Cowboys VS Alienígenas (Rebecca Logan, Pamela L. Isley, Rocket Racoon). 30 de Marzo de 2018.

30 de Marzo de 2018.
17:30 de la tarde.
Torre Stark, Nueva York.
Pista de despegue y aterrizaje.


Después de medio mes en Terra, habían pasado un montón de cosas. Nada más llegar a mi planeta natal, nos habíamos estrellado con la dichosa Atalaya, hogar de la Liga de la Justicia, el grupo de héroes que se encargaba de proteger el universo alternativo con el que nos habíamos topado. Los Vengadores del otro lado vamos. Había sido una experiencia mitad traumática mitad cómica la verdad. Al final había salido todo a pedir de boca y nos encontrábamos en contacto para defender el mundo y la galaxia en caso de que alguno encontrásemos una amenaza grande, sin embargo, la primera parte de las negociaciones había sido durilla, entre otras cosas porque bueno, nos habíamos estrellado contra su estación espacial. Razón no les faltaba para qué engañarnos, aunque es cierto que parecía que les habíamos metido un supositorio argoniano. Vale, rompimos un par de núcleos importantes y dejamos el pasillo hecho un asco, pero con una capita de pinturita y un poco de cinta americana eso iba a quedar como los chorros del oro. Fue una pena que la Mujer Maravilla no me diese su teléfono. De buena gana le enseñaba yo las estrellas y por qué me llamaban "Star Lord".

En fin, que lo de la Atalaya había estado bien, así que nos fuimos a ver a nuestros colegas los Vengadores, especialmente a Tony, quien había sido miembro de nuestro pequeño grupo durante un tiempo, solo para descubrir que no sabía quiénes éramos. ¡Flipas! No sólo nos chocamos con otro universo, sino que además nuestro propio universo había chocado con miles de universos paralelos de nosotros mismos, y ahora las personas de nuestro universo podían pertenecer a uno en el que jamás se había oído hablar de los Guardianes de la Galaxia. ¿Se puede saber en qué Terra estábamos? ¡Éramos los Guardianes! La habíamos salvado varias veces, ¿y de verdad nadie sabía quiénes éramos? Menuda nos esperaba, señor. Pero bueno, que me voy por las ramas. El caso es que nos despedimos de todos, Tony pactó en avisarnos si nos necesitaban y que nosotros le avisásemos también, y nos disponíamos a abandonar la enorme torre esa que había construido para reunir a los Vengadores. ¿Por qué tan alta? Pues si queréis que sea sincero no tengo ni idea. No creo que fuese por algún tipo de complejo, ya que el campeón era todo un ligón. Seguro que era por su afán de protagonismo. Eso ya me lo creo más... Bah, algunos necesitaban presumir de sí mismos, otros no necesitábamos eso. ¿Os imagináis que yo estuviese constantemente diciendo quién era y demás?

Encendí los motores de la Milano y comenzamos a elevarnos lentamente sobre la pista de aterrizaje. El fuego azul que salía de los propulsores levantó algunas piedrecitas que había sobre la pista de hormigón, y estabilicé los flaps para contarrestar el vendaval que teníamos allí arriba. El sol comenzaba su lento descenso hacia el horizonte, tiñiendo el cielo ligeramente de naranja. Todavía quedaba al menos una hora y algo de luz. Nuestro destino: Nova-Prime. El cuerpo Nova esperaba nuestro informe al completo. Además, teníamos que pasar por la capital para restablecer nuestra nave y prepararnos para vivir cerca de Terra ahora que estaba todo patas arriba. Las luces se encendieron en los primeros edificios y en el cuadro de mandos. Me recliné contra el asiento para mirar a mi tripulación.

- Bueno, ¿no ha estado tan mal no? Hemos conseguido algo de información, y no parece estar esto tan patas arriba como nos habíamos temido al principio.- Gamora resopló y negó con la cabeza, mordiéndose el labio.

- El día menos pensado me cargo a Stark... Sigue tan pulpo como siempre.-

- Mujer, no te enfades. Él siempre ha tenido un crush contigo.-

- Y con cualquier mujer que se le cruce delante.-

- Hombre, cualquiera cualquiera no creo. Yo más bien le veo como un casanova. Si la chica está como un queso le tira los trastos, lo cual es prácticamente un alago para ti.- Gamora continuó mirando al horizonte con el ceño fruncido y los dientes apretados. Madre mía, la que se podía haber liado. Menos mal que mi labia nos ha salvado en más de una ocasión, porque joder Tony, como te la juegas a veces. Cogí los mandos y comenzamos a elevarnos a mayor velocidad. Presioné un par de teclas sobre mí y me preparé para el salto al hiper espacio.- Motores en marcha, preparándonos para el hiper espacio en T menos diez en cuanto digas Rocket.-

Mi compañero tecleó a toda velocidad y manejó el otro timón de la nave, dejando atrás la Gran Manazana, convertida ahora en una enorme mancha oscura llena de pequeñas lucecitas. Drax, Gamora y Groot esperaban pacientemente detrás, con los cinturones abrochados y preparando los mapas de navegación. Lo bueno de la Milano es que tanto podía ser llevada por una sola persona como un grupo de cinco. Rocket me indicó que estábamos listos, y lentamente aceleré la nave con una palanca que indicaba la velocidad interestelar. Sin embargo, cuando llegó al final, no ocurrió nada. Fruncí el ceño, y volví a realizar el mismo movimiento. Nada de nada.

- ¿Pero qué demonios...? Rocket, ¿seguro que el motor de hiper velocidad está bien?- Pero apenas acabé mi frase, una explosión resonó a nuestras espaldas, apagando al instante el motor de la nave. Y así, a una altura de unos diez kilómetros, comenzamos a caer a toda velocidad. La sensación de que el estómago se te ponía en la garganta nos invadió a todos, y los gritos se sucedieron.

- ¡Quill! ¿¡Se puede saber a qué juegas!?-

- ¡No estoy jugando a nada! ¡La nave no responde!- Comenzamos Rocket y yo a pulsar todos los botones y palancas que pensábamos harían reaccionar a la nave, sin éxito alguno. El sonido que emitía era como el de un coche que no consigue arrancar por falta de gasolina. Lo intentamos varias veces pero nada.

- ¡Yo soy Groot!-

- ¡Peter, haz algo ya!-

- ¡Oh, sí, perdona! ¡Todo esto que estoy haciendo ahora mismo es para encargar una pizza! ¡Ya lo intento!- Un amago de encenderse iluminó el cuadro de mandos, pero desapareció tan rápido como vino. Maldije por lo bajo y apreté los dientes con todas mis fuerzas, tirando del timón hacia mí para intentar estabilizar a la Milano. Pareció que algo conseguí, puesto que comenzamos a llevar una trayectoria más parabólica que la caída libre.- ¡Rocket intenta estabilizarnos! ¡Esto no tiene pinta de que vaya a mejorar así que al menos intentemos aterrizar en algún sitio seguro!

Los motores de freno parecían funcionar algo, y los activamos como si nos fuese la vida en ello, que por cierto nos iba. Nuestra velocidad se vio reducida, pero seguíamos llendo a toda prisa. Vislumbré un montón de árboles hasta donde alcanzaba la vista bajo nosotros. Nos íbamos a estrellar contra ellos sin remedio. Negué con la cabeza y activé mi casco pulsando el pequeño botoncito que sobresalía de mi oreja.

- ¡AGARRAOS A ALGO! ¡GROOT! ¡PROTEGE A TODOS!- Mi compañero comenzó a construir una armadura de madera alrededor de Gamora y Drax, dejándola abierta para que entrásemos Rocket y yo. Sin embargo, cuando intenté librarme del cinturón fue imposible. El condenado se había encasquillado. Perfecto, justo el momento donde necesito poder maniobrar con total libertad y se me jode. ¡Maldita sea! Tiré de nuevo con fuerza pero no había manera. Miré a Rocket y negué con la cabeza.- ¡Métete con el resto! ¡Yo intentaré frenar la nave todo lo que pueda!-

Las primeras ramas comenzaron a tocar por la parte inferior del casco de la nave, resonando por todo su interior con un sonido metálico hueco. Entre las copas y los frenos conseguimos enderezar la nave y frenarla bastante, momento en el cual sentí como el cinturón se me abría de golpe.

- Vamos, no me jodas.- El frenazo fue seco e instantáneo. No pude evitar salir despedido por la ventana, volando varios metros por el aire. Activé los propulsores para frenar algo mi caída, y aunque lo conseguí también comencé a girar a toda velocidad sin rumbo alguno. Vi lo que parecían unas luces cerca de nosotros y escuché el sonido de cientos de árboles desquebrajándose bajo el peso y la velocidad de la nave. Y por fin, el golpe. En todo el costado. Seco, duro, que me dejó sin respiración. Reboté un par de veces hasta frenar de morros contra el suelo. Por fortuna el casco me cubrió la cara. De lo contrario la tendría totalmente en carne viva. Cuando paré por completo me dolía todo. Desde la coronilla hasta la punta de los pies. Uno de los propulsores todavía seguía semi encendido, empujando mi pierna ligeramente hacia arriba. Intenté formular una frase, pero lo único que salió de mis labios fue un gemido lastimero que bien podría haber sido de un animalillo agonizando. Me quedé allí tendido un par de minutos hasta que, después de haber ido moviendo poco a poco mis extremidades, milagrosamente no parecía haberme roto nada. Tenía moratones y cortes por todos lados. Desactivé el casco presionando el botón de mi oreja, y un fuerte olor a cuadra me llegó a las narices. Fruncí el ceño y resoplé, intentando aguantar la respiración. Me levanté y me tuve que agarrar a una valla de madera que había a mi lado para no caerme. Estaba muy mareado y todo me daba vueltas, y el olor a... Estiércol no ayudaba nada. Me hallé en un enorme claro, y vi el rastro que había dejado la Milano en el borde de este. Un montón de troncos estaban partidos, arrancados de cuajo y astillados en un trayecto de unos doscientos metros. Al final, la nave descansaba humeante, pero aparentemente de una sola pieza. Agradecí nuestra suerte y me dispuse a acercarme a esta para ver si mis compañeros estaban a salvo. Me giré hacia el otro lado para ver dónde estaba apoyado, percatándome de que aquello era una especie de granja grande o rancho. Mira, puede que incluso tuviésemos suerte y nos ayudasen los que allí vivían.

