[Mini-Evento] Europe's living an invasion. El puente de Londres se va a caer... (Rocket Raccoon, Kara, Singularity, Alice Delaney). 28 de marzo de 2019.

- ¡AH, MIERDA! ¡NOS HAN DADO! ¡YA LO SÉ, YA LO SÉ! Maldita sea, ¡CÁLLATE YA, MALDITA CHATARRA!

Aquel tiro tan sólo nos había rozado pero fue suficiente para que la alarma de aquella nave se activara. No era la Milano, ni por asomo: la Milano es seda bajo mis zarpas y ahora tengo un trozo de roca que me eriza la piel en cada giro. ¡MALDITA SEA! Voy a tener que hablar seriamente con Cosmo sobre lo que es una buena nave y lo que no lo es. ¡MALDITA ALARMA!
Los badoon habían sido listos, muy listos. Con ese pequeño grupo de naves sería entrar y salir, sin que nadie pudiera detectarles, pero si nosotros lo habíamos conseguido, estoy más que seguro que no seríamos los únicos. Pero según lo que nos había contado Quill y tal y sabiendo como actuaba el concilio de federaciones... Terra estaba sola, y nosotros también, así que si queríamos defenderla contra la invasión tendríamos que usar todos nuestros recursos, y eso incluía a los mismos habitantes de Terra, como los Vengadores o la Liga de la Justicia esa.

- Será mejor que esos terranos muevan el culo si quieren salvar su planeta. - Una nave de combate se me cruzó por delante y una segunda quiso usar ese pequeño contratiempo para abatirme. ¿Éstos sabían contra quién se estaban enfrentando? Cuando la segunda nave disparó yo ya había desacelerado y echado el mando hacia atrás, elevando el morro de la nave, dando una curva y un giro a la vez para disparar a la segunda nave y destrozarla. Seguí la trayectoria viendo en pantalla que la primera nave nos estaba persiguiendo, disparando y fallando por poco. Di un giro hacia la izquierda, luego hacia abajo, rozando el asfalto de la calle y subiendo a toda prisa disparando a la vez. La nave se partió en dos y yo pasé por el medio de los escombros. - ¡AHAHAHAHAAAAAAAAAAAAAAAAA! ¡SEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE!

Un movimiento brusco hizo que me percatara que la nave había sufrido algún daño. Como había dicho, esa no era la Milano, y no tenía la misma fluidez. Comprobé el terminal y vi que tenía una de las dos alas algo tocada. Joder, mierda... Y justamente en ese momento al pasar en un barrido por encima del ejército badoon, disparando como un poseso, me percaté de alguien que no esperaba ver en aquel ataque: Padre Diablo. ¡Mierda! ¿Qué hacía ese ahí? Tal y como estaba la cosa tenía solo dos caminos: o seguir despejando el cielo o bajar a la calle y cargarme a todo el que se moviera. De momento le pedí a Groot que saltara y se hiciera cargo de cuantos badoon pudiera mientras esperábamos a la ayuda.

Maldita sea, ¡¿por qué los terranos son tan lentos?!

- ¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAARRG!

Y entonces se levantó con una sonrisa y empezó a cantar

Singularity había encontrado una afición. Había descubierto que sentarse a mirar los pequeños soles de colores de aroma dulce del campo era más entretenido de lo que esperaba. Sin embargo nunca nadie le había hecho una observación o sugerencia respecto a ello. Sin embargo, desde su encuentro con la humana abisal había descubierto que los soles submarinos eran incluso más bonitos. Que el fondo de la tierra hacía sentir algo muy agradable y parecido a lo que se siente en casa.

El elemento fluido es la nueva cosa favorita de Singularity, y en el lunar de tierra que los humanos llamaban Inglaterra, caía mucha agua. Sus pies flotaban sobre el aglutinado y duro suelo, como si levitase de puntillas mientras su entorno hacía lo común cuando ella pasaba por al lado, soltar destellos con esos rectángulos de color oscuro. Pero la sonrisa no se desvanecía.

Hasta que esas cosas suenan. El cielo empieza a vibrar pulsante en las ondas que llaman sonidos y alza la mirada blanca bicolor hacia el filtro azul claro. Frunce el ceño ladeando la cabeza, confusa ante esos puntos irregulares en el cielo. Algunos destellos de luz que antes iban a la mujer galaxia ahora se giran a esas cosas. Nadie sabe si es malo o bueno hasta que cae el primer disparo y un coche salta sobre una cría humana dispuesto a aplastarla. Ella levita con más celeridad y envuelve a la pequeña en una esfera protectora. Más intensidad en el llanto de la pequeña hacen que ella sonría para intentar animarla. Un hombre y una mujer tratan de volcar el coche y cuando lo hacen, se recompone. Ellos cogen a la cría en brazos y asienten con la cabeza antes de huir.

Se gira sobre sus pies. Por su suerte no es antimateria.

