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Los Universos de DC y Marvel se han unido en uno solo. ¿Qué ha sucedido? ¿Quién está detrás de todo? Y, lo que es más importante, ¿cómo reaccionarán héroes y villanos de los distintos mundos al encontrarse cara a cara...?
 
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 El daño colateral [Alice Delaney]

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Lorenzo Borgia
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MensajeTema: El daño colateral [Alice Delaney]   El daño colateral [Alice Delaney] Icon_minitime16th Abril 2018, 21:59

[30 de Marzo 2019. Madrugada]

Sus ojos miraban mas allá de la pantalla plana enorme, donde tan sólo aparecían dos cuadros con sendas imágenes de dos manos. A pesar de la piel artificial que habían posicionado sobre los implantes, cuyo acabado en realidad era bastante bueno tanto a nivel estético como táctil y sensitivo, los avanzados instrumentos permitían ver a través de ella, para que comprobara el asentamiento de los implantes y si este se había llevado a cabo de la manera óptima. Encima de esa mesa tenía una herramienta que se asemejaba a un destornillador o un lapiz tosco, enchufado por un cable grueso a un artefacto que parecía algo similar a un pequeño mando de la tele. Cuando accionó el artefacto, se desplegó una  pantalla holográfica sobre la mesa, que había despejado previamente. Tomó aire y suspiró, hinchando los carrillos en el proceso, antes de beber un trago de agua, carraspear, y pulsar la ruleta de registro. Hubiera preferido trabajar con Woodrow, pero no habría sido seguro mostrarlo en un sitio como ese. S.H.I.E.L.D no es precisamente respetuoso con los diseños ajenos.

- Fecha de registro, Treinta, Ciento noventa y tres. 03.42 Am. Entrada veintisiete. Sujeto H.E, en proceso de asentamiento y recuperación. En análisis visual parece que los implantes han sido posicionados y adaptados con éxito. Sus componentes se encuentran en el mapa digital que procedo a descargar a continuación. - introdujo la memoria en la ranura indicada para ese propósito. - El proceso de rehabilitación electro digital comenzara a las 04.00. Preparada rutina de comprobación neuronal, seguida de prueba de reflejos de descarga, combinación de ráfaga microeléctrica y estimulación manual de impulso selectivo. - presionó de nuevo el icono de registro. - Mejor empezar suave. - murmuró para sí, antes de reiniciar el controlador. La imagen del cerebro de Elektra se desdobló en varios sectores de la pantalla. Gracias a los electrodos que habían repartido, podrían comprobar su actividad celebral. Tardaba en recalcular diez minutos, y luego disponía de otros ocho para calibrar la potencia de los reflejos de descarga.

Mientras el monitor señalizaba el trabajo, el se giró en la silla y alargó la mano hacia la bandeja. Había pedido un sándwich para estar seguro de que podría tomárselo cuando quisiera. Dió un bocado al vegetal, notando la lechuga, el tomate, y el atún en la boca. Esos americanos lo bañaban absolutamente todo en mayonesa. Masticó con dificultad, mientras sus pensamientos se paseaban por lo ocurrido esa tarde. Tener a la joven tumbada en la camilla detrás de él no ayudaba mucho. Era como un recordatorio constante en la parte trasera de la nuca, que le hacía hormiguear la mano. La mano con la que había inyectado un componente desconocido en el cuello de lo que para él, era una niña prácticamente. De pronto, hasta el ligero pan de sandwich se le hizo bola. Si, podían encontrar, con toda seguridad, el montón de excusas que le hiciera falta. Tanto si era verdad lo de su poder como si no, él había fallado de igual modo en cosas que eran básicas para la supervivencia de la MKL. Era un error que no pensaba volver a cometer. Al menos no esa noche. Desde que había entrado en la habitación, sus defensas mentales estaban activas, aunque había derivado las que solía usar mas a menudo, por otras menos habituales, como los componentes de los implantes, o las diferentes secciones del interfaz del aparato que estaba usando para la rehabilitación.

Entendía lo que le había explicado Coulson: "Con lo alterada que está lo mejor es que no la cambiemos de sitio. Será mejor si al despertar ve algo conocido." A pesar de lo cual, no podía evitar pensar que mientras ella estuviera allí, podría hacerle cometer algún otro error como el de esa tarde. Esa perspectiva le ponía nervioso. No podía permitírselo. No otra vez.


Última edición por Lorenzo Borgia el 17th Abril 2018, 11:08, editado 1 vez
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MensajeTema: Re: El daño colateral [Alice Delaney]   El daño colateral [Alice Delaney] Icon_minitime17th Abril 2018, 00:39

En otras circunstancias, era probable que Alice se hubiera despertado con un jadeo y los ojos húmedos, causa de las pesadillas constantes que se habían repetido a lo largo de las últimas semanas. Tal vez, esta hubiera sido una nueva escena en la cual se juntaría todo lo vivido en la torre de Babel, con los edificios derribados de Londres y su familia caminando junto a ella, alejándose de su alcance, dejándola sola y angustiada con la idea de perderles... Pero por suerte, aquél no era un sueño natural. No, sometida a los sedantes que le había administrado el español, Alice se había visto arrastrada a un sueño que, pese a que la privaba de descanso, tampoco permitía a las pesadillas acusar su mente dormida. Tampoco podía decir que se hubiera despertado desorientada, sin entender por qué el techo de la mansión era tan distinto a como lo recordaba otras veces. Pero el efecto del sedante, hizo que despertara con la imagen grabada de aquello que había sido lo último que vio antes de quedar completamente fuera de combate.

Unos profundos ojos de color verde oliva, ojos que había visto pasar de la ira a la ternura, a la compasión y a la dureza en los pocos minutos que recordaba haberlos contemplado. Ojos expresivos, que acompañaban un rostro hermoso y varonil, de un hombre alto y de cuerpo esculpido que parecía sacado de una revista de moda. Alice sintió que le temblaba el labio y cerró con todavía más fuerza los párpados. Necesitaba calmarse. Pero cuanto más se repetía a si misma que necesitaba relajarse, peor lo pasaba. Sentía que no llegaba suficiente aire a los pulmones, tenía náuseas y dolor en el abdomen. Moviéndose muy despacio, para no empeorar esa sensación de creciente mareo, intentó quitarse el jersey, quedándose con la camisa blanca que llevaba debajo, que mostraba una imagen del gato de Kiki. La camiseta le iba ligeramente ancha y dejaba a la vista el nacimiento de las clavículas de la joven. Los brazos se mostraban ligeramente más definidos de lo que había parecido en un primer momento a causa del jersey. Aun así, no parecía ser suficiente, y poco a poco, trató de incorporarse.

Se dio cuenta entonces, de que no estaba sóla en aquella habitación. De algún modo, desde que se había despertado, había sido vagamente consciente de que había otra presencia en la sala. Cuando pensaba en ello, resultaba obvio dar por sentado que S.H.I.E.L.D no la iba a dejar sola, no después de lo que había hecho... Pero lo verdaderamente curioso, es que no lo recordaba todo. No era enteramente consciente de todo lo que había hecho antes de... antes de abrazarse a la espalda de aquel hombre y pedirle que la dejara completamente fuera de escena. Hundió el rostro entre las manos, exhalando un profundo suspiro. Si Enzo no se había percatado de que Alice se había despertado hasta entonces, de bien seguro ese suspiro haría que fuera imposible pasarlo por alto. Cuando alzó al fin la mirada, sus labios se separaron escasos milímetros el uno del otro y quiso disculparse. Pero en cuanto dejó que su mirada se desviara al suelo y su boca hiciera una mueca de malestar, quedó patente que no iba a hacerlo.

No podía. En la parte posterior de su cráneo una vocecita impertinente repetía una y otra vez todas las cosas que podían salir mal si se atrevía a pronunciar palabra. Todavía se castigaba a si misma por haber obligado a aquél hombre a someterla bajo los efectos de un fármaco sin que pudiera hacer absolutamente nada por evitarlo. Sólo de imaginar que alguien se lo pudiera hacer a ella... Hacía que el peso de su pecho se volviera más pesado y punzante. Cuanto más pensaba en todo lo sucedido, peor se sentía. Y ella sabía mejor que nadie, cuan peligroso era eso. Para ella, que no podía desahogarse con nadie de aquello que la afligía, pues hablar de algo que le causaba dolor podía terminar por desatar finalmente su poder y hacerle perder el control, la montaña rusa de experiencias negativas y las emociones fuertes eran como restarle segundos a una bomba de relojería. Necesitaba centrarse en otras cosas, encontrar algo en lo que pensar que pudiera aliviarla. Y por ello se fijó en aquella espalda ancha en la que había llorado dios sabía cuantas horas antes. Cerró el puño sobre su corazón, sintiendo que aquél punto en concreto dolía más que el resto. Y cuando vio que Enzo volvía a ella la mirada, movió el puño en pequeños círculos sobre su pecho. Una. Dos. Tres veces.

Si él no conocía el lenguaje de señas, sería capaz de comprender la disculpa de todos modos, pues se reflejaba con pesar en la mirada verde de la británica.

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MensajeTema: Re: El daño colateral [Alice Delaney]   El daño colateral [Alice Delaney] Icon_minitime17th Abril 2018, 12:09

Algo se revolvió en la camilla, obligándole a girarse. Contempló a la chica. No sabía si estaba medio dormida, en duerme vela, o si se trataba de una pesadilla, algo que le extrañaría bastante en un sueño inducido por químicos. Con gestos pequeños, la sudadera se resbaló de su cuerpo. Puede que sólo estuviese incómoda o tuviera calor. aunque le extrañaba por que en el laboratorio siempre era mas fácil que tendiera al frío que al contrario. Volvió a girarse y retomó sus tareas, dando un segundo bocado a su sándwich y dejándolo de nuevo en el plato de plástico en el que había llegado. Se limpió con el pulgar las comisuras de los labios y lamió el dedo con los restos de mayonesa. Se secó las manos con una servilleta de papel que arrugó y arrojó a la papelera debajo de la mesa donde estaba trabajando.

