Se ma' colao' un gitano en casa (17 de julio de 2018) OMEGA - Dick Grayson

Nunca olvidaré las palabras que dijo Terry:

- Estoy seguro. Creo que Jason Todd está muerto.

O cuando busqué en la base de datos del Bat-ordenador. La imagen del expediente de Robin apareció tachada con la palabra “Fallecido”. Tampoco he olvidado la conversación que Bruce y yo tuvimos poco después.

- No fuiste al funeral...
- No me dijiste cuando era…

Bruce nunca me avisó de la muerte de Jason, no me envió siquiera un mensaje. Tuve que enterarme por terceras personas de lo que había pasado. Tampoco hubiera podido ir al funeral aunque lo hubiera sabido. Batman no tenía ni idea de que en aquel momento yo estaba muy lejos de Gotham, en la otra punta del universo. Ojalá las cosas no hubieran salido tan mal. Ojalá hubiera estado allí. Jason y Bruce me necesitaban, por eso tenía que ir a verle.

- Estoy aquí…
- Has tenido suerte. Te entrené bien.

Su voz era fría. Distante. Había mucho dolor en ella, podía sentirlo. Necesitaba acercarme más a él. Pero Bruce no atendía a razones.

- Vamos, Bruce… no he venido a discutir contigo…
- Pues no lo hagas.

Yo también estaba herido. Destrozado. Jason era como un hermano pequeño para mi. ¿Por qué Bruce estaba tan enfadado conmigo? ¿Qué es lo que había hecho mal? ¿Es que nunca estaba contento con nada?

- ¿Estás echándome la culpa porqué me fui? Jason me reemplazó y por eso está muerto ¿Es eso lo que quieres decir? Sabías que Jason no era como yo. ¿Por qué le dejaste ser Robin antes de que estuviera preparado?
- ¡¡NO TE ATREVAS A CULPARME DE LA MUERTE DE JASON!!

El puñetazo que vino después hirió más mi orgullo que otra cosa. Bruce no estaba psicológicamente estable. Yo tampoco me sentía nada bien. No quería pelearme con él, pero esto sucedía continuamente entre nosotros desde que me había independizado.

- No necesito un compañero. Nunca lo he necesitado. Y nunca más lo tendré.

Aquel momento fue un antes y un después de nuestra relación. Bruce cambió, se volvió más solitario y oscuro que nunca. Ya no necesitaba una familia. Ni siquiera era capaz de pedirnos ayuda. Sólo se centraba en trabajar sin descanso, sin distracciones. Quería cargar con la muerte de Jason él solo.

Nunca lo dije en voz alta, pero era cierto que le culpaba de lo que había pasado. Yo también me sentía mal por no haber estado con ellos cuando más me necesitaban. Jason llevaba mi traje de Robin en el momento de su muerte. Era solo un niño. No se merecía morir así...

-...Jason fue mi más grave error; entró en mi peor época, y acabó de la peor forma cuando se precipitó con Joker a ese contenedor de químicos...El es astuto, supo de donde aferrarse, Jason estaba demasiado cegado por la ira; Nunca...nunca encontré...No quedó un solo rastro de lo que él había sido, todo fue disuelto…

Ni siquiera el Jason de otro universo se había salvado de su fatal destino. Parecía que siempre tenía que acabar así, de una manera u otra. Pero en aquel momento el dolor del nuevo Bruce me llegó con claridad. Seguía herido, destrozado, abatido... Pague con él los errores del otro Batman, y me di cuenta de que posiblemente no eran tan distintos entre ellos. Quizás no supe ver que alejarse de los demás era la única forma que tenían Bruce de sobrellevar el dolor, de protegernos de sí mismo.

Se puede decir que hicimos las paces en aquel momento. Borrón y cuenta nueva. Ambos queríamos recuperar la buena relación que teníamos antes de que pasara lo de Jason, y se lo agradezco. Nunca lo admitirá, pero en el fondo sabe que nos necesita, que necesita a su familia para seguir caminando hacia la luz. Y yo también le necesito a él.

