El hogar de un hombre es su castillo. [Alexander Dragun-3/3/2019]

Pasillos bien Iluminados ,con alfombras y cuadros abstractos en las paredes para hacer atractivo visual, lo material que podría atraer a un ratero cualquiera no tenía valor para el Inhumano, lo que realmente tenía valor para el eran esas personas, muy pocas, que cruzaban esos pasillos significaba que esas personas habían sido aceptadas para ser parte de ese pequeño círculo de confianza, circulo que se había reducido bastante, personas desaparecidas, familia, le costaba evadir ese hecho sin embargo se mantenía firme, el inmutarse por fuera era lo que siempre hacía eso no podía cambiarlo.

Respiraciones profundas de quien fue rey de los Kree, solo se podían escuchar sus pasos a través de ese pasillo que parecía ser infinito, no lo era, pero se sentía de esa manera en lo que intentaba llegar a un estado de profunda calma, como si el tiempo fuera cada vez más lento , como si comenzara a perderse en el espacio, sumido en un lugar más allá de la realidad concentrándose en la nada en el silencio, sumirse en la nada era realmente sencillo para él mas tras tanto entrenamiento .

— Mi señor, hasta que por fin lo encuentro, Nuu… ¡Frank! Dijo que no podría venir a la hora acordada pero que se quedaría más tarde, Treste e Irelle  lo necesitaban en casa , crisis de adolecentes ya sabe cómo es él con esas niñas— Interrumpiendo el momento de aislamiento que estaba teniendo Black Bolt, con ese  Rostro era difícil no tener que prestarle atención.

Alzaría su mano izquierda y la movería de un lado a otro, tenía que dejarlo fluir, recientemente no habían tenido problemas por lo que Frank se podía permitir atender a las jóvenes, como un buen padre lo haría.  Caminarían por los rincones hasta llegar un cuarto en lo alto que tenía vidrios ahumados, permitía no ser visto por quienes estaban abajo disfrutando de la noche, pero si por los ojos de ambos Inhumanos. En el mismo cuarto había monitores de los otros cuartos y salas de reunión, para juegos, negocios, etc.…

—  Usted sabe que pronto comenzar a preguntar dónde  se encuentra intente no dar razones para que se pongan en su contra, aproveche y disfrute que no hay problemas…—
Podía sentir la preocupación en cada una de esas palabras y estaba bien por parte de él querer ayudarlo, pero ni aun así se mostraría preocupado, ellos no lo querrían así, si sería cuestión de tiempo que Black  Bolt bajara a presentarse ante todos como era costumbre, aprovecharía para vigilar durante unos su pequeño castillo, su hogar, para apreciarlo mientras la noche se llenaba de luces y música, aunque a su habitación no se escuchara nada.

Aquel hombre vistiendo ropa para la elegante noche como era costumbre no dejaría pasar una noche para portar su uniforme no oficial, de esa manera sería mucho más fácil reconocerlo entre las multitudes, pero no por eso se sentía un objetivo, no en su casa, había que estar bastante demente para tenerlo a él como un objetivo.

Todo estaba tranquilo, siempre estaba tranquilo y eso era lo extraño. No extrañaba pertenecer al consejo que siempre necesitaba que todos estuvieran preparados para cualquier emergencia sobrenatural que surgiera en algún punto recóndito del mundo pero ahora sin la carga de estar en el escuadrón de control de riesgos se sentía algo vacío. Había perdido la cuenta de las veces que se había levantado a media noche creyendo escuchar las alarmas de la barracas o de porque aún mantenía su uniforme del consejo bien lavado y planchado a tal punto que la tela parecía recién comprada en vez de un uniforme con varios años de uso.

Las cosas debían de haberse calmado bastante en Nueva York, así que era hora de regresar para pasar a visitar a algunos amigos antes de emprender otro viaje. Nunca se quedaba demasiado en un lugar, en parte por la paranoia que contagiaba a todo aquel que se metía en el mundo secreto y en otra parte por sus propias ganas de recorrer este nuevo mundo que era tan parecido y a la vez tan distinto de su hogar natal, por lo que tomó el bolso con sus pertenencias y subió a un tren. Necesitaba fondos para poder ir hasta el viejo continente y ese lugar era mejor que Las Vegas, donde los casinos tienen más cámaras que gente en su interior.   Sus músculos le decían que el viaje había sido algo pesado cuando empezó a caminar por el andén de la estación esa mañana  mientras miraba otra vez  las mismas calles donde había despertado totalmente desorientado tiempo atrás.
A pesar del cansancio aún quedaba bastante para hacer, de modo que se dirigió a  un hotel donde reservo una habitación por un día. Se dio una ducha y se cambió de ropa antes de tomar el resto del dinero que le quedaba para volver a la calle buscando información. Pasó todo el día averiguando algún lugar donde hacer dinero fácil apostando a las cartas que no fueran los sitios donde ya había estado de forma que nadie le conociera, haciendo más fácil el poder ganarle a algún incauto que lo tomara por un jugador novato. Fue así como llego a sus oídos un lugar llamado Quiet Room, no se sabía mucho sobre el lugar salvo porque era un sitio bastante exclusivo y elegante, donde al parecer también se podía apostar con cantidades más grandes que las mesas de cualquier establecimiento regular.