- Fecha de registro, Treinta, Ciento noventa y tres. 03.52 Am. Entrada veintiocho. Sujeto H.E, en proceso de asentamiento y recuperación. Las pruebas de comprobación neuronal dan como resultado un registro positivo. Las funciones motoras están intactas, las transmisiones neuronales son operativas, y su capacidad de transmisión es óptima. Procedo a calcular acorde a las muestras tomadas la proporción correcta de energía para el impulso procedente en la primera sesión del proceso de rehabilitación de reflejos de descarga. Comenzaremos con un a secuencia de influencia motora. Tanda de comprobación, 20 descargas en cada mano a 150Hz. 15 descargas en cada mano a 180 hz. 10 descargas en cada mano a 200Hz. Sólo si procede en función de los resultados anteriores, se finalizará la tanda con cinco descargas en cada mano a 225 Hz. - en el momento en que finalizó la grabación escuchó un suspiro a su espalda. Depositó el artefacto en la mesa, en una pinza destinada a tal fin, y se giró para encontrar a la joven, que se estaba cubriendo la cara con las manos.  

Su rostro comenzó a atisbarse entre sus dedos, permitiéndole ver con claridad unos ojos castaños verdosos, inflamados de un modo evidente. Quizá por el sueño agitado, por el sedante o por haber dormido. Sus ojos oliva devolvieron una mirada severa a la joven. No pretendía que su rostro fuese duro, pero había pasado mucho aquella tarde, su jornada se había extendido muchas mas horas de las previstas, y el cansancio, la tensión, y las emociones que estaba sintiendo hacían que su expresión fresca y afable tuviese un además mas profesional y menos cercano de lo que era habitual en él.

- Alice, estas en el laboratorio de recuperación. Te encuentras en el helitransporte de S.H.I.E.L.D. - informó, con tono controlado, levantándose de la silla. Llenó medio vaso de agua de una jarra y se la tendió. - Toma. Da tragos pequeños. El sedante podría hacerte experimentar mareos, nauseas, vómitos, vértigos o falta de fuerza. - alargó la mano hacia ella, mientras la joven hacía un gesto con la mano en el pecho. Una especie de círculos concéntricos, justo en la zona central, sobre su corazón. Le miraba con las cejas elevadas, como si esperara algún tipo de respuesta de su parte. El hombre sólo cogió aire y suspiró. Después se giró sobre sus pies y volvió a su silla. - Tendrás que esperar para comer al menos dos horas, para ver cómo toleras el líquido. No intentes levantarte al menos durante unos minutos. Mira a ver que tal te recuperas. Cuando seas capaz de tenerte en pie y andar podrás salir de aquí. Puedes ir a tu cuarto asignado o a la cafetería. Mientras tanto, tómatelo con calma. - añadió, volviendo a sentarse y cogiendo el útil, para programar las descargas en la pantalla holográfica.

Sus defensas mentales estaban a pleno rendimiento. Aunque la chica parecía lo bastante cohibida. Aquello le hizo preguntárse qué se le estaría pasando por la cabeza en ese momento. Ni siquiera había sido capaz de decir una sola palabra desde que había despertado.


Última edición por Lorenzo Borgia el 18th Abril 2018, 00:33, editado 1 vez
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MensajeTema: Re: El daño colateral [Alice Delaney]   El daño colateral [Alice Delaney] Icon_minitime17th Abril 2018, 16:06

Escuchaba la voz de Lorenzo, pero su mente había simplemente decidido no intentar darle ningún significado a esas palabras. Como si estuviera hablando en otro idioma. Cuando el hombre se acercó a ofrecerle un vaso de agua, no lo tomó de buenas a primeras. Se quedó unos segundos contemplando el claro líquido contenido en el interior del recipiente de cristal. Miró las manos de Lorenzo, aquellos dedos gruesos tan distintos a los suyos, la piel endurecida en ciertos puntos tras el trabajo y las uñas limpiamente cortadas y cuidadas. Nunca antes había sido tan observadora de los pequeños detalles, pero su mente parecía buscar ahora en qué distraerse. Alice no pudo evitar preguntarse si aquél hombre debía ser meticuloso con su propia imagen pese a parecer tan diligente en su trabajo. Alguien limpio y ordenado, responsable. No pudo evitar ver en todo aquello, algo que le gustaría tener para ella.

Tomó al fin el vaso, poniendo un especial cuidado en no rozar los dedos de él. Sus manos, parecían de pálida porcelana cuando las comparaba con la tez morena de él. Los dedos de ella eran tan finos y delgados que compararlas, la hizo sentir todavía más frágil y delicada de lo que se sentía de por si en esos momentos.

Quiso disculparse usando sus propias palabras, pero su voz parecía haber huido desde su garganta hasta lo más profundo de su vientre. Intentaba buscarla pero no podía... Así que se limitó a asentir en silencio a todo aquello que él le dijera, sumisa y obediente. Tras todo lo que le había sucedido, lo último que quería o buscaba era tener más cosas en las que pensar por si misma. Tener a alguien que le diera unas pautas sobre qué hacer y cuando, era como tener a alguien que te había tendido una soga cuando te encontrabas en lo fondo de un profundo pozo. Y se aferró a dicha soga, esperando que a lo alto de aquél agujero hubiera algún modo de volver a controlarse a sí misma.

Dio un trago, pequeño. Y cuando el agua bajó por su esófago, se dio cuenta de lo sedienta que estaba en realidad. ¿Cuántas horas había estado dormida? Dio un segundo trago, haciendo un esfuerzo para obligarse a no beberse todo el contenido de una sola tirada. Y es que él le había dicho que esperara un poco, para asegurarse que cualquier cosa que fuera a ingerir se asentara en su estómago y no le hiciera devolver. Y así lo hizo. El problema es que una vez tomados los dos tragos, tan sólo le quedaba esperar. Y estar quieta y callada, a solas con sus propios pensamientos, no parecía el plan de acción más atractivo en esos momentos. Sus ojos volvieron hacia Lorenzo, mirando su cabello largo y los hombros anchos. Había una cosa que seguía causándole angustia, una espina clavado en el pecho que estaba siendo incapaz de perdonarse. Pero, ¿Cómo podía hacerlo? No parecía que tuviera el móvil cerca y tampoco tenía al alcance un lápiz o un bolígrafo con el que poder escribir. Además, parecía ocupado... Tampoco le parecía adecuado intentar ponerse a gesticular en un intento de transmitir su disculpa, pues por muy buenas que fueran sus intenciones, no quería estorbarlo mientras él trabajaba. Tal vez por la mesa de trabajo pudiera encontrar algo con lo que escribir. Sólo necesitaba eso, algo con lo que escribir, aunque no tuviera papel.

Se incorporó en la camilla, colocando ambas piernas a un lado del pequeño colchón y cerró los ojos unos segundos, para darle tiempo a su cuerpo a adaptarse a la posición totalmente vertical. Cuando le pareció que el mundo dejaba de dar vueltas, muy despacio y con cuidado bajó ahora una pierna, ahora la otra, y de nuevo unos segundos de descanso y adaptación. Sentía una ligera molestia en el estómago, los nervios y la prisa por transmitir aquél pequeño pero importante mensaje. Y a la vez, no quería ir demasiado rápido. Lo último que quería era perder el equilibrio y fastidiar el trabajo que estuviera haciendo sobre la mesa. Y así, lentamente, hizo su camino hasta la mesa donde se encontraba el hombre. Buscó con la mirada sobre la superficie de la mesa, hasta dar con un utensilio que pudiera servir para la escritura. Parecía una especie de rotulador negro y Alice lo señaló. Cuando Lorenzo se percató de su gesto, alzó esa misma mano para señalarse en el centro del pecho, pidiendo permiso para cogerlo. Y en cuanto le pareció que él se lo permitía, tomó el rotulador y volvió a mirar la mesa. Había blocs de notas, pero no sabía hasta que punto a él podía molestarle que lo usara, o  si su contenido no sería clasificado. Así que en su lugar, destapó el útil y fue a pintarse el antebrazo. Se detuvo unos segundos, viendo su propio tatuaje. Un recordatorio constante de cuán importante era para ella su propio silencio. La idea de mancharse el cuerpo no le gustaba. No le gustaba en absoluto. Pero se recordó a si misma que no era lo mismo una mancha de café o de salsa, a un escrito. Ya intentaría limpiarse cuanto antes, después de haber dicho aquello que ardía todavía en su pecho. Colocó el brazo izquierdo frente a sí, y empezó a escribir justo debajo de su brazo, con una caligrafía pulcra y ordenada.

"No puedo hablar." dudó un instante sobre si debía escribir lo siguiente, pero tuvo la sensación de que llegados a este punto, intentar esconderlo o pretender que no había sucedido, era completamente imposible. "Soy mutante, y mi voz transmite sentimientos." Y finalmente, añadió una disculpa detrás. Se quedó contemplando las letras, sintiendo de nuevo el nudo en la garganta. No era suficiente. Una disculpa no llegaba a mostrar el dolor que le producía el herir otra persona, el controlarla contra su voluntad. Lo mucho que llegaba a odiarse a sí misma por hacerlo. "Lo siento." No era suficiente. Escribió otra vez, con letras más grandes, "Lo siento mucho.". Y seguía sin ser suficiente. Se merecía al menos una explicación, pero, ¿qué clase de excusa era decirle que iba a llorar? "Tuve miedo a perder el control y transmitir a todo el laboratorio lo asustada y confusa que me sentía.". Terminó de escribir y dejó el lápiz en la mesa, junto a él. No le había mirado ni una sóla vez desde que había empezado a escribir, y no sabía si él la miraba o no. En caso de que no fuera así, esperaba que el gesto llamara de nuevo su atención para poder mostrarle su brazo, y el mensaje que había escrito en él. Y esperaba, también, que leer aquello desviara la atención de sus ojos, completamente verdes y ligeramente húmedos, que mantenían las lágrimas en silencio.