Pero cuando creía que todo había terminado, me encontré con Roy Harper.

-  En la colisión me separé de Jay. ¿Él está bien?

Las palabras del pelirrojo me pillaron desprevenido. Jason Todd seguía vivo en su universo. Había sido resucitado por una de las fosas de lázaro y había crecido por el camino de la rabia y la culpa. El Jason de Roy parecía ser un chico diferente al que yo había conocido. Pero ninguno de los dos fuimos capaces de encontrarle. Quizás había desaparecido también con la Colisión... hasta que…

- Sé dónde está.

Stephanie le había visto. Jason Todd estaba vivo. Era real y necesitaba comprobarlo. Pero estaba demasiado acojonado... ¿Y si no me gusta lo que encuentro? No quería tener que destapar viejas heridas con ello. 

Supongo que la curiosidad mató al gato, o a Dick.

Aquella noche salí a la calle vestido de paisano. No quería que Jason viera en mi una amenaza por llevar el traje de justiciero puesto. Eso sí, lo llevaba debajo de la camisa. Por si acaso. Roy me había advertido de que su Jason se había vuelto... un tanto violento. Y no quería llevarme un balazo de gratis. 

Peiné todo Gotham hasta encontrarle. Estaba saliendo de un local de mala muerte cuando se subió a la moto. Le vi el rostro de refilón antes de que se pusiera una máscara roja. Aquella cara me resultaba familiar, sin duda, pero... ¿Sería él de verdad? Sólo tenía que seguirle un rato más para comprobarlo...

Aquella noche llevaba el Ala conmigo. No fue difícil perseguir la moto desde el cielo, y si la hubiera perdido de vista tampoco habría pasado nada. Sabía a dónde se dirigía, Stephanie me había dado su dirección.

¡Bingo! El hombre aparcó en el lugar que había dicho Steph. El chico de la capucha roja era a quién había venido a buscar. Vale, bien, ahí lo tienes, esto… ¿Ahora qué?

Aterricé en uno de los tejados de los edificios contiguos y bajé hasta la calle, ayudándome con la Wingarra. Me coloqué bien la camisa y me peiné hacia atrás con la mano. Estaba muy nervioso, y sin pensarlo dos veces piqué al timbre.

Tenía tantas cosas que preguntarle qué no sabía por cuál empezar. ¿Qué tal iniciar la conversación con un “Cómo estás”? o un… “¡Jason! ¡Cuánto tiempo!” No, no, era una mala idea. ¿Y si no quería verme? ¿Por qué no se había puesto en contacto conmigo antes? ¿y Bruce? ¿Él sabe todo esto? No me dio tiempo a pensar en nada más cuando alguien abrió la puerta. Los labios me temblaron.

- ¿Jason?

La puerta se abrió con firmeza. Detrás de ella había un hombre; alto, de complexión atlética… tenía la mirada turbia, sus ojos azules estaban llenos de odio. El ceño fruncido marcaba un rostro adulto y maduro. Su cabello era negro, pero tenía un mechón rebelde de color blanco que se le escapaba por delante. Me habían dicho que ese hombre era Jason Todd… y no me lo hubiera creído de no ser por esa fila de pecas que salpicaba alegremente sus mejillas y el puente de la nariz.

Joder… mirándolo bien si que se parecía a Jason, sí. Al verlo tan de cerca me había quedado como atontado, tan sorprendido que dejé pasar varios segundos en silencio. Ese hombre era una versión de cómo habría sido Jason si hubiera sobrevivido a la paliza del Joker. Casi podía ver el reflejo del chaval en su rostro, con aquella sonrisa maliciosa y esos ojillos traviesos y brillantes.

Me hubiera gustado acercarme a él y abrazarlo. Y seguramente acabaría por romper a llorar y dejar salir toda la angustia que llevaba dentro, acumulada durante años. Le había echado tanto de menos… me sentía tan culpable de lo que le había pasado... Ni siquiera pude ir a su funeral…

- Lárgate.

