El comienzo de una larga amistad [Sasha] (Viernes, 9 de Agosto de 2013)

Por fin en Nueva York, tiré la mochila en el Ford Focus que acababa de alquilar en el aeropuerto de Newark y empecé a regular el asiento, los retrovisores, la radio...


Eran casi las 8:30 de la mañana, me desperecé ruidosamente y rebusqué las gafas de sol, me esperaba una hora y media de carretera hasta llegar a la Mansión X, según el navegador. Atrás quedaron las tediosas conexiones de tren y autobús para llegar hasta allí, era agotador, no alcanzaba a entender por qué no se podían alquilar coches hasta los 21, en España desde que cumplías los 18 eras adulto para todo. Salí del aeropuerto sin mayor dificultad y empecé a divagar, era una de las cosas que más me gustaba hacer cuando conducía, hablar sola, recordar momentos, poner en orden mis pensamientos... Llevaba yendo a la Mansión casi un mes todos los fines de semana, el resto de días entrenaba y ayudaba a los reclutas de la base militar de Dayton, acababa rota, pero ir a la escuela de Xavier era como una escapada, y me ayudaba a relacionarme con mutantes y a desconectar de la rutina tan estricta de la base.

Era mi primer año en América, no me costó nada adaptarme y en la residencia universitaria de Massachusetts había muchos estudiantes de diferentes partes del globo, pero a veces echaba de menos a mi familia y a los pocos amigos que me quedaban en España. Aquí ser mutante no era tan fácil como lo pintaban, en América todavía había mucha gente que nos veía como una amenaza, un peligro para la sociedad, y en ocasiones se daban situaciones incomodas. La semana pasada mientras esperaba el vuelo de vuelta a Dayton, había una niña mutante que lloraba desconsolada porqué su madre no la hacía caso, su llanto era ensordecedor, como diez trenes pasando por una vías viejas y oxidadas. Muchos de los allí presentes se quejaron, pero la mayoría miraba a la pequeña como si fuese un virus, en ese momento me compadecí y me acerqué a darle un caramelo que guardaba en mi mochila, le sonreí y le guiñé un ojo, pareció tranquilizarse. Esa escena me hizo rememorar el susto que le di a mi abuela en un supermercado de nuestro barrio, era algo más mayor que aquella niña y mi abuela me llevó a hacer la compra de la semana, mientras paseábamos por el pasillo de la leche estornudé y unos pequeños proyectiles de hueso salieron disparados de mis antebrazos y agujerearon lo que había en las estanterías. Mi abuela se giró y, viendo el estropicio y la sangre, me cogió de la muñeca y salimos tan rápido como nos fue posible, dejamos el carrito allí y volvimos a casa con las manos vacías. A día de hoy es una de nuestras anécdotas familiares favoritas, son cosas que nos tomamos con humor y mi pobre abuela, acostumbrada a tratar con pequeñas mutantes revoltosas, siempre supo demostrar una paciencia y un saber estar de agradecer cuando estás averiguando qué es eso de las mutaciones y por qué te hacen ser tan diferente del resto. Aproveché el final del trayecto para avisar a mi madre de que ya estaba de camino a la Mansión, después de un rato empecé a ver el lago Breakstone entre la arboleda que rodeaba todo el territorio, era una zona increíblemente verde y tupida y la carretera era lisa, prácticamente nueva, se notaba que pocos coches la habían transitado.

Tras franquear las verjas del territorio aparqué en la puerta y me quedé plantada antes de entrar. La arquitectura era mi asignatura pendiente pero sabía valorar una construcción como aquella, el arquitecto que la creó fue el mismo que se encargó de diseñar la Casa Blanca y eso se notaba en el estilo clásico revivido con toques giorgianos, era capaz de imponer y resultar familiar al mismo tiempo. Cargué mi mochila de un hombro y cruce el umbral de la puerta principal, la Mansión comenzaba a despertar y los estudiantes se encaminaban a sus respectivas clases. Hice equilibrios, mientras apoyaba la mochila en mi muslo izquierdo para tratar de encontrar el horario de las clases y la localización de las aulas, mi sentido de la orientación era nulo y situarme en lugares tan grandes era todo un reto. Empecé a moverme hacía la derecha con decision, intentaba parecer segura, caminaba recta y despreocupada pero en el primer giro ya estaba maldiciendome a mi misma. Seguí caminando con la vista en el papel que iba moviendo para tratar de ubicarme, hasta que choqué y al alzar la vista vi a una chica preciosa, alta y con unos ojos de un color verde intenso.

