El lugar donde viven los monstruos (Alexander Dragún &Cassandra Sandsmark) 7 de Abril de 2019

Tras un largo periplo separados, el Mythos y el logos volvían a reunirse. Algo ocurrió en la cumbre del Monte Olimpo. Un abrupto y extraño incidente había originado la caída del velo. El ancestral muro místico que separaba el mundo de los dioses y el de los humanos. Las especies maravillosas y místicas, inalcanzables para la razón y lógica humanas vivían en las inmediaciones del palacio de las doce divinidades clásicas. Los seres monstruosos y esperpénticos también tenían su hogar en la sagrada montaña. Estaban aislados y protegidos de la intervención de los hombres. Hombres que decidieron dejar de lado sus creencias, la tradición y el deslumbramiento de las fuerzas místicas y extrañas para hacer un mundo más lógico y alcanzable a su medida. Un mundo que dejaba fuera muchas fantásticas y maravillosas criaturas. Un mundo que no concebía las salvajes bestias que una vez poblaron y convivieron con la especie dominante.

Ahora el Monte Olimpo se perfilaba inmensurablemente alto. La zona residencial de los Doce Olímpicos era accesible para la población griega. No era como antaño, un lugar reservado para dioses, héroes y elegidos. Nuevos acontecimientos habían sacado a la luz los secretos y la morada de los legendarios y áureas divinidades. Los dioses y los estrafalarios y peligrosos animales que habían permanecido en un hábitat protegido del ser humano, estaban de nuevo libres. Las hermosas, extrañas, salvajes y enigmáticas criaturas comenzaron a descender del Monte Olimpo. Poco a poco estas especies fueron descendiendo hasta llegar a las áreas urbanas. Bajaron por la espesura toda clase de criaturas desde las más inocentes y tiernas hasta las más crueles y dañinas. Unas razas parecidas a la humana, con su propia lengua, su cultura y su organización social. Otras razas más bestializadas con comportamientos puramente animales.

Todas las criaturas mitológicas que descendieron huían del caos y la incomprensión que dejó lo acontecido en la cúspide del Monte Olimpo. Los dioses soberanos habían abandonado el lugar, dejando a las mágicas criaturas confundidas y desamparadas. A estas se les había abierto una puerta a un mundo tan grande como desconocido.

En un principio con toda la invasión demoníaca, lo ocurrido en el país de los helenos paso un tanto desapercibido. Pero con el tiempo, las personas fueron notando la presencia de esas especies y criaturas que no eran como las aterradoras y sádicas hordas demoníacas. Tras ese descubrimiento, los medios de comunicación se hicieron eco de la aparición repentina de esas nuevas razas y criaturas. Algunas personas más atrevidas le aventuraron a escalar el Monte Olimpo y descubrieron la elegante, hermosa y magnífica residencia divina en la cima del monte. No obstante, estos descubrimientos no fueron tan pacíficos y hospitalarios como siempre se idealiza. Los humanos hicieron gala de su odio,escepticismo y miedo. Además, las especies más peligrosas comenzaron a atacar y dañar a las poblaciones a las que llegaban. Había enfrentamientos hostiles hasta con las razas más humanoides que solo buscaban un lugar seguro en el que vivir tranquilos y en paz.

Esfinges con su regía y socarrona estampa, gloriosos y airados grifos, pegasos con sus suaves y emplumadas alas, quimeras con sus colas ensortijadas colas, dríades con sus relucientes hojas, oreades con gran fulgor, nereidas con su salado talante, minotauros enormemente formidables, sátiros con sus enpezuñados pies, hidras furiosamente escamadas, leones ígneos con su aliento de fuego, nagas con su serpenteante tintineo, arpías con su estridente y poderoso grito, cíclopes de mirada curiosa, titanes orgullosamente enojados y más hermosas y difíciles razas salieron a conquistar y poblar el mundo.

A Cassandra no le llegó ningún mensaje ni comunicado de su padre u otros familiares de origen divino. Las informaciones sobre que algo ocurría en Grecia le llegaron por las noticias. No sabía cuándo había ocurrido o qué había pasado para que el oculto y recóndito lugar donde vivían los Dioses se hubiera desvelado al mundo. Nada más ver la noticia en una publicación digital, la joven dejó lo que estaba haciendo, se escabulló del instituto y elevó el vuelo hacia Grecia. En su cabeza resonaban las advertencias de su padre. Tenía una ligera preocupación. ¿Debía haberse tomado más en serio las advertencias de Zeus? Sobre todo le preocupaba ser la culpable de los destrozos y pérdidas humanas ocasionadas por las bestias. Pero ¿Qué podía haber hecho en este complicado y confuso nuevo mundo? Ni siquiera podía obtener información de lo que había ocurrido días antes. No podía aún entender cómo su dimensión, su espacio y su tiempo habían sido asimilados por Omega tras los incidentes demoníacos. Lo que sí sabía es que tenía que intervenir. Sus poderes provenían de su legado divino y griego. Tenía que proteger a la población de aquella zona porque ella además de una heroína era hija de esa cultura y ese pueblo.

