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Omega Universe - Foro de Rol de Marvel y DC
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Ficha de Personaje Alias: Dalae. Nombre real: Dalae Darkle. Universo: Marvel
Tema: Jugando sucio. [Ahri'ahn] 06/03/2019 4th Noviembre 2015, 00:38
Eran las dos de la madrugada. La Biblioteca Nacional de Francia debería estar vacía, salvo por los vigilantes de seguridad que se encargaban de que nadie deambulara por allí a tan altas horas de la noche. Era el edificio antiguo: Situado en el segundo distrito, en el corazón de París, contenía una cantidad inimaginable de libros de todo tipo. Especialmente, manuscritos antiguos, que era lo que la joven había venido a buscar. Necesitaba informarse a conciencia sobre su objetivo, ahora que sabía qué hacer. Además, necesitaba encontrar algo sobre la misteriosa Alatriel.
Estaba a ciegas totalmente en ese sentido: Cuando investigó por primera vez a Arión no encontró nada sobre un ángel, ese era el tipo de cosas que le habrían llamado la atención. Por eso estaba allí, sentada en la sala más amplia del complejo. El techo acristalado permitía contemplar las pocas estrellas que la polución no enmascaraba, rodeando una luna creciente velada tras las nubes. Una lluvia, densa y constante, golpeaba los cristales como si pretendiera romperlos para destruir los valiosos volúmenes que reposaban en sus estanterías, a salvo de las inclemencias del tiempo. En una mesa, un fantasma leía tranquilamente un pesado tomo encuadernado en piel. La anciana vestía un vestido muy largo y antiguo, negro, combinado con un velo de rejilla. Podría parecer que acudía a un funeral. La aparición estaba envuelta en un aura que daba escalofríos, sus manos arrugadas pasaban página tras página. La verdad, Dalae se enorgullecía de haber tenido esa idea: Hacerse pasar por un fantasma había resultado ser lo más eficaz para deshacerse de todos los guardias. Nunca le había costado tan poco despejar un edificio: Sólo había dado una vuelta por los pasillos, sonriendo agradablemente a todo aquel que se cruzara con ella. Bueno, todo lo agradable que podía resultar esa vieja de dientes podridos y salpicados de sangre, con los ojos hundidos en profundas ojeras y las arrugas tan profusas que parecían más bien los nudos en la madera de un roble centenario. Tan pronto como el primer guarda empezó a gritar, el resto corrieron hacia allí para unirse a él en el pánico y la posterior huida desesperada. Le había costado un poco imaginar aquella máscara, a la que los medios bautizarían al día siguiente como "La Viuda". Especialmente el hecho de que, al no tener pies, no debería hacer ruido al caminar. Había arreglado este inconveniente cubriendo la suela de sus botas con una tela muy gruesa, que amortiguaba totalmente sus pisadas hasta reducirlas al roce del tejido contra el suelo que haría el vestido de ser real. Y por si fuera poco, el clima ayudaba a conseguir el efecto deseado. No descartaba la posibilidad de que algún valiente volviera a entrar en la biblioteca, así que no se molestó en deshacer la ilusión. Si algún midgardiano asomaba por la puerta, se encontraría a la anciana de negro de frente, con su perenne sonrisa.
Pero entretanto, la asgardiana se dedicaba a su tarea principal: Buscar. Había encontrado referencias y documentos relativos a Jean-Simmon Giscard d'Arion, y un grabado confirmaba lo que ya empezaba a sospechar. Ese aristócrata francés del siglo XVIII era, en cierto modo, el Arión que ella conocía. "-Aunque cualquiera lo diría... Va a ser imposible encontrar a Alatriel entre todas sus amantes."-El Arión actual, el que ahora estaba durmiendo en su mansión a las afueras de París, era alguien tímido y retraído, al contrario que aquel vizconde, conocido por sus interminables conquistas amorosas. Desde luego, no era difícil que Alatriel acabara cayendo en sus brazos, como la mayoría de las hijas, hermanas y esposas de la clase alta de París. Un par de horas después, cerró el último libro, y lo guardó en su lugar. Llevaba guantes, ni el policía más avispado podría decir que había consultado esos manuscritos.
Así que se limitó a salir por la puerta principal, tranquilamente. Pero no sin antes dejar un reguero de tinta de escribir allí por donde pasaba, que comenzaba en la puerta de una casa antigua a un par de manzanas de distancia, entraba en la biblioteca, marcaba allí por donde el espectro había estado (La silla incluida) y terminaba abruptamente en medio de un callejón, sobre el pecho de un hombre al que Dalae había asesinado poco después de acabar su recopilación de información. El escenario estaba preparado.
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A la mañana siguiente, Dalae se despertó bastante tarde. Estaba rendida, después de todo. Había vuelto al hotel de París en el que se alojaba mientras ultimaba detalles en aquel asunto, entre otras cosas para ahorrar tiempo y evitarse los viajes innecesarios entre Francia y Alemania. Eso sí, le estaba costando una fortuna, pero esperaba verla compensada con creces. Se armó a conciencia para lo que le de paraba ese día: Su armadura completa, bien guarnecida de cuchillos arrojadizos, con las espadas dobles y un par de frasquitos de contenido sospechoso en la manga. Y por encima, la ilusión con la forma de "Alatriel". Ya estaba todo listo. Mientras comprobaba todo el equipo, Raden bostezó detrás suyo. Estaba tendido en el suelo, observando con atención lo que su portadora hacía. -¿Ya está todo?
-Sí. Vámonos.-Raden le recordó con una mirada que se acabara el chocolate caliente con churros que había pedido para desayunar, cosa que ella hizo. Aquel día iba a ser muy largo. Poco después, salieron, y Dalae voló hasta las inmediaciones de la mansión del atlante como otras veces había hecho. La idea era simple: Sacar de allí a Arión, proponiéndole ayudarla a resolver el misterio que salía en los telediarios: El inquietante ser que se había manifestado aquella noche. Era la primera vez que Dalae se daba caza a sí misma.
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Última edición por Dalae Darkle el 11th Noviembre 2015, 16:38, editado 1 vez
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Tema: Re: Jugando sucio. [Ahri'ahn] 06/03/2019 6th Noviembre 2015, 01:29
Arión se encontraba en la balconada principal de la mansión, con vistas al gran jardín, sumido en sus pensamientos mientras jugueteaba con el medallón que había comprado hacía una semana en el Mercado Troll.
Diez días... Era increíble la cantidad de cosas que habían pasado en ése tiempo. Conocía a la muchacha desde hacía meses, pero era en los últimos días que se había desarrollado en su interior un sentimiento tan intenso que era prácticamente incomprensible.