Fue entonces cuando reparé en el frío cañón de su pistola apuntándome al pecho. Si disparaba, la trayectoria de la bala iría directa hacia mi corazón. Suerte que había hecho caso de las advertencias de mi amigo Roy Harper y llevaba el traje de Kevlar debajo de la camisa. El disparo no me mataría, pero sí que tendríamos un problema si empezábamos a pelear allí en medio. Un problema bien gordo. Tenía que hacerle ver que no era su enemigo como fuera.

-  Eres Jason Todd… ¿Verdad? - mi boca estaba muy seca, y tuve que tragar saliva para continuar.- Sólo quería hablar contigo…¿Podrías bajar la pistola, por favor…?

No me moví ni un milímetro de dónde estaba e intenté no mostrar mi nerviosismo aunque los latidos del corazón me llegaran hasta la sien. Ese Jason Todd… ¿Me había reconocido? ¿Por qué aquella mirada de odio? ¿Qué le habría pasado?

– No.

Su voz sonó dura y firme, conteniendo el odio y la rabia que luchaban por escapar de sus labios. Los músculos de su brazo se tensaron como si estuviera a punto de apretar el gatillo… pero no lo hizo. Eso era una buena señal, el acercamiento estaba haciendo su efecto. Pero no sabía cuál era el límite, ni cuánto más iba a contenerse Jason…

– Ni yo te conozco, ni tú me conoces. A estas alturas es innecesario hablar de colisiones de universos ni gilipolleces como esas. Así que, a menos que quieras una bala entre ceja y ceja, lárgate y déjame en paz.

Estaba dejándome bien claro que sí me conocía. Sabía quién era Dick Grayson, o al menos, el futuro de Dick Grayson. Que fuera cual fuera no me gustaba si eso justificaba el odio y la rabia que sentía Jason por mi.

Jugaba con desventaja, yo no sabía quién era el hombre que tenía frente a mí, yo sólo conocía a aquel niño travieso que jugaba a ser Robin en un mundo cruel y degenerado. Tenía muy poca información como para continuar con la conversación, pero por lo menos tenía que intentarlo. El diálogo siempre se me había dado mejor, no en vano fui líder de los Titanes.

– Ya sé que no nos conocemos, y me iré si es lo que quieres de verdad… - recalqué la última palabra y después hice una pausa, para dejar escapar un leve suspiro.- Sólo quería comprobar que estuvieras bien… Jason era alguien importante para mi.

Di varios pasos hacia atrás con cautela, para alejar ese frío cañón que taladraba mi pecho mientras sostenía con firmeza la mirada de esos desgastados ojos verdes.

– Pero estás en Gotham… Batman dará contigo tarde o temprano, y entonces… ¿Qué harás?

Si yo había descubierto el paradero de Jason, Bruce también lo haría en algún momento. No tenía ninguna intención de decírselo porque conocía el dolor de Bruce y sabía que aquello conllevaría a abrir una antigua herida. La herida de un hombre que había visto desaparecer a su Robin en un tanque de químicos. Esta situación no iba a ser agradable para ninguno de los tres.

Traté de hablar con calma para transmitir que no había venido a visitarle con ninguna intención hostil, incluso había pensado cada frase con mucho cuidado antes de decir nada, pero aún así... la respiración de Jason fue cada vez más intensa, y su mirada llena de odio me traspasaba el pecho. No soportaba que me mirara así, como si yo tuviera que saber lo que había pasado, como si yo fuera un monstruo que le había destrozado y arruinado la vida. ¿Qué había hecho tan mal? Quiero decir… ¿Qué le había hecho el otro Dick Grayson para que ahora me mirara así?

