Prueba de Rol de Cassandra Sandsmark

Un día común en la vida de Cassandra  

Si esto hubiese sido redactado un año atrás, el texto tendría geniales descripciones de perfectas peleas con sus antiguos amigos, derrotando organizaciones o personas que amenazaban con la vida de las gente inocente. Tendría conversaciones armoniosas o discusiones sin fundamento con la cual se entrelazaban los lazos de amistad que tenia con quienes compartía lo que en un tiempo era su hogar. Tendría una muestra de lo que, aún si no lo admitiera en voz alta, era la vida que consideraba perfecta.

Pero no es así.

06:47 PM
♒Sonido del motor de un carro♒

▬ Son 300

▬  Jódete. Aquí claramente hay más que solo 300 dolares. Con solo un vistazo se puede saber que hay 750 o un poco más.

▬ Ya te he dicho que son 300, niña. O eso o nada.

▬  Te lo pondré así ▬  La joven rubia toma el brazo de su negociador y lo aprieta hasta que la extremidad tiene tintes morados y el rostro del dueño se vuelve de un color rojo intenso ▬  Me das 750 o te dejo con huesos rotos.

El señor con el que hacia tratos para vender su cuadro robado de una tienda de segunda mano que tenía antiguedades, que por cierto no pasaba de los 50, saca con su mano no torturada su billetera y se la extiende con un temblor a la chica que, tomándola, le libera el brazo y saca el dinero pedido, con 25 dolares extra

▬  Ya sabes, para el transporte ▬ Le explica al desafortunado y robado acompañante.  Negocio hecho y esta misma sale a correr por el callejón donde había entrado antes de que el antes asustado y ahora frustrado hombre decida llamar a más personas para retenerla. Sabe que podrá contra ellos, pero no quiere llamar demasiado la atención. Ha decidido eso mismo desde que el grupo de los TEENS TITANS, como les nombro Red Robin, fue disuelto. Se había quedado con Rachel Roth como única compañía, pero esta misma se había ido y no le había explicado el motivo.

☁"¿Quien los necesita?" ☁Piensa Cassandra. Ella, ella los necesita. Está sola, enfrentando su condición, sus temores y miedos, a personas dispuestas a hacerle daño, expuesta a peligros por parte de ella misma, sola, sola con todo eso. Necesita a sus amigos.

Sus pensamientos fueron olvidados luego que entrara al edificio donde residía, cerrando la puerta luego de haber entrado por ella. Una señora de 46 -lo sabe por que lo repite constantemente- con la cabellera oscura y el rostro arrugado que se veía a pesar de las toneladas de maquillaje y corrector que usaba, se aparece a ella. Su estatura es menor que la de Cassandra, pero infundía más temor que si tuviera 1,80 o algo parecido. Su voz era gruesa y cuando alzaba la voz, como ahora, se notaba más.

▬ ¡Espero que hayas traído el dinero! A mis 46 años ... ▬ ☁"Ay va de nuevo"☁ piensa la joven ▬ ... nunca falte un mes de la renta que pedían mis cuidadores. Deberías agradecer estos tres meses que te paso sin pagar. Deberías darte vergüenza. ¡Dime que lo has traído!

▬ Si, señora Anderson. Son 500 ¿cierto?

▬ Eso mismo ▬ Responde con los brazos cruzados, esperando la acción de la muchacha. Esta saca su billetera y le da lo correspondiente a la señora casera.

Se dirige a las escaleras que dirigirán a su habitación  dejando hablar a la señora sola, contando el dinero que le acaba de dar. Aún puede escuchar sus murmullos con palabras como "Era tiempo", "Desagradecida" o "Maleducada". Le resbalan sus dichos ya que lo único que quería era descansar sobre su cama, en la comodidad de sus sabanas, en el calor de su misma solitaria compañía donde se resguardaría de la lluvia que el cielo había anunciado antes.
Escucha las gotas caer y golpear la ventana cuando se desliza sobre el suave colchón bajo los cobertores mientras que se deja llevar por el sonido estridente que comienza a aparecerse. Esta noche podrá soñar, esta noche al fin podrá olvidar sus problemas aunque sea por breves horas. Esta noche se permitirá tener esperanzas.