Podía haber influido el hecho de descubrir que había sido la amante de su otro yo, o su reciente "transformación", que le hacía prestar más atención a sus deseos personales de lo que lo había hecho antaño. Posiblemente eso lo confundiera más. ¿Se trataba de amor o era simplemente deseo? ¿O una mezcla de las dos cosas? Por Chian había albergado siempre una pasión tan intensa como el amor que sentía por ella, y aunque era bastante inexperto en aquellos temas tenía la impresión de que ambas cosas solían estar unidas, al menos la mayor parte del tiempo. Pero... ¿podía alguien enamorarse en unos pocos meses?
Quizá fueran sólo imaginaciones suyas, pero le había parecido notar una cierta complementariedad con ella en todas las veces que habían coincidido. Trabajaban bien juntos, hacían un excelente equipo en combate, tenían intereses similares, temas de conversación... Y era fuerte. Una guerrera. Al hechicero siempre le habían atraído las mujeres fuertes, quizá porque él era tan melancólico y sensible y necesitaba a alguien que le complementara, tal y como la luna complementaba al sol, o el frío al calor.
El caso era que no había tenido demasiada suerte en ese campo desde que había llegado a aquél mundo... Había pensado que podría llegar a tener alguna esperanza con Promethea después de la tarde que habían pasado juntos en la heladería, sólo para acabar enterándose de que justo después había ido a acostarse ni más ni menos que con John Constantine (el propio inglés se había ocupado de proclamarlo a los cuatro vientos), de manera que tenía que aceptar que aquél miserable bastardo resultara más deseable que él, lo cual era increíble, porque habría estado dispuesto a jurar que hasta una rata sería más deseable que ese cerdo.
Eso es sólo porque no muestras la actitud adecuada -dijo una vez más la voz de la gema-. A las mujeres no les gustan los hombres tímidos o inseguros, prefieren que sean seguros de sí mismos, que muestren descaro y carácter.
Arión sabía que posiblemente tuviera razón. Su personalidad no era precisamente parecida a la que había tenido su otro yo, y por tanto no tenía la menor esperanza de poder atraer al Arcángel.
Sumido en éstas cavilaciones estaba cuando la vio aparecer, hermosa y radiante con sus resplandecientes alas blancas y su armadura de guerrera, sobrevolando los jardines. Sabía que si se mostraba ante él de esa guisa sería porque necesitaba ayuda con algo, pero no quiso desaprovechar la ocasión.
- Alatariel -la saludó acudiendo a su encuentro-. Estaba precisamente pensando en tí...
Sus dedos acariciaron la gema irisada del medallón. Bajó la mirada, algo avergonzado, y se lo ofreció. El colgante era de oro macizo, pero no era esa su peculiaridad más importante; la gema central bullía con el flujo de energías azuladas y purpúreas que se agitaban incesantemente en su interior.
- Es polvo de dragón -explicó-. Lo compré en el Mercado Troll el día en que coincidimos con Razor... Los objetos mágicos me ayudan a alimentar mi propia energía, pero la magia que alberga en su interior éste medallón no me supondría realmente gran cosa, y he pensado... que me gustaría más que lo tuvieras tú, como un recuerdo de lo que hemos vivido juntos.
¿En serio? -protestó el demonio-. ¿Pretendes conquistarla con esa actitud caballeresca tan pasada de moda? ¡Despierta! ¡Ya no estás en la antigua Atlantis!
Por supuesto el demonio no tenía la más remota idea de quién era Alatariel, pues el Arcángel pertenecía a un hilo temporal en el que él no existía y que se había modificado en el momento en el que habían traído desde el pasado al joven Arión, pero si algo sabía, era reconocer la esencia de un ángel, y tenía muy claro que Dalae no lo era. Sin embargo, si estaba intentando hacerse pasar por alguien que no era, no podía ser con buenas intenciones, por eso le interesaba fomentar la relación, especialmente si el muy estúpido se sentía atraído por ella, pues cualquier cosa que pudiera hacerle daño resultaba propicia para su plan. Estaba ya muy cerca de caer, podía presentirlo... Sólo le hacía falta un pequeño empujoncito, y, con un poco de suerte, sería la impostora quien se lo proporcionaría.
Al fin y al cabo, ya se sabía que el amor era la fuerza más poderosa de todas... y él sabía mejor que nadie que había pocas cosas peores que un corazón destrozado.
Última edición por Ahri'ahn el 18th Enero 2016, 23:19, editado 1 vez
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Tema: Re: Jugando sucio. [Ahri'ahn] 06/03/2019 11th Noviembre 2015, 20:50
Dalae esbozó su mejor sonrisa cuando divisó a Arión en el suelo. Estaba en el exterior, disfrutando de aquella bonita mañana de primavera. Aquello era buena señal, pensó la asgardiana. Lo necesitaba de buen humor para aquello, o si no quizás no aceptara ayudarla. Si eso sucedía, todos sus planes de irían al garete, y tendría que empezar de nuevo. Por eso, compuso su mejor sonrisa antes de aterrizar con un batir de alas a pocos pasos del atlante. -Buenos días, Arión.-No pudo disimular su sorpresa cuando él correspondió su saludo con un regalo. Era un medallón de oro, con una gema grande y redonda, en la que se mezclaban los colores rojos y azules, moviéndose como si estuvieran vivos. Lo tomó entre las manos mientras él le explicaba qué era y dónde lo había conseguido. Se sonrojó levemente, observándolo. -Muchas gracias... No tenías por qué haberte molestado.-Se lo colgó al cuello, con una sonrisa dulce y halagada. Arión se estaba enamorando de Alatriel, de Rydia, de ella, y Dalae pensaba aprovecharlo dentro de lo posible. Quizás más tarde se arrepintiera, quizás un día se despertara acosada por los remordimientos. Quizás. Pero no ese día. -¿Tienes algo que hacer hoy? He oído que ha aparecido un ser extraño en París, y me preguntaba si te apetecería acompañarme en la investigación para averiguar qué es.-Lo comentó con tono ligero, Arión deseaba deshacerse de sus responsabilidades. Así que no debía planteárselo como una, sino más bien, como la posibilidad de pasar el día juntos haciendo algo interesante.
-Se rumorea que es una especie de fantasma, como una mujer, y que anoche apareció en la Biblioteca Nacional... También se dice que mató a alguien antes de desaparecer, pero de eso ya no estoy tan segura.-Una cosa que había aprendido observando al "nuevo Arión" era que poseía una especie de extraña curiosidad profesional por temas relacionados con la magia. Eso le había llevado, por ejemplo, a abrir en canal a Superdepredador hace no mucho. Pero también le daba a Dalae una herramienta para conducir sus pasos en el escenario.