Este lugar, que recientemente había abierto sus puertas me tenía intrigado así que decidí ir a comprar un traje. Tener que llevar mi uniforme con todas las protecciones y el equipamiento a veces resultaba molesto, pero la incomodidad de la ropa sumada al hecho de que me sentía totalmente fuera de lugar con ella lo hacía bastante peor sin contar el hecho de que fue bastante costosa para solo usarla esta ocasión. Aun así valdría la pena si en ese lugar lograba amasar suficiente para comprar una identidad falsa lo bastante buena como para salir del país y cruzar la aduana de la red de Nápoles sin  levantar sospechas. El resto podría resolverlo una vez allí.

De modo que esa misma noche asistí al Quiet Room,  recorrí el lugar con la mirada observando a los concurrentes mientras estudiaba la disposición tratando de ubicar donde estarían las mesas de poker, me llamo la atención el aspecto de varios personajes dentro del lugar ya que al parecer no era la única rareza en el recinto incluyendo a un hombre con un extraño adorno en su frente que caminaba recorriendo el lugar y saludando a los presentes. El hombre se movía a sus anchas lo que me hacía pensar que sería el dueño o tal vez una persona muy influyente en estos círculos como para tener el respeto de todos los presentes. Decidí mantener el perfil bajo comportándome de forma tranquila, como si no fuera mi primera vez  aquí, mientras evitaba estar en la trayectoria del carismático del adorno, no estaba en este lugar para hacer sociales y menos para inventarme una vida que justificara mi presencia.

Joyas, adornos, relojes caros, collares de oros, trajes y vestidos  que valdrían más que el salario de varias personas en un año se conglomeraba bajo las luces que ambientaban el lugar mientras me abría paso hasta la barra sintiéndome una extraña criatura entre tanto despliegue de lujo.  Una vez llegado al punto intermedio de la travesía me senté en un taburete mientras esperaba ser atendido admirando la variedad de bebidas que se exhibían al público así como nombres tan extraños que jamás había llegado a creer que se tratara de una marca de alcohol. El barman se acercó saludando cordialmente mientras me preguntaba que quería beber. Mientras preparaba mi bebida aproveche para preguntarle sobre las mesas de apuestas.

Ya con el vaso en la mano, agradecí las indicaciones y me dirigí hacía una de las salas donde se estaban reuniendo las personas que querían disfrutar además de una buena bebida de unas manos de poker por dinero.  Las personas contra las que iba a jugar tenían bastante mejor condición económica que yo así que no era de extrañar que fuera la persona con menos fichas de la mesa puesto que para llegar a la apuesta mínima había gastado todo el dinero que me quedaba. Esta noche era a todo o nada, pero el riesgo valía la pena y si perdía tampoco era mucho problema ya que dormir en bajo las estrellas no era tan malo cuando el frío no es molestia. Muchas de las personas sentadas jugando conmigo llevaban sus armas consigo lo que me hacía pensar sobre porque el imponente guardia que me había permitido la entrada a la sala no me había palpado en busca de objetos peligrosos, al parecer había una regla implícita sobre el uso de armas dentro del edificio ya que algunas personas son paranoicas al punto de sentir la seguridad en el acero de las pistolas o revólveres mientras que otras saben que no pueden despegarse de ellas por su rubro de trabajo, no estaba ahí para juzgar al dueño del local pero a pesar de que con solo mirarlo sabía que el sujeto parado en la puerta a mis espaldas era muy competente peleando en caso de una balacera dentro de la habitación no podría ingresar antes de que sucediera algo digno de  aparecer en la sección de policiales del diario. Por supuesto que eso no sucedería esta noche aquí dentro, yo me aseguraría de eso.

El repartidor saco las barajas de cartas, mostrando que se trataba de barajas completamente nuevas antes de mezclarlas juntas y comenzar a repartir. En mi tierra jugábamos a contar cartas solo por diversión con más de una baraja para calcular la posibilidad de que cada carta saliera en cada mano, son probabilidades bastante astronómicas de sacar a ciencia cierta que saldrá en cada mano a cada jugador pero el hecho de saber aunque sea con un rango bajo de certeza que podría llegar a tener cada uno, sumado a que si estudias a la persona verás cómo se comporta según las cartas que posee te ayuda bastante a saber cuándo parar o avanzar para vencerla. De esta forma fue que gaste la mitad de mis fichas apostando de a poco mientras estudiaba a cada uno de mis contrincantes y cada expresión durante cada una de las manos antes de empezar a hacer mis movimientos.

