Greek Relics [14/4/19] (Cassandra E. Sandsmark+ Libre)

Algo quieta había estado la bien conocida Quiet Room, ciertamente el flujo de gente se había estandarizado y ello al rey no era para nada placentero. Planear alguna actividad diferente para dar vida aquel club, que fuera centro de los reflectores por lo que era y no por la presencia del Inhumano. Ya no debía ser el centro de las miradas pues no estaba allí para brillar si no para proteger. Ya en el pasado había tenido visitantes, economistas, empresarios, personas que podían dar generosas aportaciones y daban cierta estirpe al club. En la oscuridad de su oficina varios pensamientos llegarían hasta el centro de su mente, buscaba opciones, opciones que pusiera a los inhumanos como raza al frente de todo.

Buscar artistas, no solo pinturas y música, habían inhumanos que eran capaces de llevar las artes a un nuevo nivel, como san uno de los que no había visto pero no olvidaba, quien podía crear esculturas de acuerdo a sus emociones. Pero ello no sería de mucho éxito si no atraía a las personas correctas, además  de que volver la Quiet Room una gala para exhibir arte no sería diferente a abrir cualquier noche. Los inhumanos mostrando su verdadera forma ya era una pieza de arte, eran lo que en su verdadero interior albergaba. Sus verdaderas naturalezas expuestas al exterior.  A muchos les generaba grandes problemas equilibrar ambas pares de si mismo, muchos no se aceptaban como eran y eso daba mucho problema a los jóvenes quienes ya bastantes problemas tenían con la adolescencia.

Una chispa en la oscuridad. Nuestra cultura, si, bien era conocido que los inhumanos eran un raza producto de una liga entre los Kree y los Humanos, ellos para nada nos identificaban con lo humano, no sabían desde cuando nuestra raza había convivido con los suyos y una buena manera de mostrar que nosotros teníamos mucho tiempo viviendo entre ellos sin problemas, sin odio. Eso los haría reflexionar, eso podría funcionar, mostrar nuestra contribución. Pasos donde solo se escucharía el tacón de su suela elegante, la puerta frente a él se abrió y allí estaba Flagman el siempre fiel director y orquestador de lo que ocurre en la Quiet Room. Con un solo dedo, el indicé indicaría que se acercara y extendería la mano hacía la parte interna de la habitación, pudo mostrarle imágenes de lo que necesitaba encontrar.

—Mi señor… Es una idea prometedora.—

Palabras que complacieron al líder inhumano, ambos estaban en el mismo canal y era buena hora para hacer unas cuantas llamadas y comenzar a movilizarse.


Se había hecho un evento socialmente conocido. Los inhumanos abrían sus brazos para que los humanos vieran una pequeña porción de la cultura que estaba por todas parte del mundo.  Como todo un buen rey ser anfitrion de un evento que podría atraer a todo tipo de personas requería de mucha seguridad, Inhumanos que formaban parte de la seguridad. Tipos robustos y de piel resistentes al fuego o al acido, otros con protuberancias que los hacían sensibles a los cambios mínimos.  Eran la guardia real, se habían adicionado a protección de la Quiet Room, para poder supervisar que no ocurriera nada, piezas invaluables estaban en diferentes vitrinas de cristal con reflectores que las iluminaban, pinturas rupestres de tiempos muy antiguos y la pieza principal un collar de cristales verdes que parecían tener dentro de ellas un contenido que brillaba como el fuego mismo.

Todas eran piezas de museos pero unas eran físicamente inaccesibles no podían ser tocadas, otras simplemente eran estaban a la vista más no por ello eran intocables. Blackagar con cabeza fría había hecho lo posible por aumentar la seguridad pero los riesgos existían. Arqueólogos venían a inspeccionar los petroglifos de diferentes épocas,  estudiosos de la historia y teorizadores miraban y comentaban historias para encajar la historia inhumana sus versiones conocidas.


Era un trabajo pesado en todos los sentidos se podía sentir cierta carga de estrés sobre todos, había salones para que los humanos debatieran diversos temas sobre la sociedad y como influían los inhumanos en ella a lo largo de la misma, como verían evidencias claras de que en algunas culturas  hombres de numerosos brazos o cara de toro podían ser parte de descendencias inhumana.

