Sobre motocicletas y motores (Sonya) - 18/05/2018

Tema: Sobre motocicletas y motores (Sonya) - 18/05/2018 23rd Mayo 2020, 09:26

Era una tarde de mayo, el calor empezaba a aposentarse en la ciudad con cierta timidez, como un adolescente, que, nervioso, daba sus primeros acercamientos a la chica que le gustaba para intentar besarla, los rayos del crepúsculo ya eran débiles y por la calle no había demasiada gente, trabajadores que volvían a sus casas, otros que iban a sus puestos, estudiantes rezagados que volvían a su hogar...Por lo general, a aquella hora la gente estaba demasiado concentrada en sus propios asuntos cómo para observar a los de su alrededor.

Kah’An iba vestido con ropa humana, ya llevaba unos meses explorando el planeta y había aprendido que, cubierto con una capa negra, un tipo de su tamaño llamaba bastante la atención, por lo que decidió cambiar de estrategia, iba vestido con unos vaqueros, unas zapatillas deportivas y una sudadera gris con capucha que le cubría el rostro, de esa forma, aunque llamaba la atención por su tamaño, la gente solo pensaría que era un Homo sapiens mayor a la media, en sus manos llevaba un motor de un vehículo (motocicleta), hacía unos días tuvo un encontronazo, una de esas máquinas metálicas que los humanos utilizaban para desplazarse le intentó arroyar, el la destrozó y aplastó al conductor por aquel acto, decidió que comprender el funcionamiento de aquellas cosas le ayudaría en su estudio, así que se llevó el motor, según los sapiens, quien se dedicaba al cuidado y mantenimiento de esas máquinas era algo que llamaban ‘mecánico’.

Llegó hasta dónde le habían indicado cuando preguntó por un mecánico a la gente de la calle, la persiana metálica estaba subida y de dentro se desprendía un olor similar al de la sala de máquinas de su nave, él, sencillamente, se adentró en el local sin mediar palabra, se retiró la capucha de la sudadera, no había multitudes allí, se oían ruidos de un cuarto que estaba cerrado, dejó caer el motor en el suelo provocando un estruendo considerable, Kah’An se movió hacia la puerta y sin decir nada la abrió, dejando al descubierto el interior: - Mecánico, quiero tus servicios. - Murmuró en un inglés algo burdo, todavía no conocía muy bien la lengua.

Invitado

La pelirrosa se levantó a las seis de la mañana. Era un ave madrugadora. Parecía que iba a hacer un día caluroso y eso la daba aún más energía para comenzar su jornada. Tras adecentarse y asearse se puso a preparar la comida para pasar el día trabajando en su garaje. Ese día no tenía ni reuniones con Jeremy, ni charlas, ni entrenamientos para competiciones ni acrobacias que realizar. Por eso, quería pasar el día esforzándose para que su taller siguiera yendo de viento en popa. La había costado mucho arrancar ese proyecto. Había pasado noches sin dormir, días trabajando sin descanso, invirtiendo todo su dinero y su esfuerzo, estando en algunos momentos a punto de arruinarse.

Sonya estaba trabajando arduamente en su taller desde muy temprano en la mañana. Llevaba un mono de trabajo de un color azul claro. Fue la primera en llegar y poco a poco y a su hora fueron llegando sus trabajadores. De momento sólo contaba con tres mecánicos. Espera en un futuro poder expandirse y al quitar un lugar más grande donde pudieran trabajar cómodamente más personas.

La música sonaba a una altura que le les permitía oírla y comunicarse a la perfección. Sonya acababa de terminar de reparar el carburador de un Mercedes Benz de un color gris clásico justo cuando entraba al garaje Kah’An. A la mujer le hizo gracia la manera de expresarse del moreno. Le recordaba a la forma de hablar de sus padres. Ellos eran originarios de Rumanía aún conservaban el acento de su idioma natal.

-Buenas.- dijo con un tono cálido y acogedor. - ¿En qué te puedo ayudar?-

Sonya cuando vio y reconoció el motor de motocicleta que llevaba en sus manos aquel fornido hombre y sonrió. Aunque en su taller trabajaban con todo tipo de vehículos, la pelirrosa se encontraba mucho más a gusto con las motos que con los coches o camiones. Sonya no sabía cómo interpretar la escena ante sus ojos. Kah’An se había dado un porrazo con la moto y quería que le acoplase el motor a otra o qué.

Observó a la mujer, podía notar algo diferente al resto de sapiens, aparte de lo evidente, su cabello rosado, el alienígena sentía que algo no acababa de encajar, aunque no sabía exactamente de qué se trataba y no pensó que pudiera representar un peligro, así que sencillamente, ignoró aquella sensación.

Ella le preguntó sobre en que podía ayudarle, el pensaba que era bastante obvio, aunque a decir verdad, la idea de lo que el creía que era un 'mecánico' tal vez no cuadraba con la idea real, le señaló el motor:

- He tenido un…- Se le atragantó la palabra, aún le costaba pronunciar algunas: - A-accidente…- Se acercó hasta el motor y lo cogió con una mano, alzándolo para mostrarlo a la mujer: - Un vehículo terrestre me golpea. – Lo cierto es que el creía hacerlo bien, pero su forma de hablar aún se parecía a la de un niño pequeño, volvió a dejar el motor en el suelo y miró a su alrededor:

- Me han dicho que puedes a-a-a…- Respiró hondo y cerró el puño un poco, le frustraba no dominar aún aquel lenguaje: - Ayudar… - Miró a la mujer a los ojos, sus ojos rojos miraron directamente a los de la mujer: - ¿Qué es esto? – Preguntó refiriéndose al motor del vehículo: - ¿Cómo funciona? – Había arrancado el motor del vehículo por instinto, pues era lo que generaba sonido con aquella cosa en marcha, pero ni entendía cómo funcionaba, ni que tipo de combustible consumía, nada, conocer el funcionamiento de las máquinas de desplazamiento terrestre eran datos clave para poder enfrentarlas en el futuro.

Podría haberlo llevado a su camarada, lo habría desmontando y desmenuzado hasta comprender cómo funciona, sin embargo, había dos motivos por los que no lo había hecho, primero, la necesidad de resolver aquella duda por su propia parte, la maquina le había despertado la curiosidad, el segundo, resolver cuanto antes aquel tema para poder estudiar otros aspectos de los vehículos terrestres.

Kah’An se sentó en el suelo, cruzando las piernas y se quedó expectante, esperando recibir la formación por parte de aquella hembra humana, aún no tenía claro ciertos temas de decoro y protocolo, no pensó en que podía ser raro que un tipo de su tamaño se sentara en medio de un taller mecánico mientras la gente estaba trabajando.