No puedo decir que mi método fue infalible, tampoco me ayudaría que lo fuera ya que eso haría pensar que estaba contando cartas o haciendo trampa,  pero mis fichas comenzaron a recuperar su tamaño original así como a aumentar de forma más rápida de como las había gastado sorprendiendo a alguno de los otros jugadores mientras otros me miraban con disgusto cuando entendieron como estaba jugando, aunque ya era tarde para lamentarse porque les llevaba la delantera y empezaba a jugar conservando lo que tenía hasta que lograba manos ganadoras sin dejarme provocar. A lo largo de tanto tiempo mi vaso de Blue Lagoon poco había cambiado, tomando algún sorbo ocasional o metiendo apenas un dedo en el interior para agitarlo mientras mantenía la temperatura y el hielo de la bebida en su punto justo, lo que  noto el repartidor de cartas que vio el vaso prácticamente igual cuando a los demás jugadores les sirvieron su tercera o cuarta ronda de bebidas mientras la mía aún no dejaba la mesa antes de mirarme a la cara, me limite a sonreí  y seguir jugando para que no usaran la excusa de que estaba complotando con él por mi buena racha.

Una vez conforme con la suma que había ganado, la cual no era poca considerando la cantidad que tenía cuando había empezado, terminé mi bebida y salí de la habitación con la pequeña fortuna que me aseguraría un pase sin problemas hasta Europa. Había conseguido mi objetivo así que mi mente ya estaba un poco más relajada y tranquila cuando crucé el umbral de la puerta, dirigiéndome de nuevo al salón principal mientras estiraba los brazos para aliviar la tensión en mis hombros después de mantenerme tan tieso durante el juego cuando una mujer tropezó accidentalmente con una de las camareras haciendo que esta cayera de la pequeña escalinata que separaba el salón de juegos de la parte regular del club. Me acerque a ayudar a la camarera mientras la mujer pedía disculpas horrorizada porque la primera muchacha tenía un corte sobre la ceja derecha que había comenzado a sangrar, por lo que tome el pañuelo que llevaba y lo use para limpiarle la sangre mientras presionaba la herida para que la hemorragia se detenga, la otra mujer desapareció para luego regresar instantes después con otro de los mozos que me ayudó a poner en pie a la joven mientras la llevábamos para que la atendieran.

Estaba inmerso en ayudar a la chica y por eso fue que no pudo darse cuenta de las cintas. No esperaba ser atacado de manera tan precipitada, razón por la cual no pudo reaccionar hasta que estuvo completamente inmóvil. Un rostro apareció delante de él amenazándolo porque había roto las reglas del lugar lo que sumaba desconcierto a la extraña situación. Lo único con lo que podía asociarlo de manera lógica es que estuvieran molestos por el resultado de la partida de poker y que estuvieran culpándolo de hacer trampas, lo que se afianzo cuando el amasijo de tiras multicolores le pidió que cantara antes de que su jefe se hiciera presente.

Ser llamado tramposo ya era insultante pero que además quisieran propinarle una golpiza gratuita sin haberle dejado defenderse era caer muy bajo por lo que sería hora de aplicarle un correctivo no solo a este esper raro que lo aprisionaba sino a cualquiera de esos tipos que pensaba mandarle, por lo que primero tenía que soltarse de las sujeciones para poder enfrentarse a todos, ya que si este ente había podido salir de la nada tal vez sus compañeros tendrían habilidades similares y se vería rodeado antes de poder tomar alguna acción.

Su mano derecha comenzó a aumentar su temperatura quemando el pañuelo con el que había estado deteniendo el sangrado de la frente de la camarera y haciendo que empezara a soltar finas hebras de humo que se asomaban tímidamente entre las ataduras mientras la izquierda comenzaba a hincharse cuando el hielo que  ocupaba espacio entre el tejido y la piel de su usuario comenzara a cortar el entramado hasta reventarlas, dando el aspecto de que unas enormes garras semitransparentes hubieran nacido donde antes solo había una mano humana.

-Llama a los guardias si quieres, y también a tu jefe. De esa forma podré firmar el libro de quejas cuando haya terminado de hacerte picadillo por atacarme-. Le respondió.

Miró su mano derecha y sus iris cambiaron momentáneamente de color antes de que las vendas comenzaran a arder furiosamente para liberar las falanges que al contacto con el aire se fundieran con la llamarada, aumentando su tamaño de forma exagerada e iluminando todo el corredor con la cálida pero amenazante luz que solo el fuego provoca.

Off: Lamento la tardanza y los problemas, espero ya solventar todo y poder ponerme mas al corriente.

Mientras Alex quemaba y cortaba las cintas para poder liberarse, tanto el cómo su atacante se dieron cuenta de que esas tiras de tela no lo detendrían, por lo que el hombre fue retrocediendo mientras sujetaba a la camarera y la alejaba de él. Estaba por advertirle sobre que la mujer estaba herida cuando un sujeto enorme apareció por el corredor vistiendo un trajecito que parecía quedarle pequeño y que resaltaba aún más su tremenda musculatura por no mencionar que las partes del cuerpo que la ropa no alcanzaba a cubrir eran de color rosado. Sin duda alguna sería uno de los guardias de seguridad y tendría que pelearse con él.