Las puertas pierden el objetivo protector y se abren, dejando ver unos seres del color de la hierba que están muy enfadados. Gritan alto, hablan de no dejar ningún ser vivo, de escoria humana y de matarlo todo . Pero entonces la nave veloz destruye una de las suyas. Es distinta, no vienen enfadados. Ella se alza para poder ver a los tripulantes. Uno de ellos también tiene el color de la hierba, y sólo ha conocido a uno como él. Sonríe contenta de ver a sus amigos y espera a asegurarse que son ellos. Las experiencias en la tierra le han enseñado que confundirse es muy común. Amigas que ya no la recordaban, conocidos que sólo se parecían…
Pero cuando la nave rozó el asfalto los pudo ver bien y dio dos aplausos antes de que un ligero “pop” la hiciera desaparecer para aparecer aferrada al techo de la nave, con la cabeza y pelo flotantes asomando desde la parte superior del cristal. -¡Hola amigos!- Grita tranquila mientras el árbol se levanta para defender al mamífero de los hombres de color de hierba. - ¿Ayuda? - Pregunta mirando a Rocket, su amigo de alguna aventura espontánea en la que nunca tenían pensado encontrarse. Entonces tres disparos se acercan a la cola, cuello y cabeza de él. Pero Singularity se estira, cubriendo toda la zona y los disparos se pierden en su vientre, dejando una zona algo más translucida en la galaxia, que al cabo de unos segundos desaparece. Frunce el ceño y levanta el morro replegando la palma de sus manos frente a los dos Badoon que disparaban y suelta dos rayos de energía azul-blanca que con un ligero sonido les derrumbó, tumbados de espaldas a la situación. Se gira, mira a su amigo y la sonrisa vuelve, preparándose para lo que venía. Puede que no fuese antimateria, pero tampoco era fácil.

La misma escena se repetía por todo el cielo.

Como si el cielo pintase una rosa por cada enemigo derribado.

…escuchó una explosión.

No el sonido de las explosiones que desataban los misiles aliados, ni el chasquido eléctrico y siniestro de las armas de energía enemigas, fue algo más parecido a un accidente de tráfico.

“¡Eh, de nada tío, para eso estamos!”

“¡ES UNA FANGIRL! ¡REPITO BASE, ES UNA FANGIRL METAHUMANA VESTIDA COMO SUPERMAN!”

OOC: Dadme un toque si veis que estoy más de una semana sin contestar, que es que el foro no me ha notificado (como esta vez). Cortadme la cabeza.

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Los crujidos de las cosas del mamífero eran como altavoces de lluvia. Repetía, vibraba, pero era constante. Un Rrrra-ta-ta-ta como cuando las gotas se chocan contra algo duro como un cielo de mentira de los que hacen cuevas en la ciudad. Pero esa lluvia no le gustaba a Singularity.

Los ojos de su amigo eran pequeños. Ahora sus amigos también estaban enfadados, como los hombres de hierba. Quería hacerle daño a la nave y la golpeaba sin parar aunque no podía. Entonces su amigo, después de saludarla le pidió un favor y ella miró al árbol sonriendo y asintiendo. Le señaló con la punta del dedo -Calles- Dijo dándose cuenta de la palabra que le había dicho el animal. ¡Casas! ¡No eran cuevas de ciudad!. Sonrió y se señaló a sí misma -Casas- Indicó super orgullosa de su aprendizaje, pero entonces apareció otra humana.

-¡Hola!- saluda tan alegre como siempre, solo era chica verde en los ojos, así que podía ser amiga. Pero preguntó si podía ayudar y ella no camufla su preocupación -Peligro- dijo segura de lo que hablaba. Volvió a señalar a Groot con la punta del dedo -Protege- y luego señaló a Alice. Desvió la mirada a la casa más cercana y voló a gran velocidad dejando una levísima estela azul brillante por la rapidez.

La casa tenía soportes, ojos cuadrados que brillaban mucho y tenían muchos símbolos y una flecha en su interior, gente que corría hacia abajo. Pero esa casa estaba rota y la gente de arriba no podía correr. Singularity vuela tan alto como puede en el edificio y ayuda a la gente de arriba. Llega con otro “pop” y ve a la gente queriendo hacerse daño también. La energía de sus vidas se apagaba cuanto más se intentaban fusionar en la escalera. -¡No! Ayuda- dice para que se giren a verla. Se acerca a ellos levitando y el intento se vuelve más intenso. Pelean más fuerte para fugarse de ahí, pero ella solo sonríe. -Ayudar- Tiende una mano al humano que tiene más cerca, esperando que la tome y se deje ayudar, pero no sucede así.

El humano grita y tiene miedo de su ayuda, y ella no lo entiende. Decide agrandarse dentro de la habitación deformando su cuerpo acostumbrado para expandirse -Dentro de Singularity. Sitio seguro- Dice entonces viendo la duda en los rostros humanos - Riesgo o muerte- termina tratando de aclararles las opciones y los humanos de arriba se giran, caminando con duda hacia ella, hasta que se introducen poco a poco. La gente de la estructura más alta se metió dentro de la galaxia y cerrando los ojos con concentración se teleportó a una zona de la costa en unos segundos. Allí creció con comodidad y fueron saliendo poco a poco. -Aquí vida. ¡Adiós Amigos!- Sonríe con preocupación y ahora, sin equipaje se teleporta de forma automática de vuelta a la siguiente estructura hacia abajo de la misma casa. Quiere repetirlo pero antes comprueba que su amigo árbol y la nueva amiga están bien -¿Duele?- Pregunta a Groot y la chica de ojos de Kryptonita con un gesto leve de angustia por ambos, estar frente a los hombres verdes era arriesgado.

- Exacto. Exacto - le contesto a Singularity, señalándola con una sonrisa. Tal vez era porque me había pasado casi toda mi vida al lado de un árbol parlante que sólo decía "yo soy Groot" pero podía contarme como uno de los pocos que entendía a la galaxia cuando se ponía en ese plan. ¿Qué? Tengo otras aptitudes aparte de disparar, montar cosas, estrategia... ¿Quién me querría tener de enemigo? Si soy la... mierda, demasiado tiempo al lado de Quill también.

Una voz conocida hace que me gire y me quede totalmente descolocado. Habíamos conocido aquella mutante tiempo atrás en Nueva York. ¿Pero qué...?