La casa Petragon, la de su primo Gorgon, eran conocidos por tener mutaciones con pies que hacen pesuñas o cabezas de toro o buey o algún otro animal con cuernos, criaturas populares como sátiros en la cultura griega, tenía un apartado especial cuidaba personalmente con celo esa sala ya que de sus parientes cercanos era la única presente, allí estaba el collar con pendientes fuego color jade y detalles en oro, brillante, una reliquia de familia. Los humanos interesados en la cultura llegaron de temprano, los más interesados en otras cosas no llegarían sino hasta la noche.

Las energías, el ambiente, eran diferentes, agradables, podía ver cierto gusto por parte de los espectadores, algo que daba la amplia impresión del evento era un rotundo éxito. Fue cuando la vista aguda podría con detalles los gestos de los humanos que parecían no congregarse con las energías positivas, aprender de la reunión, parecían tener cierta zozobra con sus colegas historiadores. Fue algo indignante en muchos niveles ver aquella falta por parte de los invitados que ponían en duda nuestra historia y cultura, sin embargo de todos había un grupo selecto que destacaba entre ellos una mujer con suma gracia y porte que le hacía destacar por encima del resto.

Blackagar Boltagon no aprobaba de ninguna manera algo así, pero actuar con paranoia no era el proceder de alguien que cargaba en sus hombros la responsabilidad de dicho encuentro. Haría lo mejor se le daba, ser paciente y sereno. Con calma me desplacé entre los demás espectadores para acercarse a uno de los guardias reales, uno de los tantos que podría encontrar. Destacaban por muchas razones, uniforme, aspecto, numero de extremidades.  En cámara lenta se acercaría a uno de sus hombres de confianza.

Este pasaría desapercibido ya que con sus lentes oscuros y con su saco color café podría pasar como otro consumidor usual del club nocturno. Un ademan por parte de Black Bolt al posar su dedo índice en su ojo debajo de su cuenca y luego con la mirada fijarse en aquella con un vestido largo color verde. Era una clara señal para ese hombre con las patillas canosas. El hombre se peinó hacía atrás, seguido de ello acomodar su corbata y con sutileza tratar de acercarse al círculo de persona que miraban con atención las cátedra respecto de historia y cultura centrada más que nada en la  griega. Simuló ver la hora y a pesar de no subirse en ningún momento los lentes  y colocando una expresión sincera de interés por las palabras de la mujer, él hombre de sacó bajo la mirada buscando también estudiar a los demás alrededor de ella, la mama de Cassandra.

Nur, su nombre inhumano, siempre había sido un hombre que era mucho más de lo que aparentaba y con su espalda ancha y su cara que hacía evidente su edad madura, los faciales de su rostro, sobretodo su frente, hacían notorio que pasaba parte del tiempo con el seño fruncido o similares. Cuando se tienen trabajos nocturnos y de vigilancia no siempre había tiempo para risas. Unos ojos brillantes miraban con atención a la dama, y se acercó para preguntarle con una voz grave pero no por ello un trato rudo en sus palabras.

—Discúlpeme señorita, donde pudo aprender tanto sobre cultura griega. Mi nombres McGee, Frank McGee, y me pareció interesante eso que dijo de los orígenes de los sátiros, me gustaría lo repitiera.— De cierta forma trató de sacarle conversación en lo que conservaba cierta distancia prudencial entre ellos, como dos personas que casualmente charlan.  Este ladeó hacia la pequeña catira que parecía no estar con ropas para la ocasión, le recordó a un par que deberían encontrarse en casa sin dar problema alguno.

—Espero que a usted y a su hermana menor le estén gustando la exposición, yo creí que hubiéramos tantas personas interesadas en la cultura de los demás.— Trató de amenizar la conversación con la experta, quería conocer un poco de su procedencia y de quien era ella y como era que había acumulado tanta experiencia en ese campo. Llevó sus manos a la cadera y observó con interés a la mujer, luego limpió un poco su saco como si hubiera pelusa en su pecho así evitaba que en su saco bien abotonado se marcara su arnés tatico.