De pronto, los músculos de su cuerpo se relajaron, liberados de la repentina tensión. Bajó los brazos y con ellos el arma. Al notar aquella sutil reacción me sentí más tranquilo, al menos ya no me apuntaba con la pistola y eso era una buena señal. A continuación, Jason cerró los ojos. Inspiró y expiró tratando de relajarse... ¿Eso significaba que podríamos hablar tranquilamente? ¿Había esperanza para nosotros?. Si había alguna se desvaneció en aquel mismo instante, cuando avanzó su cuerpo hacia mi y me propinó una patada fuerte en el pecho. Mi cuerpo se echó hacia atrás por el golpe pero no perdí el equilibrio. Instintivamente me llevé la mano al torso, acariciando el lugar en el que me había golpeado. La patada me había hecho daño, pero se notaba que se había estado reprimiendo, aún podía sentir esa rabia acumulada en el tono de su voz. Pero lo que más me dolió fue el significado de aquel acto. Me sentí doblemente rechazado, quería que me alejara de él.

–Si Batman da conmigo, se comerá la bala que tendrías que haberte comido tú

Su frase me heló el cuerpo, y un escalofrío recorrió mi espalda hasta erizarme los cabellos de la nuca. ¿Realmente me odiaba tanto como para matarme? ¿O es que se estaba echando un farol? ¿Y ese odio visceral hacia Bruce? No podía entenderle, era incapaz de entenderle si no me lo explicaba…

El Bruce de mi universo perdió la cordura cuando Jason murió, y no hizo más que culparse a sí mismo por lo que había pasado. No hubo ni un sólo día en el que no pensara en la muerte de Jason. Se encerró en su profundo pozo lleno de oscuridad y se apartó de mí y de Barbara. Nunca más volvió a ser el mismo. ¿Por qué le odiaría Jason? Nadie tuvo la culpa realmente de lo que pasó...

- ¿Por qué sientes tanta rabia, Jason? No sé qué es lo que te pasó con el otro Dick Grayson, pero no soy él, así que esperaba que pudiéramos hablar como dos adultos y resolver esta situación de otra manera... - una que no implicara meterme una bala entre las cejas, claro.- Mi Jason murió cuando tan solo era un niño, él era como un hermano para mi… incluso estuve dispuesto a adoptarlo antes de que lo hiciera Bruce… - confesé, desde lo más profundo de mi ser. Nadie podía negar que yo quería muchísimo a ese enano.-  ¿Seguro que no podemos hablar? Déjame acercarme a ti...

La mirada de Jason no se suavizó en ningún momento. Si tuvo algún cambio sutil fue únicamente para volverse más afilada que antes. El ex-Robin dejó pasar unos segundos de silencio antes de contestarme. Aquel momento se me hizo eterno, pero esperé, inquieto, siempre vigilante. A punto por si tenía que esquivar una nueva patada, o lo que era peor, un disparo de ese cañón plateado y frío que me había helado el pecho.

– Ya sabía que no eras el robin más listo, pero esto ya roza la subnormalidad, ¿no? – noté el ligero cambio de peso de su cuerpo, y ya no estaba igual de tenso que antes. ¿La charla estaba haciendo su efecto?– Quizás en este universo tener el coeficiente tan bajo es lo normal, pero yo no estoy acostumbrado a tratar con gente tan idiota. Lo siento, mi culpa.

–Y tú siempre has sido un niñato maleducado, Jay…– Mi sonrisa se acentuó durante un segundo. ¿Esperaba molestarme con esos insultos? Subnormal, coeficiente bajo, idiota… ¿Qué teníamos? ¿Tres años?