-Además, cuando acabemos, me gustaría invitar esta vez yo a cenar. Así estaremos en paz...-Lo miró a los ojos, recreándose en ellos a placer. Nada en ellos hacía pensar que hubiera maldad alguna detrás, tan claros y transparentes que a Dalae le dió la impresión de que, si se acercaba más, podría ver el alma del Sumo Mago a través de ellos, como quien ve un bello paisaje desde el lado de dentro de una ventana. Solo alcanzaba a imaginar la lucha interna que se desarrollaba tras ellos.
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Tema: Re: Jugando sucio. [Ahri'ahn] 06/03/2019 13th Noviembre 2015, 12:20
Un ser extraño... Sí, algo había oído, mas, como siempre, la extraña apatía de la que adolecía últimamente le había mantenido confinado en su mansión. Tenía que admitir que la muchacha que tenía ante él y que deliciosamente se sonrojaba al ceñir el medallón sobre su orgulloso pecho suscitaba mil veces más su interés que las preocupaciones por las que pudieran atravesar, por nonagésima vez en el año que llevaba allí, los ciudadanos de París. Por más que hiciera, siempre iba a haber algún problema, el ciclo nunca terminaría, entonces... ¿para qué molestarse? Al final, eventualmente, todo terminaba pasando.
Sin embargo, como con lo de Superdepredador, ella supo una vez más qué decir para atraer su interés. En primer lugar, definió al extraño ser como un fantasma, y era ése un fenómeno cuya existencia no estaba comprobada. Arión no había oído hablar nunca de un alma que hubiera conseguido escapar al vigilante escrutinio de Mammon, y el hecho de que alguna hubiera podido lograr tal proeza ya resultaba digno de su atención.
Pero fue lo segundo que dijo lo que más atrajo su interés: ¿le estaba invitando a cenar? ¿Era algo informal, sólo para corresponder las ocasiones en las que lo había hecho él, o había quizás algo más? ¿Se había dado cuenta de los sentimientos que suscitaba en él? ¿Le había hecho recordar los que ella había albergado alguna vez?
- Claro -asintió sin más-. Deja que me prepare y coja mis cosas.
No tardó demasiado en equiparse con su espada, sus anillos y sus amuletos. Ya estaba listo para ir a donde ella quisiera llevarle.
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Tema: Re: Jugando sucio. [Ahri'ahn] 06/03/2019 17th Noviembre 2015, 01:28
Arión aceptó, para alivio de la muchacha. No veía sospecha en él, ni siquiera duda. Pero no por eso debía relajarse lo más mínimo. "-¿De qué me preocupo? Está todo preparado. ¿Qué podría salir mal?"-Cogió entre los dedos el colgante y le dió vueltas, observando la magia fluir en el interior de la gema. Rojo, como el pelo de Rydia. Azul, como los ojos de Dalae. Si algún día alguien escuchaba esa historia, no creería que esa coincidencia hubiera ocurrido de verdad. Suponiendo ahora alguien recordara algún día todo aquello. El Señor de la Atlántida no tardó mucho en coger sus cosas: Una espada como única arma arma visible, aparte de todos los objetos mágicos que ella sabía que llevaba. No se había puesto armadura ni nada similar para protegerse, al contrario que ella. No, confiaba mucho en su magia para esa clase de cosas, y no en vano. Ni siquiera la bomba de vacío con la que derrotaron a aquel dios extraterrestre había podido romper su conjuro de protección. Ninguna coraza podía igualar aquello. A veces, sólo a veces, a Dalae le gustaría tener un poder semejante. Pero el poder es para los dioses, y Arión lo era, a su manera.
Emprendieron el vuelo sobre París sin más dilación. La asgardiana aprovechó para comentar alguna cosa más, hablando simplemente por hablar con él. La ciudad se veía muy pequeña bajo sus pies, las personas que caminaban por las calles diminutas como hormigas. Afortunadamente, la biblioteca era fácil de reconocer a vista de pájaro. Había que estar ciego para no ver la cúpula de cristal que cubría el edificio principal, brillando al sol como un espejo. -Es por aquí. -Aterrizó con suavidad en una calle algo apartada, a la vez que Arión. Dalae se habría quedado volando todo el día a su lado. Era una de las cosas que más le gustaba de sus poderes: La sensación de libertad que podían darle ese par de alas. Aunque fuera ficticia, la ayudaba a tranquilizarse y pensar mejor. Esa vez no fue una excepción, y por eso la apenó un poco volver a poner los pies en la tierra.
La policía francesa estaba por ahí: Un par de furgones, bastantes agentes desplegados... Dalae no se esperaba menos.
-No creo que nos dejen mirar libremente... Están algo nerviosos con el tema, tienen miedo de que la gente normal curiosee por aquí y empiece a difundir rumores. -Esa era, en parte, una pequeña prueba para saber cómo pensaba de momento su acompañante. Aunque no sabía que Arión había colaborado ya antes con la gendarmería parisina, suponía que, antes de la maldición, habría ido sin tapujos, explicando claramente que quería investigar. Sin embargo, ella suponía que ya no confiaría en los humanos. Si eso era así, le propondría cambiar de aspecto para parecer detectives: Probablemente él podría utilizar ilusiones, y ella la pulsera. Una vez hecho esto, solo tendrían que caminar hasta el fondo del callejón, en cuyo centro de encontraba la víctima... Las primeras señales eran ya visibles: Un rastro de gruesas manchas de tinta de escribir por el suelo, describiendo una línea perfectamente recta. Desde donde ellos estaban, no podían ver dónde comenzaba, aunque Dalae lo sabía perfectamente. Y dentro de no mucho, Arión también. Para despertar aún más la curiosidad del mago, Dalae se las había arreglado para dejar una tenue aura mágica por el. Le había costado mucho encontrar a alguien dispuesto a dejar su firma mágica por ahí, y más aún buscar entre todos esos candidatos criaturas tan extrañas que el atlante no conociera su esencia.