Litóchoro es la ciudad que se encuentra a los pies de la morada de los dioses. Cuando los Doce del Olimpo abandonaron su divino palacio y la separación entre el mundo de los dioses y los hombres fue sesgado como quien desgarra un todo de tul, fue en aquella ciudad situada bajo el Monte Olimpo a dónde acudieron en tropel las criaturas mitológicas. Llevando a la urbe tanto la sorpresa como el caos.

Esfinges revoloteaban por el cielo con sus cortejos y rugidos. Los grifos ululaban desplegando sus alas con afán de libertad, Nagas meneaban rítmicamente sus colar para caminar con un sonido de cascabel serpenteante. Pegasos al galope, pisoteando fuertemente el suelo. Minotauros hablando por las calles. Sátiros y ninfas bailando por los rincones. Los corzos blancos y sagrados corrían destilando elegancia, dinamismo y fantasía.  Pero no solo estaba desencadenado este lado tan fantástico, calmado, pacífico y maravilloso. Criaturas más peligrosas y dañinas también habían descendido por el monte. Quimeras prestadoras buscaban sacar sus afiladas garras y clavar sus punzantes colmigos. Leones de fuego soltaban sus llamas desbocados. Los huevos de hydra eclosionan y dejaban peligrosos cachorros libres al mundo. Los cíclopes, dueños de todo el espacio, se arrojaban sin control a destruirlo todo.

Los pies de Cassandra tocaron el suelo e inmediato vio el desconcierto y terror que producía en los griegos que las maravillosas criaturas estuvieran campando su pueblo. Unas con sorpresa y otras con furia. Todas hermosas y llenas de magia y ensueño. La joven amazona se metió de lleno en el tumulto que eran las calles de Litóchoro en aquel enrevesado momento. Cuando hubo avanzado un par de metros vio a un cíclope pegarle un puñetazo a las paredes de una casa de piedra. La rubia salió disparada para enfrentarse al gigante de un solo ojo. El golpe de aquel coloso había ocasionado que media pared de la segunda planta de la vivienda se desmoronase.  Cassie voló hacia el lugar y con sus puños destrozó las piedras que amenazaban con caer encima de la ciudadanía. Luego con rapidez entró al edificio que no parecía muy sólido y sacó a los habitantes poniéndolos fuera de peligro. Cuando hubo despejado las inmediaciones y puesto a salvo a los viandantes de la zona próxima, la aprendiz de Wonder Román se aventuró a enfrentarse con el coloso.

Cassandra tiró una ingente roca al cíclope para atraer su atención. El coloso miró con enfado a la muchacha que le distraía de su empeño por divertirse destruyendo la ciudad. El gigante con un movimiento abrupto y pesado se lanzó a alcanzar a la joven amazona. Cassie evitó elaborado ataque del cíclope y este en respuesta rugió con furia. La muchacha se alejó volando y el monstruo la siguió. Tras eso Wonder Girl lanzó un poderoso puñetazo al centro de la cara del coloso. Con el efecto del golpe el gigante se tambaleó. Enfadado e iracundo por el ataque de la rubia, el cíclope emitió un poderoso y fuerte grito airado. El coloso se lanzó a atrapar a la muchacha con sus enormes manos. Pretendía aplastar a la rubia entre sus dos manos pero la exmiembro de los Jóvenes Titanes en un hábil giro se escapó de las garras de aquel ser. Cassie con premura atacó asesorando una formidable patada al único ojo del gigante. El cíclope se cayó para atrás, quedando aturdido. Para evitar que una vez recuperase la consciencia se escapase volviera a sembrar el caos, Cassadra le amarró fuertemente los pies y las manos con una cuerda.

Una vez neutralizada la colosal amenaza, Cassadra se percató de unos gritos y extraños ruidos que provenían de una zona cercana. Un potente rugido llegó a sus oídos mientras corría hasta la zona que necesitaba su ayuda. Un olor a quemado inundaba sus cosas a medida que se acercaba. Al llegar a la zona cero, observó cómo un gran león ígneo lanzaba su aliento de fuego a cualquier cosa que se encontrase en su camino. Presurosa la amazona se pudo delante del león. El animal enfurruñado la atacó con su ígneo aliento. La rubia puso sus manos por delante de su cuerpo en forma de x. Sus brazaletes plateados brillaron con fulgor. El fijo colisionó con los artefactos creados por las Amazonas y el ataque se desvió hacia el cielo.

