Recibiendo ilustres invitados. (Tony Stark, Post-Omega)

Cuidar de los humanos, un marrón de mierda que no tenía muy claro como había acabado aceptando. Quizás fuera por la cara de súplica de Gabriel o por la cara de "mírame, soy mejor que tu y estoy en el cielo" de Miguel. El caso es que allí estaba, subiendo por aquel sendero de mierda, arrastrando a aquel humano de mierda que se había encontrado. Al parecer aquello era un monte sagrado, y debido a los últimos acontecimientos un grupo de tarados pretendía invocar y abrir un portal al infierno para... no se... ¿Para que coño iban a querer hacer aquello los humanos? Son una raza rara de cojones... El caso es que se había topado con aquellos rumores por casualidad y casi por casualidad había encontrado a uno de los miembros de aquel simpático aquelarre. Una pena que ella no fuera tan simpática, varios puñetazos, unas cuantas uñas, y dos muelas del juicio más tarde, aquel idiota finalmente habló. Un alivio porque se le estaban acabando los recursos, lo siguiente que se le ocurría era prenderle fuego

Cuando llegó a aquel monte en mitad de la jungla se escondió para observar, no quería meter la pata por causa de información errónea y no se fiaba un carajo del humano al que acababa de dar otro sopapo para que no molestara en un ratito, aunque no parecía que se estuviera equivocando, el altar, los símbolos, las túnicas feas, todo parecía indicar que iban a traerse desde el otro lado a un bicho feo con avaricia. Y parecían reincidentes. ¿Tendrían algo que ver aquellos con los que abrieron aquel portal en Arizona? Nunca lo sabría, los de Arizona estaban muertos y aquellos estaban a punto de estarlo.

- ¿Qué tal los controles de estabilidad, Jarvis?

- Todo perfecto por ahora, señor.

- Llevo unas cuantas horas de vuelo, ¿por dónde vamos?

- Estamos sobrevolando el Amazonas, señor.

- Mira tu que bien.

Después de todo el incidente en Happy Harbor, casi todas mis armaduras quedaron destrozadas y tuve que reconstruirlas una a una. ¿Lo bueno? Que luego había que probarlas. Esta vez le toco a la Mark 17, Rompecorazones. Había aprovechado la supuesta prueba del traje para saltarme una tediosa reunión que tenía con unos chinos que querían comprar acciones o energía o algo así. Malditos chinos.

- Llamada entrante de la señorita Potts, señor Stark.

- Cuelgalé.

- Parece urgente, señor.

- Seguro que no es para tanto.

- Insiste, señor.

- Manténte firme, Jarvis.

No oí respuesta de la voz robótica, pero si oí una aguda voz que me replicaba.

- ¿¡Se puede saber dónde diablos estás?! ¡La reunión va a empezar!

- Seguro que puedes apañartelas solita, Pepper.

Antes de que siguierá exigiendo mi presencia, un pitido intermitente acompañado de un resplandor rojo, también intermitente y para anda tranquilizador, salieron de la armadura.

- Fallo en el sistema de vuelo del prototipo. Iniciando protocolo de emergencia.

- No cuela, Tony; ¿quieres dejar de hacer el imbécil y venir ya?

- Sistemas de emergencia imposibles de ejecutar.

- ¡Tony!

- ¡¿Queréis callaros los dos un puto segundo!? Estoy apunto de estamparme. ¿¡Y si me mato!?

- No caerá esa breva...

Tenía razón, no era la primera vez y no sería la última. Pero el golpe iba a doler, eso seguro. Caí en picado atravesando el frondoso bosque y golpeandome con cada jodido árbol del Amazonas. Cuando llegué al suelo caí de espaldas. Doloroso, lo que yo decía. Me incorporé un poco hasta tentarme y me sobe la espalda con una mano y la cabeza con otra. Cosa inútil, por cierto.

Bendita mi suerte. ¿No era grande el Amazonas qué tenía que caer en el sitio exacto donde se estaba practicando un ritual no muy cristiano?

- Tengo que colgar...

Desde su privilegiada posición esperando para poder interrumpir el ritual en el mejor momento, observó como algo se estampó contra el suelo justo al lado de donde estaban a punto de realizar el sacrificio, con la mala suerte de que uno de los acólitos se asustó y completó el ritual a las bravas, mal hecho, por ellos y por ella y por... lo que sea que hubiera caído de los árboles. Parecía un robot, no era tan idiota como para no saber que era un robot, pero no, se movía como un hombre. Parecía una de esas cosas que habían prácticamente arrasado Happy Harbor durante el cataclismo, lo había visto en las noticias. Al parecer eran propiedad de... ni puta idea, de alguien, eso seguro; pero los asuntos humanos seguían sin importarle lo suficiente como para recordar sus nombres.

Pero no había tiempo para degollar tranquilamente a ese cacharro metálico, quizás después, cuando terminara con los demonios que empezaban a salir por el portal que habían creado y que estaban empezando a devorar a los acólitos porque alguien durante el ritual no se había protegido adecuadamente. Estúpidos humanos... se lo tenían merecido. Lanzó a su fiel confidente a los brazos de un demonio para que se fuera entreteniendo, a fin de cuentas era parte de aquella secta, ergo, era malvado y ya no le servía de nada, por lo tanto, podía morir. Y mientras tanto ella se ocupaba de ir repeliendo a los demonios que aparecían, aunque empezaban a ser muchos sólo para su espada y su velocidad, quizás había llegado el momento de adoptar su verdadera forma completa. Pero había humanos delante, y no le gustaba hacerlo, que luego todos andaban pidiendo milagros...