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MensajeTema: Re: El daño colateral [Alice Delaney]   El daño colateral [Alice Delaney] Icon_minitime18th Abril 2018, 11:42

Calculó lo necesario para que la máquina se encargara de transferir las órdenes, procurando ejecutar a diez veces la velocidad la simulación que permitía comprobar que la programación era la idónea. En la pantalla aparecieron un par de manos, a través de las cuales había un modelado en tres dimensiones basado en la forma concreta de los dedos de Elektra, en la que se podía ver la piel, los músculos y los huesos. Centró la imagen en el modelo de sus falanges a las que se habían acoplado los implantes. Cuando la simulación se ejecutó a mayor velocidad, la animación representativa de sus manos se animo, reflejando las descargas que iba a sufrir las manos de la ninja. Durante un instante pareció la grabación de un pianista tocando una pieza excepcionalmente difícil, mientras los músculos se contraían y extendían a toda velocidad. Había procurado estar concentrado, pero los leves sonidos momentáneos que escuchaba de fondo le mantenían en alerta.

Alice era como un fantasma. Su respiración ni siquiera se oía. Tan sólo se escuchaba algún movimiento aislado que hacía al mover el peso de su cuerpo sobre la camilla, quién sabe si estirándose, reclinándose o levantándose. Intentó mantener su vista pegada a la pantalla, observando con atención el protocolo por si en algún momento daba fallo el programa, error el cálculo o cualquier otro inconveniente que pudiera surgir en el proceso. Debían empezar en la proporción adecuada, y debían hacerlo bien. La recuperación de la mujer dependería de asentar una base de rehabilitación para los implantes, y tenía la suerte de que, por el momento, podría empezar de manera inmediata, y pasar el periodo mas duro sedada. No era lo ideal para nada, pues la manera natural hacía mucho mas sencillo acostumbrarse a los implantes, a pesar del dolor y las molestias. Ser consciente de que estaban puestos, sentir su peso y cómo actuaban no tenía nada que ver con ser capaz de moverlos a nivel físico, que era lo que ellos pretendían emular. Literalmente estaban comprobando si físicamente todo funcionaba de la manera adecuada, pero al final, la recuperación era tan importante a nivel psicológico como físico, y de momento, no podían trabajar con esa opción.

Alice mariposeó a su alrededor, distrayéndole durante un instante. Le pidió con apocamiento un rotulador que tenía sobre la mesa, que le tendió para luego retornar la vista en la pantalla. Cuando la simulación acabó, el programa dejó la pantalla holográfica limpia, salvo por la imagen de las manos reales de Elektra, y la animación 3D que era la representación digital de las mismas. También había un botón de cancelación y uno de comienzo, para el que era necesario ejecutar un patrón, para que no pudiese activarse con facilidad. Comprobó el reloj en pantalla, para asegurarse de que iba bien de tiempo. Por el rabillo del ojo percibió a la joven a su lado, que parecía obcecada en escribir algo en su antebrazo. Aquello le extrañó, ya que había un blog de notas justo encima de la mesa. Pero quizá estuviera confundida, o tuviera un buen motivo para hacerlo de esa forma. Cuando la joven dejó el rotulador en la mesa, él le remitió una mirada al brazo, cargado de palabras.

- Espera. - le dijo, sabiendo que aquello tendría un propósito. Accionó de nuevo el registro. - Fecha de registro, Treinta, Ciento noventa y tres. 04.00 Am. Entrada veintinueve. Sujeto H.E, en proceso de asentamiento y recuperación. Previa simulación, damos comienzo al protocolo de procesos de descarga. Tiempo estimado de duración: cinco minutos. - dijo, para después volver a dejar la herramienta en el pie. Rotó sobre la silla para ladearse, y poder así mirar a Alice, que le tendía el brazo garabateado tratando de eludir la mirada. Aunque ella tratara de evitarle, sus ojos oliva se fijaron en los suyos verdosos, cubiertos de una película acuosa. Aquello le provocó un nudo en el estómago. Tomó aire y luego dejó escapar un suspiro profundo, mientras su mano izquierda se alargaba hacia ella para sujetarla por la muñeca y así poder inclinarla de manera sutil, con el objetivo de leer mejor. Con un rictus severo, sus ojos pasearon fijándose primero en el tatuaje que, fué lo primero que leyó, y luego, por la disculpa que había escrito en una letra muy limpia, teniendo en cuenta que parecía a punto de echarse a temblar en cualquier momento. Él apretó la mandíbula, pensando durante unos segundos interminables.

Tenía un tremendo problema. De base, estaba enfadado no sólo con ella, si no con lo que ella le había hecho ver sobre él. Había sido temerario, y también descuidado, y no eran cosas que estuviera preparado para afrontar en ese momento. Le disgustaba la idea de que ella le hubiera obligado a hacer algo en contra de su voluntad, sobretodo, porque había sido un acto de lo más peligroso. Esa incapacidad de dominarse le había costado unas cuantas lágrimas posteriores. Se sintió utilizado, invalidado e incapaz. Teniendo en cuenta que en ese proyecto había supuesto algo muy importante para él no sólo a nivel profesional, si no de autoestima, esa situación había acabado con su confianza a nivel emocional. Por eso estaba intentando centrar todos sus esfuerzos en su trabajo, algo en lo que sabía que sí conservaba al menos un mínimo de capacidad. Como si recobrar la seguridad en ese aspecto de su vida fuese a aliviar el dolor que le había producido lo sucedido esa tarde.

Por otro lado, comprendía a la chica, y le partía el corazón verla sufriendo por lo que había pasado. Se había sentido encerrada, atrapada en una situación que no estaba preparada para digerir. Era justo lo que le había advertido a Coulson. Solo que no era el agente el que había pagado las consecuencias. Era él. De hecho, dudaba mucho de que la situación hubiese acabado igual de no haber sabido que Alice tenía ese poder. Su reputación se había dañado, incluso a pesar de le explicación posterior que el agente había dado a sus compañeros. Porque racionalmente, podían comprenderlo. Pero lo que había pasado no podían cambiarlo, ni olvidarlo como si tal cosa. A ojos de sus compañeros, era un lunático que había agarrado una jeringuilla y se la había inyectado a una niña, sin saber siquiera lo que contenía. Si eso hubiese sido algún químico peligroso, la habría matado. ¿Habría pensado siquiera en eso? ¿En lo mucho que sus actos habrían podido arruinar la vida de ambos? ¿En la responsabilidad con la que le había cargado sin plantearse siquiera el daño que podía causarle?

El hombre desvió la mirada hacia su brazo, recorriendo el mensaje de sus letras una y otra vez. Tenía un nudo en el estómago, una presión en el pecho y una tensión que no desaparecía. Controló su respiración, para intentar que su tono al hablar fuese lo mas sereno posible.

- Esto... - comenzó, pestañeando varias veces. Comprendiendo la carga del mensaje. Su cabeza se movió levemente de un lado a otro, negando con suavidad. - No me vale. - resolvió al fin, comprendiendo que era un mensaje de una crudeza difícil de digerir. Soltó la muñeca de la muchacha, y se levantó de la silla, dirigiéndose a un armarito, del que sacó una botella de spray llena de desinfectante de alcohol, que podía borrar el rotulador, y un par de compresas de algodón. - No me conoces. No sabes quien soy, y no me debes nada. - le dijo, aún de espaldas a ella, rociando el trapo con el vaporizador. - No tiene porqué importarte lo que yo piense de ti. Pero pides perdón por algún motivo. Y tanto si es para quedar bien, para que no te pese en la conciencia lo que has hecho y aliviarte, o porque de verdad te importa un mínimo la impresión que me has dado...- volvió a tapar el spray, y abrió el armario de nuevo, para guardarlo. - Este no es el modo. - se dió la vuelta sobre sus pies, y con una mirada severa le tendió el paño húmedo de desinfectante, para que se limpiara. - Tienes un poder aterrador. Comprendo que te de miedo. Pero no has temido usarlo para algo que te convenía. Ahora, toca afrontar las consecuencias de tus actos. - buscó su mirada, por mucho que le partiera el corazón. Sabía que sus palabras podían estar haciéndole daño, sabía que las lágrimas estaban a flor de piel. Pero por mucho que quisiera, incluso él tenía sus límites. Ni la mujer mas frágil y desvalida del mundo le habría hecho perdonarle lo que ella le había hecho sin algún tipo de compensación que le hiciera entender que importaba algo. - Si de verdad te importa, haz lo correcto. - le sugirió, haciendo que su severidad se tornara poco a poco en una ligera calidez, mientras intentaba mirarla a los ojos. - Para esto es para lo que sirve un poder como el tuyo.- su mano se elevó, colocando el indice bajo su mentón, procurando un contacto leve, pero significativo. - Mírame a los ojos. Si de verdad es importante, si hacerlo significa de verdad algo para ti... Pídeme perdón, hasta que entienda cuánto lo sientes. - luego, se hizo el silencio.

El único sonido que se escuchaba era el de las leves descargas eléctricas que en ese momento recibían las manos de Elektra.