Para la rubia toda esa fantasía que se abría para el mundo por primera vez era muy conocida. Estaba habituada a encontrarse tanto con cosas maravillosas como con cosas que causaban un extremo pavor. Cassie había crecido rodeada de las historias y relatos de su madre sobre la milenaria y antiquísima  cultura Griega. Además, su padre era un dios. Sus medio hermanos portaban como ella la sangre, carne y huesos de herencia divina como de semidioses. También había estado involucrada en todo tipo de locuras cuando empezó su periplo como heroína tanto bajo el manto de aprendiz de Wonder woman como cuando había estado con sus amigos en el equipo Young Justice  y luego en el equipo de Teen Titans.

Los leones de fuego solían ser una especia amiga de las amazonas en Themyscira. Esos poderosos animales cuidaban, protegían y servían de monturas a las habitantes de aquella perdida, oculta y maravillosa isla paradisíaca en algún punto del Mar Egeo. Pero allí, en un pueblo de la Grecia moderna habitado por humanos con unas costumbres y una cultura muy diferente a los Dioses del Olimpo y las Amazonas los Leones Ígneos estaban despistados, perdidos y desorientados. Sueltos por la ciudad de Litóchoro, en un estado de alteración, los feroces y llameantes animales era un gran peligro. Su aliento abrasador estaba listo para derramar fuego en cada rugido. Veían a las personas del lugar como enemigos que querían hacerles algún mal. Las bestias se sentían acorraladas en un lugar inhóspito y desconocido. Por ello, mostraban sus fauces y su poderoso aliento. Como los presentes en la ciudad, no entendían lo que había ocurrido pero no tenían ninguna forma de encontrar una explicación que sus instintos primarios y animales. No eran los culpables directos y conscientes de la devastación, pero Cassie sabía que tenía que frenarlos.   Primero intentaría neutralizarlos y luego, cuando no fueran un calcinante peligro para la población, buscaría un lugar donde poder ubicarlos y que no dieran problemas a la urbe griega.

Tras esquivar la llamarada que había lanzado el León Ígneo con sus brazaletes relucientes, Cassandra se apresuró a hacer frente al animal. La joven semidiosa contaba con una increíble velocidad comparada a la de mercurio. en un visto y no visto acortó distancias con la especie llameante y golpeó en el hocico al león. Era bastante sabido que para desorientar a los animales con prominentes hocicos un golpe en estos les hacía el mismo efecto que si a un humano le golpean en la zona entre el oído y la mandíbula, sufren un vértigo y una momentánea incapacitación producida por un desconcierto y una mareo.

Detrás de la joven heroína  había otro León Ígneo. El felino se movía de forma lenta y sin hacer ruido, como intentando cazar. La bestia intentaba pillar desprevenida a su presa. Aunque el animal tras ella se movía de forma sigilosa, Cassandra debido a sus dotes divinas tenía las percepciones aumentadas y podía captar los resquicios de sonido, movimiento y olor de la criatura. Wondergirl decidió actuar sin alertar al felino tras de sí de que sabía que se encontraba en aquella posición. Así contaba con un factor sorpresa para poder hacer frente a los dos animales que feroces y bravíos se alzaban sus enemigos. Pegó de nuevo al león que tenía en frente de ella y cuando fue el momento de girarse y dar una tunda al otro animal se llevó una sorpresa. estaba tan concentrada en la situación de luchar contra sus adversarios que no se percató cuando un desconocido apresó con una mano de hielo al animal llameante que se la venía encima.

-Creo que debemos enfrentarlos juntos. Las maniobras de equipo siempre dan mejor resultado.- Cassandra que se había dado cuenta de la transformación del hielo. Ideó un plan.- Tu poder es el hielo, ¿no? ¿Podrías apresarlos en una jaula mucho más congelada?- Dio un poderoso puñetazo a uno de los ígneos leones. - Están perdidos y desorientados, no son conscientes del daño que hacen.- Explicó la rubia.- Hay que contenerlos sin herirlos. - Se dio cuenta que les estaban golpeando.- bueno … no herirlos gravemente o demasiado. - Si puedo dejarlos sin aire, se mantendrán una rato inconscientes, ya sabes como ocurre cuando a un incendio le quitas el oxígenos, las llamas se consumen. Los leones ígneos necesitan mucho oxígeno para mantener sus llamas por eso son más fáciles de dejar K.O si se les estrangula que un león normal.

