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Omega Universe - Foro de Rol de Marvel y DC
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Dichosos los que lloran, porque serán consolados (Jesse Custer) [27/04/2018]
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Sasha Triger Marvel Universe
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Mensajes : 687 Fecha de inscripción : 10/01/2014 Localización : Entre dos mundos Empleo /Ocio : Repostera en pausa y aprendiz de medicina Humor : Últimamente me cuesta encontrarlo...
Ficha de Personaje Alias: Celsit Nombre real: Sasha Triger Universo: Marvel
Tema: Dichosos los que lloran, porque serán consolados (Jesse Custer) [27/04/2018] 25th Marzo 2020, 17:10
En tres noches había dormido cosa de dos horas en total. Mephisto, toda la historia con Tortita, su… vinculación con el fantasma y la obligación servicial a ese ser tan… despreciable, arrogante y… Joder, ni siquiera tengo insultos suficientes para intentar imaginarme cómo le reventaba la cara a nudillo limpio. Como si pudiera… me había hecho sentir tan insignificante… como quitarse un pelo de la chaqueta. Y ni siquiera había tenido que tocarme. ¿¡Por qué!? ¿¡Por qué coño tenía que hacerme sentir así!? ¿¡Qué coño le he hecho yo al mundo para que me toque vivir toda esta mierda!?
Di tres golpes al volante y sequé las lágrimas que caían con el dorso de la mano. Intentaba contenerlo pero no podía más. Además iTunes tenía ese día gracioso de ponerte canción tras canción que hace que quieras cortarte las venas. Todo un lujo de día.
Terminé de repartir, me sobraron tres cajas de cupcakes que llevaba en los asientos traseros de mi furgo y ya se me había hecho de noche. Llevaba sin comer nada desde el café de esta mañana y tampoco tenía hambre. Aparqué en un bar de mala muerte en una gasolinera a las afueras de Nueva York, apagué las luces, freno de mano y suspiré mirando al techo. Bajé el espejo del techo de mi asiento y pude ver cómo se me habían marcado las ojeras en un tono oliva y también los pómulos. -Tienes que comer… aunque no quieras- me toqué las mejillas y suspiré. Rebusqué en el bolso para asearme un poco. Algo de desodorante y colonia, sonarme la nariz, limpiarme la cara con una toallita para refrescarme, cepillarme el pelo… Me bajé de la furgo y me eché un vistazo en el reflejo del gris metal. Vaqueros negros, camiseta de tirantes granate y camisa de cuadros blanca y negra. Miré mis cartucheras y estaban manchadas de harina de la manía que tenía de darme con las manos ahí para sacudirlas. Intenté, con algunos golpes quitar los restos, pero fue imposible hacerlas desaparecer, así que me quité la camisa y la até en torno a la cintura.
Algo mejor. Seguía con la voz nasal… pero no daba tantísima pena.
Tomé aire mirando al cielo y cerré la puerta de la furgo. Cogí lo básico para no ir cargada. El móvil para poder pagar y comunicarme y las llaves de la furgo, ambas cosas que metí en cada uno de los bolsillos laterales. Me acerqué a la barra directamente -Una hamburguesa al punto y una cerveza- me senté con los codos apoyados, esperando que me sirvieran. La verdad es que ni me paré a mirar qué gente había, supuse que camioneros, como era usual a las doce de la noche en un bar de gasolinera.
Me comí la mitad de la hamburguesa y al apoyar lo que quedaba de ella en el plato, recordé cómo había vomitado tres días atrás por la imagen de la súcubo destrozando a aquel hombre. La secuencia me vino a la mente y me volvieron las náuseas y una arcada que pude contener. Acerqué el plato indicando que ya había terminado de comer y en cuanto se acabó la cerveza pedí tres chupitos de tequila. Y cuando estos se acabaron, otros tres. Escribí a Plana “No me esperes despierto”. ¿Por qué le escribes? Él nunca te avisa de lo que hace y luego llega a casa y te dice que casi se muere y te quedas sola esperando.
Total que una cosa llevó a la otra y acabé con la cabeza apoyada en mi brazo y éste, apoyado en la barra. Recostada por completo como si fuese a dormirme allí mismo, pero dando vueltas a un chupito aún lleno con los dedos de la otra mano. Podría quemar el alcohol, pero no tendría sentido alguno este gasto tonto de dinero. Total, el sábado no me tocaba trabajar así que ¿qué más daba? Podría incluso dormir en la furgo si quisiera. Por los altavoces empezó a sonar Jolene de Dolly Parton y me distraje, escuchando la música y jugando entre mis dedos con el último chupito lleno que me quedaba, dándole vueltas entre el pulgar y el corazón, viendo cómo los neones reflejaban de distinta forma en el líquido. El alcohol tenía ese efecto maravilloso… dejabas de pensar tanto y empezabas a hacer más. Aunque por algún motivo, las lágrimas no paraban de salir de mis ojos.
Noté una silueta negra que se posaba en la barra a mi derecha, supuse que para pedir y me incorporé desviando la mirada a un partido de fútbol de la pantalla a la izquierda en un intento inútil de evitar que me viese llorando tan de cerca y se pensase que era un posible tema de conversación. Me sequé con la muñeca ambas mejillas y apoyando los codos en la barra esperé a que se fuera.
La curiosidad empezó a picarme y desvié la mirada un instante, su voz cuando pidió me llamó la atención. Además, ese acento no es Neoyorkino. Le observé de reojo durante unos segundos, los suficientes para ver el alzacuellos.
-Venga hombre, no me jodas…- bufé entre risas y me empecé a partir el culo como pocas veces en mi vida, sosteniéndome el abdomen con una mano. Osea, conozco los demonios por primera vez en mi vida, a uno bastante gordo al parecer, me utiliza como quiere, me hace sentir violada, termina de joderme todas mis creencias descubriendo que la religión católica es real y justo tres días después el destino me planta un cura fuera de una iglesia y no sólo eso, sino que le tengo al lado, como servido en bandeja de plata. ¡Es irónico!
Pues aprovechemos el destino, total… No tengo nada que perder. (O eso me hacía pensar el alcohol).
-Dígame padre- empecé con una sonrisa de oreja a oreja. Se notaba que iba borracha por el sonrojo en las mejillas, pero por suerte seguía pronunciando bien. -Se me hace raro tratar de usted a alguien tan joven…. ¿Usted cree en los demonios?- apoyé la mano sobre su brazo. - Venga, que mentir es pecado, dime la verdad. ¿Crees en la palabra de Dios, no? Y en los ángeles y toda esa mierda, tienes que creer en los demonios también. Y si los demonios existen, o creéis que existen, ¿Por qué coño la iglesia no saca manuales de protección demoniaca sobre cómo defenderse de una mierda así? O reliquias o algo que sea útil de verdad contra esos hijos de puta, a ver - me acabé el chupito esperando una respuesta y me relamí la comisura.
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Tema: Re: Dichosos los que lloran, porque serán consolados (Jesse Custer) [27/04/2018] 5th Abril 2020, 00:30
El Coffee and Play estaba tan abarrotado como siempre, y había una razón para eso. Podía tener una apariencia mugrienta y cutre, pero también tenía las mejores hamburguesas que podías encontrar a las afueras de Nueva York, y eso era algo que todo el que se veía obligado a transitar día y noche las carreteras como medio de vida sabía. Jesse no llevaba más de un mes en aquél universo, pero en el suyo había pasado mucho tiempo en el camino, y conocía uno o dos trucos. Uno de ellos era confiar cuando veías muchos camiones aparcados a las afueras de un bar. Jesse llevaba dos o tres días por la zona y no había faltado a su cita diaria, aunque aquella ocasión le reservaba un encuentro de lo más interesante.
Acababa de encontrar un hueco en la barra y estaba echándole un vistazo a la carta cuando una risa desquiciada atrajo su atención. A su lado había una chica joven bastante atractiva (y con aspecto de estar bastante perjudicada también) partiéndose el pecho como si le acabaran de contar el mejor chiste de su vida, lo cual, habida cuenta de que no estaba acompañada, era muy poco probable. Jesse esperó con una ceja alzada y el codo apoyado en la barra hasta que el ataque de risa remitió, y, sin que tuviera que decirle nada, ella sola inició conversación:
-Dígame padre... -empezó, pero al poco se interrumpió, como hablando consigo misma-: Se me hace raro tratar de usted a alguien tan joven…
- Pues no lo hagas. Llámame Jesse -le indicó en tono amable, animándola a continuar. Y así, tal cual, soltó la bomba:
- ¿Usted cree en los demonios?
Bastante divertido (para qué negarlo) se mesó pensativamente la barbilla mientras la veía apoyar la mano en su brazo con el desparpajo que solía otorgar el alcohol.
- Venga, que mentir es pecado, dime la verdad. ¿Crees en la palabra de Dios, no? Y en los ángeles y toda esa mierda, tienes que creer en los demonios también. Y si los demonios existen, o creéis que existen, ¿por qué coño la iglesia no saca manuales de protección demoníaca sobre cómo defenderse de una mierda así? O reliquias o algo que sea útil de verdad contra esos hijos de puta, a ver.
Sin poder evitarlo se quedó prendido del brillo que quedó en sus carnosos labios mientras se los relamía después del chupito.
Dios... cómo necesito un polvo -pensó para sí desechando esos pensamientos. Tulip le había tenido muy mal acostumbrado, y volver a habituarse a la abstinencia estaba resultando bastante duro. Se obligó a apartar de su mente esos pensamientos para focalizarse en la pregunta que le había hecho la chica, una pregunta que no dejaba de resultar irónico que le plantearan a él, precisamente.
- Porque, hija mía, Dios es el mayor hijo de puta que existe -confesó, con completa sencillez.
Aprovechó el impacto que sin duda tendrían sus palabras para pedirle a la camarera una botella de Albariño y dos vasos, uno para él y otro para la joven. La conversación que había iniciado ella no era de las que podías solventar de manera rápida, pero sí de las que necesitabas acompañar con algo de alcohol.
- Y una hamburguesa al punto con queso, por favor. Con patatas fritas -se giró de nuevo hacia la chica con una sonrisa de oreja a oreja-. Las hamburguesas aquí son alucinantes, ¿verdad? Merece la pena cada gramo de grasa.
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Sasha Triger Marvel Universe
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Tema: Re: Dichosos los que lloran, porque serán consolados (Jesse Custer) [27/04/2018] 10th Abril 2020, 06:22
-Jesse- me corregí en cuanto me dijo su nombre - Sasha, un placer - comenté sin importancia como si fuese algo que hacer antes de seguir con la perorata, casi obligándole a darme un apretón de manos para formalizar la presentación. Por algún motivo misterioso e inexplicable, era incapaz de dejar de mirar su alzacuellos con tachuelas en la camisa.
Es que la vida era injusta, y si las religiones eran ciertas, mucho más. ¿Por qué la gente acudía a Dios y él no hacía nada? ¿Qué clase de fuerza hace que sigas creyendo en la voz de una esperanza que nunca se cumple? ¿Y por qué…? ¿POR QUÉ CUANDO MEPHISTO ME HIZO… ESO, NO HIZO NADA?
- Porque, hija mía, Dios es el mayor hijo de puta que existe -
...No. No era verdad lo que acababa de oír.
Levanté la vista para mirarle a los ojos y descubrí un parche por el camino.
¿¡QUÉ!?
Vamos a ver. Estoy borracha en un bar, contándole a un cura mis penas. Un cura con tachuelas metaleras que acaba de blasfemar de un modo bastante… natural. Que tenía un parche en un ojo. Que se estaba pidiendo una puta hamburguesa delante mía como si acabase de preguntarme por la hora.
-...- me quedé con la boca entreabierta y los ojos como dos ensaimadas mirándole a la cara. -ah…-tragué saliva, se me había secado la boca. -Sí...están buenas…- rematé con un hilo de voz haciéndome pequeñita en el taburete, abrazándome los codos mientras rezaba para que el sonrojo no fuese muy evidente, aunque lo era.
Hasta que llegué a la única conclusión posible y suspiré algo más aliviada -Perdona eh, te he confundido con un cura- levanté la barbilla y me señalé el cuello. Total, después del ridículo, por lo menos has conseguido una conversación.
Pero… no. No, no. Por lo visto sí que era pastor así que… Pedí un whisky para tragar la pastilla gigantesca que la vida me acababan de dar.
Volví a partirme el culo con ironía en el tono de la risa y el modo de encogerme de hombros -Ah, ah pues vale. Pues Dios es un cabrón y ya- poco a poco, mezcla de lo absurdo de la situación con el shock inicial la risa dejó de ser irónica y empezó a ser una carcajada amplia de oreja a oreja mientras daba algún golpe sobre la barra. -Joder…- me limpié una lágrima del rabillo mirando al techo y luego le miré.
Respiré hondo. -Ok… Ahm…- carraspeé mientras juntaba las palmas de mis manos como gesto explicativo. A decir verdad, y si me detenía a pensar un instante, tal vez después de lo que acababa de ocurrir con el mundo, los creyentes y quienes profesaban la fe eran quienes más derecho tenían a sentir que su dios era un auténtico hijo de la gran puta. -Supongo que tienes razón, visto lo visto- la sonrisa me fue fácil de mantener desde aquella entrada triunfal. -Así que… Jesse- Aquí era típico presentarse con los dos apellidos, pero después de la Mansión aprendí que con un nombre o apodo por el que pudieses llamar, era suficiente. -No voy a preguntarte por qué Dios es un cabronazo. Hace dos días que empiezo a pensar que quizá sí exista y ya le odio. Pero… ¿Por qué seguís creyendo? Dios no te reporta nada más que pruebas, torturas y miserias en esta vida. Y no es capaz de proteger a las criaturas más vulnerables de este mundo. ¿No había que ser misericordiosos?- el camarero dejó la copa delante de mi, whisky solo con hielo.
Mi ceño se fruncía ligeramente. La pequeña tortita… Contra un adulto repleto de tentación podía entender la lógica pero… Era una cría…
-Me niego en creer que la religión verdadera sea esa. Me niego a que mientras los demonios pueden hacer lo que quieran y salirse con la suya, haya un ser omnipotente que decide mirar y llenarse el buche de palomitas. Entiendo que no todos hacemos cosas buenas y que libertad y bla, bla, bla… Pero hay cosas con las que todos estaríamos de acuerdo en que son horrorosas, joder- Suspiré, acabando la mitad de la copa de un trago y apoyándolo fuerte sobre la madera.
Volví a mirarlo. Su gesto enigmático, su genuidad y la transparencia que aparentaban tener, me hacía sentirme muy tranquila. Y seguramente las ingentes cantidades de alcohol que llevaba encima. Apoyé el codo en la barra y sobre mi puño la sien, sin dejar de mirarle a la pupila. -¿Y tú por qué llevas un parche?- bien Sasha, el filtro a tomar por culo.
