Veneno muerto (Batman) [8 de Noviembre de 2018]

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No me quedaba nada importante. Osiria recuperó la vida de mis pequeñas que después de lo ocurrido pensé que estarían mejor sin mi. Las había matado, a todas. Toda su vitalidad, sus voces, el sonido de sus hebras meciéndose al viento, disfrutando de la humedad… del sol…
Nada.

Escuchaba a mi alrededor las pisadas, el metal de las armas, las risas, las telas resistiendo sus movimientos, las pequeñas gritando, implorándome que las dejase libres para atacarles y alejarles de mí… Pero no se lo consentí. Ya no podía más. Si era lo que tenía que acontecer, que así fuera.

Pero algo no salió bien.

Dos choques secos, uno sobre Salix Babylonica, otro sobre Quercus. Se quejaron, me adviertieron de que era el murciélago. Quizá quisiera sumarse a la fiesta, tampoco me importaba.
Otros dos golpes, esta vez metálicos y deslizantes. Dos armas.
“Está contigo….” Les castiga…
Susurraban aun en mi cabeza. Batman me estaba defendiendo, seguramente su orgullo de justiciero nocturno le hubiese hecho sentir desplazado a la hora de que otros estuviesen haciendo su trabajo. Casi con total seguridad apostaría a que sabe que colaboré con Crane, sabe lo que le he hecho y sabe toda la trama que montamos detrás del evento… También iba a doler cuando nos quedásemos a solas.

Humo, por todas partes, no podía ver nada. Con las manos esposadas a mi espalda no podía disipar el humo y al tratar de respirar hice una mala aspiración que me saturó. Caí al suelo, tosiendo sin poder parar, notando cómo esa costilla se me clavaba en un dolor punzante y agudo, sintiéndolo como un puñal incrustado en el costado. Cada tos era un chispazo de dolor frío que me invitaba a dejar de respirar. El humo sólo me permitía respirar por la boca de manera violenta, a pesar de mis esfuerzos por hacer aspiraciones leves y por la nariz. Poco a poco mi infierno se disipaba dejándome ver con claridad una de las botas negras pasar cerca de mí, sin golpearme. Luego ruido tirante de cableado… y la conversación.

Su voz a veces me sonaba como un reto que cumplir, como una provocación… Otras me resultaba escalofriante y me incitaba a alejarme por completo de él, a odiarle…
Esa vez escuché con atención, teniendo el resto de sentidos anulados, intentando regular mi respiración con la llegada del aire, contemplando la escena de media neblina desde el suelo, con el césped acariciándome la sien. Siempre había tenido esa capacidad, conseguir su propósito con esa voz crecida e intimidante… Pero pocas veces la había usado conmigo, supongo que siempre supo que no era el modo de actuar conmigo. Vi correr a la pelirroja, y en ese momento… Me quedé sola.

Por fin recuperé la capacidad de sentir… La alexitimia había desaparecido con el sonido de las esposas abriéndose y las lágrimas resbalaban por mis mejillas. Llorar solo lo hizo peor, la respiración agitada y los hipos me clavaban más la costilla, el hilo de sangre verde oscura llegó hasta mis labios, impregnándolos de un tono incluso más oscuro que el habitual. Noté mi cuerpo alzarse mientras gimoteaba de forma irregular y suave como si fuese un pájaro herido, de mi garganta salía una selección de tonos agudos de fragilidad y sufrimiento, junto con la respiración inconstante. Todo mi cuerpo quería caer, lo notaba aun más pesado y dolorido en sus brazos.  