La compañía de Pamela se estaba volviendo una constante en la vida de la Sheriff. Desde que hicieran aquel trato que pretendía ser tan sólo de índole comercial, por un motivo o por otro habían acabado manteniendo una cordialidad diaria que había acabado en lo que la vaquera consideraba una buena amistad. Aquello había sucedido sin premeditación, pero seguramente el gesto de ofrecer las tierras a la Hiedra para que hiciera con ellas lo que quisiera había hecho que la actitud de ella fuese mucho más receptiva. Luego, la compañía, la consideración mutua y el respeto por el espacio personal de cada una habían hecho el resto. Incluso habían inventado un modelo sencillo de alarma, y ahora los dos postes principales del porche tenían dos enredaderas que facilitaban la comunicación del bosque con el rancho y viceversa. Así ninguna de las dos tenía que enfrentar las dificultades sin ayuda.

Pero nada las había preparado para observar como uno de esos cachivaches volantes sobrevolaba su propiedad, algo que por cierto había sido decretado prohibido después de haber movido algunos hilos de sus contactos. Los aviones a baja distancia espantaban a los animales, así que tan sólo se permitía el paso a los pies a los que volaban los vuelos comerciales. Nada impidió que sus yeguas comenzaran a piafar en cuanto escucharon el estruendoso ruido de los motores. La vaquera salió de una de las cuadras para observar a las yeguas retenidas en el establo exterior para encontrarse una inmensa sombra que cubría parte del terreno. Entrecerró los ojos, frunció el ceño y miró al cielo, para encontrarse con una enorme nave, cayendo a toda velocidad.

- ¡HIEDRA! ¡HIEDRA EL BOSQUE! - gritó la Sheriff a la carrera, cogiendo un lazo y cargándoselo al hombro, llamando a Ivy, que continuaba aseando las dos plantas a la entrada. Sin tiempo para reaccionar ambas vieron cómo una enorme mole de metal se estampaba contra las lindes del bosque, arrasando árboles, plantas, terreno, cualquier cosa a su paso. - ¡FAUNA, TRÁETE A LA CABALLERÍA!- señaló, mientras la cabeza de su mutante moza de cuadras se asomaba excitada por un ventanuco.

Preocupada, la vaquera se dirigió hacia la Hiedra y la contempló. Aprovechando que llevaba guantes, apoyó una mano sobre su hombro, para mostrarle su apoyo. No pretendía calmarla, no habría podido aunque quisiera. Acababa de perder a un montón de los suyos. Eso la pondría colérica. No envidiaba al piloto que estuviera en aquella cosa. Con suerte el pobre desgraciado habría muerto del impacto, antes de tener que enfrentar la ira de Pamela.

- Se lo tengo dicho... drones aquí no. - mascó entre dientes mientras se acercaban a la valla exterior con paso firme, escopeta en mano. A la comitiva de recibimiento se unieron los fieles vigilantes Smile y Teeth. Al aproximarse al cercado exterior, vieron un cuerpo tirado en el suelo, que poco a poco comenzaba a erguirse. La vaquera le observó, negando la cabeza. Cuando Estaba a punto de girarse, los fríos cañones de "La ingenua explosiva" acariciaron suavemente su nuca con el frío beso de la muerte anunciada.

- Lo siento por ti, Dorothy. Estás muy lejos de casa. - aseveró la vaquera, con una mirada fría como el metal de sus cañones. En ese momento, dos impactos de algo frieron literalmente dos trozos de la valla. La chamuscaron, y prendieron fuego a sendas partes, haciendo que los perros se alejaran de esa zona, acercándose más a su dueña, lloriqueando al principio, ladrando y gruñendo después. El cañón no se desvió ni un milímetro. De no haber sido por que la Sheriff tenía el carácter templado en ese tipo de cosas, podía haber sucedido alguna estupidez, y los sesos de ese tipo estarían esparcidos por su propiedad. - Empieza a andar, forastero. - añadió dándole un pequeño golpe en la nuca, como estimulante. No fué difícil encontrar el origen de todo, pero lo fue asumir que por alguna razón sin especificar, un mapache llevaba en la mano algo parecido a un cañón. Aunque resultó sorprendente, los ojos de la Sheriff se clavaron como dos balas en el variopinto grupo que salía de la nave hecha pedazos. Todo fue en un visto y no visto. La vaquera cargó el arma, apuntó y disparó una salva de balas que impactó justo a los pies del mapache rabioso, y luego volvió a posicionar el cañón en la nuca del desconocido. No lo apoyó, pero incluso sin hacerlo, el calor producido por la detonación estaría presente en su cuello, un aliento de muerte cercana. - El tiro de aviso ya esta hecho, forasteros. Así que soltad las armas y no os mováis ni un milímetro. - advirtió peligrosamente, torciendo el labio y entrecerrando los ojos, recordando la pura esencia del western. - y evitad las tonterías, salvo que tengáis interés en convertiros en abono. - añadió, al tiempo que sus dos perros se posicionaban junto a las dos propietarias de los terrenos, enseñando unos dientes ávidos de carne, con el lomo erizado y una mirada depredadora.

A pesar de que no apartó la mirada del grupo que poco a poco iba saliendo de la devastada aeronave, sólo trataba de ganar tiempo para Ivy. El terreno dañado había sido principalmente el suyo, así que consideró que tenía derecho a tomar represalias para con ellos. Como Sheriff, debía imponer la ley, pero también tenía muy claro que la persona damnificada, en muchas ocasiones, es la mas cualificada para calcular un castigo justo. Al menos si se confiaba en su criterio. Hiedra Venenosa era impulsiva cuando de sus plantas se trataba, pero no era estúpida. Comprendía que los accidentes sucedían, ahora lo importante era con qué actitud iban a enfrentarse a su interrogatorio, aunque a juzgar por el mapache histérico, no lo iban a tener fácil con Pamela.

OOC: He usado mucho a Rocket, si te parece algo mal sólo dimelo.

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No dejaba de resultarme extraña nuestra relación. Era de las pocas, por no decir la única con la que mantenía un contacto constante. Ya desde Arkham se mostró sorpresivamente amable y comprensiva conmigo. Era tan.... raro, pero agradable. En uno de estos días, estaba encargándome de asegurarme del pequeño sistema de comunicación que habíamos establecido. Las hiedras estaban bien, el sistema nervioso funcionaba a la perfección. Y un grito predominante de la vaquera rompió la calma, acompañado de miles de farfullos y susurros doloridos de todo cuanto era arrasado. Los músculos se me tensaron y empecé a oprimir tanto los puños que notaba cómo las uñas se me clavaban en la palma de las manos.  

Miré con el ceño fruncido y el gesto torcido, rabiosa y enfurecida. Noté la mano de Rebecca sobre mi hombro y se lo agradecí llevando mis dedos a los suyos, cubiertos de cuero curtido.  Agradecí el gesto, pero nada iba a pararme. Cargué con toda la rabia que tenía dentro y eché a correr tras Becca hacia esa cosa humeante. De camino nos encontramos algo parecido a un cadáver, y yo iba con intención de dejar que sólo lo pareciese, pero dos tiros y el crepitar de una llama me distrajeron y desviaron de mi rumbo. Giré el rostro y vi a una especie de mapache bípedo y extrambótico que portaba el arma culpable. Giré mi rumbo sin parar de correr y fui a por una manguera exterior que tenía Rebecca en el porche, la agarré abriendo el grifo y corrí todo lo que pude, empapándome de camino, por supuesto, para apagar las dos fuentes de fuego y evitar que se propagasen por toda la valla y por mi bosque. Una vez no había peligro, solté la manguera, corrí hasta cerrar el grifo y de nuevo hacia el mapache. Cuando estuve a la altura de la sheriff me detuve, petrificada por el sonido de dos disparos que ella misma había hecho. Distracción suficiente como para que no se percatasen de que una liana iba trepando por el borde de la nave hasta agarrar el arma que portaba el mamífero y hundirla bajo tierra... muy bajo tierra.
-Así mejor...- dije retirándome los rizos goteantes de la frente. Otras dos lianas que trepaban engancharon a Rocket de los brazos, levantándole por el aire y acercándole a mí, hasta que yo le cogí por las axilas, tocando sólo traje y no su pelaje ni su piel. - ¿¡Quién te crees que eres!? Tal vez debería prenderte fuego a esa cola peluda pelo a pelo a ver qué tal te sentaba.  SI no sabes di--Yo soy Groot- Giré el rostro, exrtañada y vi un... una especie... Dios, no sé lo que era, pero estaba tranquilo, tenía madera viva, seres... un núcleo puro. Me quedé ensimismada mirando su cara, sus brazos, cada ramificación... Me quedé con la boca entreabierta ignorando todo estímulo ajeno a su mirada. Abrí las manos y el mapache se cayó resbalando por mis manos. - Oh, lo siento Groot... esas... Esas plantas son para mí como él para ti y...- Yo soy Groot - Oh, no es necesario que te disculpes, puedo arreglarlo- dije levantando mi mano diestra mientras todo el rastro de destrucción que habían dejado, se restauraba.
Estaba sonriendo, como una adolescente. Era... hermoso. Tenía buen alma, podía sentirlo. Era un ser increíble... Quería conocer más a ese Groot.

Noté una escopeta en mi nuca y puse los ojos en blanco. Lo que me faltaba, algún paleto granjero cabreado. Eso iba a ser la leche. Seguro que me llevaba algún tiro, ya lo verás. Pero cuando me levanté y miré a quien llevaba el arma, era de todo menos un paleto granjero. Esperaba encontrar al típico gordo con una gorra gastada, la camiseta de tirantes hecha un asco y un mono azul vaquero, maldiciendo por lo bajo y con un acento cerrado. Allí, por el contrario, había una rubia con un par... De ojazos que quitaban el hipo. Tenía una figura de infarto y unas caderas que para que, y el que me apuntase con ese pedazo escopetón no me ayudó mucho... ¡Qué queréis que os diga! Me gustan las chicas con carácter, y esa chavala tenía pinta de ser pura dinamita... Bueno, volvamos a lo que nos importa de verdad. El caso es que Rocket metió dos disparos contra la valla, haciendo que prendiese un poco, Gamora desenvainó su espada, Drax los puñales y Groot se quedó detrás de todos, preparados todos para atacar. La vaquera disparó dos veces a los pies de Rocket, provocando que me pitasen los oídos. La tensión se masticaba, así que sólo había una cosa que podía hacer.