En cualquier caso, desfogar me estaba sentando de lujo.
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Tema: Re: Dichosos los que lloran, porque serán consolados (Jesse Custer) [27/04/2018] 24th Abril 2020, 22:50
Jesse se echó a reír, divertido. Nunca se cansaba de provocar aquella clase de reacciones en la gente.
- Oh, lo soy -respondió mientras devoraba su hamburguesa-. Más concretamente un pastor protestante. O algo así. Más o menos -bromeó, sonriente.
Lo cierto era que, si hubiera dependido sólo de él, nunca habría escogido aquella profesión. En su caso, el llamado de Dios no había sido algo vocacional, sino algo impuesto. Había terminado entregándose a Dios porque no le había quedado otro remedio, y también para no volverse loco, y después, cuando había aparecido Génesis y toda su congregación hacía sido exterminada, simplemente había cogido la carretera y se había embarcado en su búsqueda personal para pedirle explicaciones al todopoderoso. Después había terminado en Omega, y no quedaba nada de su universo de origen. No conocía a nadie, no tenía ninguna titulación de nada más que los documentos que le atestiguaban como predicador. No sabía por qué había continuado dedicándose a ello, pero suponía que le había terminado cogiendo el gustillo a recorrer el país en su destartalada pickup ayudando a aquellos que le necesitaban, y la gente tendía a abrirse más cuando veían el alzacuellos. Privilegios del cargo, suponía. Además, hacía mucho tiempo que había llegado a la conclusión de que la vida criminal no era vida. Ya no tenía necesidad de ello, de todas formas. El salario de predicador errante no era elevado, pero le daba para lo justo que necesitaba para ser feliz: gasolina, tabaco, alcohol y buenas hamburguesas como aquella. Y de vez en cuando algún que otro kolache. Si además tuviera la compañía de una chica valiente, inteligente, que fuera un poquito desvergonzada y que pudiera hacer que su día a día fuera un reto, alguien a quien amar, admirar y respetar (quizá junto a un perrito adoptado), ya sería perfecto. Pero no se podía tener todo en la vida, ¿verdad?
De repente la hamburguesa le sabía amarga, así que se echó un nuevo trago de Albariño en el vaso para suavizarlo. El vaso extra que había pedido para la joven seguía vacío porque ella había decidido pedirse un Whiskey. No podía criticar su buen gusto, y en cualquier otro momento se habría unido a ella, pero después de comer planeaba conducir hasta el primer motel de carretera que pudiera encontrar, y el alcohol y su visibilidad reducida formaban una terrible combinación a la hora de coger el coche. Aunque la botella de Albariño se iba a echar a perder si no se la acababan, así que ya vería. Por si acaso le dejó el vaso al lado. Quizá le apetecía ir reduciendo el nivel de alcohol en vena de manera gradual después del vaso de whiskey, y a juzgar por el ataque de risa descontrolado (y sin visos de ir a parar próximamente) le iba a hacer falta.
Y entonces llegó el quid de la cuestión.
- Verás, Sasha... Yo creo en Dios porque le he visto en persona. He hablado con él y sé que existe. Pero creo que lo que me estás preguntando es por qué llevo el alzacuellos -matizó con una sonrisa que, por alguna razón, resultaba irresistible. No se podía negar que el tipo tenía carisma, con o sin el parche-. Lo llevo porque dedicándome a ésto puedo hacer que la gente se sienta mejor. Con la confesión de los pecados, ofreciendo consuelo en tiempos de necesidad o, simplemente, un hombro sobre el que llorar. Un oído amigo que te escucha y te ayuda a sacarte del pecho ese peso que te angustia. Lo llevo porque independientemente de que Dios sea un cabrón o no, su mensaje ha servido de guía y consuelo para millones de creyentes a lo largo de los siglos. Lo llevo porque, aunque él sea un hijo de puta al que lo único que le importa es ser amado, quiero pensar que yo puedo hacerlo mejor. Quiero pensar que yo puedo hacer lo que se supone que debería hacer un buen cristiano. Porque lo único que me pidió mi padre antes de morir fue que tenía que ser uno de los tipos buenos, porque el mundo ya tenía demasiados de los malos. Y eso es lo que intento. El resto de la gente sigue creyendo porque les han inculcado desde pequeños que la fe debe ser ciega. Que deben de creer aún sin pruebas, y amar a Dios aunque éste no les de motivos para hacerlo. Es como el principal fundamento de la fe. Y la gente es feliz en su ceguera, ¿sabes? Así que... ¿quién soy yo para arrebatarles esa felicidad?
Se encogió de hombros mientras la veía ventilarse el whiskey como una auténtica pro, escuchándola desahogarse.
- Oh, Dios hace mucho más que sentarse a mirar comiendo palomitas -respondió con amargura-. Esas mismas desgracias que enumeras las provoca él. Resulta que él es la máxima autoridad ahí arriba. Los demonios eran ángeles antes de la Caída, Dios podría eliminarlos con un chasquear de dedos. ¿Recuerdas Sodoma y Gomorra? ¿El diluvio universal? ¿Las plagas de Egipto? Y tú me responderás que Dios tenía motivos justificados para hacer lo que hizo, ¿verdad? Y dime, ¿tenía derecho a castigar a toda la humanidad por los pecados de unos pocos? Y en Egipto, todos esos niños y bebés asesinados... -hizo una mueca-. Te diré una cosa, Sasha. Dios entregó al hombre el libre albedrío, y, cuando lo hizo sabía todas las cosas espantosas que ocurrirían. Las guerras, los genocidios, las violaciones, los infanticidios, el tráfico de drogas y de armas, la trata de blancas... Él sabía que ocurriría, por eso lo hizo. Porque cuanto peor sea el sufrimiento en la tierra, cuanto más dolor, muerte y desolación haya, mayor será el número de fieles que vuelvan sus ojos hacia él en busca del consuelo que la religión otorga.
Se tomó un segundo para saborear el vino, reflexionando sobre las cosas horribles que había vivido.
- Una vez conocí a un hombre... Había sido un mal hombre. Un hombre que atesoraba la violencia en su corazón. Nadie creía que pudiera llegar a ser buena persona... Nadie... Salvo una mujer. Ella creía en él. Le amó, le confortó, le dio una hija. Él las amaba más que a su propia vida. Más que a nada. Cambió de vida. Decidió ser mejor... por ella. Por ellas. Y entonces Dios decidió que necesitaba que fuera de nuevo como antes, porque le venía mejor para sus fines. Necesitaba que fuera su Ángel de la Muerte. Así que le arrebató todo cuanto le era amado. Las dejó morir de la manera más horrible posible, interviniendo directamente para impedir que llegara a tiempo para salvarlas. Y, entonces, permitió que el odio le devorara el corazón.
Se había instaurado una atmósfera tan pesada como una losa entre los dos. Jesse se dio cuenta y decidió aligerar la carga. Ante la última pregunta de ella, se le acercó y, con tono de broma, le susurró al oído:
- Dios me arrancó el ojo... de un mordisco...
Oh, seguro que no debería haberle contado la mitad de las cosas que le había dicho, pero la chavala estaba borracha como una cuba, y, aún en el caso de que se creyera algo de lo que le estaba diciendo, al día siguiente lo más probable era que no se acordara de nada, así que... ¿por qué no? A él también le estaba viniendo bien desahogarse.
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Tema: Re: Dichosos los que lloran, porque serán consolados (Jesse Custer) [27/04/2018] 15th Julio 2020, 14:06
Si yo me había quedado agusto, este tío me removió todo el mundo desde el pelo hasta mis pies. Nunca en la vida pensaba en -la idea de que un cura sea tan mezquino… Osea, es como que siempre suelen ir de creídos y de que tienen la verdad absoluta. ¡Que tú lo has hecho! Pero es como si quisieran venderte una aspiradora, ¿Sabes? Todo es maravilloso y el capullazo de allí arriba se merece sangre de vírgenes y toda esa mierda- era raro cómo a pesar de no haberme dado cuenta de hablar en voz alta, cualquiera que me hubiese escuchado hubiese notado el tono de admiración en las palabras.
Solté otra carcajada más cuando me dijo que había hablado con dios -¿Sabes? He vivido tantas cosas hace tan poco que ya hasta me creo que Dios tenga puto Whatsapp y puedas mandarle el emoticono de la mierda con ojos y él te conteste.- dije alejando la copa de whisky vacía y tomando el vaso libre, echándome vino. Poco a poco su diálogo fue cada vez más serio, y mi gesto con él. Parecía que no era la única que necesita consuelo. Mi rostro pasó de seriedad a admiración y sorpresa. Luego comprensión, quizá algo de lástima involuntaria y por último para mi sorpresa, cariño.
-Joder Jesse…- dirigí una mano a su antebrazo, dejándola reposar. Le retiré un pelo de la manga, como si nos conociésemos de toda la vida, y volví a estrechar mis dedos en torno a su brazo buscando su mirada. -Tienes una cabeza mejor amueblada que nadie. ¿Cuántos años tienes? ¿Qué cojones…- Sabía que parte de esa madurez, inteligencia, entrega y consciencia de sacrificio serían fruto de lo vivido. No tenía duda de ello. Pero por otra parte, no podía permitir que la intensidad de la situación le ahogase. -Eres consciente de lo que ese trocito blanco en el cuello supone para los demás, joder conmigo ha funcionado. He visto el alzacuellos y me he puesto a vomitarte mis penas en plan patética osea que, acertaste. De todos modos… - el rubor se apoderó de mi, desvelando la vergüenza de la situación.-Dios se ha portado contigo peor que con nadie- Tortita… -Bueno, conozco gente a la que también les ha jodido la vida, ¡PERO A LO QUE VOY!- carraspeé, acercando su brazo a mi pecho con la efusividad de las palabras. -Es admirable que estés aquí. Sólo con esta historia demuestras mucha tenacidad y aguantas como un puto búfalo- estoy convencida de que las palabras fueron menos nítidas que como las recuerdo, pero recé hacia mis adentros para que al menos se comprendiesen.
De repente mi mirada se concentró en un pensamiento. Como si hubiese tenido una revelación, me congelé durante unos instantes. -Pero… es injusto- dije con sospecha.
De golpe saqué mi cartera y dejé lo que debía y un cálculo rápido de lo que había pedido él, con algo de propina. Seguramente… dejé mucho de más por no querer pensar. -¡VAMOS!- Cogí mis cosas y la botella de vino con una mano, agarré la suya con la otra y corrí fuera del local tirando de él, arrastrándole hacia fuera. Le agarraba con firmeza, como si de su agarre dependiese que yo siguiera en pie, aunque era yo quien tiraba. Al salir a la calle me quedé quieta, mirando al cielo.
Vi que andando unos cuantos metros se podía salir del recinto de la gasolinera y había un campo con algún que otro árbol y un llano de verde césped que brillaba con la luz de la luna. Corrí de nuevo hacia allí, sin soltarle. -¡EH!- grité sin dejar de mirar al cielo hasta estar en ese claro, mirando al cielo. Le solté y guardé mis cosas como pude entre mis bolsillos, dejando la botella en manos del pastor. Una vez con las manos libres, las dirigí a mis comisuras alzando el grito hacia las estrellas -¡¡QUÉ COÑO TE PASA!! ¿EH? TE CREES QUE PUEDES PUTEARNOS A PLACER, ¡HAZTE UNA CUENTA DE NETFLIX Y DÉJANOS VIVIR!- de un par de saltos volví a colocarme junto a Jesse, y le agarré por los hombros con un brazo, pegándole a mí, sin dejar de gritar al cielo. -¡ESTE TÍO NO SE MERECE NADA DE LO QUE LE HAS HECHO! ERES UN MIERDA Y UN COBARDE, Y NO ARREGLAS NADA DEL MAL QUE HACES. ¡¡NO TE MERECES NADA!!- Mira, yo qué sé… En ese momento gritarle a Dios me pareció buena idea. Me giré hacia él, clavando la mirada en su intensa y oscura pupila. Jadeando, completamente liberada. -¿Quieres? Joder, yo en tu situación tendría ganas… O bueno, puedes mandarle un mensaje con la mierda sonriente, lo que tú quieras…- le robé la botella de la mano, di un trago largo y me dejé caer, boca arriba, contra el césped. La brisa de Abril era maravillosa y limpiaba el aire.
Empecé a notar náuseas, así que quemé parte del alcohol del estómago, echando humo por la boca como si fumase el tabaco más negro y denso del mundo, con una llamarada en el fondo de mi garganta que iluminaba mi pecho. -Uf… Mejor- No me des más vino… Voy a desperdiciarlo- No. No me di cuenta de lo que acababa de hacer. Sólo sentía que mi lugar en el mundo era ese césped, de al lado de esa gasolinera, con ese cura protestante soportando mi locura etílica.
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Tema: Re: Dichosos los que lloran, porque serán consolados (Jesse Custer) [27/04/2018] 7th Agosto 2020, 01:38
Dejó escapar una risa genuina al escuchar su diatriba. Estaba acostumbrado a aquella clase de reacciones.
- No te preocupes, estoy acostumbrado. Una amiga mía me definió una vez como "una especie de cura". Digamos que me rijo un poco por mi propio código, ¿sabes? Yo ni siquiera quería dedicarme a ésto. Podría decirse que las circunstancias me forzaron -torció el gesto ante el regusto amargo que, de repente, adquirió el vino-. Mis padres tenían un bar como éste, y, no sé -se encogió de hombros-. Creo que si hubiera podido elegir habría escogido llevar uno. Siempre estoy a gusto en ésta clase de locales.
Se estaba abriendo mucho a aquella chica, ¿por qué? No lo sabía, sencillamente se sentía cómodo hablando con ella. Todo surgía de manera... natural. Y a ella parecía ocurrirle lo mismo, a juzgar por la familiaridad con la que puso la mano en su brazo, como si no acabaran de conocerse hacía menos de media hora. Jesse era bastante afectuoso y cálido, por lo que el gesto, lejos de incomodarle, le complació. Se le veía relajado, y no trató de apartarse en ningún momento.
- Cumplo 32 en septiembre -le dijo, contestando a su pregunta-. Me falta sólo un año más para tener la edad que tenía cristo al morir -bromeó llevándose la copa a los labios-. Y por favor, Sasha, no te sientas mal, puedes contarme todo lo que te haga falta para sentirte mejor. Continúa, y si hay algo que te esté atormentando, sácatelo del pecho. Se supone que los predicadores estamos para eso, ¿sabes? La confesión de los pecados y todo ese rollo. Y en mi caso además, como soy un pastor itinerante ni siquiera tiene que ser en la Iglesia. Me lo puedes contar aquí mismo.