- Vaya, lo siento, me estoy peleando con el mapa pero se está saliendo con la suya, ¿Estás bien?– Traté de sonar lo más amable posible, no conocía a nadie aquí y debía ser cauta.

Contuve la respiración mientras se agachaba a recoger su móvil, ese instante en el que el tiempo parece pararse hasta que compruebas que la pantalla no ha sufrido ningún daño. Mientras, la observé y al extender su brazo vi como se marcaba su tríceps, al parecer no era la única que entrenaba, ¿Tendría la Mansión un gimnasio? Cuando guardó su móvil me miró directamente a los ojos, tenía unas facciones muy armónicas, son esos rostros que transmiten confianza y que te hacen sentir cómoda.

- Soy Chloe - estreché la mano que me tendía - Sí, soy una mutante nueva y como puedes comprobar estoy un poco perdida. Madre mía que ojos... Eso era brillo y no lo que promete Pantene. Me sorprendió su amabilidad, su vitalidad y sobre todo lo directa que sonaba.

- Yo controlo mi esqueleto, es un poco más complicado de explicar pero si me enseñas dónde hay comida te cuento más detalles.

Me llevó hasta la cafetería, yo no paraba de mirar a todos lados, mi curiosidad innata me hacía fijarme en todos los detalles de la Mansión, sus arcos, su gran jardín... Y la gran cantidad de movimiento y vida que albergaba, a pesar de ser verano. Mis intentos de memorizar el giro de pasillos y los corredores fue imposible, parecía más torpe de lo habitual, pero mi entusiasmo no me dejaba concentrarme - Oye Sasha, Sasha ¿no? Perdona soy un poquito desastre para los nombres ¿La escuela siempre tiene tanta gente? ¿Hay muchos alumnos aquí? De repente apareció de la nada un chico larguirucho que se me quedó mirando, aparté la vista para no parecer desafiante y me di cuenta de que Sasha iba un par de metros por delante, me fijé en su camiseta, era muy chula ¿La habría hecho ella? Troté un poco para alcanzarla, - Disculpa, todo esto es muy nuevo para mi.  

Entramos en la cafetería, bastante concurrida, Sasha me guió hasta una mesa libre después de saludar a unos cuantos amigos, parecía popular y sinceramente no me extrañó en absoluto, era simpática y abierta. Había de todo, adolescentes, algunos más críos y otros que ya no cumplían los veinte, el ambiente era animado probablemente por la hora punta.

- A esta invito yo, ¿Hay tarta de zanahoria? Necesito dulce y café, aunque por la hora que es... ¿Qué te apetece tomar? Después de madrugar tanto devoraba, aquí dentro olía tan bien...

Traté de memorizar todo lo que había a mi alrededor, mi madre querría saber todos los detalles, la cosa pintaba bien, a estas alturas no sé dónde estaría de no ser por ella. Jugueteé con mi anillo, Estaba nerviosa, bueno ¿Y cuándo no? Me hice un moño improvisado recogiendo mi melena blanca lo más alto que pude para despejar mi cara, empezaba a hacer calor ó esa era mi impresión. Supongo que cuando te van a hacer mil preguntas sobre ti, tu mutación, y en resumen tu vida, cualquiera puede sentirse un poco nervioso.

Daba gusto encontrarse a gente así, que no fuese reacia al tacto, que no te mirara a los ojos como si de ellos fuesen a salir rayos X en cualquier momento, supongo que entre mutantes la cosa era más fácil.

- ¡Yo seré tú guía! ¿Qué has venido a hacer? ¿Qué querías de la mansión? – No me iba a resultar nada difícil entablar amistad con alguien como ella.

- He venido a conocer la mansión y a hacer algunos cursos de verano, mi madre me ha hablado mucho de la escuela y después de estar en la MKL me hacía ilusión conocer a más gente – Seguimos nuestra conversación mientras bromeaba sobre mi corta explicación de mis poderes, era todo tan fácil, incluso me pidió una demostración, me encantaba enredar con mis huesos aunque me resultase un poco doloroso, era algo tan mío, tan único.

Continuamos hablando sobre los cursos y la cantidad de alumnos que se alojaba en la mansión hasta que llegamos a la barra de los desayunos que, al parecer era gratis para los estudiantes. La observé mientras se servía, menuda barbaridad, seguro que no había desayunado, luego hizo referencia a su poder y me dejó con la intriga, a lo mejor era velocista ó una forzuda. Me serví café, pasé de la tarta y opté por un sandwich como el de ella, me rellené un cuenco con yogur al que le puse cereales y un poco de fruta, el calcio siempre por delante. Nos encaminamos a las mesas y según dejó la bandeja se fue a por agua, no paraba, yo sonreí mientras la miraba alejarse y aproveché para sacar el móvil y ver las notificaciones, whatsapp de mi madre, otro de Nathan, el guapetón de la base, y de Heidi una compi de la MKL con la que había hecho muy buenas migas.

Cuando regresó con una jarra y dos vasos se sentó y empezó a hablar y hacerme preguntas mientras nos servía.

- Pues he venido a la escuela para hacer algún curso y conocer a mutantes, estoy estudiando en la universidad de Massachusetts y me entra la morrilla de ver a gente con por… - No me dejaba de sorprender ver a mutantes haciendo uso de sus habilidades pero cuando noté ese olor a pan recién tostado y vi su sándwich... El queso se salía del los bordes, derretido, y el pan tenía un tono dorado muy apetecible, yo dirigí la mirada al mío que estaba tan crudo como el suyo antes. Ajena a mi asombro siguió masticando, Vale, me dije, luego ya le pregunto y guardé esa imagen en mi cerebro – El caso es que vivo en una base militar y aunque no me aburro necesito contacto con gente como yo, disfruto mucho utilizando mi poder y mi madre conoce a Charles desde hace mucho, ella también es mutante, me animó a venir aquí – Pegué un sorbo a mi café y me coloqué en mi sitio, noté como bajaba y me reconfortó al instante. – Mi nombre es francés sí, toda la familia por parte de mi abuela lo es y en casa lo hablamos bastante pero nunca he estado por allí. Y bueno, a groso modo te puedo contar que soy española, he estudiado en Alemania y ahora me estoy sacando la carrera de Ingeniería Informática mientras vivo con mi familia Dayton. Sobre mis poderes te diré qué puedo controlar mi complexión y mi estructura ósea pero, como una imagen vale más que mil palabras... - Apoyé los antebrazos en la mesa y cerré los puños, a lo largo de mis brazos y hasta el hombro salieron unas gruesas púas puntiagudas y triangulares de unos cinco centímetros, unos finos hilos de sangre brotaron del mismo lugar, cogí una servilleta de mi bandeja y me quité la sangre restante, la arrugué y me la guardé en el bolsillo, no quería parecer desagradable. Empecé a notar ciertas miradas de curiosidad al mirar a mi alrededor, no había pasado desapercibida pero estaba segura que aquí había poderes mucho más impresionantes - También puedo modificar mi densidad, es decir, puedo dejar mis huesos huecos haciéndome más ligera y también hacerlos tan densos como necesite ó incluso lanzarlos, pero aún tengo que controlar mi puntería. Eso es todo, ¿Y qué hay de ti? No creo que tus capacidades se limiten a calentar sándwiches - dije mientras sonreía burlona y le acercaba el plato de mi sandwich para que obrara su magia.

Sasha era directa, espontánea… Al poco rato tenía la sensación de estar hablando con una amiga de toda la vida, como esos reencuentros en los que por mucho tiempo que pase, nada cambia.

- Me mandaron un dosier con cursos de todo tipo pero los que más me interesan son los que tienen que ver con la mente, me centré en potenciar mis habilidades en la escuela de Alemania y ahora creo que no está demás saber poner la mente en blanco para evitar intrusiones, aún así me queda mucho que aprender y descubrir. ¿Tú qué estudias, quién es tu mentor? Y de hobbies pues me encanta el alpinismo, lo practico desde hace unos años y es lo que más me relaja, también leo, escucho música y cocino. ¿Y tú en qué te gusta emplear tu tiempo? ¿Cuánto tiempo llevaba sin relacionarme con mutantes? Hacía mucho tiempo que no hablaba sobre mis habilidades, ni conocía a gente con capacidades sobrenaturales, mientras hablaba observaba como Sasha hacía de mi sándwich algo realmente apetecible.

Cuando hablé sobre mamá le llamó mucho la atención, por experiencia sabía que mucho mutantes habían sido abandonados ó ni tan siquiera sabían si tenían familia más allá de los muros de orfanatos ó escuelas como esta, ¿Cómo reaccionaría si la preguntaba? Mi abuelo me enseñó a dejar hablar a los demás, si de verdad quería que lo supiese me lo diría en algún momento.