A estas alturas la integridad del traje que estaba estrenando ya no importaba así las llamas se extendieron hasta su antebrazo mientras que la camisa y la manga del saco reventaba por las costuras mientras su brazo se hinchaba por la masa de hielo que crecía sobre su piel. Estaba a punto de tomar la iniciativa y atacar primero al gigante cuando escucho al hombre de tela decir que había atacado a la mujer.

-Espera, ¿Qué crees que hice que?-.  Se distrajo para mirar al hombre que sostenía  a la mujer totalmente desconcertado por lo que acababa de escuchar.

Esa fue la oportunidad del hombre rosa que cargo contra él estrellando contra la pared. El golpe fue muy fuerte, haciendo que se desorientara lo suficiente para el que gigante rosa inmovilizara su mano izquierda con su mano mientras usaba su otro antebrazo para sujetar el cuello de Alex contra la pared mientras hacía presión para asfixiarlo.

La presión en el cuello estaba cortando la entrada su entrada de aire, intento en vano quemar al hombre con su mano derecha pero el contacto de las llamas no hizo efecto en la piel rosa, así como no lo hacía en él a pesar de sus prendas echaban humo por el contacto con su atacante. En un intento desesperado apoyo su mano izquierda contra la pared congelando toda la superficie donde estaba apoyado mientras apagaba las llamas de su mano derecha y usaba el hielo de la pared para cubrirla hasta formar una masa redonda enorme con la que lanzó un golpe contra la oreja de su oponente. El enorme tipo sintió el golpe aflojando un poco su agarre mientras Alex repetía su ataque para luego lanzar un puntapié a la ingle del hombre. El último golpe surtió el efecto esperado haciendo que se separaran. Con gran dolor exhalo e inspiro con fuerza para que sus pulmones se llenaran de oxigeno de nuevo antes de lanzar otro par de golpes a la cabeza, derribándolo antes de girarse hacia el hombre de tela.

-Y… yo… no…-. Le costaba mucho hablar porque aún no había recuperado el aliento.- no… ataque… a nadie,…. -. Inspiró hondo.- fuiste tú el que empezó-.

Se recostó contra la pared de nuevo, exhausto y adolorido esperando a ver quién sería el siguiente en sumarse a la pelea. No creía estar en condiciones de pelear con nadie más pero si era necesario tendría que hacerlo con tal de salir de una sola pieza.

Que sorpresa la suya cuando el hombre de traje que vio ni bien llegar apareció en el corredor,  con el tipo rosa tumbado en el suelo y el hombre de las vendas a bastante distancia evaporó la esfera de hielo de su mano derecha, esperando para hacerla estallar de nuevo en un torrente carmesí en cuanto lo necesitara. Se mantuvo recostado contra la pared, la cual usaba para sostenerse mientras se recuperaba de la asfixia que le quemaba la garganta cada vez que el aire se forzaba dentro de sus pulmones con cada respiración mientras observaba de un lado al otro esperando el próximo ataque.

El recién llegado estaba estudiando la situación con total calma, al menos era diferente a sus compañeros que atacaban sin preguntar, lo cual planteaba que tal vez pudiera terminar el conflicto sin tener que impartir más violencia y sin tener que quemar todo el lugar el intento. Se quedó en esa posición mientras su respiración se recuperaba, empezando a perder esa sensación de estar a punto de caerse desplomado mientras observaba como el hombre con el adorno en la frente detenía al musculoso para luego mandar una mirada de reproche hacia el hombre de las vendas que pareció achicarse ante los ojos llenos de reproche de este personaje “que tan importante será aquí para mandar como quiere a otro esper” pensaba Alex mientras observaba.

La serena mirada del hombre se dirigió hacia él, mientras levantaba una mano dejando claro que no tenía intención de pelear por lo que le permitió acercarse. Estaba esperando un acoso de preguntas y cualquier frase que iniciara el dialogo por lo que ese destello en el raro emblema de este hombre lo tomó desprevenido. Trató de apartarse pero no pudo, su cuerpo no respondía a la vez que se sentía cada vez más pesado y somnoliento hasta que finalmente todo se tornó oscuro y sus ojos se cerraron.  
Estaba en Venecia otra vez. Sin saber cómo había vuelto y ahora estaba en sus calles asfaltadas con agua, sus puentes y tantas otras cosas que no recordaba de aquel lugar. Camino por las veredas observando todo hasta que una cierta intranquilidad se apoderó de él a medida que más avanzaba. El silencio, había demasiado silencio.  Ya era de día pero no podía escuchar nada ni a nadie, los vaporettos, góndolas y demás embarcaciones no surcaban los canales pero lo más alarmante era que nadie estaba en la calle ni en las tiendas ni siquiera en sus casas. Todo el mundo simplemente había desaparecido como si hubieran decidido dejar todo lo que hacían y solo irse. De repente la calle se tornó un lugar lúgubre y menos amistoso que antes haciendo que echara a correr en busca de alguien que le dijera que pasaba.