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Tema: Re: Jugando sucio. [Ahri'ahn] 06/03/2019 18th Noviembre 2015, 00:51
Dalae no se equivocaba al suponer que, anteriormente, el atlante habría perdido permiso a las fuerzas de la ley antes de irrumpir en el escenario de un delito. Después de todo, había regido siempre su vida en base a los principios de la legalidad y el orden, y durante la época en la que había sido Sumo Mago en Atlantis, obedecía siempre las órdenes que le daba su rey a pesar de poseer el poder suficiente como para derrocarlo y colocarse en su lugar. Muchos le habían preguntado por qué lo hacía, si el rey no era más que un humano corriente, y sus seguidores, aquellos que le adoraban como si se tratara de un Dios, le habían incluso propuesto postularse como candidato al trono a la muerte de D'Tilluh. A él siempre le habían enfurecido tales comentarios; no tenía por qué justificarse, simplemente hacía lo correcto, y lo correcto era aquello que marcaba la ley. D'Tilluh era su rey, y como tal, le obedecería, y no debía ser sino un descendiente directo suyo el que ocupara el trono a su muerte, tal y como dictaban las tradiciones. Era así de simple.
Ahora, sin embargo, aquella rígida moral se había vuelto considerablemente más flexible. Ya no le importaba tanto acatar las leyes como satisfacer sus necesidades y deseos, que en éste caso incluían los de la mujer que le acompañaba, y si ella deseaba entrar de manera inadvertida, así se haría. Tampoco le pidió muchas explicaciones, aunque las que le dio le resultaban convincentes. No creía que un arcángel tuviera que molestarse en perder el tiempo en inútiles trámites humanos cuando podía entrar directamente y cumplir su cometido. Después de todo, se trataba de criaturas orgullosas y poderosas, y contaban con el beneplácito directo de su Dios, por lo que no resultaba sospechoso.
Cuando ella le propuso adoptar una falsa apariencia, se mostró de acuerdo, y por alguna razón le resultó divertido utilizar el aspecto de John Constantine. Así, si se metían en algún lío, esperaba que las consecuencias acabaran recayendo sobre él. No lo podía evitar; odiaba al inglés con toda su alma, con esa actitud chulesca y prepotente tan suya, y odiaba especialmente el hecho de que Promethea, la hermosa diosa que le había robado el corazón durante la pasada reunión mágica, hubiera preferido a aquél bastardo arrogante antes que a él. Se había mostrado de buenas, había intentado cortejarla como lo habría hecho un caballero, para al final terminar en la cama del primer desgraciado que le había dejado claras sus intenciones. Aquello había sido muy triste, y a ojos del mago no hacía más que resaltar la superficialidad de la mujer. Había intentado enamorarla cuando al final lo único que ella buscaba era pasar un rato agradable en la cama.
"Eso también se lo podría haber dado yo", se encontró pensando, y él mismo se sorprendió de ello. Para él el sexo nunca había tenido valor por sí solo si no venía ligado a algo más, y un par de meses atrás habría rechazado una propuesta semejante. Sin embargo, ahora le embargaba una extraña sensación, mezcla de cinismo y hastío que podría resumirse en que todo le daba igual, aunque por supuesto desearía que el interés de la dama que iba a su lado fuese más allá de eso, pero sólo porque ella merecía algo más que un trato superficial.
Su odio por el inglés no se quedaba únicamente en una reacción de despecho; Antes de la reunión ya se había cruzado con él en París, precisamente durante una investigación que había terminado con el estafador engañándole para quedarse con un poderoso manual de nigromancia. Arión no había podido hacer nada, ya que Constantine pertenecía a la Liga de la Justicia Oscura y se encontraba en buenas relaciones con su compañera Zatanna. Además, Arión no poseía una naturaleza especialmente rencorosa o vengativa, pero lo que sucedió con Promethea un par de meses después había sido ya la gota que había colmado el vaso.
En resumen: que no era santo de su devoción y esperaba algún día poder ver su cara de pasmo cuando se enterara de que alguien se había hecho pasar por él en París. A ver si se le ocurría venir a rendirle cuentas, porque entonces sí que iban a tener una bonita "conversación". Casi lo estaba deseando, y, con éste pensamiento haciéndole esbozar una media sonrisa malévola, se internó con Dalae en el callejón.
Había dos rastros que conducían hasta la víctima; uno, de manchas de tinta, le hizo recordar por un instante los atentados que Cloe había cometido en París a finales de enero, pero que en éste caso probablemente no querría decir más que la persona fallecida había sido trabajador o trabajadora en la biblioteca. El segundo, en cambio...
- Percibo un rastro mágico -comunicó a su acompañante-. Es muy leve, pero aún no se ha disipado del todo. Probablemente no tenga más que unas pocas horas. Es curioso... no soy capaz de identificarlo...
La perspectiva del fantasma iba cobrando forma. Intrigado, se dispuso a seguir el rastro, muy atento a su Sentido del Peligro.
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Tema: Re: Jugando sucio. [Ahri'ahn] 06/03/2019 21st Noviembre 2015, 02:07
Dalae notó una chispa de felicidad en lo más hondo de su corazón cuando el atlante se mostró de acuerdo. Y esa chispa aumentó hasta convertirse en una descarga eléctrica cuando la figura de Arión fue cubierta con la imagen de John Constantine. Si había tomado esa apariencia, era sin duda para inculpar al inglés, ya que estaba muy claro que se iban a salirse de los márgenes de la ley. No era muy difícil que quisiera vengarse de él: Bastaba con cruzar dos frases con él para que hasta la más paciente de las personas empezara s desearle lo peor. Y Arión, hasta hace no mucho, había tenido esa moral que lo hacía sentir repulsa por esa clase de personas de manera innata. Ah, el odio y la sed de venganza eran sentimientos que interesaban mucho a Dalae. Eran como ramas secas, acumulándose a su alrededor. Y llegado cierto punto... Una simple cerilla lo haría arder. Pero aún faltaba para eso. No, aún tenían que jugar un poco más. El ángel falso optó por tomar un aspecto normal y corriente, fácil de olvidar. Un chico perfectamente anodino, pelo castaño, ojos marrones... De esos de los que nadie se acuerda nunca. A su lado "Constantine" resultaba infinitamente más llamativo. Los agentes los dejaron pasar, no sin cierto recelo. O habían oído hablar del inglés, o era icierta la teoría de Dalae de que su mero aspecto inspiraba desconfianza a todo aquel que lo viera.
Se adentraron en el callejón sin más preámbulos. En el centro se encontraba la víctima: Un hombre de mediana edad, tendido bocarriba sobre el pavimento. Dalae se agachó junto a él, como para examinarlo, aunque lo había visto hace pocas horas. Tenía los ojos muy abiertos y el rostro contraído en una expresión de terror, congelada para siempre en sus facciones. Su ropa estaba revuelta, como su hubiera estado corriendo. Lo único extraño era que no tenía ninguna herida, y que una mancha de tinta negra empapaba la parte delantera de su camisa. Realmente, no había nada que sacar de ahí: Dalae había tenido mucho cuidado. No había sido fácil colarse en la casa de aquel tipo en mitad de la noche, para eliminarlo mientras dormía. Se había despertado cuando ya estaba a punto de morir de hipotermia, y se había asustado un poco al verla de pie junto a su cama, apoyando una mano en su pecho para helarlo hasta los huesos. Pero, bien pensado, así quedaba mejor.
