No me extraña que se llame "Monstertown" [Martha R., Louise Lincoln, Chloe Arquero] 5/4/2018

Gotham nunca había sido una ciudad amable. Sus propios habitantes lo sabían, así como cualquier persona que existiera en el mismo universo y tuviera acceso a las noticias. Pero, como en todas las ciudades, había barrios mejores y peores. Estaba el centro, con sus enormes rascacielos y sus populosas avenidas. Los suburbios llenos de casas unifamiliares, y más allá, las mansiones de los más ricos de la ciudad. Representaban un amargo contraste con los callejones sucios y oscuros del East End, el nido de víboras local. Lleno hasta el borde de prostitución, drogas y bandas callejeras, era una fuente inagotable de quebraderos de cabeza tanto para la policía como para los murciélagos. Pero aún así, el hogar de Catwoman no tenía tan mala fama si se lo comparaba con cierto vecindario que había salido de la nada por obra y gracia de la Colisión: Monstertown.

Un conjunto de laboratorios, almacenes y centros varios de investigación ahora abandonados y cubiertos de graffitis inquietantes en el mejor de los casos. En algún momento, en alguna dimensión, ARGUS había ordenado construirla en torno al gigantesco cadáver de un monstruo que había sido abatido en la bahía. Los fluidos de la criatura habían empezado a afectar a otras, desde cucarachas y gaviotas hasta cadáveres humanos… Y, como os podréis imaginar, los resultados no habían sido del todo agradables. Así, se había declarado como zona de cuarentena, para garantizar la seguridad de los gothamitas… En parte. La otra parte era, evidentemente, que la doctora October y sus colegas necesitaban un poco de privacidad para estudiar el fenómeno. Para ver qué podían hacer con el desastre que tenían entre manos.

Fuera como fuera, Monstertown parecía vacía en ese momento. Ni un rastro de los científicos enfundados en trajes protectores amarillos, y ni uno solo de los monstruos. Aparentemente, al menos. Porque lo último que necesitaba Gotham después del Efecto Omega era una emergencia de ese calibre, ¿verdad?




… No, no la necesitaba. Pero, como dicen los franceses, ces´t la vie. Aunque, más que a la vida, no estaría mal echarle las culpas al propio monstruo, o a quienquiera que le hubiera dado rienda suelta. Porque desde luego, hay que tener bastante idea de lo que se está haciendo para crear una criatura de dos pisos de alto, y liberarla en una de las ciudades más grandes de Estados Unidos. O eso, o el responsable de aquello estaba completamente loco. Bien mirado, era una opción incluso más plausible que la primera. A pocas personas cuerdas se les pasaría por la cabeza diseñar un monstruo que se parecía tanto a un niño pequeño. Esa forma de su cuerpo; esa torpeza al moverse, apoyándose en los edificios… Esos gritos, que recordaban sin dificultad a los que tendría un infante en pleno berrinche.

Afortunadamente, no había salido de Monstertown, y sería mejor que nunca llegara a adentrarse en una zona habitada.


Dolphin se estaba arrepintiendo de haber hecho escala en Gotham. Las aguas de la bahía estaban tan polucionadas que casi costaba respirar en ellas, y la superficie estaba llena de barcos de todo tipo. Además, sacar la cabeza implicaba enfrentarse a los intensos ruidos y olores propios de un puerto tan grande como aquel, y no era una experiencia agradable, precisamente. Por todas esas razones, la atlante ya se habría ido a otro lugar más apto. Y sí, es correcto: Se “habría” ido… Si no fuera tan curiosa. Decidiendo que estar cerca de la superficie era del todo inviable, la peliblanca se había dirigido al fondo. Sus ojos plateados estaban perfectamente adaptados para ver en las profundidades marinas, así que no le costó moverse a oscuras.

Fue así como encontró el esqueleto.

Al principio, Dolphin creyó que se trataba de los restos de un barco muy, muy grande. Pero no, no era eso. A medida que se acercaba, pudo distinguir los contornos de las costillas, la forma de lo que parecía un cráneo varias veces más grande que ella misma. No hizo falta examinarlo en detalle para decidir que, fuera lo que fuera eso, no era algo que ella hubiera visto antes. Y, de hecho… Ni siquiera parecía natural. Si es que eso tenía algún sentido.

Negó con la cabeza, y se dirigió a la superficie: Había estado nadando un buen rato, y estaba segura de haber salido del puerto. No quería alejarse demasiado de la ciudad sin darse cuenta, aún tenía que ponerse a buscar a los Titans. Cuando emergió, lo primero que vio fue un conjunto de edificios grandes y bajos, en bastante mal estado. Estaban cubiertos de pintadas que mostraban criaturas con tentáculos, cuellos largos y alas, y letras que no podía leer demasiado bien… Debía de ser alguna parte de las afueras, se dijo, aunque era raro que no hubiera nadie por las calles.

