Un día como otro cualquiera (Astrid) [Marvel, Pre-Omega, 2/9/2016]

De vez en cuando tenían cosas como esas en la universidad, nada de extrañar, siendo una universidad privada de prestigio. Los laboratorios y empresas privadas exponían sus más recientes logros y avances con el objetivo de tentar a los jóvenes estudiantes de que se unan a ellos y para ojear cuales eran los más brillantes para posteriormente librar una batalla encarnizada de ofertas laborales y de investigación para llevarse la guinda más brillante y sabrosa del pastel.

Astrid no había tenido nada de eso cuando era estudiante, ninguna empresa privada se la había rifado ofreciéndole el oro y el moro, pero era bastante lógico, en Europa la investigación científica se desarrollaba sobre todo en entidades de financiación pública o universidades, sin embargo se sentía orgullosa de la pequeña batalla de ofertas que había tenido cuando decidió aceptar aquel puesto en la universidad de Columbia, no es que Oxford no tuviera nada para ofrecerle, estaba claro que sí, tenía un departamento de física envidiable, pero ella quería algo más, emprender su propio camino, su propia aventura, quería llegar a lo más alto de la física, descubrir la manera de viajar por el espacio-tiempo, visitar planetas en remotas galaxias, la cura contra el cáncer... Quizás ganar el Nobel o algún otro premio de similar prestigio... Por eso había ido a Estados Unidos, no es que fuera su país favorito, pero era un lugar donde las empresas gastaban cantidades ingentes de dinero en mantener puntera la investigación y era algo que no había querido perderse.

Pero Astrid seguía siendo Astrid, y como siempre le había tocado pringar en la presentación de aquella mañana, recibir, ayudar y quizás hasta entretener a quien Horizon Labs hubiera enviado para dar aquella charla de reclutamiento. ¡Con la de cosas que tenía que hacer! Pero allí estaba, vestida decentemente para la ocasión, con su bata de un blanco impoluto recién lavada sobre el traje... casi de un blanco impoluto, mientras repasaba que todo estuviera en orden, acababa de descubrir un par de rayajos de boli junto al bolsillo de la bata y otro en uno de los puños... Al menos no olía a formaldehído... Había esquivado durante toda la mañana el laboratorio de genética precisamente para evitarse sorpresas desagradables del estilo.

Parecía que el enviado de Horizon Labs acababa de llegar, un chico joven, supongo que para empatizar con los alumnos, un agradable cambio en contrapunto con los carcamales que lo miraban todo con lupa esperando el mejor momento para empezar a ponerle pegas las cosas, como si ellos nunca hubieran sido estudiantes que se hubieran divertido. Quizás no fuera tan malo estar allí en vez de trabajando, visto de ese modo, podía ser una buena oportunidad de descanso e intercambio de conocimientos científicos, algo mucho más provechoso que intentar no perder a un abuelete americano que me decía que hablaba raro. Aunque este no parecía acordarse de mi nombre, no lo culpaba, le pasaba lo mismo todo el rato.

- Astrid; soy la doctora Astrid Hadlow, hablamos por mail, lo recuerdas? Tu debes ser... Peter? Tranquilo, no eres el único que es un desastre con los nombres... Puedo copiar una fórmula matemática con haberla visto dos veces, pero con los nombres... es una pesadilla...

Como buena británica que era, le tendió la mano para saludarle educadamente y después hacerle el pertinente circuito turístico de rigor, laboratorios, salas de conferencias, cafetería... esas cosas importantes en cualquier universidad...

Iban de camino al aula donde Peter daría la conferencia, mientras se disculpaba por haber estado distraído cuando de repente un ruido los puso a ambos en alerta. Los únicos que podrían montar semejante jaleo en la universidad es si los departamentos de física y geología estuvieran haciendo las pruebas con aquel aparato que generaba ondas sísmicas, pero muy de madre tendría que haberse salido el experimento para montar aquella escandalera.

Pronto le quedó claro a Astrid que eran pasos, cuando una voz retumbante y con un ligero tono estúpido, pero sin resultar menos amenazadora preguntó por un "cacharrito". En ese momento, y desde el suelo y con el trasero dolorido, pues no había sido capaz de mantener el equilibrio, escuchó las palabras de Peter preguntando por una salida, pero ninguna de las dos opciones era demasiado buena.

