería seguir compartiendo el tiempo con el atlante, antes de que volvieran a desaparecer unos años más. Le tomó de la mano y le miró directamente a los ojos, dándole un rápido beso, girándose hacia el río una vez profuso esa muestra de amor
-Has estudiado la pandemia ¿No? Yo… se como evitar que se contagien, pero curarlos… me es imposible- entonces se señaló la flor que, con mucho arte, Arión le colgó en el cabello -Se de lo que eres capaz, tienes habilidades que yo ni siquiera soy capaz de comprender… ¿No tienes alguna forma de ayudar a esta pobre gente?- con una mirada intensa y decidida, Cain apretó aún más la mano del castaño, una lágrima que le fue imposible ocultar recorriendo su oscura mejilla -No hablo de salvarles a todos… aunque sea solo a uno…
Estaba pidiendo mucho al hombre al cual “rechazó” segundos atrás, aunque su razonamiento para ese rechazo estaba infundado por la culpa de Caín al estar él disfrutando de la vida con Arión mientras su pueblo moría, pero estaba desesperado y esperaba que, en el amor que compartían los dos, encontrara la ayuda necesaria para salvar a aquella pobre gente
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Tema: Re: Y las tinieblas, y la corrupción, y la Muerte Roja lo dominaron todo (Caín) [Enero de 1349] 14th Abril 2021, 00:51
Si Caín se había quedado frustrado al obligarse a sí mismo a interrumpir aquél momento de intimidad, la presión que sentía el atlante en los pantalones era casi dolorosa. Jadeó entrecortadamente para serenarse mientras abandonaba su posición sobre el moreno, apartándose el larguísimo cabello de la cara. Cuando se hubo tranquilizado un poco, avanzó hacia el arroyuelo y contempló su imagen en el agua, atusándose las ropas y el pelo para ocultar cualquier rastro de lo que había estado a punto de pasar mientras escuchaba a su amigo hablar.
- No tienes que explicarme nada -dijo cuando el moreno acudió a su lado-. Lo entiendo.
Sus palabras eran sinceras, y no había rencor alguno en sus profundos ojos verdes. Él había tenido que blindarse tanto con el paso de los siglos para no volverse loco, había llegado a desvincularse tanto de los seres humanos que apenas los veía ya como personas, y más como animales cuyas vidas eran tan cortas que no merecía la pena tratar de entablar una conexión emocional con ellos a menos que quisieras pasar por el dolor de perderlos una y otra vez, pero entendía que, por alguna razón maravillosa e incomprensible, el hombre que tenía ante él no era así. De alguna manera él sí era capaz de soportar el dolor... Que los vientos azotadores de Kaarath se lo llevaran ahora mismo si aquél muchacho de apariencia frágil no era infinitamente más fuerte que él.
Caín le tomó de la mano y acercó sus labios a los suyos en lo que pretendía ser un beso rápido, pero el atlante no pensaba dejarle escapar tan fácilmente. Capturando su labio inferior entre sus dientes le pasó la mano libre por la nuca, obligándole a acercarse a él para profundizar aquél beso robado todo el tiempo que pudo antes de liberarle, con una sonrisa cómplice a modo de excusa.
- Hey... no me culpes. Cada vez que nos separamos tardamos años en volvernos a ver... Necesito algo más que el recuerdo de un beso fugaz para calentarme por las noches hasta la próxima vez.
Porque iba a tener que liberar de algún modo aquella tensión no resuelta, y si Caín no le ayudaba iba a tener que depender de él mismo, ya que parecía poco probable que pudiera encontrar alguna muchacha (o muchacho) dispuesta/o a satisfacerlo en aquél pueblo plagado por la peste.
Le escuchó después expresar sus preocupaciones, con una expresión perfectamente contenida y neutra mientras veía las emociones aflorar al rostro del moreno. Con un suspiro, limpió con delicadeza la lágrima furtiva, preguntándose cómo había podido aquél hombre mantener su humanidad siendo como era muchísimo más viejo que él...
- ¿Sabes, Caín? Me recuerdas tanto a cómo era yo mismo al principio... Cuando aún era idealista e ingenuo... -sacudió la cabeza con pesar-. Mi magia no me permite curar. Tengo acceso a todos los colores de los Hilos del Tejedor excepto a aquél que controla el delicado equilibrio sobre la vida, nunca supe por qué... Quizá los dioses pensaron que aquél no debía ser privilegio de los humanos.
Aunque sí que podía controlar los hilos de la muerte, pero sólo de manera tangencial. Sus dedos volvieron a rozar los pétalos de la flor prendida en el cabello de su amigo.