Invitado

La tierra era un crisol de razas, especies y personas peculiares. Aliens, metahumanos, magos, dioses, héroes y figuras de toda índole eran bastante usuales. No obstante, a la motera le quedaban muy lejos esos mundos. Para la pelirrosa todas esas cosas eran como para un pobre ver la esplendorosa mansión de los Carrinton por la televisión. Sonya había vivido en un pequeño mundo donde todas las personas con las que había tenido contacto eran por llamarlos de alguna manera humanos corrientes, normales y molientes. No tenían ningún tipo de poder o extravagancia. Tampoco había tenido contacto con nadie de fuera del planeta o que fuera descendiente de alguna raza extraña del cosmos. Sabía que había de toso en la tierra y que el mestizaje que razas y culturas era cada vez mayor. Sobrepasando en ocasiones límites espaciales y temporales. Pero nunca se había encontrado con gente muy diferente a ella.

Por eso, cuando Ka'An había explicado lo que quería en aquella forma tan poco común. Lo primero que pensó es que aquel hombre debía ser, como lo fueron sus padres antaño, un inmigrante recién llegado a Estados Unidos. La pelirrosa trató de entenderle para poder ayudarle en lo que quería pero sus palabras eran parcas.

- Sí, de acuerdo.- Comentó Sonya intentando ordenar ideas para darle algún sentido a las palabras de Kah’An. - Entonces … tuviste una accidente de moto y … lo que quieres es que te la arregle …- comentó dudosa. Es que aunque pudiera reparar el motor y dejarlo en perfectas condiciones aún faltaban piezas para poder montar un vehículo. - ¿Cómo consigo las piezas que faltan de la moto?¿Quieres que repare el motor y lo acople a otra motocicleta? ¿Qué construya un moto con piezas y el motor que portas?-

Sonya le miró de forma intensa como intentando dilucidar sus dudas en los ojos y las expresiones del atractivo moreno que tenía delante. Sin más el tipo se sentó y la cara de la pelirrosa hizo un muy expresivo gesto de sorpresa. Sus ojos se abrieron enormemente junto con sus carnosos labios. Le resultó muy raro la actitud de aquel hombre que había irrumpido en su taller. No entendía muy bien cuál era el propósito de conocer cómo funcionaba un motor si no vas a ponerle sobre una carrocería para tener un vehículo. Sin embargo, la pelirrosa no era alguien que fuera muy intrusiva ni presionadora ni discutidora. Así que, se sentó en el suelo con Ka'An. Sacó de su cinturón de herramientas lo necesario para abrir el motor y dejar visible sus componentes.

- Es un motor de cuatro tiempos- explicó - está compuesto por los cilindros, válvulas, el árbol de levas los pistones, el cigüeñal y estos engranajes que son el mecanismo de trasmisión. - nombró cada una de las partes del motor señalandolas. - en este tipo de motor se producen cuatro fases que se realizan por separado y que ponen en funcionamiento los vehículos. Las fases son admisión: entra el combustible, compresión: se comprime para lograr un explosión, explosión: se genera una combustión del carburante y escape: liberación de los gases y residuos generados en la combustión del combustible. -

Estar así en el suelo enseñando a alguien cómo funcionaba algo le parecía curioso. Ella había aprendido todas esas cosas de las largas horas que miraba a su padre trabajar. Nadie la había enseñado nunca como funcionaba un motor, tuvo un aprendizaje autónomo. Sus conocimientos adquiridos de ver trabajar a su progenitor se complementaron con libros que leía a escondidas sobre mecánica e ingeniería.

- La primera fase es la admisión. El pistón desciende y aspira una mezcla de aire con combustible. La válvula de escape está cerrada y la de admisión se encuentra abierta. El cigüeñal gira 180º en este tiempo y el árbol de levas, 90º. La válvula de admisión se mantiene abierta y el pistón realiza una carrera descendiente. Luego viene la fase de compresión. Cuando el pistón termina de bajar, la válvula de admisión procede a cerrarse y el gas que está en la cámara se comprime por el ascenso del pistón. En este segundo tiempo, el cigüeñal gira 360º y el árbol de levas, 180º. Ambas válvulas, de admisión y escape, están cerradas y la carrera del pistón es ascendente. Ahora viene la Explosión. Cuando el pistón finalmente sube, el gas alcanza su máxima presión. Se inicia una combustión, que progresa incrementado rápidamente la temperatura y la presión dentro del cilindro. Entonces los gases se expanden y el pistón es empujado. Esta es la única etapa en donde se obtiene trabajo. En el tercer tiempo, el cigüeñal va a girar 180º y el árbol de levas, 90º. Las dos válvulas están cerradas y la carrera será descendente. La fase final es el escape. El pistón, en su movimiento ascendente, empuja los gases de combustión pasando por la válvula de escape, que está abierta. Cuando llega al punto máximo de la carrera ascendente, la válvula de escape cierra y la de admisión abre para reiniciar el ciclo. En el cuarto tiempo el cigüeñal gira 180º y el árbol de levas, 90º.-

El hombre escuchaba con calma todo lo que aquella mujer le explicaba, le habían inculcado desde siempre el respeto hacia los sabios y eruditos, cuando era instruido, Kah’An aprendió por las malas que debía guardar silencio y no molestar a la gente con sus explicaciones, así que ahora se mantenía en el suelo, en silencio, casi aguantando la respiración para que el sonido de la misma no pudiera alterar los nuevos conocimientos que la mujer le estaba aportando.

Interiorizó los términos que ella iba dando, intentando reemplazar las palabras que no entendía con términos de su propia lengua, iba desengranando los misterios de aquella máquina a medida que comprendía los términos que ella le iba explicando, a pesar de ser alguien criado para la guerra, se le había instruido en varias ramas del conocimiento, pues alguien de su categoría debía ser capaz de comprender el funcionamiento de elementos como aquellos, la guerra no se basaba tan solo en pelear, a veces, si conocías de que recursos disponía tu contrincante, podías jugar dos o tres pasos por delante suyo.

Se retiró la capucha de forma inconsciente, dejando su rostro al descubierto: - Me llama Kah’An. – Dijo de repente, prácticamente sin venir a cuento, inclinó su cabeza en muestra de respeto y luego volvió a guardar silencio, escuchando atentamente la explicación que la mecánica le estaba dando, cuando la explicación hubo acabado, el cerró los ojos, intentando absorber todos los conocimientos, era mucha información repentina, pero había memorizado prácticamente todos los detalles, estaba seguro que cuando se lo explicase a su hombre al mando de mantenimiento en la nave, él sería capaz de completar las lagunas que pudieran quedar con sus conocimientos.