- Las escaleras están en aquella dirección- Respondió ella señalando la dirección de la que venía la voz.- El ascensor está por el otro lado, y estamos en un segundo piso. Sólo las aulas más grandes del primer piso tienen dos puertas.

Desde luego no era un panorama demasiado halagüeño, no cuando lo que suena como una montaña caminando va directamente hacia ti y tus opciones son o dirigirte a lo que sea que se acerque o arriesgarte a bajar por un ascensor que seguramente se quede bloqueado por la vibración.

Mmmm, esto no pinta bien...no acabo de decidirme que sería mejor. Y encima, no he tenido ni la consideración de ayudar a esta pobre colega.

Dándose un cosquis mental por no haber agarrado a Astrid antes de que cayera (¿No debería tener reflejos para eso?), Peter sopesa sus posibilidades. Pasar delante del Rino no parece buena idea, pero los ascensores nunca son buena idea...

En fin, mejor ir sobre seguro que otra cosa. Siempre puedo decirle que tengo entrenamiento en fugas o algo así.

Tras asegurarse de que Astrid no se ha hecho más daño de la cuenta, Peter se gira en la dirección que le ha indicado:


-Okey, entonces lo mejor será que usemos el ascensor. Con un poco de suerte, el grandullón que haya soltado ese grito no pasará por aquí, pero es mejor que vayamos cuanto antes, antes de que se bloquee.

Para quitarle un poco de hierro al asunto (claro, porque es sencillísimo quitarle hierro a que el condenado Rino se presente en la universidad), Peter empieza a dejar que su boca hable un rato por él mientras corren hacia el ascensor y pulsan el botor con insistencia:


-No te preocupes, la seguridad lo tiene controlado. Puede parecer raro, pero cuando era estudiante teníamos un villano una vez a la semna. Supongo que vivir en Nueva York es como vivir en Tokyo, solo que con chalados enmascarados en vez de terremotos. De hecho, una vez recuerdo que el Duende Verde se pasó por aquí y estábamos en medio de un exámen, y todos creíamos que era un simulacro...

Astrid echó a correr detrás de Peter para alcanzarle, no era muy aficionada al deporte, pero sin duda alguna aquella era una situación en la que no le apetecía nada quedarse atrás. Mira que tenía mala suerte, de todos los días en los que un villano podía atacar una universidad, elegía la suya y encima el día que tenían invitados. Afortunadamente él parecía tomárselo con humor. ¿Quien en su sano juicio se tomaría con humor una intrusión de ese calibre en una universidad? Estos americanos estaban mal de la cabeza. Todos ellos...

- ¿De verdad?

Astrid no pudo evitar echarse a reír mientras entraba en el ascenso, el tipo de risa nerviosa e histérica de alguien que sabe que va a morir pero aún así le hace gracia un chiste. Porque... ¿Era un chiste, no?

- Debí quedarme en Londres... Allí no pasan estas cosas...

Menuda mierda de país, tenían mucha ciencia, pero también tenían muchos locos y muchos experimentos genéticos por ahí sueltos, y todos a cada cual más terrorífico. ¿Que les enseñaban en los colegios para que todos acaben así?

-Un momento ¿Me estás diciendo que en Londres no tenéis que lidiar con tipos disfrazados todos los días? Mmmm, quizá me deba plantear mudarme un día de estos.


Astrid no parece estar muy contenta con la situación, y Peter no puede culparla. Si él fuera de cualquier otro sitio también se tomaría a mal que un loco disfrazado le interrumpiera cada dos por tres su vida rutinaria. Pero bueno, a fin de cuentas Spiderman era parte de ese mundo, y no tenía muy claro que pudiera criticar ese mundo sin sonar un poco hipócrita.

De repente, las pisadas del Rino se hacen más fuertes y, tras un repentino sonido ensordecedor, el ascensor empieza a temblar como nunca y las luces empiezan a parpadear. Y, como se temía que pasaría, el ascensor se para de golpe. Genial, lo que más se temía ha pasado.