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MensajeTema: Re: El daño colateral [Alice Delaney]   El daño colateral [Alice Delaney] Icon_minitime23rd Abril 2018, 18:37

- Esto... - Alice sintió que su corazón escapaba un latido, y la pausa se le hizo eterna. Más aun cuando Enzo empezó a negar suavemente con la cabeza. - No me vale. - Soltó su muñeca, que cayó inerte a su lado, como si fuera una marioneta a la que acaban de cortar un hilo. Claro. Tenía razón. Pedir perdón no era nada. Era como romper un cristal y poner una tirita en la grieta, esperando que aquello se solucionara por si sólo. De hecho, la disculpa ni siquiera ayudaba a aliviar lo que sentía. Era un acto reflejo, tan natural para ella como lo sería gritar si te hacían daño. Sólo que ella no gritaba. Aguantaba y soportaba hasta no poder más. Ni siquiera se dio cuenta de lo que hacía él, pues tenía la mirada perdida en el asiento donde segundos antes estaba él. - No me conoces. No sabes quien soy, y no me debes nada. - "Claro..." se dijo a si misma, incapaz de dar voz a sus palabras. - No tiene porqué importarte lo que yo piense de ti. Pero pides perdón por algún motivo. Y tanto si es para quedar bien, para que no te pese en la conciencia lo que has hecho y aliviarte, o porque de verdad te importa un mínimo la impresión que me has dado...- Tu-tum. Sentía el corazón latir con tanta fuerza que casi le dolía. Tu-tum - Este no es el modo. - Un pañuelo húmedo entró en su campo de visión y nuevamente, su cuerpo reaccionó al instante, tomando la oportunidad de hacer algo de forma mecánica y sin pensar como un alivio. Era algo que quería, casi anhelaba en aquellos momentos. - Tienes un poder aterrador.- "No sabes cuánto", quiso decir. - Comprendo que te de miedo. Pero no has temido usarlo para algo que te convenía. Ahora, toca afrontar las consecuencias de tus actos. - Sintió un pinchazo cuando Enzo mencionó que lo había hecho por conveniencia. Algo que no esperaba sentir en ese entonces. Un sentimiento que solía evitar, más de lo que evitaba, tal vez su propio poder. Ira. Sintió rabia, verdadera frustración ante sus palabras. "No sabes de lo que hablas..." Alzó la mirada y encontró los ojos de Enzo, que aplacaron levemente el enfado. Le temblaba el labio, sin ser consciente de que sus ojos seguían mostrando aquél intenso color manzana. Antes de poder pensar con claridad, Lorenzo volvió a hablar, pero esta vez su tono menguó, haciéndose más suave, más cálido. - Si de verdad te importa, haz lo correcto. Para esto es para lo que sirve un poder como el tuyo.- La idea le produjo un escalofrío y volvió a apartar la vista. "No tienes ni idea, no sabes de lo que hablas" Se dijo una vez más. Pero la mano de Enzo fue a encontrar su rostro y lo alzó, forzando de nuevo ese contacto. Alice abrió mucho los ojos, perdiendo el hilo de sus pensamientos. - Mírame a los ojos. Si de verdad es importante, si hacerlo significa de verdad algo para ti... Pídeme perdón, hasta que entienda cuánto lo sientes.

Cuánto lo sentía. Dio un paso hacia atrás, rompiendo el contacto entre ambos y respirando de nuevo con dificultad.

Volvía a ser lo mismo, una y otra vez el mismo problema que se repetía en un ciclo sempiterno. Todo el mundo insistía en el uso de los poderes de Alice. ¿Tan difícil era comprender que no deberían haber existido en primer lugar? Algo tan terrible capaz de doblegar la voluntad de otros seres no debería estar al alcance de los humanos. El uso de su poder, era algo que debía escoger por si misma, y hacía años que había decidido cual sería. Cual debía ser. Absolutamente ninguno. Podía hacer bien, pero también podía hacer mucho mal. Esta segunda parte era la que verdaderamente le aterraba y estaba convencida de que él lo sabía. Pero tal vez, no comprendía hasta que punto era peligrosa. Claro. Esa idea se aposentó en la mente de Alice y lo cubrió todo, aferrándose a aquella respuesta lógica. Lorenzo no sabía que su llanto también transmitiría su dolor. Aunque lo hubiera escrito en su brazo, - que sin darse cuenta no dejaba de frotar con el pañuelo, aun cuando ya no quedaba rastro alguno de tinta, - no podía transmitir por escrito hasta qué punto era aterrador su poder. Porque si lo supiera, si comprendiera hasta qué punto podría haber causado el caos de no haber pensado en un modo de dejarse fuera de combate, no podría decir que lo había hecho por conveniencia... ¿no?

Tragó saliva. Hizo un esfuerzo por devolver a sus ojos el tono miel de cuando estaba su poder bajo control, cuando lo estaban sus sentimientos. Ella no tenía modo de saberlo, no podía percibir el sutil cambio de sus iris... Pero sí que sabía, de un modo innato, cuando su poder transmitía o no su voz. Para ella, era como la diferencia entre susurrar y hablar alto. Y lo siguió intentando, aunque sentía que lo lograba a duras, penas.

- Lo... - intentó decir, en un hilo de voz. Tragó saliva una vez más. Lo intentaba, de verdad que lo intentaba. Pero era como estar afónica, no lograr que tu voz pudiera formular las palabras del modo correcto. - Lo siento... Lo siento mucho.

Y sin embargo, Lorenzo tenía razón. Había una cosa que era única en el poder de Alice, y era, como era obvio, transmitir los sentimientos. Y desde luego había arrepentimiento en su voz. Un sentimiento de culpa profundo y arraigado con fuerza en cada fibra de su ser. Le dolía hablar, le dolía sentirse forzada a usar su voz, y se odiaba a si misma por estar haciéndolo una vez más. Desde luego, su voz podía transmitir ese dolor, esa culpa, esa pizca de resentimiento. Pero esos sentimientos eran como piedras en el fondo del mar. Pero, por encima de ellas, estaba el pesar. Su disculpa había sido sincera... Y aquella sensación era el océano, cubriendo todo lo demás. Pesaba en su pecho, anidaba en su garganta, y escapaba por sus ojos, pequeñas perlas de agua salada que desbordaban de su ser.

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MensajeTema: Re: El daño colateral [Alice Delaney]   El daño colateral [Alice Delaney] Icon_minitime25th Abril 2018, 13:12

Creyó que saldría corriendo. No le hubiera extrañado nada que lo hubiera hecho. Había pasado por demasiado en poco tiempo, y el español seguía pensando que había sido para nada. Esa chica no estaba ahora más a salvo de lo que lo habría estado con una advertencia formal. Incluso haberle enseñado fotografías habría bastado para impresionarla, si eso era lo que querían. La impronta que le habían dejado en el cerebro, forzándola a estar allí, a saber que su intimidad había estado expuesta, a mirar las heridas en la carne abierta de Elektra, era algo que sobrepasaba la advertencia. Su intención desde el principio había sido traumatizarla, y hacerlo hasta tal punto que se aseguraran de que reaccionara con pánico a la mera presencia del degenerado que le había hecho eso a la mujer que ahora estaba a su cuidado. Querían que se defendiera, pero tal actuaba esa joven, estaban tratando de imponerla la opción incorrecta. Hubiera sido mejor enfatizar la huida, que estaba mas que claro que era su principal mecanismo de defensa. El que esperaba. El que no se dio.

La vio frotarse sin descanso hasta que borró la marca del rotulador sobre su piel, y continuar hasta que la pálida superficie suave empezó a volverse rosada y luego rojiza por la fricción. Frunció el ceño con suavidad al percatarse de ello. La que no se daba cuenta era ella. Puede que sólo se tratara de la manera que tenía de dar salida a la tensión acumulada que hasta ahora había estado paliando con un sueño medicamentoso. Una punzada de culpabilidad le amenazó con interrumpirla para decirle que no tenía importancia, que después de todo lo que había pasado, él no quería ser un componente más de tensión. Pero esas palabras le bloquearon la garganta. Sus ojos verdosos se clavaron en los del español, delatando un esfuerzo y una determinación que no quería detener. No después de pedirle que hiciera una cosa así, sabiendo, o mas bien imaginando, lo doloroso que era para ella tener que usar ese poder. Había muchos mutantes, híbridos y magos en situaciones similares. Con dones que escapaban a lo que cualquiera sería capaz de controlar, obligados a tomar decisiones drásticas, sólo para no verse obligados a marcharse de sus hogares, y alejarse de sus seres queridos. Odiaba tener que hacerle eso. Pero sus sentimientos no le dejaron interceder, porque en el fondo de su ser, sentía que después de lo que había pasado se merecía mas que una disculpa escrita en un antebrazo.

Se merecía saber de verdad si esa barbaridad que le había obligado a hacer pesaba en su conciencia.

Su voz sonó como el tañido de una campana de cristal. Limpia, cristalina. Como la espuma que crea el agua fría del deshielo en el lecho de piedra de un río de montaña. Así cayeron por sus mejillas morenas las lágrimas, cuando su voz sonó cada vez mas segura, en dos palabras que se repitieron sólo una vez. Cuando escuchó esas palabras... se sintió desgraciado. Se sintió dolido, triste, y como un eco de lo que le había sucedido, retomó esa sensación de que le habían forzado a hacer algo que no quería hacer. Pero sobre eso, le impactó una presión, como unos dedos que le agarraron del torso y lo estrujaron como si fueran a dejarle sin aire. Sus propios sentimientos se mezclaron con los que Alice le estaba transmitiento, y tan nítido como su voz, percibió el pesar que estaba amenazando con dejarle sin aliento. Se echó una mano al pecho, como si sujetar su corazón por fuera de las costillas fuese a ayudarle en algo a que no se partiera en mil pedazos. Tomó aire todo lo profundamente que pudo, mientras un reguero constante caía con cada parpadeo, humedeciéndole la cara, el cuello, y cada sitio que salpicaban las lágrimas. Entonces gimió, tratando de contener esa horrible sensación que le hacía temblar el labio, y enterró sus ojos en su propia mano, apoyado en la mesa. Se quedó allí, agitado, tembloroso, durante dos minutos que se hicieron eternos.

Hasta que separó la mano de su rostro, limpiando las lágrimas. Se levantó de la silla, peinando su melena hacia atrás con una de sus manos, que luego secó por inercia en la bata de laboratorio que llevaba. Se aproximó con pasos seguros hacia la joven mutante de ojos miel que le contemplaba, dejando que sus inflamados ojos rojos profundizaran en los de ella. Luego, le tendió su mano castaña extendida, esperando que le tendiera la propia, para estrecharla con delicadeza. La voz grave del hombre sonó mucho mas firme de lo que cabría esperar de la exposición de sentimientos tan obvia que acababa de experimentar.

- Acepto tus disculpas.

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MensajeTema: Re: El daño colateral [Alice Delaney]   El daño colateral [Alice Delaney] Icon_minitime25th Abril 2018, 13:47

La cabeza le daba vueltas, y sus rodillas amenazaban con desmoronarse bajo el peso de sus sentimientos. Sus labios se tensaron en una mueca y desvió la mirada cuando contempló el sufrimiento que había provocado en él. La mano cerrándose sobre su pecho, el jadeo de dolor que escapó de su garganta perforaron todo su ser, haciéndola sentir todavía más desgraciada. Para eso sirve un poder como el tuyo, le había dicho él. Como si transmitir sentimientos fuera algo puramente hermoso y bello, un don que regalar a la gente. Como si aquello no la convirtiera a ella en epicentro de un torrente de sentimientos negativos, sentimientos que expresados con la suficiente intensidad, podían provocar un dolor físico. Como había hecho en aquella ocasión. Como de bien seguro había estado a punto de hacer en la sala de operaciones donde horas antes había forzado a Lorenzo a dejarla fuera de combate.

Estaba a punto de huir, de salir corriendo de allí, pero recordó el lugar donde estaban. Que por mucho que pudiera intentar salir de allí, por mucho que abriera puertas y cruzara pasillos, no había un lugar en el que esconderse, en el que gritar y desahogarse sin que nadie tuviera que sufrir las consecuencias. Estaba atrapada, y para colmo, se sentía como una bomba de relojería que cada vez se acercaba más al límite de su detonación.

Una mano entró en su campo de visión, y se forzó a alzar la mirada, aun con los ojos y las mejillas empapadas de lágrimas. La propia mirada del español parecía tan afectada por las emociones como la suya, pero aquello no le hizo sentir mejor. Como no la animó ver la mano dispuesta a ser estrechada ni la afirmación del hombre de que aceptaba sus disculpas.

Y Alice no sabía que hacer. Era descortés no aceptar el encaje, ignorar la mano tendida. Pero tampoco podía aceptarla ahora. No podía aceptar el perdón que él ofrecía cuando era incapaz de perdonarse a si misma. Porque ahora, más incluso que antes, no la merecía.

Su mano temblorosa se alzó a tomar la de él. Sin fuerza. Sin pizca de decisión que instantes antes la habían llevado a usar su poder. Esta vez lo había hecho de un modo consciente, pero eso no la hacía sentirse mejor. Cerró los ojos con fuerza, teniéndose en pie junto a él, llorando en silencio.

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MensajeTema: Re: El daño colateral [Alice Delaney]   El daño colateral [Alice Delaney] Icon_minitime26th Abril 2018, 13:50

Sabía que le había dolido tener que afrontarlo. Comprendía la situación bastante más, ahora que había experimentado en sus carnes la realidad en la que vivía Alice. Llevada por un momento de desesperación, había sentido el impulso de huir de allí, y había pasado por alto a todos para conseguirlo. Incluso si sus motivos eran razonables, o con buenas intenciones, nada cambiaba el hecho de que la mutante tenía muy pocas opciones entre las que elegir, y de ellas, casi todas tenían repercusiones que le afectaban de manera directa. Haberla dejado con esa crisis desatando su poder sin control habría convertido el laboratorio en una auténtica locura, en la que habrían puesto en riesgo no sólo a trabajadores y agentes, si no también a Elektra, que en este momento era la máxima prioridad de Lorenzo. Habían contado con él para asegurarse de que la mujer se recuperara después de una de las experiencias más horribles que había oído, que se recrudecía aún mas cuando te dabas cuenta que quien la había cometido no era una bestia, un monstruo o un demonio, si no un humano. Procuraba pensar en ello lo menos posible para evitar que le bullera la sangre, y eso le impidiera pensar con claridad. Bastante alterado había estado desde ese momento, sin necesidad de añadir mas leña al fuego con pensamientos innecesarios, que en ese instante, no aportaban nada. La otra opción... en realidad era un ideal. No existía. Porque requería que Alice controlara sus propios sentimientos a un nivel de exigencia tal que la habría convertido en una criatura inhumana. No podía evitar tener sentimientos ni tampoco transmitirlos a través de su voz. Lo único que podía hacer era aquello a lo que estaba costumbrada. Lo que había hecho al verle. Escribir en cualquier lado con la idea de que esas letras transmitieran todo lo que tenía prohibido decir. Ahora entendía bastante mejor el mensaje que estaba arraigado dentro de su piel, ese recordatorio plasmado en un tatuaje, que estuviera presente de manera constante y no le dejara olvidar que no era dueña de su voz. Que estaba prohibida.

Claro que existían alternativas. Algunas que él, en ese estado, era capaz de percibir con claridad. Pero a diferencia de Alice, él era un adulto, tenía formación, estaba preparado emocional y mentalmente, aunque en ese momento estuviera haciendo una pobre demostración de ello, y lo más importante de todo, él tenía opciones. Sabía barajarlas, valorarlas, aceptar las consecuencias.

Ella no tenía ni siquiera la posibilidad de expresarse. Le daba tanto miedo lo que su voz era capaz de hacer, que comunicarse nunca era una opción, si no un acto suicida y desesperado. La impresión de fragilidad que transmitía mientras continuaba llorando y tratando de alzar la mano temblorosa para estrechar la suya se acrecentó aún mas cuando fue consciente de que, a causa de su timidez y su impedimento, Alice estaba condenada a vivir dentro de sí misma para siempre. Era imposible que elaborara relaciones sociales sanas, cuando todo era tan unidireccional. No había opción de no pensar las cosas, todo debía pasar por el filtro de la escritura, que era lo único de lo que disponía para plasmar sus ideas. Si era difícil hablar sobre los sentimientos, ¿Cómo sería tener que escribir sobre ellos? Le había dicho que lo sentía, se había justificado. Pero no había expresado nada acerca de cómo le hacía sentir lo que había hecho. Porque era personal. Porque vivía en la delimitada silueta carcelaria que era su pequeño cuerpo, del que no salía nada mas que por desbordamiento. Su capacidad de ser espontánea estaba tan mermada como lo estaban sus ganas de hablar lo más mínimo.

Sujetó su mano en apariencia para estrecharla, pero después, colocó su otra mano envolviendo la de Alice. En comparación, eran diminutas. Era capaz de acariciarse sus propias manos en el espacio vacío que dejaban las de Alice.

- Podía haberte matado. - dijo el hombre, mirando el agarre que mantenía con delicadeza en torno a la blanca mano de la mutante, deseando que en cierto modo, esa calidez le diese algo de consuelo. - No soy médico. Ni siquiera tenía idea de qué había en esa jeringuilla, o dónde era correcto administrarla. - se encogió de hombros, negando con la cabeza. - Pero te inyecté de todos modos. Tuvimos suerte. Todos. - guardó silencio durante un instante, con su rostro atrapado en un gesto severo. - ¿Te das cuenta de lo que podría haber pasado? Incluso si la responsabilidad fuese tuya, si te hubiera matado de manera accidental no habría podido perdonármelo jamas. Tendría una muerte sobre mis hombros, y me preguntaría cada día de mi vida porqué pasó, cómo, y qué es lo que hice mal, como para no poder evitarlo. - quería decirle que había alternativas. Podía haberse limitado a pedirlo. Podría haber hecho a los presentes partícipes de su situación. Podría haberlo pedido a alguien cualificado. Pero optó por lo único en lo que fué capaz de pensar, y eso les había hecho correr un riesgo extremo, que era muy posible que no volviera a repetirse. - Ojalá no hubieras tenido que pasar toda esta mierda. - su hoz se agravó hasta parecer un gruñido. Su mandíbula estaba apretada. - Ojalá nunca te hubiesen traído aquí, ni te hubiesen enseñado esta barbaridad. - añadió, apretando con mucha suavidad su delicada mano, mientras notaba como las lágrimas volvían a sus ojos, y haciendo lo imposible por impedir que salieran de nuevo.

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MensajeTema: Re: El daño colateral [Alice Delaney]   El daño colateral [Alice Delaney] Icon_minitime10th Agosto 2018, 23:37


Era curiosa, la magia que desprendía Lorenzo sin ser capaz de percatarse de ello.

No se trataba de la magia hermosa de las películas, de los maravillosos trucos sacados de la ficción capaces de embelesar a la más escéptica de las personas. No había palomas ni cartas, no había monedas ni sogas, ni elaborados juegos de manos que distrajeran la atención del espectador. Lorenzo había obrado un tipo de magia muy distinto. Aquél maravilloso y complejo truco de expresar mucho con poco. De que un gesto pequeño y en apariencia insignificante pudiera significar el mundo para otra persona, sólo con decir una palabra adecuada, o tener el gesto indicado en el momento oportuno.

Las manos del español se cerraron envolviendo la suya, con una mezcla perfecta de delicadeza y decisión, pero para Alice fue como si la arroparan bajo un ala. De algún modo el gesto le transmitía protección, y le resultaba sobrecogedor como podía haber sido capaz de ofrecer consuelo de un modo tan sencillo, sin abrumar ni invadir su espacio personal.

Pero sobretodo, le marcó el tono severo que empleaba con ella. Le dio la sensación de que por fin alguien la tomaba en serio, de que una persona había sido capaz de mirar su poder a los ojos y aceptar el riesgo y el peligro que suponían en lugar de convencerla de que debía usarlo y emplearlo para un bien común. Al fin alguien había sido capaz de comprender lo que ella sentía y darle la razón, en lugar de pretender que tenía un don maravilloso, como si el mero hecho de decidir que podía usarse para grandes fines fuera a quitar importancia a todo lo malo que podía conllevar. Se sintió tomada en serio, y fue como si alguien la viera realmente por primera vez. Alguien que comprendía el peso de sus palabras, entendía la razón tras su silencio, y aceptando las cosas terribles que podía llegar a hacer, la perdonaba de corazón.

