Vacaciones demoníacas (Hellboy, Tony Stark, Johansen Lucifer, Steve Rogers) [Post-Omega] (30-3-2018)

China, el gigante asiático, con la enorme ciudad de Pekín, había viajado hasta allí como invitada a unas conferencias sobre física nuclear. No es que fuera una de las mayores expertas sobre ese tema, pero suponía que el hecho de ser europea, vivir en Estados Unidos y trabajar para una gran compañía que antes se dedicaba a la industria armamentística era una publicidad a tener en cuenta para un país que postulaba para convertirse en una potencia nuclear a nivel energético, o eso aseguraban. Uno nunca tenía muy claras las cosas cuando se trataba de China. Podría haberse quedado en casa tranquilamente, pero aquel era un tema que preocupaba a Industrias Stark, como empresa dedicada a las energías limpias y renovables, y energías en general, interesaba saber si podrían tener en China un nuevo cliente que precisara de uranio enriquecido y si pensaba hacer un uso seguro de él.

Por eso había ido, no es que a Tony le hiciera mucha gracia soltar a su médico personal durante 4 días dejándola según sus palabras textuales "en una ciudad llena de chinos perversos" y suponía que perversos venía a ser un eufemismo de pervertidos. Pero no estaba siendo tan malo, conferencias interesantes, paseos por la ciudad prohibida, comida exótica... Eran como unas vacaciones en soledad, sólo que con un poco de trabajo... Pero aquella era su tarde libre, aprovecharía para comprar souvenirs, seguro que a Natasha le gustarían esas piezas de jade tan bonitas que había visto en las tiendas, seguro que encontraría algo bonito para todos... Para que viera que no se olvidaba de él, llamó a Stark mientras salía de la habitación del hotel, un par de días más y estaría de vuelta en Nueva York; al llegar al ascensor ya le había contado su agenda para los dos días que quedaban.

- Voy a salir a comprar souvenirs para todos, también algo para tí. ¿Quieres algo en especial?

Un hombre larguirucho que la miraba insistentemente, llegó al ascensor a la misma vez que ella, pero decidió no hacerle demasiado caso, a fin de cuentas ella era la turista allí, y los turistas siempre llamaban la atención. Seguro que era por eso... Cuando se cerraron las puertas del ascensor, apretó el botón de la planta baja para dirigirse al hall y llamar a un taxi mientras escuchaba las peticiones de Tony, iba a replicarle que no iba a llevarle nada que no entrara en su maleta cuando sintió algo que aprisionaba su boca y su nariz, algo con el familiar olor del cloroformo... Gritó, intentó revolverse, pero poco pudo hacer antes de perder el conocimiento.

- Bueno Rogers, podría mejorarla en muchos aspectos.

Me levante y cogí un trapo que había manchado de grasa y me limpie un poco las manos y la cara.

- Puedo trucar el motor para que alcance mucha más velocidad, mejorar la suspensión, ruedas nuevas...

Estaba en casa del conocido Capitán América; aunque yo prefería llamarle cosas peores. Pero ese día, habíamos hecho un pequeño descanso en nuestras constantes discusiones por, absolutamente todo, para hacerle unos arreglillos a su moto.

- Es una buena moto y con las mejoras que...

Fui interrumpido por mi móvil, en el cual empezó sonar la canción Clarity y antes si quiera de mirar quien era, yo ya lo sabía. Una gran sonrisa se puso en mi cara y me apresuré a cogerlo, tirando un par de herramientas por el suelo.

- Perdona. Hombre, ¿qué tal está la señorita desaparecida? ¿Te tratan bien esos chinos perversos?

Empecé a conversar animadamente con Astrid por teléfono. Hacía un par de días que no la veía y la echaba mucho de menos. Empezó a contarme todo sobre su viaje y lo que iba a hacer en los dos días que quedaban. Empecé a bromear con ella sobre que me iba a traer, pero, de pronto; un grito que sin duda era de la rubia hizo que me estremeciera.

- ¿Astrid? ¡Astrid!

Nada, no contestaba. Tenía un mal presentimiento, un muy mal presentimiento. Cogí mis cosas a toda prisa y con el ceño fruncido. Miré a Steve, que había observado toda la escena.

- Ponte el traje y rápido, necesito tu ayuda. Te lo explico por el camino.

Le dije a mi compañero con una expresión de preocupación extrema en mi cara. Pasados unos minutos, ambos estábamos listos. Subimos a mi coche y conduje lo más rápido e imprudentemente que pude hasta mi casa, explicándole a Steve superficialmente que ocurría, tampoco es que yo supiera mucho más.

Entre corriendo y baje las escaleras que daban a la sala de las armaduras, esperando que Steve me siguiera. Pasé mi mirada por todas ellas rápidamente y me decanté por la Mark 42. Pero entonces, en mi cabeza surgió un nuevo problema que se resolvió con rapidez en esta misma. Una sonrisilla pícara se puso en mi cara.

- Supongo que no querrás que te lleve en volandas hasta China, así que...

Hice una rápida secuencia con los dedos y del suelo salio una camilla en la que estaba tendido el Iron Patriot. Me lo habían dejado para que lo renovara e instalará más armas. Di la orden de que se pusiera en pie y así lo hizo. Quedo frente a frente con Rogers.

- Míralo, son tus colores favoritos.

Bromee un poco. Hice que el Iron Patriot se abriera dejando ver el hueco destinado para el cuerpo. Me metí en el Mark 42 y me dirigí a Steve.

- No muerde. Y, tranquilo, irá en piloto automático. No tendrá miedo de una simple armadura, ¿no Capitán?

- Muy bien Johann, vamos a repasarlo por última vez. A mí visitar un museo me aburre como un demonio, así que lo que vamos a hacer es ir al maldito museo, comprobar si el dichoso amuleto está maldito o no, y después volvemos, ¿entendido?- lo que faltaba, una maldita misión con el pesado de Johan Krauss. Era diez veces más pedante que Abe y encima hablaba con ese maldito y molesto acento alemán. Todo lo que yo hacía le parecía mal ya que, según él, mis acciones eran muchas veces inmaduras y llevadas por un impulso infantil. Cada vez que hablaba me entraban unas ganas de golpearle...