Cuando le dijo que Dios se había portado con él peor que nadie hizo un gesto de negación mientras terminaba de masticar un trozo de la hamburguesa.
- Oh, no, Sasha... Para nada. El mundo está repleto de personas que sufren. Buenas personas que ven sus vidas destrozadas minuto a minuto por los caprichos de un Dios ególatra -su tono de voz se fue volviendo cada vez más triste-. Como mi amigo Billy-Bob. Lo tuvo siempre muy difícil. Había nacido con un sólo ojo, ¿sabes? Su familia eran un poco especiales... Vivían recluidos en el pantano, y llevaban generaciones casándose entre ellos. Pero era mi amigo. Mi único amigo. Hablábamos de cómo sería su padrino el día de su boda...
Se detuvo, soltando los cubiertos sobre el plato, perdido el apetito. Apenas quedaba nada ya de la cena, de todos modos.
En primer lugar... ¿qué diablos hacía hablando de cosas tan íntimas de su vida con una perfecta desconocida? No se lo había contado ni siquiera a Tulip hasta después de años de haberla conocido, y sólo porque la habían condenado a morir al amanecer y se había sentido en la obligación de explicarle por qué cojones había terminado metida en aquél lío por su culpa. La razón por la que no había querido contárselo antes era porque las circunstancias que envolvían su infancia eran tan jodidamente surrealistas y crueles que había temido que le tomara por algún loco, o por un bicho raro. Pensaba que si le hablaba de la abuela, Angelville, Jody, T.C. y todo lo demás la espantaría de lo lindo, y la chica le gustaba de verdad y no había querido perderla. Sasha también le gustaba. Le caía bien y se sentía cómodo con ella. No tenía por qué contarle todas sus mierdas, mierdas que no le importaban a nadie.
En segundo lugar... ¿por qué le estaba afectando todo ésto después de tanto tiempo? Se suponía que ya lo había superado, joder. Y ni siquiera estaba borracho. Tenía que ser por lo del efecto Omega. Una cosa era perder a una persona cada vez y otra perder un universo entero. Todavía se estaba aclimatando al hecho de haberlo perdido todo. Su madre, Tulip... Todo lo que le importaba. No había pasado ni un mes, y, aunque había procurado no pensar en el tema, seguir adelante como siempre había hecho toda su vida, suponía que sincerarse con aquella chica estaba sacando a flote las cosas que había pretendido enterrar. Joder... si el Duque estuviera allí le estaría cantando las cuarenta. Quizá lo hiciera luego, cuando se encontrara a solas en la habitación del motel.
Por fortuna, la muchacha estaba tan borracha que no se había dado cuenta de que se había quedado callado y había seguido hablando acerca de cosas que no conseguía entender muy bien a causa del nivel de alcohol que llevaba en la sangre. Hablaba de que él había aguantado un montón... ¿Por qué? Si no le había llegado a contar nada de su vida personal. Había sido lo suficientemente sensato como para callarse a tiempo. ¿Era por lo del ojo? Antes de que pudiera llegar a preguntar nada, la chica sacó la cartera del bolso, pagó ambas consumiciones sin darle lugar a protestar, cogió la botella de vino y le tomó de la mano.
- ¡Vamos! -exclamó, casi arrastrándolo al exterior. Una vez fuera, le guió corriendo hacia una zona silvestre más alejada de la gasolinera, con hierba y árboles y, después de dejarle la botella de vino en las manos empezó a gritar en dirección al cielo-: ¡EH!¡¡QUÉ COÑO TE PASA!! ¿EH? TE CREES QUE PUEDES PUTEARNOS A PLACER, ¡HAZTE UNA CUENTA DE NETFLIX Y DÉJANOS VIVIR! ¡ESTE TÍO NO SE MERECE NADA DE LO QUE LE HAS HECHO! -gritó sujetándole por los hombros-. ERES UN MIERDA Y UN COBARDE, Y NO ARREGLAS NADA DEL MAL QUE HACES. ¡¡NO TE MERECES NADA!!
Se giró entonces hacia un alucinado y estupefacto Jesse y le invitó a seguir sus pasos:
- ¿Quieres? Joder, yo en tu situación tendría ganas… O bueno, puedes mandarle un mensaje con la mierda sonriente, lo que tú quieras…
Embelesado y atónito, el predicador vio cómo recuperaba la botella de vino y le daba un largo trago a pelo antes de dejarse caer sobre la hierba.
Oh, Dios... Aquella chica era maravillosa... Totalmente desinhibida, única, y tan especial... ¿Qué edad tendría? Le recordaba a las locuras que Tulip y él habían hecho cuando eran más jóvenes, como aquella vez que le había practicado una felación mientras intentaba robar un coche, o cuando le había montado en mitad de una persecución policíaca. Se había sentido tan vivo entonces... Y aquella chica tenía exactamente el mismo fuego que había tenido Tulip en su interior. Era la clase de persona que te hacía vivir la vida como si cada minuto fuese el último... Y era preciosa, también, especialmente ahora que la veía allí tumbada a la luz de la luna. ¡Lo que habría dado en aquél momento por poder besarla! Pero con lo borracha que estaba, el mero hecho de pensarlo ya estaba mal, así que sacudió aquella idea de la cabeza, y, en lugar de eso, sacó un cigarrillo del paquete, esbozó una sonrisa triste y miró al cielo, con la otra mano en el bolsillo. ¿Qué le podría decir a Dios? Nada... Todo lo que le tenía que decir ya se lo había dicho.
Con un ramalazo de dolor recordó sus últimos momentos en su universo. La luz del sol saliendo por el horizonte... Una sonrisa en el rostro del hombre al que había llegado a amar como un hermano mientras las llamas devoraban su carne...
- Salud... compañero...
Y su grito, desesperado y ronco mientras le veía consumirse en el fuego...
- ¡No! ¡No lo hagas! ¡No tienes que hacerlo! ¡Esto no es lo que yo quería, lo juro por Dios! ¡Nooooooo!
Una explosión ardiente... el sonido de un disparo... La luz que le envolvía haciendo que todo el universo se tornara de un blanco resplandeciente... La oscuridad... Su despertar en Omega.
Una súbita e inesperada sensación de humedad en la mejilla le sorprendió. Atónito, se palpó la cara y notó mojadas las yemas de los dedos. ¿Qué era aquello? ¿Estaba... llorando?
Joder... Había sido incapaz de derramar una sola lágrima desde que Jody le había volado la tapa de los sesos a su padre. Nada, nada... había sido capaz de volver a hacerle llorar... Ni el ataúd... Ni cuando Jody le había pegado el tiro a su madre... Ni cuando T.C. había matado a Billy-Bob... Ni cuando le habían obligado a abandonar a Tulip, ni cuando la había visto morir ante sus ojos... La rubia había dedicado años a tratar de eliminar en él los rasgos de lo que ella consideraba "masculinidad tóxica". Su necesidad de protegerla de todo... La manera en la que blindaba sus emociones... Y ahora... justo ahora...
Mira, Tulip... Al fin aprendí a llorar... Y no estás tú para verlo -pensó con amargura.
Entonces miró hacia Sasha... y la vio exhalando humo negro mientras su pecho se iluminaba como un dragón. Esbozó una sonrisa serena. Así que era otra mutante... como Gray. En su universo jamás había conocido a nadie con capacidades especiales aparte de él, y ahora no paraba de encontrarlos. Puede que acabar en aquella dimensión no hubiera sido tan malo, después de todo... Quizá sólo tenía que darle una oportunidad... Quizá fuera más especial de lo que había imaginado.
Sonriendo, avanzó hacia ella, el cigarrillo olvidado sin encender entre sus labios, y, sentándose a su lado, la guió para que recostara la cabeza en su regazo, acariciándole la frente con ternura mientras apartaba discretamente la botella de licor de su alcance.
- Para lo que me necesites estoy contigo, Sasha... -dijo, dispuesto simplemente a dejar el tiempo pasar.
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Tema: Re: Dichosos los que lloran, porque serán consolados (Jesse Custer) [27/04/2018] 24th Septiembre 2020, 21:13
Sobria no se me hubiese ocurrido cuestionar su profesión, ni de lejos. No es que tuviese especial respeto a las figuras eclesiásticas, y mucho menos después de lo de Mephisto… pero habiéndome contado que Dios le había castigado, no es que tuviese más opciones. Y me hubiese dado cuenta de que siquiera plantearlo era una gilipollez. Contuve un eructo antes de contestar -No te creas… Yo tengo una pastelería sabes y los clientes son verdaderos capullos muchas veces y tú tienes que seguir sonriendo sin importar lo que pase- dije mostrándole una sonrisa extremadamente forzada en esas últimas palabras.
Tampoco hacía falta estar en mi mejor momento para percatarme de que él también, por el motivo que fuese, se estaba abriendo a mí. Eso o eran experiencias inventadas y trolas falsas para hacerme conectar y confiar en él. Cosa que francamente, aunque la pensé, no me encajaba en los esquemas que tenía en mente. Aunque se me estuviesen desmoronando día tras día… De todos modos, ¿Por qué lo haría? ¿Para qué? No me conoce de nada, de hecho debería estar molestándole lejos de agradarle y querer compaginar conmigo. Yo hubiese aprovechado para mandarme a la mierda a los pocos instantes, haber pagado la cena y haberme ido. Pero ahí estaba, escuchándome minuciosamente, haciéndome sentir más atendida que con muchas de las miradas de dos pupilas que tenía en mi vida. Y del mismo modo, abría su corazón. Reconocía la falta de apetito, aunque casi se terminaba la cena. Y también las miradas tristes, aunque fuesen con un solo ojo. Si no era sincero, era el mejor actor del país.
Sabía reconocer el silencio en todas sus formas. Incomodidad, miedo, protección, confusión… Y estaba plenamente convencida de que la anécdota que quedó a medias en la boca del cura podría hacerle sentir muchas de esas cosas. Decidí prescindir de darle el protagonismo que él parecía querer evitar, aunque el nombre de su amigo se me quedó grabado en la memoria. Billy-Bob.
Pero necesitaba un cambio drástico, y fue cuando monté tremenda escena en el exterior hasta acabar exhausta, casi limpia de alcohol y con la cabeza sobre su muslo, sin saber cómo coño había llegado ahí, pero estaba más cómoda de lo que me resultaba mi cama últimamente. Sonriendo sin parar, liberada y feliz busqué su mirada. - Para lo que me necesites estoy contigo, Sasha… - Fruncí el ceño. ¿Por qué me ayudaría? Comprendía su filosofía. La gente no necesita un motivo para recibir ayuda sino para dejar de recibirla. Compartíamos tendencia pero… ¿Por qué a mí? Buscando la respuesta en su pupila me percaté de que la luz de la luna hacía que brillase más de lo habitual. ¿Estaba…? -Jesse… - Me incorporé apoyándome sobre mis rodillas y la palma de mis manos, junto a él, buscando una altura similar cara a cara. Y fue cuando me di cuenta, de que era como yo.
Puedes parecerte a una persona en muchos aspectos, físicamente, la voz, la actitud, los gestos, las opiniones polémicas… Pero no. Jesse y yo compartíamos esencia. Dos gilipollas que siempre parecían ser felices salvo en soledad, tirando de un mundo que les había castigado para pelear contra un dios, un destino o una fuerza mayor tocacojones que había decidido hundirnos en la mierda. Pero sobrevivimos. Aquí estamos, siempre estamos. -Sabes… Sé que puede doler mucho llorar sólo cuando echas el pestillo - Le busqué la mandíbula con la mano para obligarle a mantener la mirada. -Pero si de verdad vas a estar para mí, por el motivo que sea… Tus días de llorar solo se acabaron- Me incorporé sobre mis rodillas para acercarme a él todo lo que pude, rodeándole el cuello y la espalda con los brazos, apoyando su sien en mi pecho. -No he tenido el placer de conocer a Billy-Bob y apenas te conozco a ti, pero pondría la mano en el fuego por decir que le quieres de verdad- me daba igual si estaba muerto, no dejas de amar a los que se van sólo porque ya no estén. El presagio maldito de esa boda que había mencionado era muy revelador, pero tampoco hurgaba en una herida que el predicador había querido tapar rápidamente.
-Es inevitable, el dolor. Y además pareces de esos gilipollas que se culpan de todo lo malo que le pasa a sus seres queridos, así que también aprovecho para decirte que quizá vaya siendo hora de perdonarse- lo sabía, porque yo también lo hacía. -Permítete estar triste, “especie de cura”, pero no tengas el valor de arrastrar una vida secreta infeliz por algo que no puedes cambiar- solté el abrazo y busqué de nuevo su mirada, apoyando el trasero sobre mis talones. Definitivamente estaba mucho menos afectada por el alcohol. Conservé una de sus manos entre las mías, aplicando algo de calor amable.
Lo cierto es que me tiré a la piscina, y era probable que me mandase a la mierda, pero esperaba que hubiese sido de utilidad lejos de cabrearle… También notaba la punzada de mis propios consejos castigándome por no seguirlos. Tal vez fuese buen momento para cambiar eso… -No sé, Jesse… Yo me alegro mucho de haberte conocido a pesar de que sigamos siendo desconocidos. Cosa que espero que cambie, por cierto, me daría puta rabia que esto se quedase en un mal recuerdo de borrachera. Pero de todos modos... - Agité la cabeza y me fijé clavada en su pupila, frunciendo el ceño susurré - Como te atrevas a ofrecerte para mí y no me tengas presente cuando me necesites te igualo el parche- y repetía el típico gesto de los dedos con forma de V, pero cerrando uno de ellos cuando señalaba a su mirada.
Por favor, predicador… ríete aunque sea un poco.
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Tema: Re: Dichosos los que lloran, porque serán consolados (Jesse Custer) [27/04/2018] 28th Noviembre 2020, 01:04
Sonrió sin poderlo evitar cuando la vio contener el eructo. En un mundo repleto de falsedad e hipocresía, la transparencia y sencillez de aquella muchacha resultaban algo refrescante. No parecía, de hecho, ni un poquito azorada, como le habría pasado a alguien más remilgado. Tenía pinta de saber disfrutar un buen rock 'n' roll en la pista de baile.
- Oh, ¿tienes una pastelería? Dime que vendes kolaches, por favor, y te aseguro que iré a comprarte pasteles cada vez que pase por Nueva York. Me encantan los kolaches, pero son difíciles de encontrar fuera de Texas.
