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17/07/2018

En el garaje había varios coches, uno para cada uno de sus miembros, todos exactamente iguales y sumamente corrientes y discretos para no llamar la atención. El típico coche que esperarías encontrar en cualquier trabajador de clase media normal. La idea era que nadie que lo viera pudiera llegar a imaginar que la persona que lo conducía era un experto y letal asesino entrenado. Cada uno era, eso sí, de un color diferente: azul, rojo, bronce... Al menos en eso sí podían elegir.

Tenían también una furgoneta negra igual de corriente para los viajes en grupo y un jet colgado de unos soportes del techo para cubrir largas distancias.

El garaje era enorme, lo cual daba la posibilidad de estacionar dentro más vehículos, o incluso transportes más grandes. Además, el hecho de que el jet colgase del techo liberaba mucho espacio en la zona del suelo.

Hacía tan sólo tres días que habían dado la bienvenida a Gaghiel, pero la muchacha había insistido en ponerse a trabajar de inmediato, con un entusiasmo que era digno de elogio.

A media tarde, el general se pasó por allí para ver sus progresos. Escuchó lo que tenía que decir y le acercó una lata de cerveza de entre las que había sumergidas en una nevera portátil cercana repleta de hielo, abriendo otra para sí mismo. No le extrañaba que la hechicera tuviera sed; estaban en pleno julio y hacía muchísimo calor.

- Bueno, estos vehículos llevaban bastante tiempo sin usarse -admitió el general ante sus palabras-. El equipo lleva activo sólo tres meses, y la mayor parte del tiempo hemos estado usando la furgoneta. Ya sabes lo que pasa cuando un vehículo permanece activo demasiado tiempo -dijo mientras se cruzaba de brazos, apoyándose en el capó de uno de los coches, frente a la mujer-. Te agradezco lo que estás haciendo, aunque en realidad no tendrías por qué, ¿sabes? -explicó mientras se llevaba la lata a los labios-. El ejército podría ocuparse de éstas tareas.

"¡A ella le gusta la gasolina!"

Frunció levemente el ceño ante el jocoso comentario de Deadpool. No le terminaba de agradar aquella actitud tan irreverente que tenía siempre, pero sus habilidades y cualidades como mercenario lo compensaban sobradamente, así que, siempre y cuando no se le ocurriera quedarse en calzoncillos en la sala de reuniones lo dejaría correr.

- Vaya, Gaghiel, está claro que tienes muchas habilidades. Lo que leí en el informe se queda corto, estoy seguro de que vas a ser una gran contribución en éste equipo.

Arqueó una ceja cuando la mujer comentó lo de la cruz, preguntándose a qué se referiría.

- Bueno, por lo que veo ya habéis tenido ocasión de intimar vosotros dos. Eso está bien. Estoy deseando ver esas ideas, Gaghiel. Vayamos a buscar a Elektra.


La griega estaba en la sala de entrenamiento practicando patadas de muay thai contra un punching ball negro. Rotando el pie de base hasta colocarlo en un ángulo de 45 grados con respecto al objetivo giró la cadera en la dirección de la patada para sumar fuerza y trayectoria al tiempo que hacía descender el brazo de la pierna que pateaba para así ejercer un efecto "polea" que conferiría aún mas velocidad y potencia al impacto. La patada era baja, destinada a golpear el muslo del contrario y "cortar" los músculos del cuádricep del oponente. Cuando les vio entrar se detuvo y comenzó a hacer estiramientos de piernas y brazos para que no le diera un tirón por el parón brusco de actividad.

- ¿Qué ocurre, general? ¿Tenemos alguna misión?

- No exactamente... Gaghiel quiere enseñarnos algunas ideas que ha estado diseñando para armamento.

Elektra la miró con interés, aguardando la explicación de la pelirroja.

- Yamata-no-Orochi, la serpiente japonesa mitológica de ocho cabezas -sonrió Elektra al reconocer el nombre-. Apropiado, e ingenioso.

Por lo general su arma favorita era el sai, pero eso no significaba que no fuera ducha en otras armas y estilos de combate. Nunca había usado una de esas, pero no creía que le fuera a resultar muy difícil acostumbrarse.

- Me ha gustado el detalle de los tetsubishi. Caramba... cuando el general dijo que nos proveería de todas las armas y equipamiento que pudiéramos necesitar me imaginaba armas convencionales, no armamento especializado y personalizado. Todo un detalle, Gaghiel.

A otras mujeres les gustaba que les regalasen flores. A ella le gustaba que le regalaran armas.

Asintió cuando mencionó lo de la descarga eléctrica. Era algo que llevaba incorporando en sus armas desde que Bullseye la había asesinado utilizando su propio sai. Después de aquella experiencia tenía muy claro que jamás iba a volver a permitir que un enemigo pusiera las manos encima de sus armas.

- Trampa sinóptica con bloqueo biométrico ajustado a mi sistema nervioso -le dijo, mostrándole uno de los sais sobre sus manos abiertas para que no llegara a tocarlos-. Funciona aún mejor que el sistema por huellas dactilares y libera una descarga paralizante que dura sesenta segundos. Puedo dejarte el sai para que lo analices y repliques el mecanismo en la cadena, ¿crees que podrías hacerlo?

Ross había estado observando el despliegue expositivo de la pelirroja en silencio, pero aunque su rostro, por lo general serio, no lo mostrara, en su fuero interno valoraba muy positivamente el trabajo realizado por la mujer, e incluso se permitió algún que otro gesto de asentimiento complacido al escuchar las especificaciones de las distintas armas.

No esperaba encontrar nada concreto para él; el general era más dado a la ofensiva directa aprovechando los dones para el combate cuerpo a cuerpo que la radiación gamma le proporcionaba, y si alguna vez necesitaba una aproximación más cautelosa a distancia tenía acceso a todo el arsenal del ejército americano, así que tampoco necesitaba más, y cuando había requerido algo específico con algún fin determinado adaptado a su particular fisonomía, Tony Stark se había encargado de diseñárselo.

Pero Elektra y Deadpool sí dependían de las armas para hacer su trabajo, así que el trabajo de Gaghiel les supondría una clara ventaja.

Mostró más interés cuando ella les enseñó las granadas. Se acercó a la que la mujer ofrecía de muestra y la analizó entre sus manos.

- ¿Una descarga aturdidora? Imagino que será como los misiles de concusión que tenemos en el jet, pero a menor escala... ¿Qué quieres decir con que los tienes personalizados con cuchilla? ¿Que almacenan cuchillas en su interior?

El general dirigió una mirada a Elektra, que aguardó con interés la respuesta de Gaghiel.

- Guau -dijo la ninja, sorprendida-. Llevas tres días aquí y ya has puesto a punto los vehículos del garaje y diseñado estas ideas para armamento. Te lo estás tomando muy en serio, ¿no? No se puede decir que no seas competente. Avísame cuando las armas estén listas -pidió antes de disponerse a abandonar la sala. Al pasar junto a Gaghiel le puso la mano en el hombro y le susurró-: Por lo de Wade, ni te molestes en tratar de encontrarle un sentido. Dice cosas así todo el tiempo, pero le queremos igual.

Tras un par de palmadas afectuosas se marchó a seguir con sus cosas. Thaddeus lo observaba todo desde atrás, pensativo y satisfecho. Se podría decir que había coaccionado a Gaghiel para que se uniera a su grupo, pues la otra alternativa era la cárcel. Ya la veía motivada cuando le había ofrecido la opción, pero era verdad lo que decía Elektra: se la veía muy implicada, casi más que los otros dos miembros, y no había parado de trabajar desde que había llegado. Estaba siendo muy competente y cada vez estaba más convencido de que no se había equivocado con ella.

- Eh, Gaghiel... -dijo, apoyándole a su vez la mano en el hombro para llamar su atención una vez los demás hubieron salido-. ¿Qué te parece si te tomas unos días libres? No has parado de trabajar desde que has venido...