Nunca digas nunca... (Sasha Triger) [27/05/2018]

No sabía qué hacer. El cambio de Plana, el que ahora estuviera viviendo conmigo, encontrarme con ella... Este último mes se estaba coronando por todo lo alto. Y eso me echó hacia atrás a la hora de organizar nuestro encuentro. Estuve dándole vueltas al tema desde que volví a casa con Plana. No me quitaba de la cabeza la imagen de ella entrando en la tienda, inconfundible. Del abrazo del que fui apartada, de la violencia, de las acusaciones injustificadas… Pero tampoco me quitaba de la cabeza nuestros encuentros en la mansión, los besos, cómo estudiábamos, comíamos y descansábamos juntas. Vivíamos la una para la otra y la otra para la una. Fue una temporada en la que era prácticamente inimaginable pensar en nosotras por separado. Y ahora… todo se había roto.

Así que después de una noche de llantos y de confusión emocional, recurrí a lo más práctico que se me ocurrió. ¿De verdad me salía rentable permanecer así siquiera un día más cuando tenía la solución a una llamada? Mi relación con ella había muerto el día que yo me fui… No me merecía la pena alargar el sufrimiento de hoy por algo que había que resucitar, y ni siquiera era seguro que lo hiciera… Era hacer el encuentro, y que saliera como tuviera que salir, o no resolverlo nunca. Si salía bien, sería perfecto y podríamos vernos con más calma, arreglar poco a poco lo que la distancia había roto. Si salía mal.. supongo que sería una cosa menos de la que preocuparme del todo. Cogí la tarjeta y me senté en el borde de la cama, viendo una foto que conservaba de nosotras juntas a los 14. Con los ojos húmedos marqué el teléfono y le di a llamar. Apenas dio tonos, pero me puse atacada de los nervios y se me hizo eterno. Cuando me contestó el teléfono me sorprendí, como si no me esperaba que lo hiciera.

A lo largo de toda la conversación estuve nerviosa, aunque intentando sonar calmada. Cada reacción que ella tenía a mis frases me parecía que la estaba cagando cada vez más y más. Pero luego contestaba bien, así que me calmé… al menos un poco. Al colgar miré la vacía foto de contacto de Lilith. Apoyé los codos sobre mis muslos, y el móvil en mi frente, suspirando nerviosa para luego vencerme de espaldas a la cama, mirando al techo. Bien.. tenía tiempo para mentalizarme y prepararme. Horas eternas.


Me duché, me vestí con uno de mis conjuntos negros favoritos que por suerte, podía llevar en cualquier época del año gracias a mi poder. Me hice un maquillaje sencillo, haciéndome la raya y un poco de rabillo con eyeliner y algo de rimmel. Todo waterproof, porque… bueno. La posibilidad de desincharme a llorar como una magdalena estaba ahí. A las seis ya estaba preparada en casa y con tiempo de sobra. Mierda… No tenía nada con lo que distraerme, así que después de dejar la casa lista y despedirme de Plana fui directa al Central, a hacer tiempo, acompañar a Elsa y a terminar unas labores administrativas que tenía a medias.
A menos cuarto salí al mostrador y me tomé un chocolate caliente, intentando calmar los nervios y al cabo de poco rato vi un coche detenerse en la entrada, con una pelirrosa al volante. Me levanté. Dejé las cosas sobre el mostrador y le pedí a Elsa un café con leche tamaño XL para llevar. Tal vez sus gustos no hubiesen cambiado demasiado. Salí de la tienda con el café grande en la mano. Cerré los ojos un instante, cogí aire y lo solté. Inconscientemente me metí en un papel, adapté a la Sasha de la mansión, la que soportaba toda la presión y la que defendía a Chicle de todo. La chica segura de todo, quien tenía todo bajo control. No sé por qué me sumergí en eso, pero fue cómo me comporté, al menos al principio. Supongo que ni mi subconsciente confiaba en mi fortaleza..
Golpeé el cristal de la ventana de copiloto un par de veces, saludé con la mano y luego me senté cerrando la puerta, poniéndome la mochila de cuero negro delante sobre mis piernas. -Hola Lil- intenté llamarla por su nombre, pero se me hacía más raro incluso que llamarla como lo hacía antes. Le tendí el café -Para ti, es café con leche y azúcar.. ¿Quieres?- esperé que lo cogiera y me abroché el cinturón. - ¿Sabes volver o has venido con GPS? Puedo guiarte si me dices la zona donde vives, creo…- dije colocándome un mechón detrás de la oreja y comprobando que ningún whatsapp era importante antes de silenciar el teléfono y guardarlo en la mochila. -Y si quieres podemos parar por algún sitio a comprar algo, si necesitas cualquier cosa…- Sí, de momento estaba siendo una mierda.. pero apostaría porque las dos estábamos como un manojo de nervios. Ella no sé, pero yo necesitaba tiempo...más.