El kolache era un tipo de pastel típico de la República Checa relleno de compota de frutas y otros ingredientes salados, como queso, que se había hecho popular en algunas pastelerías de Estados Unidos gracias a la inmigración, pero eran más habituales en la zona de Texas, donde habían pasado a convertirse en un elemento más del desayuno.
Reflexionó un poco sobre lo que le dijo acerca de la atención al público, recordando la cantidad de peleas de bar que había tenido por culpa de gilipollas que se creían en el derecho de hacer y decir lo que les viniera en gana.
- No lo sé... quizás tengas razón. Puede que lo tenga idealizado porque en el bar éramos felices, antes de... -volvió a enmudecer y su expresión se volvió ausente durante unos instantes recordando a Jody y T.C. Casi de inmediato volvió a regalarle a la muchacha una deslumbrante sonrisa-. Atravesamos por una serie de problemas y tuvimos que cerrar el local. No recuerdo haber sido nunca más feliz de lo que era allí sentado sobre la barra del bar con un sombrero de vaquero más grande que mi cabeza viendo cómo mi padre preparaba las mesas por las mañanas para que estuviera todo a punto para las horas en las que solían pasarse los primeros parroquianos. Alguna vez incluso me daba vasos de leche con un chorrito de whisky a espaldas de mi madre. Bebida de auténticos cowboys, la llamaba -sonrió.
Era una sonrisa melancólica y triste, pero a la vez era extrañamente hermosa. Era como si todos los sentimientos y emociones de aquél hombre fueran... genuinamente puros. Y algo más. Sasha conocía aquella clase de melancolía triste. La había visto en demasiadas ocasiones y habría podido adivinar, casi sin género de duda, que hacía mucho tiempo que Jesse había perdido a su padre. Posiblemente no mucho después del recuerdo que acababa de rememorar. Quizá incluso hubiera sido esa la razón de que perdieran el bar... El hombre se encogió de hombros y la miró con una sonrisa serena y sencilla mientras se encogía de hombros.
- Quién sabe... la verdad es que no me importaría probar algún día. Cuando me haya cansado de quemar la carretera y esté listo para asentarme.
Sí... quién sabe... pensó con nostalgia. En realidad nunca le había gustado el trabajo de predicador. Nunca lo escogió libremente, sino que le forzaron a adoptar aquél rol, y aunque le gustaba ayudar a los demás, a la hora de la verdad el hecho de llevar o no el alzacuellos no le influía para nada. Se comportaba con la gente exactamente igual que habría hecho si no llevara aquellas ropas, y, de todas formas, hacía mucho tiempo que había perdido la fe en Dios...
Se permitió aquél momento para pensar y reflexionar, en lo que tenía y en lo que había perdido, cuando pensaba que Sasha estaba demasiado borracha como para notar aquellas lágrimas que habían decidido hacer su aparición en el momento más inoportuno. La había visto usar su poder, pero posiblemente por no entenderlo muy bien, no había esperado que se recuperara tan rápido.
-Jesse…
Cuando se quiso dar cuenta, de repente la tenía ante sí, sus ojos enfrentados directamente al suyo, contemplando algo que Tulip no había presenciado jamás. Qué irónico que tuviera que ser una muchacha completamente desconocida de otra dimensión la primera persona que le viera llorar... Jesse no supo cómo reaccionar. No había vuelto a llorar desde que tenía cinco años, así que era tan nuevo para él como para ella. Sabía que no era algo malo, lo sabía porque Tulip se había ocupado de explicárselo mil veces, pero... sencillamente, se bloqueó.
Ella le ayudó, sosteniéndole la barbilla para indicarle que no debía apartar la mirada, y por primera vez se fijó en lo increíblemente hermosos que eran sus ojos, con aquella línea tan exótica y aquél tono verde tan jodidamente intenso que parecía irreal.
- Sabes… Sé que puede doler mucho llorar sólo cuando echas el pestillo -le dijo con seriedad-. Pero si de verdad vas a estar para mí, por el motivo que sea… Tus días de llorar sólo se acabaron.
Quiso decirle que él nunca había llorado, que aquella magia se debía en parte a ella, pero no fue capaz. Por primera vez en toda su vida, aquél chulito orgulloso se había quedado sin palabras. No pudo hacer más que abrir y cerrar la boca un par de veces, como un pez al que se le hubiera acabado el oxígeno, mientras se perdía más y más en la infinita y genuina sinceridad de aquella mirada.
Y, entonces, ella le abrazó. Sintió la calidez de sus brazos envolviéndole con el cariño con el que lo habría hecho un amigo, el invaluable contacto humano cuando le guió a apoyar la sien sobre su pecho, el hermoso sonido de aquél corazón que con tanta rapidez le había acogido en su seno. En un mundo repleto de egoísmo, en una gran ciudad famosa por la gente que sólo iba a lo suyo, aquella alma maravillosa le aceptaba de manera plena. Sin cuestionamientos, sin prejuicios... sólo aceptación y bondad.
Al principio, pillado por sorpresa, estaba algo más tenso, pero rápidamente se relajó, cerrando los ojos y correspondiendo a su abrazo, sintiendo cómo el peso de su corazón se desvanecía en un instante junto con todos sus problemas. Allí, junto a aquella mujer increíble en un bar de carretera a las afueras de Nueva York había encontrado lo último que habría esperado encontrar... Esperanza.
-No he tenido el placer de conocer a Billy-Bob y apenas te conozco a ti, pero pondría la mano en el fuego por decir que le quieres de verdad.
- Fue mi único amigo durante mi infancia -reconoció, acariciándole con ternura y agradecimiento los oscuros cabellos-. Por fuera era deforme, pero por dentro era mucho más hermoso que muchos de esos cabrones perfectos que salen por la tele. La vida es injusta... Las peores cosas les ocurren a las mejores personas, pero Dios te diría que la justicia no existe... que es sólo un concepto inventado por el hombre. ¿Acaso es justo que el ciervo sea devorado por el león? Las cosas... simplemente ocurren. La vida es así de cruel. Y nosotros lo único que podemos hacer es tratar de hacerla un poquito más llevadera para aquellos que lo tienen peor. Los pobres, los necesitados, los marginados... aquellos con los que la suerte se ha cebado más.
Ella se apartó, pero conservó una de sus manos cálidamente entre las suyas. Seguían estando a una confortable distancia, de nuevo frente a frente. Jesse extendió la mano libre para apartarle un mechón de cabello de la cara, recolocándoselo suavemente tras la oreja.
- Yo tampoco te conozco... pero siento como si te hubiera conocido desde siempre... Y me alegro mucho de haberte conocido, mi querida desconocida -se rió, haciendo una broma intencionada con las reiteraciones, tirando de las manos que sujetaban la suya para ponerlas sobre su corazón-. No pienses ni por un sólo instante que te vas a librar de mí -añadió con un guiño.
Todavía no lo sabía... pero allí, en aquella pequeña arboleda bajo las estrellas a la vera de un bar de carretera mugriento, en aquél preciso instante, se enamoró de ella. Aquella mujer maravillosa, genuina y desprendida que tanta bondad albergaba en su interior y que tan dispuesta estaba a darlo todo por los demás, aunque nadie se lo tuviera en cuenta, sin esperar nada a cambio.
De lo que sí estuvo seguro fue de que ya nunca la abandonaría.
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Tema: Re: Dichosos los que lloran, porque serán consolados (Jesse Custer) [27/04/2018] 2nd Diciembre 2020, 19:02
Ese hombre… tenía algo que me hacía sentir increíblemente cómoda. Quizá fuese por el poco alcohol que quedaba en mi organismo, la noche, la mezcla de emociones que era mi vida últimamente… Pero sé que cerca de sus palabras este pedacito de planeta parecía un poquito más una casa.
Kolaches… Kolaches… -¿No es eso lo que comen los viejos en Texas?- Y me llevé la mano a la boca para contener en el paladar una carcajada -Perdón perdón… Prometo que para cuando pases por allí, habrá Kolaches recién hechos. palabra de pastelera- dije rebuscando entre mis bolsillos una tarjeta de Central Tart donde se indicaba la dirección y mi número de teléfono para los pedidos y se lo metí en uno de los bolsillos de la americana.
-Quién sabe misterioso predicador. Quizá en un futuro vuelvas a ser feliz con un bar. ¡Podrías incluso comercializar esa bebida! Yo la llamaría biberón cowboy- Pensaba que no tenía fuerzas ni para levantarme a mí misma, y ahora estaba bien, casi eufórica, intentando animarle a él. No sabía en qué momento había pasado de las ideas de autolesión a esto… pero qué bien sabía.
Sin embargo verle llorar me rompió por dentro. No estaba acostumbrada a ver a hombres adultos llorar, menos si eran mayores que yo y mucho menos siendo desconocidos con los que habían tenido tan buena conexión. Sólo pensaba para mí “Por favor… que lo entienda. Que entienda que no esté solo, que de verdad comprenda que no quiero dejarle, que no quiero ser otra cosa más que perderá”. Estreché el abrazo y noté cómo se relajaba bajo mis brazos. Tal vez cargué más peso del que me esperaba por estar apoyada en mis rodillas, pero no parecía incómodo.
-Y nosotros lo único que podemos hacer es tratar de hacerla un poquito más llevadera para aquellos que lo tienen peor. Los pobres, los necesitados, los marginados... aquellos con los que la suerte se ha cebado más.- Esa frase… esa maldita frase atravesó todo mi ser y me dejó desnuda.
Por eso hacemos las cosas. Por eso estoy en la patrulla, por eso crecí en la mansión. Para ser de utilidad. Para poder defender a la gente que no podía defenderse a sí misma ante peligros innombrables… Y yo, que no había podido defenderme de Mephisto, tenía que encontrar la manera de hacerlo. De ponerme en pie, alzar el puño arrastrando el dolor de mis heridas… y seguir. Como él lo hacía. -Sabes Jesse... No quiero librarme de ti.- dije empezando a desprender calidez desde la palma de mi mano, sobre su corazón, que contrastaba con el aire frío. -Tal vez no te encante ser un predicador pero… es innegable que se te da bien. Eres… inspirador- Le sonreí con una última mirada directa a su pupila y me acerqué lentamente para dejar un beso largo sobre su mejilla.
-Oye, ven conmigo- dije levantándome y ofreciéndole la mano para ayudarle a incorporarse. No le solté la mano, como antes, le llevé tirando de él aunque esta vez con más suavidad, caminando directa hacia mi furgo. -¿Sabes? Mi novio es creyente. Y aún no le he contado lo que me ha pasado con el demonio porqu-- enmudecí, quedándome quieta por un instante. Tampoco se lo había contado al predicador… Agité la cabeza-Bueno. No se lo he contado porque tengo miedo de que me venga con que Dios todo lo ve y sus caminos son inescrutables, que son pruebas y... - suspiré, mirando al suelo mientras le seguí llevando de la mano -No estoy preparada para oír algo así. Símplemente no quiero tragarme sandeces bíblicas de una entidad que colecciona prepucios. Estoy harta. Y lo que me ha pasado me ha hecho sentir lo suficientemente repugnante como para no querer… saber nada en una temporada. De nada. De dios, de las cruces, de los ángeles, de los demonios o su… puta madre- Prácticamente escupía la palabra cada vez que pronunciaba “demonio”. No sabía por qué, pero contarle eso hizo que me quedase más tranquila. Aunque él no respondiese. Era como si poner sobre la mesa con otro creyente que no quería contarle eso a Plana me justificase que no lo hiciese, y así yo pudiese no pensar en que era una egoísta de mierda por no contárselo.
Me eché el pelo hacia atrás enredando los dedos en la raíz y suspiré de nuevo. -En fin, perdona. No he venido aquí a quejarme- Saqué la llave del bolsillo y abrí el seguro con el botón. La luz intensa de los intermitentes nos iluminó. -He venido aquí… Porque vas a poner a prueba a la que va a hacer tus futuros Kolaches favoritos- Abrí la puerta trasera de la furgona, la del pasajero que iría detrás del copiloto y abrí una de las cajas que me sobraban. -¿Vainilla y nutella… Red velvet… Zanahoria… O caramelo y galleta salada?- Pregunté, dándole la espalda mientras rebuscaba en las cajas de los cupcakes que me habían sobrado el sabor que me pidiese. Como las había llevado en el coche, aún conservaban su forma y el frosting.
Giré sobre mis talones, acercándole su cupcake y quedándome yo con uno de Red Velvet en la mano para comérmelo dando un bocado más grande de lo que podía soportar, dejando marcas de la crema de forma anárquica por toda mi boca. -¡Joder!- balbuceé intentando recoger todo lo posible con la lengua y la yema del dedo corazón para chuparlo después y así no perder ni una micra. Además, todo el mundo sabía que el frosting era lo más rico. Empecé a reírme mientras masticaba con la boca cerrada esperando que le gustasen.
Desenfadada, tranquila, sin pensar en qué vendrá mañana o en por qué todo estaba tan cruelmente ajetreado últimamente… Simplemente estaba. Y hacía mucho que no estaba tan en paz...
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Tema: Re: Dichosos los que lloran, porque serán consolados (Jesse Custer) [27/04/2018] 26th Enero 2021, 16:30
Alzó las cejas fingiéndose ofendido ante el comentario.
- ¡Oiga usted, señorita! -exclamó riéndose ante la poca vergüenza de la muchacha a la que acababa de conocer-. ¿Cómo que "los viejos"? ¿Cuántos años tienes tú, 15?
Era obviamente una broma. No podía saber exactamente la edad que tenía pero parecía bastante desarrollada, así que le calculaba que tendría entre 25 y 28 años. Tampoco había tanta diferencia entre los dos, ¿no?
Ella se echó a reír antes de disculparse y prometerle un goloso premio si se pasaba por la pastelería la próxima vez que visitara Nueva York.
- Pues mira, ya tengo un motivo más para venir -contestó sonriendo, echándole un vistazo a la tarjeta antes de volver a guardarla en el bolsillo de la chaqueta. Se echó a reír ante la siguiente propuesta de la morena-. Biberón Cowboy -repitió, considerándolo-. Wow, ¿eso no sería un poco irresponsable? No sé mucho de esas cosas, pero tengo la impresión de que hoy en día la idea de darle whiskey en la leche a un niño estaría extremadamente mal vista. Mi padre tenía muchas cualidades, pero supongo que hasta él se agotaba de tener que estar continuamente controlando a un pequeño terrorista hiperactivo. El whiskey le garantizaba al menos unos minutos de paz, y mira, así he salido -bromeó.
