Playing with fire (Alex y Sasha) (15/01/2019)

El día había amanecido bastante nublado y durante el transcurso del día no hizo más que empeorar, volviendo las calles más sombrías a medida que avanzaba la tarde. Me había despertado en la azotea de un edificio como era mi costumbre cuando el bullicio de la ciudad empezó a resonar en el ambiente y después de descender a la calle por la escalera de emergencia, me dediqué a recorrer la ciudad tratando de conseguir un trabajo honesto antes de que las reservas que había recaudado desvalijando tontos en unas mesas de poker de los antros aledaños se consumieran.

Recorrí casi todo ese sector de la ciudad durante el transcurso del día sin conseguir nada ni remotamente cercano a una respuesta favorable en los pocos lugares que encontré pero me sirvió para familiarizarme con la zona y mostrarme un par de bueno lugares donde podría pasar la noche sin mojarme en caso de la lluvia se desatara sobre la ciudad, recordándome que aún tenía que encontrar un departamento. Cuando la tarde empezaba a darle paso a la noche compre algo para cenar en una tienda y mientras degustaba ese bocadillo camine por la calle hacia uno de los lugares que  había elegido para dormir cargando con la cada vez más abultada mochila que contenía mis pertenencias cuando un camión de bomberos paso a mi lado a toda velocidad calle arriba con las luce y las sirenas encendidas. Por curiosidad decidí seguirlo hasta unas calles más arriba donde me encontré con un edificio ardiendo furiosamente.

EL fuego salía de las ventanas y techo levantando una gruesa nube de humo que se confundía con el cielo sin estrellas mientras los bomberos bombardeaban las ventanas con agua en un intento que parecía inútil para apagar semejante llamarada, avancé entre la gente mirando el fuego cuando noté a una mujer que le gritaba frenética a un bombero. Me aproximo  tanto como el vallado me lo permitió  y sobre el ruido pude escuchar a la señora gritar de forma frenética que su hija estaba en un departamento del tercer piso pero que no la había visto salir mientras los bomberos le dicen que no pueden hacer nada para llegar hasta ella, ya que era muy peligroso para ellos entrar.  

“Peligroso para ustedes, no para mí” pienso mientras hecho a correr hacia la parte trasera del edificio mientras me arranco una manga de la camiseta, sujetándola en la mano derecha junto con un pedazo de hielo que derrito lentamente para que la tela quede bien empapada. Cuando llego a la parte trasera se va el alma a los pies, este lugar no tenía una salida de incendios en el callejón que los separaba, sino una que estaba a la vista de todo el mundo y del cordón policial que seguramente me detendría si trataba de acceder por ahí. Buscaba alguna saliente o cañería que me permitiera subir cuando vi la altura del edificio que estaba del otro lado del callejón. Era mas bajo que el que se estaba incendiando pero tan alto como para dejarme llegar a la ventana del tercero si saltaba la brecha entre ellos. No lo pensé dos veces y me subí a la estructura vecina que no estaba vigilada usando la escalera de incendios. Arroje mi mochila sobre la azotea mientras corría en dirección al callejón, me coloque el trapo empapado para que me tapara las vías respiratorias, fijándola a mi cara con una máscara de hielo,  y salte hacia la ventana del departamento en llamas.

