Lo has perdido todo... [Privado Artemis y Dick] (25/10/2018)

Tic, Tic, Tic, Tic…

El sonido del suero del cuentagotas al chocar con la base del líquido estaba por terminar de desquiciarme. La habitación del hospital estaba en penumbras, eran las nueve de la noche y las enfermeras insistían constantemente en que me marchara. Pero no podía hacerlo, no quería dejarla sola. Pero ya la había dejado sola.

Los “bip-bip” de las máquinas creaban una delirante melodía a mí alrededor junto con la música del cuenta gotas, y la respiración regular de Barbara Gordon. La antigua Batgirl estaba postrada en la cama, recostada en un ancho cojín blanco, teñido por el color de sus hermosos cabellos rojizos. La expresión de la mujer era completamente neutra, como si estuviera viendo un cadáver. Podría haber sido un cadáver perfectamente si dios lo hubiera querido así. El cuerpo inmóvil e inerte de Barbara por suerte estaba caliente, y la sangre recorría sus venas con normalidad. Estaba fuera de peligro. Seguía viva.

Pero eso no era ningún consuelo para mí. Había decidido el peor momento de todos para irme de Gotham. Si me hubiera quedado podría haber salvado a Barbara. ¿Realmente lo hubiera hecho? ¿Hubiera predecido que el Joker picaría al timbre de su casa como cualquier pizzero, y hubiera impedido que disparara a Barbara en la columna? No, claro que no. No podía haber impedido nada. Nunca podía hacer nada. Como tampoco pude impedir la muerte de Jason.

Las lágrimas volvieron a aflorar y me llevé la mano al rostro intentando reprimir el gemido de angustia. Agarré la mano de Barbara con fuerza, con cuidado de no quitarle la jeringuilla del suero. Primero Crane y su gas del miedo… y ahora esto… no estaba preparado para seguir viendo como las personas qué más quería del mundo desaparecían una tras otra. Wally… Jason…Donna… y ahora… no, por favor, no me quites a Barbara también. Ella lo era todo para mí, siempre lo ha sido. Ha estado a mi lado desde el principio, ha sido la mujer que ha cambiado mi vida, y yo no se lo he dicho. He estado a punto de perderla varias veces y todavía no le he dicho lo importante que es para mí…

Soy un cobarde. Tengo miedo. Vuelve conmigo Barbara… volvamos a ser Batgirl y Robin…

Los pasos se detuvieron en la puerta y al girarme di con la expresión preocupada de Artemis. Miré entonces al suelo y después al cuerpo de Barbara. Seguía dormida en el sueño eterno.

- Me he enterado ahora… Bruce me ha llamado por teléfono y me lo ha contado todo… - para variar, era el último en enterarme de lo que había pasado. – Los médicos me han dicho que es imposible que recupere la movilidad de las piernas… eso si consigue despertar…

Ahogué de nuevo el gemido de dolor. Quería morirme allí mismo, fundirme en ese sueño placentero que hacía sonreír a Barbara, y rememorar nuestros momentos felices. Estar juntos para toda la eternidad.

- ¡Artemis! ¡La comida está lista! - exclamó Paula Crock.

En el pequeño piso de Gotham flotaba el olor a comida recién hecha; fideos con caldo especiado y carne para dos.

- ¿Artemis? - insistió la mujer, al cabo de un largo minuto sin obtener respuesta.

Dejó el bol humeante sobre la mesa, con cuidado de no quemarse, y se desplazó con su silla de ruedas por el pasillo. Llamó a la puerta de la habitación de su hija con los nudillos. No estaba cerrada.

La luz estaba encendida, pero en la estancia no había nadie. Artemis parecía haberse marchado con prisas. Paula Crock suspiró; no era la primera vez que lo hacía. Probablemente se tratara de alguna misión urgente de los Titans.

Se disponía a regresar a la sala de estar cuando algo llamó su atención. Sobre la cama de Artemis había un ejemplar de la Gotham Gazette, que la chica había arrojado descuidadamente antes de salir.

Una noticia ocupaba toda la portada.





Artemis se detuvo junto a la puerta de la habitación, luchando como podía contra la angustia que le provocaban los hospitales.

Barbara Gordon no estaba sola. Lo había imaginado, después de llamar una y otra vez al móvil de Dick, sin obtener respuesta. Su compañero estaba sentado junto a la cama de la pelirroja, con la cabeza gacha y los hombros encorvados, como si sostuviera sobre ellos un enorme peso. Apenas podía verle el rostro en la penumbra, pero supo que la había oído llegar. Él se volvió a mirarla, pero sólo un instante. Sus ojos regresaron al suelo, y después a Barbara.

- Me he enterado ahora… Bruce me ha llamado por teléfono y me lo ha contado todo… - dijo. A la rubia le costó entender las palabras; su voz era apenas un susurro – Los médicos me han dicho que es imposible que recupere la movilidad de las piernas… eso si consigue despertar…

Artemis tardó unos segundos en responder. Cuando lo hizo, su propia voz le sonó extraña y ronca.

- Lo he leído en el periódico - musitó, cruzando finalmente el umbral. La habitación olía a antiséptico, a hospital. Un suave pitido provenía del monitor que registraba las constantes de Barbara.

Artemis evitó mirar a la pelirroja, con todos aquellos tubos entrando y saliendo de su cuerpo. No estaba preparada para enfrentarse del todo a la situación; no todavía. Aún era pronto para hacerse a la idea de que podía perder a otro compañero.

Se aproximó a Dick y, tras un instante de silencio, colocó una mano sobre su hombro. El acróbata, pese a su postura abatida, tenía todos los músculos en tensión. Sus manos temblaban ligeramente. Impotencia, tristeza, dolor y rabia contenida. La rubia conocía bien aquellas sensaciones. Conocía bien a Dick Grayson. Sabía cómo se sentía.

- No es culpa tuya - añadió. Un sonido angustiado abandonó la garganta de su compañero.

Lo que Dick sentía por Barbara era un secreto a voces, al menos para los que lo conocían desde hacía tanto tiempo como Artemis, y se remontaba a la época en que el chico aún respondía al nombre de Robin. La arquera había sido cómplice de Wally a la hora de meterse con el muchacho, quien siempre enrojecía al mencionarse el tema. El pelirrojo adoraba hacerlo sentir incómodo.

Wally... su mejor amigo, y ahora Barbara.

Dick Grayson estaba perdiéndolo todo. Y Artemis debía tragarse su propio dolor, porque iba a necesitarla a su lado, y tenía que ser fuerte por él.

- Fue el Joker, ¿verdad?

Aquello era lo que decía la noticia. El lunático había disparado a la chica y secuestrado a su padre. El Comisario estaba ahora recuperándose del shock, aunque su vida no corría peligro. La policía seguía buscando al Joker, quien seguía huido y en paradero desconocido. Artemis no sabía nada de Batman, pero supuso que, si no estaba allí, era porque también seguía la pista del Payaso.

- ¿Lo ha encontrado ya? - preguntó.

Sentí la reconfortante mano de Artemis sobre mi hombro y enterré la cara entre mis brazos. No podía más, iba a explotar de la tensión y el dolor acumulado. Había dejado a Barbara sola... y de alguna manera me sentía culpable por lo que había pasado. Artemis me recordó con sus palabras la fría lógica. No era mi culpa, pero aún así yo siempre me culpada de todo. Por la muerte de Wally, por la desaparición de mis amigos, por la muerte de Jason, por el gas de Crane... y ahora...

- No he podido hacer nada por ella... ni siquiera pude impedir que dejara la liga...- susurré con angustia- ella sólo quería convertirse en política para ayudar a Gotham a su manera... y ahora... ahora esto... No se lo merece. Quiero que dejen ya de hacerle daño... - mi temblorosa mano acaricio la fría muñeca de Barbara y contuve una mueca de dolor. Sentí una lágrima helada recorrer mi mejilla y desembocar en mis labios.

 - He luchado contra el crimen desde que tengo trece años, y conozco mejor que nadie las consecuencias de nuestros actos. A veces ganamos y otras veces perdemos. Pero aunque sepa el precio que pagamos por ayudar a los demás... es injusto... salvamos el mundo de catástrofes, nos enfrentamos a villanos temibles... solo tratamos de ayudar a las personas inocentes y ha convertir esta ciudad en una ciudad mejor, dónde la gente no tenga miedo de salir a la calla, una ciudad que viva tranquila y en paz... Sacrificamos nuestras vidas por ellos... ¿y ellos lloraron a Jason cuando el Joker lo mató de una paliza? ¿Llorarán cuando sepan que la heroína Batgirl está ahora paralítica? - a medida que hablaba, fruncía el ceño cada vez con más profundidad. Estaba rabioso, lleno de ira y conteniendo el profundo odio que sentía por el payaso del crimen. Ese cerdo hijo de puta me las iba a pagar. Por Jason y por Barbara.

- Sí... fue él... Batman aún no lo ha encontrado- susurré con odio contenido y me levanté de la cama de Barbara, sintiendo que mis piernas aún flojeaban - Voy a matar al Joker. 

El tiempo había enseñado algo a Artemis. Nadie odiaba a Dick Grayson más que el propio Dick Grayson. El chico coleccionaba culpas, no se podía decir de otra manera. Cada fracaso de los Titans, cada pérdida; todo era siempre un "lo podría haber hecho mejor", "lo tendría que haber hecho mejor". Y aquello... aquello venía de sus días como Robin, de su entrenamiento severo, de un mentor demasiado exigente y un muchacho demasiado inseguro.