Era increíble cómo había conseguido disipar por completo la amargura de un recuerdo doloroso y convertirlo en algo agradable y placentero. Ahora cada vez que se acordara de la última etapa feliz de su vida cuando era niño se acordaría del biberón cowboy en lugar de ponerse melancólico. ¿Cómo de alucinante había que ser para conseguir eso? ¿Tenía acaso idea de lo maravillosa que era? Cualquier persona que tuviera la fortuna de compartir su vida con ella vería su día a día iluminado con el resplandor de mil soles. Por eso fue tan irónico que le dijera que el inspirador era él.
- Tú también lo eres -contestó sin pensar, de corazón-. Inspiras a la gente a ser la mejor versión de sí misma. Eres como un rayo de sol que se lleva consigo la oscuridad. Yo tampoco quiero librarme de ti...
Se quedaron mirándose fijamente durante unos instantes y ella acercó su rostro al suyo... Y, durante un instante, el tiempo se detuvo. Luego ella le dio un beso casto en la mejilla y le embargó una extraña sensación de decepción.
Es decir... apenas se acababan de conocer, y no hacía ni dos meses desde que había perdido a Tulip, pero era humano, joder. No era la primera vez que se sentía atraído por otras mujeres, incluso teniendo pareja, pero porque la amaba no habría sido nunca capaz de engañarla.
Ella le tomó de la mano rompiendo aquél instante mágico, pero se la sostuvo durante todo el camino hacia la furgoneta, y él se dejó llevar. La mención a su novio fue una piedra más en aquél cubo de decepción que se había formado unos minutos antes, pero el sentimiento se desvaneció casi al momento ante la seriedad de lo que vino a continuación.
- Sasha... -musitó con el rostro ensombrecido, desaparecido cualquier rastro del humor ligero y cordial que había estado iluminando hasta ahora su semblante-. Cuando ante me preguntaste por los demonios no me imaginé que... -se inclinó hacia ella, preocupado, buscando una vez más su mirada, aunque, ésta vez, por un motivo completamente diferente-. ¿Qué te ha pasado? -al ver que sus hermosos ojos verdes se desviaban hacia el suelo la cogió con delicadeza de la barbilla, obligándola suavemente a levantar la mirada-. Puedes contármelo. No voy a juzgarte, y tampoco voy a pensar que estás loca. Yo he visto mierdas que dejarían alucinado a cualquiera. He visto a un arcángel encadenado en las mazmorras de una organización de fanáticos. He mirado a Dios a la cara. Sasha... -aseguró con seriedad-, sea lo que sea... puedes contármelo.
Por la manera en que pronunciaba la palabra estaba claro que lo que fuera que le había ocurrido había sido serio de cojones, y, sin embargo, la muchacha demostró una vez más su increíble fuerza y valor al volver a aligerar la tensión de la situación con sus habilidades culinarias, como si pensara que lo que le había ocurrido no era importante, o que ella no merecía que alguien le dedicara el tiempo que claramente merecía. Tuvo que recurrir a toda su fuerza de voluntad para no dejarse distraer por la excitante visión de su lengua recogiendo los restos de crema y azúcar que se habían quedado en los contornos de aquellos sensuales y carnosos labios, o por la manera en la que justo después lamió los restos de su dedo corazón. Joder... Si la sensualidad se hiciera carne, Jesse estaba seguro de que adoptaría la forma de aquella mujer.
- Sasha -dijo con seriedad, quitándole con delicadeza el cupcacke y dejándolo encima de la caja junto con el que ella le había ofrecido a él para cogerle las manos en un intento por transmitirle valor y consuelo mientras la miraba a los ojos y se sentaba en uno de los asientos del vehículo-. Habla conmigo -insistió-. Cualquier cosa de la que necesites desahogarte... cualquier peso que guardes en el corazón... Puedes contármelo. Me dedico a eso y puedes estar segura de que nada de lo que me digas va a salir nunca de aquí. Palabra de predicador -añadió de manera cómplice imitándola a ella cuando le había prometido los kolaches unos minutos antes, en un intento de hacerla sentir mejor y darle la confianza para soltar lo que fuera que la estaba devorando por dentro.
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Tema: Re: Dichosos los que lloran, porque serán consolados (Jesse Custer) [27/04/2018] 14th Febrero 2021, 13:15
La mutante aguantó la risa todo lo que pudo mientras escuchaba la fingida indignación del predicador. -¿Cómo que "los viejos"? ¿Cuántos años tienes tú, 15?- Casi casi- dijo aún entre risas, llevándose una mano al abdomen, acompañando su exageración con esa respuesta- Veintidós- Terminó justo antes de embarcarse en el sueño de Jesse.
Casi podía visualizarle, con una camisa de cuadros y un trapo echado al hombro mientras aclaraba unas jarras de cerveza. -No sé… existen las medias de seda, la leche de pantera, las mamadas… ¿De verdad destacaría tanto algo llamado un biberón?- Por un momento lo consideré, se entiende que la gente que tiene edad para beber tiene edad para no ser imbécil y ofenderse por todo… Pero estábamos en Estados Unidos, aún era pronto para descartar a los idiotas.
Aún no sabía por qué, pero a pesar de su naturaleza desconfiada, ese hombre había conseguido que bajase casi todas sus defensas. ¿Qué tenía para ser tan confiable? Tenía una pinta de lo más vistosa, era un hombre mayor que ella… Tenía motivos para desconfiar y sin embargo resultaba tan esclarecedor estar a su lado… Era como un soplo de aire fresco en medio de un infierno vivo. Y Sasha estaba dispuesta a aprovecharlo.
Mientras le llevaba notó el cambio de tono en la voz del predicador. Tal vez por el parche, tal vez por su semblante, pero su voz era lo que más expresivo le resultaba de él. Ella se giró sobre sus propios pies y se quedó entre el pecho del predicador y la furgoneta. Si el altruismo hubiese tenido voz, sería la del predicador en ese instante. Toda la honradez y sinceridad que puede tener una persona salió de su boca, y a pesar de que ella intentó protegerse, alejarse de la realidad… él la hizo volver a mirarle. A ese ojo marrón intenso que ahora derramaba preocupación en lugar de lágrimas. Sin embargo, sus propios ojos verdes empezaron a inundarse.
Se giró rápidamente, fingiendo un tono despreocupado -¡No te preocupes! Lo que no te mata te hace más fuerte- comentó quitándole importancia mientras apretaba los ojos, rebuscando los dulces. Sabía que se había dado cuenta. Con tan poca luz y el foco fuerte del restaurante dándole en la mirada, ocultar el brillo de las lágrimas hubiese sido demasiado pedir. Pero pensó que tal vez si le quitaba importancia él se rendiría.
Grave error.
Notó cómo el cupcake volaba de su mano, y la caja hacia el fondo de la furgoneta. Él la bordeó y tomo asiento en el medio de los tres asientos traseros. Ella se quedó mirando el hueco que había dejado entre ambos. Dejó caer los brazos a los lados de su cuerpo y agachó la cabeza mientras su rostro se ensombrecía.
Supongo que… vamos a hacer esto.
Entró, y cerró la puerta corredera con fuerza detrás de ella, tomando asiento mirando hacia el respaldo del copiloto. Miró sus manos, que descansaban sobre sus muslos, y al predicador. Luego de nuevo a sus manos, a él, sus manos…. Su boca parecía querer hablar y su cuerpo no le respondía.
Cerró los ojos y respiró hondo.
-Conocí a un demonio… Hace… tres días- Decirlo en voz alta fue como hacerlo real. Como firmar una sentencia de muerte que se alargaba. Notaba como si una mano invisible le aprisionase el pecho y la asfixiase desde el interior de su garganta. Empezó a respirar de forma superficial. -Y por lo visto no es de los buenos… Ni de los que se cansan rápido…- Se abrazó las rodillas y apoyó la frente en ellas. Su voz sonaba congestionada y las lágrimas rodaban sin piedad por sus mejillas. Dentro de su coche, por algún motivo, se sentía más segura.
Sorbió por la nariz y miró por la ventanilla hacia las luces del bar. -Su nombre es Mephisto... - los pulgares acariciaban sus propios brazos. -Físicamente lo único que me hizo fue… Colocarme el pelo y… susurrarme al oído- Eres una mujer con carácter, ¿No es así? -Cerró los ojos con fuerza como si eso pudiese hacer que dejase de escucharle. -Pero… la sensación… su… influencia…- me mordí el labio sin dejar de mirar por la ventana.
Ese deseo irracional, su voz, el susurro… Cómo le trataba, esa pasión visceral… Con dos gestos y una sencilla frase… Volvió a escucharle hablar en su cabeza. Eso me gusta… Agitó la cabeza y la volvió a hundir en sus rodillas, aspirando con fuerza tratando de contener el llanto. -Me siento tan sucia, tan usada, tan… asquerosa- Alzó la vista al techo, negando con la cabeza. -Ahora cada vez, cada maldita vez que me pongo cachonda ¿sabes lo que veo?- Bufó una risa y bajó las piernas al suelo- Sólo me susurró dos frases. Dos frases de mierda y hubiese sacrificado a mi mejor amigo por echar un polvo con ese hijo de la gran puta.- Los quejidos, la voz rasgada, la rabia con la que escupía las palabras… -Y lo peor, es que me obsesiona. Y no puedo hacer que pare…- Apoyó los codos sobre sus rodillas, y la frente en sus manos dejando caer su pelo como telón entre el predicador y ella. Parecía que su respiración se había calmado. -Lo siento…- Fue lo único que pudo decir cuando dejó de llorar. La ira había eliminado la tristeza y ahora sólo estaba cabreada, frustrada y de nuevo tratando de frenar la mezcla de sensaciones que el demonio le evocaba: Excitación, repulsión y… miedo.
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Tema: Re: Dichosos los que lloran, porque serán consolados (Jesse Custer) [27/04/2018] 5th Abril 2021, 01:05
22 años... ¡Jesús! Cualquiera lo habría dicho, no sólo por su físico, sino por su absoluto desparpajo al hablar de cosas como "mamadas" o "leche de pantera" sin cortarse ni un sólo pelo, pero tenía nueve años menos que él. Al pensar que hacía menos de dos años aún había sido menor de edad sintió repulsa hacia sí mismo por haber pensado en ella de la manera que lo había hecho, y cualquier pensamiento de ese estilo que pudiera haber quedado fue desterrado de inmediato al olvido. De ahora en adelante evitaría pensar en ella en esos términos, aunque era lo suficientemente mayor como para haber sabido que la atracción física no era la única manera de sentirse conectado con alguien. En cualquier caso, no habrían de pasar muchos meses hasta que comprendiera que la peligris se había enraizado en su sistema de una manera tan profunda que no iba a resultar tan fácil desentenderse...
- Pues sin duda tienes razón, algún día puede que la patente. Y quizás invente una bebida que se llame Cunnilingus, ¿por qué no? Me parece injusto que exista una que se llame "mamada" pero no una equivalente en femenino. En fin, esto es América, ¿no? Cuando se trata de sexo, el 80% de los hombres son gilipollas.
Después pasaron a temas más serios y todo el tono distendido de la conversación previa desapareció por completo. "Lo que no te mata te hace más fuerte". Eso Jesse lo sabía como el que más. Joder, debería hacérselo grabar en una camiseta o algo así.
- Pero no significa que tengamos que tragárnoslo todo nosotros solos -le respondió con suavidad. Lo cual no dejaba de ser irónico viniendo de él, que no era precisamente una persona a la que le resultara sencillo compartir sus propias experiencias traumáticas, aunque había dedicado su vida a ayudar a los demás a cargar las suyas.
Sin embargo, de todas las confesiones que había tenido que escuchar hasta la fecha, sin duda aquella fue la más dura de todas.
- No existen demonios buenos -musitó, sombrío, en respuesta a su inferencia-. Joder, a veces hasta dudo que existan ángeles buenos...
Desde luego, los que él había conocido distaban muchísimo de parecerse a la bucólica imagen que nos vendían en las Iglesias.
Después de eso, Jesse no volvió a intervenir, dejándole su espacio para terminar de dejar salir todo cuanto la atormentaba sin interrumpirla ni presionarla, respetando su sufrimiento mientras una fina y tensa línea se dibujaba en su semblante.
¿Por qué siempre le ocurren cosas malas a la gente buena?
Todo cuanto los demonios hacían... también era porque Dios lo permitía. Dios era omnipotente, sabía todo cuanto ocurría incluso antes de que llegara a suceder... pero no hacía nada por detenerlos. Jesse sospechaba que los demonios no eran sino piezas de diferente color en un tablero de ajedrez cósmico que él podía mover a su antojo... Como cuando forzó la atracción entre la demonio y el ángel que engendraron Génesis cuando todos sus instintos les impelían a matarse el uno al otro.
Cuando ella finalmente hubo acabado, le permitió unos segundos para tranquilizarse antes de sujetarla por los hombros para obligarla a erguirse con suavidad, apartándole los mechones de cabello que habían quedado pegados a la humedad de sus mejillas para poderla mirar a los ojos.
- Hija mía... te doy la absolución -dijo, trazando una cruz simbólica sobre su frente. Tomó aire. No le gustaba activar Génesis cuando no era en situaciones de vida o muerte porque había tenido malas experiencias derivadas de su uso irresponsable, pero con el paso del tiempo había aprendido a escoger muy bien sus palabras, y, en un caso como el de Sasha, veía totalmente justificado intervenir, incluso sin pedirle consentimiento. Sufría tanto, y de una manera tan visible...-. De ahora en adelante disfrutarás plenamente del sexo libre y voluntario sin volver a sentirte culpable por nada que escape a tu control directo -dijo, mientras el iris que permanecía fijo en los orbes verdes de la mutante se tornaba del color de la sangre y su voz, apenas un susurro, parecía reverberar en el interior de la furgoneta con la potencia de un amplificador-. Mephisto ya no te atormentará en tus pesadillas, ni volverá a obsesionarte -continuó, mientras le limpiaba la humedad de las mejillas con el pulgar en un gesto inconsciente y repleto de dulzura. Su pupila volvió a tornarse marrón, y el religioso se apartó de ella, incorporándose en su asiento para observarla con preocupación-. Sasha... he usado una especie de poder que tengo y que me permite hacer la vida de las personas más fácil... Cuando lo activo, lo que ordeno se cumple, sea lo que sea. Te he dado una pequeña muestra para que compruebes que es real. No te he quitado el recuerdo de lo ocurrido porque no mereces que te sigan arrebatando el control de tu vida, pero podría hacer, si me lo pidieras, que Mephisto no fuera para ti más importante que una hormiga en un hormiguero, alguien a quien podrías aplastar si te lo propusieras... Podría hacer cualquier cosa, Sasha. Cualquier cosa que necesites para poder vivir tu vida sin miedos... No tienes más que pedírmelo.
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Tema: Re: Dichosos los que lloran, porque serán consolados (Jesse Custer) [27/04/2018] 6th Abril 2021, 21:18
OOC: Acciones y diálogo pactadas previamente con user de Jesse Custer.