Al fin, de nuevo en las Tibouchinas… Su suavidad resultaba reconfortante… o lo hacía antes de sentir que habían muerto por mi culpa. Las lágrimas no paraban de salir, así como los gimoteos. - Yo hice el compuesto… Pero él hizo algo más.- susurré entre el llanto y el dolor mientras recordaba en diapositivas intermitentes lo ocurrido con Crane -Queríamos planear… juntos. Me traicionó… - mi voz se volvió más aguda y súbitamente se partió en dos. Hablaba con normalidad, pero no me escuchaba como solía hacerlo. Era como si la parte en mi consciencia que ocupaba “Hiedra Venenosa” luchase por expresar su dolor conmigo. -Luego le torturé… Casi consigo asfixiarle…- Sonreí sarcásticamente, viendo su perfil blanco y brillante provocado por la luz lunar sobre la oscuridad que siempre era. - Vas a curarme para llevarme al asilo de nuevo. Es nuestra rutina… - Apenas respiraba, conseguí acostumbrarme a respirar en cortas secciones para no mover el tórax - Y moriré como muero ahora pero encerrada en cuatro paredes que me cortarán las venas durante un recuerdo cualquier noche- la dualidad de las voces se hizo más real y potente.
Alcé al cielo una mano, hacia él, temblorosa -No te alejes…- echaba de menos notar las ramas de Groot cubrir mi costado y proteger mi espalda mientras dormíamos.

Mi cabeza giraba en un torbellino, confundida, mientras luchaba por mantener la mano en alto y enfocar la mirada inútilmente. Empecé a extrañar aun más cosas de las que hacía años no recordaba. Los planes de casarme cuando era una niña, cuánto me gustaban los vestidos blancos porque me recordaban a los de novia de bodas, jugar a "mamás y papás" en el colegio...donde siempre tenía hijos... Los planes con Dent de ser padres, el amor de un hombre en la cama, el calor de un beso...
Cosas que formaban parte de la felicidad vital de Pamela...
Cosas que componían la primera víctima de Hiedra.

No podía despegar mi vista de él. Era incomprensible. No me quería muerta, ni herida, pero no aceptaba mi vida. Quería tenerme cerca y controlada, como si fuese una cosa que poder manejar… Hiedra siempre discutía esa idea. Decía que la naturaleza es incontrolable… Yo tal vez no lo sea.

“Tranquila” fue su primera palabra. ¿Acaso tenía opción de no estarlo? Apenas podía respirar, la punzada de dolor torácico deshacía las ganas de vivir que quedaban en mí y la sola idea de que un puñado de hombres me tratasen así me hizo sentir repugnante. Forzando mi mente, rebuscando en los profundos recovecos retorcidos del dolor sólo podía encontrar un motivo por el que mantenerme con vida, Osiria me había devuelto las vidas de quienes perdí… No había sido capaz de aliviar el dolor emocional a largo plazo, pero sería completamente injusto para ellas que yo considerase mi muerte y las dejase a su suerte e independencia después de todo.

Pero entonces me desconcertó. ¿Le había hablado de él sin darme cuenta? ¿Nos vio juntos alguna vez? -¿Cómo sabes…?- fruncí el ceño incapaz de comprender la cantidad de información que podía manejar o cómo la conseguía. Si hubiese habido alguien cerca las veces que estuvimos juntos, lo habría sabido. Si nos hubiese espiado mediante algún medio tecnológico también me habría enterado… Sólo me quedaba la opción de pensar que tenía alguna habilidad particular, como la mía… Quizá..- Groot ha dejado la Tierra hace pocos días… Está bien… Siempre lo está. Es un monarca, sabe cuidarse por sí sólo…- de hecho era increíblemente fácil ver cómo el grupo dependía de él, y no él de su grupo.

Hiedra se habría enfadado, habría estallado en un alarido de rabia e ira descontrolada hasta retener al murciélago bajo su merced. Pero el sentido lógico después de la experiencia acontecida con una semana en el pasado… La lógica dictó que si conocía incluso lo de Groot no importaba esconderle información, ni sería de ninguna utilidad más que para ganar tiempo y hacérselo perder a él.. y… ¿Para qué? -Me ofreció mi mundo… Después de que os sometiera a todos con el gas yo podría teneros a mi merced. Haceros comprender que el mundo se pudre y muere por vuestra codicia y que las plantas podrían liberarnos de la muerte fatal...Y castigar a los que no lo comprendieran- dije con esa voz partida.

Fui estúpida y débil. Ninguna palabra podría cambiar eso. Cuando se alejó para comunicarse con su ayudante giré la vista, notando cómo la pieza de hueso se dejaba entrever bajo mi piel, provocando un relieve que no debería estar ahí, oscureciéndose todas las venas de la zona en un verde oscuro palpitante. Dolía como pocas cosas me habían dolido en mi vida. Ese dolor caliente hacía que el resto de mi cuerpo se sintiera frío y débil.