En su hábitat los leones ígneos eran una raza muy amigable. Las amazonas vivían rodeadas de estas y otras criaturas sin tener grandes complicaciones. Pero en aquel ambiente estaban aturdidos y desubicados. Cassandra sentía lástima por los animales porque estaban desbocados por estar lejos de su zona de confort. También se preguntaba qué habría originado que las criaturas que albergaba el Monte Olimpo de los  dioses  descendiera hasta la imperante realidad.

Una pelea en equipo era más beneficiosa que tácticas individuales. Cassandra asintió con la cabeza a las indicaciones de el joven. La rubia se alegró de que Alexander compartiera su idea de no hacer daño a los animales.

- Entendido- respondió la atlética rubia. Se rió ante la ocurrencia del desconocido y nuevo aliado.

Ahora les tocaba a cada uno enfrentarse a su enemigo. Tenían que ser tenaces, inteligentes y más veloces que aquellas bestias. A Alexander le había tocado la parte más complicadas pues tenía que enfrentarse al león y además hacer una prisión congelada. Cassandra no se preocupó en principio porque el rubio había dado por válido su plan. Parecía muy seguro y capaz de controlar a la bestia y además crear una jaula de hielo para contener a los felinos.

El león frente a ella rugió de nuevo. Intentaba nuevamente quemarla con sus llamas. Wondergirl era rápida y se cubrió casi de forma instantánea con sus relucientes brazaletes plateados. El fuego al chocar contra los artefactos creados por las amazonas se desviaron hacia el cielo. El león al ver que su ataque se había quedado en nada, se abalanzó contra Cassandra. La poderosa rubia desvío con sus brazaletes cada uno de los fieros arañazos que el ánima le lanzaba.

Cuando la aprendiz de Wonder Woman vio un hueco lo aprovechó. Se movió rápidamente y paso su manos alrededor del cuello del animal. Intentaba dejarle inconsciente sin ser muy brusca. El león se contoneaba frenéticamente para escapar del amarre. Tenía que apretar un poco más pero con el continuo vaivén no podía controlar muy bien la presión. Así que soltó al felino y rauda tomó el lazo místico que siempre llevaba con ella oculto en su cinturón. De forma elegante y precisa estiró el artefacto y le movió. Parecía que era una domadora de leones de un circo con un gran látigo resplandeciente y dorado. Los movimientos de la rubia junto con las vueltas y giros del látigo ofrecían un hermoso espectáculo a quien estuviera viendo la batalla. Casi parecía una ensayada coreografía. Con un hábil giro movió el lazo, haciéndole bailar y con precisión el instrumento se enredó alrededor del cuerpo del León Ígneo, inmovilizándole.

Alexander Dragun utilizando de forma hábil e inteligente sus poderes había contenido al León Ígneo el tiempo suficiente para poder construir la jaula para las fieras. Con su buen hacer engañó al león contra el que peleaba para encerrarme en el redil. Una vez que estuvo todo listo, el joven avisó a Cassie para que metiera a su contrincante en la prisión de hielo.

Ya voy.- Con un  movimiento suelto y desenvuelto, la amazona levantó el extremo del lado. El lazo levantó al animal que sujetaba férreamente y le depositó en la jaula de hielo. Una vez los dos animales estuvieron dentro Alexander les encerró. Ambos leones pelearon al principio para intentar liberarse pero les fue imposible. Pasado un tiempo se tumbaron en el suelo a esperar.

-Has hecho un trabajo estupendo.- Cassandra se acercó al rubio y fue a presentarse. - Soy …- pero su presentación se detuvo al escuchar un extraño crujir. La heroína miró a todos lados y descubrió que en un lateral había unos huevos de hidra eclosionando. - Con cuidado- dijo Cassie y señaló los huevos que median casi como un niño de  dos o tres años. -La madre tiene que andar cerca y no va a ser muy grato si nos encuentra cerca de sus bebés.-  Las hidras al contrario de leones ígneos sí que eran animales peligrosos. Era una descomunal e iracunda serpiente de múltiples cabezas,. Tanto su aliento como su sangre eran venenosas. A la rubia no le apetecía mucho encontrarse con una, ya que, traían bastantes problemas. -Si la ves tápate la nariz y la boca pronto. Su aliento es venenoso y no puede ser respirado. -

Alexander y Cassandra se habían compaginado perfectamente, actuando hábilmente en equipo. Gracias a sus maniobras bien ejecutadas, habían apresado a los dos leones ígneos. La adolescente se sentía contenta con el resultado de la labor conjunta. Peor una vez contenidos los animales, tenían que pensar qué hacer con ellos. La jaula de hielo era una solución provisional. Tenían que encontrar algo más permanente.