- Ssseñorr Hellboy, ussted y yio vamos a estudiarrr este colgante, y le demostrrraré que se equivoca una vez más al minusvalorarrrme como su acompañante.- Johan Krauss era un espíritu ectoplasmático carente de cuerpo que vivía en un traje de contención, sin el cual su espíritu flotaría y se perdería en el espacio. Era un experto psíquico (cosa que desagradaba especialmente a Hellboy) capaz de entrar en las mentes y espíritus de otras criaturas durante un breve periodo de tiempo. Al carecer de cuerpo, Johann no necesita dormir ni comer, y pasa la mayor parte de las noches estudiando o practicando sus poderes psíquicos, lo cual le han convertido en un puritano del deber y las misiones, sólo acentuado por su carácter alemán, volviéndolo irritable, al menos para "Rojo". Sus habilidades en el combate son casi inexistentes. Su mayor poder reside en la capacidad de ocupar otros cuerpos de manera temporal y controlarlos. Por regla general intenta buscar algún recipiente que le permita luchar, como una armadura o un robot. Es capaz de usar un arma pero son sus conocimientos psíquicos y ocultistas lo que le hacen tan valioso para la B.P.R.D.

Johann Krauss:

El jet de la organización estaba a punto de aterrizar en la ciudad de Pekín. El museo arqueológico iba a exponer una colección de utensilios, joyas y baratijas pertenecientes a una de las dinastías más importantes de China. Extraños sucesos relacionados con parte de estos objetos despertaron las sospechas de los directores del museo, y tras un accidente que se cobró la vida de cinco personas la semana pasada las medidas se habían extremado. Tenían la certeza de que algunos de esos objetos estaban endemoniados, especialmente un pequeño colgante con un rubí del tamaño de una aceituna con una línea negra en su interior. "El ojo del dragón". Creían que ese artilugio tenía alguna clase de poder sobrenatural maligno que causaba que aquel que lo tocase muriese al instante o se volviese un esclavo de los deseos del colgante. La B.P.R.D fue informada de inmediato y mandaron a uno de los mayores expertos en ocultismo y psíquica del mundo, Johann Krauss. Únicamente como media extra de seguridad, Hellboy le acompañaba. Él se había negado ya que pensaba que Johann podría ocuparse él solo del asunto. Además, no era su compañero favorito. Prefería mil veces a Abe, que a pesar de ser algo pedante a veces, era un buen tío.

Cuando llegaron a la ciudad china la noche ya había caído. Una furgoneta blindada les recogió, así como sus pertenencias, y fueron a los sótanos del museo, lugar donde guardaban todos los objetos que serían expuestos. Entre los materiales y objetos que la pareja había traído estaban "El Samaritano", totalmente inseparable de Hellboy, incluso en las misiones aparentemente no violentas; un par de cruces santificadas para exortizar los objetos; y el equipo de Johann al completo. Toda clase de libros y antiguos pergaminos donde se recogían más del 90% de los conocimientos del ocultismo del planeta. Siempre le gustaba analizar los objetos en cuestión y catalogarlos para futuras misiones. Curiosamente muchos objetos guardaban gran relación entre ellos, especialmente si se trataban de objetos relacionados entre sí. Algunos ejemplos era que la forma más sencilla de poseer a una persona era mediante un colgante maldito, ya que siempre queda cerca del corazón. Los anillos eran más susceptibles de maldiciones, y las pulseras de bendiciones. En toda su carrera había exortizado y estudiado más de dos mil objetos en todo el mundo. Puede que le cayese mal a Hellboy, pero era el mejor en lo que hacía.

Y allí me encontraba. Yo, el Capitán américa, y Tony Stark, Iron man, los dos en mi garaje mano a mano revisando la moto. Siempre solíamos discutir por el continuo choque de nuestro carácter que eran completamente diferentes pero, a pesar de todo, sabía que él era de los mejores en su rama y si podía a ver construido armaduras militares capaces de lanzar torpedos por el trasero, sabía que una moto no era problema para él. Cuando le pedí ayuda con mi vehículo sabía a lo que me arriesgaba, con la mirada que me lanzaron Clint y Natasha cuando me escucharon pedírselo me lo dijeron todo: Steve, estás loco.

Pero por el momento todo iba bien. Se concentraba en su trabajo como buen profesional, obviamente no podía pedir que no soltara ninguno de sus chistes sin gracia o comentarios irónicos, eso formaba parte de él y tendría que cargar con ello siempre que lo tuviese cerca.

- Perfecto, mientras no le hagas ninguna de tus locuras... No me gustaría salir disparado mientras conduzco por medio de Nueva York. - Bromeé como respuesta a su explicación. Explicación que fue cortada por una llamada telefónica.

Me alegró escuchar sus palabras, la moto era ya algo vieja y algunas piezas se necesitaban cambiar, sin contar detalles que añadir para hacerla algo más potente. Así que mientras respondía a la llamada aprovecharía para comprobar el nivel de aceite, la presión de las ruedas, el agua y demás.

Intenté mantener la oreja fuera de su conversación, cosa que no me fue difícil, pero no pude evitar mirarle tras su grito. ¿Astrid? ¿Qué pasaba? Fue grande la sorpresa cuando se giró hacia a mí para pedirme, esta vez, ayuda él a mí. No dudé en ponerme el traje y recoger mi escudo, todo pensando en que quizás era una broma pesada o, simplemente, alguno de los dos hubiesen escuchado mal por interferencias.

¿¡A China!? ¿Debíamos ir a China, YA? Pues lo mejor sería ir a SHIELD para recoger una de sus naves... Pero no, Tony se dirigió hacia su torre, quizás tenía preparado algún helicóptero o avión o... ¿Sus armaduras? Un gran sorpresa para mí, nunca me hubiese esperado ponerme una de esas y menos propuesto de la boca del mismo Iron Man.

- La verdad es que estos colores son mejores que la tuya, ¿no? - Bromeé refiriéndome a su Mark 42. Observé de cerca el Iron Patriot, pensando en que iba a montar en eso. ¿Una locura? Más locura era saltar desde un avión al mar sin paracaídas, lanzarse por un precipicio desde un tren en marcha o enfrentarse a un imperio nazi... Así que eso no tenía nada de locura.

- ¿Cuando me has visto a mí con miedo, Stark? - Sonreí a Stark ante su último comentario. - ¡Volemos hasta China!