- Nací con un propósito: acabar con la glaciación que amenazaba con devorar la Tierra. Para ello, la diosa de la naturaleza, Deedra, me nombró su campeón y me otorgó la capacidad de influir sobre el bienestar de las plantas, para fundir el hielo y sanar la tierra, mas no controlo el destino de los hombres, y es así como debe ser. Caín -dijo, sujetándole de los hombros para obligarle a mirarle a los ojos, con una expresión amable pero firme-. No podemos alterar el sagrado Equilibrio. Sé que piensas que ayudando a éstas personas estás haciendo lo correcto, y lo es... siempre y cuando no recurras a ningún atajo antinatural que pueda desviar el desarrollo de los acontecimientos. La humanidad ya ha enfrentado plagas antes, y guerras, y exterminios... y siempre ha salido adelante victoriosa. Puede que tarden más en recuperarse de ésto, pero lo harán... Eventualmente lo harán. Siempre ha sido así, y así seguirá siendo. En cambio, si pones demasiado peso en uno de los platillos y la balanza se desequilibra, la naturaleza tratará de equilibrarse por sí misma añadiendo oscuridad al otro platillo en tal cantidad y proporción que la humanidad podría no recuperarse. Podría suponer su extinción. Créeme, Caín... sé de lo que hablo. Estuve en Atlantis, estuve en Camelot, y en todas las grandes civilizaciones que se extinguieron... En todas ellas usé mi magia por el beneficio común, y, a pesar de todos mis esfuerzos, no pude evitar que desaparecieran en la nada... Hasta que dejé de influir y las cosas comenzaron a estabilizarse... Las civilizaciones perduraban por más tiempo... Créeme, Caín... Si de verdad te preocupas por ésta gente... -apretó levemente sus hombros para infundirle ánimos-: debes dejar que la naturaleza siga su curso. Haz lo que puedas por ellos, como hombre, como médico. Eso nadie tiene derecho a impedírtelo. Pero no trates de alterar la balanza. Yo tuve que aprender a la fuerza... No deseo que lo mismo te ocurra a ti.
Tema: Re: Y las tinieblas, y la corrupción, y la Muerte Roja lo dominaron todo (Caín) [Enero de 1349] 16th Mayo 2021, 17:50
En sus ojos apareció una tenue muestra de miedo al ver como Arion, tras haber sido empujado de sus brazos y rechazado, pensado que podría haberle podido ofender, anteponiendo la felicidad y el sufrimiento de otros, de unos mortales que no vivirían ni una minima fraccion de lo que vivirán ellos, a su propio disfrute… sin embargo, aquella tenue muestra de miedo se convirtió en un brillo de alegría a ver que su compañero aceptó que él no quisiera, al menos no es ese momento, compartir un romántico momento con el, culpa de todo lo que sentía al ver a las pobres personas del pueblo sufrir
-Gracias por… entenderlo- le contestó, con una sonrisa por la que corrían las lagrimas que segundos atrás lloro por el sufrimiento del populacho -gracias por… entenderme
El aún formaba cierta conexión con los mortales, aún era su amigo y pasaba el tiempo hablando con ellos como si fuera un hombre normal y corriente, incluso tuvo familias, varias, pero… Arion seguía siendo el único ser en todo el planeta, al menos que él hubiera conocido, que podía entender perfectamente lo que sentía, lo que sufría… la vida del inmortal, la tortura eterna de ver todo a tu alrededor convertirse en polvo, el tedioso pasar del tiempo que cada vez parece no pasar, sino ser un truco de magia, una ilusión… aunque las civilizaciones se derrumbaran, sabía que siempre tendría a Arion en alguna parte del mundo para darle consuelo, era… reconfortante.
Cuando vio a su compañero acercarse, no tardó ni un segundo en darse cuenta de cuál era su intención, conocía a aquel hombre de pelo castaño mejor que a cualquier persona del mundo, razón de que aceptara el beso, cerrando los ojos y dejar que sus labios se unieran con el amor que solo unos inmortales podían transmitir el uno por el otro. Cuando se separaron, el estaba rojo y sonrió tímidamente ante el comentario de Arión
-Para mi también es… difícil aguantarme
Y eso quedaba claro con todos los hijos e hijas que tuvo a lo largo de los años, llegados a este punto, más del ochenta por ciento de la humanidad desciende de él y tenía la suerte de que sus genes ya fueran tan diferentes que no afecte a la reproducción, sino la mitad de su descendencia habrian acabado siendo monstruos deformes… de hecho, Arion podría ser uno de sus descendientes más cercanos, ya que no se sacaban tantos años, al menos no si lo mirabas desde el punto de vista de un inmortal, que veía los años pasar como los segundos de un reloj.
Cuando el dedo de Arión seco su lágrima, el tomo su mano y dejó reposar su mejilla en su palma, relajándose con el calor que esta le transmitia, aceptando con un gesto triste lo que su compañero le explicaba
-Lo… lo entiendo, siento habértelo pedido- le dijo soltando su mano, pasándose la mano por el cabello echándoselo hacia atrás para, segundos después, suspirar -a estado fuera de lugar…
A veces se llevaba dejar por sus emociones, le pasaba desde que era un niño pequeño, le pasó cuando… cambió el rumbo de la historia cientos de miles de años atrás, aquel recuerdo que aún seguía ardiendo en su memoria. Siguió escuchando las palabras de Arión, pues todo lo que salia de la boca del hombre era digno de ser escuchado con toda su atención, por ende se callo y dejo hablar al castaño… el sagrado equilibrio… cuando acabó, camino un poco hacia el río, mirando como el sol se reflejaba en sus aguas, como una pequeña libélula que revoloteaba cerca del agua era atrapada por un pequeño pez y, entre las hojas que sobresalian en la orilla, se podía ver a algunas ranas que disfrutaban del calor, preparándose para buscar un insecto que les sirviera como alimento.
Cerró los ojos, dejando que el suave sonido de la corriente del río, de la vida que en él rebosaba, le aclarara las ideas. Poco después, se giró hacia Arion
-¿Y si yo nací para ser aquel que asesinó a su hermano y condeno a la humanidad?- le pregunto a su compañero, con una mirada sombría -¿En que me convierte eso entonces?