Choque contra la cristal usando el hombro del lado izquierdo mientras me protegía la cara con los brazos, había rodeado toda la parte izquierda de mi pecho y extremidad con hielo para minimizar los riesgos de heridas pero falle en la estimación y cuando aterrice rodando dentro de uno de los departamentos pude sentir varios trozos de vidrio encajarse en mi espalda junto con varios cortes en mi pecho y brazo producto de partes de la estructura de la ventana. Salí al corredor respirando con dificultad producto del humo y empecé a revisar los departamentos buscando a la niña mientras la mampostería de las paredes y el techo caía a mí alrededor. Cerca de la mitad del pasillo di con el departamento donde estaba la chiquilla ya que al patear la puerta para abrirla puedo escuchar el pequeño gritito que hizo. Era una pequeña de más o menos 7 u 8 años que se encontraba en una esquina de la sala sentada mientras se tapaba la nariz y la boca con las manos. Me acerqué rápidamente a ella mientras le tendía el trapo que había estado llevando para que se lo pusiera en la cara, lo hizo acercándose a mí mientras la tomaba en brazos para llevarla fuera del lugar. Estaba cerca de la puerta cuando una viga de madera del techo se desplomó, logre apartar a la criatura del peligro pero los escombros me atraparon. Traté inútilmente de levantar el peso que me aprisionaba pero era demasiado para mí, yaciendo boca abajo con ambas piernas y mi brazo izquierdo inmovilizado bajo los pesados tablones dejándome solo el brazo derecho para hacer fuerza. La niña entendió lo que me pasaba y se aferró a mi mano mientras trataba inútilmente de jalarme. Le pedí que buscara una salida pero no me escuchaba, y tampoco podía usar mi poder de fuego para quemar las vigas tan cerca de ella sin lastimarla.

La niña me sujetaba la mano tratando de ayudarme mientras seguía haciendo caso omiso a mí pedido de que se alejara del lugar, lo que casi me obliga a que aumentara la temperatura de mi mano para que al sentir el calor por reflejo me soltara y así poder usar mis poderes. Estaba por hacerlo pero en ese momento una muchacha apareció, tomó a la niña y luego toco la viga que me atrapaba haciendo que esta ardiera hasta consumirse en unos pocos segundos. Luego hizo en sus piernas unas botas de hielo con las que avanzo por el corredor jalándome de la mano mientras congelaba el camino hasta la salida. Había hecho desaparecer mi pechera de hielo en cuanto ella había aparecido y mientras nos encaminaba a la salida pude notar como trataba enfriar mi mano. Decidí seguirle el juego y acompañarla a la salida, más por la curiosidad que por el crédito del rescate en sí. Una vez en la calle pude ver como la niña era recogida por su madre y mientras se alejaba ella aun sujetaba la manga de mi camiseta en su pequeña manito.

Regrese la vista hacia la muchacha que había venido a salvarnos cuando ella me tendió la mano y me dijo su nombre.

-Un gusto-.Respondí estrechándola, el contacto con su mano volvió a parecerme tan raro como la primera vez, era como si controlara su temperatura.

Al parecer esa chica y yo teníamos más cosas en común de lo que parecía. Estaba por responder cuando un bombero se acercó a agradecernos por el rescate. Ella le respondió mientras yo reflexionaba sobre que responderle, la observé con detenimiento mientras hablaba: entre 1,73 y 1,80 de altura, ojos verdes, cabello claro con tonos rojos en las puntas y piel color almendra. Eso sumando a que usaba los mismos elementos que yo haría pensar a cualquiera de que se trataba de mi hermana perdida. Pero era obvio que no era posible debido a que no pertenecía a esta dimensión. Después de que el bombero se fue volvió a dirigirme la mirada, pero al cruzar mi vista con ella también vi a unos paramédicos acercándose en nuestra dirección, casi seguro cuando vieron los cortes y la sangre que caía por mi brazo derecho. La charla tendría que esperar.

-Este no es el lugar ni el momento adecuados- Incliné la cabeza hacia un costado para ver mejor a la gente de emergencias.- Creó que tú también deberías retirarte antes de que alguien aparte de mi note tus botitas de cristal-. Dije mirando hacia sus pies.

Cuando ella bajo la mirada me alejé caminando de prisa, giré la cabeza por última vez cambiando el color de mis ojos, que hasta ese momento estaban en su natural color verde, para dedicarle una mirada con un ojo celeste brillante, el otro rojo escarlata y  a una sonrisa de complicidad. Después desaparecí entre la multitud.