Colocó la palma de la mano derecha en el suelo, que estaba algo sucio, luego se inclinó ligeramente hacia el motor del vehículo que estaba desmontado, lo miró fijamente, ciertamente aquellas máquinas no eran demasiado eficientes, la tecnología que los humanos poseían parecía dejar bastante que desear, no entendía del todo cómo habían logrado conquistar el planeta, aunque si comprendía el por qué no habían conseguido expandirse más allá del mismo:

- ¿Las máquinas de guerra terrestres funcionan así? – Señaló el motor con la mano que había tenido apoyada en el suelo, parecía que su forma de comunicarse había mejorado algo, cuanto más oía a los terrícolas hablar, más fácil le era comunicarse, miró a la mujer a los ojos mientras bajaba la mano, lo había decidido, aquella terrícola podía serle muy útil:

- ¿Quién es tu señor? – Hizo aquella pregunta de repente, todavía no conocía las costumbres y formas de trabajar de la Tierra, en su mundo natal los trabajadores servían a un señor al que debían sumisión, aquel señor les proporcionaba refugio y comida, y ellos debían trabajar exclusivamente para esa persona, entre el señor y el trabajador se establecía un vínculo que sólo podía romperse a través de un duelo de honor, cuando un señor retaba a otro y lo derrotaba tenía derecho a escoger a uno de sus empleados para quedárselo, Kah’An volvió a hablar:

- Quiero que vengas conmigo, dile a tu señor que le reto a… - Hizo una pausa y pensó el término apropiado: -…Lucha conmigo. – Se puso en pie de repente mientras miraba alrededor, como si buscase a alguien, tal vez el señor de aquella hembra estuviera por allí para zanjar el asunto cuanto antes.

Invitado

El moreno escuchaba atento y curioso todo lo que estaba explicando. Eso la hizo sentirse bien. Le gustaba hablar sobre su pasión. Los motores y las motos eran para Sonya un tema apasionante. Era fascinante el sistema que se había desarrollado para generar una fuerza capaz de mover un vehículo y darle tremendas velocidades. El ingenio humano era tan maravilloso.

Tras su explicación del funcionamiento del motor de cuatro tiempos, Kah'An se retiró la capucha y se presentó. Sonya sonrió cálidamente. La pelirrosa se percató de que aquel hombre que se encontraba a su lado tenía un rostro muy atractivo y unos peculiares ojos rojos. Los ojos de Sonya eran marrones pero se ponía unas lentillas para darles un aspecto rosado.

-Me llamo Sonya. - respondió a la presentación del moreno.

- ¿Las máquinas de guerra? - preguntó entre curiosa e intrigada. No entendía muy bien que tenía que ver esa pregunta con su trabajo o lo que hacían allí. Ese hombre era raramente peculiar.

Sonya nunca había estado con contacto con un motor de un tanque o un avión. En teoría la motorista suponía que debían tener el mismo sistema que el motor de un coche o una moto. Seguramente los motores de aquellas máquinas militares debían ser más grandes que los de los vehículos civiles, puesto que tenían que tener más potencia.

- Supongo …- comentó un poco dudosa - que los motores de los vehículos bélicos son más grandes y de mayores. Seguramente el funcionamiento es el mismo y lo que varía son las dimensiones.- dijo pensándolo un momento. No estaba muy segura porque ese no era su campo. Había abandonado los estudios muy joven. Si hubiera seguido estudiando seguramente habría ido por la ingeniería y en ese momento sabría con certeza lo que Kah'An le preguntaba.

- ¿Mi señor? - preguntó extrañada. Al decirlo en voz alta Sonya creyó que había entendido a lo que se estaba refiriendo Kah'An. Sus padres eran inmigrantes rumanos muy tradicionales. A veces se referían al marido de una mujer como la persona que estaba a cargo de ella. Nadie usaba términos que expresaban tanta sumisión y dominio como ama, dueño o señor. Pero estaba implícito por el contexto. La pelirrosa asumió que tal vez aquel hombre era de alguna de esas culturas tradicionales y que seguramente no se habría expresado bien. Estaba claro que el de ojos rojos desconocía el inglés americano.

- No estoy casada.- resolvió al fin. - bueno … - dijo algo más cohibida. No había tenido mucho contacto íntimo con hombres y menos desde que murió su marido. - si quieres una cita … antes tendremos que conocernos. Aquí, en américa no se hacen las cosas así. -

Si las máquinas de guerra de la tierra utilizaban aquellos motores…La mente de Kah’An empezó a dibujar una infinitud de posibilidades, desde luego, aquellas maquinas rudimentarias no estaban al nivel de su nave, sin embargo, contaban con la superioridad numérica, no debía precipitarse ni subestimarlos, la mujer parecía sorprendida por el comportamiento y las palabras que él había usado.

El gruñó en un gesto negativo cuando ella le habló sobre citas y cosas que no acababa de entender ¿Puede que en aquel mundo las cosas funcionasen de forma distinta? Sin embargo, explorando la Tierra había encontrado personas que trabajaban de esa forma, personas que debían su servidumbre a alguien que controlaba sus vidas, usualmente, los planetas que el alienígena había explorado solían mostrar una cultura homogénea, sin embargo, aquel crisol de culturas le dificultaba la tarea de aprender: - Aquí en américa no se hacen las cosas así. – Esa parte si la comprendió, aunque fuera del contexto de todo lo anterior, lo interpreto a su libre albedrio.

El negó con la cabeza y miró a la mujer, aún le quedaban cosas que aprender sobre cómo funcionaba aquel mundo, se acercó a ella y la miró a los ojos, ahora que estaban cerca, la diferencia de altura entre los dos se hacia considerablemente notable:

-Entonces enseña. – Dijo de forma tajante: - Tú enseña a Kah’An como se hacen las cosas. – Pudiera parecer que el hombre estaba flirteando de alguna forma con la mecánica, en su tono se expresaba sinceridad, de veras quería comprender como funcionaba la relación laboral entre el empleado y empleador en aquel mundo, entender los entresijos de la sociedad también era clave para ejercer control sobre las masas, saber hasta qué punto aquella gente era leal los unos a los otros.

Cogió la mano de la mujer y murmuró: - Quiere que tú vengas con mí– Quería que ella viniera con él a su nave, aquella hembra le podía ser muy útil ¿Quién sabe? Tal vez con el tiempo adecuado y la formación pudiera convertirse en una miembro esencial de su nave para ejercer tareas de mantenimiento y reparación, puede que incluso pudiera adiestrarla para luchar sí hacía falta.