"Esto no es bueno. Nos hemos quedado atorados y yo no tengo forma de cambiar de identidad con Astrid al lado. Además, a saber si el Rino da otra de sus cornadas y tira el ascensor abajo o algo así. Vale, se me ocurre una idea..."

-Okey, la cosa no ha ido como esperaba. Bien, si "Jungla de Cristal" me ha enseñado algo es que cuando el ascensor se para hay que salir por el ventilador. Está un poco alto, pero uno podría apoyar al otro y hacer que saliera para buscar ayuda ¿Qué te parece?

"Si salgo yo, podré cambiarme y sacarla de aquí enseguida, y si sale ella podré cambiarme aquí mismo y luego finjir que me he ayudado o algo. Sea como sea, podré pasar a la acción enseguida, y eso es lo que cuenta"

La idea de trepar por el techo del ascensor y salir por el hueco, no terminaba de convencerla, de hecho no le gustaba nada, pero tenía que reconocerle a Peter que era la solución más lógica dadas las circunstancias; quedarse allí dentro con un energúmeno con la fuerza de un terremoto dentro de la facultad sólo podía hacer que el ascensor acabara desplomándose con ellos dentro, y eso sería aún peor.

Haciendo de tripas corazón, y alegrándose por una vez haber recibido clases de escalada, aunque no fuera una experta, se quitó los zapatos, necesitaría todo el agarre que sus pies pudieran darle, aunque fuera poco.

- Yo no peso mucho, si crees que puedes apoyarme podría intentar llegar.

Una vez descalza, se quitó la bata del laboratorio, seguramente también la estorbaría y estiró algo sus brazos, preparándose para lo que sabía que sería desagradable y difícil. No le gustaba escalar, era un deporte ridículo que te deformaba las manos y los pies. No le encontraba la gracia a subir una pared vertical, no era bueno para su vértigo. Pero ahora no tenía otra opción que trepar como un mono para alcanzar el techo de aquel ascensor. Sólo esperaba poder ayudar luego a Peter a salir.

(Fdi: Lamento mucho el retraso, al principio tenía dudas sobre que poner y luego se me pasó por completo...)

-Muy bien. Con un poco de suerte debería haber un conducto junto al techo del ascensor que lleve al pasillo central. Prueba a reptar con él y, con un poco de suerte, alguien podrá abrir el ascensor.

Tras comprobar dónde estaba la puerta de la trampilla, Peter se pone en cuclillas y cruza las manos con el objeto de sostener a Astrid para que pueda salir.

-Cuando quieras.

Pendiente de los ruidos que aún podían oírse en el pasillo (al parecer, la gente seguía corriendo hacia las salidas delante de ellos, si el oído no le engañaba), Peter sostiene en silencio a Astrid mientras ésta abre la trampilla y se dispone a salir. No es que le haga mucha gracia dejarla sola en los conductos, pero a fin de cuentas, la opción de quedarse en el ascensor no era mejor. Con un buen empujón, la doctora consigue salir del ascensor y apoyarse al techo del ascensor.

"Bien pensado, a mí tampoco me hace mucha gracia quedarme aquí dentro. Si Astrid puede ayudarme a salir de aquí, a lo mejor puedo acompañarla a la salida y luego ir cambiarme a toda prisa. Tardaré un poco, pero al menos no la dejaré sola."

-Okey ¿Ves algún conducto por ahí? Con un poco de suerte, debería haber uno abierto. Ten cuidado.

"Al menos, el Rino no ha vuelto a cargar en un buen rato. Seguramente esté en la otra punta del edificio ahora..."

En ese momento, un golpe estruendoso y ensordecedor retumba en todo el ascensor. Aunque no podría jurarlo, Peter está seguro de que el Rino tiene que haber embestido contra su ascensor o uno cercano, pero cómo un tipo de dos metros y medio y exoesqueleto ha conseguido mantenerse en silencio hasta ahora, no sabría explicarlo. Peor aún, el golpe parece haber afectado a las cuerdas del ascensor, porque pronto se pueden empezar a oír las vibraciones que indican la pérdida de resistencia.