- ¡Alice! ¿Pero qué...? ¡¿Qué demonios haces aquí?! - Una explosión sobre nuestras cabezas hizo que me agachara, devolviéndome al presente. No era momento de ponerse en plan "qué haces aquí - no deberías estar aquí", etc. - Bien, si quieres ayudar entonces nos vas a ayudar. Escucha: quiero que acompañes a Groot y peinéis todo éste barrio, casa por casa. Groot te protegerá mientras ayudáis a los terranos a ponerse a salvo. Buscad policías, médicos, bomberos, cualquiera que os pueda ayudar y que se una. Hay que sacar a todos los civiles posibles de la zona de guerra antes de que los badoon decidan pulverizar por completo la zona. Groot se encargará de los grupos que os salgan al paso y despejará el camino.
- Yo soy Groot...
- Bien... - me giré hacia Singularity para ver si se había enterado de lo que había dicho pero ella ya estaba haciendo su trabajo... ella y su mundo, en fin...

Una serie de explosiones hicieron que volviera a encogerme y mirara hacia arriba. De los creadores del tío con capa roja y mono azul que viaja hasta el sol nos llega una versión femenina, rubia y con falda que estaba reventando las naves badoon... y menuda forma de reventar naves. ¡MADRE MÍA! ¡ESO SI ERA EFICACIA! Seguro que a Quill le gustaría saber eso...

- Vale, nuevo añadido al plan: intentad llamar la atención de esa chica - les digo señalando el cielo hacia la mujer con la capa roja. Groot se quedó mirando el cielo y luego a mí con esa mirada que suele poner cuando no entiende a qué viene eso. - Decidle que busque y se encargue de la nave nodriza. Si es tan buena destrozando naves badoon estoy seguro que podrá encargarse de la nave nodriza. Así seguro que conseguimos cambiar las tornas. - Dicho ésto, preparé mi fusil de pulsos y salí a la carga en busca del gilipollas de turno.
- ¡¿Yo soy... Groot?! - me pregunta el grandullón cuando estaba a punto de meterme en un callejón.
- No lo sé. Improvisad. Haced señales de humo, tiradle una roca. ¡Lo que sea con que baje para hablar! - No tenía tiempo para quedarme junto a ellos. Me despedí con aquella frase mientras Singularity volvía y yo me metía por fin en aquel callejón.

Padre Diablo estaba suelto.

OOC: Le he intentado dar un poco de celeridad, si no se puede no se puede.


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Al regresar los ojos sin pupila miran a su alrededor. Una parte del interior más recóndito de las emociones de Singularity esperaba verlo solucionado. Por otro lado la galaxia lo único que quería hacer era ayudar. Veía a su amigo de poca estatura luchando porque sus piernas diesen más de sí, deslizándose por un callejón. Sin que en su rostro habitualmente reflexivo lo mostrase, se siente sumamente triste al pensar que no había podido despedirse de tan querido amigo.


La hembra de ojos vegetales parecía inmóvil en comparación a los seres de su entorno. El amigo Groot alza los brazos con fuerza junto con todos los terranos. ¿Le estaban haciendo daño a la hembra…?
Singularity se acerca con lentitud levitando un par de metros, como si por un instante el sonido de metralla, choques, explosiones y gritos hubiese dejado de existir. Pero no, al cabo de un instante descubre para su calma que Alice sólo permanecía en una posición más pasiva, mientras que los otros se detenían a observar algo que la galaxia no comprende la relevancia que tiene. Frunce el ceño extrañada sin entender el por qué de esa pausa en medio de una situación peligrosa para sus vidas como lo era aquella.


Detrás de esa confusión y la sensación de desconcierto ante no saber cómo actuar, ya que no comprendía esa conducta, la galaxia recupera la calma tras cerrar los ojos un instante y vuelve a entrar a la acción, recuperando la mentalidad concentrada. Vuelve a mirar su entorno pero esta vez no busca a sus amigos si no a más humanos en peligro. Parecía que sus amigos habían dejado la zona sólo con materia inorgánica o con materia orgánica sin sistema nervioso conectado al dolor. Asciende con velocidad en vertical para poder comprobar la visibilidad desde arriba hasta que se encuentra con la kyrptoniana en la tierra. Esa perspectiva le permitía ver cómo todos los de abajo alzaban los brazos hacia ella. Miró a la de pelo de sol, golpeó su hombro con el índice un par de veces y luego le señaló el suelo para luego mirar ese trozo terrestre de nuevo. Los humanos de esas calles al fin estaban a salvo pero a pesar de ello la galaxia se sintió feliz al comprobar que seguían corriendo. “También aprenden” Piensa en un último gesto y ve frente a ella una nave de los hombres verdes yendo directa en línea recta.


Frunce el ceño con enfado, cargando toda la rabia que se siente hacia quien intenta dañar lo que quieres, carga los hombros echando los codos hacia atrás por los costados de su cuerpo y uniendo sus manos delante de ella desprende un rayo de energía que divide la nave en dos, dejando las entrañas de la nave deslizándose a cada lado de la galaxia, hasta que finalmente dos partes del vehículo caen tras ella. Se gira y asiente al ver los resultados. Luego empieza a buscar con la mirada el origen del mal. Todo mal tiene su origen… excepto él.


Pero no es momento de pensar en él. Por lo que había conocido desde su despertar, todos los grupos amplios de mal tenían un origen, era como si una punta de lanza se clavase en la felicidad del planeta y hubiese que buscar la cúspide, lo que más duele, lo que abre el camino al resto de esa arma. Busca diferencias. Naves que no parezcan las crías de pájaro yendo en manada sino a la madre que controla el nido y quien si desaparece los demás mueren de hambre y con ello sobreviven sus amigos, los buenos.