- ¡No disparéis, no disparéis!- Estiré el brazo izquierdo hacia la vaquera y el derecho hacia mis compañeros, quedándome en medio de ellos y justo en frente de mí la mujer de color verdoso.- ¡No disparéis, no disparéis! Si disparáis estos tipos no volverán a confiar en mí. (¿De qué me sonaba a mí eso?).-

La verdad es que mi posición era extremadamente delicada. Podían matarme cualquiera de los tres, y se preparaban además para atacar. Casi podía notar las respiraciones depredadoras preparadas para saltar a por mí. Me mordí el labio, sin separarme demasiado de la vaquera porque no me fiaba de que me volase la cabeza en cualquier momento.

- Vamos, estoy convencido de que podemos llegar a un acuerdo o algo por el estilo, ¿verdad? Perdonad por los destrozos, nuestra nave ha fallado por un pequeño descuido mío al parecer, pero no buscamos problemas, si tan solo...-

- ¡Agáchate Quill! ¡Voy a cortar a esa rubia en dos!-

- ¿¡Qué parte de mantengamos la calma no has entendido, Gamora!?-

- ¡Me da igual! ¡Han empezado ellos!-

- Estoy con Gamora. Somos más y más fuertes. Podemos con ellas.- "Gracias Drax, ponme en una situación menos comprometida, a ver si eres capaz. Se me ocurre una idea. ¿Por qué no les dices que me peguen un tiro directamente? ¡Seguro que todos nos echamos unas risas con eso!". Madre mía, todavía no sé cómo demonios no me habían matado aún. Sin embargo, la resolución de los acontecimientos fueron muy distintos a lo que esperábamos, al menos yo. La mujer de verde, después de apagar el fuego provocado por Rocket, le desarmó en un abrir y cerrar de ojos y le colgó con una liana de los brazos. Espera, espera... ¿Controlaba las plantas? ¿Era... una grootina? Pero antes de poder preguntarlo, ambos seres se miraron el uno al otro, y estos se iluminaron como quien ve por primera vez a alguien de su raza en años. Ella parecía entender a Groot, porque le contestaba a lo que decía. Bueno, al menos parecía que uno de nosotros tenía la cabeza un poco más puesta sobre los hombros, y no me sorprendió que fuese Groot. Después de todo, era mucho más inteligente que el resto, aunque tampoco era especialmente difícil. Y bueno, encontrar a alguien que te entienda además de Rocket debía ser un hecho como un eclipse solar, algo que no pasa todos los días. Además, la mujer estaba de toma pan y moja. Madre mía, menudas curvas, todavía mejores que las de la vaquera. En ese momento, la mente se me fue al pensar en esas dos en el rancho a solas... A saber lo que... ¡¿Tío?! ¡¿Te vas a poner a pensar en eso en serio?! Vale, vale, perdón.

La mujer se puso a reconstruir el límite del bosque, lo cual estaba bien. Así nuestro paso quedaba bastante arreglado. Entonces llegó a la parte de la nave, y Groot ayudó levantando su propia mano... Y las ramas comenzaron a aplastar mi nave. ¡Mi nave!

- Espera, espera, no, no, no, no, no, no, no, no, ¡Groot! ¡La nave!- Me importó un carajo si la vaquera me disparaba o no, salí como alma que lleva el diablo en dirección a mi nave. Las ramas atravesaban el casco, los cristales, y ruidos de metal abollado y cristal desquebrajándose, unido al de enormes masas de madera moviéndose llenaron el claro. La nave estaba a unos seis metros sobre el suelo y se iba elevando cada vez más a medida que las plantas reaparecían donde antes había estado nuestra nave.- ¡No, no, no, no, no! ¡La Milano no! ¡Parar, que os la estáis cargando! ¡Paraaaaaaaaaaaaaaaaad! ¡La naveeeeeeeeeeeeeeeeeee!-

Pero era tarde. En cuestión de segundos, mi nave estaba peor que una lata de refresco después de que le pasase un autobús por encima. Caí de rodillas, negué con la cabeza y mis manos cayeron palma arriba sobre los muslos, quedándome totalmente abatido.

Vaya una panda. Había ferias ambulantes en lo más profundo de Texas que tenían peor género, y eso que los fenómenos se quedaban generación tras generación. El que parecía humano, justo al que tenían como rehén, era el menos estrafalario. Tenían a un tipo que habría competido con Rojo por el título de Beefmaster, una mujer del mismo color de Hiedra, lo cual no se veía todos los días, el mapache rabioso y una especie de hombre corteza que emergió poco a poco de la nada.

- Es adorable que pienses eso, Chilli.- dijo, mostrándole una media sonrisa de superioridad al tipo que estaba seguro de poder acabar con ellas, haciendo una broma bovina que solo ella entendería comparándolo con la vaca mas grande del mundo. Si Ivy hubiera querido, en ese momento ambas estarían presenciando una brutal orgía interracial, con tan solo mover un dedo. Es difícil esquivar los tiros cuando estás ocupado intentando metérsela a un mapache. Es mala idea, por cierto. Un tipo que lo intentó acabó muerto.

Pero en ese momento, la ira de Ivy se desvaneció de golpe, y con ella, gran parte del peligro de la situación. El mapache sufrió una caída precipitada cuando la Hiedra contempló al hombre vegetal, y comenzó a tener una discusión con él, aunque aparentemente sólo sabía decir "Yo soy groot", una y otra vez. A pesar de que continuó mirando hacia el peligroso grupo, notó el temblor de tierra previo a que Pamela se pusiera manos a la obra. Bajo la sombras de las copas de los árboles en un día radiante, el bosque volvió a reconstruirse. La vaquera observó sin perder detalle, por el rabillo del ojo, a Groot y Hiedra, que parecían tener un vínculo natural. No le extrañaba nada. No conocía a nadie que pudiera hacer lo que ella hacía, y ahora, aunque bastante extraño, ahí había alguien que si podía.

El rubio salió corriendo como una señora rica que pierde su pamela el día del Gran Derby. La nave se alzó entra la copa de un montón de árboles nuevos, restaurando por fin el bosque. La sheriff pudo permitirse mirar a Pamela cuando esta entró en su campo de visión para comprobar los resultados, a pesar de los lloriqueos del forastero hecho polvo. Algo que no pareció afectar en absoluto al resto de sus compañeros. La vaquera bajó el arma por fin, dejándola reposar junto a su cadera. Si hubiera querido la hubiera tenido lista enseguida. Notó entonces que alguien toqueteaba el cañón, y con una calma que parecía imposible, observó al mapache observando el arma, haciendo un montón de preguntas. Intercambió con él una mirada severa e intensa durante unos segundos de pleno silencio, y una vez tomó en cuenta la situación, clavó una rodilla en la tierra, para ponerse a su nivel, mostrándole el arma.

- Es "La ingenua Explosiva". Tiene un doble cañón de alto calibre, y uno pequeño debajo para disparar explosivos de gama corta. Cargador de rueda con capacidad para doce balas. Se recarga igual que una recortada, con expulsión lateral. Está preparada para llevar munición del calibre 16, aunque también te acepta de 20 trampeado. Puede alcanzar objetos hasta a cien metros, y por debajo de diez reduce lo que sea a polvo. El alcance de dispersión a menos de tres metros es de hasta cuatro objetivos por cartucho, en cono. Su dispersión es excelente, y está equilibrada con una precisión superior al 0.001 milímetros de desvío. Es bastante más ligera de lo que parece, y el retroceso es mínimo. - explicó la mujer, evidenciando su pasión por las armas, tomándose su tiempo en recordar cualquier mínimo detalle que pudiese ser de interés para otro aficionado.

Saber de armas te daba ventaja, desde luego, pero había que ser todo un estúpido para creer que por saber su funcionamiento te salvarías de un tiro en plena cara. La vaquera aprovechó la cercanía entonces para observar al animal. Tenía una postura bípeda nada relacionada a su especie salvo en contadas ocasiones, salvo por ese detalle, el orden al que pertenecía estaba bastante claro. El morro parecía húmedo, los ojos eran brillantes. A pesar de ponerse histérico, parecía bastante sano. Su pelaje se mostraba suave y no presentaba calvas visibles, con lo que tampoco parecía tener enfermedades ni parásitos. El color rosado interno de sus orejas no delataba ningún problema de anemia o garrapatas.

Con un gesto depositó el arma a su lado en el suelo, se quitó los guantes y sujetó las zarpas de Rocket para verlas boca arriba. Contempló las pequeñas uñas desgastadas, y apretó suavemente las almohadillas, que se delataron llenas de callos. Ella conocía muy bien a qué se debía ese tipo de cosas.

- Eres un manitas, ¿eh, hijo? - comentó, con una sonrisa por fin, mostrándose tan encantadora sin proponérselo que era difícil creer que hace un momento les había amenazado de muerte. Con cuidado, sujetó la punta de sus orejas acariciándolas muy despacio, para no resultar invasiva.- Pareces un espécimen bastante sano. El interior de tus orejas es rosa... - dijo soltándolas, y tocando luego su hocico con un cuidado difícil de esperar de una mujer con ese carácter - Tu hocico está húmedo y caliente...- Una de sus manos acarició la parte trasera de la cabeza del mapache hundiendo los dedos sutilmente en la zona de la nuca ejerciendo una suave presión placentera en casi todos los mamíferos - tu pelaje es muy suave. Pero nunca había visto a ningún mapache hablar o erguirse en dos patas en este planeta, salvo para alimentarse o en signo de peligro. ¿De que lares del otro lado del Mississipi procedéis, forasteros? - preguntó la Sheriff entonces, retirando la mano y recuperando la escopeta, irguiéndose de nuevo y clavando la mirada en el resto de miembros de la tripulación de la nave que ahora era un montón de escombros.

En ese instante podía oir cada pequeño detalle que hacía que la situación se hiciese más personal para nosotros. Escuchaba cada pájaro cantar, las raíces reunirse después de la tragedia, los árboles volviendo a respirar para estar vivos de nuevo... Y él podía sentirlo también. Su mirada se clavaba intensa en mis ojos, que correspondían ligeramente encogidos, ya que mis pómulos ascendían con mi sonrisa. Con él todo era tan fácil, me entendía tan bien... No había juicio ni desacuerdo, y nuestro idioma era sólo nuestro.

Con él había una especie de doble sentido de comunicación, la parte superficial escuchaba "Yo soy Groot" y mi respuesta. Lo que nadie sabía era la conversación subtérfuga. La que se siente, la que tenía yo con  todas ellas.  Se podría decir que durante un instante, yo sentí como si hubiese nacido para conocerle.  No existían los gritos del rubio, ni la conversación del mapache y de Rebecca. Sólo estábamos él y yo, así que di un último paso que me plantaba frente a él. Era enorme y me obligaba a inclinar mi cuello para posicionar mi rostro hacia arriba.

