¡Anda mira! ¡Una companion! (Deadpool) [Marvel, Pre-Omega, 7/3/2016]

Un día como cualquier otro y cuando el reloj marca las cinco de la tarde, decido levantar la vista de la asquerosa tarea de trocear aquel tumor para poder estudiarlo a fondo. Un trabajo de rutina que generalmente hace, o tendría que hacer mi becario, pero no lo encontraba por ningún lado, tendría algo importante que hacer para haberse ido tan pronto. La verdad es que era un chico bastante ocupado, pocas veces pasaba por el laboratorio después de comer.

Así que ahí estaba yo, sentada sobre la mesa de mi ordenador, con un te de máquina entre las manos mientras revisaba el correo, mi pequeño rato de descanso por las tardes, antes de seguir haciendo cortes en aquel tumor de colon con tan mal aspecto, pero la clínica que lo había enviado necesitaba un diagnóstico genético y antes de hacer nada sobre el tejido, había que prepararlo adecuadamente. Tarareaba la canción que el modo aleatorio de mi ipod marcaba mientras me hacía a la idea que hoy tampoco me daría tiempo a pasar por la tintorería por mi traje, que un doctor simpático pero algo achispado manchó de vino tinto en el último congreso sobre genética. Menos mal que en mi trabajo diario no estaba obligada a llevar traje, salvo ocasiones especiales, por eso hoy llevaba unos pantalones cómodos, un jersey amplio y unas cómodas botas bajas. Nueva York podía ser un infierno aún peor que Londres con zapatos de tacón.... Como echaba de menos Londres y mi querida Sheffield, ir al campo los fines de semana sin tener que conducir medio día, la hierba verde y el aire limpio, y porque no, también el olor del whiskey de malta y no ese sucedáneo de patata que se bebía en américa. Para ser un país nacido de Inglaterra, no podíamos ser más diferentes, con ese comportamiento tan bárbaro y ese acento tan extraño. ¿Quien llamaba elevador a un ascensor? Sólo los americanos...

(Nota: En inglés americano, ascensor es "elevator" mientras que en inglés británico es "lift")

El asunto de Miami Beach tres días atrás había salido rana, desde luego, y convenía estar algún tiempo fuera de circulación. Su contacto se había desligado completamente, su contratista y media comunidad sobrenatural del Condado de Dade y los Cayos de Florida le querían más que muerto y para rematarlo todo no querían pagarle. Si había algo que le disgustaba especialmente era la parte del dinero. Solo podía admitir que se lo había pasado bien. Bueno, eso y que había acabado con varios fans de Reggaeton. Como siguiese haciendo actos altruistas iban a perderle el respeto en el negocio.

Desaparecer había sido trabajo fácil para Masacre. El mercenario bocazas no era una presa fácil de rastrear y por una vez su falta de cabello había resultado útil frente alguno de sus perseguidores. Sin pelo los muñecos vudú pierden mucho. Sin embargo, no había salido ileso del último trabajo, lo que no dejaba de sorprenderle. De entre todas las heridas había una que su factor curativo no lograba cerrar, a pesar de no ser gran cosa, y comenzaba a serle molesto. Se empezaba así y se terminaba perdiendo algún dedo o la cabeza misma. Con aquellos pensamientos en mente no era sorprendente que buscase tratamiento médico. Por desgracia la única persona en que podía confiar que supiera como arreglar aquel estropicio con discreción y que le debía más favores de los que pudiese contar estaba muerta. No era que tuviera ganas de ver al Doctor Killebrew. Si por él fuera lo volvería a matar, pero desde que se sacrificase para salvarle la vida costaba algo más echarle en cara todo el infierno por el que le había hecho pasar.

En su búsqueda de un matasanos especializado en cáncer Wade halló un nombre. No sabía si le serviría pero tendría que hacerlo. El cuello empezaba a picarle demasiado.

(FDI: Muevo a Deadpool para que llame la atención de Astrid o si no puede tirarse un rato esperando a que ella se entere de que está ahí)

La joven doctora pegó un respingo en su silla de oficina cuando escuchó unos toques repetitivos sobre una de las mesas del laboratorio, desde luego que no esperaba a nadie y mucho menos que la pillaran cantando, claro que tampoco se esperaba encontrarse a alguien de la guisa de Deadpool en su laboratorio tocando la mesa del laboratorio como si fuera un paciente tocando a la puerta de su médico de cabecera.