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OOC: Después de esto (que como tampoco sé cómo está situado ni si es visible o distinguible no puedo rolearlo) Singularity irá directa a por la nave nodriza con intención de destruírla con energía o proteger a los que estén allí, pero en principio destruirla.

La invasión seguía, pero en un pequeño rincón de Londres, en un pequeño círculo, un grupo de personas levantaban las manos y gritaban al cielo sin que nadie les molestara y sin que nadie les disparara. Guiados por la voz de Alice, todo el mundo intentaba llamar la atención de la kryptoniana, la cual seguía "rindiendo cuentas" con las naves invasoras y ayudando a los aviones aliados. No fue hasta que la adorable galaxia le avisó con un sutil "boop" en el hombro y ésta se giró, preparada para defenderse pero desarmada al encontrarse cara a cara con la galaxia. Ésta le avisó del grupo de personas y la kryptoniana voló en dirección al grupo para saber qué pasaba, o qué querían decirle.
Mientras le informaban de la presencia de la nave nodriza y que si querían detener la invasión tendrían que encargarse de ella, dos mitades de una nave cayeron en ambos lados del grupo. Un milagro que no los hubieran aplastado. Un milagro con forma de un millar de estrellas.
La kryptoniana no necesitaba saber más: con fuerza retomó el vuelo, se encaró con Singularity quien parecía estar buscando algo y la alentó para que la siguiera, directa hacia las nubes y más allá.

El cielo perdió la pista de la kryptoniana, y en su lugar, algo bajó: cometas de fuego que caían directos a la capital inglesa.

- ¡YO SOY GROOT! - gritó el guardián, a tiempo del impacto de los cometas.

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Más allá de los edificios escuchaba el sonido de la guerra: armas de fase, casas destruidas, naves que rompían la barrera del sonido... ¡ARGGH! Tenía que confiar en ellos. En la terrana y sobretodo en Groot. Podía dejárselo a ellos y a Singularity. ¡Claro que si! Además, yo tenía otro trabajo que hacer. Uno que solo podía hacer yo... o eso pensaba.

Acababa de salir de una casa en ruinas, siguiendo el rastro de Padre Diablo. Había pasado por allí sin duda: los dos cadáveres de los policías en la esquina de la pared me lo confirmaba. Dos tiros perfectos. El estilo de Padre Diablo. El silencio seguía mis pasos mientras perseguía a ese maldito...
Unos casquillos llamaron mi atención. Levanté mi arma preparado para disparar y esquivar, pero no había nadie: eran guijarros de una pared en ruinas.

- ¿Dónde miras?

¡MIERDA! ¡DETRÁS DE MÍ!

Salté hacia un lado impulsado por mis botas cohete y escuché el silbido de los tiros que rozaron mi pelaje. Me giré en el aire y disparé una ráfaga contra Padre Diablo. El muy hijo de... se volvió una nube negra y se escabulló. Yo caí dentro de otra casa y me parapeté contra una pared bajo una ventana rota.

- Muy escurridizo... Hora de tiro al plato.

Si hablaba, Padre Diablo sabría dónde estaba yo y podría aparecer de nuevo y dispararme. Mierda... y el muy cabrón distribuía su voz de un lado a otro haciéndose intangible. ¿Dónde estaba?

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La nube de polvo se dispersó. El escudo que había levantado Groot protegió al grupo de civiles y a Alice. Sin embargo el peligro no había pasado: aquellos meteoritos que cayeron desde el cielo eran cápsulas que contenían badoons armados con espadas de fase. Eran, por así decirlo, "segadores". Su misión era sencilla: pasar por la espada todo superviviente que se encontraran por el camino y que habían pasado por alto las armas de las naves.

La cosa se complicaba para Londres.

La mirada sin pupila recorre todo el cielo, viendo cómo material artificial se rompe, se parte, explota... Le gusta la vida... ¿Pero por qué siempre tenía que extinguirse con algo así? La Tierra no era el único planeta que conocía algo como la violencia, la presencia de los Badoon lo demostraban, pero le entristecía mucho más cuando los seres de un mismo planeta se mataban entre ellos.


En ese pensamiento con el inicio de las cejas alzadas hacia la frente, en un gesto suave de tristeza se eleva poco a poco como flotando hacia las nubes dejando el suelo lejos de ella. Mira, a un lado y a otro, desorientada y perdida. Se abraza los brazos, pensando en Nico y en las demás hasta que la chica de pelo brillante se acerca a ella de nuevo. Sonríe y emprende el vuelo tras ella, siguiendo las órdenes hasta que encuentran una nave más grande que el resto, de la que caen algo parecido a rocas hacia abajo.


Vuelve a Fruncir el ceño. No lo entiende, el dolor nunca tiene sentido. Vuela a gran velocidad hasta la nave, cargando con ambos puños juntos a un costado de su cuerpo una increíble capacidad de energía. Deja atrás a la chica alien, a sus amigos y todo aquel que pudiese sufrir. Los disparos de las naves vuelan sumergiéndose en su cuerpo como si entrasen en una suerte de portal, igual que los huevos. Una vez en posición, se coloca en la compuerta más grande, la que sacaba más de esas extrañas composiciones rocosas y dispara con toda la energía que es capaz de concentrar en dirección a la compuerta, tratando de desintegrar o destrozar la mayor cantidad de piedras posibles para que no hiriesen a sus amigos. Pequeñas esquirlas y más disparos eran absorbidos por la piel galáctica hasta que terminó de dispersar esa energía que hizo brillar las superficies de las naves en un tono azul blanquecino. Permaneció allí, contando con la ayuda de la otra chica para solucionar la caída del resto de rocas y provocar daño a la nave. Mientras esperaba a cerciorarse de que su movimiento había dado resultado, miraba al cielo con el ceño fruncido. Algo tan feo no debería poder volar.