-Yo soy Groot- dijo dulce, con media sonrisa.
- Oh... ¿De verdad? ¿Y qué hace la realeza ejerciendo de guardaespaldas?- contesté sin dejar de fascinarme ni separar mi vista de sus pupilas oscuras.

Pasados un par de segundos y casi de forma inconsciente, mi mano y la suya se elevaron a la vez para unirse entre ramas y lianas que se entrelazaron hasta convertirse en una sola. Su mano se fundió con la mía y sólo quedaban diez ramas verdosas que se entremezclaban y acariciaban entre sí. Por primera vez en mucho tiempo se podía notar algo de rojo en la piel de Pamela, a la altura de sus mejillas.

No me percaté de que el arreglo del bosque estaba terminado. Sus poderes eran asombrosos... me ayudó a regenerar el doble de rápido de lo que yo era capaz, y ya era bastante en cuanto a lo que era el tiempo para las plantas. ¿Podía pedir algo más?

Sentía la conexión con él, era increíble... Era tan lejano a todo lo que yo conocía... y en cuestión de segundos había empatizado conmigo como nadie salvo Hellboy lo había hecho en mucho tiempo. Tal vez me pilló sensiblona por la casualidad de tres días antes a ese, pero... algo dentro me decía que me quería. Que le gustaba tal y como era, que comprendía mi labor, mi sacrificio,  mi dolor... Era como encajar la última pieza de un puzzle gigante. Todo se cerraba con esa última, y mi pieza era Groot.

No me importaba mi alrededor. ¿Qué necesitaba de ellos? Estaba ocupada, y en algo mucho mejor.

Lentamente, fui incorporándome, y comencé a escalar el árbol que retenía mi nave. Fui con cuidado de no caerme rodando y darme un golpe que podría haberme partido la crisma. No iba a tener tanta suerte como al salir de la nave. No al menos hoy. Cuando estaba a punto de llegar arriba, una de las ramas cedió, y caí al vacío. Instintivamente activé mi casco y mis botas, y me quedé allí flotando. Puse los ojos en blanco y maldije para mí. ¿Seré imbécil? Podría haber hecho eso desde el principio en vez de escalar como un mono. El caso es que llegué al cristal delantero, entré y me dirigí al centro de la nave. Estaba totalmente reventada, aunque a decir verdad la había visto en peores situaciones. Encontré lo que buscaba. Presioné una pequeña tecla y salió una especie de cinta negra. Cogí entonces un aparato que tenía guardado justo al lado de donde había cogido la cinta. La metí, presioné un botón, y...


- ¡Chicos! ¡Funciona! ¡El walkman funciona! ¡Está todo controlado!- Salí volando literalmente de la nave, con mi aparato de reproducción sonando todavía y en alto. ¿Lo malo? Me di con una rama en la cabeza, provocando que mi bajada de la nave fuese algo más accidentada que la subida. Caí contra el suelo boca abajo. Pero el cacharrito seguía sonando, así que no había peligro. Me levanté, limpiándome un poco la tierra y me quité los cascos, guardando el pequeño aparato en mi bolsillo de la gabardina. Desactivé mi casco y miré a mis amigos con una sonrisa. Ninguno me miraba. Hablaban entre ellos con las dos chicas.- Emm, ¿chicos? Estoy bien, ¿eh? Que no me ha pasado nada...-

Ni caso, todos a su bola. "Gracias hombre, así da gusto tener amigos". Apreté ligeramente los dientes y me dirigí al grupito que se había congregado. Groot y la mujer de verde estaban totalmente embelesados en ellos mismos. Daba igual lo que les hubiese dicho, nadie les iba a sacar de ese trance. Negué con la cabeza poniendo los ojos en blanco y miré al resto. Drax acariciaba con delicadeza a los perros, quienes parecían estar más tranquilos y alegres de que alguien les hiciese carantoñas. Rocket miraba la escopeta de la rubia como si no hubiese visto un arma en su vida, y ella presumía de sus prestaciones y perfección como una madre orgullosa de sus hijos. Gamora escuchaba también a la vaquera, y había guardado su enorme espada. Bueno mira, parece que al final la gente se había controlado un poco. Señor, hay veces donde les daría una patada a cada uno, en serio. Me aclaré la garganta y tomé una posición casual, ya sabéis, con las manos apoyadas en la cintura, en plan "aquí el jefe soy yo".

- Sentimos el accidente preciosas, pero parece que está todo arreglado de nuevo. Tal vez os suene de algo... Mi nombre es Starlord.- Esperé un par de segundos para el golpe de efecto, y entonces abrí un ojo. Nadie, quiero decir, NADIE de todos los que había ahí parecía haberse enterado de que yo estaba. ¿En serio?- Ah, claro, qué graciosos. Vamos a jugar al divertido juego de "ignoremos todos a Starlord".-

- Vaya, sois unos perritos muy buenos... Estáis bien adiestrados.-

- ¿Diez metros eh? Yo soy más de armas blancas, pero esa escopeta parece un buen arma... Si quieres puedo enseñarte algún truco con las armas blancas.-

- Yo soy ... (laaaaaaaaaaaaaaaaaaaargo suspiro) Groooooot...-

- ¿Hola? ¿Alguien me está escuchando? ¿Hola?-

Mientras hundía las manos en el grueso y espeso pelaje del mapache, notó su temperatura corporal. Era una de las sensaciones mas cálidas que podía transmitirte cualquier ser vivo, el calor de piel contra piel. La vaquera dibujó una sonrisa que en otras circunstancias habría sido difícil de percibir, sobretodo teniendo en cuenta las circunstancias en que se habían conocido. Pero la Sheriff, a pesar de ser incansable defensora de la ley, no era injusta. Los accidentes ocurrían a menudo, y la línea entre ellos y el plan malintencionado que sale mal, es muy fina. Discurrir y juzgar esa frontera ideológica era su tarea, y por lo que podía comprobar en los forasteros, en este caso, se trataba de un mero accidente que, por su actitud, estaban deseando arreglar. Cuando la mujer de verde se acercó a hablar, presentando a los variopintos miembros del grupo, la vaquera siguió con sus ojos firmes a cada uno, analizándolos. El que era humano parecía tener un gravísimo problema de falta de atención, y un afán por la misma que habría sido digno de dejarse ver por Arhkam. Pero no iba a juzgar eso. Ya tenía bastante con tener que ir a fichar la condicional allí.

- Me alegra que pienses eso, hija, porque aquí los desperfectos no se pagan con dinero. - dijo, mientras retiraba después de una última caricia protectora su mano de la cabeza de Rocket, con tanto respeto como si se hubiera tratado de la de un niño humano. Se aproximó a Gamora y le tendió una mano, agarrándola del antebrazo en un gesto de saludo puramente tejano. Era también un gesto que incluía cierta confianza y hermandad. Era capaz de reconocer en ella una mujer luchadora, la única de un grupo con el que no parecía nada fácil lidiar. Acto seguido, llamo a los perros con un silbido que acudieron ladrando y meneando el rabo a su alrededor. Se acerco a Drax y le tendió la mano, dispuesta a estrechar también la de esa enorme mola a la que habría que buscar un buen apodo, y por último palmeó el hombro de Quill, dando por terminadas las presentaciones. No hizo por interrumpir el contacto entre Hiedra y Groot para presentarse. Había visto criaturas en celo las veces suficientes como paras saber que los ojos de Hiedra reflejaban un florecer que hacía tiempo creía perdido. Era preferible dejarlo estar, y que su amiga redescubriera esos sentimientos.

- Vamos. - dijo tan sólo, indicando que la siguieran. Los perros fueron por delante, trotando alegremente. La vaquera accionó el Walkie e intercambió unas palabras con fauna entre crujidos. - Si. No lo sé. Creo que han dicho algo de guardianes de la galaxia. - tras un crujido especialmente escandaloso, se escuchó un chillido. Se oyó como si se cortara la conexión y pocos metros después apareció una figura para la Sheriff muy reconocible. Su moza de cuadras solía cambiar su cuerpo a voluntad, y el rancho se había convertido casi en un patio de recreo para ella. Hacía su trabajo, pero disfrutaba cambiando de forma para compartir un instante con los animales, a pesar de lo cual nada había podido encubrir su verdadera pasión. Armas y explosivos. Su nueva figura mamífera estaba envuelta en un sueter y unos vaqueros cortos, ropa que a ella le gustaba para trabajar y le facilitaba transformarse, pues la mayoría del tiempo cambiaba sus extremidades de atributo. Puños de gorila, patas de canguro, todo a su gusto. Salvo por el mechón de pelo que sobresalía de su cabeza, el cual era de color verde, el resto se había quedado de un tono tostado propio de su nuevo bronceado por el sol. Venía corriendo a velocidad del viento, cargando en las manos un cuaderno, un bolígrafo, varias granadas, un cinturón de balas y tres cartuchos metidos en una caja de la que se iban callendo piezas y otras cosas, y cuando los alcanzó los interceptó con un grito histérico que dejó sorprendida a la propia Sheriff.

- ¡AAAAAH! ¡OH DIOS, OH DIOS MIO! ¡ESTOY FLIPANDO, SON ELLOS! ¡SON ELLOS DE VERDAD!- decía mientras se asomaba mas allá de la vaquera. - ¿Dónde está? ¿Dónde está él? - después de unos segundos más observando al grupo, encontró al motivo de su ansiedad. Se dirigió directamente hacia el mapache esquivando a Starlord del camino, se arrodilló delante de él y se quedó mirándole extasiada, enseñando los dos brillantes dientecitos y cogiéndole una zarpa presa de una incontenible emoción - ¡Eres tu, eres ROCKET RACOON! ¡ERES MI IDOLO! ¡DICEN QUE CONSEGUISTE DESARMAR TODA UNA ESTACIÓN DEFENSIVA ALIENIGENA CON TRES BOMBAS CASERAS! ¡Y QUE ERES CAPAZ DE CONVERTIR UN CAÑÓN DEL SIGLO 15 EN UN DISPARADOR DE PLASMA! - mientras iba hablando le temblaban las finas aletas del hocico. Siguió atribuyéndole méritos durante un rato ante la atenta mirada de los presentes. Porqué habría escogido esa extraña forma, ni siquiera la Sheriff lo sabía.