Le soltó la mano con suavidad y luego miró a su alrededor, volvió a caminar de un lugar a otro, hasta ahora no se había fijado mucho en los detalles del lugar, había algunos de aquellos vehículos terrestres parcialmente desmontados, hasta ahora, el alienígena tampoco había reparado en la presencia de los hombres que había por allí, que habían ignorado su presencia mientras seguían trabajando en silencio, Kah’An se quedó mirando fijamente un vehículo de color gris (El mercedes Benz que Sonya había estado reparando antes), se acercó y lo tocó, con curiosidad, luego caminó por el taller, observando lo que había a su alrededor, se acercó a un aparato que emitía un sonido incesante: - Música. –Murmuró mientras observaba el aparato, ya había escuchado aquellas cosas en alguna ocasión, aunque por el momento no le interesaban especialmente.

El hombre lo cogió y lo examinó, dándole vueltas, luego lo dejó donde estaba y se volvió a acercar a la mujer, le había dado el tiempo prudente suficiente para que decidiera su respuesta.

Invitado

A Sonya le emocionaba encontrar alguien que estaba tan apasionado en el mundo del motor como ella. Pocas veces podía detenerse a explicar o hablar sobre motos y motores. Le gustaba encontrar el fallo, trastear con sus herramientas y arreglar lo que estaba roto. Le entusiasmaba hacer rugir de nuevo un motor que se había apagado y el olor a grasa y gasolina que tenía el taller. La mecánica era algo que encontraba fascinante. Como con un sistema podías poner en funcionamiento un vehículo. Como la inventiva humana había desarrollado un mecanismo que aceleraba el movimiento y les permitía alcanzar grandes velocidades. Para ella eso era grandioso, como para un pianista el sonido al pasar su dedo por las teclas.

Tras la cuidadosa explicación, la falta de comunicación y entendimiento llegó a ese malentendido sobre citas y cuestiones amorosas. El atractivo moreno emitió un gruñido y a Sonya le pareció bastante gracioso. La mujer no se daba cuenta de las intenciones de aquel alien con forma muy parecida a la humana. Ni siquiera podía imaginarse en los peliagudos asuntos que Kah´An quería involucrarla.

El parecido entre la forma de actuar del moreno y los hombres de etnia rumana tradicional hacían que la motorista cada vez estuviera más convencida de que la premisa de que aquel hombre era un inmigrante de algún país europeo del este con un cultura muy similar a la de sus progenitores.

- De acuerdo- dijo la pelirrosa entre sonriente y un poco cortada. La motorista iba a concretar que primero tenían que conocerse. Que tenían que tener encuentros para saber los gustos de cada uno y ver cómo se llevaban. Que ahora estaba en su trabajo era la jefa y no podía estar metida en entresijos amorosos porque no era nada profesional. Peor no le dio tiempo a expresar las mil y una conjeturas que tenía en la cabeza.

El moreno la tomó de la mano y le dijo que fuera con él. Sonya se sonrojó. Después de todo quien no espera que una persona atractiva, a la que en nuestra mente llamamos príncipe, nos saque de la rutina e invite a vivir un romance comparable al idealizado de los cuentos de hadas. Movió la cabeza negativamente. Por muy romantizada que estuviera no podía pasar por alto que no quería volver a su vida carente de la libertad que tenía. Casarse con hombre tradicional ya sabía lo que era. Se esperaba que ella estuviera en casa y que criase los hijos y Sonya no quería encajar en ese rol nunca más. Le gustaba ser dueña de su vida y sus decisiones. Levantarse para arreglar vehículos en el taller, ir a eventos, participar en eventos de motocross, sentir la adrenalina al acelerar para intentar ganar una carrera ...

- Esto …- Sonya no sabía muy bien cómo reaccionar. Hacía mucho años que no estaba en el mercado. Además, el único hombre con el que había salido era su fallecido esposo Mihai. Por lo que la pelirrosa no tenía ni mucha experiencia ni conocimientos sobre qué hacer en ese tipo de situaciones.

Mientras la pelirrosa estaba en un shock por lo que creía una muy rápida declaración de un desconocido, Kha´An soltó su mano y se puso a dar vueltas por el taller. Los mecánicos trabajaban con ahínco. Aunque les producía cierta curiosidad toda la escena de su jefa con aquel desconocido. No parecía ninguno de sus hermanos o primos. Nunca le habían visto por ahí y estaba hablando con Sonya con unos acercamientos un tanto íntimos. Algunos pensaban que quizá la pelirrosa se había echado un novio.

Sonya fue tras el moreno a intentar decirle que ese tipo de cortejo en américa se hacía más despacio. Que los matrimonios ya no se hacían al aquí te pillo aquí te mato. Que había un noviazgo y que ya no era todo amor a primera vista ni matrimonios concertados. Pero frenó su mental verborrea cuando vio cómo aquel hombre se quedaba intrigado por encontrar un reproductor de música enredando en el Mercedes Benz.

-Sí.- ¿Cómo es que alguien no sabía que en los coches había reproductores? Era muy raro. Quizá bajo esa fachada de un poderoso hombre había alguien con alguna clase de problema mental. - ¿Por qué no sabes que en los coches hay aparatos de música? ¿De donde vienes?¿Vives cerca?- preguntó curiosa y preocupada pensando que quizá el moreno se había escapado de algún centro o alguna casa.

El moreno sonrió cuando ella aceptó su oferta para venir con él, aquella hembra era una gran adquisición, seguro que podría darles grandes conocimientos sobre la tierra y ayudarles en su conquista, cavilaba sobre las infinitas posibilidades que aquella alianza podía llevar cuando ella le empezó a avasallar con preguntas sobre de donde venía, fue entonces cuando se dio cuenta de que, tal vez, con su rostro al descubierto, era muy probable que ella hubiera descubierto que no era de aquel mundo ¿Estaba en peligro su tapadera?

Decidió tomar las riendas, saco a relucir el brazalete que tenía en su brazo derecho, oculto bajo la manga de la sudadera, era metálico, de color plateado, en él había un par de botones, uno negro y otro amarillo y una pequeña pantalla que mostraba un mapa similar al de un sonar, Kah’An pulsó el botón amarillo, el brazalete hizo un corto pitido de apenas un segundo de duración: - Ven conmigo. Yo enseño. – Dijo refiriéndose a la pregunta que la mujer le había lanzado, inmediatamente después, cogió a la chica de la mano de nuevo con firmeza y rápidamente salieron hacia fuera del local, el alienígena apenas les dio tiempo a los hombres que había allí para poder comunicarse con su jefa.