Entonces, un grito atronador e inhumano resonó en el aire, obligándola a taparse los oídos. Eso era muy mala señal, pensó mientras ascendía los pocos metros que la separaban de tierra firme con una oxidada escalerilla de mano.

Cuando envié el último mail con el plan de gestión de riesgos del proyecto no pude contener un suspiro… Miré el reloj de mi portátil y me froté los ojos, llevaba una semana enclaustrada en Wayne Technologies, la división de innovación y tecnología de la empresa que sostiene la ciudad de Gotham. Sabía a lo que me enfrentaba si esto salía a flote pero, al fin había conseguido que Stark Industries y Wayne Enterprises trabajasen mano a mano en un proyecto con grandes beneficios para ambas partes. Cerré mi portátil y me estiré de manera sonora, después de unos cuantos bostezos y de recoger todas mis cosas, bajé al garaje a por el coche, no había ni un alma en el edificio.

La noche de Gotham me recibió con un silencio tenso, a veces roto por sirenas de policía o de ambulancias, no me sentía cómoda en esta ciudad, cualquier sombra me ponía en estado de alerta y miraba a las personas con desconfianza. Quizá estaba exagerando demasiado, en todas las ciudades hay delincuencia, corrupción, asesinatos… Y luego estaba el Joker, el villano más sonriente de todos, no pude contener un escalofrío que hizo que me sacudiera entera, maldito maníaco homicida. Me estaba metiendo por calles cada vez más oscuras y de alguna manera había dado un rodeo que me llevó a las afueras de la urbe. Frené en el semáforo, vaya por Dios, en la zona más chunga del puerto… El estallido de cristales de la ventanilla del copiloto me hizo llevar mi mano instintivamente al maletín del portátil que reposaba en el asiento – ¡Y una mierda! – Llevaba casi un mes sin hacer una copia de seguridad y había demasiada información comprometida ahí dentro para que un delincuente de medio pelo se hiciese con ella. Agarré fuerte el maletín y aceleré, el ladrón no contó con mi reacción y no tuvo más remedió que soltar su soñado botín, esta noche se iría a casa con las manos vacías.

- ¡Eh! ¡Desgraciao! ¡Cómo te acerques a mi otra vez te desollo! – Sí, quizá no esté siendo la mejor manera de disuadir a un ladrón en medio de la nada pero es lo que tiene ser impulsiva, no sé medir las consecuencias. Mi amenaza se perdió en la oscuridad, había hablado en castellano y mi voz sonó ronca, llevaba mucho tiempo sin hablar y mis cuerdas vocales aún estaban adormecidas.

Avancé algo más para salir de la zona del incidente, el sistema de seguridad integrado estaba activo pero aquí no había buena cobertura y la señal GPS no funcionaba.

- Arrrrgggg, ¡JODER! – Golpeé el volante con rabia, estaba cansada y tenía demasiada cafeína en el cuerpo, lo que se traducía en una irritabilidad difícil de controlar que sumada al intento de robo me puso nerviosa, furiosa y me nubló la poca sensatez que aún me quedaba.

Ya algo más apartada, aparqué el coche para valorar los daños y tranquilizarme, estaba en alguna parte de las afueras, rodeada de edificios grandes y bajos, prácticamente abandonados. Salgo de Guatemala y me meto en guatepeor… Necesitaba aire, así que salí del coche y di unos cuantos paseos, después abrí la puerta del copiloto y con la americana limpié los cristales que se habían esparcido. Para cuando terminé apoyé la espalda en el coche y me crucé de brazos, sin GPS, sin sentido de la orientación y con el móvil sin batería, lo hago aposta y no me sale. Mientras pensaba en cómo salir de esta me miraba distraída las puntas del pelo, ya lo tenía muy largo, me iba haciendo falta un corte, podía aprovechar y darme algo de color, un violeta, así como el color de ese graffiti, el del bicho de tentáculos y alas, qué cosa más fea… El grito me sacó de mis pensamientos y las garras entre mis dedos se extendieron casi de manera inconsciente, había sonado cerca y si era humano tenía muy mala pinta.

Me metí rápidamente en el coche y pulsé el botón de arranque, nada. Otra vez. Nada. Repetí la operación, el navegador se iluminó con la frase: “Electrical power failure” y la luz de avería decoró el tablero. Cubrí mi cara con las manos, tenía que haber venido en mi moto, estaba en medio de la nada, en unza zona perdida en el mapa, sola e incomunicada. Bueno, al menos tenía mi Sig Sauer en la guantera.