- Ehhh. ¿Se ha perdido? ¿Es de la universidad? Esto es sólo para personal... ¿Como ha entrado? La puerta estaba cerrada...

Un montón de preguntas se agolpaban en su cabeza, no sabía porque sentirse más anonadada, si por las pintas de aquel hombre o por la confianza con la que se paseaba por allí, como Pedro por su casa. No tenía pinta de ser alguien de la universidad, y mucho menos del centro investigador, si fuera así lo sabría, mas o menos. Aunque quien sabe, quizás fuera algún investigador de otro centro que se había fijado en algún artículo suyo, pero en ese caso era raro que se hubiera presentado así sin más, lo normal y lo educado hubiera sido enviarle un mail para concertar una cita y si hubiera recibido un correo de esa índole se acordaría, más o menos, o al menos lo tendría en su bandeja de entrada, pero tras un nuevo vistazo rápido por si acaso algo se le hubiera pasado por algo, se dio cuenta de que realmente ningún eminente investigador se había fijado en su trabajo y por lo tanto todavía estaba muy lejos del nobel o algún premio de renombre y que no había olvidado ninguna de sus citas, un alivio, aunque tampoco es algo que sucediera con demasiada frecuencia, sólo cuando andaba justa de cafeína o cuando se le iba mucho la mano con la misma. Las drogas, igual que los medicamentos, sólo funcionaban bien en su dosis justa, por debajo no hacían nada y por encima... bueno, generalmente no sucedía nada bueno cuando se te iba la mano con los medicamentos.

Masacre daba vueltas por el laboratorio como una suegra cascarrabias visitando la casa recién amueblada de su retoño y su desgraciada pareja. Que es esto, que es aquello, seguro que llegais bien a fin de mes, no estará el vago de tu marido/mujer engañandote con otra/o, sí, hablo de tí, se que estás escuchandome. Miró un aparato extrañado. No, no parecía una tostadora. Levantó la mirada hacia Astrid como si acabase de reparar en ella. Se llevó las manos a la cara haciéndose el sorprendido.



Deadpool miró fijamente la puerta en la distancia, con resentimiento. Quizás tuviera al otro lado un cartelito de esos con el nombre de su ocupante, o quizás no, Astrid no era médico de cabecera y él no tenía ni idea de como organizaban los investigadores todo aquello, lo que había complicado todo un poco. No podía pedir cita y había tenido que ir mirando ventana por ventana del edificio. La puerta se estaba riendo de él, pero él siempre reía el último. Miró nuevamente a Astrid, sonriendo bajo la máscara, y volvió a dar vueltas por la habitación mientras hablaba.



Acabó frente a Astrid, miró a los lados como si le preocupara que alguien les escuchara y se llevó la mano a la boca.

Astrid no podía evitar mirarle con otra cara que no fuera la de absoluta perplejidad. ¿Si no había entrado por la ventana por donde puñetas lo había hecho? ¿De que estaba hablando ese hombre tan extraño? ¿Relación médico paciente? ¡Hacía años que no ejercía de clínica! Y no creía que sus ratones pudieran se calificados como pacientes, no en el sentido estricto de la palabra... ¿Y quien era ese doctor Patrick del que hablaba? Nunca había escuchado hablar de él.

Un par de minutos después de que el enmascarado hombre se presentara, cuando hubo perdido la cara de lela que se le había quedado y se recuperó del shock finalmente acertó a preguntar con cierta timidez. Aquel hombre parecía estar un poco chiflado, o al menos tener un grave problema de diarrea verbal, lo cual no parecía letal en si mismo, pero si desagradable... Alguien tendría que pensarse en recetarle unos antipsicóticos o unos ansiolíticos.

- ¿Y puedo saber exactamente que estaba buscando señor Deadpool? Lamento comunicarle que mi especialidad es la genética y no trato pacientes; pero si me dice cual es su problema estaría encantada en derivarle con alguno de mis colegas.

Sin embargo la rubia doctora tenía sus dudas al respecto, es decir, estaba tratando con un hombre enmascarado, sin lugar a dudas estaba protegiendo su identidad, y Astrid tenía serias dudas al respecto de que fuera su médico de cabecera de siempre quien recetara antigripales de Spiderman o el Capitán América. Pero tenía una pregunta aún más importante todavía. ¿Se contagiaban de la gripe y resfriados como todos los demás? ¿O quizás eran inmunes a las infecciones de ese tipo? Sin embargo, algún médico en algún momento debía tratarles. La verdad es que le gustaría conocerlo, su historial clínico fijo que era algo interesante a lo que poder echar una ojeada.