Frank:

Veía con sincera sonrisa a la señora Helena con una brillante mirada tras los lentes, su carisma era magnético aun para una oficial tan recto como lo era Frank era muy difícil resistirse al encanto y la elocuencia de sus palabras. El agente miró a la jovencita dedicando una mirada sin recorrerla demasiado pudo notar que la chica no emitía las mismas vibras. No se movía con la misma soltura, tampoco estaba preparada para la ocasión, pero era una jovencilla que aun tendría cosas que madurar antes de estar preparada para este ambiente.  

—Cassandra, que bonito nombre. Me recuerda a lo especial para mí Irelle y Treste  son como mis hijas, así que entiendo a lo que te refieres. — Agregó el oficial en lo que hacía cierto gesto a la madre. En ese momento tendría en su cabeza la idea de que estaba conociendo a alguien que podía ser un contacto muy útil. Conocedora de la historia, Helena era el tipo de contactos que estaba buscando el inhumano ya que no solo eran una fuente confiable de información, accesible y esa personalidad era una muy amena, tenía un encanto único que difícilmente podía pasar por alto.

Como una conocedora de la materia la señora Sandsmark, sería prácticamente tan conocedora de la pieza en época, leyenda, uso y mucho más detalle que sorprendería a los que la escuchara a su alrededor. No conforme con ello Nur trataría de con detalles sutiles invitarle una copa, tanto con el fin de socializar como de poder conseguir mucha más información.

Teniendo todas las miradas sobre ella no notarían a una mujer castaña que colada entre los meseros tenía un aspecto muy humano, su sencillez sería su característica que le haría desentonar pero conforme se cruzaba entre las personas su atuendo cambiaría así como su rostro, ahora siendo un chico, pero permaneciendo en cabello, ropa de vestir, traje elegante negro con camisa azul marino. Pasar entre otro tumulto su cabello sería ahora negro y verde, no desentonaría en absoluto ya que ya habían muchos otros con tono de piel distinto. Como los animales que tratan de ocultarse en su entorno esta misteriosa chica serían escurridizos y difíciles de seguir la pista, pero se dirigía de forma directa hacía el interruptor de las luces.

No sería hasta que las luces se iría en la habitación que todos entrarían en estado de alerta. Las luces de emergencia se activarían y las puertas se cerrarían por protocolo de seguridad. Los guardias estarían en modo de alerta y todos verían que faltaba la pieza principal. El caos comenzó a armares pues aquellos personajes de uniforme inmediatamente comenzaron a bloquear la evidente salida y la trasera también.
—Wha-the... Se han llevado la pieza.— El inhumano miró a su alrededor luego de ver la evidente falta, luego de ello miró a la historiadora. Las facciones de su rostro no eran precisamente de agrado, la miraba inspeccionando al igual que su hija. La situación no estaba para juegos de ningún tipo.

Caminó hasta la tarima donde se estaba haciendo la exhibición y comenzaría a revisar de forma previa la visita. Las personas en esa sala eran todas civilizadas y al estar rodeados una fuerza que se ostentaba de ser elite inmediatamente evitaba revueltas y descontrol. Además eran sujetos imponentes y cada uno con algún poder oculto o facil de intuir según su aspecto.  —Buenas noches, señores, Agente Frank McGee. Disculpamos las molestias pero ante este altercado, no podemos permitirles la salida hasta dar con las joyas que se exponían en esta recamara.—  Dijo parándose frente a todos. Mostró su placa un instante y  tras ello prosiguió con su investigación.

—Trató de ser lo menos contundente posible, así que agradecería que se enfilaran para responder unas preguntas y para ser requizados.— Frank vería las reacciones, podría ver algo sospechoso o algo no sospechoso que le llamara la atención.

Por el lado de afuera inmediatamente otros guardias y Black Bolt irían a revisar que todo estuviera bien, sin abrir y sin llamar demasiado la atención, los que estaban allí adentro estaba ahí a disposición del oficial.