– Como eres un poco tonto, – ¿Otro insulto que debo añadir a la colección de “Jason me odia”? –te lo voy a explicar de forma que puedas entenderlo y así dejes de hacer el ridículo. - Bueno, al menos estaba dispuesto a hablar. Punto para mi. –Tu Jason, ése del que hablas, está muerto. No me importa cómo mierdas murió, pero sigue así, con su cadáver descomponiéndose y siendo alimento de pequeños bichitos, ¿ok? – mis ojos se estrecharon en aquel instante. No tenía derecho a hablar así de mi Jason. No tenía puta gracia que se hubiera muerto, y menos de aquella manera tan horrible.–Mi Richard Grayson también está muerto, ¿y sabes por qué? Porque hubo una colisión de universos, y él dejó de existir. Tú quieres hablar como dos adultos, y resolver una situación. Pero, es que, no existe tal situación, porque tú y yo no nos conocemos –señaló– porque ni siquiera venimos del mismo mundo. Y yo quiero que siga así, ¿y sabes por qué? –Fue en ese momento cuando noté el veneno que fluía en su voz. Lo había malinterpretado, Jason no estaba más calmado que antes, al contrario, estaba conteniendo la rabia, la ira y el odio con un discurso que parecía irónico y tranquilo. –Porque mi Richard Grayson, a pesar de ser un hijo de la grandísima puta, se merece un respeto, ése que él no me dio, pero que yo si lo voy a tener con su memoria. Por ello, aunque nadie más que yo recuerde su existencia, no voy a sustituirle por una copia…barata, patética y bajita. ¿Entiendes ahora?

–Lo entiendo, lo entiendo perfectamente.–dije cruzándome de brazos y manteniendo su mirada rabiosa.- Gracias por ser tan amable de explicármelo.–seguí con su juego, con la ironía y la dulzura falsa de sus palabras. Debo confesar, que su última frase me había herido más de lo que debería. ¿Porqué me estaba esforzando tanto acercarme a ese energúmeno que no era mi Jason? Esperaba que fuera más difícil encontrar la respuesta.

–Pero no vuelvas a hablar así de él. No hables así de ti. Si estás intentando provocarme no vas a conseguirlo, Jason.–esta vez me puse serio, y abandoné el tono irónico para que viera que no me iba a dejar intimidar por nadie– Piensa lo que quieras, pero soy el único Richard Grayson que queda en el universo, y tú el único Jason Todd. No te he pedido en ningún momento que le sustituyas por mi, igual que yo no voy a olvidar jamás a mi Jason. Pero voy a dejarte clara una cosa.–Estaba jugando con fuego, y si no tenía cuidado podría caer directamente a las brasas. –No vas a librarte de mí tan fácilmente. Porque Richard Grayson, sea del universo que sea, se va a seguir preocupando por Jason Todd. Y si te metes en algún lío lo sabré. –Le mantuve la mirada, desafiante.– Y te guste o no, estaré allí para ayudarte.

No esperaba aquel tipo de reacción, aquella risa carente de emoción y llena de ironía. Fue una larga y falsa carcajada que parecía no terminar nunca. Pero cuanto terminó, se ahogó en un pequeño llanto que casi parecía el quejido de una criatura siendo torturada. Aquella risa no expresaba ninguna otra cosa más que dolor.

La conversación no estaba llegando a ninguna parte. Había caído de la sartén directamente a las brasas, y ahora sólo estaba avivando aún más el fuego de la desconfianza de Jason. Después de toda la charla, no había conseguido acercarme a él ni siquiera un poquito. No había progresado. Aquel intento de hablar con Jason Todd estaba siendo un verdadero fracaso. Uno de muchos que añadir a mi larga lista, en las que se encontraba el atentado de Blüdhaven y el accidente de Barbara con el espantapajaros.

– Hablar como me salga de la punta de la polla de una versión de mí mismo que está muerta, no es provocarte, egocéntrico, es dejar claro que no me importa. No tienes ni puta idea de cómo soy yo, o de cómo reacciono, ni siquiera de qué puede pasarseme por la cabeza, porque no me conoces. Yo también morí, me puto asesinaron. Y resucité. Y no tienes ni idea de cómo fue mi muerte ni de cómo regresé de entre los jodidos muertos, y en este mundo no existe nada que pueda contártelo, porque todo eso se desvaneció con mi propio universo.