Deadpool se cruzó de brazos aparentando seriedad, o aparentando que aparentaba seriedad, desde luego jugaba a su favor el hecho de que la doctora Astrid Hadlow parecía tan aislada del mundo que ni siquiera había oído hablar de él. De otro modo habría sido una actuación muy pobre. Se preguntó si sabría quienes eran los Cuatro Fantásticos o los Vengadores. Suponía que sí, era sorprendente lo que hacía un departamento de marketing entero trabajando para tí. Pero él había salvado continentes, el planeta y el universo alguna que otra vez y ni siquiera compraban sus caretas. Hasta Spiderman conseguía colar alguna camiseta ocasionalmente a pesar de ser la amenaza número uno de New York, según el Daily Bugle, aunque, por supuesto, que no se llevaba ni un centavo por ello. Si él se enteraba de algo semejante se aseguraría de sacarle todo el dinero al culpable. Incluso si le pillase de buenas no iría a su casa a amenazarle con un cuchara. ¡Mandaría a su abogado! Solo tenía que convencer a Hulka de que fuese su letrado y caería todo el peso de la propiedad intelectual sobre el desgraciado, de una forma u otra.

El mercenario sonreía bobaliconamente pensando en ello antes de que Hulka le atizase en sueños. Fuera de sus fantasías y en mucho mejor estado físico se llevó la mano al mentón pensativo en un gesto algo teatral. No tener fama entre las masas tenía sus ventajas y lo que él necesitaba era una genetista.



Sentenció convencido mientras comenzó a reanudar su paseo por la sala sin parar de aletear los brazos y hablar.



Terminó de gesticular con aire triunfal.

Por mucho que hubiera asegurado que no tenía cara de idiota, en aquel momento ella no apostaba por ello, es decir, un hombre había entrado en su laboratorio sin saber cómo ni porque, bueno, eso parecía quedar más o menos claro. Necesitaba un medico, y por sus explicaciones al parecer uno especializado en genética, pero Astrid no terminaba de comprender porque necesitaba un genetista si lo que tenia era una picadura en el cuello. Salvo que fuera un insecto radioactivo y estuviera mutando, pero ni aun así, eso solo eran leyendas urbanas que circulaban por OSCORP para asustar a sus empleados. Aun así la joven doctora no terminaba de comprender el largo y apresurado discurso del que parecía querer ser su paciente y su cara era un ejemplo bastante grafico de los signos de un ictus cerebral.

- Perdone que lo pregunte, pero... ¿Gen X? Es decir... Pensé que los comités bioéticos habían sido bastante claros en ese asunto. ¿La gran C? ¿Y para que querría yo diseccionarle?

Aquel sin duda era un hombre extraño, pero si lo que le decía era una mínima parte cierto, alguien se estaba saltando todas las leyes sobre bioética a la torera, aunque ese alguien al parecer fuera un alguien muerto. Que ella supiera, tan solo se había aprobado la experimentación con animales a los que se les había insertado dicho gen, saber que había alguien que se había saltado las directrices como le había dado la gana, le hacía preguntarse el verdadero estado de las investigaciones con respecto a ese asunto, algo que seguramente estaba lejos de las publicaciones científicas que regularmente leía.

Astrid parecía un tanto confusa, pero todavía no había empezado a amenazarle ni a gritar lo que solo podía calificarse como un gran comienzo. Lo mismo no hacía falta ni recurrir a la violencia y todo. No era que Masacre no disfrutase de la violencia gratuita pero una parte de su mente le recordaba que hacer daño a otros estaba mal. Además no cobraba por aquello, lo que era peor.



Asintió antes de que un par de neuronas comenzasen a cocinar la idea de que debería dejar de pensar en voz alta. Una tercera insistió mucho en que la importancia de tratar bien a tu médico pero la regeneración celular acelerada acabó con ella bastante rápido.



Por unos instantes el mercenario escupió las palabras con verdadera amargura. En su mente aparecían imágenes desordenadas, fragmentos de su pasado, pero cuanto más se esforzaba por agarrar uno más se alejaba de su mente. En unos segundos volvió a ser el enmascarado deforme y bocazas de antes. No era exactamente amnesia, era más un caso único de memoria selectiva. Tras varios traumas, un crecimiento celular anómalo y un par de lobotomías lo sorprendente no era que estuviese majareta, sino que no estuviese balbuceando en un rincón.