Luego de solucionar el conflicto en Grecia, donde conocí a una muchacha bastante fuerte, continúe mi investigación con intención de encontrar alguna pista de ser posible sobre algunos de los aliados que tenía en mi mundo de origen hasta que termine en un callejón sin salida. Buscar por mi cuenta resultó ser bastante más difícil de lo que creía y recopilar información en este continente donde no tenía contactos era lo mismo que caminar a ciegas, de modo que  evaluando mis alternativas había dos opciones muy claras: revisar todos los datos que encontrara en busca de alguno que valiera la pena o comunicarme con el silencioso caballero que me había ofrecido trabajo en América.  Decidí optar por la segunda opción ya que no quería pasarme la vida revisando registros de personas en todos los países de Europa y usando un teléfono público marque el número de la Quiet Room que había memorizado de la tarjeta que amablemente el dueño me había mostrado durante nuestra corta charla unidireccional el día que nos conocimos.

Esperé mientras la llamada entraba y cuando alguien levanto el auricular desde el otro lado me acomodé el teléfono  en su posición para hablar mejor con una mano mientras jugaba con una moneda con la otra. No pude reconocer a la persona con la que estaba hablando así que amablemente le dije si podía pasarme con el asistente de Boltagon y le di mi nombre esperando que este me recordara, luego de unos instantes de silencio desde el otro lado de la línea una voz jocosa y característica me saludo animosamente lo que me hizo darme cuenta de quien se trataba. Luego de una pequeña charla le explique el porqué de mi llamada tras lo cual me pidió que repitiera mi petición ya que me había puesto en altavoz para que su jefe pudiera oírme así que me repetí a mí mismo después de saludar amablemente  a la otra persona que estaba del otro lado de la línea y espere una respuesta.

Cuando por fin respondieron diciendo que me ayudarían con mi petición no pude menos que alegrarme ya que esto me había sacado un peso de encima aunque esa alegría se alejó tan fugaz como llegó debido a mi paranoia mientras esperaba la palabra que cambiaba la situación por completo. El famoso “pero” no se hizo esperar confirmando que esto no era un regalo sino un intercambio lo cual me parecía justo salvo que lo que pidieran a cambio no fuera equivalente. Acepté la condición que me pusieron y les pregunté cuando querían que estuviera allí para cumplirla y respondieron que eligiera un lugar en la ciudad tranquilo donde recogerme y pasarían por mí en unos minutos.

Llegué con tiempo de sobra al lugar pensando cómo sería posible que alguien pudiera atravesar el globo tan rápido como para llegar aquí en cuestión de minutos y llevarme a Estados Unidos, o era alguien que podía moverse demasiado rápido y tendría que ser algún tipo de teletransportación.  En el peor de los casos el hombre multicolor solo me habría jugado una buena broma y me había hecho esperar allí mientras me observaba con algún computador desde la comodidad de alguna de las salas de la discoteca.

Mis dudas de cómo se resolvieron solas cuando de la nada un enorme perro acompañado de Flagman se materializo frente a mí. El extraño animal nos llevó de vuelta al local de una forma tan rápida que parecía como si hubiera cambiado de lugar al pestañear. Una vez allí me pusieron al día con la información que necesitaba para el trabajo que realizaría, lo que no le sentó de buena manera a la guardia regular incluido Ajaxis quien aún parecía no haber superado mi golpe bajo durante nuestro encontronazo de la última vez.  Volvía a caer en la categoría del nuevo de la escuadra y eso solo significaría que me tocaría lo peor de la jornada pero ya había estado en un grupo con formación militar y sabía que la mejor manera era quedarme callado y obedecer.

Mi tarea fue atender uno de los salones atestados de gente donde muchos de los concurrentes eran humanos que hablaban sobre el arte y la influencia en la historia de los inhumanos. Solo tenía que pararme allí en un rincón y observar a un montón de gente conversando lo cual fue aburrido durante toda la velada, como bien había supuesto me habían dejado lo que nadie quería hacer. Estaba resignado a la idea de que estaría de estatua viviente en el mismo lugar hasta que los invitados se retiraran cuando el aviso de que una de las piezas de la exposición no estaba y que todos debían estar alerta y guiar a las personas al salón principal para iniciar la búsqueda del artículo perdido.