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OOC: Si no caen más y la nave nodriza se destroza, Singularity bajará para reunirse con sus amigos. Si no, se quedará arriba hasta que lo primero esté cumplido

- ¡informe de daños!
- ¡La bodega de carga ha quedado seriamente dañada! ¡Hemos perdido un 10% de la nave!
- ¡Sellad las secciones dañadas! ¡Concentrad el fuego en los nuevos objetivos!
- ¡Deberíamos retirarnos!
- ¡NO vamos a retirarnos! ¡Tenemos que cumplir con nuestra misión hasta el final!

Fuera, en el exterior de la gran nave y ajena a la conversación dentro del puente de mando, la "fan de Superman" observó el destrozo que había ocasionado Singularity a la nave insignia y le sonrió, levantando el dedo pulgar para felicitarla por un buen trabajo.
Fue en ese momento cuando los cañones de la nave nodriza cambiaron de dirección, apuntando a ambas figuras femeninas para destruirlas. Y no solo los cañones: las naves badoon más pequeñas que rodeaban a la grande también se centraron en ambas mujeres, acercándose hasta donde estaban para abrir fuego.

Supergirl, viendo la situación en la que estaban decidió dar el todo por el todo. De un fuerte impulso salió despedida como si fuera un cometa. Y como tal, creó una trayectoria alrededor de la nave para dirigir sus puños hacia el puente de mando.

- ¡TODOS A LAS ARMAS!

Sin embargo, y a pesar del aviso, Supergirl atravesó la mampara del puente de mando y perpetró su propia invasión.

Singularity se había quedado sola con sus "nuevos amigos" y los cañones de la nave.


El maldito krutaker... ¿Dónde estaba? Con su última salva me había destrozado las botas. ¡CON LO QUE CUESTAN ADAPTAR UNAS BOTAS A MIS DAS'T PIES! Me había pasado horas y horas entre intento e intento hasta que por fin había conseguido que los circuitos cuadraran y poder despalzarme con mayor libertad, tal y como hacía Quill. Pero no, tenía que llegar Padre Diablo y decir la suya. ¡MALDITA SEA!

Con el mayor sigilo que pude, me las quité y las puse a un lado en la pared donde estaba parapetado. Estaba atento a cualquier sonido o movimiento que detectara a mi alrededor, con el arma bien cargada. Padre Diablo era un maldito ser de humo del planeta X que no paraba hasta que terminaba el trabajo. Directo, brutal. Estaba seguro al 110% que vendría a por mí para coserme a tiros y llevarse mi piel como trofeo. Pero éste pequeño tiene que decir la suya.

- ¿Dónde te has metido?...

La espera me estaba matando, así que me aventuré a echar un vistazo tras las ruinas. No había nadie, y me di el lujo de dar otro paso más. Y otro más. Y uno más... Estaba dando muchos pasos sin que nadie me disparara. ¿Estaba tendiéndome una trampa? Si era así, iba a tirar de la cuerda para que saltara.

- ¡EH! ¡ESTOY AQUÍ! - y de inmediato salté y me escondí... pero no pasó nada.

... Un momento... ¿podría ser que...? ............ ¡PUTO KRUTAKER! ¡ME LA HABÍA JUGADO!


Los supervivientes que Alice había conseguido rescatar y reunir para llamar la atención de Supergirl corrían por sus vidas hacia el susodicho búnker. Aquel lugar al que llamaban hogar; las calles que habían visto sus idas y venidas; las ventanas por las que saludaban a sus vecinos al pasar. Todo había cambiado de una forma aberrante, dejando los recuerdos al pasado y convirtiendo las ruinas de sus vidas en un infierno.

Alice, a base de práctica y "mano dura" descubrió que la fisionomía de los badoon no se alejaba demasiado de un humano, y que con las enseñanzas de sus maestros era capaz de tumbar a uno de esos guerreros. Y si era así, ¿qué le impedía seguir derribando badoons para proteger a los suyos? ¿A los habitantes de Londres?
Éstos dejaban todo lo que tenían atrás para poder escaparse, desde la bicicleta que habían usado para sortear las calles hasta herramientas como un bate o un hacha para poder salir de sus casas por sus puertas atrancadas. Incluso algunos dejaron sus vidas atrás cuando un badoon que se les había escapado al par de salvadores rebanó la espalda de un infortunado o disparaba contra la cabeza de otro.

Eran demasiados, y tan sólo dos para frenar aquel grupo.

Groot por su parte se había convertido en una mole de raíces y mala leche alien. Alice había conocido al Groot afable y virtuoso, y en aquel campo de batalla estaba viendo la maquina de guerra que se escondía bajo su curiosa mirada. Al grito de "¡YO SOY GROOT!" agarraba badoon por badoon y los hacía volar, chocar entre ellos. Los estampaba contra las ruinas y los usaba como arma propia. Los badoon seguían disparándole pero la corteza de su cuerpo era demasiado gruesa y no llegaban a derribarlo.
Eso fue hasta que un escombro chocó contra la cabeza de Groot y éste se giró para ver de dónde había venido eso, cuando cinco tiros seguidos impactaron en la frente, ojos y boca de Groot, tumbándolo en el suelo.

La silueta de la capa de Padre Diablo asomaba por entre la nube de polvo.

- Los terranos son demasiado idiotas.

Del cuerpo de Padre Diablo surgió una nube negra, una sombra que rodeó otro escombro aun más grande y lo lanzó en la dirección hacia donde estaban escapando los supervivientes. Éstos no vieron el peligro hasta que fue demasiado tarde, impactando contra las dos paredes que formaban el callejón y creando una pila de escombros, sepultando los cadáveres de los que no consiguieron evadir aquel ataque. Cuatro personas se quedaron sin poder escaparse, y no tardaron en darse cuenta que estaban muertos cuando las cuatro balas de Padre Diablo les quitó la vida.