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Aproveché para echar un vistazo a ella y al coche. La música que sonaba era una canción de hace un par de años o así, y ella solía disfrutar bastante de la música. Tuve la sensación de estar interrumpiendo algún momento suyo. Pero aun así actué confiada. Se le notaba alterada, con sus mejillas algo subidas, lo que me hizo sonreír.  Anoté mentalmente lo del café solo, por si los futuros encuentros.

-Gracias entonces por haberte tomado la molestia...- le dije cuando comentó que estaba al lado. Coloqué las manos detrás de la mochila, ocultándolas de la vista jugueteando nerviosa con los dedos. Cruzaba las manos, las descruzaba, me ponía nerviosa constantemente y me venía esa presión en el estómago que me atacaba también la garganta. Suspiré, intentando respirar hondo y calmarme.

Pero fue inútil. Me sobresalté por dentro cuando me lanzó el cumplido. La miré, deteniéndome en su sonrisa blanca que destacaba sobre el piercing que le quedaba tan bien. Vi sus ojos, luego sus labios sonrientes y de nuevo a sus ojos. Le devolví la sonrisa, poniéndome nerviosa y sonrojándome también. ¿¡POR QUÉ ME SONROJABA!? Estaba acostumbrada a los cumplidos, pero si me los decía ella era.. como que… Tenían más importancia. No sé muy bien por qué. Carraspeé, intentando no perder el papel - Tu estás preciosa… El piercing es una pasada y.. me alegro de ver que sigues siendo chicle- le sonreí y luego miré por mi ventanilla, apoyando la cara en mi puño. -Y el vino me encanta, no tengo problema.- suspiré algo más tranquila, soltando aire en una sonrisa. Pintaba bien.

La subida en el ascensor se me hizo eterna. Ni sé cuántas veces repasé el patrón del suelo en lo que llegamos. Me miraba las manos y luego a ella, teniendo la sensación de que estaba haciendo la situación más incómoda aún. Cuando las puertas se abrieron suspiré agradecida, bien.. ya está.

Abrió la puerta y la luz blanca llenaba su piso. El sol entraba apagado, en sus últimas horas de luz, y escuché a Ifrith saludar a su compañera, contenta y nerviosa. Me agaché para recibirla, aunque no hacía mucha falta. -¡¡¡Hola!!!- le acaricié todo el cuerpo, la cara y abracé al perrazo con fuerza. -Jajajajaja, es genial...Sí, claro, no hay problema, te espero aquí- dije mientras me levantaba, disfrutando de las últimas caricias y soltando mis cosas en una percha de la entrada. Me quedé sólo con el teléfono a mano. Tomé asiento en el sofá amplio y esperé con las piernas cruzadas, nerviosa a que volviera. ¿Cómo plantearle todo lo que tenía pendiente…?

La vi volver, y esperé a que tomase asiento con calma. Carraspeé y suspiré una última vez más. - Bueno, pues… ahm… Sólo quería saber… Si estabas bien ahora, cómo lo habías pasado.. y .. Si querías intentar… recuperar esto- dije señalándonos a ella y a mí con el dorso de la mano. -Creo que mis intenciones están claras… No te habría llamado si no hubiera querido saber nada de ti y.. Yo.. - clavé mis ojos en los suyos- Te sigo queriendo como antes- confesé mordiéndome la lengua para no derrumbarme. Tenía mi función, era quien aguantaba el tipo, y eso no podía cambiar ahora.