- Mi madre es enfermera del ejercito, se llama Aurora y decidió elegir su profesión en base a su mutación. Ella es capaz de cerrar heridas transmitiendo su poder de curación pero también puede abrirlas y la parte mala es la primera que se descubre, sus comienzos no fueron nada fáciles. Deberías ver cómo trabaja… Es realmente impresionante, la piel parece una cremallera cuando pone sus manos sobre una sutura y cuando la cierra, es como si nada hubiese pasado no queda ni cicatriz. Mira es esta -  Dije mientras le enseñaba una foto en el móvil, en ella se podía ver una mujer joven de rostro alegre enmarcado por una media melena ondulada y azúl lapislázuli, todo en ella era azúl, sus cejas, sus ojos, incluso sus pestañas. En la foto no se ve pero sus ojos son de diferente color, uno es azul celeste y el otro es más oscuro, en casa la llamamos Blue, mami Blue, y también le cantamos su canción Adoraba a mi madre y antes de guardar el móvil observe su foto y sonreí, iba a alucinar cuando le contase lo que Sasha era capaz de hacer.

La demostración de mis poderes era algo que me encantaba, al ser algo tan visual siempre causaba sorpresa, aunque había de todo, cuando hizo referencia a Lobezno…

- He oído hablar de Logan desde pequeña, mi madre me contaba que cuando nací muchos de sus antiguos compañeros creían que él era mi padre, supongo que por las garras, mira son iguales dije extendiéndolas, imitando a Lobezno. Y también las puedo extender desde la punta de los dedos pero eso me duele más, la piel es más sensible. Y sí, doler duele pero tengo un factor de regeneración muy alto es soportable... Más ó menos.

Ahora venía la mejor parte y la verdad no sabía que esperar, hasta que empecé a ver como fuego y hielo eran sólo uno, bailaban sin transformarse, sin interferir, jugando con las leyes físicas.

- ¡Madre mia! ¡Qué pasada! casi grité ¿Y por eso comes tanto? A ver,dije metiendo mi dedo rápidamente entre la espiral de fuego de su mano ¿Quema? Retiré mi dedo, sí era fuego del de verdad del que te quema la piel, observé mi dedo y a los pocos segundos sólo tenía un pequeño cosquilleo, como si nada le dediqué una risa nerviosa, No te preocupes, mira como nueva. Joer que divertido, menudo equilibrio de fuerzas, entonces ¿Eres ignifuga? Y te has puesto como Gosth Rider, así ¿Envuelta en llamas? ¿Cómo un fénix? ¿Y tú pelo no se quema? Dios, perdona pero es que soy súper curiosa y el fuego me fascina.

Me regaló el logo de la escuela hecho con hielo, lo toqué, para variar. Qué frío... ¡Mira sale vaporcito de condensación! Parecía una niña pero me entusiasmaba conocer gente así, podía ser yo misma sin necesidad de esconderme. Me preguntó si quería hacer algo y la verdad que con el día tan bueno que hacía, quedarse dentro no era una opción.

- ¡Por supuesto! Podemos ir hasta el lago, hace un día muy bueno. Oye, ¿Y también puedes congelar el agua? En plan, andar sobre ella. Perdona si te agobio pero creo que es el poder más impresionante que he visto, estoy segura de que cuando seas capaz de desarrollarlo será increíble. Me levanté, cargué mis cosas y la bandeja ¡Andando!

Sasha cogió mi mano y me llevó hasta el patio apresuradamente, algunos alumnos se giraban a nuestro paso y cuando echó a corer hacia el lago me di cuenta de que era un manojo de nervios. Los alrededores de la mansion estaban muy cuidados pero el resto del territorio era prácticamente bosque, justo en el centro la masa de agua brillaba y una brisa veraniega la mecía suavemente.

Observé a Sasha mientras dejaba la mochila en la orilla y cogía carrerilla hacia el lago, en un abrir y cerrar de ojos logró situarse en el centro, a su paso un camino de hielo reflejaba la luz de sol, como si fuese un espejo. La saludé desde la orilla, silbando y alzando las manos por encima de mi cabeza, impactaba verla ahí de pie, como si pudiese flotar sobre el agua.

⁃ ¡BIEN HECHO! - grité, pegando un pequeño saltito de la emoción, me puse las manos a modo de visera, el Sol me molestaba muchísimo en los ojos.