Wilson se esforzo para no parecer incómodo hablando de ello, lo que no hizo sino enviar señales evidentes de que lo estaba. Tamborileo la mesa un segundo y trato de cambiar de inmediato de tema.

Astrid ya no tenía nada claro, después de las últimas palabras de su paciente ya no estaba segura si lo que quería era un médico o una cita. Quizás las dos, lo cual lo hacía todo aún más inquietante, no es que no agradeciera sus flirteos, pero no estaba demasiado interesada en iniciar una relación con un enmascarado y menos con un paciente.

- No te preocupes Wade, cualquier intervención por pequeña que resulte, se realiza siempre de la manera que resulte menos indolora para el paciente, en la medida de lo posible, claro está. Supongo, por lo que me has contado, que no tienes ninguna historia clínica con tus antecedentes de enfermedades, habrá que hacerte una nueva, si, como dices, de vez en cuando necesitas tratamiento médico; aunque para eso, lamentablemente tendrás que seguirme hasta la clínica y allí podré tratarte mejor.

Sin demora, Astrid se levantó de su sitio, ya más recuperado el control de la situación, e ignorando vilmente los flirteos de su paciente hacia la clínica de la universidad, donde se recibían a los pacientes que participaban en las investigaciones del centro. Y no era técnicamente un hospital, así que tampoco tenía nada que temer, salvo por su bata, claro, en caso de que su bata fuera algo intrínsecamente peligroso.

Guió a su nuevo paciente hasta una consulta vacía y allí se sentó en la silla tras el escritorio, sacando carpetas y papeles para hacer algo que hacía tanto que no ponía en práctica que casi había olvidado, atender pacientes y rellenar una historia clínica. Afortunadamente seguía leyendo suficientes como para no haber olvidado como se hacía.

- Está bien Wade, puede decirme que enfermedades padece o ha padecido?

Wade asintió complacido. Puede que los médicos con bata blanca no fuesen tan perversos en general o que tragarse todas las temporadas de Anatomía de Grey hubiese servido para algo.



La doctora ignoró deliberadamente el gesto y las proposiciones indecentes antes de indicarle que la acompañara. Sonriendo el mercenario la siguió con paso vivaracho. Aquel lugar era poco menos que laberíntico para él pero tampoco tardaron en hallar una consulta vacía. Siendo fieles a la verdad las consultas médicas no despertaban ningún miedo profundamente enterrado en el subconsciente de Deadpool. No es que no le recordasen a sus días de enfermo terminal, o al menos no lo hiciesen cuando los recuerdos no le bailaban, y no eran recuerdos felices, pero sus roces con la profesión médica se habían originado en un internado muy concreto años después. Mientras Astrid no riese malévolamente todo iría bien.

Wade se sentó en la silla con cuidado. Había esperado ver algún dibujo de hombres palo felices y casitas cuadradas con tejados en punta en las paredes pero aquel despacho no debía ser usado habitualmente por un pediatra. Para él no hablaba muy positivamente del médico que lo usase pero tenía fe ciega en que Astrid se ganaría la confianza de cualquier mocoso, si hubiera tenido alguno como paciente. Era como un baremo para médicos. Además él no le haría ascos a una piruleta.

Decir que Astrid estaba alucinando era decir poco, a medida que Wade hablaba y le contaba todas y cada una de sus peripecias que él consideraba médicas, ella tenía cada vez más la sensación de que le habían echado drogas en el café y había entrado en la dimensión desconocida, donde a un desconocido con traje rojo le habían inyectado sangre de Hulk (¿Se le podría pinchar cuando estaba asi?) y después casi se había desintegrado, y digo casi, porque según su delirante historia no lo había hecho gracias a un dios malvado que era casi considerado una leyenda, y no por lo cerca que estuvo de destruirlo todo, sino porque hacía mucho tiempo que no se le veía el pelo por ningún lado, algo que sin duda ella agradecía.

Sin saber si todo aquello sería o no relevante, decidió apuntarlo en una hoja aparte, para revisarlo luego y decidir si entre todo aquello había algo que pudiera considerarse como "antecedente médico" pero no estaba muy segura de aquello a juzgar por todo lo que le seguía contando. Si antes ya había pensado que lo de la experimentación genética era demasiado, el resto era casi material de ciencia ficción, más propia de Orson Scott Card que de un hombrecillo con diarrea verbal.