"Genial, no sé ni por qué pienso estas cosas. Siempre consigo que las cosas se pongan peor."

Las cosas no mejoran mucho cuando el ascensor pasa de tambalearse (lo cual es bastante malo) a dar las típicas sacudidas que indican que está a punto de soltarse. Un golpe más, y lo más probable es que acabe en el fondo.

-¡Astrid, si ves un conducto o lo que sea, agárrate ahora mismo! ¡No te preocupes por mí, seguro que el ascensor resiste!

Esperando quitarse de encima la desesperación, Peter empieza a plantear algunas soluciones. Ya que Astrid no está, a lo mejor podría abrir las puertas y salir antes de que...

El segundo golpe llegó, y, con un ruido estremecedor, las cuerdas del ascensor empiezan a romperse.

En cuanto estuvo fuera de la caja del ascensor, Astrid miró como una loca a todos lados, pero no había ningún hueco por el que meterse, afortunadamente estaban entre dos pisos y seguramente podría abrir las puertas del piso de arriba, la mayoría de esas puertas en caso de parada se abrían si hacías un poco de fuerza. El caso es que ella no tenía mucho de eso, pero esperaba que fuera suficiente.

- Hay una puerta, creo que puedo abrirla...

Había conseguido abrir un resquicio a pulso, cuando debajo de ella, sintió un golpe brutal que le hizo soltar las puertas y perder todo el avance que había hecho, los cables temblaban y habían empezado a partirse, fuera lo que fuera lo que había golpeado el ascensor por debajo iba a hacer que se mataran. Desesperada y consciente de que tenían muy poco tiempo volvió a abrir las puertas del ascensor, poniendo en ello toda la fuerza de sus brazos. Cuando finalmente consiguió abrirlas asomó la cabeza por el hueco de la cabina.

- He abierto una puerta, date prisa, los cables no aguantarán mucho más.

Y le echó una mano para subir aun sabiendo que no podría hacer demasiado, pero algo era mejor que nada...

Aunque el ascensor sigue en pie, el ruido ensordecedor de los cables rompiéndose da la señal a Parker de que, como mucho, tienen medio minuto para salir de ahí.

"Afortunadamente para Astrid, parece estar bien agarrada. Pero si me quedo a remolonear aquí más tiempo, me convertiré en pasta de dientes"

Durante unos instantes, Parker se queda solo en el ascensor, con sólo los rugidos de los cables como acompañantes. Pero, unos instantes después, la cara de Astrid aparece por el hueco del ascensor, extendiendo una mano hacia él:

- He abierto una puerta, date prisa, los cables no aguantarán mucho más.

suspirando de alivio, Parker se agarra a la mano ofrecida y, con un poco de esfuerzo, se apoya en el hueco del ascensor. Para entonces, el ascensor ha dejado de dar sacudidas y empieza a descender muy lentamente, en la clásica señal de que, de un momento a otro, va a caer en picado.

-¡A las puertas, deprisa!

Casi sin pensar, Parker agarra a Astrid por los hombros y, en un gesto desesperado, salta en dirección al pasillo de la universidad. Y justo a tiempo, porque casi cuando acaban de despegarse del ascensor, éste expide un último estertor antes de caer espectacularmente hacia el fondo, en medio de una cacofonía de chirridos y chispazos.

"Uff, un poco más y estamos fritos. Espero que no hubiese nadie más en otro ascensor cuando el Rino dio esa sacudida. Y hablando del villano empotrado..."

Pensar en el delincuente permite a Parker notar que, un piso o dos más abajo, unas fuertes pisadas indican que sigue cerca. Lo que es peor, Peter podría jurar que las pisadas parecen estar aumentando su intensidad, casi como si estuviera avanzando en su dirección.

"Genial, seguimos en peligro. Antes dijo algo de que estaba buscando el invento de Horizon. Me pregunto si no estará buscandome también a mí, por ser el representante. Pero si es así ¿Qué motivación tiene? ¿Le habrá contratado alguien?"