Las cartas ya estaban sobre la mesa. Había dicho una de las palabras más peligrosas. Y la había soltado sin más. Parecía saturadísima cuando me escuchó.. ¿Ya la había cagado? ¿Demasiado pronto? ¿No debía haberlo dicho?
A la mierda… Estaba allí para ser yo misma, saliera como saliese. Cuando me cogió las manos cerré los ojos y suspiré, muy calmada y con la respiración profunda. Le acaricié con los pulgares mientras la miraba a los ojos y por un instante viví la sensación de que todo era como antes y nada, absolutamente nada había cambiado entre nosotras. El tiempo dejó de existir.
No pude evitar sonreír cuando dijo que estaba bien, y sentirme aliviada por dentro. Cuando me fui de la mansión la mente me daba mil vueltas sobre cómo se encontraría, si volvería a confiar en alguien, si estaría bien sola… Sabía de su carácter complicado, de su poder difícil de manejar, de cómo sus corazas la protegían de un mundo que no estaba listo para abrirse ante ella. Y temí sobre todas las cosas que al irme, se quedase sola. Sin embargo la escuché, la escuché con calma y…

Me rompió por dentro. “La vida sigue”... Bonita excusa para asumir que hemos superado cosas que nos siguen doliendo. Cierto, la vida continúa, quieras vivirla o no. Pero para mí… Lo que vino después de eso fueron meses de sobrevivir en la calle, como una rata. Esquivar las miradas de quienes me conocían y buscar las desconocidas. La vida sigue… pero qué vida.
Cuando pronunció esa frase sentí por un instante que nuestra relación era algo del pasado. Que ya no merecía la pena porque ya estaba ahí atrás, en el montón de cosas que ya no siguen. Y se me humedecieron los ojos, perdiendo la vista en la nada, con sus manos entre la calidez de las mías.

Tragué saliva volviendo a mirarle a la cara. Por favor… que no diga que esto no merece la pena ser recuperado.
Escuché todo lo demás. Su disculpa, su felicidad por verme bien, su… abrazo.

La abracé al momento, casi automático y por un resorte. Apoyé mi barbilla en su hombro conteniendo las ganas de llorar, notando ese dolor en la garganta que me aprisionaba las lágrimas. Me vino su olor, el calor, la sensación de tener su cuerpo cerca… Y sí, inevitablemente uno de los momentos que se me pasó por la cabeza fue el día que me desveló lo de mi madre… Y necesitaba acurrucarla, como hizo ella conmigo.

Cuando se separó me sentí desamparada por completo, como si me faltase algo. Se separó nerviosa, como las primeras veces que apenas le rocé la mano o hice los intentos de acercarme a ella. Clavé mis ojos verdes en su mirada, deteniéndome por un instante viendo cómo se levantaba. -¿A qué vienen los nervios, Lil?- le dije con una seriedad poco común en mí, justo antes de estirarme rápidamente hacia ella, agarrarla de la muñeca y tirar hacia mí, para que quedase abrazada de nuevo en el sofá, echada sobre mí.
Sus mechones con aroma a champú me rozaron la nariz justo antes de hundirla en su cuello, llorando en paz por fin. La voz me temblaba, y mis brazos se estrechaban en torno a su cuerpo como si fuese a perderla si la soltaba. -He tenido… tanto miedo…- intenté suspirar en medio de un sollozo - Nunca pensé en volver a verte, y ahora… No quiero que formes parte de mi pasado, Lilith… Mindy… Mi chicle… - estreché aun más el abrazo, dejando su cuerpo totalmente apoyado sobre el mío, descolgando una de las piernas del sofá para que pudiese acercarse más a mí. Sin dejar de llorar empecé a acariciarle la espalda. -Me fui… porque no tenía más remedio… Me amenazaron. Y cuanto más sepas más en peligro estás… No quiero involucrarte en esto, pero quiero conservarte en mi vida…- y no hice nada más. Me quedé ahí, disfrutando de quien había sido mi alma gemela durante muchísimo tiempo, sin dudar de que lo seguía siendo.

Al recibir sus brazos alrededor de mi cuello algo me tranquilizó. Algo me decía que estaba bien y que ella sentía lo mismo. No era un abrazo de consolación. Cuando se separó y me miró a los ojos tuve la sensación de que todo había pasado. De que por mucho que pasase, íbamos a estar ahí siempre. Eramos pilares en la vida de la otra y aparentemente, permaneceríamos para siempre ahí...

Mientras siguiésemos vivas.