No tardó en encontrar a todo el mundo pero no fue lo que esperaba. Cuando llegó a la plaza de San Marcos estaba colmada de gente, aliviado comenzó a acercarse hasta que ellos se giraron en unísono hacia él. No podía creerlo cuando vio sus  rostros inexpresivos  y negros, consumidos por  la corrupción de los soñadores  mientras acortaban la distancia que los separaba mientras extendían sus brazos para tratar de alcanzarlo. Sabía que ya era tarde para ayudarlos, que si la corrupción entra en una persona la única forma de salvarlo es cortar con su sufrimiento y eso es lo que hizo. No supo cuánto tiempo estuvo peleando pero le parecieron años, usando sus poderes en toda su capacidad para aplacar a la multitud de corruptos que se le abalanzaron hasta que solo quedó en el medio de un círculo formado por cuerpos carbonizados y partes mutiladas que rezumaban la viscosidad negra que los infectaba.

El sonido de armas cargándose a su espalda lo hicieron girarse y pudo ver los uniformes blancos del Consejo de Venecia parados delante de él mientras le apuntaban con rifles de asalto. Trató de hablar para decirles que bajaran las armas, que no dispararan pero de su boca solo salió un gruñido inentendible, se llevó una mano al cuello solo para notar que aún sus poderes estaban activos, cubriendo su cuerpo de hielo y fuego a partes iguales. Intentó en vano detener su habilidad pero esta no respondía, y fue entonces que bajo la vista de los hombres armados para ver que su cuerpo estaba bañado de sangre roja, que los cadáveres a su alrededor eran civiles sanos y de las venas negras que corrían por su cuerpo, se había infectado y había matado a todas esas personas. Detrás de los soldados vio un rostro familiar que lo miraba con tristeza antes de que los soldados abrieran fuego y todo se perdiera en un destello amarillo que saltó sobre su cara.

Despertó sobresaltado saltando de la cama mientras se examinaba los brazos. Estaban bien lo cual hizo que soltara un suspiro de alivio aunque la manga de su lado derecho soltaba humo, eran los girones que sobraban de lo que había sido un traje, eso le hizo recordar el bar y  la pelea.  Miró a su alrededor mientras apagaba la tela, que había comenzado a quemarse producto de que a nivel inconsciente su poder se había activado levemente,  hasta que su vista termino posándose en el hombre al otro lado de la habitación. Era el hombre del adorno que lo observaba, de alguna forma lo había dejado inconsciente y ahora estaba sentado mirando como si esperara algo de él. Quedaba poco que decir después de lo sucedido en el corredor así que se sentó en la cama. No estaba esposado y esa habitación no era obviamente una celda de detención por lo que debía seguir en el bar o algún lugar cercano, y no estaba tirado en un callejón fuera del local lo que dejaba solo una pregunta lógica para hacer.

-¿Qué es lo que quiere saber?-. Soltó en seco mirando al desconocido.

El hombre comenzó a hacer gestos con las manos tratando de hacerme entender que era lo que quería sin decir una palabra. Lo que me daba a entender que sería mudo o algo por el estilo.  Me pareció extraño que no tuviera un traductor para comunicarse pero creo que por la seriedad del asunto quería que mi explicación sobre el asunto fuera solo entre nosotros. Lo último que hizo antes de volver a quedarse mirándome con esa expresión tranquila fue dejar una tarjeta, la cual observe desde donde estaba, leyendo el contenido impreso. Al terminar de leer el contenido impreso comprendí la razón del hombre para estar allí y por qué quería una explicación por mi parte lo cual era comprensible puesto que había organizado una pelea en su club y herido a dos miembros de su personal.

-Puede llamarme Alex y soy algo parecido a los mutantes. En cierto punto soy como el tipo de la piel rosa, es por eso que mi ropa esta chamuscada pero no tengo quemaduras aunque a diferencia de él yo puedo crear fuego en partes puntuales de mi cuerpo así como controlarlo-. Dije mientras me quitaba el saco chamuscado y arrancaba las mangas arruinadas de mi camisa ya que estaban manchando todo con el hollín de la tela que se quemó.- Una lástima era un lindo traje-. Miré lo que había quedado de la prenda mientras quitaba el dinero que había ganado del bolsillo interno antes de doblarlo y dejarlo sobre el suelo junto con las mangas de la camisa para no manchar las sábanas.

Me tome un segundo para acomodar mi ideas sobre el incidente antes de explicarlo. Todavía tenía el regusto del sueño y varias de las cosas que sucedieron fueron muy rápidas y caóticas para explicarlas de golpe. Tomé el fajo de billetes que había ganado apostado y los examiné viendo que algunos estaban chamuscados por la pelea contra el musculoso y luego volví a clavar la vista en el dueño del Quiet Room.