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-Esto es América, ¿no? Cuando se trata de sexo, el 80% de los hombres son gilipollas - Sasha se bloqueó unos instantes después de ese comentario. Esperaba encontrar el tono ofendido o de molestia pero sin embargo aguardó y pareció haberlo dicho en serio. Un tío, aparentemente hetero, blanco, norteamericano y mayor que ella… ¿Acababa de hacer esa afirmación? ¿De dónde salía este tío? Le sonrió amable e inconscientemente se mordió el labio.
Ella luchaba por distanciar sus problemas, por hacer como que no existían en esa conversación… Sólo quería olvidar el recuerdo de Mephisto, pero el predicador por algún motivo parecía realmente preocupado en lo que le sucedía y finalmente lo soltó todo.
Él la recompuso, le apartó el pelo de la cara y secó sus lágrimas. Ella levantó la vista intentando contener las que luchaban por salir. Odiaba que la viesen llorar, odiaba la piedad y la misericordia con ella. Pero sobretodo odiaba que la viesen como a una víctima. Sin embargo su futuro amigo trazó una cruz en su frente y pronunció una especie de salmo. Antes de que ella pudiese hablar, quedó con la boca entreabierta escuchando sus palabras atentamente, con ambas pupilas clavadas en su iris rojo.
Cada palabra de ese hombre pesó en el corazón y en la conciencia de Sasha como si fuese un principio inmutable. No era cuestionable, era lógico, tenía sentido, encajaba donde tenía que encajar. Nada ofrecía resistencia a sus palabras. Entraron para quedarse. Y así ella lo sintió notando cómo su corazón pesaba mucho menos.
Estiró la espalda mientras conseguía cerrar la boca al fin y se notó… diferente. Su cuerpo había asimilado una información que ella no había terminado de recibir. Ya no le resultaba invasivo. Ya no podía notar al demonio en sus entrañas intentando seducirla o haciéndolo sin siquiera intentarlo. Ese… asco, esa repulsión… La sensación de indefensión… Había desaparecido. Frunció el ceño confusa y a la defensiva. ¿Acababa de… controlarla mentalmente? ¿Acaso el cura era un psíquico y no se lo había dicho? Había… entrado en su cabeza… ¿Qué había visto? A fin de cuentas era un desconocido… ¿Y por qué la había manipulado? Terminó de secarse las lágrimas y se echó el pelo hacia atrás con los dedos. Miraba a Jesse con el rostro ligeramente ladeado, aún no sabía si enfadada, agradecida o molesta. Por el momento, había suplantado una sensación de invasión por otra. Una mucho más inofensiva, pero aun así invadida. - ¿Qué has...?- Se miró a sus propias manos, confusa, luego a él y a su pupila que había tornado marrón de nuevo. -¿Cómo?- - Se miró a sus propias manos, confusa, luego a él y a su pupila que había tornado marrón de nuevo. Negó con la cabeza -¿Cómo?-
Por primera vez desconfió de él. Escuchó su explicación atentamente. Era… aterrador. Su poder.. su.. habilidad… Resultaba inquietante y aun así no paraba de hablarle como si buscase lo mejor para ella. No le olía nada bien. ¿Por qué un desconocido iba a involucrarse tanto con ella? Durante un instante se le cruzó por la cabeza que pudiese ser el propio Mephisto, pero la preocupación se disipó al instante, no cobraba sentido. - Te has... ¿Metido en mi cabeza? - Frunció el ceño aún más. - Con "cualquier cosa" te refieres... a Cualquier... cosa... - No pudo evitarlo, malpensó de todas las formas posibles. ¿Cómo había podido sentirse tan confiada de alguien que dice poder hacer cualquier cosa? ¿En qué le diferenciaba a él del dios hipócrita al que criticaba si también era omnipotente? Su respiración empezó a acelerarse.Se sentía cada vez más agobiada, aunque la paz que le habían otorgado sus palabras era tangible, real… Lo que hubiese hecho en realidad le había hecho muy muy bien.
- No, no me he metido en tu cabeza -se apresuró a aclarar al ver su agitación. Era comprensible después de lo que le acababa de confesar-. No soy telepata, ni psíquico, no puedo leer tus pensamientos ni manipularlos. El poder que poseo es... Diferente. Podríamos definirlo como la Palabra de Dios. Cada vez que doy una orden, la persona que la escucha se ve obligada a cumplirla, sea de la naturaleza que sea. Me permite hacer que la gente supere sus traumas, por ejemplo. Quitarles las pesadillas, los malos recuerdos. Pero tranquila, Sasha... Jamás lo usaría para aprovecharme de ti, debes creerme. No te lo he comentado antes porque la gente normalmente no me cree cuando se lo digo. Si no te sientes tranquila, puedo deshacerlo con otra orden, pero deberías... Deberías sentirte mejor....- La mutante clavó su mirada en él. No parecía fingir… No parecía querer manipularla… Y joder si tenía razón… se sentía mejor, claro que se sentía mejor. Había abandonado un infierno en un par de días y si eso no era un milagro…
Se alejó ligeramente de él. Y entonces le vio bien… No era el rostro ni el tono de voz de alguien interesado. Era una sensación de cansancio, hastío… Parecía agotado de que nadie a quien le hubiese mostrado el poder hubiese confiado en él. -Osea que puedes… ejecutar órdenes… ¿Siempre que quieras? y… La gente simplemente… ¿Las cumple?- Se encogió de hombros mirándole. Era una persona que podía tenerla a su merced… ¿Estaba dispuesta a arriesgarse?
Lo pensó en el fondo de su corazón. De todas las veces que habían hurgado en su libertad, que había rendido su voluntad a alguien… Esa había sido la vez que mejor le había sentado. No notaba esa repulsión ni el miedo… Le había quitado esa inmensa losa que la aprisionaba y le impedía respirar. - Siempre que entiendan lo que digo o me escuchen -asintió el predicador-. Es necesario que entiendan mi idioma- Ella afirmaba con la cabeza como señal de que lo comprendía. Finalmente le miró fiera a los ojos. -¿Y sobre ti? ¿Puedes obligarte a hacer algo?- Su postura se relajó y la respiración retomó normalidad. - Eh... No, no funciona así...Pero si quieres pegarme o desahogarte puedes hacerlo[color=Firebrick]iró perpleja, parpadeó un par de veces en completo silencio. -Bien- Luego le dio un puñetazo en el brazo, controlando su fuerza. -No vuelvas a manipularme en contra de mi voluntad. De ninguna forma. No se te ocurra hacer eso sobre mí sin avisar- Luego se extendió en los asientos, poniendo una pierna sobre su rodilla para poder abrazarle de manera más orgánica y le estrechó con fuerza, dejando ir por el tono de su voz todo el alivio y la gratitud. -Y gracias… No sabes lo bien que sienta…- susurró antes de separarse con una mirada de agradecimiento inmensa mientras se mordía las mejillas por dentro, nerviosa.
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Tema: Re: Dichosos los que lloran, porque serán consolados (Jesse Custer) [27/04/2018] 10th Abril 2021, 00:05
Sonrió aliviado ante su demanda, sujetándose el brazo.
- ¿Eso es todo? Caray, casi esperaba que me dieras un puñetazo en la cara, así que ésto es fácil de cumplir. Por supuesto, guapa, no lo volveré a hacer. No suelo hacerlo nunca, de todos modos, salvo cuando me parece que es necesario; En situaciones de vida o muerte donde mis puños no resultan ser suficientes... para enmendar algún entuerto cuando ni las palabras ni la justicia podrían arreglarlo porque el cabrón de turno está amparado por la ley... -cerró las piernas y se las enlazó, pensativo-. Para solucionar injusticias... Si hay algún hijo de puta corrupto recibiendo sobornos le obligo a entregarse y confesar todo a la policía... Si hay algún banquero sin escrúpulos dispuesto a desahuciar a una familia que lo ha perdido todo hago que hagan la vista gorda... O para evitar el sufrimiento de aquellos que no lo merecen -finalizó, dirigiendo una significativa mirada hacia Sasha-. Lamento mucho haberlo hecho sin avisarte, pero la gente por lo general no suele creerlo hasta que no me ven utilizar el poder, y parecías estar sufriendo tanto... Aunque supongo que en éste mundo no costaría tanto creerme, ¿verdad? En éste universo hay muchísima gente con súperpoderes. Diablos, hasta tú los tienes -negó con la cabeza, sin poder creer aún la cotidianidad de lo extraordinario en aquél lugar-. Te pido disculpas, he sido un tonto. En el lugar de donde procedo no existen los superpoderes y no llevo aquí ni dos meses. Supongo que aún no me he acostumbrado a... ésta locura -hizo un gesto con la mano para abarcar lo que les rodeaba y varió de postura, apoyándose en el brazo para mirarla mejor, con una expresión seria y sincera-. Puedes estar tranquila, Sasha. Para mí éste poder es como tener en tus manos una escopeta cargada. No la levantarías contra la cajera del supermercado para que te de gratis un cartón de tabaco. Créeme si te digo que me tomo muy en serio el libre albedrío. Si no fuera así, ahora mismo sería asquerosamente rico y estaría sentado cómodamente sobre una montaña de billetes en alguna mansión en Monument Valley en lugar de estar partiéndome el culo día tras día en la carretera para poder pagarme los Marlboros. Pero hey, si alguna vez ves que lo utilizo sin tu consentimiento, tienes permiso para estropearme un poco más ésta fea cara -bromeó, sonriendo-. Es difícil de pasar por alto cuando lo uso, con lo de la voz, los ojos rojos y tal... Los ángeles nunca se caracterizaron por ser precisamente discretos...
Se interrumpió cuando ella le abrazó, entendiendo que en aquellos momentos no eran palabras lo que necesitaba, y, correspondiendo a su gesto, la estrechó contra su cuerpo para proporcionarle el apoyo y el confort que de verdad precisaba. La sostuvo durante el tiempo que fue necesario, acariciándole la espalda con ternura mientras le daba vueltas a algo que no sabía cómo formular. Finalmente ella se apartó para darle las gracias, otorgándole así la oportunidad de formular lo que tenía en la cabeza.
- No me respondiste a mi última pregunta, Sasha... Podría hacer que lo de Mephisto dejara de importarte, o, incluso, si así lo desearas, podría hacerte olvidar todo el incidente... Podría hacer que te sintieras aún mejor. Ya has visto cómo funciona...
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Tema: Re: Dichosos los que lloran, porque serán consolados (Jesse Custer) [27/04/2018] 7th Agosto 2021, 19:21
Ese encuentro había sido sin duda el más curioso de su vida. Tan simple y a la vez tan extrañamente fácil. Si se paraba a pensar había metido a un desconocido en su coche, le había contado su última experiencia más traumática, había reído y llorado con él…. Todo en cuestión de horas. ¿Qué demonios tenía ese predicador que hacía que su desconfianza crónica se disipase como una calada de humo? -Osea que eres como el papa justiciero, entiendo- comentó con una risa burlona de medio lado tras su explicación. -Me consuela mucho saber que decides usar ese inmenso poder de esa forma… A mí me dan bastante rechazo los poderes que tratan de controlar a otra persona…- Acto seguido el predicador se disculpó por haber usado los poderes sin advertirla.
Negó con la cabeza sonriendo -Tranquilo… Muchos aún nos estamos acostumbrando a esta locura de mundo… Pero hacemos lo que podemos. Yo antes jamás había visto demonios- se encogió de hombros. Desde el incidente todo el mundo portaba una sensación de pesar como si se tratase de una mente colmena. Absolutamente todos habíamos sufrido, cambiado o perdido… No había excepción. Por primera vez en la historia todos los humanos compartíamos algo, aunque fuese la sensación de orfandad.
-Si no fuera así, ahora mismo sería asquerosamente rico y estaría sentado cómodamente sobre una montaña de billetes en alguna mansión en Monument Valley en lugar de estar partiéndome el culo día tras día en la carretera para poder pagarme los Marlboros- Eso tenía todo el sentido del mundo. No hizo falta más para convencerla. ¿Por qué, si podía tenerlo todo, estaba en esa gasolinera de mala muerte con una vida humilde? La Neoyorkina aún no lo sabía, pero ese fue el comienzo de la gran admiración que sentiría por él. Los pilares de la confianza que la morena volcó en su mejor amigo. Sin duda era un hombre único, íntegro y completo. Era tan fácil que ese poder cayera en unas manos desacertadas… Y ese hombre decidía patearse el país para poder comer. - Pero hey, si alguna vez ves que lo utilizo sin tu consentimiento, tienes permiso para estropearme un poco más ésta fea cara-¡Eh, qué dices! Eres muy guapo para ser un hijo de Dios. Seguro que muchas mujeres te maldicen por ser célibe- y después del cumplido, el puñetazo y el abrazo.
Ese tejano abrazaba con poder y una inmensa calidez. Sus brazos la estrechaban con firmeza, transmitiéndole que de verdad le importaba su alivio y su calma. La rodeaban casi por completo en la espalda y en la cintura. Se sentía cubierta del mundo de mierda que acababa de descubrir y no pudo evitar suspirar con fuerza antes de separarse.
En cuanto se apartó, escuchó con atención la propuesta de su nuevo amigo.
Se hizo el silencio durante unos intensos segundos mientras miles de ideas cruzaban la mente de la pastelera. Sasha sonrió con tristeza, mirando por la ventanilla que el predicador tenía tras su cabeza. Fijándose en cómo las luces se reflejaban en forma de estrella a través del cristal. Negó con la cabeza frunciendo los labios. -No… eso no va conmigo- Miró al techo mientras los ojos se le inundaban en lágrimas que fue capaz de contener. ¿Hasta cuánto estaba dispuesto a contarle a ese hombre…?
Le buscó la mirada. Ese intenso iris café que hace unos instantes la había controlado con el color de la sangre. Ahora parecía tan… normal. Tan humano…
-No me parece justo ni correcto… No me parece adecuado eliminar las heridas de lo que me sucede. No sería quien soy sin muchas de ellas y al final… es que son mis heridas… ¿Entiendes?- Agachó la cabeza mirando a sus manos y luego la volvió a erguir, reencontrándose con la mirada de él. -No quiero perder la fortaleza que esto pueda darme en el futuro… Y… además…- Los ojos reflejaban sus ganas de llorar, pero esa vez no rodó ninguna lágrima.