Mirar a los ojos, percibir y tocar a Groot fue como terminar una fórmula en la que llevase trabajando toda una vida. Fue ver florecer a mi primera cría. Fue...


Hay gente que cree en el amor a primera vista. A mí me parecía una soberana idiotez de niñas preadolescentes. Hasta que le conocí a él. Hablábamos sin hablar, compartíamos sin contar y nos entendíamos sólo con ver. Más que explicarnos cosas, corroborábamos que el otro también las compartía. Sus ojos y todo lo que me hacía sentir valía muchísimo más que cualquier otra conversación. Desde ese momento supimos que teníamos una relación. No un romance humano, no era algo tan superficial y frío. Ambos entendíamos la situación. Él se debía a  la galaxia, su pueblo y sus amigos. Yo debía usar la seducción para mi seguridad. Eran pequeños matices que harían de una relación común una gran dificultad. La nuestra simplemente estaba por encima de todo eso. Me puse a pensar en ese momento, por naturaleza desconfiada, en lo que podría salir mal. En por qué no merecía la pena intentarlo... No se me ocurrió nada.

Del mismo modo que nos compenetramos, él me explicó con su “Yo soy Groot” que debíamos estar con sus amigos. Que Quill empezaba a sentirse ignorado, que quería intentar salvar a Rocket de esa coneja peligrosa. Yo lo comprendí así como él  y accedió de buena gana a mi última comprobación. Apoyé ambas manos en su pecho, poniéndome de puntillas y cerrando los ojos mientras inclinaba la cabeza. Era la primera vez que Poison Ivy besaba por amor.

Y Pamela casi no recordaba lo que se sentía. Fue una presión en el estómago, corazón y garganta. Saber que siempre iba a estar ahí. Sentirme bien. Besarle era increíble y sorpresivamente agradable. La corteza de sus labios formaba de manera fina pequeñas hebras que lo hacían flexible y capaz de vocalizar, así como besar de una forma dulce y encantadora. Permanecí enraizada a su cuello durante unos segundos, mientras notaba sus grandes manos aferrarse a mis caderas y cintura.


Me separé  y le miré a esos oscuros y brillantes ojos. Sonreía, al igual que yo. Le miré con ternura, encogiendo los ojos y volví a mi altura original. - ¿Sabíais que... - empecé, dirigiéndome por primera vez a ellos – los gatos inventaron los maullidos para comunicarse con los humanos? Ellos no saben que no les entendemos, pero no dejan de intentarlo.- dije acariciando la mejilla a Groot, con el brazo por encima de mi.
Una vez roto el contacto visual me giré buscando al rubio con la vista. El panorama general parecía bastante agradable, y estaban dispuestos a ayudar, actitud que siempre venía bien. Nos dimos la mano, haciendo que pequeñas raíces, verdes y de madera se mezclasen en nuestras muñecas, como si fuese algo a lo que estábamos acostumbrados, algo normal que podíamos hacer sin mirar.


- ¿Tú debes ser Peter Quill no?- dije acercándome caminando con Groot hacia él. - Te quiere mucho. Y cuida de ti más de lo que cualquiera de esta... ¿tripulación? ¿Está bien dicho?-le miré, inclinando la cabeza hacia arriba. - Yo soy Groot – me dijo, y sonreí. - Tal vez deberías cambiarte de ropa. La voz de mi amiga ha sonado a que os va a poner a reparar los desperfectos y dudo mucho que quieras manchar tu ropa y que se te estropee tu...- señalé al walkman- aparato- ¿Por qué fui a por él? Le expliqué a Groot que Rocket no estaba en peligro, sino todo lo contrario. Los otros dos parecían bastante entretenidos con Becca y sus canes. El pobre rubito estaba solo.

Espera, espera, espera... ¿Rocket tenía una fan? ¿ROCKET? A ver, no es que no sea un tío conocido... ¡PERO YO SOY EL LEGENDARIO STARLORD! ¿Qué demonios ha pasado aquí? ¿Habíamos entrado en un universo alternativo donde...? Ya, claro... El dichoso choque de universos. Genial, pues ahora Rocket es el más famoso de los Guardianes. Qué típico. Aunque bueno, ella dijo "¿donde están? ¡Son ellos!", así que puede que si nos conociese. Luego le preguntaría que sabía de nosotros, en cuanto acabase de darle amor peludo a Rocket... Fruncí el ceño y entreabrí la boca con algo de asco al pensar en ello. Agité la cabeza y me volví hacia la chica de verde y Groot, los cuales parecían ser los únicos que no me ignoraban por completo.

- ¿Eh? ¡Ah, sí! Si, en efecto. Peter Quill, a vuestro servicio madame.- Me desactivé el casco y le cogí de la mano con cuidado, besando su... ¡UAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH! ¿PERO QUÉ DEMONIOS? No había siquiera besado el dorso de su mano cuando sentí en los labios un picor que bien podría haber besado un panal de abejas. Santo dios, ¿pero qué demonios? Empecé a dar pequeños saltos abanicándome con las manos los hinchados labios mientras se me salvaban las lágrimas. No había notado la urticaria en la mano debido a que llevaba mis guantes, pero joder la madre de dios como picaba eso. ¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH!- ¿Qué demonios? ¿Estás hecha de ortigas o algo así? ¡Ayyyyyy, que dolor, que dolor!-

- Yo soy Groot.- Miré a mi compañero con los ojos llorosos, quien parecía estar echándome una reprimenda.

- ¡Vale, vale! ¡Ay...! Perdonad todo el estropicio de la nave... No pretendíamos hacer daño a nadie... ¡Ay, joder! No sabemos muy bien por qué el motor se escacharró y caímos en picado sin remedio... Oye, esto se irá, ¿no? ¿Tenéis pomada o algo?- Dios, esque no os hacéis una idea de lo que escocía aquello. ¿Alguna vez habéis tocado una ortiga? Pues multiplicad eso por diez y restregároslo por los labios. Algo así era lo que sentía. Notaba mis labios totalmente dormidos y apenas podía pronunciar bien.- Puedef llamarme Peter fi quieref... ¿Tú como te llamaf? Nofotrof fomof lof Guardianef de la Galafia... Y no of preocupéif por el eftropifio... Of ayudaremof a arreglarlo... Y tal vef me fenga bien algo de ropa máf de campo... Y un papel para hafef feftamento... ¡Ay!-

La vaquera estaba acostumbrada a tratar con forasteros, aunque quizá algo menos a hacerlo con ese tipo. Recibió las palabras de Gamora como un halago, y así se lo hizo saber con un gesto del sombrero, sujetándolo con dos dedos por la parte delantera y asintiendo suavemente. Luego miró a Drax, que miraba sonriente a los perros.

- son buenos chicos. Un poco de carne y unos mimos, y hacen las delicias de los cuatreros. Teeth puede pastorear un rebaño de cinco mil cabezas de longhorns al otro lado del Mississipi el solo, y ya he visto a Smile a punto de arrancar un brazo de cuajo a un hombre, por hacer lo que no debía. - comentó, con una sonrisa decidida. Por cómo lo decía, parecía mas una madre orgullosa alardeando de sus hijos que una simple cuidadora.

Con el mapache a medio firmar las cosas, el rubio haciendo el mas absoluto de los ridículos, y fauna a punto de sufrir un ataque, ya había tenido bastantes emociones como para seguir perdiendo el tiempo. Había un rancho que mantener, y sobretodo, una valla que arreglar. Con un contoneo de caderas de lo mas peligroso, se acercó a fauna y le dio un suave pescozón cariñoso en la nuca, lo que le hizo que sus orejas se le pusieran por los lados de la cara.

- ¡Vamos, haragana! ¡Deja al mapache y concéntrate! Vete el granero y trae las tablas nuevas. Estos forasteros tienen una valla que arreglar antes de que les demos una bienvenida tejana como es debido. - ordenó, haciendo que Fauna la mirara con cara de cachorro.

- ¡Ay! Si, ahora mismo, Sheriff. - dijo, mientras se levantaba. Se agachó, cogiendo a Rocket de la cabeza y acercándose a él, y con un gesto sopló sus orejas de nuevo  tras su cabeza. - Tu y yo podemos continuar con esto luego... - dijo con un gesto sugerente, antes de recoger la caja y correr siguiendo el camino de la Sheriff, que al pasar a su lado, le propinó una palmada en el culo que la hizo reír, mientras ponía esas patas de coneja a trabajar a toda velocidad.

- ¡Y guarda bien los explosivos! ¡Si vuelve a volar el silo te daré una zotaina! - advirtió la vaquera, mientras la figura de Fiona se perdía de camino al pajar. - Entonces, un repaso. Tu eres Gamora, el grandote Groot, ¿Tu? - se presentó como Drax. - Drax. Rocket Racoon y... ¿Quill? - preguntó, alzando una ceja. Siempre y cuando los forasteros tuvieran buenas intenciones, serían bien recibidos. - Yo soy Rebecca Logan, terrateniente de Relinchos al Rojo y los terrenos que pisáis. Podéis llamarme Sheriff. Ella es Hiedra Venenosa, la Doña y protectora del Bosque. - la vaquera llegó a la linde de la valla requemada, dejándola atrás y entrando en el territorio del rancho. Algunos barriles se mostraban a la entrada, delimitando el camino. Por el fondo, Fauna, aún convertida en conejo, pero con las manos de un enorme gorila, traía todo lo necesario como si no pesara más que una caja de zapatos. Al llegar, lo dejó todo junto al agujero, y sus manos volvieron a ser las que había mostrado anteriormente.

- ¡Todo en orden Sheriff!- dijo, acercándose a ella. La Sheriff palmeó su cabeza revolviéndole el pelo y ella se rió. Tenían una relación complicada, pero muy divertida.

- Bien. Ahora, ¿No tienes tareas que hacer? - le preguntó, con un tono severo.

- ¿Eh? ¿No puedo quedarme? - miró a los guardianes, especialmente a Rocket con sus ojillos entristecidos. - ¡Déjeme quedarme, por favor! ¡Le prometo que haré mis tareas luego! - la agarró por la cintura, con su mejor expresión de cachorro abandonado. ¡Porfi, porfi, porfi, porfi!- Tras un silencio y un intercambio de miradas, suplicante una, acerada de responsabilidad la otra, la vaquera asintió.