Camine por la muchedumbre hasta llegar a una de las ambulancias vacías, donde disimuladamente tome unas cuantas vengas y gasas antes de escaparme hacia el tejado del edificio contiguo por mi mochila. Para cuando llegué arriba estaban comenzando a caer las primeras gotas de lluvia, así que después de forzar la cerradura de la azotea resguarde mis pertenencias fuera del alcance del aguacero. Volví salir a la intemperie mientras me quitaba la ropa quemada dejando que el torrente que caía del cielo  lavara el hollín y las manchas de sangre de mi cuerpo. Una vez limpio de la suciedad y rastros de sangre seca entre para tratar mis heridas.

El amanecer del día siguiente el cielo comenzaba a despejarse, anunciando que el día sería mucho mejor que anterior. Me puse mi ropa de correr y baje a la calle para reemplazar las prendas que había perdido la noche anterior llevando mi mochila conmigo, sin dejar rastro de que alguien hubiera pasado la noche allí, adentrándome en las calles de la ciudad. Una hora más tarde me encontraba, vestido de forma similar al día anterior y preguntando en la calle si no conocían a una chica que encajara con la descripción de aquella con la que me había encontrado en el incendio. Después de un buen rato de buscar di con una pista que me llevó hasta una pastelería no muy lejos de donde el edificio había ardido. Observe el lugar por un rato, desde la acera de enfrente, mientras estudiaba los movimientos de la chica dentro del local y de la otra empleada. Cuando me sentí seguro de que no habría problemas escondí mi mochila en un lugar cercano, me calcé la chaqueta de cuero que siempre uso, para tapar los vendajes de mi brazo derecho, y crucé hacia el negocio. Entre detrás de un grupo de señoras a las que les abrí la puerta amablemente, de modo que la mujer llamada Sasha no reparó en mí hasta que me vio inclinado delante de la vitrina de dulces cruzado de brazos como si pensara en que comprar.

-Hola-. Dije levantando la vista hacia ella con una sonrisa.- Mundo pequeño ¿no?-.

Pude observar la expresión de su cara cuando me reconoció y su nerviosismo cuando le comentaba algo a su compañera que parecía intuir que no era muy grata mi aparición de esa manera tan espontánea. Después de servir a las señoras que había dejado entrar hace un momento se acercó a mí sonriendo mientras se recostaba sobre el mostrador y me decía que fue descortés al irme sin responderle, creo que la había intimidado bastante viniendo al día siguiente pero tenía curiosidad por quien era esta chica de pelo gris con rojo y lo mejor era evitar malos entendidos explicando solo lo que necesitaba saber para que supiera que no tenía malas intenciones.

-Te dije que era un mal momento para charlar, no me gustan las ambulancias ni los hospitales así que esperar a los chicos de emergencias no era una opción y por eso me fui. Ahora que mi brazo recibió atención médica decidí venir para que continuemos nuestra conversación, ¿es un buen momento o regreso luego?-.Me quedo pensando un momento.- Tomaré té negro por ahora solamente y antes de que lo olvide de nuevo, puedes llamarme Alex-.

Me gire hacia el local para ver la disposición de las mesas y me ubiqué en una que estaba al lado de la ventana mirando hacia la calle mientras esperaba que llegara mi pedido. Estaba jugando con una servilleta, doblándola para formar un cuadrado pensando en cómo abordar la charla. Para mí estaba claro que ella teníamos habilidades parecidas. La cuestión era saber hasta qué punto ella entendía sobre sus poderes y que nociones tenía de los míos. Sentía curiosidad en las similitudes, pero tenía que andarme con cuidado, porque no me gustaría terminar en un laboratorio con el cuerpo lleno de tubos y agujas igual que un espécimen raro de pruebas, con una vez era suficiente. El curso más fácil de acción era hacerme el tonto y tratar de sacar la mayor cantidad de información hasta que descartaran mis sospechas, luego de eso ya vería cuanto le contaría a ella sobre quién realmente soy.