La verdad es que cuando están en su ambiente son unos animales muy agradables.- sonrió. Le estaba resultando agradable cooperar con aquél desconocido. La rubia tenía la sensación de que se llevaría bien con el joven Dragun.

El rubio pareció estar un momento en su mundo. Cassie pensó que fue una de esas ocasiones cuando te quedas trabado. Ella no podía saber de ninguna manera que Alexander había de vivir una visión extraña. Una vez más cercana al joven Cassandra se percató de la presencia de los peligrosos huevos. Así que, advirtió al varón sobre ellos. Las hidras nacían como adorables bebés pero su madre, protectora y rabiosa podía ser muy peligrosa con cualquiera que se topase con las crías. Seguramente la hidra había puesto sus huevos en aquel lugar pensando que era seguro y había salido un momento a procurarse algo de comer.

Sí- dijo muy segura. - Hay que dejar K.O. a sus tres cabezas a la vez. - No sólo su medio hermano Hércules se había enfrentado a una Hidra. Sin embargo, era el más conocido. ¿Quién no sabía que en uno de sus doce trabajos Hércules había luchado contra la Hidra de Lerma? - Tenemos que sacar también los huevos. Y a la madre - lo último lo dijo un poco con escepticismo. ¿Cómo podrían transportar animales tan peligrosos? - Tenemos que subirlos a la cumbre del monte.- Señaló la cima, que por la desaparición de los dioses y su mística influencia ahora era bastante más alto de lo que nunca había sido.

Necesitaban alejar a todas las criaturas de la ciudad de Litóchoro. Los dioses no estaban y la barrera que los separaba de la civilización humana se había despedazado. Cassandra no sabía magia ni tenía poderes místicos para poder recrear de nuevo la barrera. No obstante, el viaje desde la cima real del Monte Olimpo hasta Litóchoro para aquellas criaturas podía ser de días. Quizá si las dejaban en la residencia de los dioses, aunque estos no estuvieran, podían retrasar a aquellas maravillosos seres mientras contactaban con alguien que pudiera recrear la separación entre el mundo de la mitología y el mundo humano.

Antes de que pudieran ejecutar cualquier plan de acción para proteger a los animales y a las personas de los ataques de estos, la madre Hidra apareció con un sonido sibilante y serpentino. El ser, ya de por sí airado, se enfureció más al ver a aquellos dos humanos cerca de sus huevos. El animal rugió con fuerza y se lanzó a atacar a Alexander y a Cassandra. La muchacha rápidamente le lanzó una piedra a una de las tres cabezas. Enseguida la hidra dirigió su furia contra la muchacha. La rubia antes que nada se rasgó la manga de la camisa para hacerse una especie de mascarilla y estar protegida si la hidra lanzaba su aliento venenoso.

- Haré de cebo.- voló y golpeó la mandíbula de las cabezas de la Hidra.

Cassie se acercó a la gigantesca, furiosa y embravecida Hidra. Nada era más peligroso en la naturaleza que una hembra protegiendo a sus crías de un peligro o de los enemigos. La amazona sabía que tenía que tener mucho cuidado. Rápidamente se rasgó una manga para con la tela de la prenda de ropa poder hacerse una improvisada máscara. Su cuerpo de semidiosa la hacía más resistente que un humano de características normales. Pero no era invulnerable. Haciendo gala de su fuerza, velocidad y habilidades para el vuelo se enfrentó a las tres cabezas del monstruo. Golpeaba rauda y precisa una de las cabezas, luego otro y en un tercer golpe a la tercera. Así iba combinando golpear a una y a otra para que la rabia y la atención se centrasen el ella y se olvidasen de su improvisado compañero. Cassandra esperaba dar el tiempo suficiente a Alexander para que este pudiera dejar a los leones ígneos a buen recaudo y se pusiera a ayudarla con la Hidra. Necesitaban controlar al animal cuanto antes. Cuanto más tiempo permanecía un peligroso monstruo en lucha y tan cerca de una población más probabilidades había de que la ciudadanía pudiera recibir algún daño. Los dos jóvenes no podían controlar si en la escena aparecía una anciana o un padre con sus tres revoltosos hijos. Tenían que apresurarse para detener el peligro antes de que  pusieran en riesgo a cualquier viandante.