Sin embargo, ahora no es el mejor momento para especular, porque para entones las pisadas suenan lo bastante cerca para provocar leves temblores en el pasillo. Afortunadamente para Astrid y él, ninguno ha sido herido de gravedad (solo un poco sacudidos), así que aún hay tiempo para correr.

-Esto va a sonar raro, pero juraría que esos pasos no vienen de un T-Rex, sino del gigante ese, y están viniendo en esta dirección.  creo que lo mejor es que nos separemos.

Apuntando hacia un extremo del pasillo, Peter señala una especie de escaleras de emergencia y procede a explicarle a Astrid su plan:

-Esas escaleras llevan al piso de abajo, lejos del Rino. Si vas por ahí, saldrás a la calle enseguida. Si yo voy en la otra dirección, podremos ayudar a quienquiera que se haya quedado atrás y, además, evitaremos que nos persiga a ambos. Si alguien se ha quedado por aquí, lo va a tener crudo si no les guiamos a la salida. Además, seguro que la mayoría son ex-colegas míos, y me encantará ver su cara de pasmado cuando vean que les estoy salvando yo. ¿Qué te parece?

"Y no solo eso: sin nadie que me vea, podré vestirme a tiempo de Spiderman y detener al Rino antes de que pueda hacer daño a nadie más".

Antes de que pudiera precipitarse por el hueco del ascensor, Peter la agarró por los hombros para subirla, debía ser un hombre atlético debajo de esa ropa para haberla alzado a pulso, quizás ella también debería empezar a hacer ejercicio y ponerse un poco en forma, quizás más adelante, tenía demasiado trabajo y por el momento sobrevivir a aquello era una prioridad más acuciante que la de ir al gimnasio.

- - Si, vale, iré evacuando a todos los que encuentre, aunque seguramente casi todos hayan salido por las puertas de emergencia. Nos vemos fuera, ten cuidado, y gracias por ayudarme a salir.

Astrid no se lo pensó demasiado antes de echar a correr hacia las escaleras que Peter le había indicado, habían esquivado la amenaza por los pelos y no tenía intenciones de quedarse allí para que la encontrara y la hiciera papilla, lo que había dicho parecía razonable y no encontraba ningún motivo para no hacerlo, así que se dirigió hacia las escaleras, asomándose en cada piso al que llegaba para recoger a los rezagados, tan sólo un par de estudiantes y un profesor. En una de las plantas en las que se asomó estaba aquel tipo, con aquel robot metálico gigantesco, afortunadamente estaba de espaldas y cuando se giró por el ruido de la puerta ella ya la había cerrado. No pensaba dejar que la pillara mirándole su trasero de acero. En cuanto llegó a la calle no paró hasta llegar a los jardines del campus, algo alejados del edificio, en una zona más segura. Aunque no parecía que nadie fuera a llegar para arreglar aquello, así que volvió a entrar hasta donde aquel tipo, Rhino, había escuchado que se llamaba, y se puso delante de él.

- ¡Eh! Yo... yo trabajo aquí, si te vas sin causar más problemas, te daré lo que estés buscando...

No estaba segura de que aquello fuera a funcionar, pero no podía arriesgarse a que saliera del edificio y arremetiera contra los estudiantes, alguien tenía que hacer algo, y aunque fuera poco lo que podía hacer, lo haría.

En cuanto Astrid se pierde de vista al correr por las escaleras, Peter sale corriendo hacia el primer cuarto libre, con la mirada puesta en todos lados.

"Nadie a la vista? No....perfecto. Más me vale que me cambie cuánto antes. ¿Cuánto hará que no lo hacía en la universidad? Me va a entrar a nostalgia."

En un trabajo como el de superhéroe, Peter había aprendido hacía años que, cuando uno menos se lo espera, puede surgir la necesidad de ponerse las mallas y partirle la cara a algún villano molesto. Ésta era una de esas situaciones, no cabe duda. Y aunque Peter acababa un poco harto de tener las mallas apretándole todo el día, por lo menos podía cambiarse muy rápido y salir a pelear sin apenas preocuparse por cosas menores como dónde guardar copias del traje en la ciudad, o peor, en qué cabina de teléfono debería ponerla.