Bien estoy aburrido ,si lo admito este lugar no es como lo pense. No saber el idioma de la ciudad es una porquería ,no entiendo absolutamente nada de lo que ocurre a mi alrededor. Si quiero hacer algo util aquí necesito ir a un lugar donde hablen español ,podría ir a la embajada pero no creo que se vuelvan muy amigable con un inmigrante ilegal. Creo que la mejor solución es ir a un lugar publico con un gran caudal de turistas internacionales y que sea gratuito por que no tengo mucho que gastar.
Un museo creo que seria lo mejor ,por lo menos tiene gente culta por lo tanto mas de un idioma deben hablar.

Ahora el principal problema es encontrar uno ,no puedo pedir indicaciones asi que tendré que caminar hasta encontrarlo .Es un juego de probabilidades la verdad lo puedo encontrar dentro de 8 minutos como en 2 días , mejor empiezo ahora.Una hora después de empezar a caminar sin rumbo fijo vi algo que parecía ser un museo y como había una persona que vestía como un guardia de seguridad en la entrada me detuve a preguntarle

Disculpe ¿sabe hablar español?

Si señor ¿necesita algo?

Vera soy un turista y me preguntaba si este es un museo ,no se hablar Chino asi que me perdí por algún tiempo

Bueno este es el museo de Arqueólogia de la ciudad , pero si viene por la nueva exposición de artefactos de la cultura China deberá esperar ,esta se retraso hasta nuevo aviso despues unos accidentes que hubo.

¿Que clase de accidentes?

5 personas relacionadas con la muestra fallecieron de manera extraña ,la policía sospecha que pudo haber sido un ladrón que esta detrás de las joyas por eso se deben tomar todas las precauciones necesarias para proteger la colección.

Interesante ,gracias por la información

Amuletos antiguos ,muertes sospechas esto me resulta medianamente simpático ,podría darle un ojo a esa exposición pero esta fuera del alcance del publico. Bueno supongo que no queda otra que infiltrarme con algo de sutileza.

Cuando entre al edificio vi a una guía que hacia un recorrido para los turistas extranjeros ,me uni al pequeño grupo mientras recorrían las instalaciones y daban explicaciones sobre los objetos que estaban expuestos. Una pregunta que realizo la mujer que estaba caminando a mi lado me pareció bastante peculiar ,pregunto donde se hacían las restauraciones para objetos históricos en mal estado. La respuesta me sirvió para encontrar mi objetivo ,parece que hay un sector subterraneo bajo el museo donde se encargan de esas tareas.

El siguiente paso era bastante simple ,fui al baño de hombres que supuestamente no tenia cámaras. Tenia que actuar rapido antes que alguien llegara y como no podia usar mi magia contra objetos que no tengan vida o hayan tenido debía que encontrar una manera para abrir la rejilla de ventilación sin romperla. Busque en mi mochila ,agarre una de las garras del esqueleto de cuervo que tenia y la pude usar como destornillador. Claramente expuse mi apariencia esquelética por unos momentos pero era el precio que tenia que pagar para abrir la rejilla.

Una  vez abierta solo quedaba meterse por ahi y bajar hasta los pisos inferiores. Un ser humano común y corriente no podría haber pasado por ahi ,tuve que dislocar bastantes huesos para poder entrar y estoy seguro que no había casi aire para respirar. Una vez baje bastante por los caoticos ductos de ventilación encontré una rejilla que seria mi punto de salida ,pero como estaba en una posición un poco desfavorable no me quedo otra que romperla haciendo un poco de ruido.
Excelente ya estoy estoy en el sotano del museo ,si me apuro podre ver los objetos sin problemas y salir corriendo como alma que se la lleva el diablo. Supongo que estarán detrás de esa puerta y tal vez tenga que noquear algunos guardias pero no seria gran problema.

Que carajo . . . .Dije eso al abrir la puerta y ver a la extraña criatura roja que parecía un demonio dentro.No tenia ni idea lo que era pero parecía estar acompañada por un sujeto con traje de buseo ,me tomo varios segundos asimilar la escena .

Una sonrisita de medio lado se puso en mi cara cuando oí la afirmativa de Rogers, un tanto animado.

- Súbete y no te partas la cadera, anda.

Me metí con su supuesta edad, como de costumbre. Me centré y deje a un lado las  bromas, acordándome de la situación. Cuando Rogers estuvo dentro de la armadura, se cerró al momento, aún apagada.

- Espero que no tengas claustrofobia. ¿Jarvis?

- ¿Si, señor?

- Enciende el Iron Patriot y haz un plan de vuelo para Pekín, China. Ponlo en piloto automático.

- Al momento, señor.

Tras unos largos segundos, Jarvis había acabado. Todo estaba listo. Bueno, casi todo. Cogí el escudo del Capitán y se lo enganché con un arnés en la espalda a la armadura que el llevaba.

- Bueno, todo listo. Inicia el despegue, Jarvis.

Al momento, el Iron Patriot salió disparado hacia su destino, a toda velocidad. En menos de un segundo, yo ya estaba a su lado. Mi vuelo era más fluido, ya que la Mark 42 no iba en modo automático. Puse las armaduras al máximo de velocidad, algo peligroso; pero la situación lo requería. O sea que en poco más de una hora y media estaríamos allí.

Estuve todo el vuelo muy callado, estaba demasiado nervioso como para hacer bromas. Solo pensar en que a Astrid le podía haber pasado algo... Sacudí la cabeza para borrar los pensamientos de mi cabeza.

Cuando apenas quedaban cinco minutos para aterrizar, le dí instrucciones a Steve para que aterrizará sin montar mucho escándalo.

- La velocidad se va a disminuir poco a poco, tu solo intenta no estamparte con nada, el aterrizaje con piloto automático no está muy pulido, así que tendrás que poner de tu parte.  

- Cinco segundos para aterrizaje.

- ¿¡Cómo?! ¡Si quedaban cinco minutos!

Iba boca arriba, explicándole a Steve como aterrizar. Cuando me quise dar la vuelta, no pude evitar estamparme contra un edificio de oficinas, creando una gran conmoción a los que estaban dentro y en la calle. Por suerte, se ve que me habían visto venir y no había resultado nadie herido.

- ¿Sabes qué? Lo de pasar desapercibidos está demasiado visto.

Me incorporé y miré el lió que había armado.

- Jarvis, haz una búsqueda del paradero de Astrid. Malditos chinos...