Lo que me recordaba... -No, Lilith- la acompañé mirando todas las botellas y echando un vistazo rápido a la cocina. -No voy a estar bien... Estoy amenazada de muerte. Toda mi vida lo he estado.- carraspeé mirando a la nada, perdida en una de las puertas de un armario de la cocina. - Vivir conmigo o cerca de mí es una mierda. Si te importo te expones a que un día yo desaparezca y no saber si sigo viva. Es... todo es un asco.- ¿Por qué estaba estallando con ella?

Supongo que por estar desbordada de emociones. Poco a poco había convertido el miedo en ira y la ira en tristeza. Con todo lo que estaba pasando últimamente, la cabeza me daba vueltas y no tenía ganas de comer ni de beber nada. Suspiré mirando a la nada, en un intento inútil de que se ignorase lo que acababa de decir. -Ginebra... si tienes... Vino o cualquier o cualquier cosa. Todo alcohol me gusta- y me apetecía. Ya no por la gilipollez de ahogar penas, sino porque quería notar el sabor de un alcohol potente. -Plana es mi chico...Llevamos.. muy poco juntos y lleva diez días viviendo en mi casa por... cosas. Es de Suiza- dije esperando esa copa. -Y tú...? ¿Nadie especial en tu vida?- dije levantando la mirada intentando recomponerme.

La miré conteniendo una risa para mí. Llevaba tanto tiempo distanciada que se le había olvidado lo práctica que resultaba mi capacidad en el día a día - No necesito hielos, no te preocupes- dije mirándole preparar las cosas desde la distancia, acariciando a Ifrit feliz. La compañía de los animales siempre me había resultado más cálida que la de algunas personas. Carraspeé recuperando poco a poco la compostura. Lo único que debía hacer era advertirle, si ella decidía entrar con todas las de la ley, como parecía que había decidido, era bajo su responsabilidad que yo un día desapareciera y tuviese que lidiar con el dolor.

Pero egoistamente, me reconfortó saber que me echaría de menos y que quería permanecer a mi lado aun a costa de ese riesgo.
-Yo también quiero hacerlo bien- le dije sonriendo pensando en la pica que descansaba en mi tobillo.

Cogí la copa sujetándola entre el pulgar y mis dedos, enfriándola al momento así como su contenido generando ese tono grisáceo de cuando un cristal húmedo está muy frío. Le di un sorbo cerrando los ojos y la miré en silencio unos segundos. Era tan raro.. había crecido tanto que se me hacía todo tan familiar y tan diferente...

Le sonreí de lado cuando me recolocó el pelo, definitivamente feliz, y pasé un brazo sobre sus hombros de camino al salón. -Sí... vivimos juntos- suspiré como si estuviese agotada- La verdad.. fue una situación un poco forzada. No digo que no estemos bien. Pero... uf.. No me lo esperaba, yo tenía.. mi casa, mi hogar, mi... Todo. Mi pequeño mundo y me ha alterado el ritmo. A veces se me olvida que ya no estoy viviendo sola. De momento... Estamos a ver qué pasa o si se busca otro piso.- No por nada en particular. Todo lleva un periodo de adaptación y yo no estaba teniendo uno demasiado amplio para este tema.

Sonreí con muchísima ternura al verla con el perro tan cariñosa. Era de esperar que alguien como ella volcase todo el cariño en una mascota -Jajajajaja, ¡Hacéis buena pareja!- dije dando un par de tragos largos seguidos. -Siempre se te dio bien la caza- le tendí una mano para que me diera la suya -A mí me cazaste...- murmuré luchando con todas mis fuerzas para contener una carcajada que se me escapó- Jajajaja, no, en serio.. Dejando eso aparte. A Tim le gustabas. ¿Te acuerdas de él? ¿El cambiaformas?- comenté recordando cómo en aquel recreo Tim se me acercó con inseguridad y un sonrojo muy intenso a contarme que le gustaba mi amiga. Estaba tranquila, con ella cerca y en un buen ambiente. Sentía que poco a poco mi vida sonreía a pesar de todo y tener la oportunidad de regenerar esa gran herida del pasado...me estaba haciendo un gran bien.