- No pienso gastar más balas con vosotros.

Padre Diablo abrió sus brazos y de su cuerpo surgió una nube negra y oscura, como una sombra que rodeaba los restos de una pared y la levantaban. A simple vista parecía como si al ser de humo no le costara nada sostener aquel gran peso. Bajo su sombrero, los ojos del alien se fijaron en una terrana en concreto.

Su objetivo era Alice.

— Relájate. —

— Relájate... —

Lo primero que ve tras su acto destructivo es un gesto de aprobación de la chica que destruía con violencia. Eso genera una inquietud que provoca que la galaxia mire hacia arriba con el corazón en un puño, y ese puño yazca sobre el pecho. Pero justo después escucha el ruido de las armas siendo redireccionadas… hacia ellas. Mira alrededor, los cañones son incontables. La nave nodriza es demasiado grande y las pequeñas demasiado rápidas. La chica decide irse por su cuenta en un movimiento rápido. Ella todo lo contrario. Permanece en vuelo, levitando en una pose relajada mientras su pelo se mece como si fuese una nube en torno a su rostro. Cierra los ojos y se concentra, parece en un instante como si respirara. Para los observadores, parece que se ha detenido el tiempo. Pero sólo había llegado el momento de hacer un gran esfuerzo. Con un “pop” auditivo y un destello visual, brillante pero rápido, desaparece del lugar y aparece debajo del siguiente orificio de la nave nodriza que libera esas crisálidas. Con el rayo ya cargado, lo dirige de nuevo hacia arriba. En el preciso instante en el que el rayo desaparece de sus manos, otro “pop” y otro flash fugaz, siguiente conducto, rayo nuevo.

Teleportándose entre los túneles de descarga y disparando, intenta hacer un daño severo en los monstruos atroces que hacen daño a sus amigos. Su rostro, como pocas veces, está serio y concentrado en cumplir esa labor.

Termina, rápido y eficaz. Un rayo para cada conducto y con el último teletransporte baja de nuevo junto a su amiga para ver cómo es amenazada por parte de un edificio que sufre la gravedad hacia ella. Pero también ve cómo Alice huye y eso le hace sentir un gran alivio, el justo para no desconcentrarse. Cuando amiga desaparece bajo el suelo, repite el gesto. Cierra los ojos y la galaxia que la forma, empieza a crecer. La fisionomía galáctica empieza a extenderse hasta que los edificios quedan por debajo de su muslo. Sus proporciones son similares, pero ahora puede actuar con más contundencia. Mientras el manto de la noche se extendía sobre londres, provocando una pequeña noche, Alice actuó y ella no se queda atrás. Con una mano retira el cuerpo de la mutante de la zona, sosteniéndola con dos dedos por las caderas, con cuidado. Con la otra, sostuvo el escombro manchado de sangre de aquellos no tan dichosos y lo dejó caer sobre el cuerpo humeante de quien quería dañar a sus amigos.
-No amigos- Dice enfurecida, con la voz más rotunda debido a su nueva estatura.

Luego soltó a Alice cerca de otra entrada del subsuelo y esperó viendo el escombro gigante. Cuando tu enemigo es antimateria nunca estás segura de que los finales sean finales.

La batalla en el espacio había prácticamente terminado. La contundencia de la fuerza kryptoniana sumada al poder de la galaxia fueron suficientes para hacerse cargo de la fuerza principal de los badoon. Cuando la nave nodrizo quedó hecha añicos formando parte de la basura espacial que circundaba la atmósfera de la Tierra, las demás naves restantes empezaron a abandonar poco a poco la zona de guerra.

Habían, por así decirlo, cumplido su cometido.

De mientras en la Tierra, concrétamente en Londres, Padre Diablo se acercaba con pasos cautos hacia donde había lanzado aquel enorme escombro para acabar con la terrana. Poco sabía de las paradas de metro ni los pasos subterráneos de la ciudad, y mucho menos que Alice había usado una de aquellas escaleras para ponerse a la espalda del alien.
Sus pasos se detuvieron cuando notó que de repente la luz del día se estaba apagando, y fue cuando miró hacia arriba que se quedó completamente perplejo al ver una figura femenina manchada con la luz de las estrellas opacando al sol. Nunca había visto algo semejante y no sabía si podría combatirlo o no. Sin embargo, la duda te mata, y Padre Diablo echó mano a su revólver para meterle cuatro tiros a la cabeza de aquella criatura.

No llegó a disparar.

La doble sorpresa hizo que Alice se le echara encima con tremenda facilidad, haciendo que éste perdiera el equilibrio. Al contrario que la mutante, Padre Diablo sí reaccionó a tiempo y con habilidad para no caer del todo contra el suelo, y fue lo suficientemente rápido como para ésta vez si sacar su revólver y apuntar a Alice. Había dicho que no iba a gastar más balas pero no era momento de más juegos.
Alice no estaba donde tendría que estar y en su lugar el mercenario vio que de nuevo la sombra le cubría y miró hacia arriba justo para poder ver el escombro que había lanzado caer sobre su cabeza.
El impacto fue tremendo, pero Padre Diablo consiguió escapar tornando su cuerpo en aquel rastro de sombras y poniéndose a cubierto. Era un mercenario experimentado y sabía cuándo podía fanfarronear y cuando era mejor poner tierra de por medio. Se estaba preparando para contraatacar cuando su comunicador se activó.