-Lo que sucedió al parecer no fue más que una serie de malentendidos que se complicaron por lo que llego a entender, yo estaba en las mesas de poker donde gané este dinero. Cuando abandone la mesa  y me dirigía por el pasillo cuando la mesera tuvo el accidente al chocar contra otra mujer en la escalera, cuando fui a socorrerla el hombre de las cintas me atacó, supongo que pensó que agredí a la chica por lo que me dijo después, yo creí que se trataba de un ajuste de cuentas por el dinero de las apuestas y me defendí quizás con demasiada violencia, luego llegó el guardia y todo terminó en una pelea de personas con habilidades en medio del corredor hasta que usted llegó. Esa es mi versión de la historia, ¿qué otra cosa quiere saber?-.

Ya había contado todo lo que sucedió, quedaba esperar a ver qué decisión tomaría este hombre misterioso que no podía hablar.

Por la actitud que el hombre había tomado al parecer me había creído, o al menos que no estaba mintiéndole para ponerse en el papel de víctima sobre todo el asunto.  El hombre se levantó después de un momento y mediar palabra un destello cegador inundó la habitación, haciendo que tuviera que llevarme el brazo derecho frente a los ojos  para no quedar encandilado. Cuando ese brillo segador se disipo pude ver la razón por la cual este hombre había hecho esta demostración de poder.  Este nuevo haz de luz tenía por propósito reparar mis prendas dañadas dejándolas como si nada hubiera pasado, eso me dejó bastante sorprendido puesto que cuando mis ojos pudieron enfocar de nuevo con claridad estaba vistiendo otra vez mi traje. Observe atentamente las mangas buscando señales de las quemaduras y los desgarros que mis poderes les había ocasionado pero la tela seguía igual que cuando lo retire de la tienda, lo cual me pareció bastante impresionante.

“Seguramente usa alguna clase de magia o algo por el estilo” pensé mientras veía que mis manos aún estaban manchadas con el hollín de la tela quemada, así que saque mi pañuelo de uno de los bolsillos del pantalón mientras hacia una pequeña canica de hielo con la mano izquierda,  la deje sobre la palma mientras apoyaba el trozo de tela sobre ella para luego apoyar mi mano derecha encima haciendo un leve siseo cuando la canica se derritió mojando el pañuelo que comencé a usar para limpiar mis manos y mi rostro.  Instantes después ya estaba completamente limpio arreglando mi traje contra el reflejo de un cuadro que adornaba la pared.  

Volví la vista hacia el dueño del local que al parecer estaba intrigado por mi brazo izquierdo pero fuimos interrumpidos por el hombre de tela quien entro de golpe en la habitación tratando de justificar su accionar, no alcanzo a terminar lo que había empezado a decir cuando este hombre se giró hacia él, probablemente le había hecho alguna mirada de reproche o algo similar para que se detuviera. En cualquier caso la atmosfera se volvió un poco tensa por un instante, con aquel hombre convencido de que yo no era más que un criminal que atacó a su compañera de trabajo y yo que me mantenía en guarda en caso de que aquel hombre decidiera desobedecer a su patrón para volver a cargar contra mí.

Esta vez la situación sería distinta porque esta vez me hallaba en control, mi pequeño desliz de hacía rato ya no volvería a suceder al menos por ahora aunque si me preocupaba el hecho de que mi viejo yo se hubiera soltado por un momento. Había perdido la cuenta de los años desde la última vez que mi mente se había dejado llevar  por las emociones violentas, y no me refiero a algún pequeño enojo o un desquite por alguna frustración sino a algo más intenso, más agresivo que trataba de mantener bajo control para evitarme hacer algo que luego pudiera lamentar.

Decidí que este no era el lugar ni el momento para detenerme a pensar en mis problemas mentales de modo que preste atención a los caballeros frente a mí. En mi instante de introspección el hombre del adorno había avanzado hacia la puerta mientras hacía un gesto que no logre comprender hasta que el hombre de tela comenzó a hablar, notando  como la idea de pedir disculpas le desagradaba pero sabiendo que no tenía otra opción.

-Con gusto aceptaré encantado-. Respondí mientras comenzaba a caminar hacia la puerta para decir en un tono más bajo y que así este hombre multicolor pudiera oír solamente cuando cruce a su lado.- Y lamento lo de tus cintas, creo que yo también reaccione sin pensar hace un rato-.

No sabía si aceptaría la disculpa pero al menos con eso podría sentirme mejor conmigo mismo ya que acepte mi responsabilidad por el desastre antes ocasionado.

-Mi nombre es Alexander, pero puede llamarme Alex. Todo el mundo prefiere el nombre corto-. Respondí a la pregunta del hombre de las cintas mientras observaba el recinto al que acabábamos de llegar.-Ciertamente ha llegado gente de mucho más lejos de lo que creo-. Fue lo único que atine a decir por el espectáculo que se exhibía delante de mis ojos.