Mientras la segunda Wonder Girl luchaba de forma valiente y heroica contra el animal desbocado, Alex reforzó las jaulas de los leones ígneos y comenzó a crearse una armadura de hielo. Cassie sólo podía confiar en las habilidades que le había visto anteriormente, ya que, al tener su mente enfrascada en la batalla y no hacer daño ni herir de gravedad a la hidra, no podía ver  lo que su compañero de equipo estaba haciendo. Una cabeza se volvió hacia ella con gran furia. Cassandra con gran presteza cruzó sus brazos poniendo sus brazaletes de frente con el ataque del monstruo. Los brazaletes eran de un metal especial, creado por y para las amazonas. El poder de aquellos objetos era detener cualquier ataque. Sin embargo, no llegaron a desplegar sus poderes. Antes de que el ser la atacase, el rubio propició una explosión que hizo retroceder a la serpiente de tres cabezas. Cuando el animal se alejó y centro su rabia en su nuevo atacante, Cassie se reposicionó y pudo observar la coraza de hielo que Alex se había creado para la pugna.

La armadura aunque poderosa y defensiva, parecía bastante dificultosa. La semidiosa se percató de su acompañante no era tan rápido dentro de la armadura como para resistir mucho tiempo contra la hidra. Así lo manifestó el usuario del hielo y La rubia intentó pensar lo más rápido posible en los pasos a seguir para poder vencer a la hidra de una buena vez por todas. Tenía que encontrar la manera de noquear a las tres cabezas de golpe. No podía darles un golpe una por una, ya que esto podía ser improductivo.

-Se me ocurre algo, mantenlo así.-

Cassandra aprovechó que Alexander había inmovilizado al animal contra el suelo para amarrar las tres cabezas con su lazo. Amarró los cuellos y los hocicos. Hizo un gesto al joven para que se retirara y la dejase actuar. Una vez que el rubio se puso a buen recaudo. La muchacha llamó al rayo. Pensó en lo mucho que le molestaba que el universo cambiase de buenas a primeras y le arrebatase lo querido y conocido. No era justo y eso la indignaba. El lazo brilló con intensidad transmitiendo una potente corriente eléctrica que dejó inconsciente a las tres cabezas de la hidra. No le gustaba usar ese poder a menos que no tuviera otra opción. Siempre tenía el miedo de no poder controlarlo y electrocutar a su oponente. No obstante, en aquella situación sabía lo resistentes que eran las hidras y que podían resistir un calambrazo.

-Buen trabajo.- dijo sonriente la rubia- Soy Cassie. - Que aquel hombre que tenía enfrente la hubiera ayudado a detener a los leones ígneos y luego a la hidra, le hizo confiar en él. - ¿Se te ocurre a quien podríamos avisar para que se hiciera cargo de los seres mitológicos? Los dioses no están y la barrera me temo se ha roto. Aunque los detengamos volverán a causar peligro si no se les tiene controlados.- No sabía si llamar a la embajada de Themistira. No el hicieron mucho caso la ultima vez que contactó.

Tras un gran esfuerzo conjunto Alex y Cassie lograron reducir a la furioso madre hidra. Cassandra suspiró aliviada al ver que la peligrosa criatura de la mitología griega yacía en el suelo inconsciente. No era una solución definitiva pero por el momento les daba tiempo a poder preparar algo más definitivo y permanente. Porque cuando el animal despertase, volvía a ser un peligro para la ciudad y la población. Después del inesperado trabajo en equipo, llegó el momento de las presentaciones.  La rubia se presentó de forma amigable y la respuesta de joven desconocido también lo fue.

-Igualmente, Alex. Gracias- le sonrió ante la mención de que se había lucido. No es que la rubia fue alguien ególotra, pero siempre emocionaba y alegraba recibir comentarios positivos por el trabajo  bien hecho.

Posterioremente, Alexander comentó que tenía que sacar a las criaturas mitológicas de la ciudad y buscar un enclave donde ubicarlas para que no causasen estragos. Cassandra asintió con la cabeza a estas frases.  Lo que decía el rubio era muy cierto. No obstante, había otro problema. Las bestias griegas eran poderosas y necesitaban algo más que un muro de contención para poder frenar su avance o su expansión por el mundo humano. Estaban en una situación peliaguda. Cassie suspiró intentando buscar alguna manera de darle solución al problema.

- Antes los dioses tenían una barrera que separaba el mundo humano del divino. Pero parece ser que los doce olímpicos han abandonado su hogar y con ello, a todas las criaturas mitológicas.- la segunda Wonder Girl se quedó un poco pensativa. ¿Que podían hacer para contener a los monstruos griegos?