- Bien caballeros, este será su lugar de operaciones. Disponen de todos los utensilios que necesiten. Si necesitan algo no duden en pedírmelo por el intercomunicador.- el director del museo había bajado a los dos agentes a los sótanos. Allí se llevaban a cabo la mayor parte de las restauraciones y preparaciones de las exposiciones. En las paredes había mapas de los distintos pisos del edificio y zonas de distintos colores indicaban qué iba en cada sitio. Hellboy los miraba aburrido mientras que Johann ya estaba en la mesa de operaciones, con el colgante y el resto de supuestos objetos malditos.

- Agente Hellboy, obserrrve atentamente. La manerrra de saberrr si un objeto se encuentrrra endemoníado o no es más compliquiada de lo que parrrece. Debe actuarrr con cautela, pues las prrrobabilidiades de que le posea son mayorrres de las que se crrree.- "ya estaba el cabeza de pecera dando lecciones... ¡Qué pesado!" pensó Hellboy. Para él todos estos listillos que iban de guays porque conocían hasta el último nombre de los demonios y seres que asolaban el mundo desde su inicio le ponían enfermo. Abe al menos era un buen compañero. Entendía el por qué a Hellboy le aburrían esas cosas e intentaba ser lo más breve y conciso posible. Cosa que el señor Krauss parecía no entender. Soltaba todo su rollo y se indignaba si Hellboy no le prestaba toda su atención.

- Sí, sí, mire señor lavadora, usted se dedica a arreglar el lío que han causado estos collares y demás utensilios de feria y yo pateo el culo a los bichos y monstruos que se nos acerquen, ¿le parece justo?

- Su constante falta de deporrrtividad y juego en equipo es irrritante, señorrr Hellboy. Su mayorrr defecto es ese, ya hemos hablado acerrrca del tema. Deberrría estar aquí conmigo ayudándome en vez de pasearrrse por la sala como el oso del zoo, y de paso aprrrenderrr un poco acerrrca de nuestrrro enemigo.- se había dado la vuelta y señalaba acusatoriamente a su compañero.

- ¿Qué enemigo? ¿Se refiere a este colgante? Ahora que lo dice, sí que es aterrador... ¿Qué vil criatura mezclaría esos colores?- Hellboy odiaba tener que lidiar con esta clase de tonterías. Si se tenía que pegar con un monstruo de diez metros se pegaba. Si tenía que patear el culo a un ejército de duendes se lo pateaba. Y punto, no había más misterio.

- No es solo el colgante, señorrr Hellboy. Este colgante ha sido maldito, ¡perrro hace muy poco tiempo! Me atrrreverrría a decirrr incluso que pudo serrr hace apenas una semana. Es posible que nuestrrra estancia en China se prrrolongue más de lo esperrrado. Llamarrré al prrrofesorrr parrra adverrrtirrrle de ello.

- ¿Cómo que hace poco? ¿Está insinuando que hay alguien aquí en Pekín que quiere invocar a algún tipo de ente o criatura y soltarla por las calles como si fuese un gato?- eso captó la atención del enorme demonio. La verdadera razón por la que él estaba allí era esa misma que el señor Krauss acababa de decir: era posible que las maldiciones y posesiones fuesen causadas por algo que anduviese por la ciudad planeando algún tipo de fechoría. Eso ya le gustaba más. Acción, persecuciones y sobre todo muchos mamporros. Su especialidad.

En ese momento detrás de ellos sonó un golpe seco y vieron a un muchacho que había entrado en el cuarto repentinamente. Por la cara que puso no esperaba encontrar a dos personajes tan variopintos como Hellboy y su compañero Johann. Hellboy se quedó mirándolo. No se inmutó. Si era un demonio o algo que había entrado para comérselos se había cruzado con los tipos equivocados. Desde luego normal no era. Tenía las apariencias de un chaval joven, algo desaliñado y bajito. Pero la cara... Señor, parecía el muñeco diabólico. Tenía una especie de parche de tela y varios cosidos por toda ella. Desde luego debía causar sensación cuando iba al super a comprar.

- Bueno "Chucky", parece ser que has conseguido colarte en la fiesta sin invitación y por tu cara yo diría que no esperabas encontrarte a alguien como nosotros aquí, ¿me equivoco cara cosida? Ya estás soltando bien rapidito quién eres antes de que te lo tenga que sacar a golpes.

Sin duda las armaduras de Stark eran alucinantes. Ninguna de las naves de SHIELD podía igualar la velocidad que podían alcanzar aquellos inventos de Tony, ¿A cuánta velocidad debíamos ir para llegar a China tan rápido? Sea como fuere, eso era una pasada.

Escuché cada palabra de Stark mientras volábamos, mirando hacia delante, viendo como cada vez nos acercábamos más a la gran ciudad de China. Y entonces, el pobre Stark...

Noté como la velocidad del piloto automático iba disminuyendo, me incorporé para poder aterrizar de pie mientras iba siguiendo la estela que el Mark 42 había dejado con ese gran aterrizaje de mi compañero. Conseguí frenar sin problema, en medio de lo que antes de que Stark destrozara eran oficinas y, automáticamente, el casco del Iron Patrior se abrió dejándome ver el lugar con mis propios ojos.

- Vaya, tendrás que enseñarme a aterrizar con ese estilo. - Bromeé al saber que no se había hecho ningún daño.

Y manos a la obra. Jarvis en busca del paradero de la señorita Hadlow, solo esperaba que la pudiese encontrar. No tenía ni idea de de como la podrían encontrar, quizás rastreando su teléfono móvil u otro dispositivo que tuviese encima. Solo esperé, preparado a seguir a Stark por segunda vez.

Poco a poco se iba despertando, le dolía la cabeza como si le hubieran golpeado con una viga; intentó llevarse una mano a la cabeza, pero pronto comprendió que no podía hacerlo. Estaba atada a lo que parecía una mesa de piedra con las manos por encima de la cabeza, pero no sólo tenía sujetas las manos, también los tobillos... Aquello no pintaba bien, y estaba empezando a asustarse. No, ya estaba asustada; levantó la cabeza para ver donde se encontraba, pero sólo vio una enorme sala de piedra, decorada como en la época dorada de china, como la ciudad prohibida, sólo que aquello no parecía abierto a turistas a juzgar por la falta de gente que había y que no había ninguna ventana. Era una habitación de piedra, sumida casi en la total oscuridad. Pero vio algo que la terminó de asustar por completo, alguien le había abierto la camisa y había dibujado algo sobre su estómago con sangre. ¿¡Que narices era aquello?! ¿Que estaba pasando?