Se acercó al hombre, volviéndose a sentar en la hierba de la orilla, invitándole a sentarse a su lado
-Ese “Equilibrio” del que hablas… ¿Cómo sabes que tus acciones pueden afectarle?- le pregunto, señalando al río -Si yo hubiera pescado a ese pez, la libélula aún seguiría con vida … ¿Es eso parte del equilibrio? ¿Estaba destinado a pasar? O…. ¿Fue mera coincidencia? dos cuerpos que se encuentran en un cierto tiempo y con unas ciertas variables- suspiro, girándose hacia Arion para mirarle a sus hermosos ojos -No… no quiero cambiarte de parecer, que dios me cas… que mal me venga si fuera así, no yo… solo quiero darte mi punto de vista- le sonrio con sinceridad, ya que no era su deseo molestarle de cualquier forma -Puede que no consiguieras salvar a esas civilizaciones pero- se acercó al hombre y, sujetándolo con dulzura de la mejilla, le planto un beso tan rápido que pareció un suspiro -estoy seguro de que salvaste la vida de muchas personas… y eso es lo único que importa
Con la misma sonrisa, se levantó, tendiéndole la mano a su compañero
-Aún tengo trabajo que hacer en el pueblo… puede que todo mi esfuerzo sea inútil, pero es lo mejor que puedo hacer… ¿Me acompañas? Puede que… me des algo de suerte
Bromeo, con una risita… aunque a lo mejor tener al atlante cerca, con el que tantas noches compartió alegrías… le ayudaría un poco en su trabajo y, quien sabe, a lo mejor salvaría alguna de las vidas del pueblo
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Tema: Re: Y las tinieblas, y la corrupción, y la Muerte Roja lo dominaron todo (Caín) [Enero de 1349] 7th Junio 2021, 01:37
Arion hizo un gesto para restarle importancia a su agradecimiento.
- Actualmente me cuesta mucho entender a los humanos. Me resulta hasta difícil de creer que una vez fui uno de ellos... viviendo entre ellos, con sus mismas ideas, impulsos, motivaciones... -negó con la cabeza, y Caín no pudo discernir si era por pesar o por incredulidad. Pero entonces miró al moreno, y su mirada era tan pura y clara como el corazón de la tsavorita, con un toque de ternura para atemperar sus, por lo general, ásperas aristas-. Pero a ti... a ti siempre te entiendo, mi buen y dulce Caín... -volvió una vez más a limpiar el reguero dejado por las lágrimas en la piel morena, observándole pensativo-. De verdad que nunca entenderé... Cómo has podido mantenerte puro después de tantísimo tiempo... Nada más que por eso, ya tienes mi admiración porque has demostrado ser mucho más fuerte de lo que yo jamás seré.
Él también se había mantenido ingenuo y puro durante muchísimo tiempo más del que debería haber sido normal... Un regalo de los dioses... Y, sin embargo, al final había terminado cediendo ante la amargura de la inmortalidad, pero no Caín...
- No tienes por qué disculparte. Entiendo de dónde venía tu ruego, y sé que la intención de base era buena.
Aunque era curioso que Caín, habiendo vivido muchísimo más que él, no se hubiera percatado de la curiosa manera que tenía la naturaleza de regularse a sí misma para alcanzar el equilibrio. Sin los árboles, no existiría el oxígeno que alimenta a los seres vivos. Sin las abejas, no podría producirse la polinización, tan necesaria para la reproducción de semillas y frutas. Si ciertos animales e insectos no tuvieran depredadores, la población se descontrolaría hasta tal punto que terminarían extinguiéndose por falta de alimento suficiente, además de provocar otras catástrofes. Sin animales, no habría dióxido de carbono; El ciclo del agua, la temperatura, las corrientes del océano... incluso las pandemias. Todo obedecía a un delicado equilibrio que servía para mantener la balanza. Si éste equilibrio se rompía, las consecuencias serían infinitamente peores. Como intentar desviar el cauce de un río levantando una presa. Al final, la fuerza de la corriente terminará derribando la presa y arrasando con todo a su paso con una violencia mucho mayor que si simplemente se hubiera dejado fluir el agua. En el discurrir del universo había señales que pasarían inadvertidas a los ojos de un simple mortal, pues sus vidas tan reducidas no les permitirían ver el cuadro completo. Pero la gente como Caín... como él... Era imposible vivir durante tanto tiempo y no darte cuenta de esos patrones de la naturaleza. Patrones ineludibles, como que todas las civilizaciones nacen, crecen, experimentan su época de mayor apogeo y después, inevitablemente, mueren. Había pasado con Atlantis, la civilización minoica, la Maya, Micenas, los olmecas, los nabateos, el Imperio jemer, Egipto, Roma, Camelot, y un larguísimo etcétera. Las razones eran siempre de diversos tipos: invasiones, sequía, decadencia, hambruna, desastres naturales, revueltas internas... pandemias... ¿Quién podía saber si no estarían presenciando la extinción de una nueva civilización? ¿Podrían recuperarse de aquello o desaparecerían como tantas otras que les habían precedido? Daba igual. Al final, siempre el ser humano prevalecía, emergiendo de sus cenizas cual ave fénix para volver a remontar el vuelo. Nuevas civilizaciones se alzarían, únicamente para volver a caer, y así el ciclo se repetiría una y otra vez. Pero lo más importante para el mago era que los seres humanos prevalecerían, como llevaban haciéndolo desde su creación. En cambio, si osaban jugar a ser dioses y se interponían en el desarrollo natural de las cosas, ¿quién sabía qué catástrofes podrían sobrevenir a continuación? ¿Y si quizás, con su arrogante gesto, provocaban sin pretenderlo la extinción de la raza humana? Arión prefería no arriesgarse a averiguarlo.