Arión no tardó mucho en localizar el rastro mágico. -¿Sabes al menos cómo es? Quizás podemos sacar algo en claro de eso. -Ella misma podía describírselo con todo detalle, aunque tampoco tenía muy claro qué era aquel ser. No importaba tampoco demasiado. Lo único importante era que el rastro continuaba hacia la biblioteca, y era cada vez más intenso... Una vez hubieron salido del campo de visión de los agentes, la supuesta ángel ser volvió hacia su compañero, la curiosidad pintada en la máscara que tenía por cara.
-¿De qué conoces a Constantine? -No dudaba de que habían acabado mal la última vez que se habían visto. Pero le resultaba interesante conocer la historia, le gustaba saber cosas. Además de que eso seguramente traería recuerdos negativos a la mente del mago, lo cual era siempre deseable. Entraron en el recinto de la misma manera, y pudieron observar que el rastro de tinta y magia continuaba por los pasillos. Aquella magia extraña impregnaba todo el lugar, hasta el último libro.
-Nunca había oído hablar de nadie que lograra volver de entre los muertos... O al menos nadie que lo hiciera y continuara siendo racional. Me preocupa... Esa mujer ha tenido que salir del Cielo o del Infierno, y eso nunca es bueno.-Dejó entrever algo muy parecido a la preocupación en su voz, y se acercó más, casi rozándole.
Poco después, encontraron el final del camino. O más bien, una barrera. Ante ellos, el rastro continuaba bajo la puerta de madera antigua, en la que alguien había dejado impresa la huella de su mano con tinta negra. Allí, la magia desconocida era mucho más fuerte que en la calle y en el resto de la biblioteca. ¿Que habría detrás?
-Parece que alguien está intentando ocultar algo...-La cerradura estaba llena de runas y símbolos mágicos, aunque no supondrían un problema para ellos.
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Tema: Re: Jugando sucio. [Ahri'ahn] 06/03/2019 22nd Noviembre 2015, 02:09
Como si de alguna manera hubiese entendido su propósito, Alatariel utilizó un aspecto anodino que pasaría fácilmente desapercibido, haciendo que toda la atención recayese sobre el inglés. La miró, enarcando una ceja y sonriendo con satisfacción. ¿Le había leído el pensamiento?
El cadáver tenía la piel ligeramente azulada, y estaba frío al tacto haciendo imposible dilucidar el momento de la muerte. Un rictus de horror puro congelaba sus facciones.
- Mmmm... no... Es raro -respondió, pensativo-. Hay pocos rastros que no sepa identificar a éstas alturas, pero también es cierto que desde la Colisión de Universos ha habido muchas nuevas criaturas y seres hasta ahora desconocidos...
Se detuvo y la miró a los ojos. "Como tú", había estado a punto de añadir. Algo turbado, se puso de nuevo en pie para continuar siguiendo el rastro. En caso de que no lograran encontrar al causante de aquello, siempre podría recurrir a un ritual de nigromancia para hablar con el espíritu del muerto y preguntarle directamente por lo ocurrido, pero era éste un recurso que prefería dejar siempre como último recurso, por lo general debido al sufrimiento que suponía para el alma el verse arrancada de su lugar de descanso, aunque en aquellos momentos le preocupaba más el gasto mágico que implicaba, así como el tiempo requerido para su realización.
Entonces, su acompañante le sorprendió citando el nombre del inglés cuya personalidad se encontraba suplantando. Bueno, en realidad no debería haberle sorprendido tanto, pues Constantine era bastante famoso, pero no acertaba a imaginar qué suerte de azar podría haberlo puesto en el camino de una Arcángel, al maldito miserable.
- Pf... -torció ligeramente el gesto, evidenciando su desagrado antes de responder-. Pertenece a la Liga de la Justicia Oscura y está bastante unido a Zatanna, una compañera mía. Hemos coincidido alguna que otra vez, por desgracia... ¿de qué le conoces tú?
Era imposible que una Arcángel pudiera haber llegado a sentirse atraída por un tipo así, pero no pudo evitar sentir una punzada de celos al plantear la pregunta. Aquél maldito inglés parecía tener un carisma irresistible para las mujeres a pesar de no ser más que un mentiroso, timador y farsante.
El rastro les condujo hasta la biblioteca. Pasaron a través del cordón policial y fueron siguiendo la hilera de gotitas de tinta, macabra estampa del recorrido que había realizado el hombre durante su fútil huida.
- Yo tampoco había oído nunca algo así -admitió-. Pero éste nuevo mundo no deja nunca de sorprenderme...
Como le sorprendió el levísimo roce de la mujer contra él. En realidad, casi no llegó a tocarle, pero para él fue como un chispazo de electricidad que le recorrió por entero.
El rastro les condujo hasta una pesada puerta de madera antigua que lucía la marca de una mano, trágico recordatorio del intento de huida del hombre que yacía muerto en el callejón.
La cerradura estaba protegida, pero no era nada que el Sumo Mago no pudiera resolver. Arión se concentró y un encantamiento, más fuerte y complejo, de carne y espíritu, alcanzó el cierre hermético y lo abrió, revelando lo que con tanto celo ocultaba...
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Tema: Re: Jugando sucio. [Ahri'ahn] 06/03/2019 28th Noviembre 2015, 00:26
No le contó tanto como a ella le habría gustado oír, pero era suficiente. No quería parecer demasiado interesada en el inglés, no quería levantar sospechas. Se limitó a dar una respuesta lo más vaga posible, pero dejando claro que no sentía demasiada simpatía hacia su persona. -Tuve que colaborar una vez con Constantine, hace tiempo. A él le salió muy bien la jugada, a mí no tanto.-Constantine era conocido, entre otras cosas, por ser un seductor. Y no quería que Arión pensara que había habido algo entre ellos. Después de todo, ella en el fondo de su corazón amaba únicamente al atlante. Si hubiera tenido un corazón.
Una vez estuvieron ante la puerta, Dalae esperó a que su compañero la abriera. Tenía la runa para hacerlo en un bolsillo de su armadura verdadera, bajo la ilusión, pero tenía más gracia así. Después de todo, aquello solo era un juego. Un juego en el que solo ella conocía las normas.