- Está bien. Pero si te quedas, échales una mano. Te advierto que esta noche pienso revisar las yeguas una a una y como encuentre un solo pelo fuera de su sitio...- advirtió, quedando la amenaza en el aire, a causa del abrazo que fauna le dio. Era una rebelde sin causa, pero con el tiempo había aprendido a respetarla, y a comprender que si cumplía, la Sheriff cumplía de vuelta para con ella también. Si algo caracterizaba a fauna, además de una cabeza loca, era su inimitable fidelidad. - Hiedra.- llamó su atención un instante, intercambiando con ella una suave expresión cómplice que Poison Ivy conocía bien. - Creo que Groot ya ha hecho su parte reconstruyendo el bosque. ¿Porqué no le enseñas el rancho o los terrenos, y nos juntamos aquí en un rato? - sonrió, ladeando la cabeza con cierta inocencia. Cualquiera diría que esa cara era la misma que la de la mujer que había apuntado a Starlord con un arma. Jamás creyó que a una mujer como Hiedra Venenosa le fuese a llegar una oportunidad como esa. Prácticamente flotaba sobre el suelo, desde luego que se había dado cuenta. Tenía muy buen ojo para esas cosas. Ella solo quería aportar su granito dándole una buena oportunidad.

- El resto de vosotros, coged unos guantes y a trabajar. Fauna os enseñará cómo se hacen las cosas aquí. Cuando todo esté en orden recibiréis un poco de hospitalidad tejana. - añadió, antes de cargar la escopeta al hombro, y adentrarse con ese cadereo dentro de la casa central del rancho, dejando a los perros fuera, jugando con una vieja pelvis de vaca.

- Emm.. ¿Hiedra? ¿Ho.. Hola?- Nada, se fue con Groot de paseo y me dejó ahí con los labios más hinchados que los de una modelo. Pues ale, a trabajar con ese careto. Menos mal que para lo que nos tocaba hacer no iba a necesitar mi cara para nada. La vaquera se presentó como Rebecca Logan, terrateniente del rancho y todo lo que podíamos ver a nuestro alrededor excepto el bosque, que parecía pertenecerle a Hiedra. Sheriff... No estábamos en una peli del oeste, pero ahora que lo decía me fijé en que llevaba una pequeña estrella como las de los sheriffs y tenía ese semblante imponente de alguien de la ley. Quizá no fuera tan mala idea pasar desapercibido. No quería tener problemas con la ley, y no sabía hasta qué punto ella lo era por hobbie o realmente pertenecía a algún cuerpo. Preferí hacer lo que decía. Además, les habíamos dejado todo patas arriba. Era lo mínimo. Fue cuando se alejó y nos ofreció esa vista de su... Espalda cuando fruncí el ceño. Joder con la rubia, estaba de toma pan y moja. Quien sabe, lo mismo hasta hoy ligaba. Aunque no sería desde luego con ese careto.

La coneja nos dio los materiales necesarios para arreglar la valla. La verdad es que nos miré los unos a los otros y no pude evitar reírme al ver a Drax y Gamora con unos guantes y unos martillos en las manos.

- Eftaif de foto chicof, en ferio.-

- ¿Acaso te has visto el careto? Pareces una viscardi.-

- Los viscardi son una raza noble e inteligente, Peter no se parece en absoluto a ellos.- No pude evitar ver un tono de broma en las palabras de Drax.

- Ja, ja, ja, qué graciofof como fiempre. Anda, pafarme efof tablonef, que efto no fe va a arreglar folo.-

- Oye, míralo por el lado positivo Peter. Hiedra te ha dejado mejor que antes.-

- Tú y yo vamof a tener un problema al final Gamora.-

- ¿Qué vas a hacer? ¿Mirarme? Eso es bastante castigo a decir verdad.- Y me mostró una de esas sonrisillas condescendientes que tanto le gustaban. Iba a contestar pero era absurdo. Quería que entrase en su juego y no pensaba hacerlo. Cogí un martillo y comencé a quitar los trozos de madera rotos que colgaban de de la valla, rezando por que hiciésemos un buen trabajo. Yo había reparado un par de veces cosas como esa, pero no era un genio, y no sabía hasta qué punto quedaría bien.

- Sería una gran pérdida. - dijo Fionna, guiñando un ojo al mapache de vuelta.

La Sheriff desapareció de la vista durante un rato, mientras fauna y los guardianes terminaban de arreglar la valla como si fuese lo más costoso que habían hecho en su vida. Relegando su supervisión a su moza de cuadras, ella podía dedicarse a cosas mas importantes. Como a encender el maldito ordenador para saber qué demonios quería hacerle saber si inversor de bolsa. Al parecer, había hecho unas cuantas cosas, y quería que comprobara el extracto de sus cuentas, para asegurarse de que estaba todo en orden y de paso darle, según él, una grata sorpresa. Aquellos que creían que los negocios de Logan se limitaban a los caballos, estaban muy, pero que muy equivocados. Invertía en armas, defensa, centros sociales, poseían diversas ONG, invertían en bolsa un capital elevado y participaban como socios inversores en diversas compañías. Si alguien hubiera tenido que juzgar el dinero por su apariencia, nadie esperaría que una granjera tejana tuviera dinero como para, digamos, comprar unas cuantas milanos.

Pero si había algo que no era capaz de manejar, eso era tecnología avanzada. Generalmente, Fauna le echaba una mano con esas cosas, si no lo hacía su propio agente. Habían insistido en que necesitaba modernizarse para conocer muchos de los datos, y muy a su pesar, había empezado a usar el ordenador para algunas cosas. Nunca nada importante. Prefería tener las cuentas, contratos y negociaciones en papel, que ya se encargaba de informatizar su contable. Aprovechó el momento para intentarlo, aunque el resultado no fue muy bueno.

- ¡KJJJJJ, Ya han acabado Sheriff! ¡Venga a verlo, corto!- avisó Fauna por el walkie, colgándolo de nuevo en su cinturón. Pasó la botella de agua a Rocket, el único al que había llevado expresamente algo de beber. - Es agotador, ¿verdad? Pero la Sheriff siempre dice que el trabajo duro dignifica. - dijo alzando un dedo e imitando el tono severo con que lo decía.

En ese momento la Sheriff apareció por la puerta. Traía una expresión severa en el rostro y se acercó hasta donde estaban los presentes. Observó la valla con una ceja alzada y chasqueó la lengua.

- No es mal trabajo, pero está mal asegurada. - se giró hacia Fauna, que parecía demasiado emocionada con el mapache como para percatarse de que en dos de las juntas faltaban puntas. - ¡FAUNA!- sus orejas se pusieron enhiestas y corrió hacia donde estaba la vaquera. Recogió los tacos triangulares del suelo y los colocó en su sitio. La vaquera se deshizo de su camisa larga, quedando en tirantes, cogió una enorme maza del suelo y los golpeó con fuerza, delatando sus bien mantenida musculatura debajo de su piel suavemente dorada al sol. Con suaves gruñidos de esfuerzo, aseguró la valla, hasta que los tablones no se movían ni lo más mínimo, lo cual probó con una buena patada que, sin duda, habría podido tirar una puerta. - Eso es, así. Bien firme. - dejó la maza en el suelo y volvió a abrocharse la camisa. - No me sirve si una vaca puede tirarla de un topetazo. - añadió, volviendo a poner rumbo a la casa- Vamos. Voy a daros algo de beber. Habéis hecho un buen trabajo. - no se giró a mirar si la seguían. Cada paso que daba, de alguna manera, dejaba claro que aquella tierra era suya. - ¡Fauna, deja ya el rollo de conejita y recoge todo eso antes de entrar! He vuelto a tener problemas con ese trasto del demonio. - añadió, con clara molestia.

- ¡Si, sheriff!- dijo ella, antes de mirar a Rocket, transformándose en la jovencita que era y volviendo a convertir sus manos en las de un poderoso gorila, cargando las herramientas. Cuando la vaquera se enfadaba por esas cosas, mejor no andarse con jueguecitos.

- Limpiaos los zapatos. - advirtió, abriendo la puerta.

La Sheriff entró en la casa y colgó su sombrero en la entrada. Todo el interior era abierto, y estaba cubierto por numerosos recuerdos del oeste. Cornamentas, cráneos de animal, astas y herraduras regaban las paredes. Todo lo que había allí recordaba mucho al acabado rústico, pero alguien con conocimiento sabría reconocerlo como material de alta calidad. Sobre la isla de la cocina había varios vasos de limonada helada, de la que se deslizaban gotas de agua por fuera a causa de la condensación. Aquello pedía a gritos que se lo bebieran.

- Seguro que un poco de limonada fría os irá bien. - ofreció a sus invitados, hospitalaria. El ordenador, sobre la mesa de café delante del sofá, hizo un ruido de aviso. La vaquera negó con la cabeza. No iba a perder ni un segundo mas de su tiempo con esa porquería de chatarra.

- Yo creo que sí... ¡Eh jefa! ¿Cómo lo ves?- La pequeña coneja miró de arriba a abajo todo y asintió sacando ligeramente el labio inferior. La verdad es que, a pesar de que no éramos unos bricomanitas había quedado todo tan bien que no pude evitar sonreír. De hecho, al hacerlo noté que mis labios habían vuelto a su tamaño normal, así que todo volvía a estar bien.- Somos unos hachas equipo. Bueno, ¿y ahora qué?-

La vaquera nos hizo arreglar un par de cosillas para que estuviese perfecto del todo y luego nos invitó a tomar algo de limonada en su casa. Me sentí como un niño que pinta la fachada de su vecina y es recompensado con una bebida fresca después. La verdad es que estaba de morirse de buena, hacía mucho tiempo que no tomaba algo así. En el espacio los limones y esas cosas escaseaban bastante. Teníamos otro tipo de frutas y bebidas, pero en su mayoría eran cosas muy amargas y poco sabrosas. No eran ni la mitad de dulces que los de Terra ni tan sabrosos.

- Esta bebida aviva el espíritu y rasca la garganta. ¡Quiero más! ¿Qué es?- Gamora frunció los labios al tomar la limonada y sonreí. No estaban acostumbrado a tomar algo así ácido y sus caras eran un poema. Me reí y golpeé la espalda de mi compañero con una palmada amistosa.

- Esto, querido Drax, se llama limonada. Se hace con limones, una fruta típica de aquí bastante ácida. No te recomiendo que te la comas a bocaos como las frutas en general, porque te picará la boca. Pero así en zumo está de morirse de buena. Se toma también con alcohol porque contrarresta el sabor amargo de este.- Drax asintió y se bebió de un trago lo que quedaba de su limonada. Gamora se lamió los labios con casi toda la bebida en el vaso.