La chica se quitó el delantal y se sentó frente a mí, su lenguaje corporal delataba que también estaba nerviosa. Supongo que el susto que le había dado aún no se le había pasado del todo por el comentario que dirigió hacia mí, pero eso era bueno porque la gente nerviosa comete errores y si había algún gato encerrado en el asunto podría sacárselo. Lo mejor era mantener el control de la charla y dirigirla a donde yo quisiera, pero sin que pareciera un interrogatorio porque de lo contrario solo la pondría más nerviosa hasta que se negara a hablar y me pidiera que me fuera.

-Vine porque me dijiste que teníamos cosas de las que hablar, así que aquí estoy-.Dije mientras sacudía los saquitos de azúcar antes de verterlos dentro de la taza y revolverla.- Estuviste bastante impresionante ayer y eso llamó bastante mi atención. Así que adelante, cuéntame. Tengo todo el tiempo del mundo el día de hoy-. Me llevé la taza a los labios y bebí un poco de té.- Este té esta delicioso-.

Era verdad que tenía tiempo de sobra porque básicamente ni siquiera tenía un lugar al que volver, estaba viviendo algo más grande de lo que jamás había imaginado: la total libertad de hacer lo que quisiera. Acababa de regresar de un extenuante viaje al norte donde habían pasado infinidad de cosas y de donde regresaba con muchas experiencias nuevas. Ahora se encontraba frente a mí la posibilidad de conocer a otro Esper con los mismos poderes que yo, eso acrecentaba mi emoción pero también mis precauciones, como alguien me supo decir en mi mundo original alguna vez, “si algo era demasiado bueno para ser cierto, quizás lo fuera”.

Interesante, así que la muchacha estaba acostumbrada a hacer ese tipo de cosas lo que quería decir que estaba lejos de ser solo un Esper más. La chica continúo hablando elogiando mi acto de valentía además de decir que se sentía extrañada por esa actitud.

-Supongo que los viejos hábitos nunca se pierden por lejos que vayas-. Dije cortando la frase que estaba pronunciando antes de levantar de nuevo la taza para beber otro trago.

Después cambio de tema saltando a lo que debería ser su razón principal, mis poderes. Lo soltó como un comentario, para incitarme a que hablara del tema como si pensara que solo por unos momentos de conversación pudieran ser suficientes para generar un lazo de confianza. Pues, si quería una historia, por supuesto que se la daría.

-Yo también tengo estas habilidades desde que tengo memoria pero las usaba de forma inconsciente y con los años aprendí a dominarlas. Me trajeron problemas durante algún tiempo porque no podía controlarlas, así que fui de un lugar a otro, viaje por muchos países hasta que me encontré con un hombre que me ayudo en Venecia. Me enseñó a dominarlas, me educó y me dio un hogar además de una razón de ser. Me volví un rescatador como él  y me dediqué a salvar personas hasta que murió, después de eso decidí empezar a viajar de nuevo hasta que llegué aquí. Esa es mi historia-. Volví a tomar un sorbo de té.

Mentir me era fácil cuando creces en un lugar donde la mentira está en todas partes, pero es más fácil cuando parte de la misma es verdad, ya que no tienes que fingir todas tus expresiones y eso suma credibilidad al asunto. Además era más fácil que explicar que había caído por un portal dimensional, que era un agente de una agencia que se encargaba de mantener el orden entre tres potencias del mundo secreto y que ni siquiera mis colegas sabían que uno de los suyos era una de las pocas rarezas donde lo raro era lo más normal del mundo. Una cosa me quedó dando vueltas en la cabeza mientras recordaba el día anterior así ya que estábamos con las preguntas, ahora era mi turno.

-Ahora que lo pienso, ¿qué tipo de habilidad es la tuya? ¿Quemar o congelar las cosas por contacto?-. Deje la taza vacía sobre la mesa para luego mirarla a los ojos.