¿Y si yo nací para ser aquel que asesinó a su hermano y condeno a la humanidad?
La pregunta le dejó pensativo. Se sentó a su lado, meditando la respuesta. En muchos aspectos, él y Caín eran opuestos. Él había asesinado a su madre, sacrificándose en el camino en un acto desinteresado, y, con ello, había salvado a la humanidad de la destrucción a la que Oscura Magistra les habría condenado, mientras que Caín, con su acto egoísta había condenado a la totalidad de la raza humana. No podía mentirle, decirle que no creía en el destino, siendo que él había sido predestinado a portar el Manto del Salvador.
- No puedo responderte a eso -respondió después, con lentitud-. Pero no creo que tu Dios dispusiera algo así. ¿No es, acaso, el libre albedrío el principal don que otorgó a la humanidad? Él regaló al hombre la facultad para obrar según su deseo, independientemente de si sus decisiones son buenas o malas. Si no me equivoco, se trata de la raíz de toda la doctrina cristiana. “Escoged hoy vosotros a quien servir”, dijo Josué. No... No sé si oír ésto te aliviaría en algo o sólo habría de proporcionarte mayor dolor... Pero no creo que Dios... o el destino... tuvieran nada que ver en el peso de tus acciones, Caín... Lo siento... -musitó, mirándole con auténtico pesar.
-Ese “Equilibrio” del que hablas… ¿Cómo sabes que tus acciones pueden afectarle?
- No se trata de cómo puedo afectarlo... -replicó, con la mirada perdida en el río-. Se trata de que todos mis esfuerzos jamás sirvieron para impedir aquello que estaba destinado a pasar. De la inevitabilidad del sino. Atlantis, Camelot... Cayeron y yo no pude hacer nada... Y, si se lograra, la reacción subsiguiente habría de ser, por fuerza, mucho peor... No es más que una teoría que se basa en lo que he observado de cómo funciona la naturaleza en todos mis largos años de vida... La verdad es que me sorprende que tú no hayas deducido algo similar...
Caín expuso entonces su reflexión de la libélula y el pez, y, al pronunciar la siguiente frase, al hablar de los dos cuerpos que se encuentran en un momento y unas condiciones específicas, no pudo evitar que su mirada se desplazara de nuevo hacia los labios del moreno... desnudándole con la mirada en su ardiente descenso. Cuando Caín se aproximó más, él imitó su gesto, hasta entrar nuevamente en contacto.
- ¿Qué te gustaría a tí que fuera? -musitó en un tono de voz que exudaba deseo, mirándole intensamente a los ojos-. ¿Casualidad? -se inclinó para depositar un suave beso en su mejilla-. ¿Destino? -añadió, besándole ésta vez en la comisura del labio en un gesto cargado de sensualidad-. Dos personas... que no tendrían por qué haberse encontrado... unidas por los designios de una reina que estaba muy por encima de su tiempo...
Se inclinó sobre él, como el depredador a punto de devorar a su presa, pero Caín se libró depositando un beso fugaz sobre sus labios al tiempo que se retiraba para ponerse en pie. Arión suspiró para sí. De no haberle burlado con tanta efectividad le habría sujetado contra el suelo hasta que el calor de sus besos y su cuerpo hubiera terminado de fundir todas sus reservas, sometiéndole a él.
Finalmente, observó la mano que le ofrecía y sonrió.
- Lo siento. Ya sé que me pediste mantener éste encuentro estrictamente profesional, pero no he podido evitarlo... Hacía demasiado tiempo que no nos veíamos. En fin -se puso en pie, aceptando su mano-. Llévame hasta ese hospital tuyo. Compartamos notas y veamos qué podemos hacer...
Tema: Re: Y las tinieblas, y la corrupción, y la Muerte Roja lo dominaron todo (Caín) [Enero de 1349] 3rd Julio 2021, 01:40
Podía tener un millón de años, ver civilizaciones alzarse y caer, ver delante de sus ojos como montañas se convierten en polvo… y las palabras de Arión le seguirán produciendo un cosquilleo en el estómago que podría explicar como el más fuerte sentido de amor y deseo. Justo en ese momento se ruborizo por culpa de las palabras de su acompañante, que parecía admirar su pureza y aunque le gustaba saber que el castaño pensaba eso de él, no pudo evitar negar con la cabeza
-No creo que merezca tal admiración… si hubiera sido puro desde el principio, yo no estaría aquí
Y no solo es que sus palabras le hicieran sentir una sensación de calidez, sino que encima le hacían pensar de una manera que jamás se habría planteado. Soltó una suave risita al escuchar el nombre de Josué, dándole un leve empujón en el hombro al castaño con una mano mientras que con la otra se tapaba su sonrisa de finos labios
-No me recuerdes a ese hombre… que era un casino
Desde que nació hasta ese preciso momento, Caín se las vio de cara con muchos personajes históricos y bíblicos famosos, algunos le caían mejor que otros, algunos se podía notar que dejarían marca en la historia nada más conocerlos, como cierta faraona que fue la causa de que estos dos amantes, destinados a encontrarse hasta que el mismísimo sol se apague, se conocieran en primer lugar.