Aunque fuera tarde para hacer reuniones, ahí estaban, yendo hacia una reunión. Ya hacia prácticamente que trabajaba codo con codo con Penguin y no le iba nada mal: tenía un piso fantástico, todos los caprichos que se le pudieran antojar y un chofer que se las podía arreglar el solo.  No eran unas horas muy apropiadas para una reunión pero el cliente había sido bastante estricto que fuera esas horas, Frost no sabía si era para darse importancia o que el hombre sufría insomnio. En medio del trayecto nocturno, cerca del puerto, se escuchó una fuerte explosión que obligo al conductor frenar de golpe para observar lo que estaba ocurriendo. Ambos se quedaron alucinados al ver como una especie de bebe de dos metros empezaba a destrozar todo a su paso, luego se quedaron la pareja mirándose fijamente preguntándose internamente que hacer. Louise finalmente suspiro y se quito el cinturón, la seguridad ante todo, para bajarse del coche y agacharse para hablarle a Ignatius de lo que iban hacer.

Tú ahora te vas a avisarle a ese desgraciado de esa abominación y si le salvas el culo seguro que nos hará una gran oferta, mientras que yo me encargo de eliminarlo.

El hombre quería reprochar algo pero al ser su jefa y una mutante rara veces podía llevarle la contraria. De mientras que el rubio se lo pensaba ella se quitaba su hermoso y largo abrigo de piel para dejarlo en el coche, luciendo sus típicas mallas. Una vez entendido el plan se marchó rápidamente de ahí mientras que Frost se acercaba a ese engendro con toda la tranquilidad del mundo, como si el puerto fuera suyo. Cuando estaba a una distancia prudencial creo un fuerte muro solo una parte del bebe, dejando vía libre hacia el mar. Si se caía al agua ¿se ahogaría?

¿Por que estaba en Gotham? Era una ciudad que no estaba muy lejos que la suya y era “nueva” en el sentido de que no había estado hay siempre, era una de las ciudades que apareció tras la colisión como Metropolis, esta ultima siempre le hacia un poco de gracia, ¿No se supone que una ciudad ya es una metrópolis? Vaya forma mas vaga de llamar a una ciudad.  Volviendo a la pregunta principal, Martha había decidido hacer un rápido viaje en tren asta la ciudad gótica para inspirarse en el libro que estaba escribiendo últimamente, siempre que se quedaba estancada era bueno salir y fijarse en los alrededores en busca de inspiración, al menos eso a ella le funcionaba. Pero el día no parecía que le fuese a ir bien, nada mas llegar la pararon para hacerle varios controles, nadie se fiaba de una mujer de casi dos metros con la cara tapada, ojos que expresaban la misma vida que una seta y que llevaba solo una mochila para un viaje en tren. Ella había elegido salir muy temprano, buscar un sitio en el que quedarse y luego volver a su casa a la mañana siguiente, era un plan sin fisura alguna. Bueno si, tenia una fisura; con el dinero que tenia solo pudo alquilar una habitación en un edificio de mala muerte, con pagar el suyo propio ya le era suficiente así que cuando viajaba buscaba lo mas barato posible, que mala suerte que barato fuese lo mismo a malo, al menos así era en USA, un Hotel de 3 estrellas en su tierra natal era como uno de 5 estrellas aquí, y la diferencia era igual en cuanto a comodidad se trataba, pero no es que ella lo supiera, solo había estado en hoteles de 3 estrellas cuando era muy pequeña y no había estado nunca en un hotel de USA que no fuera barato.

Ya estando “acomodada” en su habitación, tirada en la “mullida” cama se acordó que había venido a esa ciudad para inspirarse, necesitaba una ciudad oscura y que “apestase” a delincuencia, y por lo que ella había leído por el mágico lugar de Internet, esa era Gotham, bueno, y la mitad de las ciudades de USA , no es que fuese el lugar mas seguro del mundo teniendo casi toda la población derecho a poseer armas de fuego y habiendo tanta gente que quería ser un héroe... o un villano, ambas cosas son malas, para Martha claro.

Nada mas salir de su hotel se le hecho encima el aspecto de la ciudad, era un poco parecida a la ciudad en la que residía, pero esta era mas... “gotica” ¿Era esa la palabra que buscaba? Los edificios la hacían sentir pequeña ,si, pero su arquitectura parecía simular a la arquitectura anteriormente mencionada, parece que no sabían que “gotico” era algo despectivo, pero los edifico vistos desde un punto de vista artísticos eran bonitos al menos. Siguió con su paseo, o eso le gustaría si no fuera por el policia que la paro a “preguntarle cosas”, estaba claro que esto pasaría: su aspecto no denotaba mucha confianza a.., bueno a nadie. De todas formas Martha siempre daba la misma respuesta cuando la paraban, dejando al policía en cuestión tranquilo al explicarle que era escritora y que tenia heridas faciales que era mejor no mostrar.