- Claro que es injusto. Pero eso es algo que no descubres ahora. - tal vez hubiera sonado demasiado dura, pero... ¿que no había justicia en el mundo? Eso era algo que Artemis sabía desde niña. Si la instrucción de Dick había consistido en no estar nunca lo suficientemente preparado, la de la arquera había consistido en no bajar nunca la guardia.

"¡¡Pero me has atacado por la espalda!!"

"El mundo no juega limpio, niña"

 - Sacrificamos nuestras vidas por ellos... ¿y ellos lloraron a Jason cuando el Joker lo mató de una paliza? ¿Llorarán cuando sepan que la heroína Batgirl está ahora paralítica?

- ... nunca lo sabrán, Dick. Habrá otro Robin. Y Batgirl había dejado el mundo de los superhéroes. Tal vez lloren por Barbara Gordon; ella ha salido en los periódicos. Pero sólo es la hija del comisario.

El anonimato. Nadie había llorado por Wally West. Los medios se habían preguntado por la desaparición de Kid Flash un tiempo, sí, pero entonces el joven Bart Allen había tomado el traje amarillo, y las dudas se habían acallado. Eran héroes; sus máscaras los protegían y, a la vez, los sumían en el más profundo olvido.

- Sí... fue él... Batman aún no lo ha encontrado- Dick habló con una voz que Artemis nunca había escuchado, ni siquiera cuando Wally había desaparecido. Se levantó lentamente, y la arquera vio que temblaba.- Voy a matar al Joker. 

¿... matar? Si algo había quedado grabado a fuego a Nightwing era que las vidas humanas tenían que respetarse siempre. Incluso las vidas de la escoria que se arrastraba por los bajos fondos de Gotham.

- Dick - llamó ella, mientras él se dirigía a la puerta.

Dick Grayson estaba rozando el límite. Si le impedía ir a buscar al asesino de Jason, al autor del disparo de Barbara, se volvería loco. Pero si le permitía hacerlo, podía cometer una estupidez... de la que tal vez se arrepintiera toda su vida.

Cuando Wally había muerto, no había culpable. Nadie a quien golpear hasta hacerlo perder la conciencia. Nadie que le ofreciera la tentación de matar. Pero ahora... ahora sí lo había. Y era alguien que había hecho daño a la Batfamilia demasiadas veces. Alguien que hacía que la última gota colmara un vaso que ya estaba lleno a rebosar.

¿Y qué podía hacer ella?

- Dick, espera - repitió. Él se detuvo, aunque no se volvió a mirarla.

Artemis lo alcanzó.

- Voy contigo.

Artemis tenía razón. Era la única que estaba razonando con lógica dentro de aquella sala. Pero aunque lo sabía no quería escucharla, necesitaba seguir hundiéndome en la oscuridad para sentirme como en casa. Estaba perdido en mi propia Batcueva; grande, gris, oscura y fría…
 
- ... nunca lo sabrán, Dick. Habrá otro Robin. Y Batgirl había dejado el mundo de los superhéroes. Tal vez lloren por Barbara Gordon; ella ha salido en los periódicos. Pero sólo es la hija del comisario.

No era sólo la hija del comisario. Era esa niña sonriente que bailó con el tímido Richard Grayson en su doceavo cumpleaños. Era esa adolescente decidida que quería combatir el crimen vestida de murciélago. Era esa mujer fuerte y positiva que ayudaba a los demás y nunca se daba por vencida. Era la dueña de mi corazón desde que tenía quince años… ¿y ahora? Ahora era un cuerpo inmóvil en una cama de hospital por culpa del Joker.
 
- Dick – escuche la voz temblorosa de Artemis pero sólo quise dejarla atrás. Mis pensamientos estaban con el Joker.- Dick, espera.
 
Me detuve, y escuche el paso decidido de mi amiga hasta que me alcanzó en el umbral de la habitación. No tenía el valor suficiente para devolverle la mirada, así que no me giré. Si lo hacía, estaba seguro de que rompería a llorar, y un buen líder no puede flaquear delante de sus compañeros, ni si quiera aunque sean sus amigos.
 
- Voy contigo.
 
Me temí esa respuesta, pero ella había tomado su decisión y no iba a impedírselo. De alguna forma se lo agradecí en silencio. No quería estar solo en un momento así.
 
- Batman se ha ido a Nueva York. El payaso ha dejado varias pistas de su paradero y una de ellas indica que está en Washington. Aún estamos a tiempo de atraparle, no puede andar muy lejos…

¿Y si efectivamente el Joker estaba en Washington? ¿Qué haría si le encontraba? Le aplastaría ese cuello blanco y larguirucho con mis propias manos hasta que me suplicara perdón. Y después lo mataría. Saborearía sus gritos de dolor mientras le asfixio y observaría como sus ojos se quedan en blanco y su vida se escapa en un último aliento…
 
Me quedé helado con mis propios pensamientos. El Joker iba a convertirme en un asesino…