También conoció al más famoso de los Cesares, Julio Cesar, y él mismo presenció su ascensión a lo divino, cuando el mismo día de su muerte se pudo ver una estrella pasar por el cielo de roma ¿Podía un hombre, con sus increíbles hazañas, llegar a convertirse en una deidad tras su muerte? Era blasfemia pensarlo y si lo dijera en voz alta seguramente que dios le castigaría… incluso más que ahora, pero algo estaba claro; él pensaba que esto era completamente posible.
Siguió escuchando a Arion, sus palabras ¿Cómo podría decirlo? Le reconfortaban como un buen fuego en una noche fría; con sutileza, se acercó al castaño, sujetando su mano entre sus dedos con la suavidad del agua de un arroyo y se apoyó en el hombro del atlante, dejando que sus palabras le tranquilizaran
-Siempre sabes que decir… para tranquilizarme
Y le planto un beso en las mejillas con una sonrisa. Ahí podría haber acabado la cosa… mas las palabras de Arion tomaron ahora un tono más cálido, tan cálido que si lo quisiera podría fundir el metal con el que se forjan las más resistentes espadas. Noto su respiración en su piel, haciendo que sus cabellos se erizaron y por su cuerpo le recorriera un escalofrío que se acentuó cuando los labios de Arión tocaron sus mejillas y llegó a su clímax cuando sus labios volvieron a encontrarse. Tenía que controlarse, no debía sentir aquel placer mientras el poblado moría, pero cuando Arion se abalanzó encima suya, su corazón le palpitaba tan fuerte que parecía querer salir de su pecho; necesitaba sentirle dentro de él, que sus cuerpos se unieran en el amor carnal una vez más.
Pero no podía, no debía. Sacudió la cabeza de lado a lado, negándose a sí mismo el placer que sabía que quería y se bastó con un simple beso, escurriéndose de los brazos del hombre y levantándose con los brazos cruzados, con una expresión tímida en el rostro y un rubor en sus mejillas, que intentó ocultar con las manos
-Lo… lo siento otra vez- asintió con la cabeza cuando, tras aceptar su disculpa, le pidió que le llevará hasta el hospital, afirmando con la cabeza comenzó a andar hasta el edificio… aunque tras unos pasos se detuvo y se echó para atrás, cayendo en la espalda del atlante y susurrándole en el oído -esta noche… podremos degustar el uno del otro
Y con esa miel que le dejó a Arion en el hocico, se lo llevó al hospital. Ahí adentro la imagen… mataría el libido a cualquier persona humana e inhumana;
Los enfermos tendidos en camillas, algunas en lo alto y otras en pleno suelo, con almohadas llenas de pajas con flores para que no se llenaran de insectos, los que aún podían moverse se apoyaban en las paredes y miraban desde abajo con una mirada llena de agotamiento y dejadez, muchos de ellos ya ni siquiera creían que ni dios ni cristo le salvaran. A las afueras del edificio se echaban cada día más y más cadáveres, Cain ni se atrevía a mirar por la ventana y si no fuera por la ventilación, ya las habria tapiado hace mucho tiempo.
Llevó a su acompañante hasta su despacho, ubicado en la segunda planta, cerrando la puerta tras de sí y encendiendo una vela para intentar tapar el olor que les rodeaba
-Lo siento se que… se que no es una imagen bonita, estoy haciendo todo lo que puedo…
Aún estaban en su mesa sus papeles de piel de cabra en los que tenía escrito todo lo que pudo descifrar de la enfermedad; cómo se transmite y cómo parar la transmisión, aunque le faltaba lo más importante; cómo curarla
-Ahora sé cómo detener la transmisión, he ordenado hacer jabón para todo el pueblo… aunque temo que ya sea demasiado tarde…- se pasó la mano por el cabello, echándoselo hacia atrás en un gesto de angustia -si solo supiera como curarla, podría salvar a toda esta pobre gente
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Tema: Re: Y las tinieblas, y la corrupción, y la Muerte Roja lo dominaron todo (Caín) [Enero de 1349] 20th Julio 2021, 01:11
- Sigo pensando que eres demasiado duro contigo mismo -respondió el castaño con un suspiro-. Antes o después, en algún momento, alguien habría cometido el primer asesinato. Es inevitable, está en la naturaleza humana. Los sentimientos que tú experimentaste y que te indujeron a actuar así... ¿crees que eras el único? Yo también he sentido celos -musitó, con la mirada perdida en las aguas del riachuelo-. Hace mucho, mucho tiempo... La que por entonces era mi compañera... Chian... No sé si te he hablado alguna vez de ella -reflexionó, mirándole un momento-. Fue la mujer de mi vida. Me amaba, y yo la amaba. Pero cuando perdí mi poder innato me volví... difícil. Huraño. Me sentía desprotegido y vulnerable, inútil, y eran sensaciones que no estaba acostumbrado a tener. Tuvimos alguna que otra discusión y nos distanciamos. Y, entonces, ella empezó a verse con su primer amante. Recuerdo muy bien... la sensación de inseguridad... el miedo a perderla... a no ser lo suficientemente bueno para ella... Sentirme... inferior a aquél hombre. También hubo otra ocasión, más reciente, en la que sentí celos... -añadió, mirándole con intensidad-. Cuando tuve que compartirte con Cleopatra...
Negó con la cabeza, pesaroso, antes de volver a mirarle.