-Una de las cosas más dolorosas de mi vida…- ¿Por qué se lo estaba contando? ¿Qué guardaba ese alzacuellos y ese parche para que este desconocido le resultase tan confiable?- es que no tengo recuerdos desde antes de los trece años… - negó con la cabeza dejando un silencio más largo de lo que pretendía. -No soporto que me controlen, ni la manipulación mental ni… Ningún tipo de poder similar.- Aún no estaba preparada para decir en voz alta que lo que en realidad sucedía, era que les temía más que a nada en el mundo. -Aún no sé cómo, pero parte de mi vida me ha sido arrebatada. No sé si por algún trauma lo borré, no sé si me lo borraron, no sé… absolutamente nada de mí. Y… ¿Sabes? Prefiero ser la persona más consciente y miserable del planeta a ser una feliz ignorante en un mundo que se disfraza. Estoy harta de no saber quién soy. De no recordar... - tomó la mano de Jesse entre las suyas acariciándola con los pulgares- Te agradezco la oferta… Pero tengo que rechazarla- se forzó a sonreír.
Sería tan fácil dejarse llevar… Vivir en un mundo que se lo prometiese todo y eso fuese suficiente. Pero lejos de eso, algo dentro de ella latía en su contra cuando sentía que se engañaba. La sinceridad era crucial en su ser y por mucho que luchase contra ella, esa naturaleza seguía ganando.
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Tema: Re: Dichosos los que lloran, porque serán consolados (Jesse Custer) [27/04/2018] 15th Agosto 2021, 01:43
- Me gusta más considerarme como un cowboy errante -respondió, encogiéndose de hombros mientras rescataba del bolsillo de la chaqueta el cigarrillo que no había llegado a encender al final y le prendía fuego con su mechero-. Una especie de John Wayne moderno. Y sí, lo has acertado, soy un friki de las películas de vaqueros. Me apasionan desde que era pequeñito. Y sí, te comprendo también, suele generar ese tipo de reacciones, y es comprensible -afirmó, recordando lo que le habían dicho Gray o Tulip al descubrirlo-. Creo que de las cosas más aterradoras que puede haber es que te obliguen a hacer algo en contra de tu voluntad y no ser capaz de impedirlo. Como ya te dije me tomo muy en serio el libre albedrío -añadió, bajando la ventanilla para echar el humo fuera-. Te digo lo mismo que le digo a todos mis amigos: jamás lo usaré contra ti sin tu consentimiento, tienes mi palabra.
Escuchó su siguiente confidencia relajadamente apoyado contra la puerta de la furgoneta, sintiéndose tan confortable como si se tratara de una amistad de toda la vida, incluso sabiendo que se habían conocido hacía apenas unas horas.
- Bueno, en eso al menos te llevo ventaja, he conocido mi buena ración de seres celestiales en mi universo, aunque han sido principalmente ángeles. Pero que no te induzca a error, eran igual de cabrones que los demonios -aclaró echando la ceniza del cigarrillo por la ventanilla.
Ante la siguiente afirmación dejó escapar una risa agradable y cálida.
- Oh, Dios no tuvo nada que ver con eso, te lo aseguro. Ésto -dijo señalándose la cara-, es todo obra de John Custer, mi padre. Mi madre siempre dijo que me parecía muchísimo a él -su tono se volvió melancólico al recordar una vez más a su familia-. Fue él quien me enganchó a los westerns. Cada vez que estrenaban una peli nueva me llevaba al cine a verla. Era una especie de ritual. Nuestro ritual. Cuando aún estrenaban westerns en los cines... Respecto a lo otro, lamento decepcionarte, pero no soy célibe, ni mucho menos -añadió con una carcajada-. La iglesia evangélica no exige voto de castidad como la católica. El propio Lutero exigió su abolición en el siglo XVI justo antes de casarse con una ex monja. De hecho, en los inicios de la Iglesia Católica el celibato no existía. El tema no surgió hasta el siglo IV y no se consiguió instaurar hasta el siglo XI, así de antinatural es -del interior de la chaqueta se sacó una petaca de ron, le dio un trago y le ofreció después a la mujer-. Y aunque no fuera así, yo ya no era virgen cuando me metieron en ésto. Sí que se supone que debería aguardar hasta el matrimonio para tener relaciones, pero creo que a éstas alturas ya te habrás dado cuenta de que no soy un cura al uso -respondió en tono de broma echando un nuevo trago a la petaca.
Tras su propuesta, se instauró un silencio triste en la mutante, que permaneció pensativa durante varios segundos, mirando hacia algún lugar más allá de él que estaba, probablemente, muy lejos en su cabeza. Jesse respetó su silencio, observando, desde su perspectiva, cómo las luces de los coches se iban reflejando en sus rasgos hasta que, finalmente, expresó su rechazo y sus motivos. Vio cómo los ojos se le llenaban de lágrimas y su mirada se encontró con la suya. La escuchó sin interrumpirla, permitiendo que se sincerara y descargara el peso que cargaba en su pecho.
- Entonces... te ofrezco lo contrario -dijo, sin apartar ni un instante la mirada de la de la mujer cuando ella tomó su mano para acariciarla-. Nunca lo he probado, pero... No lo sé... Quizá podría obligar a tu mente a recordar, usando la Voz. No sé de qué dependería... No sé si aún podría hacerlo si alguien te ha arrebatado esos recuerdos o sólo funcionaría en el caso de que estén reprimidos pero aún ahí... No lo sé... -sus dedos se entrelazaron con los de ella en un gesto de profundo apoyo y consuelo-. Pero estoy dispuesto a explorarlo contigo... si tú estás dispuesta. No tiene que ser ahora... Creo que ha sido una noche muy intensa... Con demasiadas emociones... Pero podríamos intentarlo otro día. Sólo... piénsalo... ¿vale?
Porque no hay nada en éste mundo que desee más que ayudarte.
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Sasha Triger Marvel Universe
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Tema: Re: Dichosos los que lloran, porque serán consolados (Jesse Custer) [27/04/2018] 25th Agosto 2021, 20:11
Cowboy errante… -Definitivamente suena mejor- soltó una carcajada y escuchó su historia paciente, tomando nota de sus gustos y de cada pequeño dato que le permitía seguir conociendo al hombre que tenía frente a ella. ¿Estaría él tan cómodo como ella? No tenía manera de saberlo… pero al menos lo parecía. Atesoró en su memoria un recuerdo sutil. Algo que para cualquier otra persona podría haber pasado de largo fácilmente, pero la mutante se guardó entre los rincones de sus recuerdos. El predicador se encendió el cigarro sin pedirle permiso. Sin preocuparse por el coche, como si lo hubiese hecho otras veces, simplemente lo hizo, con la consideración de bajar la ventanilla. Ese simple gesto de confianza y de sentirse como en casa quedó grabado en la retina de Sasha para siempre.
Siguió prestando atención, por algún motivo el comentario de los ángeles no le decepcionó ni le sorprendió -Osea que hay cabrones con halo y cabrones con cuernos… Qué suerte. Es un gran alivio para la raza humana…- comentó con cierto sarcasmo desesperado y cómico mientras sonreía negando con la cabeza. Al fin y al cabo, cuantos más seres extraños aparecían, cuantas más criaturas nuevas conocíamos… Más solos estábamos.
Contempló al texano con suma atención. Le estaba hablando de su familia, de su padre y de su pasado y no perdía detalle. Su padre se llamaba John, como el actor de las películas que tanto decía idolatrar y por cómo hablaba, lo echaba de menos… Durante un instante la cara de un niño se transparentó sobre el duro gesto del hombre adulto que le estaba contando la historia. Ella inconsciente sonrió. -Pues gracias por tanto, John Custer.- Tenía ganas de decirle más cosas. Que se le ponía una voz preciosa cuando hablaba de su padre, de su pasado. Pero decidió dejarle espacio para que se expresase con comodidad.
El ambiente rápidamente se distendió con la carcajada del americano, explicándole el tema del celibato. -Ah, osea que es celibato momentáneo hasta el matrimonio… Perdona, tenía entendido que era de por vida, pero claro, no tiene mucho sentido poder tener mujer y no concebir, supongo…- se quedó pensativa tratando de grabar todos los datos que Jesse le había proporcionado sobre la historia del celibato eclesiástico. Agarró la petaca y dió un trago de la diminuta abertura metálica, haciendo que se le cayera una gota por la comisura que se limpió rápidamente. Luego cambió el tono y el gesto en un conjunto de picardía y lujuria-Osea que nuestro hombrecito ya era un hombre… Mira qué perro… No pierdes el tiempo le dió un codazo acompañando su carcajada mientras el sonrojo subía a sus mejillas.
Poco a poco, el tono de broma fue quedando atrás, volviendo a dejar paso a la pregunta seria. A volver a usar el poder de génesis. Sasha, agradecida por la oferta, se vió obligada a rechazarla. Preferiría siempre tener una vida dolorosa a no tener ninguna. Le aterraba la idea de ser un cuerpo vacío que simplemente gasta su tiempo vital en este mundo...
Él respetó su sinceridad y su testimonio con una buena dosis de silencio y espacio. Atendió desde una posición tranquila y receptiva. Sentía que nunca le juzgaba por mucho que se le escapasen las palabras de los labios. -Entonces... te ofrezco lo contrario- Sasha levantó la cabeza con una genuina confusión en su rostro. ¿Quería devolverle la herida completa? -Quizá podría obligar a tu mente a recordar- No… - si alguien te ha arrebatado esos recuerdos- Jesse, no… para… Cállate… - si tú estás dispuesta- No. No puedo… ¿Qué? Mi memoria, mis recuerdos… mi vida… ¿Estaban justo delante de mí? ¿Era así de fácil…? - Sólo... piénsalo... ¿vale? -
La posibilidad arroyó el corazón de la mutante como el tsunami que llevaba en el hombro izquierdo. Constante, imparable y con réplica. La consternación que intentaba ocultar acabó haciéndose visible en su rostro, por mucho que su cuerpo luchase por esconderla. Carraspeó. Notaba la boca seca y las manos, incluida la que estaba agarrada al predicador le empezaron a temblar.
¿Acaso todo cuanto desconocía de sí misma… Podría dárselo aquel misterioso hombre con el que tan fácilmente había conectado?
-Jesse, yo…- Todo por lo que había luchado. ¿Todos sus secretos… estaban a una palabra de esos labios? - Creo que he vivido muchio en muy poco tiempo…- Notaba su taquicardia, y era plenamente consciente de que le hormigueaban las manos -Ahm… Te lo agradezco, enormemente, de verdad. Sólo… no me lo esperaba y… necesito tiempo… Mucho tiempo-Buscaba su ojo pardo con un gesto de disculpa en la mirada. -¿Lo entiendes?... Es que no… Es… demasiado que digerir.- desvió la mirada a las luces de la carretera de nuevo y apretó los ojos para no llorar. Unos nervios se instalaron en la boca de su estómago. -Gracias, Jesse Custer, eres un hombre increíble…- Apretó su mano y la llevó a sus labios, para dejar un beso largo y delicado sobre sus nudillos. Permaneció ahí con el roce del beso unos segundos de más y luego se separó y abrió los ojos.
-Te propongo algo. Dejas de usar esa cosa conmigo durante un tiempo… Y hablamos sobre la marcha de cuándo y cómo vas a ayudarme en el futuro… - Sonrió observando el perfil de su nuevo amigo. Con otras palabras… le quería en su vida.
- Deja que te haga una pregunta Jesse Custer. Soy de ese tipo de gente que cree que todos tenemos motivos personales para hacer lo que hacemos. El hombre que va a trabajar a una oficina va para no morir de hambre, o porque quiere un Mustang, o porque no quiere que sus hijos sufran…- aún no había soltado la mano del predicador y dibujaba trazos aleatorios en el dorso mientras hablaba. -¿Por qué ayudas tú así a la gente…?- Esa misma pregunta se la habían hecho a ella decenas de veces. Y lo comprendía, pero aun así nunca había conocido a alguien como él -Comprendo por qué, hay que ayudar a los demás, más aún si tienes herramientas especiales que te permitan hacerlo. Tener empatía, estar en paz con uno mismo, ayudar a los desfavorecidos… No. Eso lo entiendo. Entiendo por qué hay personas así. - Volvió a buscar su mirada -¿Pero por qué Jesse Custer es así?- Contempló con los ojos brillantes por las lágrimas contenidas el contraluz del rostro del predicador que ahora brillaba ligeramente por la luz del cigarro.
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Tema: Re: Dichosos los que lloran, porque serán consolados (Jesse Custer) [27/04/2018] 31st Agosto 2021, 00:03
El hombre asintió, esbozando una sonrisa sarcástica mientras daba una nueva calada a su cigarro.
- ¿Qué puedes esperar cuando el mayor hijo de puta es Dios? -luego asintió cuando ella habló de su padre, melancólico, y una especie de tristeza amarga se adueñó de su mirada mientras se llevaba la petaca a los labios-. Sí... gracias...
Gracias por tanto.
Por suerte, la conversación derivó por otros derroteros más distendidos, y él sonrió, oyéndola hablar con la sensación de bienestar de quien se encuentra charlando con una amiga de toda la vida.
- Bueno, efectivamente, según la Iglesia uno de los principales fines del sacramento del matrimonio es la procreación, así que una vez estás casado lo que se espera de ti en una comunidad cristiana es que tengas hijos. La teología protestante entiende, porque sería absurdo negarlo, que los seres humanos somos seres sexuados, lo que implica una atracción a unirse no sólo de manera espiritual sino también de manera física, pero asumen que se trata de un imperativo biológico necesario para la continuación de la especie humana, como algo... no sé cómo definirlo, "inevitable" -dijo, negando con la cabeza con una sonrisa en los labios-. Creo que intentan justificarlo con eso, como si les avergonzaran sus instintos naturales, ¿sabes? La frase exacta del Gaudium et spes es: "el amor que lleva a un hombre y a una mujer a casarse es un reflejo del amor de Dios y debe de ser fecundo". Como si lo único que justificara el tener relaciones sexuales fuese el tener hijos. Y sí, ésto se deja por el camino a los homosexuales y a todos los que no deseen tener hijos, como si ellos no pudieran tener relaciones. Es muy ridículo cómo suena todo ésto hoy día. De hecho -continuó, riéndose-, tal como me lo explicaron a mí cuando estaba en el seminario, me hacían la comparación con un trabajo. El padre Quentin nos decía que, de la misma manera que cuando uno escoge un trabajo tiene el compromiso de cumplir con él, cuando una pareja elige libremente casarse, se compromete a cumplir con todas las obligaciones que ésto conlleva. Así que ya ves... casi que se pone lo de tener hijos al mismo nivel que tener que ir a la oficina a fichar todos los días, es tan absurdo... Pero bueno, como ya has deducido yo no me guío demasiado por éstas chorradas, la verdad.
