El “AMA Pro Road Racing”, una de las carrera de motos más importante de los Estados Unidos, organizada por la asociación americana de motocicletas estaba a punto de llevarse a cabo en Florida en su circuito “Daytona International Speedway”. Un montón de fans de las carreras, entusiastas de los rugidos de los motores y la tensión de las carreras, ya estaba llegando al aparcamiento a buena hora mientras los motoristas preparaban sus motos con la ayuda de sus mecánicos, todo pintaba a que seria otro dia normal para todos los corredores y los fans que disfrutaron de la carrera, sin embargo el destino tenía otras cosas planeadas.
En un baño, de esos de plástico que ponían para los currantes que no tenían una caravana enorme con todos los lujos como algunos de los corredores, se encontraron a uno de los mecánicos asesinado de un disparo a la cabeza. Los fans no tuvieron que dejar el aparcamiento sin más explicación y todos los corredores con sus equipos fueron obligados a permanecer aislados hasta que resolvieran lo que estaba pasando, algunos ni siquiera tenían conocimiento de que hubiera un asesino entre ellos.
Como a la asociación no le gustaba la idea de atraer mala fama a su organización ni a este deporte decidió llamar primero a un detective privado para resolver el caso y luego llamar a la policía ya que, si los fans que seguían esperando a entrar veían pasar un montón de coches de policía podrían llegar a hacerse una mala idea de lo que estaba pasando ahí adentro, aunque tampoco es que fuese una fiesta lo que sucedía dentro de lo que era el recinto donde se celebraba el evento.
Por esto le tocó a Caín, o mejor dicho al Detective C., entrar en escena a fin de encontrar al responsable de aquel asesinato. Era mediodía cuando llego, la carrera ya casi debería de haber terminado, tuvo que venir en un autobús que llevaba a algunos fans rezagados al circuito ya que no le dio tiempo ni a alquilar un coche en Daytona Beach, la ciudad en la que se encontraba el circuito, llevaba un pantalón blanco y una camisa azul de manga corta abierta un poco por arriba debido a la calor, su pelo que solía estar suelto sujetado en una pequeña coleta. En la entrada se identificó como el detective que la asociación contrató y le dejaron pasar, siendo guiado por unos seguratas y unos hombres trajeados, posiblemente los organizadores del evento, hasta el retrete portátil en el que se encontraron con el cuerpo.
Al llegar, el hombre de aspecto joven examinó la escena con sumo cuidado, observando que la bala venía desde un ángulo elevado y no había restos de pólvora en la mano de la víctima lo que, junto a la ausencia de un arma, tachaba el suicidio
-¿Quién encontró el cadáver?- el segurata levantó la mano, al parecer se lo encontró cuando iba a ir al baño -Bien… ¿Quién es este hombre?
Le explicaron que se trataba de un mecánico de un equipo, de uno que era algo así como medio bueno que había ganado alguna que otra carrera, eso hacía difícil que el asesino fuera alguien de su propio equipo o su piloto ya que, si matas a tu mecánico lo mas probable es que te quedes fuera de la carrera en cuanto tengas el más mínimo problema. Caín siguió observando el cadáver, su rostro no mostraba lo horrorizado que estaba al ver esa escena y mira que él había visto… cosas, muchos, montones de muertos a lo largo de su vida y ya debería de estar acostumbrado
-¿Han llamado a la policía? Seria mejor que se lleven a este hombre antes de nada, a primera vista no puedo sacar muchas conclusiones de su cuerpo a parte de el claro asesinato con una pistola de poco calibre
Ambos hombres se miraron confundidos y le preguntaron cómo es que había averiguado que el arma era de poco calibre
-Bueno, viendo algunas marcas de pólvora que se encuentran cerca del agujero de disparo significa que el asesino disparó a quemarropa, un disparo tan cerca con un arma de gran calibre habría dejado al pobre hombre irreconocible, además- se levantó, girando hacia los dos hombres -estoy seguro de que aprovecharon el ruido de los talleres cercanos para enmascarar el sonido del disparo
Tanto el organizador como el segurata se quedaron impresionados ante las deducciones del moreno, este último ofreciéndose a quedarse ahí vigilando y el organizador le ofreció su enorme caravana a fin de usarla como sala de interrogatorios. Una vez terminada su conversación, le dieron un pase que le daba permiso para ir a donde le diese la gana y le dieron banda ancha para interrogar y hablar con quien quisiera, lo bueno de esto era que así podría encontrar más fácilmente al culpable, lo malo es que no sabía dónde estaba nada.
Cerca de ahí había un taller, en donde se preparaban los pilotos para las carreras y donde ponían a punto sus motos, se le ocurrió empezar por ahí. Dio unos golpecitos a la cortina metálica
-Perdonen, soy el Detective C. y he venido a investigar el crimen, me gustaría hacerle unas preguntas
Fue una mujer, de cabello rosa que dejó a Caín algo impresionado, la que subió la cortina y le dejó entrar en su taller, que no es que fuera su taller sino el que le había cedido la asociación como a los demás participantes; cada uno tenía su hueco pero se traían sus propias herramientas. Caín, que era un hombre educado, le plantó un respetuoso y cordial saludo a la piloto, sabia que no tenia que ser frió y distante cuando estaba buscando pistas ya que esto podría causar rechazo... curiosamente era algo que el solía buscar a fin de distanciarse de los demás. Empezó a observar el recinto, todo parecía en orden
-Perdone me podría… enseñar sus manos, si no es mucha molestia
Cuando la mujer lo hizo, Caín las tomo con la suyas y las miro fijamente; si fue ella la que disparó el arma debería haber rastros de pólvora al haber disparado a quemarropa y si se había lavado las manos, que los asesinos solían lavárselas con demasiada fuerza, habría dejado marca con el jabón, marcas que te salen si te frotabas como un bestia. Aquella mujer no tenía ninguna marca incriminatoria en las manos, así que se las soltó con una leve dulzura, sonriendo agradablemente
-Como se suele decir, está usted limpia, lamento las molestias- se giró hacia la puerta, sin embargo se dio cuenta de que se olvidaba algo -Oh, perdone de nuevo pero, si no es mucha molestia, yo no me se mover por estos sitios y… me vendría bien tener alguien que me guíe por las instalaciones… ¿Le resulta mucha molestia hacer de guía a un pobre detective perdido?
Le pregunto en tono bromista, aunque la proposición era sincera ya que el de verdad necesitaba un guía para saber moverse por el circuito. De nuevo, se percató de que se había olvidado de algo
-¿Dónde están mis modales?- hizo una mini reverencia, poniéndose la mano derecha en el corazón, volviéndose a poner derecho segundos después -Ni siquiera le he preguntado su nombre ¿Como se llama tan bella señorita?
Caín tenía buena labia, que a veces contrastaba con ese tono frio con el que solía hablar con los demás, esa labia era lo que te daba llevar tanto tiempo en la tierra conversando con gente de diferentes lugares y diferentes épocas, aunque ahora no era más que otro castigo ya que eso hacía que algunas personas se encariñarse de el y, claro está, el de ellas lo que le llevaba a formar amistad, vínculos que nunca acabaran bien por culpa de su maldición, sabía que no debía hacerlo, sabía que debía hablar con los demás con un tono indiferente y lejano sabiendo que, al fin y al cabo, acabaría sobreviviendoles… Sin embargo, una y otra vez cometía el mismo error de acercarse demasiado a las personas, era una lección que parecía no aprender… o no quería aprender.