- ... Recibido. - Padre Diablo enfundó su revólver y echó mano de su sombrero, a modo de despedida. - Fin del juego - y poco después su cuerpo volvió a desvanecerse en sombras.
- ¡A DÓNDE CREES QUE VAS! - gritó el mapache a la carrera, disparando una salva de balas con sus armas en dirección a la sombra que se alejaba a toda velocidad. Estaba exhausto, cubierto de polvo y muy, muy cabreado. - ¡VUELVE AQUÍ, PUTO KRUTAKER! - Pero no lo hizo, y así como el mercenario desapareció de la ruinosa Londres, también lo hicieron el resto de tropas badoon que aun quedaban en terreno inglés.

¿Qué había sido eso? De normal una invasión como esa no se habría detenido de repente. Se sentía... como si hubieran jugado con ellos.

- ¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAG! - Rocket disparó contra el cielo, frustrado y furioso hasta que se quedó sin balas, para luego respirar profundamente e intentar relajarse.

No tenía sentido. Nada de lo que había pasado tenía sentido. Con el ceño fruncido se encaminó hacia sus compañeras casi de forma automática.

La espera no resulta larga para la galaxia, pero sí tardía la reacción cuando ve ese humo negro esparcirse. No es consciente hasta que se vuelve a reagrupar todo en el mismo ser, de que había salido impune. El brazo gigante y nocturno se estira de nuevo, en un ruido mudo y constante que indica su movimiento en el aire, para agarrar otro escombro, pero entonces el villano se disipa y por lo aparente, para no volver.

Ella permanece en duda, mirando unos instantes el sitio donde se ha esparcido. No debe bajar la guardia aún, pues podría aparecer en cada esquina de nuevo envuelto en su nebuloso gas para dañar a sus amigos. Poco a poco el tamaño corporal se reduce hasta quedar como es la anatomía habitual de la chica azul y se mira las manos, sonriendo. Busca a su alrededor pero nada parecía estar bien. La madera de amigo Groot estaba escamada. Amiga Alice estaba...inmóvil, pero latiente y amigo Rocket…

Se acercaó levitando a una celeridad algo más elevada y pone la mano sobre el arma del mamífero antropomórfico para absorber las balas mientras él dispara ese metal doloroso. -Sí amigos- dice señalando al techo, al ritmo que las fuerzas aéreas que ha visto disparar contra las naves, allí por encima de las nubes, empezaban a sobrevolar junto con los helicópteros civiles para retirarse.

Luego gira el torso, contemplando a Alice y a Groot que caminaba hacia el amigo cubierto de pelo. Rozando con la mano el brazo de Groot le dedica una de sus mejores sonrisas, que Groot le devuelve y se separan al seguir caminando. Sus pies andan firmes hacia la chica que se había parado en el tiempo. Se acerca en completo silencio y hundiendo las rodillas en el suelo, la envuelve en un abrazo sereno que busca su calma y consuelo. Sólo quiere volver a ver las perlas blancas bajo los labios de la mutante.

No es, hasta ese momento de calma, que Singularity mira a su entorno. El humo de los restos de fuego y de la propia destrucción empezaban a disiparse. El aroma era similar al hierro y a tiza pero con mucha más intensidad. El perfil de un edificio derruido se recortaba en el sol y permitía ver la realidad con unos ojos más realistas sobre el tipo de mundo que era La Tierra. Bajo el hueco donde había descansado el escombro con el que aplastó al villano de humo, había varios cuerpos entremezclados con una amalgama de huesos y órganos que hacía que distinguir cuántos cuerpos y de quienes eran fuese imposible. De vez en cuando los operarios de urgencias y de policía que cruzaban la escena necesitaban pisar los cadáveres para poder acceder a la zona donde quedaba alguien con vida. El rojo oscuro de la sangre seca teñía las calles de Londres que usualmente descansaban grises y húmedas. Todo había acabado para algunos.

No tenía ningún sentido. ¡NINGÚN SENTIDO! No... no lo tenía. ¿Por qué atacar Londres y retirarse cuando tenían las de ganar? ¡SI, LAS TENÍAN! Maldita sea, ¡LAS TENÍAN! El ejército terrano de Londres no era rival para el armamento de los badoon. Un pequeño grupo de naves como punta de flecha y después golpear con todo el peso de su escamado mazo. Además, estaban los otros dos ataques simultáneos. Los Vengadores y las demás organizaciones de Terra dispuestas a defender el planeta se verían divididos y tal vez no ganarían la guerra, pero habrían causado suficientes estragos para volver otra vez más adelante, con toda su flota.

Pero no. Ahora van y se largan. Y estando aquí Padre Diablo era una carta de triunfo demasiado buena para desperdiciarla con una retirada.

Joder si digo que no tiene ningún sentido...

Tuve que dejar de disparar cuando la mano amiga de Singularity me pidió, a su manera, que soltara el gatillo, señalando hacia arriba, hacia el cielo y hacia las fuerzas aliadas que ahora peinaban el área. Al pasar el humo se disipaban en fuertes ráfagas y uno podía fijarse en los restos de aquel barrio y parte de la ciudad. Londres volvía a sentirse en guerra una vez más. Tsk, menudo panorama.
Y otra mano. ¿Qué? Hoy estamos sueltos con las manitas, ¿no? Y no podía enfadarme con mi compi, Groot, el cual estaba hecho ciscos. Padre Diablo le había hecho una cara nueva. Literalmente.

- Tsk, que sí que sí. Anda, aparta la mano, estrellitas. Y tú también, cara-cartón. Voy a llamar a Starlord. - Anduve un par de pasos hacia... hacia ninguna parte. Necesitaba moverme. Llamé a Quill por el comunicador y me contestó unas interferencias la mar de simpáticas. - Das't interferencias... Seguiré intentándolo después.