Cuando ella le dio el codazo en respuesta a sus... "actividades" previas al ingreso en el seminario, simplemente dejó escapar una vaharada de humo por la ventanilla sin dejar de mirarla y dijo en tono de broma, poniendo su mejor expresión de tipo duro sensual:
- ¿Qué quieres que le haga? No es culpa mía que a las mujeres les parezca tan atractivo, está todo en los Marlboros, nena... Vale, vale, no me pegues, ya corto con la interpretación de Humphrey Bogart -añadió rápidamente levantando las manos al aire.
Fue entonces cuando regresaron a temas más serios y Jesse le propuso usar Génesis para ayudarla a recordar. La escuchó en silencio darle sus motivos, de manera totalmente abierta, sin juzgar ni interrumpirla, y cuando la notó nerviosa simplemente hizo un gesto que daba a entender que no tenía de qué preocuparse.
- Eh, tranquila, no pasa nada -dijo, acariciándole el hombro con suavidad en gesto de confort-. Puedo identificarme con eso, así que, nada, me uno al club de los que hemos vivido mucho en muy poco tiempo.
Mientras hablaba, su mente regresó a su atribulada infancia y a todos los horrores que había tenido que soportar; el asesinato de su padre, la pérdida de su madre, las torturas de la abuela, el ataúd, las palizas de Jody, la manera en la que T.C. había degollado a su único amigo... En algún punto entre todos aquellos recuerdos, la mano que llevaba el cigarrillo hasta su boca tembló un poco cuando apoyó la cabeza en la portezuela del coche para mirar a la oscuridad del techo.
Después pensó en cuando se había reencontrado con su madre después de tanto tiempo... Y en la manera en la que Dios le había arrojado a Omega justo después, obligándole a empezar de cero.
- Demasiado que digerir... sí... te entiendo... Yo aún estoy digiriendo el efecto Omega -dijo dando unos toquecitos al cigarrillo por fuera de la ventanilla para dejar caer la ceniza al exterior-. No pasa nada -añadió, volviendo a dibujar una sonrisa con sus labios. Era increíble la facilidad que tenía aquél hombre para volver a sonreír-. Hey, tú también eres bastante increíble, ¿sabes? -le susurró, tirando de ella cuando le tomó la mano para acoger su cuerpo contra el suyo en un cálido y reconfortante abrazo. Cuando le hizo la propuesta su sonrisa se amplió aún más al captar las implicaciones que encerraba, y, separándose de ella, le ofreció su mano como si acabaran de cerrar un provechoso acuerdo-. Trato hecho, compañera.
La mujer pidió entonces su consentimiento para hacerle una nueva pregunta, así que él asintió y volvió a reclinarse nuevamente en el asiento contra la portezuela para escucharla, aunque no hizo intento alguno por retirar la mano que ella aún sostenía entre las suyas.
-¿Por qué ayudas tú así a la gente…? -Jesse elevó la mirada al techo tomando una nueva calada del cigarro mientras consideraba la pregunta-. Comprendo por qué, hay que ayudar a los demás, más aún si tienes herramientas especiales que te permitan hacerlo. Tener empatía, estar en paz con uno mismo, ayudar a los desfavorecidos… No. Eso lo entiendo. Entiendo por qué hay personas así -la mutante buscó su mirada y él la correspondió, aguardando a que terminara la frase-: ¿Pero por qué Jesse Custer es así?
El predicador asomó la cabeza por la ventanilla y dejó escapar el humo en una vaharada que pareció prolongarse eternamente antes de recuperar su posición frente a Sasha y, tras tomar aire, mirarla a los ojos.
Ella le había preguntado por Jesse Custer... Pero para poder entender a Jesse había que hablar de John Custer...
- Mi padre... era un buen hombre -empezó-. Era marine en Vietnam, ya te puedes imaginar cómo le fue allí... Pero al regresar a su hogar lo único que encontró fue rechazo y desprecio. Ya sabes, Vietnam fue una guerra que el pueblo nunca vio con buenos ojos. Pero era... en esencia... un buen hombre -dijo, agachando la mirada-. Lo hizo lo mejor que pudo, ¿sabes? Que no es poca cosa en éste mundo de mierda -añadió dando una nueva calada a su cigarro-. Siempre nos protegió, a mi madre y a mí. Murió protegiéndonos. Asesinado como un perro en un maizal -los labios se le tensaron ante el recuerdo mientras volvía a sacudir la ceniza fuera del vehículo-. Él creía en los valores clásicos: el bien, el mal. Un mundo más sencillo, como en los westerns. Siempre me llevaba de niño a ver las películas de John Wayne y era tranquilizador, ¿sabes? Esas historias ingenuas donde el bien siempre triunfa sobre el mal. La noche de su muerte entró por la noche en mi habitación, me abrazó y me dijo algo que nunca jamás olvidaré -su expresión se perdió en algún lugar más allá de la cabeza de Sasha, buscando el recuerdo entre las sombras-; Me dijo: "Tienes que ser uno de los buenos, Jesse. Tienes que ser como John Wayne: No tragues mierda y juzga a las personas por como sean por dentro, no por fuera. Y haz lo que sea justo. Tienes que ser de los buenos, hijo... Porque ya hay demasiados de los malos".
Hizo una pausa y volvió a tomar un trago de su petaca, como brindando por la memoria de John Custer antes de pasársela de nuevo a Sasha.
- Así que... -se encogió de hombros-, es lo que trato. Ser de los buenos. ¿Por qué ayudas tú a la gente?
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Tema: Re: Dichosos los que lloran, porque serán consolados (Jesse Custer) [27/04/2018] 11th Octubre 2021, 13:50
La mutante disfrutaba de escucharla hablar, fuese lo que fuese lo que tuviese que contar. Si no era una pincelada más de la realidad que le rodeaba, era una importante información en la que volcaba mucha confianza en ella y si no, una interesante y distendida reflexión católica basada en la experiencia. Se notaba que sabía de lo que hablaba, y Sasha solo podía caer rendida ante el discurso de aquel hombre, atendiendo con curiosidad. - ¿Pero por qué si Dios quiere que los matrimonios tengan hijos está mal visto el placer que ello puede provocar?- no esperaba una respuesta, era un simple aporte a toda su explicación, mientras se reía con él. Cuando mencionó a los homosexuales Sasha sonrió con malicia -Si, la gente LGBT arderemos en el infierno hagamos lo que hagamos… Aunque adoro pensar en el resquicio legal de las parejas Queer de gente trans que sí puede tener hijos y casarse por la iglesia. Me da como un placer personal, retorcido y maligno… A ver si va a ser verdad que debo arder en el infierno por bisexual viciosa promiscua y demoniaca- soltó una carcajada que paró justo a tiempo para la interpretación de Bogart. Riéndose aún más alto disfrutando de ese instante antes de volver a la realidad y a la conversación más importante y personal.
Notaba la ansiedad expandirse por sus poros, el estómago encogido, la garganta seca y el hormigueo en los dedos y en la nariz. Luchaba por no hiperventilar y sus ojos buscaban constantemente un estímulo visual que la tranquilizase… y lo encontró en él. En esa voz suavizada, en esa sonrisa que se abría camino contra viento y marea, en el abrazo cercano y reconfortante… ¿Acaso Jesse tenía el poder de la paz interior? Era como si nada pudiese quitarle la sonrisa o hacer que desaparecieran las de su alrededor. Era tan… tranquilo, tan agradable...tan… analgésico…
Sasha respiró hondo en su hombro y se incorporó para formular la pregunta.
Era curioso cómo conversaban los dos. Pasando de estar riéndose a pleno pulmón para luego hablar de algo trascendental y doloroso, para acabar riéndose juntos de nuevo. Y ahí estaba, escuchando su historia de nuevo. Sasha se abrazó a su propia pierna mientras le escuchaba. Notaba que le miraba pero miraba a través. Buscaba en sus memorias los recuerdos, las imágenes y las palabras. Y le dolía… Aunque intentase aparentar normalidad, podía verlo. Escuchó con el rostro apoyado en la rodilla sin perderse detalle, sintiéndose agradecida porque volviese a confiar en ella… y cuando terminó esperó a que le entregase la petaca para dar un trago corto, acompañándole en ese brindis simbólico. Luego le miró a él, y al cigarro y de nuevo a él. Puso los dedos en forma de V y viendo hacia el cigarro preguntó -¿Puedo?- esperó a que le cediera el pitillo que tenía a medias y dio una honda calada mientras bajaba las ventanillas. Echó una densa nube por su lado de la ventanilla y se giró hacia él. -¿Has pensado alguna vez en hacerte un tatuaje en honor a tu padre? Sería una forma… de llevarle siempre contigo aparte de en la frágil memoria- esperó una respuesta, una consideración por parte del predicador. -Sabes, me gusta mucho que tengas un motivo tan puro. Tan tuyo. Definitivamente sólo Jesse Custer se siente así en el mundo y se mueve por esa razón.- Cuanto más le conocía, más le costaba entender que aquel hombre sonriese con esa aparente facilidad.
Dio otra calada, más lenta, más meditada y echó el humo por la ventanilla del predicador.
-Yo… Creo que me siento en deuda.- dijo mientras miraba el humo residual salir por la ventanilla. -Aparecí con trece años en la mansión X para jóvenes talentos y aprendizaje superior. Me acogieron, me cuidaron… Hicieron de padres, hermanos y profesores para mí. Crecí con ellos y es extraño porque nunca me han pedido nada a cambio… De no ser por ellos no sé qué habría sido de mí. No tenía nada. No me quedaba nadie. Ni siquiera tenía recuerdos… Y esta gente apareció de la nada para darme un hogar, amigos y una familia… Siento que quiero ser eso para alguien más. No quiero que nadie en el mundo se sienta abandonado. Nadie merece sentir que ni los héroes están para él… Quiero hacer el bien porque hay mucha gente que lo necesita. Tal vez cuando no haga tanta falta ya esté cansada y vieja y me vaya a una casa en las afueras a hornear para mis vecinos… pero hasta entonces...creo que tengo que luchar- la imagen de Kim recorría su consciencia una y otra vez. No podía dejar abandonada a la gente que más necesitaba una mano. Iba en contra de su naturaleza, era como pedirle que dejase de respirar. Simplemente… no podía.
Dio una última calada y le devolvió el cigarro que ahora tenía un poco de carmín rojizo en el filtro.
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Tema: Re: Dichosos los que lloran, porque serán consolados (Jesse Custer) [27/04/2018] 30th Octubre 2021, 01:10
Jesse suspiró y se recostó más cómodamente en la pared de la furgoneta cruzando los brazos bajo su nuca.
- Porque, querida amiga, se supone que fue por deseo sexual hacia Eva que Adán aceptó la manzana de los cojones, o al menos eso dijo el capullo de San Agustín, haciendo que generaciones y generaciones de cristianos asociaran para siempre el deseo con el pecado, dejando tras de sí una estela de mojigatos que no serían capaces de dejar satisfecha a una mujer aunque se lo propusieran -respondió, encojiéndose de hombro-. Gracias a Dios, Lutero rompió con todo eso.
La miró con curiosidad cuando mencionó que era LGBT. Era la primera vez que conocía a una persona bisexual, aunque, ahora que lo pensaba, puede que sí hubiera conocido a alguien sin saberlo. Era lo que tenía vivir en pueblecitos pequeños de la América profunda en Texas, que la mentalidad solía aún estar muy cerrada para éste tipo de cosas, y era más probable que la gente se lo callara con tal de evitar el escándalo social y familiar. Ojalá sus hijos (si alguna vez los tenía) no tuvieran que enfrentarse nunca a tales obstáculos. Hizo un gesto negativo con la cabeza.
- Nah... Tú nunca irías al infierno, Sasha... Y si así fuera, iría personalmente a ver a Satanás para exigirle con la Voz que te libere -contestó en tono de broma.
Era increíble que pudiera estar allí, charlando de teología y de cosas profundas con una persona a la que acababa de conocer y que, sin embargo, todo se sintiera tan natural como si llevaran siendo amigos toda la vida. La conversación con Sasha simplemente... fluía sola de una manera súper sencilla. Resultaba muy agradable, tanto que le hacía desear que la noche no terminara nunca.
Cuando le pidió el cigarro, dio una última calada, expulsando el humo mientras se lo alargaba y escuchaba su propuesta.
- Mmmm... -musitó, pensativo-. La verdad es que no lo había pensado nunca. Soy un tipo tradicional, ¡oh, sorpresa!, viniendo de un cura que es hijo de un marine -añadió con una carcajada suave-. Pero siempre he estado abierto a probar cosas nuevas, y mira, te propongo algo: si de aquí a un año justo seguimos siendo amigos, te propongo ir juntos a hacernos un tatuaje, ¿qué te parece? Hey, no me mires así, algo me tenía que inventar para asegurarme de que ésto no se queda en una simple charla de carretera, ¿no? Ahora ya tienes un motivo para seguir quedando conmigo, para que veas que hay un cerebro y todo debajo de ésta cara bonita -bromeó dándose un toquecito en la sien con el índice-. Y no sé, a mí no me parece que sea tan puro. Si de verdad lo fuera, no habría necesitado que mi padre me lo dijera y palmara para honrar su recuerdo. No sé, Sasha... Hay muchas cosas de las que no me siento orgulloso, y honestamente creo que todo lo que pudo haber de puro en mí murió hace mucho tiempo.
La abuela se encargó de eso, completó para sí.
- Quiero pensar también que no todas las personas son unas cabronas egoístas. Que habrá otros ahí fuera dispuestos a ayudar a los demás por simple integridad moral. Como esa familia tuya de la que hablas, esos X-Men que te acogieron sin pedir nada a cambio.
Jesse había oído hablar de la Mansión X para Jóvenes Talentos, no mucho, pero sí lo suficiente como para que todo cobrara de repente sentido en su cabeza. Sus hermosas palabras le hicieron pensar en cuando él mismo se había sentido abandonado, y en los largos y angustiosos años de padecimiento y tormento que había pasado con la abuela. En su caso, había sido John Wayne quien había impedido que terminara loco.
- Es un sentimiento hermoso, Sasha... y mucho más noble que el mío -extendió el dedo índice para obligarla suavemente a alzar el mentón hacia él y mirarla a los ojos-. Cuando yo también esté cansado y viejo me iré a ayudarte a hornear a esa casa, pero, mientras tanto... y si me aceptas... -acogió la mano que la mujer había extendido para devolverle el cigarrillo, y, apartándolo a un lado, la envolvió cálidamente entre las suyas-. yo lucharé contigo.
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Tema: Re: Dichosos los que lloran, porque serán consolados (Jesse Custer) [27/04/2018]
Dichosos los que lloran, porque serán consolados (Jesse Custer) [27/04/2018]