La puerta cedió con un lamento, mostrando tras de sí una escalera de piedra, que serpenteaba hacia las profundidades de la tierra. Una corriente de aire frío revolvió sus ropas, como dándoles la bienvenida. Aunque eso fué lo que le pareció a Dalae, más bien. Para ella, aquel soplo helado había sido poco menos que una caricia, aunque se imaginaba que para él no había sido algo tan placentero. Las marcas de tinta continuaban esta vez por la pared, como invitándoles a pasar... -Vaya... No sabía que esto estaba aquí. Igual es buena idea bajar... Quién sabe lo que habrá ahí.-Dalae juntó las manos formando una bola y las separó, despacio. Entre ellas había ahora, flotando, una pequeña esfera de luz blanca azulada. -Por favor, tú primero.-Los escalones, resbaladizos a veces, irregulares siempre, los condujeron rápidamente al fondo. Ante ellos se abrió un amplio pasillo, sin iluminación alguna salvo la esfera de luz que sostenía la mujer.
Parecía una construcción muy antigua, las paredes estaban atravesadas de grietas, aunque no parecía que aquello fuera a derrumbarse. Por las cadenas suspendidas del techo resbalaban gotas de agua, que caían al suelo con un ritmo constante, como el tic tac de un reloj. -Así que todo esto tiene que ver con las catacumbas de París...-El eco respondió a sus palabras, convirtiéndolas en un sonido confuso que apenas recordaba a una voz. -¿Vamos?-La arcada que tenían a su derecha estaba bloqueada en el interior por una pila de rocas. Parecía que aquella parte de había derruido hacía tiempo... Así que continuaron hacia delante, siguiendo el rastro de manchas irregulares en el suelo, que a veces ascendía a las paredes, continuaba por el techo, y volvía al suelo. -El bibliotecario ha debido de estar por aquí... Aunque no creo que él haya hecho eso.-Dirigió la mirada hacia las marcas. La energía seguía aumentando, cada vez era más palpable. Casi podía ver cómo Raden arrugaba la nariz, asqueado. Y eso no hacía más que poner de buen humor a la joven. Aprovechó para mirar a Arión a la cara, intentando adivinar qué pensaba, si seguía confiado o empezaba a sospechar. Le sonrió, e hizo un movimiento de cabeza, indicándole que la siguiera. Más que eso, pidiéndoselo.
Procuró caminar con cuidado, mirando en todas direcciones. Cuando había ido por primera vez allí, había encontrado alguna trampa olvidada por los corredores. Aunque había intentado desarmar la mayoría, probablemente alguna aún seguiría por ahí. Y eso podía dar realismo al juego, además de ofrecer la oportunidad perfecta para acercarse más a él; pero por otra parte era algo arriesgado. Preferiría no tener que lidiar con ningún imprevisto de ese tipo...
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Tema: Re: Jugando sucio. [Ahri'ahn] 06/03/2019 1st Diciembre 2015, 01:06
- En ese caso, te ocurrió igual que a mí, mi señora -dijo al recordar la manera en la que le había estafado a él el inglés-. Digamos que su compañía no es precisamente recomendable.
Bajaron las escaleras guiados por la esfera de luz que había convocado la hechicera, y Arión decidió prescindir de la ilusión que le cubría. Era poco probable que fueran a encontrar a alguien tras la cerradura mágicamente sellada que acababa de desbloquear, y prefería reservar su poder mágico para otras posibles eventualidades que se pudieran presentar.
- Qué curioso... -comentó mientras examinaba su entorno-. Las catacumbas de París es el lugar en el que se desarrolló precisamente mi... "aventura" con Constantine. Estábamos siguiendo el rastro de un nigromante que había provocado un levantamiento de zombies en las calles utilizando un antiguo códice que, por supuesto, el muy truhán robó mientras yo me enfrentaba contra el hechicero.
Siguió el rastro de tinta, primero con los dedos cuando se extendió por el muro, y finalmente con la vista cuando ascendió para perderse en el techo.
- Realmente extraño... Dudo que nuestro buen bibliotecario tuviera la capacidad de desafiar las leyes de la gravedad...
La ley de la gravedad, uno de tantos conceptos que le había enseñado Arturo acerca de las leyes físicas que imperaban en aquella época regida por la ciencia.
Tan concentrado e intrigado estaba que no notó la mirada que la hechicera le dirigía, aunque sí reparó en su sonrisa y en el modo en que le indicaba que la siguiera.
En ese momento, una de las losas circulares que decoraban el suelo cada pocos metros cedió bajo la suela de la bota de la asgardiana, y un "clic" casi imperceptible se dejó oír, al tiempo que el Sentido del Peligro del Sumo Mago se activaba de golpe.
- ¡Cuidado! -exclamó, lanzándose por instinto a por ella con la intención de arrojarla contra el suelo en caso de que la trampa hubiera activado algún mecanismo letal desde las paredes, pero, en lugar de eso, fue el suelo lo que cedió bajo sus pies, haciéndoles caer a ambos a un profundo pozo.
Las paredes eran demasiado estrechas como para que la mujer pudiera desplegar las alas pero, antes de que su cuerpo llegara a impactar contra el suelo, notó cómo su caída se detenía en seco al ser atrapada en pleno vuelo por Arión. Sin embargo, el peligro estaba lejos de haber cesado; las paredes del conducto estaban totalmente cubiertas por un intrincado patrón hexagonal semejante al que uno podría encontrar en un panal, y en el centro de cada uno de los hexágonos había un pequeño agujero circular que se abrió a su paso para, tras un ominoso silbido, dejar escapar cientos, quizá miles, de afiladas estacas de metal que salieron disparadas con la suficiente potencia como para atravesar las placas de la armadura de Dalae de la misma manera que lo habrían hecho los virotes de una ballesta.
Arión la abrazó con fuerza y la asgardiana cerró los ojos, preparándose para ser atravesada por las letales estacas, pero todo cuanto sintió fue el sonido del metal al golpear contra el muro y después el claro reverberar de decenas de repiqueteos metálicos contra el suelo de piedra del fondo. Cuando abrió los ojos, una hermosa sonrisa la esperaba en el rostro del mago.
- Un hechizo de intangibilidad -explicó él con sencillez, y, tras alzar la mirada hacia la abertura por la que habían caído, ahora sellada por una gruesa losa de piedra, añadió-: Y ahora uno de levitación para poder salir...
Sosteniéndola suavemente por la cintura les impulsó a ambos hacia arriba. La losa de piedra se aproximó más y más, pero cuando parecía que iban a chocar contra ella, la atravesaron limpiamente, como fantasmas. Una vez de regreso en las catacumbas, Arión la soltó y se apoyó en la pared, claramente debilitado.