Arkham.. ¿Efectivo? No sé qué gente le engañaría de esa forma pero esa tortura permanente yo la calificaría de todo menos de “efectiva”. - Estás hablando en tercera persona- Objeté. “SON un peligro para la sociedad…” “VIENEN de trasfondos sociales…” Lo normal sería dirigirse a mí como una mas. Eres un peligro.
No comprendía a qué se debía el súbito interés que demostraba en mí, más allá de lo que había hecho o cómo. Ni siquiera amenazó con apresarme después de confesar mi crimen…
-Sé que hay gente fuera peor que tú, Batman.. Pero eso no nos hace más afortunados. Muchos de nosotros buscamos morir…- susurraron ambas voces en un siseo ligeramente amenazante, pero demasiado dolorido. -Deja de protegernos del destino que nos merecemos.- fruncí el ceño sintiendo la costilla cada vez más hundida en mi piel hasta que suturó la piel, asomando parte del hueso mientras las primeras rieras de sangre corrían por las costillas y cadera hasta tocar el suelo. -¡¡AGHH!!!- apoyé una mano alrededor de la herida, frunciendo el ceño y oprimiendo las mandíbulas entre sí para evitar romper a llorar.

Solté bufidos tratando de respirar sin mover la costilla, las manos me temblaban y no tenía el control completo de mi cuerpo que solía tener. No sé si por necesidad de distraerme de ese dolor o porque todas mis puertas y barreras emocionales habían sido destruidas… pero le escuché.
Y por una vez me resultó creíble.
-¿De verdad te crees que puedo ser yo..?- solté un quejido de dolor, tratando de hablar lo más bajo posible para no respirar con intensidad - ¿Y si te quedases…?- pregunté en un hilo de voz apenas perceptible.
Él estaba hablando de redención, de recuperar la vida que tenía antes de ver morir a todos los que amaba. Volver a ser yo...sin dejar de ser Hiedra. Y si él ponía el voto de fe… Tendría sentido que pudiese funcionar.
- Podrías quedarte. Dormir. Mañana será otro día- Hiedra me apalearía por lo que estoy haciendo… Pero por una vez desde hace mucho tiempo, yo había tomado el control. - Dices que tengo bondad, y que puedo ser como todo el mundo..- Intenté encontrar las palabras, pero poco a poco la vista se me emborronaba y el mareo golpeaba mi cabeza, vista y estómago. No iba a permitirme desmayarme otra vez delante de él.. Debía mantenerme despierta aunque eso supusiera quedarme tambaleando y concentrada en enfocar mi vista lo máximo posible.

Su rostro… incluso en situaciones así es imposible detectar un rastro de emoción en él. No supe si estaba decepcionado, alegre, compungido o la opción más probable, indiferente.
Escuchando sus palabras verifiqué una sensación que me recorría el subconsciente desde que había empezado a hablar. Su afán de redimirme y como él lo llamaba “rehabilitarme” no estaba siendo más molesto que agradable. Siempre me había desquiciado que insistiera en una vida diferente para mí. Odiaba la necesidad que aparentaba sentir de oprimirme de forma constante para no dejarme llevar la vida y el trabajo a mi propia manera… Y sin embargo aquel día sonó como un camino alternativo ante mí en vez de al castigo constante de la desaprobación que solía parecer. En mi cabeza realmente me teleportaba a los momentos de la piel rosada y la ropa cargante. Recordaba la admiración, las matrículas de honor y los premios. Las conferencias, las palmadas en la espalda… y qué demonios… Sonaba bien.