- ¡Socorro! ¡Ayuda! ¿Hay alguien ahí?

Probablemente gritar no era la mejor opción para que la soltaran, pero no se le ocurría nada que pudiera poner las cosas peor, no sabía cómo ni porqué, pero parecía que iba a participar activamente en algún tipo de sacrificio ritual. Estaba asustada, iban a matarla. Joder, Tony tenía razón, nunca debió haber ido, al menos no sola... ¿Por qué tenía que tener tan mala suerte?

Jarvis tardo menos de un par de minutos en rastrear la localización del móvil de Astrid. Rogers y yo bajamos de aquel sitio que hasta hace cinco minutos fue una oficina y nos situamos en la calle, como dos transeúntes normales... De no ser por el tarje ceñido de colores chillones del capi y mi armadura metálica.

"Aparque" el Iron Patriot en medio de la calle, era casi imposible que pudieran robarlo y con una sola llamada vendría hasta nuestra posición. Desate el escudo de la espalda de este y se lo tiré a Steve.

- Tu tapacubos. Ahora, en marcha.

Seguimos el camino que Jarvis nos indicaba hasta llegar a la puerta del hotel donde se ospedaba Astrid. Sin pedir permiso, cruzamos el hall hasta llegar al ascensor, ignorando las palabras del recepcionista.

Cuando este se abrió, vi el móvil de Astrid tirado en el suelo y medio roto. Un escalofrío recorrió mi espalda. Me dirigí hasta el recepcionista para preguntarle cual era su habitación.

La conversación fue larga, estúpida y vergonzosa. Entre yo intentando hablar chino con mis magistrales lecciones de cuando pedía comida al restaurante "La Gran Muralla" y el chino que parecía que ni quería intentar entenderme, eso era un espectáculo.

- Soy gilipollas... Jarvis, por favor.

Y, efectivamente, soy gilipollas. Podría haberme ahorrado todo eso. Jarvis pregunto en un perfecto chino Mandarín que cuál era la habitación de Astrid, que era un asunto urgente.

El amable señor chino me cedió una llave de la habitación y me dirigí otra vez al ascensor hasta llegar a la planta correcta. Abrí la puerta y no vi ningún indicio de que hubieran entrado allí. Estaba todo perfectamente ordenado, típico de la rubia.

Empecé a buscar algo que me indicará que podría haber pasado. Sobre la mesa encontré unos folletos de un museo que me llamó mucho la atención.

- Jaris, busca información del museo. Información confidencial.

- Al momento, señor. Se habla de posesiones de objetos por entes demoníacos.

-Interesante...

Era lo mejor que tenía y no parecía haber nada más que me diera otra pista. No tenía tiempo que perder.

- Rogers,¿Has traído la cámara? Nos vamos de museos.

Antes de que Hellboy pudiese soltarle una de sus pullitas al recién llegado Johann le interrumpió con un sonido fuerte, como de un disparo. El demonio se dio la vuelta y vio una densa nube negra que flotaba por encima de su compañero. Este se frotaba las manos. Había conseguido sacar lo que había dentro del colgante. Hellboy se dio la vuelta y sonrió al chaval.

- Vas a estar de suerte y todo, has llegado justo a tiempo para los fuegos artificiales.- "Rojo" se acercó a la nube, la cual tomó forma poco a poco hasta convertirse en una especie de máscara china. Tenía varios dientes curvados hacia arriba y abajo, y unos enormes ojos saltones con los que miraba a los presentes con una horrible y espeluznante mueca.

Spoiler:

Flotaba sobre los presentes y se movía con un aire fantasmagórico. Comenzó a reirse con una voz profunda y siseantes. Sacó una larga y roja lengua que pasó por sus colmillos.

- ¿Quién osa importunarme? ¿Quién os creéis mortales para despertarme de mi letargo?- la cara sonreía diabólicamente a los presentes mientras reía. Esa risa era realmente escalofriante. Como si se metiese un destornillador en un sacapuntas. Hellboy se acercó a la cara de humo. Esta le miró y sonrió.- Vaya, ¿a quién tenemos aquí? Al demonio rojo, Anung-Un-Rama. ¿Acaso buscáis fama ahora en China, querido demonio? ¿No es suficiente para vos el nuevo continetne?

- Ya vale de tanta palabrería, hemos venido a por ti… Y a por tu dueño, pues no has aparecido en este mundo así como así, ¿verdad? Dinos gaseoso, ¿quién te invocó?- los métodos del demonio siempre eran los mismos. Primero lo preguntaba por las buenas, deseando fervientemente que no le contestasen. Después por las malas y finalmente sacaba la información que necesitaba a golpes de puño. Ahí era todo un experto.

- Jajajajajajaja, patéticos mortales, ¿acaso creéis que podéis desafiar mi poder? ¡Yo soy el único responsable de mi estancia en vuestro mundo!- se acercó a pocos centímetros de Hellboy. Cualquier otro se habría amedrentado, pero el trote de demonios y criaturas del averno que llevaba él encima le hacían ver aquella máscara de humo hasta graciosa.

- Verás, te lo preguntaré de otra manera, ya que debes tener el cerebro un poco ahumado. Aquí mi compañero el escafandra, que por cierto también es gaseoso como tú, me ha dicho que alguien está toqueteando estos objetos y endemoniándolos para alguna especie de ritual o algo, así que me gustaría saber quién es para poder ir y patearle el culo. Así que te lo preguntaré de nuevo antes de que me enfade. ¿Quién te ha invocado?- los rituales satánicos eran muy comunes, más de lo que la gente creía. Solían endemoniar ciertos objetos que luego se ponían alrededor de la víctima para aumentar las posibilidades de poseer a la víctima. Solían usar casi siempre mujeres, ya que sus cuerpos eran mucho más efectivos a la hora de endemoniar debido a su perfección y magnetismo de tentaciones.

Antes de que pudiese contestar una enorme explosión hizo volar la pared más cercana por los aires, mandando a todos los presentes un par de metros hacia atrás. Hellboy se levantó a toda prisa. Allí, ante ellos, un enorme demonio chino de unos tres metros y medio los miraba. A su alrededor flotaba un pequeño dragón chino de esos largos y coloridos. Con un rápido movimiento cogió el colgante y salió por el hueco de la pared mientras siseaba a su enorme compañero.- Mátalos a todos. Que no quede rastro de vida…-

Hellboy salió como una exhalación en dirección al enorme demonio y le asestó un poderoso puñetazo con la mano de piedra. Un par de colmillos de este salieron volando. Los golpes de Hellboy resonaban por toda la sala. El enorme demonio hizo lo propio y asestó varios golpes a "Rojo", quien no dejaba de golpear y apalizar a la enorme criatura. Esta le agarró de la cabeza y con un poderosísimo puñetazo en todo el estómago mandó al demonio rojo volando varios metros hacia atrás.

- Muy bien bola de grasa, tú lo has querido.-

Ahora mismo no podía hacer nada, solo seguir a Tony. Él, con toda su tecnología, era el único capaz de encontrar a Astrid en toda la ciudad, no es que fuera difícil hallar a una rubia inglesa entre un montón de asiáticos... pero había tantos que sería imposible y sin contar que debía estar escondida.

La gente nos miraba. Normal, un hombre con un disfraz azul de barras y estrellas americanas y otro metido en un robot, en América podríamos ser conocidos, pero aquí...

No tardamos en llegar al hotel donde se hospedaba Astrid y, tras ver el ridículo de Stark con su habla china, decidí esperar en la puerta principal. Plantado en medio y mirando alrededor, ¿alguien que nos vigilase? Si... Todo el mundo. Mejor, ¿alguien sospechoso que nos vigilase?

En pocos minutos Stark se plantó ante mí. Parecía que había encontrado algo.

- Rogers, ¿Has traído la cámara? Nos vamos de museos. - Comentó mientras me entregaba unos folletos que había encontrado. No era una gran pista, siendo una ciudad tan grande quién sabe si se encontraría allí, en un lugar público. Pero era lo único que teníamos, así que en marcha.

- ¿Yo cámara? ¿Armaduras tan completas y no tienen cámara? - Bromeé.

(Off: Me cuelo porque se me ha ocurrido finalmente que poner y Stark me ha cedido su turno, después de esto los turnos recobran su orden normal. Lo siento)

La sala estaba oscura, no había nadie, había gritado pidiendo ayuda y lo único que había recibido a cambio era su propio eco. Nada. Estaba muy nerviosa, atada sobre una piedra, que nadie le respondiera no ayudaba a calmarla, aunque suponía que tampoco lo habría hecho que la respondieran. Una tenue luz apareció al fondo de la sala y ella gritó con todas sus fuerzas esperando que fuera algún tipo de ayuda, pero no parecía que aquella persona que le cerraba la boca con su mano con fuerza tuviera alguna intención de ayudarla.

- No se moleste en chillar señorita, nadie va a venir a rescatarla. Pero pronto todo pasará y se convertirá en algo más grande, la adoraremos como la diosa en la que va a convertirse. Será el recipiente corpóreo de nuestra gran madre, nuestra diosa y señora.

Su inglés no era muy bueno, pero ella había entendido a la perfección que sus posibilidades no eran muchas y su futuro próximo no auguraba nada bueno. ¿A que estaban esperando? ¿Habrían empezado ya? ¿Que iban a hacerle?

- Tony por favor ven... Te necesito...

Habló bajito, no quería que volviera a aparecer aquel hombre tan desagradable. ¿La estarían buscando? ¿La policía quizás? Estaba hablando con Tony cuando se la llevaron, seguro que se había dado cuenta, seguro que había puesto a la policía a buscarla. Esperaba que pudieran encontrarla pronto, aunque no tenía muchas esperanzas en ello.

Fruncí el ceño ante el comentario de Steve. Me sentí cabreado, menuda tontería. Era un comentario estúpido, de esos que nos lanzábamos constantemente para meternos el uno con el otro. Pero esa vez, en vez de reírme y responderle al comentario, me quedé un poco molesto y confuso por esa reacción mía. Sacudí la cabeza olvidando aquella tontería y me puse serio.

- Vamos, no hay tiempo que perder.

Dije tajante y salí por la puerta, hasta llegar al hall mientras Steve me seguía. Pasé por al lado de recepción y le tiré la tarjeta que abría la puerta de la habitación sin siquiera pararme. El recepcionista masculló algo en chino que no entendía, pero que no me sonó muy bonito.

- Que te jodan.

Dije sin más en un tono de voz algo elevado y salí de ese maldito hotel empujando ambas puertas de entrada con mis dos brazos enérgicamente. Ese estado extraño en el que me encontraba me hizo olvidar que llevaba el traje puesto y el movimiento tuvo mucha más fuerza que si lo hubiera hecho sin traje, lo que provocó que los cristales de las puertas se rompieran en mil y un pedazos. Sin atormentarme lo más mínimo seguí andando, en busca del jodido museo.

Tras un rato, encontramos el dichoso museo. Entramos en este en busca de información que nos sirviera para algo útil, pero no parecía que eso fuese a ocurrir. De pronto, escuché barullo en las plantas bajas del museo y sin más, pasé de las explicaciones de aquel hombre tan pesado y me dirigí hasta la puerta que llevaba al sótano.

El hombre fue corriendo a detenerme, hablandome otra vez en chino. Que manía con ese idioma. Lo cogí del cuello de la camisa y lo estampe contra la pared rudamente.

- Mira, me la sudan tus controles de seguridad, una chica, MI chica está en peligro y no voy a esperar ni un segundo en tus gilipolleces de protocolos.

El señor me miraba con una mezcla de miedo e incomprensión. Lo solté y me dirigí hasta la puerta.

- Si no me entiendes, aprende inglés. Vamos Steve.

Bajé con paso firme las escaleras y la escena que me encontré al final de estas no me la esperaba para nada. Un traje de buzo sin, aparentemente, nadie dentro pero que, aún así se movía. Un chico de aspecto joven pero con unos rasgos... Un tanto peculiares. Y un tío enorme, rojo y con cola.

- Vamos, no me jodas...

Hellboy cruzó la habitación volando de nuevo y se estrelló contra la pared. El chaval que había aparecido allí por arte de magia saltó sobre el demonio y lo ató con una especie de cuerdas o plantas. "Rojo" aprovechó para saltar encima de esta criatura y acabar con él, pero era mucho más fuerte de lo que esperaban. Consiguió zafarse (no sin mucha fuerza) de la prisión del muchacho y después mandó al demonio por los aires con un poderoso puñetazo.

- ¡Muy bien! Ahora sí que estoy cabreado.- Sacó su enorme revolver y comenzó a disparar contra el gigantesco ser asiático. Varios disparos impactaron en él, haciendole bufar y rugir con fuerza.- ¿Qué pasa, escuece un poco? Piensa que si escuece es que te estás sanando ese careto que tienes.

El puño de Hellboy se estrelló con fuerza mandando al demonio chino un par de metros más allá de donde se encontraban. "Rojo" se volvió al chico.

- Me ha gustado el truquito de atar al bichejo este, ¿crees que podrías repetirlo?- No había acabado de decirlo cuando el chaval volvió a la carga, esta vez con unas ataduras mucho más grandes. El enorme demonio chino se revolvía y profería gritos guturales escalofriantes, mientras su boca se abría y cerraba como un cepo mostrando una gran hilera de dientes amarillentos y curvados. Esta vez apenas podía moverse, y "Rojo" lo aprovechó para golpear con toda su fuerza la fea cara, partiéndole varios dientes en el proceso. La criatura chilló y se revolvió con más fuerza. Aquel bicho era uno de los gordos de verdad, más duro que una piedra y con un carácter muy malo. Pero Hellboy no era menos. Los años peleando contra toda clase de criaturas le habían curtido hasta el punto de prácticamente reírse cada vez que le partían un hueso o le llenaban de heridas.- Parece que ya no vas tan de chulito, ¿eh cara aplastada?-

- ¡Agente Hellboy! ¡Basta ya de fanfarrrroneos y acabemos de una vez con este engendrrrro del abismo!- Krauss miraba a la pareja luchar con el brazo izquierdo a la espalda y señalando con firmeza a su compañero.- ¡Ese colgante que nos han arrrrebatado es una pieza parrrra un rrrritual satánico! Alguien está prrrreparrrrando algo aquí y debemos impedirrrrlo a toda costa. ¡Vamos, Schnell! [rápido en alemán]

- Ahórrese los sermones Johann, está todo controlado.- Y con un último disparo a través de la boca, el gigantesco demonio chino cayó redondo. Hellboy se volvió a su compañero y aprovechó para encenderse un enorme puro.- Bien, señor listillo. Somos todo oídos.

Antes de que pudiese hablar, un fuerte ruido resonó en el pasillo. Los tres personajes se volviero y allí, a unos pocos metros de ellos, vieron lo que parecía un enorme robot de color rojo y detrás a un tío vestido con la bandera americana y un gran escudo redondo.

- ¡Coño Johann! ¡No sabía que habías invitado a tu primo escafandra y a su amigo el hombre bandera!

Un barullo increíble se escuchó dentro del museo. Fuimos corriendo hacia el lugar y en una sala enorme había empezado una buena batalla; un tipo bien grande, todo rojo y con aspecto demoniaco junto con un chico con pintas siniestras acababan de derrotar algo más grande que ellos y, segurísimo, no era de este mundo. Aunque visto lo visto ya nada me sorprendía.

- ¿Donde está...? - Fui a preguntar por nuestra compañera cuando alguien corriendo por el pasillo centró mi atención. Un hombre en traje y rasgos chinos corrió dirección opuesta a nosotros.

- ¡Por allí! - Avisé a Stark y le perseguí.

Aquel hombre bajó por unas escaleras, yo fui tras él. Giró por un pasillo y yo hice lo mismo para encontrarme de cara con dos hombres, también con traje y con metralletas en la mano, protegiendo una puerta por donde entró el perseguido. Mis reflejos para cubrirme con el escudo fueron más rápidos que los suyos para levantar las armas y disparar. Todas las balas impactaron contra el escudo salvándome de la ráfaga. Di un paso atrás para esconderme a la vuelta de la esquina de donde venía, espalda contra la pared, Stark estaba llegando a mi posición. Seguiría abriendo paso, lancé el escudo contra la pared enfrente mío de tal manera que el ángulo de rebote lo hizo entrar por el pasillo y, después de escuchar dos golpes más contra la pared, impactó contra el enemigo.

Asomé para ver como aquellos dos yacían en el suelo inconscientes.

- ¡Vamos!

De repente la sala entera se iluminó, grandes antorchas colgaban de las columnas y se iluminaron a la vez; justo en ese momento algo entró en la sala, una serpiente que flotaba... No, era uno de esos dragones chinos que había dibujados por todos lados, llevaba algo colgando de la boca, que se lo entregó al hombre que antes se había dirigido a ella, y ahora tenía un montón de acólitos detrás. Aquello empezaba a pintar mal, muy mal...

- ¿Que hacéis? ¡Soltadme! ¡Soltadme ahora mismo! ¡Socorro!

Pero sus gritos no sirvieron de nada, los acólitos y el hombre hicieron un círculo alrededor del altar, mientras hacían dibujos extraños sobre la piedra y sobre ella, con sangre, uno se acercó y le puso el colgante sobre el cuello y pronto los cánticos empezaron, aquello no pintaba bien, no pintaba nada bien. Tenía miedo, mucho miedo, estaba asustada. Intentó forcejear, pero fue imposible, sus ataduras eran fuertes y el cántico de aquellos hombres sólo aumentaba de volumen e intensidad. Se echó a llorar, de pura desesperación, rabia y miedo. Las lágrimas caían a ambos lados de su cara convencida de cual iba a ser su final, y no le gustaba un pelo.

Antes de que pudiera decir nada, Steve salio corriendo detrás de un tipo. Le seguí y cuando neutralizó a los dos tipejos fui yo el que me puse en cabeza sin mediar palabra. Seguí todo el pasillo hasta encontrarme con una puerta de madera maciza. Sin más,  la tiré abajo para dejar ante mis ojos la situación.

La escena hizo que algo en mi cabeza se cruzará, más aún. Astrid llorando desconsolada, llena de sangre y postrada y atada en un altar, rodeada de chinos gritando cosas raras y ¿un dragón? En fin.

Solo tenia ganas de empezar a repartir hostias y sacar a Astrid de allí,  pero por suerte un haz de lucidez apareció en mi mente. Esa gente era peligrosa y seguro que sabían de magia. Además,  ellos estaban más cerca de ella que yo, un mal movimiento y podrían matarla fácilmente. Esperé hasta que el capi estuviera a mi lado para empezar con la acción.  