Por la tarde, tras haber parado para comer un poco, siguió con su visita de la ciudad, pero esta vez había añadido algo mas, una cámara. No, no le gustaba echar foto ni echarse fotos, pero quería buscar la inspiración que esas calles le otorgaban pero no quería quedarse mucho rato ahí así que decidió que sacar fotos y luego mirarlas en su casa era lo mejor que podía hacer, no le había encontrado el gusto a la ciudad.

Intentaba sacar las fotos lo mas discretamente posible, pero es no evito que un chaval se fijara en ella, no parecía tener mas de 17 años y eso la tranquilizo, solo le pregunto si era fotógrafa y ella respondió negando con la cabeza, el joven amablemente se acerco a ella ¿Para enseñarle un sitio donde echar buenas fotos? No, para ponerle una pistola en las costillas sin siquiera sacarla de su bolsillo. Martha podría haberse defendido, sabia defensa personal pero tenia la pistola tan cerca que cualquier movimiento seria inútil, no lo vio venir y eso era su culpa, tampoco es que se hubiese metido en los mejores barrios de la ciudad . El chico la guio por callejones oscuros hasta llegar a una zona apartada del puerto, un sitio chungo por así decirlo y el chico se giro para amenazarle con la pistola y pedirle todo lo que llevaba en cima, Martha levanto las manos y asintió con la cabeza, descolgándose poco a poco la cabeza, ayudándose de una mano mientras la otra seguía levantada pero parece que hoy tendría un poquito de suerte, al escucharse una explosión que hizo temblar un momento al chico y Martha aprovecho para abalanzarse hacia el, desarmarlo y tirarlo al suelo lejos de ella, el chico fue a levantarse pero algo hizo que en vez de ir a atacar a Martha, saliese corriendo en dirección contraria ¿Que era lo que le hizo huir?

Al girarse lo averiguo, un monstruo que parecía un bebe gigante estaba destrozando el puerto,  un bebe con una cabeza enorme y un ojo monstruoso “Que bonito, el aborto tuvo un aborto” dejando de lado el asqueroso comentario del Ente, sujeto la pistola un momento para luego tirarla al suelo, no estaba acostumbrada a coger armas y tampoco es que pensara usarla contra el monstruo, una pistola como esa seguro que no le hacia daño. Pensaba en salir corriendo de ahí, pero desde lejos vio a una mujer vestida con... ¿Mallas? Puede que lo estuviese viendo mal, no es que hubiese la mejor luz por ahí pero lo que si vio bien fue el muro de hielo que  apareció delante del bebe, dejando a Martha impresionada, parece ser que la mujer era un mutante pero ¿Malo o bueno? Ninguna de las opciones le beneficiaban a Martha así que pensó que lo mejor era salir de ahí corriendo y lo hubiera hecho si no hubiese sido porque vio un coche parado y dentro parecía haber una mujer, puede que ella le ayudase a salir rápido, y de forma segura, de ahí.  Se acerco al coche lo mas rápida y sigilosamente que podía; no quería ni que el monstruo ni que Elsa con mallas se percataran de su presencia. Al estar cerca del coche pudo distinguir mejor y a la mujer y como una de las ventanillas delanteras había sido golpeado ¿Un robo? Que mas daba eso, dio un toquecito en su ventanilla para llama la atención

-Perdona- le dio un segundo, por si la había asustado al aparecer tan repentinamente -Pero esto se va  a poner feo ¿Me puedes sacar de aquí con el coche, por favor?

Claro que si, no hay nada que diese mas confianza que mirar por tu ventanilla y ver una mujer con media cara tapada en una zona no muy buena de la ciudad que te pidiese que la llevases en su coche, pero bueno, tenia que intentarlo aunque estaba segura que la mujer arrancaría al verla, porque eso haría ella.

p.d:

El gigantesco ojo de la criatura se fijó en esas cosas pequeñas, de colores brillantes y en movimiento que eran las tres mujeres. Lentamente, alargó una mano, dispuesto a agarrar a alguna de ellas… Pero en lugar de eso, se topó con un muro de hielo frío e inmóvil. Su única pupila se contrajo, anticipando el burdo manotazo que se estrellaría poco después contra la barrera, resquebrajándola. Demasiado obstinado como para retirarse (¿o quizás demasiado ignorante como para saber que había cosas que debía evitar?), su respuesta no fue otra que intentar destruirlo para alcanzar lo que había al otro lado. Y, si seguía así, no tardaría mucho en lograrlo.