Cuando terminó y Astrid se aseguró que no se había vuelto loca, le pidió que le enseñara donde tenía la herida de la que se quejaba y se retiró ligeramente la máscara para enseñarle algo en el cuello. Por delicadeza omitió cualquier comentario sobre las terribles cicatrices que se insinuaban bajo el uniforme, quizás fuera ese el motivo para que llevara máscara, y sabía que algunas deformidades eran un tema suficientemente sensible como para no querer indagar demasiado, pero estaba claro que aquel hombre había sufrido demasiado, quizás era hora de que alguien le tratara con delicadeza y profesionalidad.

- No parece una picadura, sino más bien una mordedura. ¿Ha tenido contacto con algún tipo de animal venenoso? Serpientes o cosas así, el tejido de alrededor parece necrosado, algunos venenos de serpientes tienen ese efecto, quizás sea ese el motivo por el que no se le cura de forma normal. Lo mejor será retirar el tejido afectado, no es una región muy extensa y con un par de puntos estará arreglado luego. Prometo que no le dolerá. Sígame, estará más cómodo en una camilla.

Sin esperar mucho más se dirigió a una de las salas adyacentes a las consultas, boxes, donde podían realizar con total comodidad los prodecimientos médicos necesarios a los pacientes que participaban en las investigaciones y ensayos. Aquello no era un hospital, pero salvo porque no había pacientes ingresados, no se diferenciaba demasiado de uno. O al menos de una clínica privada.

Cuando terminó de contar todo se quedó pensativo reflexionando si se había dejado algo en el aire. Si su cabeza era un rompecabezas tenía que pararse a recoger las piezas cada dos por tres. No ayudaba que la buena doctora quisiese un historial médico y el no supiese distinguir que encajaba dentro de uno.  Por ejemplo estaba convencido que la vez que el Cisne Negro hizo malabares con su cerebro tenía que contar de alguna manera como enfermedad mental, más o menos. En cambio cuando a T-Ray le dio por resucitarle con hechicería y separar sus personalidades en diferentes cuerpos no encajaba exactamente en ningún cuadro clínico que pudiese inventarse. A menos que lo llamara "Personalidades Múltiples Corpóreas" o algo así. Lo mismo le daban un doctorado en psiquiatría sin estudiar, podría llamarlo el sindrome de Wade Wilson...

A la señal Wade se dejó mirar sin resistencia. No era que no le disgustara que le tocasen la máscara. Aunque le habían pasado tantas cosas que casi lo había superado que le vieran el careto, para que luego viniera la amnesia selectiva y volviese a disgustarle, era como que escribiese tu vida otra persona súbitamente. Lo importante era que no le agradaba pero que Astrid fuese doctora y le estuviese mirando con fines médicos ayudaba a sobrellevarlo.



Tenía la sensación de que olvidaba algo importante cuando entraron en la sala contigua. Es decir, había una buena razón para que le preocupara la herida en el cuello, solo tenía que dar con ella y todo cobraría sentido. Justo cuando iba a sentarse en una camilla la respuesta apareció por la puerta que habían entrado. Un individuo pálido de ropa negra y sombrero que decía a kilómetros que no le diera el sol acompañado de los tres primos bastardos del monstruo de Frankenstein. Para que pasase el primero habían tenido que agrandar el marco de la puerta y no habían necesitado más que los hombros.



El chupasangres no parecía muy dispuesto a darle coba y mucho menos a dejar testigos con vida pero se permitió una sonrisa triunfal y revelar el as en la manga que guardaba. Mal hecho.

- Su vida nos pertenece, Deadpool, al igual que su sangre. - gritó triunfal enseñando una botella pequeña con un líquido rojo procedente de su abrigo.

Aquello estaba mal, no había firmado nada al respecto que incluyese filacterias chungas... creía... A lo mejor debería haber leído la letra pequeña del contrato. Quien iba a pensar que estar escrito con tinta roja iba a ser un claro signo de que tenía trampa. En cualquier caso Vlad había cometido un error de villano clásico y él no pensaba venderse a nadie para toda la vida, especialmente para una vida demasiado corta y menos si no había feeling y ni ese tipo ni su jefe muerto eran su tipo.

Wade no lo pensó un instante y desenfundó una pistola para disparar al frasco. Un proyectil cruzó la sala en instantes hasta chocar contra la pared. Los reflejos vampiri-chungos de Vlad no estaban a la altura del primogénito de amo del magnetismo pero si por encima del mercenario bocazas y apartar el frasco fue un juego de niños. El chucóptero se rió de él.