- No te preocupes, no es nada... He tenido que forzar un poco mis límites para acelerar los efectos del conjuro y que éste nos protegiera a tiempo de las estacas. Estaré bien... en un momento. Sólo necesito unos minutos para recuperarme.
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Tema: Re: Jugando sucio. [Ahri'ahn] 06/03/2019 5th Diciembre 2015, 02:29
-Había oído hablar de eso, pero quien me lo contó no era muy de fiar, así que no le di mucha importancia... Al menos, menos de la que tuvo realmente.-¿Cómo iba a hacer caso a un duende borracho, que había hablado sobre el tema mientras profetizaba a gritos que el mundo se destruiría ayer? Desde luego, en los bajos fondos del mundo mágico se podía uno encontrar cualquier cosa. -El mi caso, estuvo a punto de provocar una guerra entre los trolls de fuego y la humanidad. No fue... Agradable. Y menos cuando se descubrió que todo el montaje era para apropiarse del tesoro del rey de los trolls...-Dejó que el desagrado se filtrara en su voz. Dioses, casi murió ese día, al ser teletransportada al mundo de los trolls de marras, que resultó ser una versión bastante fiel de Muspelheim. Pero Surtur no estaba ahí dentro, así que no era todo lo malo que podría ser.
Habían llegado a donde el rastro ascendía, y Dalae no dejó de sorprenderse de que el atlante conociera la ley de la gravedad. En Asgard era desconocida, de hecho Dalae solo se había enterado de su existencia cuando leyó sobre el tema en un libro midgardiano. ¿En Atlantis había avanzado de ese modo la ciencia? No lo sabía, nunca había estado allí, y tampoco había encontrado demasiado sobre el tema. Estaba pensando en ello cuando pisó el resorte de la trampa. Como una novata, pensaría más tarde. No tenía ningún sentido sobrenatural para avisarla de las amenazas y Raden estaba tan desprevenido como ella. Por eso, el primer signo que percibió de que algo iba mal fue el hecho de ser empujada por su acompañante. Dejó escapar un pequeño grito de sorpresa al caer a un suelo que, milésimas de segundo después, ya no estaba. El primer pensamiento de la asgardiana fue echar mano de sus alas, pero el hueco era muy estrecho. Si las hacía más pequeñas, para que cupieran, seguramente no la sostendrían bien. Sin embargo, algo detuvo su caída en el aire. Miró hacia abajo: No se veía nada, como si aquello fuera una especie de pozo. "-Salid de ahí, ¡Ahora!"-Raden había reparado en los sospechosos huecos que los rodeaban, pero Dalae no tenía tiempo para crear un escudo lo bastante sólido. Ya tenía magia en sus manos cuando notó que Arión la cogía de una mano y la abrazaba. Habían caído juntos y estaban muy cerca, pero el gesto la sorprendió mucho. ¿Por qué...?
La joven pudo notar su calor al dejarse rodear por él, sin resistencia a pesar de que solía evitar el contacto físico. Cerró los ojos, esperando... algo. Y ese algo llegó, en forma de sonido secos, de metal contra piedra. Abrió los ojos y alzó lentamente la vista. Estaba sonrojada, lo sabía de sobras. Hasta la ilusión había adoptado una expresión de vergüenza que no debería haber permitido. ¡"Habían sido" amantes, por todos los dioses! No tenía que sonrojarse como una doncella inocente y... y... Viendo la expresión de Arión, averiguó que había dado en el clavo sin quererlo. Aunque fuera lo menos lógico. -Gracias... ¿Cómo lo has hecho?-No se movió ni un ápice, de todas formas, mientras le explicaba qué hechizos utilizaba. Levitaron hasta volver al pasillo de antes, y una vez allí, se soltaron. La joven que había bajo la ilusión dejó escapar un suspiro de alivio inaudible, mientras veía a su salvador apoyándose en el muro. Era curioso: En todo lo que había leído sobre él, aparecía como el Salvador, literalmente. Y era cierto. De no haber sido tan rápido ambos habrían acabado ensartados en las estacas de ahí abajo. -No te preocupes... Tenemos todo el tiempo del mundo. Será mejor que descanses.-Se acercó al atlante lentamente, bajando la voz. -Me has hecho darme cuenta de algo muy importante...-Respiró hondo. "-Céntrate."-Y es que, quizás no seas el hombre del que me enamoré en primer lugar, pero tienes lo que me hace amarte. Eres distinto, pero en el fondo... No dejas de ser tú. Y te quiero...
Se apoyó en él, haciendo que descansara su espalda sobre la piedra de la catacumba. Con movimientos suaves, tan tiernos que parecían imposibles en ella, apartó un mechón de pelo castaño de su cara, y le besó. No fue un beso apasionado, sino tan sólo dulce. La mano izquierda de la asgardiana se posó sobre el pecho del mago, con cuidado. Dalae se estremeció ligeramente al notar las manos ajenas en sus caderas, pero eso no la detuvo. Con un pequeño gesto del brazo derecho, la espina cargada de veneno que llevaba oculta pasó de la manga a la mano. Y de su mano, al estómago de su víctima. Atravesó tela, piel, y finalmente carne, en la que vertió la pócima que llevaba. La joven notó que Arión se tensaba al notar el dolor, y se separó, no sin antes dejar un último beso , gélido esta vez, en los labios del mago. Lo miró a los ojos mientras su vista de enturbiaba, y lo cogió para que no cayera de golpe al suelo al fallarle las piernas. No podía sujetarlo completamente, pero evitó que se diera un golpe fuerte. "-¿Eso era necesario?"-Comentó el lobo, irritado. Ella se limitó a asentir mentalmente y a arrodillarse junto al atlante con el pulso acelerado. Sacudió la cabeza ligeramente para despejar sus sentidos, y se aplicó a lo que había venido a hacer. Sacó una bolsa de cuero no demasiado grande, y empezó por quitarle los anillos y otros amuletos de una mano. Tenía que darse prisa: La poción de sueño no duraría más que unas horas, y no quería arriesgarse.
...
Cerca de una hora después, el falso ángel de encontraba en un punto muy diferente del subsuelo de París: Un túnel abandonado del metro. A su lado, un enorme gólem de hielo depositaba su inconsciente carga en el suelo, en una zona despejada de escombros. El aspecto de Arión distaba mucho del que tenía cuando había decidido acompañar a Dalae: Ahora estaba desprovisto de cualquier objeto de valor, sus ropas se encontraban revueltas, y había empalidecido ligeramente por culpa del somnífero.