Quizás habría que tomar medidas algo más drásticas para detenerlo.

Aunque, por otra parte… Era toda una suerte que el monstruo no se hubiera dirigido al mar. No es que fuera mala idea ahogarlo precisamente, por supuesto. El problema es que se habría encontrado cara a cara con la chica de pelo blanco que acababa de aparecer en ese lado de la calle, y que no tenía una muralla tras la que esconderse.

De hecho, Dolphin se había quedado bastante… Confundida. No esperaba que el monstruo fuera así… Ni que hubiera más gente. ¿Qué hacían ahí todavía, teniendo un coche para escapar? Y, puestos a preguntarnos cosas, ¿qué hacían un monstruo y un iceberg en medio de la ciudad? Desde luego, ahí estaba pasando algo raro… Y la atlante difícilmente se iba a quedar sin averiguarlo, aunque las indagaciones fueran a tener que dejarse para después. Cuando no hubiera una amenaza de cerca de seis metros de altura suelta, para ser más exactos.

Parecía que no la había visto… Lo cual era bueno, aunque no tanto si se consideraba que su atención estaba concentrada en preparar un segundo golpe que seguramente derribaría el muro que tenía delante. Sus movimientos eran lentos y torpes, como si no estuviera acostumbrado a ese entorno… O a moverse como tal, simplemente. Con su aspecto, era difícil imaginar de dónde habría salido, o siquiera qué era en realidad y qué quería, si es que pensaba tal y como hacía cualquier persona. De todas formas, preguntarle no parecía una opción viable, al menos de momento. En lugar de eso, Dolphin decidió llamar su atención, arrojándole uno de los escombros que había dejado a su paso a la cabeza, (y delatando, de paso, el hecho de que su fuerza era mucho mayor que la de una persona normal. Aunque tampoco es que le importara mucho guardar las apariencias, en ese momento). Si conseguía herirlo y distraerlo de las personas, seguramente podrían ganar el tiempo suficiente para irse a un lugar seguro…

Y, después, tocaría improvisar. Probablemente sus garras pudieran cortarlo, pero siendo tan grande como era, no servirían de mucho. Y siempre podía llevarlo al agua, aunque, si no se ahogaba o hundía, seguiría teniendo el mismo problema. En ese caso, sólo podría esperar que llegara algún héroe de la superficie. Y hablando de héroes, ¿no era esa la ciudad de Batman? No estaba tan al corriente como lo estaban los respiradores de aire, pero estaba bastante segura de que ese era el feudo del murciélago. Seguramente aparecería pronto, se dijo. No es como si supiera qué haría para encargarse de la criatura, pero si su reputación había llegado hasta las profundidades de Atlantis… Debía ser por un muy buen motivo.

El improvisado proyectil impactó contra la carne de la criatura, deteniéndola antes de que derribara por completo la barrera que Killer Frost había construido. Eso, desgraciadamente, no significaba que le hubiera hecho daño realmente. De hecho, el monstruo no parecía mucho más molesto que por la picadura de un mosquito. Pero no había sido un movimiento completamente vano: Al menos, la cosa se giró… Y comenzó a caminar hacia ella.


Con cada paso, el suelo temblaba un poco. Era una suerte que él no pudiera notarlo, ya que estaba subido a una de las azoteas de aquellos viejos edificios, escondido de la mirada de toda esa gente. Y del monstruo, por supuesto. Principalmente se escondía del monstruo. No le apetecía ni un pelo ser devorado o aplastado: Aunque su vida no fuera nada del otro mundo, se consideraba muy joven como para ser una baja colateral de las que salen de vez en cuando en la televisión, cuando se cuentan en las noticias esta clase de cosas. Y si era así… Supongo que cabría preguntarse por qué no se había ido ya. Es decir, no sólo había perdido la oportunidad de hacerse con algún dinero, sino que además había recibido un placaje bastante importante, para después estar a punto de ser aplastado por un bicho gigantesco. Desde luego, se estaba luciendo esa noche.

Si no estaba de camino a casa era por dos buenas razones. Primera, no tenía una “casa” como tal, sino más bien una guarida en la que se refugiaba él mismo y otros vagabundos, la mayoría aún más pequeños que él mismo. Segunda, que aún tenía algo de decencia encima, aunque fuera algo difícil de creer. Llevaba un tiempo merodeando por ahí, y estaba dispuesto a apostarse todo el dinero que tenía (¡ja!) a que esa cosa tenía que ver con los portales que llevaban un tiempo apareciendo en el interior de los laboratorios. Hasta ahora, nada había salido de ellos… Pero estaba seguro de que era eso. Y si la peliazul podía hacer hielo y la peliblanca era tan fuerte… Debían de ser heroínas. Merecía la pena avisarlas, aunque la del pañuelo decidiera tirarle al suelo otra vez. Quizás pudieran cerrarlo, y evitar que pasara algo más.