Me quedé mirando mis manos verdes que ya no representaban la comodidad para mi sino algo nuevo a lo que no terminaba de adaptarme. El verde ya no parecía mi color sino el agente externo que me había estropeado una vida anterior de logros inminentes.
Interrumpiendo la visión de la palma de mi mano llegó una de las suyas, enguantada a tomar mi diestra con cuidado. Instintos… ¿Hacía el mal? Y si lo hacía…¿Era por instinto? - No creo ser esclava de ningún instinto- dije recuperando algo de tranquilidad, aunque el dolor se mantenía latente y nublaba mis palabras. Casi parecía que me inmiscuyese en esos quebraderos de cabeza emocionales por tener una distracción al río de oscura esmeralda que se formaba de mis heridas. -No duermas entonces. Pero quédate- dije buscando el color de sus ojos entre la negrura de las sombras en un acto inútil. Por un instante escucharle decir que tiene una “habitación” me extrañó, relacionarle de una forma directa con algo rutinario y personal era inviable. Algo parecido a lo que le ocurre a la gente que se fascina cuando ve un actor famoso tomarse un café.
- Te necesito hasta mañana- No comprendía por qué esa necesidad de no quedarme sola esa noche. Ivy me habría matado. ¿Pasar una noche entera con el caballero nocturno en la que quizá yo durmiese y él permaneciera despierto…? Era evidente, no iba a matarme, nunca lo ha hecho...Pero aunque lo hiciera tampoco nos importaría. Aunque ella siempre sentía una leve debilidad al estrechar lazos con él.

“Victima de algo que yo sufrí varias veces”... Esa frase resonó en mi cabeza como en un eco constante. Sus capacidades… Si hubiese sufrido algo que yo sufrí… Sus capacidades quizá tuviesen más sentido si su cuerpo estuviese mejorado de algún modo. Quizá tuviese razón, quizá no fuésemos tan distintos…- ¿Arrodillándote a mi lado cambiará lo que no cambian las palabras…?- murmuré con el ceño levemente fruncido y la vista cansada como una oración que no espera respuesta, mascullando su teoría.

Cerré los ojos, recostada. No ver mi alrededor me ahorraba esfuerzo y dolor de cabeza además de reposar mis párpados agotados. Su discurso respecto a la contaminación sólo reafirmó lo que cualquier persona sensata diría y sabría. La destrucción de la madre tierra era un hecho real, factible. Miles de datos en distintas magnitudes eran prueba suficiente aparte de las visuales, olfativas y táctiles. A la mayoría de seres humanos se les ha olvidado el verdadero sabor de la fruta, la textura de una corteza sana o el olor de la hierba natural. -¿Justo a tiempo... ? Yo creo que ya es demasiado tarde. Pero hay que ralentizar nuestra autoextinción al máximo posible…- En esa frase símplemente estaba asimilando la muerte inminente de toda mi familia. Todo lo verde acabaría yerto, y todo el oxígeno acabaría asfixiándonos con su desaparición. Pero pensar en eso ahora sólo me hacía recordar las turbulencias que Ivy atravesaba y necesitaba olvidarlo, al menos por ahora.

Groot. ¿¡Cómo sabía él sobre Groot!?
Fruncí el ceño y me puse a la defensiva de forma automática.
Espera, Groot…
Ivy era lo que me mantenía unida a él.. ¿Significa entonces que…?
Agité la cabeza despejando esa idea. Parece que pensar en sí ya era una mala decisión.
Mantuve los ojos cerrados tratando de respirar lo más suave posible. - No puedo- pretender que no le conocía era estúpido. ¿Una nave que se estrella en Gotham y Batman no lo sabe…? Seguramente ya tuviese la documentación personal de cada uno de los Guardianes. -Groot es el único ser que nos comprende de una forma genuina y única. Respeta lo que hacemos, por qué lo hacemos y no lo cuestiona. Siempre nos protege, nunca nos ha decepcionado y desde que nos vimos…- mi mente se perdió en el recuerdo. Su imagen hacía que el dolor disminuyera al menos hasta el punto de poder hablar con menor concentración. - Hay un lenguaje que los demás no comprendéis. Con él puedo comunicarme sin hablar, leernos los pensamientos sin control, actuar sin miedo… Y esa sensación no te la proporciona nada. Sólo un alguien- estaba delirando. Creía firmemente en lo que decía pero no era el pensamiento idóneo para compartir con él, a pesar de que estaba tan cerca de mí como nunca había estado.