Interesante poder el de esta chica, era lo más parecido a mi habilidad que había encontrado desde que me topé con el Esper de los Dragones. En este mundo también había personas de nuestra clase aunque aquí la cantidad era exorbitante, lo que me hacía pensar que en mi dimensión solo era cuestión de tiempo para que todo Gaia se poblara de personas con habilidades súper humanas, aún asi encontrar a alguien con mi tipo de mutación era como buscar una aguja en un pajar, si es que lo mío era realmente una mutación y no el producto de quién sabe qué cosas hubieran hecho conmigo en ese lugar.

-Aprender a controlarme es algo que hubiera aprendido de una forma u otra. Pero fue bueno que lo hiciera en las circunstancias en que las hice o no sé en qué me hubiera convertido-. Volvió a preguntarme el motivo del porque me aventé dentro del edificio. La verdad era porque me sentí identificado con la chiquilla y por eso quería salvarla, tal vez porque si lo hacía estaría a la altura de la persona que me hizo lo mismo por mí hace tanto tiempo. No era algo que admitiría enfrente de una desconocida, además de que había otra razón más simple que también era verdad.- No hay ningún significado raro, ¿Quieres saber porque lo hice? Es muy simple: porque puedo. Ni los bomberos, ni la policía ni cualquier de los demás peatones que se quedaban absortos mirando o filmando el desastre se movieron para tratar de alcanzarla porque era peligroso para ellos, no para mí, así que dime ¿Tu hubieras hecho otra cosa?-.

Era lo más simple que podía decir, el Consejo nos entrenó como una agencia de control para los descarriados pero más que nada para proteger a los civiles inocentes de las cosas a las cuales no están preparados a afrontar y era algo a lo que no podía darle la espalda, en este mundo o en otro. Ya había conseguido quitarme de encima la duda sobre lo que ella era, solo me restaba pensar en que hacer a continuación. Quedarme o irme era dos ideas bastante tentadoras por las posibilidades que barajaban para el resto del día.

OOC: Lo siento por la tardanza, ha sido una época un poco loca y no he estado en mi casa. Muchas gracias por la paciencia, ¡Espero que no se te hayan quitado las ganas de tener este tema!.

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Así que Sasha tenía contacto con otros mutantes, como alguna especie de comunidad o agrupación, eso era algo que me llamo mi atención y era algo que no podía dejar pasar porque me podría facilitar ayuda para adaptarme a este nuevo entorno. Ella me estaba cayendo bien y no tenía pensado hacer nada en la noche salvo tirarme en algún lugar a dormir así que la invitación no era nada mala.

-No tenía planes para esta noche así que acepto con gusto, tengo que atender unos asuntos y luego vendré por aquí ¿Qué te parece?-.

La verdad era que había pasado más tiempo del que creía allí, lo que seguramente demoraría bastante mi búsqueda de un lugar donde quedarme de forma más permanente. Como ya el día estaba perdido era mejor dejarlo así y continuar por la mañana, si es que la ciudad continuaba en pie y no explotaba durante la noche, sonaba absurdo pero era posible.

-Nos vemos luego-. Respondí antes de estrechar su mano y salir del local dejando el dinero por el té y una propina.