- Nos infravaloras mortal y hoy no tienes al que camina bajo el sol para salvarte. ¡Matadlo! ¡Matad a ambos!

Y él que creía que lo de Florida había sido malo. Estaba visto que tendría que utilizar el plan B o C... la familia Monster había encontrado una manera de seguirle a cualquier sitio necesitaba desaparecer a lo grande y que fuera rápido. De hecho lo necesitaba para ya. Era una suerte que hubiese sacado de su escondite el teleportador de Noah. El holding interdimensional Landau, Luckman & Lake tenía una tecnología teleportadora que dejaba en pañales los cachivaches de Comadreja y por suerte él había saqueado el cadáver de su ex compañero de la firma (de lo que no se había sentido especialmente orgulloso en su momento pero ya casi no recordaba ni quien era Noah). Aunque los códigos llevaban años desactivados había hecho un poco de McGyver para que funcionasen, chicle y todo. Esperaba que lo hicieran. Apretó el botón y un portal apareció de la nada tras ellos con un efecto de viento muy teatral que no recordaba normal.



No consultó su opinión a Astrid pero contaba con que prefería largarse a lo desconocido que hacer frente a aquellos gorilas. Quizás no fuese el caso y prefiriese una muerte segura a una insegura pero potencialmente más dolorosa y con más squich pero a él le parecía infinitamente más interesante.

- ¡No hay lugar en el mundo donde puedas huir de nosotros!

Wade sonrió. A veces se sorprendía de que se lo pusiesen todo tan a huevo. Era como si el mundo conspirase para reírse de los demás. Debía ser algún tipo de karma para compensar todo lo que le pasaba.



Y sin agregar más agarró a la doctora y saltó al portal.

Acababa de ponerse los guantes, estaba preparando todo el instrumental, cuando juró haber escuchado algo rozar contra los marcos de las puertas, y cuando se giró de lo que se extrañó no fue de haber oído que algo rozaba el marco de la puerta, sino de que éste siguiera en su sitio. Un tipo enorme acababa de pasar por la puerta de la sala, en otras circunstancias Astrid hubiera llamado su atención para que se fueran, pero estaba demasiado sorprendida para hacer nada, no porque en un sólo día hubiera habido más invitados no deseados que en un año, sino porque resultaban amenazadores, nada amigables y demasiado extraños como para no darse cuenta.

El hecho de que siguieran hablando de sangre, posesiones, mortales y cosas así la dejó aún más anonadada si cabía. Cuando Wade sacó la pistola entró oficialmente en pánico y tan sólo buscaba un sitio en el que esconderse, pero no tenía claro que moverse fuera una buena idea teniendo en cuenta el aspecto que tenían los intrusos, de hecho tampoco estaba segura de que respirar fuera algo acertado en aquel momento. Iba a morir, estaba claro, una muerte terrible y dolorosa, le quedó terriblemente claro cuando el hombretón le ordenó a sus matones que los mataran. ¡Ella no había hecho nada! ¡Era una simple doctora! ¿Porque todo tenía que pasarle a ella?

Había cerrado los ojos, esperando que no le doliera demasiado cuando sintió un fuerte tirón en su muñeca y como algo se la tragaba hacia algún lugar. ¿Eso se sentía cuando se moría? No había dolido tanto... Abrió los ojos con precaución, poco a poco, y miró a su alrededor esperando ver algo conocido, o desconocido, pero más bien era lo último, hasta que encontró la cara enmascarada de su paciente.

- ¿Estamos muertos? ¿Que es esto?

Los teleportadores de LL&L eran el hepítome del viaje seguro, cómodo y rápido por la galaxia. Un paso y uno se encontraba exactamente donde quería quien había abierto el portal (y si era necesario cuando quería), siempre que tuviera los papeles en regla y central aprobase el viaje. A su lado los Stargate eran como un viejo utilitario a punto de caerse a trozos frente una limusina con mini bar y chofer. Por supuesto eso era cuando no utilizabas material descatalogado, puenteabas los controles con chicle y omitías de forma deliberada el cálculo matemático necesario para no enviarte al centro de alguna estrella o agujero negro cuando no al espacio profundo lejos de cualquier cosa, especialmente de oxígeno. Por tanto lo más sorprendente de todo cuando cruzaron el portal fue posiblemente que seguían exactamente igual que antes, salvando las distancias y un montón de variables que en aquel momento ninguno de los dos conocía todavía.

FDI: