Silent Night... ¿deadly night? [Libre]

Había noches tranquilas en Gotham.
Eran pocas, a decir verdad, pero de vez en cuando el crimen de la ciudad parecía tomarse el día libre y dejar que la noche pasara prácticamente en silencio, sin sonido de sirenas rompiendo la tranquilidad de la noche.
Esa, para desgracia de una aburridísima Spoiler, era una de ellas. Desde que había empezado la patrulla solo había salvado a un niño de que le atropellara un camión (por pura casualidad, pasaba por allí) y había recuperado el bolso de una mujer a la que habían robado mientras volvía del trabajo.
Ni un atraco a mano armada ni nada serio, el canal de la policía estaba tan silencioso que comprobó varias veces que las baterías estaban cargadas y todos los dispositivos en funcionamiento.
Probó poniéndose delante de la pequeña tienda de 24 horas que intentaban atracar casi todas las noches.
Esperó encima del único cajero de su zona en el que se podía sacar dinero a esa hora.
Recorrió la zona de callejones intentando escuchar cualquier cosa sospechosa.
Pero nada. Ni un alma. Ni una pistola.

Steph suspiró todavía mirando uno de los callejones donde más crímenes había frustrado. Era demasiado tarde como para que pudiera buscar nada interesante que hacer y demasiado pronto como para que se sintiera bien si se iba a casa a dormir ya... y por si fuera poco, el aburrimiento la estaba haciendo quedarse dormida.
La única respuesta a todas las preguntas que se le pasaban en ese momento por la cabeza era "Café", así que volvió a la tienda de 24 horas de antes y entró arrastrando los pies.

-Noche tranquilita ¿eh?- Abheek, el dependiente con más sangre fría ante una pistola que Steph había conocido nunca le sonrió en cuanto entró por la puerta. Ella asintió mientras sacaba el dinero para pagar el café y lo ponía sobre el mostrador -Deberías aprovechar para irte a casa y descansar, que pareces cansada-

-Ya me gustaría- contestó ella con tono resignado -en cuanto me pusiera el pijama seguro que había algún problema serio, y no sabes lo que cuesta entrar en esto-

Abheek se rió dándole un café tres veces más grande del que ella había pedido (como hacía siempre) y cuando Steph iba a rebatirle (como hacía siempre) tres coches de policía pasaron por delante a toda velocidad, con las sirenas encendidas y las luces brillando con fuerza.
Claro, se había bajado el volumen de la radio al entrar en la tienda, por eso no se había enterado.

-¿Ves lo que te decía?- Se levantó la capucha lo justo para darle un trago largo al café y dejó el vaso sobre el mostrador -¡Guardamelo, luego vuelvo a por él!- exclamó mientras salía corriendo camino al centro, dirección que habían tomado los coches de policía, estaba claro que no les iba a alcanzar, pero el silencio que reinaba a esa hora en Gotham hacía fácil seguir el rastro hacia donde estuviera el problema que, si requería al menos 3 coches de policía acudiendo tan rápido, debía ser algo serio.

Sirenas.
Maldita sea.
Estaba agujereado de parte a parte y por una maldita vez un ciudadano de Gotham había llamado a la policía.
Miro a mi alrededor.
Aparte del tipo que aún se debate inútilmente entre mis manos hay unos quince cadáveres y docenas de casquillos en el suelo.
El incendio avanza hacia mí mientras consumo la poca vida que le queda al último de ellos para recuperarme.
Mi ropa está destrozada por las cuchilladas y los disparos así que necesitaré conseguir algo pronto.
La policía rodea el edificio mientras cojo el maletín con el dinero y subo a la azotea.
En una ciudad convencional tardarían unos minutos en entrar pero en Gotham todo poli que quisiera sobrevivir sabía que debían esperar refuerzos.
Por suerte para ellos ninguno fue tan estúpido para entrar antes de que yo fuera poco más que una sombra sobre el tejado.
De un salto cruzo al edificio de enfrente desde el que tengo una visión de toda la calle.
Tres coches patrulla más llegan y por fin la policía entra en el edificio solo para darse cuenta de que las llamas consumen su interior.

Para que así como el pecado reinó en la muerte, así también la gracia reine por medio de la justicia para vida eterna, mediante Jesucristo nuestro Señor

Las Sagradas escrituras me acompañan de pensamiento y obra.
Pero cuando me dispongo a alejarme de allí oigo a alguien más en los tejados.
Alguien verdaderamente sigiloso y que solo he sido capaz de captar gracias a mis extraordinarios sentidos.
Mi aspecto no es el mejor para un encuentro.
Ropas destrozadas y empapadas de sangre.
Y el conjunto está completado por un maletín manchado de coca.
Mal asunto.
Veo solo dos posibilidades ante esta situación.
Que sea alguien a sueldo de quienes distribuían esta droga y tenga que matarlo también.
O que sea uno de los muchos justicieros que han aparecido como setas tras las lluvias de otoño y sea el el que quiera matarme a mí.
Esto último no podía permitirlo por supuesto.
Pero también debía evitar causarles daño.
Al fín y al cabo solían actuar llevados por la venganza y el deseo de justicia.
Cosa que yo entendía a la perfección.
Me giro hacia los pasos lentamente.
Buscando a quien se esté aproximando.

Señor, enséñame tu camino, y guíame por senda llana por causa de mis enemigos.
No me entregues a la voluntad de mis adversarios; porque testigos falsos se han levantado contra mí, y los que respiran violencia.
Hubiera yo desmayado, si no hubiera creído que había de ver la bondad del Señor en la tierra de los vivientes.
Espera al Señor; esfuérzate y aliéntese tu corazón.
Sí, espera al Señor.

Los salmos me reconfortan ante la muerte que acabo de administrar y espero impulsen a quien se acerca a mostrarse ante mí.
Con un poco de suerte no será necesario extinguir ninguna vida más esta noche.
Solo espero que no se trate de ese pusilánime vestido de murciélago.
Tiene los medios y la capacidad para hacer lo que debe hacerse.
Pero le falta voluntad y deja su trabajo a medias.
Encerrando a quienes merecen claramente la muerte y permitiendo que escapen para causar más dolor en una ciudad al borde del colapso.