Y luego llegó la piedad. Sintió el dolor de su pecho, pero esta vez no fue aquella sensación de presión y asfixia que precedía la culpabilidad y los remordimientos. Esta vez se asemejaba más al dolor que dejaría una herida abierta después de retirar el puñal. Un alivio herido, un primer paso para sanar y aprender. Lorenzo la miró a los ojos y Alice se sintió pequeña y fragil, pero con una mano amiga que no la soltaba, en lugar de encontrar alguien que la presionaba a crecer a marchas forzadas. De sus ojos brotaron las lágrimas, esta vez en silencio, y por fin sintió que llorar le ayudaba a vaciar el desasosiego de su pecho. Asintió levemente, dando la razón a Lorenzo sobre la mierda que resultaba que la hubieran arrastrado a todo aquello, y sus labios se tensaron un instante en una sonrisa nerviosa que no emitía ruido alguno. Su mano libre volvió a frotar sus mejillas, tratando de borrar el rastro de lágrimas que se marcaba en sus pecas.

No, no era capaz de perdonarse a si misma. Pero Lorenzo estaba demostrando que había aceptado sus acciones, que las condenaba, pero las comprendía. Y eso era todo cuanto necesitaba. Era lo que esperaba desde hacía tiempo que alguien le dijera.

Alguien que comprendiera cuán terrible era en realidad. Que lo viera y la tratara como era debido, aceptando la peor parte de su persona, sin apartar la mirada, y que pese a todo pudiera perdonarla, en lugar de pretender que aquello era menos de lo que era en realidad. El doblegar la voluntad del resto de personas, el poder conducir a la gente a cometer actos terribles, el descontrol que suponía y sus riesgos.

Y al fin, sintió que alguien la aceptaba. Con sus defectos e imperfecciones, pero sin retirar la mano, sin dejar de apoyarla.

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MensajeTema: Re: El daño colateral [Alice Delaney]   El daño colateral [Alice Delaney] Icon_minitime4th Septiembre 2018, 20:47

Con el tiempo, se había dado cuenta de lo mucho que había aprendido casi sin darse cuenta trabajando en la MKL. Por algún motivo, su mirada herida le recordó al malestar que él había sufrido durante sus primeras semanas. Con cada lágrima que resbalaba sobre las suaves mejillas enrojecidas de Alice recordó cada uno de los problemas que había sido incapaz de resolver. Cada pelea racial en la que sin querer, había tomado parte por culpa de los prejuicios. La realidad pérfida que se escondía tras el inicio brutal de un proyecto que era ahora cuando había empezado a cobrar forma. Habían perdido alumnos. Algunos de ellos en manos de otros, y a causa de la protección de las razas faéricas, nada había podido hacerse para interceder. Cada una de esas lágrimas caídas le recordaba toda la frustración por la que había pasado hasta convertirse en quien era ahora. Alguien capaz de ser duro con las personas cuando era necesario, por frágiles que parecieran. Capaz de dar alivio a los más fuertes, por mucho que se blindaran. No es fácil ir a contracorriente de lo que tus sentimientos te piden. Aquello le había hecho sufrir mucho, más de lo que la joven pudiera llegar a imaginar. Pero no por su intervención, si no por obligase a sí mismo a mantenerse firme en su decisión, e incluso en unos segundos, ya le habían asaltado dudas de si habría hecho lo correcto al exigir esa disculpa. Pero no habría sido capaz de comprender a Alice de otro modo. No era posible. Tenía que entender que en algún momento, las personas dejarían de ser permisivas con ella sin importar las explicaciones que escribiera, o la previsión del mal mayor que hubiera intentado hacer. Ese límite había llegado hoy, y había tenido que tocarle a él. Conseguir que la joven se diera cuenta del daño que había hecho, y consiguiera compartir con él algo tan abrumador le hacía tener una nueva consideración de su fortaleza.

Una mano oculta en la manga, como una pequeña criatura en su madriguera segura y caliente, se alzó en dirección a su propia mejilla perlada de pecas, buscando limpiar los restos de una tristeza que no parecía capaz de disolverse. Él alzó una de las manos, sin perder el contacto con la otra, dándole un suave apretón. Como si tuviera que compensar la marcha de su otra mano con algo que le hiciera comprender que aún continuaba allí presente. De pronto sintió algo extraño, una especie de cosquilleo al mirar su rostro. Como si de repente hubiese sido consciente de que ese instante era único y muy valioso. La corazonada de que acababa de suceder algo, aunque no sabía qué, con la fuerza suficiente para ser decisivo.

Los enormes dedos morenos se deslizaron con una delicadeza que no parecía acorde al tamaño cuando   el reverso de sus dedos hicieron contacto con su mejilla en una caricia cálida. Sus dedos se estiraron buscando el apoyo en la fina línea de su mandíbula con el índice situado bajo el lóbulo de su oreja, permitiendo mientras tanto que el pulgar barriera hacia fuera los restos de su llanto, que no estaba seguro de si arreciaba o se mantenía.

- El mundo está lleno de cosas maravillosas y aterradoras. - aseveró, contemplándola. Su expresión parecía más cercana, mucho menos rígida que hacía unos minutos. - A veces, cuando ambas se tocan y crean dos caras, es fácil olvidar lo que hay al otro lado. - retiró un suave mechón de pelo tras su oído, y su mano volvió a abrazar la de Alice, que mantenía a buen recaudo bajo la tutela de su otra mano. - No dejes que nadie, ni tu misma, te convierta en la sirenita. - dijo, y mostró una suave media sonrisa que dejó ver la punta de uno de sus afilados colmillos. - Eres mucho mas que tu voz, Alice. - afirmó, al tiempo que se aproximaba la pequeña mano hacia los labios, y la acariciaba con delicadeza, plantando en sus nudillos la semilla de un beso sin sonido alguno.

El pitido proveniente de la máquina lo sacó de su ensimismamiento. El proceso había terminado. Debería iniciar el siguiente. No podía olvidar que estaba en el helitransporte con un objetivo profesional, y más importante, para ayudar a la pobre mujer que había pasado por un infierno. No quería fallar al equipo que le había requerido, ni a S.H.I.E.L.D. Además, en cierto modo, tenía un deber como miembro representativo de la MKL, y un buen desarrollo de su labor hablaría también por la institución. Esos pensamientos se diluyeron en el fondo de su cerebro, por que en la superficie, los ojos llorosos de la mutante aún amenazaban con ahogarle en la culpa que le producía haberle hecho pasar el tormento de utilizar su poder. No quería separarse de ella hasta que no estuviera seguro de que había entendido todo lo que quería y necesitaba decir.

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MensajeTema: Re: El daño colateral [Alice Delaney]   El daño colateral [Alice Delaney] Icon_minitime8th Enero 2019, 20:11

Cada palabra y cada gesto de Lorenzo parecía colocar un peldaño más en aquella escalada de autosuperación que parecía estar emprendiendo Alice. Pero si el moreno tenía la sensación de estar presente en un momento decisivo para la madurez y la evolución de la joven adulta, tenía mucha más razón de la que podía imaginar. Y es que, aunque hay quien cree que las palabras no tienen valor y son las acciones que llevamos a cabo las que realmente trascienden, ella no podía estar más en desacuerdo. Tal vez era a causa de su poder, pero el don de la palabra tenía para ella un peso demasiado importante. A ello se le añadió lo que dijo el español. Los ojos de la británica se abrieron de par en par, pero en lugar de aumentar el cauce de lágrimas sus ojos volvieron a brillar, lúcidos y despiertos. Era como si al final, hubiera terminado de espabilarse y quitarse de encima un poco la sensación de shock que había arrastrado desde hacía unas horas. Sería mentira decir que el gesto protector y dulce de Lorenzo no había tenido nada que ver. Era probablemente el conjunto de todo, el cómo se había llevado a cabo. La escena habría parecido incluso mágica, en su retorcido modo. Pero lo que de verdad había hecho mella en ella, fue la elección de palabras del español, como si hubiera sabido en todo momento qué tenía que decirle o cómo tenía que tratarla. Si no fuera una idea absolutamente ridícula, se habría planteado que estaba todo preparado, que alguien la había estudiado para entender cómo pensaba y qué decirle en cada situación para conseguir la reacción adecuada.

Pero Alice no solía pensar así. Delaney tenía una naturaleza confiada y con tendencia a esperar lo mejor de las personas, y Lorenzo había hecho demasiada impresión en ella como para poder cambiar ahora la visión que tenía del moreno. Era una respuesta obvia. Era algo que probablemente ya había escuchado en otras situaciones, en boca de otras personas. Pero las experiencias que vivimos, el entorno, el estado de ánimo, parecía que todo había encajado de un modo extrañamente perfecto para que al fin alguien lograra llegar hasta ella. El silencio se extendió entre ambos, pero Alice no retiró su mano de la de Lorenzo. Sí, seguía siendo frágil. Seguía sintiéndose perdida, seguía triste y agotada. Seguía preocupadísima por Elektra y por Gab... Cédric. Pero ahora, gracias a aquél hombre, también veía una pizca de optimismo en mitad de todo aquello.

- La gente... A veces cree que soy muda. Suele ser lo primero que dicen de mí, al presentarme. O que soy muda, o que hablo muy poco. - Su voz no era muy alta... Pero ya no era un susurro. Intentó discretamente sorber los mocos que el llanto había dejado libres. - Pero... me encanta la botánica. Me encantan las flores y me apasiona la música. Llevo tocando desde que aprendí a mover las manos. Tengo muy buena puntería y soy... ordenada. Limpia. Me gusta mucho estudiar y leer y... - esta vez sí, su voz se fue apagando hasta ser un suave susurro, - soy mucho más que mi voz. - Miro a Lorenzo a los ojos, y se mordió levemente el labio inferior. - Soy mucho más que mi voz. - repitió con algo más de fuerza. - Me llamo Alice... Alice Delaney.- Lorenzo ya la había llamado por su nombre... Pero ella no recordaba que se hubieran presentado en ninguno momento.