- ¿Pero cuantos esbirros tiene Lucifer? ¿No se le van a acabar nunca?

Uno especialmente feo, y especialmente grande, armado con lo que él seguramente creía que era una espada y probablemente estuviera maldita, corrió hacia ella como un descosido, quizás para partirla en dos, no se lo pensó dos veces y desplegando sus alas repelió el golpe. Empezaban a ser demasiados como para andarse con remilgos.

Colgué y a partir de ahí todo fue un caos. El amable señor que estaba en frente del altar sujetando un cuchillo se asustó ante mi aterrizaje y rajó a la pobre chica que estaba postrada en dicho altar.

De la nada empezaron a salir bichos extraños que lo arrasaban todo a su pasa. Cuando uno venía directo hacia mí, levante una mano para disparar contra él, pero se pusieron en marcha los reactores de las suelas y salí despedido, placando sin quererlo al enorme tipo.

La armadura estaba teniendo problemas, normal, era un prototipo. Pero aquellos bichos no dejaban de aparecer y tenía que estabilizarla si no quería acabar muy mal.

- Jarvis, inicializa el protocolo de reiniciación del prototipo.

- Al momento, señor; pero no promete hacer mucho efecto.

- Tu solo hazlo.

- De acuerdo.

Mientras la armadura se reiniciaba observe a una rubia que luchaba y se defendía bastante bien de aquellos tipejos. Uno excesivamente grande se dirigía a ella con no muy buenas intenciones e hice el amago de ir a ayudarla, pero no pude ya que la armadura estaba aún reiniciándose.

Ya me temía lo peor para ella, pero para mi sorpresa la chica desplegó unas enormes alas con las que bloqueo el ataque. No era la cosa más rara que había visto pero wow, impresionaba bastante.

- Armadura reiniciada, todos los sistemas en orden. Aunque no sé cuánto durará, señor.

- Me vale.

Ahora sí, me dirigí hacia donde estaba la señorita de las alas y neutralicé a un par más que intentaban atacarla mientras ella seguía a lo suyo. Hice un alto para dirigirme a ella.

- Tony Stark, encantado. ¿Me puedes explicar qué pasa aquí?

El robot que había caído del cielo o que dios quiera que fuera no estaba ayudando demasiado, parecía haberse estropeado, pero con semejante caída no le sorprendía en lo más mínimo, lo que si le sorprendía es que no se hubiera hecho piezas, pero quizás era de buena manufactura, aunque no le sonaba haberlo visto en los periódicos ni en las noticias, quizás era una de esas cosas que pertenecían al otro universo. Quizás en el fondo no fuera tan mala la colisión, salvo por el tema del fin del mundo y esas cosas...

Los demonios seguían saliendo del portal, habría que cerrarlo, pero mientras siguieran saliendo en semejante número no podría hacerlo, en algún momento el sargentillo al mando se cansaría de enviar soldados a morir, podía verlo desde su lado, a través del portal, enviar oleada tras oleada de demonios, en algún momento se le tendrían que acabar, mientras tanto, ella seguiría haciendo lo mejor que sabía. Matarlos a todos.

- Tienes ojos que funcionan, no? Si eres tan tonto como para no ver lo que sucede no me voy a molestar en explicártelo... Humanos...

Parecía que el robot no era tan robot, sino que tenía un humano dentro o a lo mejor estaba manejado simplemente por un humano. Como fuera, había un humano detrás de todo aquello y era un humano estúpido, como todos, pero claro, ahora tenía que protegerlos y todas esas cosas, así que a lo mejor sus hermanos no veían bien del todo que le lanzara hacia el portal para deshacer al mundo de otro humano idiota. Parecía que al menos se le estaba quitando la torpeza y hacía algo útil contra aquellos demonios...

- Bueno, bueno; no saques las garras, rubia. Soy lo suficientemente listo como para saber que eso es un portal; y que lo que salen de el son bichos raros no humanos, seguro que demonios y cosas de esas.

Las hordas de aquellos bichos seguían saliendo sin parar y sin dar tregua. Los iba eliminando conforme se acercaban a mi o a la  rubita, que debo admitir que tampoco se quedaba atrás. Cada uno de aquellos bichos era más feo que el anterior. ¿Por qué los acólitos del mal siempre son tan jodidamente feos? En fin, qué más da.

- Lo que preguntaba, rubita; es que si sabes porque se ha abierto el portal, que seguro que si lo sabes. También supongo que si eres tan lista y tan genial sabrás cerrarlo, y si sabes hacerlo estás tardando. Y si me explicas lo de las alitas ya sería perfecto, Campanilla.

No era humana, eso estaba claro. ¿Una mutante? No creo, por lo menos no de la patrullita x. Aunque mirandola bien, con el pelo rubio, las ropas y las pintas y si a todo eso le sumamos el par de alas blancas se asemejaba mucho a algo parecido a un ángel... Un ángel con un genio y una boca digna de un broker de Wall Street.