Así que se deslizó a un lado, dejándose resbalar por un tejado, y cayó al balcón de debajo con la agilidad de un gato. En un parpadeo, ya no estaba allí.

Spoiler:

Los lamentos me duraron poco, una voz apareció de la nada, poniendo mi ritmo cardíaco a mil por hora. Me encogí en mi propio asiento, pegando mi cuerpo a la puerta del conductor y apretando los puños al frente sin separarlos de mi barbilla, mis ojos como platos revelaban que el susto que me acababa de llevar era más que evidente.

- ¿Qu-qué? – No acertaba ni a tartamudear. Observé lo que tenía enfrente de mí, era una mujer, probablemente una drogadicta de la zona, tenía los ojos apagados y rodeados de ojeras, era de tez pálida y llevaba un pañuelo negro que cubría la mitad inferior de su cara. No parecía que fuese armada, miré de reojo mi guantera y supe que por muy rápida que quisiera ser no podría llegar hasta mi arma – Bueno… Ve- verás – Respiré un poco y relajé la postura – No funciona, de verdad. Aunque ya he llamado a la grúa hace un rato y están de camino – Mentí. Pero, como era lógico, si decía la verdad estaría expuesta y no llevaba muy bien sentirme vulnerable.

Salí del coche y entonces aquella cosa captó mi atención, acababa de descubrir al autor de ese grito inhumano, parecía ser el hijo deforme de Polifemo. Retrocedí un par de pasos mientras habría la boca como un besugo, de repente, aquella mujer pasó a un segundo plano - Ostia puta… Dios santo, una mole de seis metros, se agitaba en el puerto, parecía golpear un muro de hielo, el temblor en el suelo era más que evidente y esta vez de poco me iba a servir mi Sig Sauer. Había una figura femenina justo debajo y si no se apartaba rápido pasaría a ser carpaccio en breve. Lo cierto es que había tardado mucho en reaccionar, había crecido en una base militar, proteger a los civiles era una máxima que siempre había escuchado y asimilado desde muy joven, tenía que evitar que aquello causase estragos.

- Tienes que salir de aquí Dije sin mirar a aquella mujer. De hecho, ella podría haberse ido y no me hubiese dado ni cuenta, ahora estaba más centrada en observar el entorno y ver las posibilidades de acercarme que tenía a aquel monstruo. Extendí las garras entre mis dedos y me dispuse a acercarme con cautela.

Que temblara el suelo cada vez que daba un paso no era una buena señal, eso indicaba que si las estructuras de los alrededores no eran muy firmes había posibilidades de que cayeran, corriendo un gran riesgo de sufrir daños si quería subir a tener mejores vistas del terreno. Y que estuvieran cerca del facilitaba el deterioro de las construcciones de su alrededor si no tenían un buen mantenimiento. Por casualidades de la vida vio como algo golpeaba al gigante logrando llamar su atención, eso indicaba que no estaba sola. Por curiosidad siguió la misma trayectoria que el monstruo pero más rápida y lo suficientemente apartada de el para no ser vista, ocultándose en los contenedores y callejones que habían por el puerto.

Desde las sombras de un estrecho callejón observo como una chica miraba fijamente a la criatura, esperando algo. Como la criatura iba a su ritmo pudo observar en calma el terreno, sonriendo ligeramente. Al estar en el puerto no era extraño encontrarse charcos por las olas del mar, eso le daba una gran ventaja a Killer Frost. Si sus cálculos no eran erróneos el gigante pisaría uno de esos charcos, concentrando su poder en ellos esperando el momento adecuado de actuar. Cuando una de las piernas piso el charco rápidamente lo congelo dejándole inmovilizado una de las piernas. Utilizando los charcos del alrededor creo lanzas de hielo que impactaron contra la otra pierna. La mujer de hielo esperaba que con su ataque él bebe se cayera inmovilizándolo para luego darle el golpe final. Con este tipo de seres era mejor ir rápida y las preguntas después.

Además no sabía si aquella alvina era de fiar o no. No sabía si era la dueña de aquel monstruo o era una mutante que le estaba plantando cara. No sabía que era aquella chica pero una persona normal no se queda normal delante de tal tamaño sin tener poderes o un buen plan. También estaba el factor que había visto algunos rasgos marinos, como escamas, pero con la poca luz que daban las farolas del puerto era difícil distinguir si era maquillaje o eran de verdad.