Ella no tenía acceso a la magia ni ningún poder místico que recrease de nuevo la destrozada barrera. No sabía cómo contactar con algún Dios para que les brindase ayuda y al llevar a Omega había perdido todas sus conexiones con las diferentes secciones de héroes. No tenía equipo ni relación con ninguno. Si hubiera podido contactar con Tim o saber donde estaba ... La Batfamilia tenía conexiones y podría brindarselas para poder ayudar. Pero sin su amigo Robin, no había ninguna manera que Cassie pudiera acceder a la ayuda del reputado clan murciélago. Tampoco sabía donde se encontraba su mentora Diana Prince, Wonder Woman. La princesa amazona era firme, resolutiva y contaba con un sin fin de recursos para poder actuar en situaciones como aquella. La adolescente se planteó que haber acudido sola sin ningún apoyo a una misión así había sido un tremenda locura. Situaciones como aquella evidenciaban que en el mundo para ser justiciero necesitaban contar con un grupo al que acudir cuando necesitaban una ayuda extra. El mundo era muy difícil para ser héroe en solitario. Omega no era para animales solitarios, sino para manadas.

- Quizá si los llevamos a la cumbre del Monte Olimpo nos de tiempo a buscar una solución mientras tratan de nuevo de viajar hasta abajo. - Sabía que no era un plan perfecto y maravilloso pero al menos les dejaba más margen para maniobrar.

Señaló a  la cima de la montaña, que tras la caída de la barrera era ingentemente más alta. - Hay alguna manera que puedas llegar ahí de forma rápida. Yo soy fuerte y vuelo podría llevar a las criaturas volando en diversos viajes. Cuando estén todos arriba intentaré contactar con las amazonas o su embajada. Ellas suelen ayudar en casos como estos.  - espero la respuesta de Alex. Si no era una afirmación que por lo menos fuera una buena propuesta sobre lo que podrían hacer o tramar.

La rubia escuchó atentamente lo que le contaba Alexander Dragun sobre sus poderes. Así que, el joven no podía volar. Luego, el rubio soltó una broma y Cassie se rió de forma amigable y alegre.

- Algo pensaremos- la segunda Wonder Girl sonrió Alex le agradaba. No sólo era que hubiera tenido una buena primera impresión del hombre porque se vieron forzados a luchar de forma conjunta contra los monstruos mitológicos.

Cassandra se alegró de que a Alex le gustase su plan. Hacía tiempo que no asumía el liderazgo de un equipo o una acción o un plan. La verdad que los puestos de poder eran difíciles y se sentía un tanto insegura de asumir una posición activa y de mucha responsabilidad. Pero no podía dejar que las situaciones se desmadrasen por eso siempre proponía y cuando hacía falta dirigía las acciones. Ella siempre había ocupado en los grupos una posición tras el maestro de orquesta. No simplemente seguía órdenes, cumplía con el rol de director si era necesario. Era como una segunda al mando. Robin era quien movía la batuta y ella, tomaba su lugar si él estaba indispuesto. Era alguien que fluía con lo que necesitaba la orquesta; un primer violín en la sinfonía que podía ser director en caso de necesidad.

- Entonces, yo me encargo de la madre enfadada. Parece lo más normal en mi vida encararme a bravas madres- comentó jocosa, haciendo una referencia a su progenitora. No sabía si al otro joven le habría hecho gracia la referencia. Después de todo, el Dragun no la conocía ni tampoco a su madre Helena. Pero sin duda a ella le había resultado algo peculiar y gracioso.

La hija de Zeus se quedó mirando a la imponente Hidra. Tomarla en su brazos y llevarla volando a lo más alto del Monte Olimpo no iba a ser muy difícil. Lo que ocurría es no podía llevar a los huevos junto con la desdeñosa progenitora. Iba a tener que realizar dos viajes; uno con la imponente serpiente de tres cabezas y otro con sus pequeños huevitos. por otro lado, Alexander estaba creando una cadena de hielo. Cassandra se fijó al ver caer los eslabones. La rubia no entendía muy bien para qué estaba creando esa cadena. WonderGirl se quedó enmudecida cuando vio cómo el chico de hielo clavaba una especie de estoque en la espalda del cíclope. El monstruo comenzó a removerse con esta acción de Alex. Cassie estaba enmudecida. Le pareció una medida algo extrema. Pero viendo que el colosal gigante no era una hermanita de la caridad, no puso el grito en el cielo. Luego, Alex creó una especie de armazón para dominar al cíclope.

Alexander la pidió que esperase un momento y la amazona honorífica, asintió con la cabeza.

- de acuerdo.-

El joven usó a su improvisada montura para subir a un edificio, allí recuperó su su chaqueta. Mientras tanto Cassie amarró debidamente a la hidra con su lazo para que si despertaba en medio del vuelo no hubiera ningún problema. Al cabo de un momento, Alex regresó. Propuso buscar algo con qué llevar los huevos y Cassie estuvo muy de acuerdo.