Con calma y tranquilidad pedí a todas las personas que allí se encontraban que por favor se dirigieran al salón principal para la revisión de rutina, algunos protestaron pero con mi mejor cara solo sonreí  y les pedí que avanzaran cerrando la puerta de ese salón una vez este se hubiera vaciado. Cuando estuve en el salón principal me agrupe con el resto de los custodios que se preparaban  para empezar la requisa mientras me enfocaba en tratar de ver cualquier actitud sospechosa y fue en ese momento que pude ver a la chica que había conocido en Litochoro peleando contra los leones de fuego. Su vestimenta discordaba bastante con la ocasión lo cual me hizo notar a la mujer que estaba a su lado, sus rasgos eran muy parecidos como para que no hubiera parentesco así que quizás se encontraba en la exhibición solo como acompañante. El agente McGee comenzó con las indicaciones para la pesquisa y nos fueron informando por los auriculares que llevábamos puestos en que disposición agruparnos,  esta situación tomaría su tiempo a menos que hubiera alguna otra forma de encontrar lo perdido y eso me hizo pensar cómo se supondría que el ladrón intentaría escapar de esta situación o a donde podría haberse metido para evitarla.

El rey Inhumano no era de las personas que se alteraban y en una situación como esta no podía porte que tenía. Tantos ojos observando, no podía notarse que todas esas personas iban a salir. Podrían sospechar y crear rumores. Los guardias que estaban allí eran de su confianza señaló a dos de ellos para que le acompañaran hasta las puertas de la recamara de la que los intelectuales planeaban salir.

Inmediatamente el rey inhumano decretó que bajo ninguna orden de nadie ningún civil podía salir y tras ellos junto a Alexander Dragun, Frank “Nur” McGee, Cassandra Sandsmark y su madre, se verían apresados sin tiempo de que el ladrón escapara. Una acción un tanto fuerte por parte de su majestad pero no iba a dar oportunidad de perder esas preciadas prendas de la familia de Gorgon Petragon. El experto detective tenía mucho trabajo que hacer en ese mismo instante por que debía sospechar de todos y cada uno de los presentes. Mucho ya le costaba tener que mantenerlos calmados sin que hicieran comentarios ofensivos sobre la seguridad y la falta del mismo, otros cayendo en culpar a los alienígenas por lo ocurrido sin conocer.

—Muy bien y ahora que pasa, que no se supone que eso era algo abierto. Pretenden retenernos aquí sin champaña— Un hombre de elegante traje dijo al aire, tenía una mujer a su lado, la corbata de moño suelta, no estaba tan bebido como para fingir ese estado pero no estaba tampoco muy sano, con una mano ocupada por una copa y otra en el bolsillo revisaba por si sus objetos de valor se conservaban allí, se alejó de la muerta en cuanto la mujer de piel azul le hablaría.

—Tienes suerte de ser un invitado, si no ya te habría…— No terminó la oración ya que su jefe le pondría la mano en el hombro, para calmarle, de no ser así la presión de comportarse como la norma de etiqueta lo exigía. Bien no miró directamente al señor de traje, pero bien que lo vigilaba por escandaloso.

—Vengo llegando desde la india y ¿no podré llegar a casa de mi madre por esto? Que sepan que me invitaron aquí con intenciones de sumar y ahora estoy perdiendo mi tiempo, mi dinero y mi familia, me retrasaran, mis planes, necesito irme apúrense con eso. — Una constante replica por parte del hombre con ropas más sencillas de todas no parecía estar del todo cómodo con la requisa, el traía un bolso consigo. Se quitó el sombrero y se hecho aire para refrescar su rostro que comenzaba a sudar. —Enciendan el calefactor. — Había ido a sentarse en compaña de una mujer joven.

— Hay más cosas que deberían preocuparte que el salir, seguro nos retienen aquí porque ni sistema de seguridad tienen, me tiene harta tanta falta de eficiencia. Trajeron al oficial más viejo del lugar para interrogarnos— Dijo una señora con ropas informales, le habían proporcionado un saco que su franela de tiras y su pantalón de jean revelaba que ella ni se había planteado la situación de que allí usarían ropa elegante. Conversaba con el señor Jonathan, parecían conocerse bastante bien a pesar de la diferencia de edad aparente, hablaban de diferentes aventuras a lo largo del mundo mientras se quejaban. Ella cargaba una mochila al igual que el hombre pero esta parecía mucho más cargada por verse abultada.