Ya había casi anochecido en la calle y había pocos transeúntes, aún así no era del todo seguro hacerlo allí, delante de todos, Kah’An miró a su alrededor, sin aún soltar a la mujer y sin mediar palabra con ella, finalmente encontró un pequeño callejón, a unos 200 metros de donde estaban: - Vamos allí. – Señaló el callejón y caminó con la mujer rápidamente hasta allí, el brazalete del brazo derecho volvió a emitir otro breve pitido.

Llegaron hasta el lugar señalado, era perfecto, un callejón de un par de metros de ancho con algunas escaleras de incendios de los edificios adyacentes y algún acceso de algunos de los negocios que tenían la parte de atrás allí, el sitio estaba un poco oscuro, caminaron un poco hasta adentrarse más en el lugar, una vez estuvieron bien resguardados, el alienígena se puso frente a la chica y la miró a los ojos, serio: - Coge a Kah’An. – Y la rodeó en un abrazo, pasando los brazos por la espalda de la chica, pegando su cuerpo al de ella, entonces, pulsó el botón negro de su brazalete.

Pasaron unos segundos en silencio, en los que el hombre agarró fuerte a la mujer en el abrazo y, cuando parecía que nada más iba a suceder, una columna de luz cayó sobre ellos dos, al instante, esta empezó a succionarlos hacia arriba con fuerza, haciendolos ascender por el aire, primero lento, luego, rápidamente, pasaron la primera planta de los edificios que tenían al lado, la segunda, la tercera, la azotea…En unos segundos ya habían atravesado las nubes y se adentraban al cielo nocturno, la luz les cegó unos instantes.

Cuando pudieron recuperar la visión se encontraban dentro de un hangar, el suelo, techo y paredes eran metálicas, con un tono gris oscuro, era un espacio grande, aproximadamente de 15 metros de largo y 17 metros de ancho, al fondo había unas escaleras que llevaban a la planta intermedia de la nave y detrás suyo estaba la puerta que llevaba a la sala de máquinas, a sus pies, había una especie de cristal rojo que por unos segundos emitió un brillo apagado, hasta que finalmente se volvió totalmente opaco y sin brillo. Por los suelos, había todo tipo de artefactos de la Tierra que Kah’An había ido recogiendo, libros, armas, ropa, vehículos…Había intentado recoger muestras de todos los objetos posibles que pensaba que pudieran ser importantes, todos clasificados y ordenados en función de dónde los habían encontrado y para que creía que podían servir.

Se separó de la mujer y dijo: - Mi casa. – Le señaló el complejo abriendo los brazos en cruz, como dando a entender que todo aquello le pertenecía.

Invitado

Sonya había usado el sí para responder a la pregunta sobre la música. La sorpresa de Kah'An ante el aparato musical en el coche la había distraído de la pregunta anterior. Luego la pelirrosa pensó que lo mejor era omitir la respuesta porque le resultaba muy difícil dar una contestación. Sonya creía que se tenían que dar oportunidades porque nunca sabías que podía suceder. En un encuentro fortuito podrías encontrar una persona increíble como pareja o como amigo. Aunque se sentía alabada porque alguien se fijase en ella no se sentía emocionalmente preparada. Además, estaba el hecho de que no se conocían de nada y era un tanto superficial.

Sin embargo, no supo comunicarse adecuadamente y su sí referente a la música, había hecho pensar al moreno que aceptaba su propuesta de irse con él. No podían irse por muchas razones. Especialmente porque era un día laborable y no había terminado su jornada. Una vez iniciada la confusión la confusión intentó explicarse pero no tuvo tiempo. Sus intentos para esclarecer que tenían que esperar a terminar en el taller cesaron cuando el atractivo y gran hombre mostró un peculiar brazalete. A Sonya le gustaba la joyería pero.nl fue eso lo que captó toda su atención. El brazalete del desconocido tenía una pantalla. Kah'An apretó unos botones y el aparato emitió un pitido corto. Los ojos de la pelirrosa se abrieron de par en par y en su rostro se mostró la emoción de la curiosidad bien despierta. Tras el pitido el aparato transmitió un mensaje oral. La mecánica empezó a sospechar que quizá aquel moreno no era lo que había interpretado en la primera impresión.

Estaba aún pensando y alucinando cuando Kah'An la tomó de la mano y la arrastró fuera. La motorista no pudo resistirse y se dejó llevar. Una parte era la inercia de no poder alzarse a personalidad fuertes y otra era la ensoñación y fascinación que le producía el moreno junto a su tecnología.

Les envolvía el cielo oscurecido de la noche mientras avanzaban por la calle. Sonya no se había percatado de que ya era tan tarde. Tras un rato de caminata, Kah'An se metió en un callejón. La pelirrosa se asustó un poco. Después de todo no era de muy buen barrio. Sabía las cosas terribles que le pasaban a mujeres en sitios oscuros y desolados. Por un instante tuvo miedo. Ese hombre era muy grande y fuerte. Ella no contaba con nada con lo que defenderse. No sabía cómo reaccionar o qué hacer. No la salía la voz estaba conmocionada. Pero en ningún momento aquel hombre se había propasado con ella y quizá era todo fruto de su desbordada imaginación. Kah'An dijo que le agarrara y ella obedeció mecánicamente. Luego pensó que todo en aquella situación era muy rara. Nada era lo que ella esperaba. Le pareció gracioso y soltó una carcajada. El moreno la rodeó con su brazo y al pulsó un botón para que fueran teletransportados a la nave.

En los ojos de Sonya se mostraba la curiosidad y la fascinación ante ese nuevo mundo que abría sus puertas. Estaban ascendiendo por los aires, abducidos por un rayo de luz. Era algo único. Esas cosas sólo pasaban en las películas de ciencia ficción y ahora las estaba viviendo. Una delirante emoción recorría sus venas. Un chillido emocionado salió de su boca. Al final de la ascensión se encontraban en un recinto con el suelo, el techo y las paredes de metal. Sonya se quedó anonadada al ver tantas cosas terrícolas por el lugar. Le recordó a cuando la sirenita recogía objetos de la superficie.

- WOW. Entonces, ¿Vienes de las estrellas? - preguntó con la misma ilusión y fascinación de quién descubre un tesoro.