- Genial. Así, puedo llevar a la madre y a los pequeños juntos. Será más beneficioso para todos llevarlos a todos juntos para que no se pierda el olor y que con los sentidos puedan captarse. -

Alexander se metió en una de las casas del pueblo y retiró las sábana. - Es una buena idea.- comentó  la semidiosa al captar que Alexander quería usar las sábanas para envolver los huevos y hacer una especie de hatillo.  Metieron a la Madre y a las crías en una especie de gran bolso. Cassie recogió el improvisado paquete y mientras Alex, preparaba a sus leones. Antes de despedirse y cumplir cada uno su parte del plan, el rubio recapituló la situación y se centró en cómo reencontarse.

- no te preocupes, puedes esperarme en la base del monte. A mí volando no me cuesta mucho subir con los animales y volver.- comentó con jovialidad Cassandra. Para ella no era gran cosa. Peor entendía que alguien sin su férrea resistencia física y sin su capacidad de vuelo pudiera estar agotado si escalaba algo como el Monte Olimpo. A una persona normal le llevaba días llegar a la cima humana del Monte Olimpo.

La semidiosa tomó el paquete y empezó poco a poco a elevarse. En un momento alcanzó gran altura y con rapidez fue volando hasta el lugar más elevado de la parte divina del monte. Cuando hubo llegado a un lugar de buenas condiciones y que estaba a una altura considerable, dejó el paquete que contenía a la hidra y sus bebés. Desenvolvió con cuidado el paquete. Puso con cuidado los huevos en la hierba. Luego desenredó a la madre y la soltó del amarre del lazo. Cuando hubo puesto a la desmayada criatura y a los huevos juntos y cómodos.  Se elevó y descendió volando el Monte. Se dirigió con presteza al punto de encuentro.

La amazona no había encontrado en su camino tantos contratiempo en su camino como el mutante. Lo suyo había sido un viaje de ida y vuelta. Se había elevado por el cielo y con su velocidad en vuelo que a la de un super no había encontrado ningún tipo de resistencia. Simplemente dejó a la madre hidra y a los huevos bebés en un lugar agradable y había bajado volando. Un visto y no visto. Todo en un flash como habría copiado Bart a su abuelo y a su primo Wally. Recordar al velocista la hizo sonreír. Siempre le recordaba con calidez. Su amigo era una de esas personas que te hacía poner una sonrisa en la cara. Eran contagiosos su desbordante felicidad y optimismo. Esperaba que estuviera donde estuviera se encontrase bien y pudieran verse pronto. También deseaba encontrar al resto de sus amigos y a su novio Kon. Pero ese no era el momento de ponerse nostálgica. Tenía que resolver la situación en la que estaban metidos.

Mientras esperaba la llegada de Alexander, Cassie pensó en que tenían que avisar a alguien para que se pudiera controlar aquel problema. De buena tinta sabía la segunda Wonder Girl que las fuerzas del estado no harían caso a dos héroes improvisados como ellos. Suspiró. Antes, en su universo tenía una reputación de joven heroína pero en este nuevo universo todo se había ido al traste, Nadie se acordaba de la Wonder Girl rubia. Ni siquiera estaba segura de que conocieran a Donna.

Resignada sacó su teléfono móvil y llamó sin recibir ninguna respuesta a la embajada de Themyscira. Lo intentó varias veces obteniendo el mismo resultado. Después contactó con su madre. En resumidas cuentas le contó la situación. Ella a través de su posición como directora del Museo de Gateway City tiró de contactos y fue atendida por la embajada de las amazonas. Después de todo los Doce Olímpicos eran los dioses que aquellas mujeres veneraban, por quién y a veces con quién luchaban. En cierta forma era su responsabilidad hacerse cargo de las consecuencias que ocasionaba al mundo humano el abandono de las deidades griegas. Mientras ella dialogaba con los responsables de la embajada encomendó a su hija avisar a Jason Blood. Aquel hombre no solo era exnovio de su madre sino que también era un reputado ocultista y demonólogo muy conocedor de la magia y las ciencias ocultas. Jason le dijo a Cassie que avisaría a magos que conocía por aquellos lares para que hicieran algún hechizo que alejase a las criaturas mitológicas peligrosas del pueblo y los terrenos humanos. La barrera que se había roto era de una naturaleza divina. El demonologo consideró que no tenían el suficiente poder para recrear, reparar o construir algo similar. Pero podían hacer magia que repeliera a las criaturas más peligrosas de los enclaves humanos. Los seres con inteligencia, una cultura más evolucionada y raciocinio estarían en contacto con los humanos. Ese tipo de seres no eran dañinos o peligrosos para los humanos. Quizá esa interacción vendría bien para todos.

Cuando Alexander llegó a su encuentro la rubia le comunicó alegremente que había logrado contactar con las amazonas y autoridades mágicas que se encargaría de la situación a partir de aquel momento.