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MensajeTema: Re: El daño colateral [Alice Delaney]   El daño colateral [Alice Delaney] Icon_minitime30th Enero 2019, 02:34

Asomarse a los ojos de la joven hizo que el momento se suspendiera durante unos segundos preciosos, mientras el español observaba con alivio como el llanto parecía arreciar hasta acabar. Sus ojos seguían cubiertos de esa película acuosa provocada por las lágrimas, pero ahora que había conseguido hablar con ella y transmitirle lo que quería que comprendiera, la situación se hizo mas fácil para él. Lo estaba pasando mal por ella, y no quería prolongar una situación que sabía que la estaba dañando, pero tampoco podía haberlo hecho de otra manera. Se sintió mejor al ver que parecía mas tranquila, y quiso pensar, quizá por egoísmo, que él había colaborado en conseguir que Alice por fin dejara atrás esa situación de angustia por la que sus circunstancias la habían arrastrado.

La verdad es que nada de lo que pudiera explicarle conseguiría transmitir la miseria por la que tenía que haber pasado, al comprender que alguien en quien ella confiaba era un monstruo capaz de destrozar la vida a otro ser humano de ese modo. Había sido una verdadera demostración de sadismo desmedido. Ni siquiera podía empezar a imaginárselo.

- Eso son muchas cosas como para mantenerlas en secreto, ¿no crees? - el español habló en voz baja, casi como si le hiciera una confidencia, o mas bien, como si entendiera que de eso se trataba todo lo que la muchacha acababa de compartir con él. Su sonrisa se volvió mas suave, sin mostrar dientes, pero hizo que su expresión a pesar de ser cansada transmitiera una calidez que no había mostrado hasta el momento. Ni siquiera cuando le dedicó esas tranquilizadoras palabras a Alice. vivieron juntos un instante de cariño atemperado, cuando ella compartió con él no sólo su voz, si no lo que era importante para ella. sus virtudes, sus gustos, todo lo que hacía que Alice Delaney fuese un ser humano único, y digno del mayor de los respetos. - Encantado, Alice Delaney. Soy Lorenzo de Borgia. Es un placer conocerte. - añadió, haciendo una suave reverencia con la cabeza, y atrayendo la mano que aún mantenía en la suya para depositar un suave beso mudo en sus nudillos, pues no hizo ruido alguno, si no que fué mas una caricia.

Habría deseado poder dedicarle un poco mas de tiempo en exclusiva, pero el pitido empezaba a hacerse insistente recordándole el motivo que le había llevado allí. Le dedicó una insistente mirada penetrante a Alice, y un último apretón suave en la mano, antes de dejarla ir con la misma delicadeza con que se la había tomado.

- Te agradezco mucho el esfuerzo que has hecho conmigo, Alice. No lo olvidaré. - añadió al tiempo que se ladeaba sólo un poco. - Debes disculparme. Ha terminado el protocolo, y aún debo iniciar uno más antes de pasar a la estimulación manual. ¿Quieres acompañarme? - le sugirió. Sabía que no es que fuera lo más entretenido del mundo, para qué engañarnos. Pero tenía la impresión de que en ese momento, era mejor que la chica estuviera en compañía. Tenía la impresión de que aún podía tener muchas mas cosas que sacarse de dentro, y además, tal como había dicho Coulson, lo mejor era que estuviera sobre aviso, y quizá él pudiera orientarla de una manera un poco mas sutil, en lugar de traumatizarla de por vida como había sido el plan de ese agentucho marrullero.

Tardó tan sólo unos minutos en ejecutar el tercer comando que tocaba, y los transmisores eléctricos tradujeron la señal a una neuromotora que se transmitió a través de los implantes que, en una jornada intensiva, habían sido colocados en las manos de la mujer. Cada vez que pensaba en ello se le cerraba el estómago en un puño, pero cada vez que se dejaba ir por pensamientos derrotistas, trataba de volver a convencerse de que él estaba allí para que su vida mejorara, incluso a pesar de haber vivido esa situación de pesadilla. Luego, se sentó en la silla y se giró para mirar hacia Alice.

- Se que quizá no soy el más indicado, porque no nos conocíamos hasta hoy pero... Si hay algo que quieras contarme aunque sea por sacártelo de dentro. - comenzó a plantear. No quería sonar entrometido, o morboso. Lo último que quería es dar la impresión de que lo hacía por algún tipo de curiosidad malsana. - A veces a mi me ayuda mucho hablar con desconocidos. En cierto modo te sientes tranquilo porque ni te importa demasiado lo que piensan de ti, ni tampoco la opinión que puedan darte. Te sientes menos mal que cuando la gente que te importa te da su opinión y al final acabas haciendo lo que te da la gana desoyendo sus consejos. Supongo que es porque no le damos la misma importancia. - reflexionó por un momento en voz alta, y luego, con un suave gesto de la cabeza, le ofreció una banqueta que había en el puesto de al lado, por si le apetecía sentarse. Lo demás vendría solo.

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MensajeTema: Re: El daño colateral [Alice Delaney]   El daño colateral [Alice Delaney] Icon_minitime2nd Marzo 2019, 16:47

El español se inclinó, alto como era, para besar sus nudillos, y Alice sintió que sus pómulos y orejas ardían a la par que se encendían en un intenso tono rosado. Sin dudarlo, sus ojos debían haber recuperado aquel tono verde manzana que delataba cada vez que había perdido la calma. Pero Lorenzo no llegó a darse cuenta. El pitido hizo que el moreno tuviera que centrar su atención en aquello en lo que estaba trabajando, y Alice desvió la mirada a otro lado. De repente se sentía demasiado consciente de la proximidad que tenía con aquél hombre, y de la extraña belleza que albergaba. Un ligero apretón de su mano hizo que Alice volviera a buscar su mirada, y la profundidad de los ojos verdes hizo que se olvidara de respirar durante un breve instante.

Le ofreció que la acompañara, y de buenas a primeras Alice se quedó rezagada, contemplando como se alejaba de su lado sin moverse de la posición en la que él le había dejado. No fue hasta que Lorenzo se sentó y le mostró la espalda, que sus pasos la llevaron poco a poco junto al español. No entendía la gran mayoría de las cosas que podía ver en el monitor, pero a decir verdad, tampoco estaba leyendo en mucha profundidad. Todavía sentía la mente terriblemente dispersa con todo lo que había pasado últimamente, y aunque hubiera logrado calmarse un poco gracias a Lorenzo, la realidad era que todavía estaba todo patas arriba. Había demasiadas incógnitas, y habían sucedido demasiados imprevistos como para que pudiera relajarse del todo, o actuar como si nada le hubiera afectado. Pero parecía que aquel hombre intentaba distraerla, para que pudiera tener al menos un leve sentimiento de normalidad y que el mundo no se desmoronara a su alrededor.

Y luego él lo ofreció de hablar. No tenía muy claro qué podía decirle, y a decir verdad... Había muchas cosas que no había tratado con nadie. Muchos pensamientos enterrados que jamás habían tenido la oportunidad de salir a la luz. Lo que había sucedido en Londres y cómo no había contado jamás a sus padres lo de sus poderes. Las noches hablando con Gabriel, y su amistad. Zoey y la mansión, su experiencia con Magneto... Y de entre todas ellas, despuntó una. Aquella que le había dado pesadillas, y que de algún modo, la había conectado a Elektra.

Miró a su alrededor, como si buscara encontrar algo donde escribir, o un método alternativo de comunicación, pero se detuvo. En primer lugar, porque no quería hacer nada que pudiera distraer la atención de Lorenzo y que éste pudiera centrarse en su trabajo. La segunda, porque... Después de todo lo que habían hablado juntos, le daba la sensación de que él esperaba que hablara, con su propia voz, en lugar de seguir refugiándose en papel y tinta. Suspiró, intentando otra vez sentirse que era dueña de los sentimientos incesantes de su mente.

- Una vez... me enfadé con un amigo. Y me fui de la mansión y cogí un trabajo... extraño. Encontré en el periódico que se buscaba gente para una expedición y pensé que sería una aventura y que podría demostrar a la gente que podía cuidarme sola. Pero... Fue todo muy raro. De hecho decirlo en voz alta hace que me parezca incluso peor idea... - Suspiró. Lorenzo la había animado a hablar porque no se conocían y no tenían que temer el juicio. Entonces... Se obligó a seguir hablando, pese a la sensación de que decir lo que había hecho la haría parecer una cría estúpida. - El hombre que nos contrató parecía tener alguna especie de poder. Nos... hizo aparecer repentinamente en un desierto. Y fuimos a... Una torre. - No se atrevió a pronunciar las palabras, el nombre del lugar. Tal vez eso sería demasiada información y por el momento parecía mejor tantear el terreno para ver cuánto podía compartir. - Parecía salido de una película de Indiana Jones. Por dentro parecía un templo, y hubo laberintos y trampas... Pero al final una cosa. No sé, fue muy raro. - Negó con la cabeza. Estaba claro que había mucho más a aquella historia, pero que no se sentía especialmente atraída por la idea de dar información de más. - Ahí conocí a Elektra Natchios... Por la noche, tuvo la amabilidad de venir a buscarse, de asegurarse que estaba bien. Estuvimos en la habitación de un hotel y... sentí que aunque parecía una mujer dura y muy capaz, era también amable y dulce...

Calló. Alice cerró los ojos y bajó la mirada, esforzándose por serenarse. Elektra. Aquella noche en el hotel, cuando había sentido que esa mujer era todo a cuanto ella aspiraba, no se le había pasado por la cabeza, ni por un instante, el pasado tormentoso que había vivido. Y a juzgar por la situación actual, aquello que le quedaba todavía por vivir.

- No se merece nada de lo que ha pasado...