Una vez estuvo allí,  pasé de esperar a los demás, tampoco los conocía,  no sabía si luego tendríamos que enfrentarnos a ellos. Así que pillé al que tenía más cerca y lo estampe contra el suelo.

- Cubreme capi, voy a por Astrid.

Hellboy salió corriendo detrás de los dos tipos con los trajes estrambóticos que habían entrado como Pedro por su casa, liándose a tiros y explosiones. Johann sonó por detrás del demonio mientras caminaba lentamente, con pasos metálicos.

- ¡Agente Hellboy! ¡Ese drrragón ha rrrobado el colgante y van a completarrr el rrritual!

- ¿Usted cree? Yo me estaba preparando para ir a buscar unos dulces para la merienda.- Como odiaba cuando alguien soltaba obviedades, pero si encima las soltaba Johann era de traca. Pues claro que iban a completar el ritual, y seguramente ya tuviesen a la pobre víctima que iba a ser sacrificada para ello. Desenfundó su enorme revolver y corrió hacia los otros dos tipos.

Entró en una sala llena de gente gritando y chillando. Estaba todo lleno de chinos. El tío del traje rojo estaba flotando delante de un altar con un chino de pintas extrañas al otro lado con el brazo estirado. El largo dragón flotaba describiendo círculos sobre ellos. Todos se quedaron quietos cuando entró el demonio, y entonces comenzaron los disparos y los gritos. Eran humanos, así que no pretendía matarlos. Pero una cosa es matarlos, y otra darles un toque. Saltó y se puso a dar mamporros a cualquier chino que se le acercase. Con su mano de piedra se protegió de algunos disparos y con su cola lanzó por los aires a un par que intentaron sorprenderle por la espalda. Se volvió al tipo con el escudo redondo y le gritó.

- ¡EH! ¿Quiénes se supone que sois y qué hacéis aquí? Yo andaba buscando una especie de brujo o algo por el estilo pero parece que ya lo he encontrado.- Y señaló con la cabeza al tipo que hacía levitar al hombre de la armadura.- No sé muy bien cuál es vuestro cometido, pero yo voy a matarlo, así que os agradecería que no os interpusieseis en mi camino.

La sala era un auténtico caos. Gritos, disparos, explosiones, rugidos... Todo un auténtico lío con todos los chinos gritando en chino y disparando. Rojo empezaba a perder la paciencia. Cuando las cosas no iban como él quería, o únicamente iban a mirar un pequeño colgante y de repente aparecía un brujo o dios mitológico buscando venganza o traer de nuevo a gente a la vida le tocaba mucho las narices. El tío del escudo y el de la armadura sabía quiénes eran. El capitán américa e Iron Man. Steve Rogers y Tony Stark. El B.P.R.D sabía casi todas estas cosas. Conocían a la mayoría de los que se hacían llamar super héroes que luchaban contra el crimen. Tíos vestidos con trajes llamativos, mallas o cualquier cosa de esas con la finalidad de pasar desapercibidos. Claro, volar en una armadura gigantesca o ir vestido de la bandera americana era de lo más discreto que podías imaginar. Ditos súper héroes de poca monta...

Por lo que dedujo, ellos habían ido a buscar a la chica que yacía sobre la mesa de sacrificio. Parecían conocerla por lo que dijo Iron Man. Hellboy aprovechó para disparar contra el dragón y el tipo que intentaba matar a la chica y traer a lo que fuese de vuelta. Sus disparos rebotaron contra una especie de campo de fuerza que había creado el brujo, de manera que tendría que reventarle a puñetazos. Justo cuando iba a acercarse, el dragón rodeó su mano izquierda con la cola, estirándola hacia atrás, evitando que siguiese disparando. El demonio se dio la vuelta y golpeó con fuerza la cabezota de la criatura. Esta rugió con fuerza y exhaló una poderosa bocanada de fuego contra su cara. Hellboy apretó los dientes y luego miró al dragón con sus brillantes ojos amarillos mientras le cogía por el pescuezo con la mano de piedra.

- ¡Soy ignífugo lagartija! Tendrías que haber usado otro truco.- Y, con un rápido movimiento se liberó la mano izquierda y descargó tres poderosos disparos en el interior de boca de la criatura, proocando que un brillo anaranjado saliese de ella antes de marchitarse y convertirse en un montón de polvo. Se volvió al brujo y cargó contra él. Con un fuerte movimiento de su mano de piedra, se dirigió contra él. Pero el brujo estiró el brazo y abrió su palma contra la mano del demonio, freándola en seco. Hellboy frunció el ceño y miró al dios.- ¿Pero qué...?

El chino sonrió, mostrándole unos afilados dientes amarillentos y una lengua bífida.

- No pensarás en serio que podrás frenarme así como así, ¿verdad Anung-Un-Rama? ¡YO SOY UN DIOS! Tú no eres más que un simple y torpe ser inferior que cree que puede...- No pudo terminar la frase antes de que el demonio le golpease con fuerza con la otra mano. El chino agitó la cabeza y miró furioso a Rojo antes de empujarle con todas sus fuerzas varios metros por el aire. Cayó con fuerza contra la pared de entrada y justo entró el doctor Krauss mirando a Hellboy clavado en la pared.

- ¡Agente Hellboy! Crreía que usted tenía una misión. ¡Acabarr con el rritual y matarr al drragón así como al ente rresponsable de todo este caos!- Dijo gesticulando con los brazos. Hellboy resopló y cayó con fuerza contra el suelo. Se levantó haciéndose crujir la espalda y se volvió a su compañero de la escafandra.

- Ya me he ocupado del dragón, pero el chinito tiene otros planes para mí.- Se crujió la mano y volvió a cargar contra el brujo, antes de volver a ser lanzado por los aires de nuevo. Johann Krauss negó con la cabeza y se acercó al chino, activando un mecanismo de su traje, convirtiéndose en una nube de gas blanquecino, introduciéndose en el cuerpo del brujo. Este flotó en el aire, gritando y retorciéndose, antes de caer al suelo sin vida, con los ojos vidriosos. La nube volvió al traje y este se activó de nuevo. Recogió el colgante y liberó a la chica rubia de la mesa. Luego avanzó hasta donde estaba Hellboy con los ojos abiertos y los dientes apretados.

- ¿Ve agente? Simple y rrápido, como deberría serr... ¿Nos vamos?