Observó como la chica ojeaba todos los objetos que habían ido recolectando en la nave, de pronto, el vehículo se puso en marcha para ponerse en órbita y todo el lugar tembló por unos segundos, no podía pasar mucho rato fuera del espacio o su fuente principal de energía quedaría inactivada, es por eso que, en sus incursiones, dejaban a Kah’An y desaparecían, el suelo se estabilizó y el moreno se acercó a la mujer:

-Vengo de otro pl-pl…- Le costaba pronunciar aquella palabra: - …Planeta está muy lejos. – Omitió la parte de la oscuridad tragándolo, el cambio de los mapas estelares, la mujer no necesitaba conocer esos detalles: - Ven. –

Se giró dirigiéndose a la puerta del hangar, que se abrió poco a poco, dejando al descubierto un largo pasillo iluminado por luces rojas, al inicio de este, a la derecha, había unas escaleras que ascendían hacia la siguiente planta de la nave, sin embargo, caminaron por el oscuro pasillo unos 2 o 3 minutos, a los lados, discurrían unas tuberías y conductos metálicos que, en algunos puntos, emitían pequeños zumbidos, finalmente, llegaron a una compuerta metálica cerrada, el alienígena se quedó de frente plantado ante la misma, extendió su brazalete y este emitió un zumbido, la puerta se abrió.

En su interior había una sala bien iluminada, la entrada dejaba paso a una pasarela de unos 5 metros de largo que estaba suspendida, una vez pasada la misma se pasaba a una plataforma circular en la que había una serie de tableros electrónicos con valores e indicadores, y, al fondo de la sala, incrustado en una pared había una especie de depósito enorme, se trataba de un colector que recogía la radiación recolectada por la nave y la depositaba toda junta, del colector salían y entraban unas tuberías que distribuían la energía a través de la nave y la enviaban a un transformador, una máquina enorme que había bajo sus pies, pero que, sin embargo, no generaba ruido alguno, toda la sala estaba bañada en una luz verde mortecina proveniente del tanque colector, y a los lados, del techo, venía la luz de unos focos que había incrustados en el mismo.

Spoiler:

Kah’An caminó por la pasarela hasta llegar a la plataforma, le señaló el enorme colector a Sonya: - Quiero que tu…- Pensó un instante las palabras, pero cuando fue a hablar una tercera voz que llegaba ahora de la puerta le interrumpió: - Quiere que trabajes con nosotros. – Un hombre con los rasgos del moreno estaba en la puerta por la que habían entrado ellos dos, sin embargo, este tipo era bajito, de la altura de la mujer más o menos, delgado y en su rostro se veían expresiones de cansancio.

El tipo caminó hasta ellos mientras murmuraba: - K’lok M’hiviL Kah’An… - En el rostro del guerrero se dibujó un atisbo de furia, que desapareció rápidamente: - Kgio’Nahak…- Señaló a la mujer: -…Jhopur Niah’Ho, Klobux. – El otro levantó los hombros con un gesto de indiferencia, luego se acercó a la mujer e inclinó la cabeza con un cierto gesto de sorna: - Perdona mis modales, soy Klobux, cómo yo no paso mucho tiempo fuera, tengo tiempo para leer y aprender, por eso domino tu vulgar idioma. – Caminó hasta el depósito, lo miró, luego a Kah’An, luego a la chica: - Kah’An ha visto tus conocimientos y cree que podrías ser muy valiosa para nuestro grupo, quiere que te lo enseñe todo sobre cómo funciona esta nave y…- Kah’An interrumpió al ingeniero: - Yo quiero…Tu quedar. – Dijo a la mujer mientras la miraba.

El otro, hizo un gesto de desaprobación con la cabeza: - Lop Lop Kual M’hizix… - El guerrero frunció de nuevo el ceño y miró de reojo al mecánico de su tripulación: - Asaik m’Hariz. – Murmuró con un tono brusco:

- Le he dicho que una hembra humana no estaría muy segura en esta nave, él dice que te quedarás con él en sus aposentos, y que, si alguien osa acercarse a ti, le arrancará un brazo como castigo. – Eso no era exactamente lo que le había dicho, Asaik m’Hariz era una expresión de su planeta que denotaba posesión, era como te referías a algo que era tuyo y de nadie más: - ¿Y bien? ¿Qué te parece la oferta humana? –

Mientras esperaba una respuesta de la mujer, Kah’An se giró a observar las paredes de la nave, ahora, su único hogar.

Invitado

La curiosidad se Sonya se volvía más intentada con cada nuevo descubrimiento en la nave. Para ella, que nunca había tenido mucho mundo cada cosa era nueva e inesperada. La pelirrosa sintió cómo el vehículo se ponía en movimiento. De sus labios salió un ruidito emocionado. La motorista empezar a sentir fascinación. Miles de preguntas sobre el funcionamiento de aquel vehículo flotante empezaron a agolparse en sumente. ¿Cómo funcionaría? ¿Cómo sería de grande el motor? ¿Qué combustible utilizaría?

Kha'An le confesó que venía de un planeta lejano. Cosa que después de estar abordo de una nave espacial, le pareció muy lógico. Luego el moreno la invitó a acompañarle y Sonya le siguió. El alien abrió una puerta y en el horizonte apareció un pasillo con los ves rojas. Caminaron por el pasillo por un rato. Sonya de fijó en las tuberías y conductos metálicos que surcaban el corredor. Cuando llegaron a una puerta cerrada y metálica, el moreno la abrió con su brazalete y pasaron.

Llegaron a una sala con gran iluminación en la que había una larga pasarela suspendida en el vacío que conducía a una estancia circular con una serie de indicadores con datos y valores. Sonya ávida de conocimientos y curiosidad, se fijó en el enorme depósito de radiación incrustado en la pared. En ese colector, había una serie de tuberías que distribuían la energía por la nave.

Kah’An le señaló a Sonya el colector y le dijo que quería que trabajase con ellos. Lo sé ojos de la pelirrosa se abrieron enormemente por la sorpresa. Tragó saliva. No sabía muy bien que hacer o decir. A la escena llegó otro hombre. Este nuevo desconocido hablo en un lenguaje peculiar con Kah'An. Como era normal la motorista no entendió ni una palabra. Tras está conversación, el recién llegado se presentó como Klobux. Hablaba más fluidamente que Kha'An el inglés americano de la humana. Aunque parecía que no le tenía mucho aprecio a ese lenguaje humano.

- Un placer. - dijo Sonya. - yo soy Sonya, Sonya Stoian.- se avergonzó modestamente al oír las virtudes que Kha'An encontraba en ella. - yo … - tragó saliva. - solamente soy una mecánica. No es algo de otro mundo. - Luego vino la revelación más impactante. Ese atractivo moreno que irrumpió en su taller quería Klobux la enseñase sobre la ingeniería de la nave y que se quedase a trabajar con ellos.