No me esperaba su reacción. Tim era un muy buen chico pero... No tenía demasiada inteligencia emocional, era un poco cerrado de mente y yo estaba 100% convencida de que a sus 18 años se daría cuenta de que era gay. -Nunca te dije nada porque Tim... Me parecía demasiado sencillo. Apenas reflexionaba las cosas, no era nada emocional ni... Era como muy torpe emocionalmente pero por despistado y por simple, no porque tuviera problemas- Carraspeé y le di un largo sorbo a la bebida - Además hmnm... Cuando me lo contó me dijo que quería que yo lo supiera pero que no te lo dijera-

-Siempre me apetece pizza. De lo que sea- La esperé con calma echando un vistazo al salón. Seguía siendo igual de recogida y de metódica. Durante una temporada llegué a pensar que tenía TOC, sobre todo al principio cuando me acoplé a su habitación. Ahora se notaba todo lo que había madurado. Los gustos que había desarrollado, los que había dejado atrás… Me sentí extraña. Como si por un momento formar parte de su vida fuese de nuevo algo natural.

Sonreí ante la proposición de hacer de nevera. Cogí su vaso y al segundo se lo devolví, con la bebida fría -Sí.. trabajo con mi poder. Aprendí a controlarlo casi por la fuerza, pero no me puedo quejar. He hecho un gran avance con esto y me importa mucho.- Sonreí enfriando también mi bebida esperando aquellas pizzas con un hambre atroz.

-He aprendido bastantes trucos nuevos... Son muy chulos.- Bebí otro trago más -¿Tú qué tal lo llevas¿- dije referente a sus poderes, esperando no molestarla o forzarla a nada más. Mientras tanto en mi cabeza todo se volvía mucho más estable. Tuve un momento en el que incluso pensé que todo estaba siendo otro sueño.. Pero era demasiado real. Tal vez la luz empezase a aflorar entre la porquería que era mi vida últimamente...

Sonreí de medio lado, viéndola tan feliz, tan tranquila, hablando por teléfono como ejercicio rutinario de día a día... Por un momento fue como volver a esa época en la que nada había pasado, y no pasaba nada. Sonreía bromeando, como cuando empezó a liberarse en la mansión y hablaba poco a poco con cada vez más gente que no fuesen los profesores o yo misma.

Le guiñé un ojo sonriendo, tranquilamente feliz para confirmarle el pepperoni mientras daba un trago largo a mi copa. -Genial, ¡muero de hambre!- dije colocándome el pelo hacia atrás con un gesto rápido de la mano.

Luego volví a fijar mi mirada en la suya -Jajaja, los trucos los ves cuando quieras, sé hacer de todo un poco. Y.. me alegra oír eso- dije mientras mi voz adquiría un tono completamente sensible y sincero-Siempre me dio miedo imaginarte fuera de la mansión... Aunque me entristece bastante saber que te fuiste antes de controlarlo del todo, seguro que con práctica lo manejarás pronto- Sonreí brindando una vez más con ella.

Abrí los ojos algo sorprendida ante la expectativa. ¿Qué sería? ¿Después de todo este tiempo? ¿Fotos de Ifrit te cachorro quizá? Cuando vi cómo lo traía, su mirada, lo que el libro ocupaba en sus manos.. Sus manos de ahora sobre ese recuerdo tan... directo.

-Pero Chicle...- me incorporé levemente aun sentada viéndola en ese manojo de nervios que tan acostumbrada estaba a calmar. Tomé el libro entre mis manos y lo abré, leyendo palabras sueltas por encima mientras pasaba páginas sin sentido, alucinada. - Es.. precioso... - cerré el libro y lo abracé con una sonrisa triste. Miré su portada manteniendo la expresión - ¿Sabes...? Nunca fui capaz de terminarlo... Siempre me quedé en lo último que leí aquel día- Dije mirándola a los ojos y devolviéndole el libro.

Me estiré en el sofá hasta tumbarme a su lado. Por poco, pero cabíamos las dos. Me abracé a su abdomen apoyándome en su hombro - Quiero que lo tengas tú hasta que se pierda, queme o le pase cualquier cosa...- suspiré tranquila y feliz, sintiendo un calor emocional que no sentía hace mucho - Gracias... Es precioso- Y ahí me quedé, abrazada a mi amiga en el sofá de su casa, con nuestro libro entre las manos y dejando besos en su mejilla y cuello -Te quiero mucho Lilith- susurré justo antes de apoyar la cabeza en su hombro.