Después de salir de la habitación donde había estado conversando con el dueño, seguimos una serie de pasillos y escaleras, las cuales me hacían pensar que serían para el personal del lugar puesto que no se escuchaba la música al igual que tampoco nos cruzamos con otro cliente, hasta que al salir por una puerta llegamos a un corredor atestado de seres que se encaminaban hacia una enorme puerta a nuestra derecha. Seguimos a la muchedumbre hasta un estadio de enormes dimensiones  con un ring ubicado en su parte central, varios metros por debajo de nosotros, y al cual se podía acceder por unas rampas que cruzaban entre las filas de asientos puestos de forma escalonada por la pendiente del piso. No podía menos que contener la sorpresa frente a semejante espectáculo puesto que además de razas humanoides, entre los concurrentes había seres cuya forma jamás habría logrado siquiera imaginar vistiendo atuendos muy singulares como si se tratara de una pelea de box común y corriente.

La imagen completa parecía sacada de alguna película de ciencia ficción mientras observaba a todo este público avanzar para ocupar sus asientos y disfrutar de alguna especie de combate por un cinturón de campeón. Mi anfitrión hizo un gesto como para que disfrutara el espectáculo justo antes de que una camarera se acercara a él. El gesto más que claro de la señorita daba a entender que este hombre tan importante no podría seguir distrayéndose conmigo puesto que tenía asuntos que resolver, por lo que me despedí de él con un gesto mientras el hombre de las cintas me recomendaba no sentarme delante de alguien que pudiera obstruirme la vista.

-Gracias, lo tendré en cuenta-.Respondí observando hacia los asientos que me señalaba.

Avance lentamente intentando no parecer tan atónito como estaba realmente y me ubiqué entre los primeros asientos mientras veía los destellos de luces tanto hacia el ring como desde las gradas. “Al parecer lo seres humanos no eran los únicos que se divertían sacándole fotos a todo” pensaba mientras observaba el lugar desde mi perspectiva antes de centrarme en el referí que al parecer era el único humano además de mí que alcanzaba a distinguir entre la muchedumbre.

Cuando las luces de la sala se apagaron, algunos de los espectadores gritaron de emoción, o al menos eso quería creer que era porque varios sonidos no podría reconocerlos incluyendo al hombre con piel como un lagarto y alas que estaba sentado a mi lado, anunciando que la contienda estaba por comenzar como me lo demostró que segundos después los reflectores del ring se encendieran y un presentador apareciera junto al árbitro.

Me acomodé en mi asiento para observar todo el show, la verdad era que no esperaba nada de esto cuando había decidido salir esta noche. De ahora en más lo que sucediera a continuación solo Gaia podría saberlo con certeza.

El combate fue más emocionante de lo que esperaba, a pesar de que no era especialmente aficionado al pugilismo tuve que reconocer que fue un gran espectáculo que logro durar hasta los últimos rounds.

Ya una vez concluido el encuentro decidí permanecer en mi asiento mientras esperaba que la multitud se dispersara un poco para dejar el camino libre y de esa forma caminar a mis anchas de vuelta hacia la entrada del local. Una vez que la gran mayoría se había retirado de las gradas me levante y comencé a caminar tranquilamente hacia fuera del estadio desandando el camino que me trajo hasta que entre los seres que aún circulaban reconocí la figura del ayudante del dueño, el hombre de las cintas que un par de horas antes estaba por darme una golpiza gratuita por ayudar a una camarera que se había caído. Al parecer se encontraba ocupado hablando muy seriamente con un grupo, de modo que reduje la velocidad de mis pasos mientras me acercaba para tratar de oír lo que decían. Solo alcancé a escuchar con claridad la última frase que el hombre de las tiras de colores alcanzó a decir antes de que diera por finalizada la conversación y se girara en mi dirección, algo sobre un rey que no podía intervenir en un lugar llamado Attilan del que nunca había oído hablar antes. Por el tono que había utilizado me daba pensar que ese “rey” se encontraría en este planeta, probablemente en este mismo edificio y usando de recaderos al personal del club.

Una vez despachado el pequeño grupo, este hombre multicolor se acercó a mí hablando de una forma mucho más informal y pomposa mientras me ofrecía quedarme a trabajar en el local. La propuesta no pudo menos que sorprenderme ya que no esperaba que me ofrecieran trabajo, más aun sabiendo que me había peleado con el personal y dejado a uno de ellos tirado en el suelo.  Resultaba sospechoso que quisieran contratarme sin saber algo más sobre mí a excepción de que sabía cómo defenderme,  además de mis habilidades como esper.

-Es un poco extraño que tu jefe quiera contratarme solo por haberme peleado contigo y el hombre rosado. No sabe nada sobre mí, ni quien soy realmente como para tomar esta iniciativa-.Respondí mientras caminaba a su lado.

Con el conocimiento de lo que había sucedido lo más probable era que hubiera considerado contratarme para que sirviera como miembro de la seguridad del lugar, pues era todo lo que sabía que podía hacer por ahora. No podía negar que la oferta me interesaba puesto que lo que poseía era lo que llevaba puesto y  lo que había dejado en la habitación del hotel pero tenía mis prioridades,  por lo que aceptar esa oferta en un futuro inmediato no podría ser.