Todo estaba preparado: Aquel no era un túnel cualquiera, Dalae se había asegurado de que una manada de [url=http://img09.deviantart.net/67b0/i/2010/256/d/6/sewer_dwelling_monster_by_loden-d2ymy8v.jpg]sewers[/color] pululaba por ahí. Estas criaturas venían como anillo al dedo para sus planes: No eran muy fuertes, de hecho, era posible matarlas de un golpe fuerte en la cabeza; tampoco eran venenosos ni nada similar; y se veían poderosamente atraídos por la luz y el sonido. Así que, cuando el mago despertara y entendiera una luz o hiciera cualquier ruido... Se le lanzarían encima. Claro que la aprendiz de Loki no lo quería muerto. Por eso había dejado cerca de él una barra de metal para que pudiera protegerse, y la salida estaba cerca. Era muy fuerte y sabía luchar con una espada, se las arreglaría...
La joven, aún con la apariencia de Alatariel, llamó mentalmente a Raden. El espectro había estado entreteniendo a los sewers mientras ella dejaba todo preparado, para que pudiera usar algo de luz sin que una docena de criaturas ser le lanzara encima. Aunque no fueran muy peligrosas, las necesitaban vivas, y a ser posible, no heridas. Gran parte de su trabajo no era ser un verdadero problema para el atlante, sino parecerlo. Y desde luego, cumplían ese papel siempre y cuando no obligaran a Dalae a romperles alguna pata.
La asgardiana dió un último vistazo a su alrededor, y se dirigió a la salida. "-Mucha suerte, Arión..."
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Tema: Re: Jugando sucio. [Ahri'ahn] 06/03/2019 7th Diciembre 2015, 02:09
¿En qué momento Arión dejó de prestar atención a su Sentido del Peligro? No podría saberlo bien. El pasillo estaba sembrado de trampas como la que acababan de activar, y la adrenalina de haber estado tan cerca de la muerte se unía al cansancio que ahora experimentaba. Y ella...
Ya casi había llegado a mentalizarse de que no iba a ver correspondidas sus expectativas, que nunca conseguiría llegar más allá de una simple amistad, y, entonces, de la manera más inesperada, ella le besó.
Y, a pesar de la dulzura del gesto, Arión experimentó un fuego que no había vuelto a sentir desde la muerte de su mujer.
No podía compararse con lo de Rip. Aquello había sido únicamente un desquite, una manera de reafirmar su orgullo herido desde lo de Viper y Promethea, pero no había sido más que simple placer vacío de cualquier clase de motivo o finalidad. No le había dejado nada.
En cambio, con aquél sencillo gesto, Dalae despertó una pasión mucho mayor en él, tan poderoso el sentimiento que quizás incluso ella llegó a experimentar una parte, aunque fuera mucho menor, como un vestigio de algo que creíamos dormido, como la arena fría que es rozada por el ímpetu del mar durante la tormenta.
Dalae no podría llegar a saber en ése instante lo que había ocurrido, o darle un nombre a lo que había sentido, al estremecimiento que la había recorrido al realizarse el contacto, y quizás le daría algo en qué pensar en los días venideros, cada vez que se quitase el colgante de polvo de dragón y recordase el modo en el que él había entrelazado los dedos en su pelo, acariciando su mejilla con ternura mientras con la otra mano rodeaba cálidamente su cintura y sus caderas, acercándola hacia sí justo un segundo antes de que ella pervirtiera su amor en la forma de una aguja repleta de veneno.
Había algo más cruel que traicionar a alguien que te había ofrecido su confianza, y era hacerlo un instante después de haberle hecho creer que había conseguido ganarse tu amor. La expresión de sorpresa y dolor en el rostro de Arión era tan profunda, tan desgarradora e intensa, que Dalae comprendió que no tenía nada que ver con los efectos físicos del pinchazo o el veneno. Intentó apartarse de ella, pero las escasas fuerzas que le quedaban se reducían rápidamente y no pudo evitar el último beso, un beso gélido que le dejó una marca de escarcha en los labios y le hizo abrir aún más los ojos a causa de la sorpresa y la comprensión.
Cuando despertó, le invadía una sensación de entumecimiento que no habría sabido si atribuir a los efectos residuales del veneno o al último beso emponzoñado de la hechicera. Porque no era la primera vez que Arión lidiaba con una bruja de hielo, y ahora se maldecía por no haberse dado cuenta antes. Ahora todo tenía sentido; su confusión inicial cuando la había llamado Alatariel, el modo en el que se había sonrojado cuando la había abrazado siendo, como supuestamente habían sido, amantes, la extraña energía que no había sido capaz de ubicar pero que coincidía con la de la otra hechicera a la que había conocido durante la reunión mágica, que todos los hechizos que le había visto utilizar eran de frío...
No le costó demasiado comprobar que todos sus objetos mágicos y de valor habían desaparecido. Así que a eso se reducía todo... Una vil añagaza que la hechicera había urdido para robarle, tan simple como eso. Y él había caído como un adolescente enamorado, siguiéndola en aquella loca aventura tras un fantasma imaginario.
Maldita sea la mujer, y maldita mi estupidez -pensó, furioso, para sí mientras se ponía en pie-. No debería haberla seguido en ésta ridícula cacería.
Y es que cada vez que intentaba ayudar a los humanos acababa metido en algún lío, y generalmente siempre terminaban por aprovecharse de su ingenuidad y sus buenas intenciones. Estaba más que harto. Ya le habían engañado demasiadas veces, y por Choloh y Caculha que no volvería a ocurrir una vez más.
Invocó un hechizo de luz, una simple llama para averiguar dónde se encontraba, pero un sonido, como el raspar de un montón de patitas diminutas, atrajo su atención.
¿Eh? ¿Qué es eso? -pensó, enfocando la luz en la dirección del sonido-. Hay algo vivo aquí abajo...
Y, si era peligroso, se encontraría en un grave problema, porque sin sus amuletos y anillos lo único que era capaz de conjurar eran ilusiones y algunos hechizos simples. Miró a su alrededor, encontró la barra de metal y la tomó. Se incorporó justo para encontrar a varias decenas de extrañas criaturas que le observaban desde los salientes e irregularidades del conducto.
¡Choloh! ¿Qué son éstas aberraciones? ¡El lugar está repleto de ellas!
Sus sentidos le indicaban que las criaturas eran peligrosas, pero él no se dejó amedrentar. La furia que le consumía era demasiado intensa, y estaba dispuesto a sobrevivir para perseguir a Dalae. La encontraría, obtendría una explicación de sus labios moribundos y recuperaría sus objetos robados de su cadáver.
Y, con éste reconfortante pensamiento, se arrojó sobre las bestias.