Se había metido en una situación de la que no era fan para nada. No solo por el monstruo que amenazaba con aplastar a ella y a todas las personas a los alrededores si no porque parecía que no era la única con poderes, entre el muro de hielo y que ahora la criatura se había girado hacia algo, o alguien, le dejaba claro a Martha que había seres dispuesto a hacerle frente al monstruo y ella no se encontraba entre uno de ellos. Como supuso a la mujer del coche no le gusto para nada que alguien con el aspecto que ella tenia le pidiese que la llevase en su coche, inventándose la excusa de que el coche no funcionaba, o puede que fuese verdad pero como estaba mas acostumbrada a que la gente tuviera miedo, o asco, a su aspecto concluyo que seria una mentira, aunque que la mujer saliera del coche le hizo pensar lo contrario, si era mentira y su coche funcionaba ya se habría marchado de ese lugar.

Ahora ambas miraban a la gigantesca monstruosidad que tenían delante, algo le decía que la mujer que había salido del coche no era del todo normal, por su razonamiento de que si fuese una mujer normal sin ninguna forma de defenderse ya se habría marchado... como debería estar haciendo ella. Se lo recordó la mujer al darle el buen consejo de "salir de aquí", eso si que podía hacerlo, no le importaba ayudar a los demás si era necesario ¿Pero enfrentarse a un monstruo? Eso ni soñarlo. Empezó a avanzar hacia atrás aun mirando al monstruo viendo ademas como de entre los dedos de la mujer salían una especie de garras, no podía verlo muy bien desde su posición pero si que parecía eso. Bien, así ella y la otra mujer hortera que parecía controlar el hielo podrían encargarse del monstruo, ella se limito a girarse y echar a correr.

Pero su carrera no duro mucho, de hecho solo duro unos pocos metros, los suficientes como para ser perdida de vista por las dos mujeres que estaban en el puerto, y eso le dio una oportunidad perfecta... pero no para Martha. Cruzando los brazos tras su espalda empezó a caminar con total tranquilidad mientras miraba al monstruo, desde su posición tenia una vista perfecta de lo que estaba pasando, viendo algo que no le gusto para nada. El monstruo estaba siendo parado ahora por un charco que había sido convertido en hielo y que le frenaba un pie y por unas lanzas que habían sido ensartadas en su otro pie, impidiéndole así el movimiento lo que haría que fuese mas fácil acabar con el y había alguien al cual no le gustaba la idea de que todo terminase tan rapido

Con los brazos aun cruzados movió un poco la mano desde atrás y un aura de energía rodeo al hielo que frenaba al monstruo para poco después ser destrozado por esta misma energía, haciendo que el monstruo tuviese movimiento en esa pierna. Penso en hacer lo mismo con las lanzas pero si lo hacia se notaria demasiado, con el hielo de la pierna simplemente parecería que fue el monstruo el que lo rompió con uno de sus bruscos movimientos. Silenciosamente dio unos pasos mas para colocarse en una buena posición para ver la "pelea", no era mas que otra forma de entretenimiento... para el.

No es difícil sentirse como un dios cuando lo ves todo desde cierta altura y cierta distancia. Cuando todo se desarrolla delante de tí, de manera que puedes alterar lo que quieras… Y, al mismo tiempo, ser intocable. Qué bueno es tener ventaja, ¿verdad, criatura? El ser que en ese momento poseía a Martha estaba acostumbrado a esa sensación, y le encantaba. Pero la impunidad, a veces, conduce a la soledad… Y es cuestión de tiempo que una persona solitaria se sienta sola. Como Robinson Crusoe en su isla, como una princesa atrapada en su torre de marfil. Las azoteas de Monstertown no eran ni de lejos un sitio tan elegante para sentirse poderoso, pero, en ese caso, funcionaban igual de bien. O lo harían si nadie lo hubiera visto.

El plan de Dolphin había sufrido un… Pequeño contratiempo. No podía hablar, y por tanto, no había podido decirle a nadie que su intención era llevarse el gato (el monstruo, más bien) al agua en ambos sentidos. En consecuencia, la mujer del hielo había hecho lo que le había parecido, paralizando e hiriendo a la criatura con sus poderes. Algo que, desde el punto de vista de Dolphin, no era muy buena idea.