Un hombre con una mascarilla que marcada con una avispa color verde hablaba en lengua japonesa con un joven asiático junto a él, miraba sospechosamente a su alrededor y luego se reía vulpinamente en silencio. Usaba un sobre todo color verde y sombrero, todo el conjunto con un tono llamativo. El joven a su lado con unos goles colgando de su cuello unos googles, también cargaba guantes y estiraba sus dedos, parecían no muy entretenidos de interactuar con los demás. El segundo miraba mucho al hombre con cabeza de caballo el cual relinchaba ligeramente para mostrar domino del territorio. Se conservaron ambos cerca de la puerta.

Un hombre con una cola de caballo sería el único en acercarse al oficial y a la mamá de Casandra y le preguntó que si no estaba nerviosa. —Y pensar que yo solo vine aquí, pensando en ver si podría presentar algunas de mis obras preciadas en alguna ocasión ahora no se cómo hacer.  Podrian robarme aquí.— Expresó con cierta calma mientras aun el oficial interrogaban civil tras civil.

Desde lo alto Blackagar le había hecho un gesto a Frank que pudo reconocer muy bien al señalar hacia el suelo dos veces. Ahora habría que ponerse serios.

NPC:

Había estado entre multitudes ayudando con evacuaciones pero esto era una experiencia nueva, aunque no por eso grata. Lo que había iniciado como una celebración ahora era una conglomeración de murmullos y charlas de diferentes grupos que se dedicaban a hablar mal tanto del anfitrión como del resto de su personal en el cual estaba incluido como si fuéramos los culpables. Muchos intentaban  adelantarse para tratar de salir, haciendo que tuviera que llamarles la atención,  recibiendo como contestación distintas amenazas o intentos de intimidación pero solo necesitaba acercarme a ellos con semblante serio  que volvieran a comportarse.

Los cateos a los invitados comenzaron mientras otros guardias se encargaban de los cuestionamientos a los que ya habían sido revisados, y mientras tanto yo me quedaba cuidando la fila. Otra vez un trabajo para novatos pero para igual mantenía la boca cerrada observando a todos lados en busca de algo extraño hasta que una chica vestida con ropa más informal que la mayoría se aproximó a donde estaba.

No pensé encontrarme con Cassie tan pronto,  aunque esta vez al menos no se trataba de bestias salvajes esparcidas por una ciudad.  Parecía que se vistiera para salir con un grupo de amigas en vez de un evento de gala  y sonrió mientras me saludaba de forma muy casual.  

-Hola, si y al parecer ninguno de los dos puede alejarse de los problemas-. Desvié la mirada de la chica para centrarme en la gente que esperaba para la revisión.- Demasiada gente para revisar y probablemente así no logremos encontrarlo, tranquilamente podría estar escondido a plena vista o en algún lugar esperando una distracción para salir o ya podría haberse largado mientras las luces estuvieron apagadas -. Le respondió en tono más bajo para evitar que alguna de las otras personas escuchara ese comentario.

El agente que había tomado la palabra tenía un buen punto al pedir a todos que pasaran  por una revisión pero obviamente era algo que el ladrón también podría haber previsto y haber encontrado otra salida del lugar, algún lugar donde esconder lo robado o alguna forma de pasarlo por los controles haciendo que todo el registro fuera una pérdida de tiempo. Aun así era mejor arriesgarse a pensar que continuara dentro del edificio y no hubiera conseguido salir todavía lo cual nos dejaba la posibilidad de investigar a los invitados que hubieran podido acceder a la gema durante del apagón.
Tener a la rubia aquí me era  reconfortante ya que había otra cara familiar en este lugar lleno de desconocido y además era alguien en quien podía confiar después de lo que habíamos pasado hace no tanto tiempo atrás.

-¿Te parece que hagamos equipo de nuevo? Parece que vamos a necesitar toda la ayuda posible para resolver este caos-. Le dije volviendo a verla esta vez con expresión más amable.

Alexander Dragún se ha ido del foro. Decidid lo que queréis hacer con éste tema, si cerrarlo, eliminarlo o continuarlo sin él. Un saludo.