- Caín... Te guste o no... eres humano. Si no hubieras sido tú, habría sido cualquier otro. Y sé que es parco consuelo, pero creo firmemente en la capacidad de redención del ser humano, en el libre albedrío y en el hecho de que nada es inmutable. Y también creo que, a lo largo de todos estos milenios has tenido ocasiones de sobra para redimirte. Sin ir más lejos, todo lo que has estado haciendo en éste lugar... -acarició suavemente su mejilla mirándole a los ojos, no con lujuria ésta vez, sino con simple y genuino pesar-. Por favor, deja ya de atormentarte. Has tenido milenios para hacerlo, y en todo éste tiempo has hecho más de lo que era humanamente posible. Deja de pensar que no eres digno de amar, de ser amado. De ser feliz.
Había tristeza en sus palabras, no porque no lo deseara realmente para Caín, sino porque hacía mucho tiempo que él mismo había dejado de serlo. Lo único que podía hacer era sobrevivir el día a día, disfrutar el momento, pero... ¿felicidad plena? Estaba demasiado cansado de vivir como para eso. Afortunadamente, el comentario de Caín sobre Josué sirvió para aligerar un poco la atmósfera intercalando una pequeña broma. Arión enarcó una ceja, intrigado a la par que divertido al ver su reacción.
- ¿Qué es ser un "cansino"?
Aquél momento juntos, aquellos instantes de paz en mitad de la tempestad fueron como un bálsamo para ambos, pero no pudieron robar más que unos minutos más de intimidades compartidas antes de que la realidad les devolviera al peso de sus obligaciones, con tan sólo una dulce y excitante promesa como único confort ante lo que habrían de encontrar al regresar al hospital, una de tantas imágenes de horror y devastación que había dejado a su paso la pandemia. Arión había vivido tantas guerras que no habría sabido contarlas, ni mucho menos recordarlas. Llegaba un punto en el que todas le resultaban iguales. Variaban los uniformes, las tonalidades de piel, los idiomas, las banderas, las estrategias, las motivaciones y las armas, pero, al final, en la esencia, eran todas lo mismo: hombres y mujeres masacrando a otros hombres y mujeres. Había visto tantas escenas parecidas, tantos cadáveres sin nombre desperdigados en campos de batalla o acumulados en fosas olvidadas, que, como con todo en su larga vida, ya no le causaba ninguna clase de impacto. Con una punzada de dolor recordó lo mucho que había sufrido en su primera batalla, cuando los hombres de M'Zalle habían atacado la Atlántida, y cómo, en la ingenuidad de sus primeros años, había hecho lo imposible por evitar que se derramara la sangre y salvaguardar el mayor número posible de vidas, ya fueran amigas o enemigas. Pero después de esa, habían venido muchas más, y pronto aprendió que, en su afán por salvar las vidas enemigas, lo único que estaba haciendo era condenar a sus propios soldados. Después había perdido sus poderes, y no le quedó más remedio que aprender a defenderse con la espada. Pronto, estaba luchando en primera línea en lugar de dedicarse a defender desde el cielo. Después, su hermano Garn había enviado una inundación a que arrasara el pueblo de Wyynde, cometiendo genocidio con toda su tribu por su vendetta personal contra él. Recordaba observar los restos de lo que una vez había sido un pueblo libre y orgulloso desde lo alto de una zona elevada junto a Chian, culpándose y responsabilizándose de lo sucedido. Más tarde, en el transcurso de una batalla contra Chaon, el dios del caos había enviado la Atlántida al fondo del mar, y, aunque había hecho lo imposible por salvar al mayor número posible de ciudadanos, cientos habían muerto, una cilización entera extinguida tal y como la conocían, y, una vez más, había sido por su culpa. Tampoco había podido hacer nada para evitar la caída de Camelot, Grecia, Roma y tantas otras que las sucedieron, hasta que, tras tantos milenios de contemplar civilizaciones enteras extinguirse, había llegado a insensibilizarse por completo ante el sufrimiento humano. No lo disfrutaba, por supuesto, pero resultaba mucho más fácil ignorarlo cuando has llegado a convencerte a ti mismo, quizás en una forma de autoengaño, que aquella clase de desgracias eran el mal menor por el que tenían que pasar para evitar la extinción de la raza humana. Quién sabe... quizás su teoría de que era preferible no intervenir para no alterar el equilibrio no era sino la reacción inconsciente de su mente para poder soportar todo aquello sin volverse loco.
Negó con la cabeza para restar importancia a la disculpa del moreno una vez estuvieron en su despacho.
- No es más que la naturaleza siguiendo su curso, no tienes de qué disculparte -fue su respuesta mientras echaba un vistazo a las anotaciones de Caín en los pergaminos, escuchando sus palabras-. No es suficiente. Habría que quemar toda la ropa también, traer vestiduras nuevas, limpiar a conciencia las calles, las casas... -hizo un gesto de negación-. Caín, hagas lo que hagas, nunca será suficiente para parar ésto. La enfermedad ya está demasiado extendida, y ésta gente no tiene las mínimas nociones de limpieza e higiene, ni los medios para ello. La cantidad de jabón que necesitarías para limpiarlo todo, los recursos económicos... Es imposible. Necesitarías décadas para enseñarles, y actualmente ya hay demasiados infectados como para poder frenarlo con los medios de los que disponemos. No puedes evitar ésta ola -dijo, mirándole con seriedad a los ojos-. Lo único que puedes hacer es... esperar a que pase... y, después, ayudar a reconstruir sobre las ruinas. Ayudar a los supervivientes, enseñarles, instruirles en hábitos de vida saludable... Y esperar que, poco a poco, la humanidad vuelva a recuperarse por sí misma, tal y como lleva haciendo desde el principio de los tiempos.
Tema: Re: Y las tinieblas, y la corrupción, y la Muerte Roja lo dominaron todo (Caín) [Enero de 1349] 5th Enero 2022, 20:49
Escucho con atención la historia de Arión, sintiendo el dolor en sus palabras… el tambien sufrio por amor durante toda su vida, pero no exactamente como la experiencia que narraba su compañero; él contaba cómo perdió a su amada, a su primer amada, tras una discusión y como le hizo sentir, pero Caín nunca llegó a tener esa oportunidad, de enfadarse, de perder a un amor de esa forma, no… para él todas sus relaciones acababan en muerte, por eso sentía tanta afección por Arion, él era como el y sabia que, por mucho que los tiempos cambian, seguiría con él y volvería a ver ese rostro
¿Pero era bueno eso? Dos seres inmortales juntos, viendo la vida pasar… no, si estuvieran más que unas cuantas noches juntos, pronto verían lo imposible de una relación entre inmortales, ellos no eran como los mortales que les rodeaban, que disfrutaban de la vida, bailaban, lloraban, comían y luchaban, disfrutando de la vida sabiendo que los años pasarían y que la muerte se acercaba… ¿Por qué deberían hacerlo ellos? A cada milenio que pasaba, la comida se les hacía más insípida, el baile se volvía más cansino, las luchas eran un sin sentido y… las lágrimas dejaban de salir.
Esa era la razón de que, aunque Caín no quisiera admitirlo, le gustase estar en compañía de los mortales; le recordaban que era vivir.
Arion le consiguió sacar una tenue sonrisa cuando menciono a Cleopatra, recordó el día que se conocieron… y la mañana después, recordaba haberse despertado antes que Arion, abrazado a él y sin la compañía de la faraona, que se fue a llevar a cabo sus deberes de reina muy temprano por la mañana… aquella increíble mujer, que parecería tan lista como para saber cómo vivir para siempre, murió sola, en una cárcel en roma tras otra de las guerras sin sentido de los mortales.
Tomo la mano de Arion mientras acariciaba su mejilla, pasando suavemente sus dedos por sus nudillos y apretándola con la delicadeza con la que se acarician los pétalos de una rosa
-Puede que… ya sea ahora de encontrar el perdón
Acercó su frente a la del atlante, chocándola con la suya en un tierno momento que, a pesar de durar apenas unos segundos, para él se le hizo una eternidad. Tras separarse, Caín soltó una risita tras escuchar la pregunta de su acompañante sobre la palabra que utilizó para describir a Josue
-Es una palabra que aprendí no hace mucho… creo- A veces se le olvidaba cuánto tiempo pasaba de año en año -Se refiere a la gente que deseas que se calle por una vez, pero siguen hablando y hablando… yo he conocido muchos y de esos muchos casi todos hablaban sobre la “palabra del señor”- suspiro, bajando la cabeza para volverla a subir, quitándose un poco el pelo de la frente dejando ver su marca al completo -Y ya sabes mi relación con el
Al llegar a su despacho, Caín escuchó atentamente las palabras de Arión mientras miraba sus pergaminos, aquellas palabras… sólo podían salir de los labios de un inmortal, de un ser que veía el tiempo fluir de una forma diferente a los mortales del mundo, un ser que sobrevivió más sucesos históricos trágicos de los que una mente humana podía aguantar. El moreno la reconocía no porque fuera la voz de un ser amado, sino por ser la voz que llevaba consigo mismo, dentro de su mente a cada día y cada hora… cada vez se le hacia mas difícil ignorarlos
-Puede… puede que tengas razón- pasó la mano por su mesa, incluso aquella piedra acabaría convirtiéndose en arena con el paso del tiempo -puede que… todo lo que haga no sirva, que nunca pueda hacer cambiar el flujo de la historia…
Un golpe en la puerta detuvo la conversación, escuchando la voz de un hombre detrás de ella, sonaba apagada por lo cual Arion pudo deducir que se trataba de uno de los doctores que ayudaba a Caín con sus tareas médicas… el moreno reconoció esos toques, cuatro toques rápidos y un tercero que sonaba tras unos tres segundos y un nombre “Isabelle”. El inmortal agacho la mirada y apretó los puños, aflojándolos poco después al dirigirse a su acompañante
-Puede que no consiga salvarlos, pero no dejaré que mueran solos… para nosotros la muerte sería un regalo, pero para ellos es inevitable ¿Qué menos que poder darle tranquilidad en sus momentos finales?
Dicho esto, Caín abrió la puerta y volvió a la sala anterior, seguido por Arion… en esos momentos casi parecía otra persona, decidido, recto… era una máscara, era la persona que, los moribundos, deseaban ver antes de morir, alguien que les trajese tranquilidad en sus momentos finales. Llegaron a una de las camillas donde una niña, de menos de trece años, yacía tendida con los últimos síntomas de la enfermedad claramente visibles en su cuerpo, que temblaba con espasmos al intentar respirar, saliendo de los bubones de su cuerpo un apestoso olor que echaba para atrás incluso a los doctores que llevaban máscaras llenas de hojas aromáticas… y sin embargo, Caín se agacho en frente de la joven, sonriendo con dulzura. Los ojos vidriosos de la niña se fijaron en los del moreno y, por unos segundos, volvieron a brillar con el fulgor de la vida
-Tranquila, estoy aquí- con cuidado la tomó de la mano y le acarició la frente con delicadeza -El dolor va a terminar, solo… cierra los ojos, yo estoy aquí, no dejaré que te pase nada
La chiquilla asintió con la cabeza temblorosamente, apretando los ojos y cerrándolos, mientras Caín le seguía acariciando la mano, incluso bajando la cabeza a besarla con la ternura de una madre mientras seguia intentando calmarla con sus palabras… poco a poco, las arrugas de la cara, que aparecieron cuando la muchacha apretó los ojos, empezaron a desaparecer poco a poco y su mano se volvió fría, tensa… pero no la soltó… se quedo ahí, sentado, junto al cuerpo inerte de la joven, en silencio… ahora necesitaba a Arion mas que nunca.
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Tema: Re: Y las tinieblas, y la corrupción, y la Muerte Roja lo dominaron todo (Caín) [Enero de 1349] 2nd Febrero 2022, 00:00
Con el paso de los milenios, Arión se había endurecido porque nadie podía soportar el peso de ver morir a la gente que te importa una y otra vez por toda la eternidad. Hubo un tiempo en el que cada vida humana era increíblemente valiosa para él, en donde cada pérdida, fuera cual fuese, le producía un dolor insoportable, pero hacía mucho que aquellos sentimientos yacían abotargados en algún lugar muy al fondo de su ser, profundamente enterrados y olvidados. Aún así, se le hizo muy difícil en aquellos momentos, al contemplar el rostro hinchado y deformado de una niña a la que la enfermedad había privado de sus mejores años, truncando su futuro, no ver a Mara, a su hija o a su nieta. Muy a su pesar tuvo que apartar la mirada, llevado por algo muy parecido a la vergüenza, mientras Caín se arrodillaba junto a ella y le ofrecía el confort que necesitaba en sus últimos momentos.
Pensando que su amigo agradecería la intimidad, le apretó ligeramente el hombro para que le mirara, indicándole con un gesto que le esperaría fuera, y salió de la habitación donde reinaba la Muerte.
Cuando Caín salió tenía una idea bastante aproximada de cómo se encontraba. Él se había sentido igual en un millón de ocasiones.
- Ven conmigo -le invitó-. Necesitas un baño caliente y que te mimen un poco.
El inmortal hizo el gesto de volver al hospital, donde se encontraba el lugar donde dormía en una pequeña casa anexa, pero el atlante negó con la cabeza.
- Oh, no. Mañana podrás volver a ese cuchitril si es lo que quieres -le puso ambas manos sobre los hombros y le dedicó una sonrisa sincera, mirándole a los ojos-. Te pasas la vida cuidando de los demás, pero ésta noche... Sólo por ésta noche... deja que sea yo quien te cuide.
El mago le condujo hasta la mejor posada que el dinero podía pagar en el pueblo, el lugar donde se hospedaba la nobleza cuando, por la razón que fuera, tenían que pernoctar allí, y ordenó que prepararan de inmediato un baño caliente.
La habitación era sobria pero regia. Era bastante pequeña para los estándares a los que estaba acostumbrado el hechicero, con una única estancia en donde se encontraban reunidos el baño y la cama, pero aún así era bastante más grande que la casita donde estaba viviendo Caín, con techos altos que otorgaban una mayor sensación de amplitud.
Nada más entrar les recibió el vapor del baño de agua caliente que se encontraba junto a la entrada. La cama estaba al fondo de la habitación, bajo la ventana, y una alfombra al lado del baño era lo único que protegía los pies descalzos del frío de las losetas que conformaban el suelo. En el borde de la bañera circular habían dispuesto varias tinas que contenían aceites perfumados y óleos, junto con una jarra que contenía agua caliente.
Arión acompañó al moreno y comenzó a desvestirlo lentamente, quitándole una a una todas las prendas hasta dejarlo completamente desnudo. Después, tomándole de la mano le ayudó a adentrarse en las cálidas aguas y se sentó en el borde, cogiendo la esponja de uno de los recipientes.
- Recuéstate y relájate -le aconsejó-. ¿Estás bien? -preguntó después, en cuanto el otro inmortal hubo seguido su recomendación, empapando la esponja en el agua caliente para después empezar a restregar suavemente por su pecho-. Sé que uno nunca llega a acostumbrarse del todo a ésto. -añadió, pasando la esponja por sus hombros-. Tú siempre estás ayudando a los demás, pero no dejas que nadie te ayude -se detuvo un momento, pensativo, antes de soltar la esponja y ponerse de pie-. Aunque quizá... quizá baste...
Empezó a quitarse la ropa él también. Pronto, túnica, jubón, camisa, capa y medias yacían en un ordenado montón en el suelo junto a la bañera, y él mismo se introdujo en su interior, permitiendo que el agua caliente acogiese su esbelto cuerpo. Descendiendo hasta quedar sentado, agarró a su acompañante con una delicadeza firme y le atrajo hacia sí hasta que la espalda de Caín quedó apoyada contra su pecho.
- Tú también mereces que te cuiden -susurró, deslizando las manos mojadas por el cuerpo del inmortal hasta envolverlo con sus brazos.
Quizá, entre tanta muerte, lo único que le hacía falta a Caín era sentir la vida. El calor de otro cuerpo junto al suyo, los latidos de otro corazón...
Quizá... sólo quizá... la muerte les concediera una pausa.