Regrese a donde había dejado mi mochila para echármela al hombro y caminar un poco antes de encontrarme de nuevo con ella. Recorrí sin mucho interés las calles mientras miraba los anuncios de las vidrieras en busca de un posible lugar de empleo mientras tarareaba una melodía de las que sabía escuchar en el viejo continente y de esta manera avance durante un par de horas hasta que la tarde comenzó a caer. Cuando estaba cerca de la cafetería decidí meterme entre los callejones para buscar un sitio donde guardar mis pertenencias para no arrastrarlas conmigo durante toda la noche. Me acerque hasta una puerta de emergencia en el lateral del edificio y la tanteé para ver si estaba abierta, la suerte no me acompaño así que tendría que abrirla, busque entre mis pertenencias pero no pude encontrar mi navaja, herramienta que usaba para facilitarme el ingreso cuando las cerraduras me lo impedían, pero no había rastro de ella. Suspiré insultando a mi suerte, ya que ahora tendría que encontrar otro lugar o subirme a alguna azotea para esconder mis cosas dentro de alguna ventilación. Estaba por salir del callejón cuando vi a un sujeto que tomó por detrás a una mujer que caminaba por la acera y la lanzaba al oscuro corredor entre los edificios, el tipo saco un cuchillo de sus bolsillos y apunto con él a la señorita que estaba inmóvil presa del pánico. Ninguno de ellos me había visto por el contenedor de residuos que estaba justo al lado de la puerta, así que lentamente deje mis cosas en el suelo y me acerqué a ellos sin hacer ruido.

-Dame todo tu dinero maldita o te mueres-. Decía el tipo mientras agitaba el cuchillo contra la mujer que se había arrastrado por el suelo hasta poner la espalda contra la pared mientras miraba de forma casi hipnótica el arma y no respondía.

-No me has oído, que me des todo lo que traes-. Apuró el ladrón acercándose más.

-Me prestas esa navaja-. Solté en seco a un par de metros de él saliendo de la sombra de la pared para que pudiera verme.- por favor-.

Qu….¿quién demonios eres?¿De dónde saliste?!-. Soltó sorprendido el maleante que dejó de apuntar a la chica para dirigir la afilada hoja hacia mi dirección.

-Ya te lo dije, que si me prestas tu cuchillo-. Dije sin inmutarme, no era la primera vez que me apuntaban con un arma blanca, no estaba subestimando al tipo pero tampoco es que fuera gran cosa como para que me asustara.

-Quédate quieto o te apuñalo, da…dame todo tu dinero-. Dijo envalentonándose por no estar desarmado.

-Dame el cuchillo o te romperé lo dedos para quitártelo-. Esta vez en tono más serio, no tenía ganas de perder más tiempo que el necesario con el tipo y la chica estaba muy asustada.

-Ah, sí. Quiero ver como lo intentas idiota-. Dijo tratando de mostrar fiereza antes de que avanzara hacia él.

Cuando llegué a la cafetería, ella ya había cerrado el local y me esperaba con una caja en las manos, guarde el cuchillo con el que venía jugando en un bolsillo de mis vaqueros (Demás está decir que cumplí con mi amenaza, y que la señorita se marchó bastante asustada pero ilesa) y estire las manos para tomar la caja.

-Te acompaño, déjame llevar esto por ti-. Tome la caja llena de lo que parecían los sobrantes del día y avanzamos para repartirlos entre las personas que vivían cerca del local. El recorrido me dejo bastante contento, ayudar a esas personas me hizo sentir muy bien y me hizo olvidar un poco esa mascara de precaución y desconfianza que siempre usaba para evitar que me atraparan con la guardia baja, así que por un rato fui una persona normal que estaba ayudando a otras. Una vez que repartimos todo el contenido de la caja, observé a mi compañera.

-Bien, a ¿dónde vamos ahora? No conozco bien la ciudad, así que tendrás que ser mi guía-. En realidad si conocía algo de la ciudad pero solo sabía llegar a los antros donde pasaba mucho tiempo, nunca me dirigí a ningún lugar medianamente decente en esta parte del mundo.

No pude menos que sentirme de la misma manera que Sasha, aunque siendo sincero estaba a medio paso de ser uno de aquellos vagabundos si no conseguía una fuente de ingresos estable. La ocurrencia del anciano me causo una sonora carcajada mientras ella se afanaba en explicarle la situación.  

-Haces lo que puedes por ellos, eso es más de lo que la mayoría de las personas hacen. No deberías sentirte mal, sino feliz porque al menos gracias a ti están un poco mejor esta noche -.
No conocía el lugar pero no perdía nada dejando que ella decidiera a donde dirigirnos. La acompañe hasta su camioneta y desde allí nos movimos al restaurante. Mientras conducía puso la radio para animar el ambiente mientras charlábamos.

-No suelo beber generalmente, lo que es más creo que hace ya tiempo que no he tomado nada más fuerte que el agua-. Respondí en tono divertido, era la verdad aunque seguro sonaría a broma.
Una vez llegados al lugar avanzamos hacia las mesas donde después inevitablemente tuve que quitarme la chaqueta de cuero negro que llevaba, dejando a la vista las vendas que tapaban mi brazo desde donde la manga de la camiseta terminaba hasta mi codo. No comente nada al respecto esperando no tener que sacar el tema, no era la primera vez que me lastimaba y no sería la última probablemente así que estaba acostumbrado a realizarme vendajes.
-Yo quiero una hamburguesa simple, una porción de papas fritas con kétchup y una soda de lima- Le dije al camarero que tomaba nuestra orden para luego volver  a nuestra conversación-Esas son dos preguntas. Si quieres saber dónde vivo… pues en todos lados y ninguna parte. Ya te dije, estoy de viaje y aún no encontré un lugar donde asentarme-.

La pregunta de a que me dedicaba era la más complicada de responder, había hecho muchas cosas pero nunca pocas de ellas me servirían en un curriculum vitae de trabajo normal, salvo que pidieran un tipo que podía lanzar cuchillos, manejar armas y defensa personal. Estaba a punto de soltarle una evasiva a esa pregunta cuando noté un brillo naranja a mi izquierda que me hizo girar la vista. Del otro lado de la vidriera y abarcando toda la calle una muchedumbre se estaba agolpando frente al local, tapando las puertas de acceso mientras que otros rompieron los ventanales con piedras para luego lanzar bombas molotv caseras dentro.

El lugar empezó a arder rápidamente mientras le daba mi chaqueta a Sasha diciéndole que llevara las personas hacia a la cocina mientras yo ayudaba a algunos otros usando mi control del fuego para que este se retrasara un poco en su avance. Una vez desalojado el salón fui hasta la cocina mientras en el exterior la multitud a coro gritaba “Muerte a los mutantes”, decidí pasar de ellos y concentrarme en sacar a las personas del restaurante.

-Tenemos que sacarlos de aquí, no duraremos mucho por el humo -. Le dije a Sasha cuando nos reunimos en la cocina.- Yo iré por atrás y me aseguraré de dejarles el camino libre, una vez que lo haga sacas a todo el mundo-.

Sin dejarle tiempo a replicar me dirigí a la puerta de la cocina que daba al exterior donde varios de los “manifestantes” estaban esperando en caso de que alguien huyera por el callejón, de modo que salí a su encuentro y me puse a pelear con todos ellos procurando no matarlos pero que no pudieran levantarse por un buen rato. La pelea  aunque desigual fue bastante pareja puesto que mi  supremacía en habilidad lo compensaban porque tenía que parar 6 golpes a la vez, pero al final solo quedé yo en pie. Me recosté un poco cansado contra la pared y sentí humedad en mi hombro, así que levante la manga de la camiseta y pude ver los vendajes completamente rojos, las heridas se habían vuelto a abrir y aún faltaba la peor parte, tenía que distraer al resto de la multitud de la calle. Saqué un pañuelo de mi bolsillo y lo até sobre los vendajes para que absorbiera la sangre y salí a la vereda.

-Oigan, quieren un mutante? Pues aquí estoy-. Grite a la multitud levantando el dedo medio de la mano derecha con una pequeña llama sobre él antes de salir corriendo mientras la multitud me perseguía.

Solo quedaba que Sasha entendiera lo que estaba haciendo y saliera por el otro lado del callejón con todas las personas del restaurante, si salía vivo de la persecución buscaría la manera de reunirme con ella.