Estaba por rechazar la proposición cuando pensé que sería mejor dejar la posibilidad de volver al Quiet Room abierta, solo en caso de que no encontrara lo que buscaba en este viaje que pensaba emprender.

-Tendría que reunirme con tu jefe para saber que tiene en mente que haga en el establecimiento en caso de aceptar su propuesta-. Con esto podría dejar las cosas en claro y saber que era lo que este hombre con extraños poderes esperaba de mí.

-Por las dudas ten cerca el número de los bomberos en caso de que las negociaciones no vayan bien.-Respondí en tono sarcástico al comentario antes de dirigirme hacia la barra.

Espere pacientemente durante un rato sentado en la barra mientras revisaba todo el lugar con la mirada, deteniéndome cada tanto para seguir los pasos del dueño que se movía muy tranquilamente por el lugar de la misma forma que lo había hecho la primera vez que lo había avistado horas atrás.

Ver la cantidad de gente que se reunía a su alrededor daba a pensar que quizás fuera algo más importante que el simple dueño de un bar, sospecha que se vio confirmada cuando una de las personas con las que habló hizo una reverencia como saludo ante él. Parece que el rey del que había oído cuchichear en el corredor después de la pelea no era otro que el dueño del establecimiento, solo estaba adivinando pero era demasiada casualidad como para ignorarlo.

Cuando una buena parte de esta gente se retiró, parecía que todo el mundo estaba interesado en tener una charla con “el rey”, me acerqué de forma calmada y esperando que la persona que estrechaba su mano terminara con el discurso que llevaba y que el Señor Boltagon solo respondía con gestos.

-Quería agradecerle personalmente por la invitación al evento, superó con creces mis expectativas, y disculparme por el inconveniente que cause hace rato. La persona que envió para guiarme me contó de su propuesta, por lo que quería comentarle un par de cosas al respecto en cuando tenga tiempo libre. Sé que es un hombre ocupado así que esperaré en la barra hasta que pueda hacerme un hueco-.

Y diciendo esto hice un gesto con la cabeza a modo de saludo y retrocedí de nuevo hasta la barra donde pedí un vino blanco italiano que empecé a degustar, tratando de encontrar alguna diferencia con los vinos de mi hogar y de esa forma matar el tiempo hasta que este hombre me concediera audiencia para explicar mi situación.

 
 
 

Decidí dejar de rememorar épocas pasadas  para comenzar a pensar en las futuras, lo que conllevaba a que planeara mis pasos a seguir a partir de ahora. Lo primero sería buscarme un pasaporte y una identidad lo suficientemente creíble para poder salir a la unión europea, lo cual se consigue si tienes el dinero suficiente en el bolsillo para poder pagarlo. Pase el resto del tiempo que duró mi espera planificando escenarios, pensando respuestas rápidas y elaborando hipótesis para luego descartarlas  cuando consiguiera datos reales sobre la información que necesitaba, de pronto sentí que alguien se acercaba y se sentaba junto a mí.

Me gire para corroborar que la persona a mi lado era el dueño, lo que significaba que era hora del discurso final de cierre.

-No le daré más rodeos e iré directamente al grano, aunque aprecio la intención al ofrecerme un puesto de trabajo en este recinto voy a tener que declinar la oferta puesto que este será mi último día en la ciudad. Tengo que partir a Europa a solucionar un asunto familiar muy urgente y por esta razón me ausentaré durante una temporada de América, espero que pueda comprenderlo. No obstante me interesa mucho su propuesta y no dude en que me pondré en contacto con usted a mi regreso, resultaría interesante trabajar para el rey de Attilan-. Acto seguido le tendí la mano para poder estrecharla con el caballero.- Buenas noches-. Y con ese último saludo y sin esperar respuesta, porque sabía que no la abría,  le pedí al barman que me preparara la botella para llevármela.

Instantes después estaba saliendo por la entrada principal con una bolsa de papel madera muy elegante que contenía la botella y con la que  caminé tranquilamente hasta los muelles. El trayecto llevó un buen rato y para cuando llegué el sol ya estaba por encima del horizonte, crucé por debajo de las pasarelas hasta que logré ubicar el lugar que buscaba. Entre el óxido, las algas y algunos crustáceos que se habían adherido estaban los nombres de mis compañeros grabados en el metal bajo el logo del Consejo, una tumba simbólica hecha el día que habían llegado a esta ciudad para esos camaradas que no lograron sobrevivir al viaje. Limpié los nombres y el símbolo lo mejor que pude  antes de verter sobre ellos lo que quedaba del contenido de la botella.

-Esta es una despedida compañeros, porque no sé cuánto tardaré en regresar. Voy a ir a buscar al resto de nuestra gente, si es que alguien más ha podido llegar a este lado.  Espero que Gaia los tenga en su gloria y que podamos volver  a encontrarnos  algún día en el más allá-. Y con esas últimas palabras me dirigí hacia la ciudad, la noche había sido larga y extenuante,  por lo que necesitaba un descanso.