Suspiré y noté cómo el sueño me abrazaba disminuyendo el dolor y oscureciendo mi visión aún más. Respiré con profundidad dos veces, anticipando la llegada de mi momento de dormir hasta que un zumbido leve llegó junto a nosotros. Abrí los ojos lo justo para discernir, pero sólo veía picos negros entre la maleza y volví a cerrar los ojos. - ¿Qué es…? - susurré para Batman cuando lo que fuese eso llegó.
Hasta que sonó la voz de la pelirroja. Robin, la chica maravilla. - Rayos, ¿Eso es un hueso saliendo de ella?- Eso sólo lo hizo más real. Aunque me pareció increíble el despliegue de equipo médico sólo especializado en mí que tenían. - Y lo ha hecho… Te han dejado pasar por mí- susurré débil a la chica, o donde yo creía que estaba para explicarle que el bosque sí se ha abierto paso para ella.

Hubo una cosa que sí vi con claridad. Sus manos, fuertes, potentes… Pero manejaban el instrumental con precisión y armonía. Por un instante vi las manos del hombre que tenía ante mí trabajando en un laboratorio a mi lado, manejando el instrumental delicado con sus grandes manos. -No contéis- dije tratando de sonar más firme- Haced lo que sea necesario pero no hagáis cuenta atrás, no me preparéis- era innecesario y sufriría más de la cuenta si sabía cuándo llegaría el momento. Era mejor pasarlo y que parte del dolor se camuflase con el cerebro ocupándose de pensar qué es lo que estaba ocurriendo.

Lo siguiente que recuerdo fue un dolor atroz y constante. Escuchaba palabras sueltas de instrumental quirúrjico para instantes después notar su efecto en mi cuerpo sin anestesia hasta que noté el efecto de un spray frío en mi costado. No eliminaba todo el dolor, pero al menos la piel no sufría. -Hazlo y ya..- tomé todo el aire que pude notando cómo se me hundía levemente en el pulmón sin clavarse. Mi mano volvía a estar acompañada por la textura de un guante, pero esta vez era mucho más pequeña, más suave. Estaban procurando que no me sintiera sola durante el proceso, y hace tanto tiempo que nadie considerado “bueno” lo hace por mí que incluso me cuestiono la utilidad de ello.  

¡¡¡¡¡¡YIAAAAAAAAAAARG!!!!!!- Era desgarrador. Noté cómo la junta de los huesos se resentían, cómo las costillas se quejaban por estar en su lugar original y la tirantez de la piel al forzarse de ser cosida. Notaba pequeños reflejos de luz en mis párpados cerrados con fuerza y me arqueé de puro dolor, aunque seguramente eso sólo lo hiciese empeorar. Jadeé agotada y dolorida. Una lágrima cayó por mi mejilla derecha. Era insufrible. Había sido un instante de dolor lo suficientemente intenso para pensar en morir mientras sonaba ese crujido seco reacomodarse en mi tórax.

Cuando pude regular la respiración y calmarme me recosté, acomodando la cama. Ahora las plantas me respondían mejor. Volví a acomodar a mi lado un hueco, donde antes él había estado arrodillado. -Te quedarás… lo has prometido…- mantuve los ojos cerraod salvo un instante en el que los abrí, encontrado sus manos manchadas en un verde oscuro y brillante por la luna. - No comprendo vuestros objetivos ni ambiciones. Ni siquiera comprendo por qué os negáis a matar y gastáis vuestro tiempo y dinero en alguien como yo, sabiendo lo que os hago y he hecho- Mi mano del costado sano se extendió buscando la suya, sin recordar que estaba con la piel al descubierto, sin acordarme de advertir sobre mi toxicidad y alejar mi contacto. Necesitaba su mano, fuese con guante o sin él. Las vendas estaban ceñidas sin resultar aplastantes. Era un buen trabajo, aunque no lo comprendiera.

- Tú… Sí es cierto que ves una luz en mí… - Fruncí el ceño sonriendo y tumbada mirando al cielo dejé que otra lágrima cayese de la mejilla opuesta, esta vez provocada por el dolor emocional de la situación y sus palabras - Lamento pensar que volveré a decepcionaros a todos los que creeís en ambas vidas- dije con un último suspiro refiriéndome a Ivy y a Pamela,  antes de que se me nublase la vista por completo y dejase que la inconsciencia del desmayo me tumbase de nuevo, ante él.