- No me convence...-

- No será que es muy fuerte para ti, ¿verdad?- Gamora negó con la cabeza y suspiró. Yo sonreí y miré a la vaquera, la cual parecía estar peleada con su ordenador o algo por el estilo, debido a la forma en que lo miró y lo que había dicho antes de trasto cuando habló con la conejita. Hiedra y Groot entraron, con una sonrisa de oreja a oreja como la que ponía yo después de... Que me saliesen las cosas bien. Dejémoslo ahí. La verdad es que me alegré por nuestro compañero. Después de todo, no todos los días encontrabas a alguien que te complementase al ser un árbol andante de más de dos metros. Les saludé con una sonrisa y un guiño y me volví a Rebecca.- Perdone mi indiscreción señorita Logan, pero no he podido evitar escuchar que tiene problemas con su ordenador. Tal vez yo pueda echarle una mano si quiere. No es por presumir pero estoy acostumbrado a esta clase de tecnología.-

Cuando el mas grande de todos ellos se bebió la limonada, la vaquera se la rellenó con una sonrisa y luego dejó la jarra sobre la mesa. En ese momento, contempló la figura de Groot y Hiedra pasando a través de la cristalera abierta que había en la zona de la cocina. Su amiga llevaba una expresión que la vaquera jamás habría imaginado que podría llegar a ver en su rostro, y de alguna manera, se contagió de su entusiasmo guiñándole el ojo a través de la ventana cuando sus miradas se encontraron, dándole permiso expreso para que entrara sin llamar. Algo poco acostumbrado tratándose de la Sheriff.

- Esta es la fruta. - dijo acercándose a la nevera y sacando un limón, tendiéndoselo a Drax. - Su piel es casi tan fuerte como su sabor. - dejando al musculoso a lo suyo, vio la expresión de Gamora y se acercó a ella. - No tiene sentido que tomes algo a disgusto. ¿Prefieres probar el té helado? - preguntó la vaquera, cogiendo un vaso limpio y sirviéndole un poco, alargándoselo a Gamora. Dejó el vaso con la limonada, olió el té, miro con cierto reparo hacia la vaquera y luego a Quill, hasta que tomó un pequeño sorbo. Luego asintió, y miró a la vaquera asintiendo. De paso, sacó dos botellas de agua, de la favorita de hiedra, y se las tendió a su pareja de amigos vegetales. - Si necesitáis cualquier cosa, hacédmelo saber. - añadió la vaquera, en tónica general.

La moza de cuadras, convertida en humana por su parte, atrajo al mapache hasta el ordenador y comenzaron a trastear. Resultaba bastante cómico verlos juntos, porque Fauna aparentaba la edad de una adolescente, y él parecía entusiasmado con la idea de que ella le prestara atención. La vaquera negó con la cabeza frunciendo el ceño. De verdad odiaba ese maldito trasto.

- ¡Tengo que abrir un informe de mi corredor de bolsa, pero ese maldito trasto no para de sacar ventanitas y no me deja abrir el archivo!- intentar que Rebecca Logan se reconciliara con la tecnología era como explicarle a un hermitaño montañés que entendiese la teoría de cuerdas. Simplemente, no iba a pasar. La vaquera se acercó, sentándose en el sofá junto a Starlord. Estuvieron trasteando en el cacharro durante un rato, y por fin, se abrió la ventana. - ¿Qué es lo que dice, Fauna? - preguntó, mientras bebía un trago de limonada, y estiraba la espalda echando los hombros hacia atrás, haciendo notar aún más sin pretenderlo su pecho.

- A ver, a ver. - dijo fauna usando el ratón bajando, leyendo rápidamente. - Dice que... ha colocado todas las acciones que querías, que ha hecho un par de compras arriesgadas, que ha transferido el capital y...¡anda!- sonrió, girándose hacia ella. - Ha mandado una felicitación. Al parecer el emporio Logan ha alcanzado por fin los diez mil. - añadió, alucinada, mirando las cifras.

- ¿Millones? - preguntó la vaquera, como si fueran cifras perfectamente manejables. - Vaya, ese chico si que trabaja bien. No le contestes por aquí. Prefiero llamarle. También habrá informado a mi padre. No me extrañaría que al llegar mañana a casa tuviera un piso más en su chalet. - rió la vaquera. Acarició con ternura la cabeza de Fiona, que le devolvió una honesta y fiel sonrisa. - Imprime y déjalo en la mesa del despacho.- dijo la vaquera.

La chica cogió el ordenador y subió al piso de arriba, bajo la atenta mirada del mapache. La vaquera suspiró y se levantó del sillón, vaciando el vaso de limonada de un par de tragos y dejándo luego en el fregadero.

- Bueno, ¿Y que os ha traído aquí, Guardianes de la Galaxia? Y no tengáis miedo en explayaros. Tenemos tiempo de sobra. - dijo la Sheriff, mirando hacia Hiedra, que permanecía calmadamente sentada sobre el regazo de Groot. Desde luego no parecía tener ganas de irse a ningún sitio.

OCC:

Rocket corrió hacia el ordenador, así que levanté las manos y me volví a la situación que estaba viviendo Gamora en ese momento con la limonada.

- De acuerdo, de acuerdo, tú mandas tío. Gamora, has bebido cosas mucho peores que eso... ¿De verdad tan doloroso se te hace?- Y entonces la vaquera le cambió la bebida por un té helado. No pude evitar aguantarme la risa con un pequeño bufido. La mujer más peligrosa de la galaxia tomándose un té. Era para verlo y no creérlo. Había visto krees y broods cagarse literalmente encima al cruzarse con ella, y ahora ahí la teníamos, bebiendo un poco de té. Negué con la cabeza con una sonrisa y me senté en el sofá. Gamora me miró, frunciendo el ceño.

- ¿Qué?-

- Nada, nada.- Dije con una sonrisa y bebiendo un poco de limonada. La verdad esque era de las mejores que había tomado.

- Conozco esa mirada, Peter Quill. ¿Qué demonios estás pensando?-

- Nada, simplemente me resulta gracioso que una mujer como tú beba té. Es todo. Pero oye, no es nada malo.- Gamora puso los ojos en blanco y negó con la cabeza. Al menos el té la relajaría un poco. Rebecca se sentó a mi lado y le guiñé un ojo.- Oye, gracias por acogernos a pesar del desastre que hemos montado al llegar. Desde que llegamos a Terra no hemos tenido más que problemas.-

- Siempre hemos tenido problemas allá a donde vamos.-

- Si, pero estos son distintos. No es como si los fuésemos buscando. No nos hemos metido de lleno en la boca del lobo como otras veces. Es como si todo el mundo se hubiese puesto de acuerdo para odiarnos al mismo tiempo y ponernos pegas por todo.- Gamora dio un largo suspiro y Drax bajó la vista al suelo.

- Encontraremos nuestro sitio Peter, no te preocupes. Y sí, gracias por vuestra hospitalidad Rebecca. Estamos en deuda contigo y con Fauna.-

- Y nosotros siempre pagamos nuestras deudas.- Dijo el fortachón mientras alzaba la limonada en señal de respeto y agradecimiento. Puede que no fuesen los más educados, ni los más discretos, y que a veces sacasen a uno de quicio, pero no había nadie en el universo a quien habría confiado mi vida más que a cualquiera de esos cuatro compañeros, de esos cuatro amigos. Éramos una pequeña familia, y nada ni nadie nos separaría.

Rebecca se arqueó ligeramente hacia atrás mientras preguntaba a su ayudante qué decía el ordenador, y MUY discretamente eché un vistacillo al panorama. La verdad es que la tía estaba como un jodido queso, y si no te importaba un acento algo cerrado del sur se convertía en un auténtico partidazo. Tal vez le echase un poquillo la caña a ver si sonaba la flauta. Gamora me pilló de lleno y suspiró cansada. Yo me reí y le hice un movimiento con la cabeza como diciendo "tía, que uno no es de piedra". Pero ya me conocía demasiado. Volví a llevarme la limonada a la boca, a punto de terminar lo poco que quedaba.

- ¿Millones? Vaya, ese chico si que trabaja bien.- Casi me ahogué en ese momento. Tosí algo más descaradamente de lo que me habría gustado, perdiéndome la frase que seguía a eso que dijo. Me di un par de golpes en el pecho intentando recuperarme.

- Peter, ¿qué haces? ¿Te encuentras bien?-

- Sí, sí. Ha sido solo... Que se me ha ido la limonada por el otro lado...- Rebecca se levantó y se dirigió al fergadero para dejar el vaso. Aproveché el momento para inclinarme hacia Gamora sin dejar de mirar a nuestra anfitriona y hablar en un susurro pero mostrando incredulidad.- ¡La vaquera tiene un capital de diez mil millones de dólares!-

- ¿Y?-

- ¡¡¿Y?!! ¡Eso son más de veinte mil millones de unidades!- Los ojos de mi compañera se abrieron tanto que creía que se le iban a salir de las cuencas. Estaba convencido de que Rocket había escuchado también eso, y me preguntaba si acababa de tener un infarto.- ¿Sabes la cantidad de Milanos que podríamos comprarnos con tan solo una décima parte de todo ese dinero?-

- Peter, ya sabes que no apruebo tus actividades... Procreativas, pero tiens que camelarte a esa mujer.-

- ¿Qué? ¿Se te ha ido la olla? ¡No pienso acostarme con ella por dinero!-

- Oh, venga ya. ¡No hagas ahora como si tuvieras principios! Lo has hecho por mucho menos. Ha sido tu culpa estrellar la nave y tienes que compensarnos por ello. Camélatela. Intenta engatusarla para que nos eche una mano.-

- Gamora, ni se te ocurra ir por ahí. Ella es nuestra anfitriona, nos ha acogido, y este tema se ha terminado.- Dije al momento en que la rubia volvía hacia nosotros y le ofrecí una sincera sonrisa. Ante su pregunta me rasqué un poco el cogote y fruncí los labios.- Bueno, digamos que somos una especie de héroes del espacio. Protegemos la galaxia y el universo de los malos que quieren esclavizarla o acabar con ella. Hay de todo tipo, no sólo los típicos verdes de marte que hayáis visto en las películas. El caso es, que con todo el choque este de universos parece que la cosa está de un patas arriba de no te menees, y hemos venido a Terra para ver que todo estaba bien y a comprobar que no necesitaban nuestra ayuda para cualquier cosilla. Pretendíamos quedarnos por aquí algún tiempo y luego volver a nuestro planeta para informar de la situación. Sin embargo, por casualidades de la vida nos hemos quedado con una mano delante y otra detrás. Lo cual me va a costar un broncón de aupa sin dudarlo por parte de la Nova Prime... La Nova Prime es la jefa del cuerpo Nova, un grupo de policías espaciales, por así decirlo, que, al igual que nosotros, se encarga de mantener la paz y el orden. Lo que pasa es que nosotros a veces usamos métodos que algunos podrían tachar de poco ortodoxos... Pero oye, si conseguimos parar a los malos es lo que cuenta.-

- Siempre se lo digo, pero la Sheriff odia todo esto. - negó Fauna con la cabeza, exasperada, murmurando para que la vaquera no la oyera. Al ir a retirar el mando para que Rocket tuviera espacio para el ratón, rozó por un momento una de sus zarpas.