Con ella me sentía en paz. El tiempo que estuve en el circo y viviendo en la calle fueron de lo peor y de lo mejor que tuve, pero en comparación con mi vida actual... Era bastante triste. Al tenerla en mis brazos era como si todo eso no hubiese pasado, como si recuperase parte de esa vida pasada y feliz donde todo era fácil, se sufría solo por amor y no había que pagar de nada ni ocuparse de ciertas responsabilidades de las que ahora sí tenía que hacerme cargo.

Simplemente podía ser yo misma.

Noté su suspiro, y por mi mente surcaron mil opciones; "Apártate Sasha" , "Lo sé, pero nada volverá a ser como antes" , "Yo aprendí a olvidarte" ... Y muy alejado, en un pequeño rincón, tímido, inseguro y tembloroso, el " Yo también te quiero Sasha" otra vez. Necesitaba afianzarlo...

Pero no llegó.

Me erguí cuando ella se estiró para apartarme. Nunca había sido tan distante conmigo, y eso me cabreó bastante, aunque conseguí tragarlo. Habíamos quedado en ser sinceras y abiertas, y si no estaba diciendo lo que sentía me estaba traicionando. Por otra parte, si eso era lo que sentía...

Me terminé la copa junto con ella, dedicando una mirada perdida con el ceño levemente fruncido mientras dejaba la copa para luego mirarla a ella y percibir esa sonrisa fugaz antes de que se levantase a recoger la cena. Los golpes de sus pies desnudos sobre el suelo se me clavaron en la cabeza como los golpes de un metrónomo. En ese instante no sabría valorar la noche. Es decir.. ¿Bien, no? Estábamos hablando como personas, poniéndonos al día. Yo siendo cercana... Pero.. ¿Por qué sentía que algo no terminaba de encajar?

Me sacó una sonrisa de medio lado echando aire por la nariz cuando hizo ese paripé. Plana solía hacer también esas tonterías. - Oh, gracias querida. Esperaré al caviar y a la mouse de champagne...- contesté entre risas sonando todo lo pedante que podía. Coloqué las cajas en la mesa lo mejor que pude, procurando no manchar. - Uy, vienen bien cortadas, qué raro- objeté mientras le miraba antes de que se sentase - Oh, ¿puedes traer servilletas y un poco de agua, preciosa?- pedí colocándome en el sofá cómoda para comer, esperando a que volviera.

Tenía ganas de algo así. De normalizar las cosas... Aunque no paraba de quitarme de la cabeza esa sonrisa que me había soltado antes de irse.

Lilith era más atractiva de lo que pensaba. O al menos de lo que pensaba en la mansión. Ahora parecía ser plenamente consciente de sus "capacidades" y de hecho las explotaba bien. Alcé mucho las cejas y la miré sonriendo -Jajajaja, pobre chico, eres una heartbreaker... Aunque es un poco muy joven para ti, ¿no?- Comenté a tono de coña mientras daba un sorbo y me lanzaba junto con ella a por la deliciosa pizza.

Me rugió el estómago una vez antes de darle notar el sabor jugoso y mastiqué sonriendo. Lo cierto es que se me empezaba a hacer cómodo, agradable... Era una sensación a la que fácilmente podía acostumbrarme para el resto de mi vida.

Fui entonces a dar un segundo bocado pero antes noté cómo el trozo de pizza volaba de mi mano. Puse morritos y carita triste al principio pero luego vi que me sostenía las manos firmemente y que me miraba a los ojos, con estos particularmente rojos. -Hey... Oye..- La miré a los ojos durante todo el tiempo que hablamos. - Por orgullo, por circunstancias, por la propia vida... Cuando pude volver a la mansión pregunté por ti. Me dijeron que te habías marchado de la ciudad... El resto del tiempo yo lo he tenido imposible. Físicamente imposible. No podía buscarte de ningún modo y tampoco estuve en Nueva York... Yo.. ¿Tú me buscaste...?-

Y me explicó que sí, pero que se frustraba y lo dejaba.

Sonreí de medio lado con tristeza. Supongo que ella no invertía ni por asomo el esfuerzo que yo volqué por recuperarla - Pero no creo que importe ni que merezca la pena pensarlo... Ahora, al fin estamos juntas.- Eso es lo que importaba ¿No?