De pronto Sasha desapareció, calló de su pasarela de hielo y se hundió, unas burbujas estallaron en la superficie del agua y… Nada más. Andé despacio hacia el borde del lago, durante un segundo mi cerebro me pidió que no entrara en pánico y esperase a ver la cabeza de Sasha emerger pero, ¿Y si no sabía nadar? Miré a mi alrededor, como era de esperar no había un alma a la que acudir y mi voz no llegaría a ninguna de las que había en la escuela.

⁃ Fuck, fuck, FUCK - Retrocedí y cogí carrerilla mientras pensaba en el principio de Arquímides que me habían enseñado tanto en el instituto como en la MKL, a veces esas cosas eran útiles hasta para mi mutación. Mientras corría seguía sin ver a Sasha por ningún lado, se estaba hundiendo, tendría que densificar mis huesos mientras me zambullía para reducir la flotabilidad y llegar lo más rápido posible hasta ella.

Utilizando su pasarela me lancé de cabeza al agua con los brazos extendidos, solté un poco de aire por la nariz y me la tapé con una mano. Mientras descendía con rapidez todo se iba oscureciendo y mis ojos trataban de ajustarse al volumen de luz, el agua cada vez era más fría, entorné mis ojos buscando por todos lados y al final la vi a menos de tres metros por debajo de mi. Para evitar el choque volví a mi densidad corporal habitual, gracias al alpinismo mi capacidad pulmonar me ayudaría a aguantar bajo el agua lo justo y necesario para tratar de ayudarla. La enganché de la muñeca, su brazo ondeaba inerte y tenía los ojos cerrados, aparté la vista aún sabiendo que probablemente guardaría esa imagen en mi retina durante mucho tiempo. Me impulsé hacía arriba, braceé y pateé con todas mis fuerzas, sabía nadar desde que tenía uso de razón pero me estaba costando más de lo habitual. La presión taponaba mis oídos, algo nos hacía hundirnos, Sasha tenía que tener un lastre en las piernas era imposible que pesase así en el agua, no habíamos comido tanto. Entonces lo vi, en penumbra una silueta se volvió hacía mi, noté a Sasha más ligera y volví a la carga. Tiré, pero en vano, grité un "no" incomprensible y empecé a notar como mi corazón martilleaba en mi pecho y la sangre inundaba mis oídos, no aguantaría mucho más. Alcé la vista hacia la superficie y vi como la luz se reflejaba en el agua, cerré los ojos. “No tienes los huesos rotos, así que levántate” La voz de mi abuelo resonó en mi conciencia, abrí los ojos y me giré de nuevo, aún me quedaban muchas carrot cakes que probar. Miré fijamente a aquello que jugueteaba con el pelo de Sasha y llamé su atención, no iba a conseguir nada enfrentandome a eso, fuese lo que fuese no podia ser muy malo si se le permitía estar en la escuela. Cuando capté su atención señalé hacia arriba, a Sasha y luego corté imaginariamente mi cuello con mi mano libre, lo repetí otra vez y antes de que terminara me entendió. Cogió a Sasha del antebrazo y nadó hacia la superficie con bastante rapidez, yo hice lo que pude me estaba empezando a marear. A medida que ascendiamos la luz del Sol me dejó distinguir su aspecto, era como una sirena pero no tenía cola de pez, sus extremidades estaban palmeadas y su piel era de un color gris perla.

Mi mano se alzó y cuando finalmente pude respirar, aspiré todo el aire que mis pulmones demandaban y nadé hacia la orilla sin soltar a Sasha. No daba señales, la saqué primero del lago a ella como si fuese un saco y luego me impulsé yo. Estaba un poco aturdida, el agua todavía seguía en mis oidos y mi ropa estaba chorreando, me arrastré y puse a mi amiga boca arriba.

⁃ Sasha, Sasha - dije jadeando y casí sin voz, la zarandeé y le di palmadas en la cara, miré sus uñas, estaban moradas. Las clases de salvamento de los marines me iban a ser de utilidad en este preciso instante: Cabeza hacia atrás, barbilla hacia arriba para abrir las vías respiratorias y pellizcando su nariz puse mi boca contra la suya para hinchar sus pulmones de aire, al instante reaccionó escupiendo como una fuente todo el agua que había tragado.

⁃ Uff menos mal - dije para mi, mientras Sasha tosía y se incorporaba poco a poco. Me senté a un lado y empecé a escurrir mi ropa y a quitarme las deportivas - Ya está, respira - Le di unas palmadas en la espalda para que terminase de echar todo y entonces me percaté de que teníamos compañía, desde la orilla del lago dos ojitos negros observaban la escena con cara de susto.