La atlante no sabía muy bien si los animales terrestres se comportaban como los marinos, pero había una cosa que sí tenía clara: Una vez hieres a alguien, persona, pez o monstruo… Es infinitamente más difícil tratar con él. Basta hacer la prueba con un tiburón para comprobarlo. Y, desgraciadamente, el gigante no reaccionó de una manera muy diferente. Gritó, obligando a la peliblanca a taparse los oídos, y empezó a moverse, en un intento desesperado por liberarse. Sus esfuerzos derribaron farolas y reventaron una tubería subterránea que pasaba poco por debajo del lugar en el que se encontraba. Hasta que, finalmente consiguió liberarse… ¿O no?

Un aura azul había aparecido sobre la superficie helada, momentos antes de que se rompiera como si estuviera hecha de cristal. Eso no era normal, desde luego. La mujer de escamas se apartó todo lo que la calle le permitía, buscando rápidamente con la mirada el origen de aquello… Y creyó encontrarlo, cuando sus agudos ojos grises distinguieron una figura corpulenta sobre una de las azoteas. Cuando creyó que tanto la mujer de hielo como la otra peliblanca la miraban, la señaló… E inmediatamente tuvo que dar un salto a un lado, evitando ser agarrada por aquel bebé monstruoso. Se defendió generando un destello de luz blanca por sus manos, intentando cegar a la criatura… Aunque es posible que sus improvisadas aliadas también se vieran afectadas, si no se cubrían rápidamente.

Las usuarias Dolphin y Chloe Arquero están de baja por inactividad. Por favor, poneros de acuerdo las demás usuarias y notificad en administración lo que queráis hacer con este tema, si concluirlo entre vosotras o eliminarlo. Un saludo.

Si alguna de las ratas que habitaban, nadaban y se reproducen entre los oscuros muelles de ese horrendo puerto pudiera hablar, o siquiera escribir, no cabría duda de que narraría a sus congéneres la épica lucha de tres mujeres contra una espantosa monstruosidad, de tres mujeres y un Ente. La batalla no fue fácil, ni mucho menos, empezando sobretodo con ese último ya mencionado intentando dificultar la tarea a las susodichas mujeres, más la fina visión de una de ellas, que parecía haber salido de los antiguos cuentos sobre sirenas y reinos perdidos, consiguió detectar de donde provenía la desconocida energía que destrozó el hielo y provocó ese daño al gigantesco monstruo.

Claro que aquel ser desconcertante, oscuro y maligno sabía bien cómo esconder sus fechorías y, con el tono agradable pero sobresaltado de alguien que acababa de llegar a la escena fingió unas palabras de apoyo a la causa y escupió una excusa sobre porqué hizo lo que hizo. Puede que no a todas no le sonase muy convincente y, si la situación no fuese en la que se encontraban, le habrían hecho rendir cuentas, más no podían permitirse pelear entre ellas con una montaña de carne y a saber que más poniéndolas a todas en peligro.

Y fue así como, entre “las” cuatro consiguieron hacer frente a ese titán con aspecto de bebé monstruoso. Al principio los ataques de las tres mujeres iban dirigidos al cuerpo y las piernas de la aberración; huesos, hielo y unos rayos de luz que serían un espectáculo de ver desde lejos se clavaban en el cuerpo de la criatura, más este no cesaba su caminata sin rumbo. El Ente, sin embargo, se mantuvo a unos pasos más alejados de las demás con los brazos cruzados mirando a la criatura de arriba abajo, podría parecer, en una primera impresión, que trataba de escabullirse de ayudar a las pobres “heroínas”, al menos en ese momento, a parar al monstruo. Sin embargo, tras unos segundos levantó la mano y señaló al gran ojo que tenía la criatura identificándolo como su punto débil.

Concentraron su ataque en ese punto que, desde su posición de desventaja en el agua, la sirena era incapaz de ver. Así que fueron las tres mujeres las que iniciaron el ataque lanzandole todo lo que tenían sobre el ojo el cual consiguieron atravesar mucho más fácilmente que la dura piel de la criatura, llegando a su cerebro y provocando, al fin, la muerte del susodicho, desplomándose la criatura hacia el suelo la cual tuvieron que esquivar. Una vez en el suelo, la mujer que antes parecía una amenaza, pero que acabó ayudando a derrotar al monstruo, se puso de cuclillas enfrente de la criatura y le pasó la mano por la piel, parecía estar fascinada por la criatura queriendo aprender más de ella. Sin embargo este no era el momento para eso y, tras decidir que lo mejor sería congelar a la criatura para hacerla añicos y que las ratas se divirtieran con los restos, las cuatro mujeres se fueron cada una por su camino, acabando así la historia que, si los animales que habitaban el mar y vieron desde sus ojos vidriosos los sucedido junto a la sirena y los que habitaban la tierra y el aire tuviesen la inteligencia suficiente, escribirán en sus archivos y lo guardarían como un hecho no más que histórico.