No sabía que hacer o decir. Estaba muy sorprendida. No podría creer lo que estaba ocurriendo. De buenas a primeras su vida había dado un vuelco radical. Hace nada estaba en su taller y ahora estaba en una nave espacial con un propuesta increíble. Era un gran oportunidad para conocer el espacio y aprender su ciencia, ingeniería y mecánica alienígena. Saber sobre una alta tecnología muy diferente a lo habido mundialmente en la tierra. Pero aunque resultase una propuesta muy tentadora había otras razones a tener en cuenta. Sonya sabía lo que era estar subyugada a un hombre y no quería volver a estar bajo el mando de nadie. En la tierra era libre, su propia jefa y trabajaba en lo que le gustaba. Además, no conocía las intenciones de Kah'An. Ni tampoco las condiciones de su trabajo. Una cosa que la produjo inquietud fue el comentario a que se quedase en los del moreno. Era algo de agradecer que se preocupase de su bienestar. No obstante, era inquietante que para que no la pasase nada tuviera que dormir en la habitación con un hombre. Daba la sensación como que la tripulación no sabía de normas de comportamiento, derechos o moralidad.

-Yo tengo una vida en la tierra.- pensó en que era una oportunidad única. - No sé cuál serían las condiciones y ni por qué estáis haciendo una exploración.-

Los dos alienígenas discutieron largo y tendido durante unos minutos, la voz de Kah’An retumbaba en la inmensidad de la sala en la que se encontraban, su tono era hostil, incluso sin comprender el idioma se podía deducir su enfado, miraba a la mujer de forma intermitente y luego a su ingeniero, el cual se dirigió a Sonya:

- Nuestro mundo desapareció, estábamos viajando por el espacio y de repente todo fue engullido por oscuridad, fuimos lanzados a este lugar… - Recapacitó unos instantes y continuó: -…Este es el planeta habitado más cercano que nos cruzamos, y descubrimos que era totalmente diferente a lo que habíamos visto, por eso estamos intentando aprender de vosotros, y al mismo tiempo…- Los hombros del hombre cayeron abatidos, con pesadez: -…Buscamos nuestro hogar. -

-Lp’Kioh…- Negó con la cabeza y se acercó a la mujer, la miró con un extraño gesto en los ojos: - Tú no puede ir. – No era una amenaza, era una evidencia, la humana había visto demasiado, si no estaba dispuesta a unirse a ellos, entonces, no podía salir de allí, no con la información que tenía en su cabeza:

-Kah’An…- El segundo le interrumpió, levantando la mano mientras caminaba hacia ellos: - Lo’g Lo’g Khazih Nimgak…- Murmuró mientras miraba a la mujer con gesto de preocupación, luego a Kah’an, y después, de nuevo a la chica: - Kah’An está preocupado, hemos recibido de primera mano algunas muestras de como se trata en este mundo a los que son diferentes, él ya fue atacado por uno de esos autodenominados ‘héroes’… - El alienígena caminaba de un lado a otro mientras gesticulaba con las manos, al mismo tiempo, Kah’An seguía de pie mirando fijamente a la chica: - No podemos arriesgarnos a que la gente sepa de nosotros, tenemos miedo de lo que podría pasar…No habéis sido precisamente hospitalarios con nosotros hasta ahora. –

Se cruzó de brazos y miró a la chica con un tono serio: - Si te vas, tendremos que hacerte olvidar todo lo que has visto. – Kah’An negó con la cabeza, se encontraba decepcionado.

Invitado

Sonya les miraba haciendo morritos y caritas ya que no entendía nada de lo que los dos alienígenas estaban discutiendo. Por la intensidad y la potencia de la voz de Kah´An que resonaba por toda la habitación, Sonya podía intuir que su recién conocido amigo no estaba muy feliz con lo que el otro hombre le estaba diciendo. Para la pelirrosa estaba claro que discutían sobre ella, su situación y las palabras que antes había emitido. Al final el ingeniero habló a Sonya y esta le sonrió amable y apacible, en plan mira soy muy maja y nada peligrosa. El desconocido le empezó a narrar la historia de su planeta y la mecánica se sintió compadecida cuando escuchó que su mundo desapareció y ahora estaban buscando un nuevo hogar. La cara de la humana reflejaba tanto preocupación como empatía hacia aquellos que la estaban contando la historia de su peregrinación en busca de un nuevo hogar.

- La tierra es grande y seguro que podemos vivir todos en ella.- dijo muy optimista y carismática. Su tono sonaba cálido y soñador.

Después del relato, Kah´An habló para exponerle que ella no podía abandonar la nave y reemprender su vida en la tierra. En ese momento Sonya sintió cierto temor. No quería dejar su trabajo ni a sus personas queridas. No quería permanecer toda su vida en una nave espacial llena de hombres y mujeres alienígenas extraños y desconocidos.

- Pero yo … - habló un tanto congestionada y con unas lagrimillas en sus ojos. Luego el ingeniero volvió a comentar en aquel idioma alien desconocido para la pelirrosa. Este la volvió a hablar para contarle que habían tenido encontronazos con los humanos y que habían sido hostiles.

- Bueno … no sois tan diferentes a nosotros. Quizá podéis pasar por humanos, ganaros la confianza de los terrícolas y construir algo así como una ciudad propia.- habló de forma esperanzadora la mujer. - ¿Qué te hicieron los héroes? Yo no sé mucho de ellos.

Kah’An dijo que si ella se iba la tendrían que borrar la memoria y ella emitió un sonidito de estupefacción y cierto miedo. No quería olvidar. No quería tener lagunas de memoria. Respiró hondo. Tenía que pensar y tranquilizarse.

- Estoy un poco cansada, puedo ir a acicalarse y descansar.- Sonya pensaba que si podía estar un rato solo quizá podría pensar como escabullirse de la nave. Quizá si hubiera alguna lanzadera podría abrir el hangar de la nave nodriza y huir a casa.