– Moriste como mi Jason, en un incendio, tras la paliza del Joker con la palanca. Después Thalia te resucitó en una Poza de Lázaro.– Me di cuenta de que lo había dicho en voz alta, y eso podría hacer enfurecer más a Jason. Estaba siendo demasiado temerario, incluso para ser Richard Grayson, el hombre que le gustaba vivir al límite y pasearse por la cuerda floja. En aquel momento no pensé antes de hablar, quizás no había sucedido así, quizás Jason se había caído por un puto acantilado del Himalaya. ¿Quién sabe? Pero por alguna razón sentí una pequeña corazonada. Roy me había hablado de su Jason, y extrañamente se parecía mucho al hombre que tenía delante de mí.

– Si me conocieras sabrías, que lo que seguramente tú interpretas como “meterse en líos”, es mi forma de ganarme la vida, en este mundo y en el que procedo. Y que, seguramente, lo que para ti sería “ayudarme”, para mí sería joderme la existencia, como estás haciendo justo en estos momentos.

¿Porque estaba haciendo esto? ¿Por qué seguía haciéndonos tanto daño? Ya me había dejado claro que no quería verme ni en pintura. Aún así, estaba tratando de averiguar de dónde procedía aquel odio tan visceral. ¿Le estaba jodiendo la existencia? ¿Tan malo había sido mi otro yo con él? ¿Tanto daño le provocaba nuestro encuentro?

Había venido en busca de respuestas, tratando de compensar lo que no pude hacer por el Jason de mi universo. Por no haber impedido que fuera masacrado. Por no haber ido a su funeral... Una parte de mi tenía miedo de lo que podía encontrarme esa noche y la otra me daba esperanzas. Quería volver a ver a Jason, abrazarle, llorar con él. Decirle que nunca más volvería a dejarle ir... Pero ese Jason era muy diferente al que yo recordaba. Aún así, pedirme que no le ayudara, que no me implicara en su vida era como pedirme que dejara de ser yo mismo.

– Ya sobreviví a un Bruce Wayne y a un Richard Grayson, no quiero hacerlo otra vez.– Su voz sonó quebrada en cuanto pronunció el primer nombre. Sus ojos seguían mostrando esa rabia y ese odio que para mí eran todavía incomprensibles. Estaba sufriendo… Dick Grayson le hacía daño. Yo le hacía daño. Aún así, podía haberme disparado. Había tenido mil oportunidades para apretar el gatillo ésta noche. Y no lo había hecho.

–Lo siento… – confesé con la voz desgarrada. Tragué saliva al notar mi garganta seca, y el escozor de mis ojos. Podía ver a aquel niño travieso a través del rostro herido de Jason. No estaba aquí para hacerle daño. ¿Por qué éramos incapaces de entendernos? – Supongo que tienes razón... no debería haber venido. No sabía lo que estabas sufriendo. – dejé escapar un largo suspiro, y Jason lo aprovechó para volver a calmarse y cerrar los ojos – No le diré nada a Bruce, ni volveré a picar a tu puerta. Pero ambos trabajamos en Gotham y seguro que coincidiremos en algún momento. De todas formas, si decides cambiar de idea, ya sabes donde encontrarme… – metí la mano en el bolsillo y saqué uno de los comunicadores que había fabricado en mi momento solitario en Blüdhaven. Me agaché lentamente y lo dejé en el suelo. No esperaba que lo cogiera. Lo más seguro era que lo dejara allí tirado o lo rompiera de un pisotón. Pero tenía que intentarlo, ¿no?

– Este universo es una mierda, ¿verdad? No para de hacernos daño... ojalá volviera a ser todo como antes… – y sin quitarle el ojo de encima, saqué la Wing-garra y apunté al edificio contiguo. Disparé sin pensarlo dos veces, y el gancho se aferró a uno de los balcones.

– Adiós, Jason.– me despedí. Pero sabía que aquella no era una despedida real. Íbamos a volver a vernos, tarde o temprano, quisiéramos o no. Vivíamos en el mismo universo y patrullábamos la misma ciudad. Y Dick Grayson iba a estar pendiente de lo que le pasara a Jason Todd, fuera quien fuera.