"Si tuviera que acordarme de donde tengo todos mis escondites, me pasaría más tiempo cosiendo que salvando la ciudad. Y no me metí en esto para ser un maestro del croché."

Poniéndose su célebre máscara, nuestro héroe sale corriendo hacia la ventana y, en un arranque de energía, se lanza hacia al suelo y dispara su telaraña para generar un arriesgado looping. Justo a tiempo, pues nada más salir hacia el inmenso campus de su vieja universidad, Peter tiene tiempo de observar cómo, cerca de la entrada, un grupo de personas parece estar huyendo de quien quiera que estuviera dentro. Afortunadamente, no parecen haberse formado estampidas o destrozos por la huida generalizada, o de lo contrario tendría que imponer orden. Sin embargo, la situación no tarda en complicarse cuando, al balancearse en dirección a la entrada, Spidey percibe la inmensa masa del Rino, amenazadora e imponente, justo a tiempo antes de abalanzarse sobre una solitaria figura humana que, de alguna manera, parecía haber cabreado al villano de alguna forma. Juraría que le aquella ropa y aquél pelo le sonaba de algo...

"Un momento ¡Esa es Astrid! ¿Pero qué está haciendo? ¡Ese bruto le va a arrollar si no se aparta!"

Su sentido arácnido está zumbando como loco a estas alturas, pero no hay tiempo para pensar o calcular los riesgos. Si no saca ahora mismo a Astrid de la línea de Rino, es posible que no sobreviva. Lanzándose casi a ciegas, Spiderman se balancea una última vez, y se arroja como un proyectil, piernas por delante, de cabeza al villano, por encima de Astrid y directo a la cabeza.

-Eh, musculitos. ¿No te enseñó tu madre a no atropellar a la gente mientras anda por la calle? Qué chaval más desconsider...¡Unghh!

Aunque el choque con el villano ha conseguido detenerle, el hecho de haber recibido la mayor parte del impacto deja sus piernas en tal estado que, por un momento, Peter teme haber perdido la sensibilidad. Aunque, por suerte, no ha sido así, tanto el héroe como el villano tratan de levantarse y recuperarse, con Peter haciendo un esfuerzo visiblemente mayor que el Rino.

"Tengo que...recobrarme y levantarme...o la próxima vez me arrollará a mí...

-Por favor...¡Váyase, señorita! Yo me...encargo...de este tío...

"Me cuesta...ponerme en pie...deprisa...

Quizás no había sido buena idea enfrentarme a Rhino, me di cuenta de ello en cuanto empezó a caminar en mi dirección con intenciones de embestirme, ahora si que iba a morir, aplastada por una enorme estructura de metal pilotada por un paleto, triste ironía. Sin embargo algo me salvó en el último minuto, algo desvió la trayectoria del Rhino para ponerme a salvo, y enseguida pude ver que ese algo o más bien alguien era Spiderman, el héroe más dicharachero que patrullaba las calles de la ciudad. No comprendía como la gente le tenía tanta manía, era un buen hombre, o muchacho o muchacha o lo que fuera, no parecía muy mayor, no sólo por su agilidad, sino por su comportamiento, y las personas mayores no paraban nunca de quejarse que los jóvenes no se comprometían con la sociedad y para uno que lo hace lo demonizan sólo porque lleva máscara.

Pero no era momento de regañar a otros, sino de ayudar a Spiderman, que parecía bastate tocado del choque con Rhino, y aunque me decía que me apartara, no estaba en mi naturaleza dejar a otros necesitados de axilio, y este era uno de esos momentos, por lo que me acerqué hasta él y le ayudé a levantarse con cuidado de no hacerle daño, Rhino no parecía tener demasiados problemas y sólo esperaba que no se hubiera hecho nada.

- ¿Estas bien? ¿Te has roto algo? ¿Te duele en algún sitio? Soy médico, no pasa nada...

Y aunque no tenía allí muchos utensilios para atenderle como era necesario, tampoco iba a negarle auxilio si lo necesitaba, o la probabilidad de huir, estaba claro que quizás sería la opción más inteligente para ambos, aunque no tenía claro que fuéramos a poder.