Los dos alienígenas intercambiaron miradas oscuras, ya no había en sus semblantes ningún tipo de amistad ni gesto bondadoso, la Tierra había demostrado muchas cosas, pero ninguna de ellas era algo bueno, estaba claro, aquella mujer no estaba dispuesta a colaborar con ellos, una lástima: - Nok’Vah. – Indicó Kah’An con un gesto de indiferencia de su mano, su compañero afirmó y entonces el líder del grupo caminó hasta la puerta sin siquiera dirigir la mirada a aquella mujer:

-Klobux…Li’h Pir. – El tono imperativo del alienígena dejaba claro el mensaje, aún con la diferencia de lenguaje podía entenderse ‘Que se largue’, las puertas de la sala se abrieron y el orgulloso guerrero desapareció por las mismas, Klobux miró entonces a Sonya, era una mirada misteriosa y curiosa:

- No te lo tomes a lo personal, es un tipo orgulloso…- Le indicó con un gesto que le siguiera y salieron de la sala, volviendo a los pasillos, solo que en lugar de ir hasta el hangar se desplazaron por un bifurcación hacia la derecha, caminaron un tiempo corto y entonces llegaron a un pequeño taller en el que había todo tipo de herramientas insólitas, delante de ellos, al fondo de la sala, había unos paneles e indicadores que parecían describir los niveles de la nave, presión, energía y otros valores difícil de comprender:

- Este es mi taller, desde aquí también controlo todo lo que sucede en la nave…Bien…- Le indicó con un gesto que se detuviera y entonces él se adentró en la habitación, caminó hasta una especie de taquilla que abrió y examinó detenidamente: - Mi glorioso y amado líder me ha pedido que te ejecute… - Sacó entonces un arma, era negra y de bastante gran tamaño, en la parte trasera tenía un depósito de cristal que contenía un líquido marronáceo ¿Alguna especie de ácido? Klobux apuntó a Sonya con el arma: - Pareces buena chica, y seguro que podríamos haber aprendido mucho el uno del otro. –

Le dedicó una última sonrisa y entonces accionó el gatillo, el líquido salió disparado hacia la mujer y ¿La empapó? El alienígena empezó a reírse: - Tendrías que verte la cara humana…- Rompió en una carcajada y arrojó el arma al suelo, ella tenía el torso y parte de la cabeza mojadas en aquel líquido que despedía un fuerte olor a alcohol: - Ja…Esto es ¿Cómo lo llamáis los humanos? Whiskey…Ahora a ver quién cree a una borracha. - Volvió a reír fuerte, como si aquella broma hubiera sido la mejor de la historia:

-Era una broma, no me ha pedido que te mate, puedes irte, al salir de la habitación vuelve a la bifurcación y ve en el otro sentido, llegarás al hangar de nuevo, verás una plataforma circular roja, ponte sobre ella y te haremos descender. – Le hizo un gesto para que se marchara: - Por cierto, esto ha sido una broma, pero si le cuentas a alguien de nuestra existencia…- Levantó los hombros en un gesto de ‘ya veremos’ y entonces se giró hacia el panel del fondo para dedicarse a su trabajo.

Invitado

Un escalofrío recorrió la espalda de la pelirrosa. No le gustaba para nada las miradas que intercambiaban los dos hombres. Sus semblantes tenían un gesto hostil y no parecía que supieran llevar muy bien una negativa. La motorista sabía que eran más fuertes que ella y que se encontraba en una situación de clara desventaja. No sabía pelear ni era decidida. Ni siquiera estaba en su elemento. Tragó saliva. Esperaba poder convencer a esos dos de que ella no era una anemaza ni tampoco alguien muy útil para tener de prisionera. Que simplemente era una mujer cualquiera de la tierra sin una importancia relevante. Pero esa baza podía salir mal. Ya que, si consideraban que la mejor opción para terminar con un individuo no válido era aniquilarlo. No quería pensar en eso y negó con la cabeza. Tenía que mantener la fe y la esperanza en salir de allí con vida. Pero a cada minuto que pasaba le era más difícil no pensar en ello. Estaba entre la espada y la pared. En una situación donde no veía la salida y se empezaba a agobiar y poner nerviosa. Tembló ligeramente y sus manos comenzaron a sudar un poco. El ambiente para ella se había vuelto un tanto denso.

Kah'An salió de la estancia dando una vigorosa orden. Que a Sonya le sonó como una amenaza. El terror se apoderó de ella. No tenía nada con lo que hacerles frente. Su ingenuidad y desconocimiento había sido la causa de su muerte. Su ruina había sido confiar. Estaba por una parte asustada y por otra desilusionada. Sonya pensaba que en el mundo y el universo quedaba mucha gente buena. Pero la situación en la que se encontraba parecía decirte que se estaba equivocando muy fuertemente.

Klobux empezó a hablar y a Sonya sus palabras le sonaron a sentencia de muerte. Lo que en primeras parecía una buena y gran experiencia. Se tornaba macabra y siniestra. Iba a ser su fin. ¡Qué triste! No había podido disfrutar de su nueva libertad. La pelirrosa siguió al ingeniero muerta de miedo. Pensaba en cómo poder escapar de aquella sentencia mortal. ¿Que podría hacer? ¿Cómo podía escapar? ¿Serviría rogar misericordia? Sus ojos se empezaban a liquar. No era su hora. No así. No cuando estaba empezando a caminar por su propia cuenta. Hipó nerviosa.

Llegaron a una pequeña habitación y el alien le indicó a la motorista que ese era su taller. Sonya tardó unos segundos en reaccionar y poder abrir la boca.

- … es bonito … - dijo un tanto sin pensar. Por cortesía o quizá como acto reflejo.
Luego Klobux comentó lo que la mente de la pelirrosa suponía. - pero yo … empezó su ruego. Entonces el hombre sacó un arma y de la boca de la motorista salió un iiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii aterrorizado. Era su final. Se arrepentía de tantas cosas. De haber sido tan estúpida. De no haber aprovechado su vida al máximo. ¡Qué sería ahora de Lola y Mimi! Cerró los ojos y las lágrimas cayeron. De pronto cuando esperanza un impacto y luego vacío y oscuridad, lo que sintió fue estar mojada de un líquido fuerte y pegajoso. Abrió los ojos sorprendida. Vio y escuchó a Klobux reirse. Tras su risa explicó la situación a Sonya y ella se alegró de estar vida. Impulsivamente abrazó al alien.

- Sé que no confías en los humanos pero hay gente buena. Espero que podáis encontrar un lugar donde vivir y que si nuestros caminos se cruzan sea en circunstancias donde no tengamos que ser rivales sino amigos.

Así, con sus buenos deseos para todos Sonya se despidió de la tripulación y se subió a la plataforma. La hicieron descender y se encaminó a su casa. Se ficharía y tras prepararse algo rápido y calentito se iría directa a la cama.

Tema: Re: Sobre motocicletas y motores (Sonya) - 18/05/2018

» café y acuarelas (Elysia y Sonya) (7 de Julio de 2018)
» Some Like It Hot (Garnet) [20-10-2018]
» La encarnación de la ira (libre) [10-05-2018]
» Ficha Sonya Stoian
» Cold Fire (Cane) [05-11-2018 / 14-11-2018]