Al girarme vi que Singularity había desaparecido. ¿Dónde...? Groot me indicó hacia donde mirar, y me la encontré junto a Alice, la cual parecía... joder, creí que estaba herida. Me acerqué todo lo rápido que me permitieron mis patas hasta pararme la lado de ambas, con Groot parapetándonos.

- ¿Alice? ¿Estás bien? ¿Qué te pasa? - ¿Que "qué te pasa"? Una maldita crisis, ¡ESO era lo que le pasaba! Mierda, y yo no me había traído nada que pudier-
- Yo soy Groot...

Ante el aviso de mi compi, me giré para ver un grupo de terranos armados que llevaban mochilas y maletines rojos. Esos debían ser los médicos. Anda, y yo que creía que eso solo pasaba en las películas. Por supuesto ésto no se lo voy a contar a Quill porque se reiría en mi cara.

- ¡EH! ¡VOSOTROS! - y al grito de "vosotros" y levantarme para hacerles señas, los terranos me apuntaron con sus armas automáticamente. Si, definitivamente no se lo iba a contar a Quill. - NONONONO no me disparéis, ¡tarugos! Una amiga necesita atención médica.

Pasaba la violencia y quedaba la tristeza. Mientras gritos de alegría por la victoria se alzaban y el grito de la celebración se hacía cada vez más y más vibrante, en los suburbios de la voz humana se escuchaban llantos desesperados y gritos de angustia que saldrían a la luz cuanto más tiempo pasara. El polvo y la humareda que no permitían ver el caos se marcharían para no volver y quedaría solo la calma de quienes ya no están. El gris de la ciudad poco a poco se convirtió en rojo y la tan ansiada victoria no lo fue para todos.

Ella solo podía abrazar a la chica, impotente, no comprendía cómo funcionaban sus mentes ni cómo sentían sus corazones. Era inútil. Se quedó inmóvil con la vista perdida en un charco rojo de una esquina que abrazaba un pequeño osito de peluche. Cuando escuchó una voz con el nombre de su amiga, alzó la vista. Nada más lejos de la costumbre, la galaxia tiene las comisuras inclinadas hacia la barbilla con suavidad, los labios sellados y los ojos levemente cerrados. No los ha podido proteger.

Ante esa situación, libera a Alice del abrazo y suelta su mano. Los demás amigos parecían ocupados y molestos con ella. No entendía muy bien por qué, pero ese "Estrellitas" no había sonado como el de un amigo. Al fin y al cabo, tenía sentido. Ella había fallado.

Permanece inmóvil, en el centro de la nueva paz de la ciudad, mirando a sus propias manos con dolor en los ojos, luego mira al cielo donde se forma una pequeña nube sobre ella. -Sin amigos...- Y la pequeña galaxia se pierde con un destello azul vibrante, hacia el cielo. Como un cometa que vuelve a casa.

Aquellos tipos no las tenían todas con nosotros, como no. Eh, ¿cómo iban a pensar que un grupo formado por tres extraterranos y una terrana acabaran de trabajar juntos para pelear por su ciudad? ¡Claro! Era como pedirle al bicho de Ridley Scott ese que te preparara un sanwich vegetal sin matar a nadie por el camino. A veces me sigo preguntando por qué es tan importante para el resto de razas el planeta Terra y sus terranos, con unas capacidades cognitivas tan reducidas. - Señor, éste bicho parece que nos ha ayudado. - ¡No te engañe! ¡Es diferente! ¡Dispara y pregunta después! - Típico... aunque lo de disparar primero y preguntar después a mi también me gusta: te ahorras dolores de cabeza.

Por suerte una terrana se dio cuenta de lo que pasaba. ¡Eh, atentos! ¡UNA TERRANA dentro de un grupo numeroso de terranos! ¿Cómo lleváis el tema de las estadísticas? En fin, la mujer hizo que apartaran las armas de nuestras caras y se acercó a Alice, la cual seguía en los brazos de Singularity. Parecía que se conocían y creo, tan sólo creo, que podían ser familia. Digo podrían porque la verdad es que la mayoría de terranos me parecen iguales.
Mientras la terrana se ocupaba de Alice yo aproveché para probar las comunicaciones con el resto de los guardianes. Allí había pasado algo muy, muy raro: los badoon tenían las de ganar. A pesar de que habíamos derribado su flota estaban a punto de destruir la ciudad de Londres, y se habían retirado. El mismísimo Padre Diablo se había retirado. No me tragaba que hubiera quedado abrumado por Singularity: joder, si hasta yo pude ver ese cuerpo agigantado mientras corría hasta donde estaban ellos. ¿Cómo si no supe encontrarlos?
Allí había algo que no me cuadraba.

- Yo soy Groot.
- ¿Qué le pasa a la Estrellitas?

Cuando me giré, lo hice a tiempo para ver cómo Singularity se esfumaba de nuestra vista, dejando una cara triste detrás acompañada de una pequeña pero significativa frase: "sin amigos". ¿Pero qué mosca le había picado? Tsk, maldita sea. Resulta que no sólo teníamos que lidiar con una "supuesta" invasión badoon sino que ahora teníamos a una galaxia en miniatura de morros. Tengo que recordar pedirle a Quill que hable con ella.

- Vale Groot, nos vamos. - Eché un último vistazo a Alice, la cual parecía esta bien en brazos de aquella mujer, y luego al resto de los terranos: iban a tener mucho trabajo buscando supervivientes y apechugar con la idea de que acababan de ser invadidos. Nosotros no podíamos quedarnos: teníamos trabajo que hacer. - Gamora, ¿me recibes? ... Espera espera, repite eso............ ¡¿Que el padre de Quill QUÉ?!