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MensajeTema: Re: El daño colateral [Alice Delaney]   El daño colateral [Alice Delaney] Icon_minitime3rd Noviembre 2019, 01:31

En la pantalla continuaban apareciendo pequeñas ventanas en las que se veían los diferentes procesos a los que estaban siendo sometidos los implantes que habían sido colocados en las manos de Elektra Nachtios. Mientras continuaba con su trabajo y Alice se decidía sobre si acompañarlo o no, por primera vez desde que subiera al Helitransporte la mente del español comenzó a divagar. Fue cosa de un instante, pero mientras la "muda" mutante se aproximaba con pasos lentos y suaves, su mente se preguntó quién sería la persona que ahora estaba tendida en la cama. No el cuerpo que parecía inerte en estado de coma inducido a causa del cóctel de medicamentos; que impedían que en ese momento estuviera retorciéndose del dolor absoluto que causaban las numerosas señales que pasaban a través de los nervios artificiales que estaban adhiriéndose a lo poco que quedaba del resto de los originales; si no del misterio de la persona tras la carne, tras las heridas, tras las cicatrices.

S.H.I.E.L.D le había proporcionado un informe acerca de ella, aunque estaba seguro de que había omitido todo aquello que no resultaba relevante para su cometido. Si bien habían hecho mucho hincapié en que era necesario que sus manos tuvieran un grado de funcionalidad superior al 99.6%, algo que en una implantación como la suya era imposible de asegurar. Lo único que podía asegurar es que los implantes si eran capaces de proporcionar esas cifras sin el menor problema. El resto, correría a cargo de ella...

Alice comenzó a hablar de nuevo, captando su atención en el momento exacto en que el ordenador hacía un suave pitido indicando el comienzo de un nuevo ciclo que les llevaría por lo menos diez minutos.

Al hablar de la mansión, Lorenzo percibió algo en su tono... algo familiar. Era similar al que había oído alguna vez en sus alumnos, cuando recurrían a él para pedir consejo o ayuda cuando la idea de abandonar Hohenzollern les cruzaba la mente.

En medio de esa situación desoladora, una idea divertida cruzó su mente de manera fugaz. Alice estaba hablando de ella, pero con una encriptación bastante evidente. ¿Sería algo que echaban en el aire del helitransporte? A pesar de la ocurrencia ni siquiera se sonrió. No quería resultar descortés y mucho menos que la muchacha creyera que no la estaba escuchando. Cuando una persona que se abriga en el silencio habla, lo mejor que se puede hacer es escucharla. Su preocupación se transmitió en su tono, y el dolor que le causaba verla sufrir también. Parecía importarle mucho.

- Nadie se merece algo como lo que le han hecho a ella. - dijo negando con la cabeza. - Nadie se merece tener que enfrentarse a un monstruo así. Pero si es la mitad de estupenda de la opinión que tienes de ella, saldrá adelante. Si hay algo que me sigue sorprendiendo es lo que en ocasiones somos capaces de soportar. - desvió la mirada hacia la griega, y lanzó al aire algo que sonó como una afirmación, pero que en su interior era más un deseo. - Lo superará. Seguro. - Observó de nuevo el rostro de Alice, y esta vez, su vívida imaginación le transportó a la imagen retorcida de un sótano donde un desgraciado sin rostro definido le arrancaba a bocados los dedos de las manos. Eso es lo único que hizo falta para ponerle los pelos de punta. - Necesito un café. - rumió levantándose y comprobando la pantalla. Disponía de un poco de tiempo. Si hubiera algún tipo de problema el programa se detendría de inmediato y aparecería en el informe. - ¿Me acompañas? Seguro que un poco de limón con gengibre y miel te vendrá bien. Se que te han dicho que no ingieras nada sólido, pero el limón lo cura todo. - sugirió con una suave sonrisa, tratando de hacerlo sonar apetecible. Sin embargo, esa imagen continuaba rondándole la cabeza. Suspiró apesadumbrado, antes de levantarse sin esfuerzo de la silla. Su rostro se torno severo, algo que en él era extraño. Incluso en las peores circunstancias siempre transmitía un aire de tranquilidad y calidez. - Alice. - la llamo, antes de abrirse la bata para poder acceder al bolsillo trasero de su pantalón, sacando un tarjetero metálico del que sustrajo una tarjeta que le tendió entre el dedo índice y el corazón. - toma. Quiero darte esto.- no dejo de mirarla directo a los ojos. - Puedes contactar conmigo en cualquiera de esos tres teléfonos. El que hay escrito a mano abajo del todo es el mío personal. Si algún día...- tuvo que pensar deprisa. Bastante aterrorizada estaba ya como para meterle aún mas miedo en el cuerpo. - Si algún día tienes algo que contar y necesitas que alguien te escuche, estaré al otro lado de la línea. ¿vale?

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MensajeTema: Re: El daño colateral [Alice Delaney]   El daño colateral [Alice Delaney] Icon_minitime20th Febrero 2020, 17:51

Parecía que el intenso intercambio llegaba a su fin, y la conversación volvía al cauce "desenfadado" que la británica conocía como "small talk". Como si quitar esa bola de sentimientos de su pecho e intentar hablar de un modo más normal, de cosas vividas y pasadas, refugiarse de algún modo en la monotonia e ignorar la notoriedad del lugar donde se encontraban pudiera ayudarla a superar el trauma de un modo más rápido. Y tal vez así era, cuando el español le habló de un café y de tomar algo, como quien aprovecha un descanso en el trabajo. Aunque fuera triste, aquella casi nostálgica sonrisa que solía esbozar Alice volvió a su rostro.

- Soy británica.- musitó desenfadada. - Nunca le diría que no a un té, ni siquiera cuando esté enferma.

Aunque lo que Lorenzo le había ofrecido no fuera exactamente un té, y parecía más una infusión, lo cierto es que para ella, era estrechamente relacionable. Esperaba que al menos, su intento de broma, no quedara fuera de lugar.

Cuando Lorenzo le ofreció la targeta, Alice la tomó con ambas manos y leyó el nombre grabado en ella. Sobretodo, le llamó la atención el teléfono que estaba grabado como número de contacto en el trabajo. Había algo allí, que le llamaba la atención. Algo que intentaba por todos los medios abrirse paso por el pantano de pensamientos en que su mente se había convertido en las últimas horas. Pero que de algún modo le parecía importante.

- MKL... - susurró, abriendo mucho los ojos, sorprendida. -¿Trabaja con Björn y Solaris? - no pudo evitar recordar aquél dia en la mansión, donde estaban entrenando y la invitaron a unirse. La calma y la serenidad que había experimentado aquél día y la elegencia que le había inspirado aquella extraña mujer. - Vinieron una vez a la mansión y entrené con ellos...


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MensajeTema: Re: El daño colateral [Alice Delaney]   El daño colateral [Alice Delaney] Icon_minitime26th Marzo 2020, 02:58

Ante la fina broma de la joven el hombre le devolvió una media sonrisa, complacida y en parte sorprendida por el pequeño brote de humor. Puede que hubiera sido algo forzado, no lo sabía. Pero en cualquier caso en un escenario tan deprimente como el que estaban afrontando, después de vivir un día de agotamiento, emociones intensas, y una terrible decisión que por suerte sólo había quedado en un susto, él se sintió tranquilo de verla intentar suavizar las cosas, y aún mas de verla sonreír. Sólo podía desear que ese gesto fuese sincero y, que si lo había forzado, al menos supiera que valoraba esa intención.

Lorenzo le cedió la tarjeta con las siglas en gofrado de la MKL. Solía llevarlas encima cuando iba a trabajar de externo para hacer más contactos que pudieran ser beneficiosos, y a menudo tenía unas cuantas repartidas por bolsillos, tarjeteros, y siempre alguna en la cartera, por si surgía la ocasión. Claro que tenía otro tipo de tarjeta profesional, pero esa sólo la llevaba su agente, y él sólo las llevaba a los rodajes. El resto del tiempo no solía necesitarlas para nada. Observó que la chica miraba con atención las siglas, concentrada. Como si tratara de comprender algo. Dadas las circunstancias no había hecho ninguna introducción, algo que, ahora se daba cuenta, quedaba un poco ridículo. Se estaría preguntando si era un acrónimo de algo. Cuando iba a resolverlo, la joven le hizo una pregunta que le desarmo. Sabía que se habían encontrado, Björn y Sieglinde le hablaron de ella, pero no pensó que hubiera sido capaz de relacionarlos tan rápido, y menos por meras siglas, que era algo que escuchaban a diario.

- ¡Pues si! Soy el encargado de la Maggie Kraft o dicho de otra forma, la sección mágica de la MKL. - se presentó, con un tono mas formal, aunque un poco teatral, como si con un toque pomposo quisiera hacer del cargo algo mucho mas presuntuoso de lo que en realidad era. Luego le guiñó un ojo, salió al pasillo y se dirigió a la tercera habitación contigua, una sala polivalente del helitransporte que a veces funcionaba como sala de reuniones, de mercancías o de víveres, que era como estaba habilitada ahora. Sobre la mesa central habían preparado una comida ligera por si alguien la necesitaba durante la noche. Termos de café, leche y agua caliente para las infusiones, refrescos y botellas de agua, unos cuantos sándwiches, bocadillos, unas pocas frituras, ensaladas prefabricadas, y en los dulces bollería industrial y algo de fruta, del que pudo sacar un poco de limón natural para la infusión de Alice. Por suerte había miel, sirope de arce y mermeladas también.

- Ten, te sentará bien. - dijo cediéndole el vaso que había preparado en proporciones, como solía hacerlo su madre durante los resfriados. Luego se sirvió un café, y con todo el dolor de su corazón, rechazó la comida llena de grasas saturadas y lípidos por un plátano que aún parecía estar un poco verde. - Así que conociste a los hermanitos. ¿Qué te parecieron?- preguntó cogiendo una silla, sacándola y dándole la vuelta para poder sentarse encarando el respaldo, apoyando los codos y el vaso de papel lleno de café, observando a la joven mutante con renovada curiosidad. Solían dejar una impresión bastante clara esos dos, pero siempre era divertido escuchar como la gente se esforzaba en describirles procurando encontrar las palabras adecuadas, ya que las que la mayoría querrían usar, que eran "estirada" y "rarito" parecían no ser capaces de asomar por los labios de la mayoría.


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