- En todo caso, deberíais estar agradecidos a Hiedra. Habéis tenido suerte de contar con Groot. Si no, ahora todos vosotros no seríais mas que compos para plantas. - comentó la vaquera, mirando a su amiga, que parecía absolutamente feliz. Jamás la había visto así. - ¿Verdad Hiedra? - preguntó para ver si al menos aún respondía a estímulos externos.

Cualquiera habría considerado una temeridad ponerse a hablar de dinero delante de unos totales desconocidos. Por otro lado, pertenecían a ese amplio grupo de gente que se partía los cuernos para que la gente corriente no tuviera porqué preocuparse de todo aquello que no podían enfrentar por sí mismos. En cualquier caso, tampoco sería difícil encontrarlos teniendo en cuenta lo que sabía de ellos. Una simple descripción, y la sheriff los encontraría en cualquier punto del globo. En toda su vida no había visto ni un sólo mapache que hablara y menos que pudiera teclear en un ordenador con esa maestría. En el momento en que escucharon la cifra, toda su buena disposición por aparentar se fue al garete, entre la tos del chico al que la vaquera dio un par de palmadas en la espalda esperando que recobrara el aliento, y los cuchicheos siguientes mientras dejaba el vaso en la pila, quedó claro el efecto que la cantidad había tenido en los presentes. Lo penoso es que el dinero cambiaba el trato de la gente hacia quienes lo tenían.

- Parece mentira. Toda una sociedad flotando por el espacio y a nosotros aún nos quedaban dudas sobre si el tal Aldrin pisó o no la maldita luna. - rió la vaquera negando con la cabeza. Fauna no pudo evitar reír. Después de tanto tiempo aún le resultaba divertido que dijera cosas así. Había aprendido hace mucho tiempo que ese tipo de comentarios distaban mucho de ser por ignorancia. Mas bien por cumplir, con cierta ironía, con el prejuicio que se esperaba de lo que muchos habrían llamado paleta tejana.

- Se lo dije sheriff. Me debe diez pavos. - dijo Fauna siguiendo la broma, después de bajar de haber hecho lo que le había mandado. Cuando oyó al mapache hablar respecto a sus armas trucadas, Fauna soltó una risilla excitada como de hiena, sin poder evitarlo. - Seguro que el sonido de eso debe ser impresionante. Lo máximo que yo llegué a hacer con ayuda de unos compañeros fue crear una bomba de vacío. Con una carga del tamaño de un melocotón y unos campos magnéticos especiales los pilares del edificio implosionaron hacia dentro. ¡Puf! Como quebrar palitos de helado.- dijo con una sonrisa nerviosa, mientras recordaba.

La mano de la vaquera sujetó entonces el mentón de Rocket para atraer su mirada avispada hacia la suya azul como un estanque en calma. Sus dedos acariciaron su barbilla con cierta delicadeza, llamando su atención.

- Haz el favor de no sobreexcitar a mi moza de cuadras, forastero. Como sigas así se meará en la alfombra.- añadió la vaquera, haciendo que Fauna la mirara con mudo reproche.

- ¡No es verdad!¡ Estoy muy bien educada!- dijo al tiempo que le aparecían dos orejas de perro sobre la cabeza, y una cola se abría paso entre sus dos nalgas. Luego, sin mas, se convirtió en un perro negro lobo de gran tamaño, se subió al sofá pasando sobre Starlord y se lanzó contra la Sheriff lamiendo su cara e intentando hacerle cosquillas con el morro. La Sheriff la cogió por el cuello y le dio la vuelta, rascando luego su tripa mientras ella ladraba, excitada. Cuando le pilló el punto de la pata, la meneó un par de veces mientras se revolvía para que la soltara.

- ¿Queréis ver de donde sale el dinero? Venga. Todos fuera. Os lo enseñaré. - dijo la vaquera levantándose del sofá, tendiendo una mano a Starlord para ayudarle a levantarse y poniendo camino a la puerta. Dejó que todo el mundo saliera antes que ella, y luego se colocó el sombrero, cogió los látigos, que amarró a cada lado de sus caderas y cerró tras de sí. Con las caderas torneadas y esa cadencia acompasada por las espuelas, puso paso seguro al cercado en el que estaban las yeguas, comiendo en sus morrales. - El emporio Logan no es únicamente este rancho. Tenemos terrenos, propiedades, un importante grupo de producción cárnica, peleterías, centros de conservación, y somos albaceas de una de las mayores colecciones privadas de objetos y documentos de la historia americana. Pero lo que se hace en este rancho, además de la ganadería, y por lo que se le conoce, es por la cría de semental. - se acercaron hasta el corral donde uno de sus chicos apartaba a una de las yeguas que no tenía morral, llevándola al interior de una de las cuadras. - Somos expertos en cubriciones. Tenemos un índice de embarazo bastante alto, y algunos de los mejores sementales del mundo. La mayoría de estas yeguas están aquí esperando el celo. - dijo, mientras dejaba el cercado atrás, y entraba en las cuadras. Los sementales estaban tranquilos, pero atravesándolas, se llegaba al patio pequeño y cerrado en el que se hacían las montas. - Por cierto Hiedra, me gustaría hablar contigo sobre como progresa lo que estuvimos hablando. Tengo a un par de machos, buenos montadores, pero están pasando por aprietos. Ya han llegado los resultados, y según los veterinarios no hay razón médica para su escasa reacción al celo de las hembras. Así que no se trata de algo físico, como creímos en principio. ¿Hay algún avance, respecto a tus averiguaciones?- preguntó la vaquera, con el gesto suavemente contraído a causa de la preocupación. - Ese es Red Cardigan. - dijo señalando al semental que estaban metiendo en el patio. - Entre hoy y mañana tendrá que cubrir a esa yegua. El precio de cada cubrición natural se paga a 3.000 dólares mas su manutención. Su semen congelado, se cobra a 500. Él mismo vale 9 millones de dólares. - los mozos ataron a la yegua al corral. El semental se encabritó y piafó, mientras se acercaba a ella, tirando de las riendas. Los chicos lo ubicaron cerca de la hembra, permitiendo que la oliera, y esta estuvo a punto de golpearle con una coz de una de sus patas, que el caballo esquivó alejándose con una cabalgada. - En esta industria es fácil que a la gente se le olvide que un animal tiene instintos. Que no se puede controlar todo. Nosotros utilizamos varios procesos de doma, criamos campeones de carreras, sementales y caballos de concurso. Es fácil olvidar que son seres vivos cuando la gente los ve como meras herramientas.- dijo con un tono que dejaba entrever un deje frío en su voz. - Aquí la única verdad universal es que todo ser vivo se ha de tratar con respeto. - añadió, dejándolo claro. - Y ahora, ¿Porqué no dejamos a los chicos hacer su trabajo, y nos damos un paseo por el bosque? ¿Que opinas Hiedra?- preguntó la vaquera. Seguro que un paseo les vendría bien. Serviría para abrir el apetito.

Madre mía con Rocket. Si me hubiesen dicho antes de estrellarnos que iba a ser él quien ligase estando esos dos bombones en la casa no me lo habría creído. Bueno, él y Groot, que tenía a la chica de verde loquita. No me podía quedar de brazos cruzados. No teníamos sitio donde dormir, y como no me camelase a la vaquera me iba a tocar compartir lo que puñetas fuese con Drax seguro. Dios, otra vez dormir abrazado a él no por favor... Agité la cabeza y preferí no pensar en ello. Lo que me faltaba tener en la cabeza vamos. La ayudante de la vaquera se transformó entonces en un enorme perro negro que se subió al sofá y comenzó a lamer a Rebecca con ánimo y energía. Yo, por el contrario, en vista de que me daba la espalda, me golpeó con el rabo varias veces en toda la cara, provocando que escupiese por los pelos que me entraban en la boca. Agité los brazos para apartar un poco su cola. Por suerte cambió la postura y se tumbó, permitiendo que la joven le rascase el vientre. Esta se levantó y nos ofreció enseñarnos de donde sacaba tanto dinero. Asentí sacudiéndome un poco la chaqueta y me levanté, tomando su mano, siguiéndola al exterior.

Una vez en los jardines nos empezó a explicar un poco de qué iba todo el negocio que mantenían. No sólo se trataba del comercio de caballos. Tenían de todo allí. Que si negocios con carne, peleterías, centros de conservación...

- ¿Qué es una albacea? ¿Se come?-

- Pues... Una albacea es la persona encargada por un testador o por un juez de cumplir la última voluntad del causante y custodiar sus bienes. Básicamente guardan el dinero o las tierras o lo que sea de un difunto hasta que sus herederos las toman.- ¿Que cómo sabía esa palabra? Cuando uno da vueltas por la galaxia día y noche acabas escuchando y aprendiendo de todo. La explicación pareció satisfacer a Drax ya que seguimos escuchando lo que nos contaba la vaquera. Cuando se puso a hablar acerca de los sementales y el precio del semen, Gamora me dio un golpe en el hombro y se rió.

- Mira Peter, ese trabajo te iría al pelo.-

- ¿Estás de coña? No pienso vender mi semen por muy semental que yo sea.- Ella sonrió, satisfecha de haberme picado y que yo hubiese caído, y negando con la cabeza seguí a la vaquera en su explicación. Inevitablemente, cuando ella dijo lo de que no dejaban de ser seres vivos y no sólo bichos para el comercio, recordé cuando salí con una kymelliana. Era cierto que mucha gente consideraba a los animales como seres inferiores o que sólo debían usarse para comercio y esas cosas. Pero tras tanto tiempo conviviendo con Rocket ya estaba más que acostumbrado a cruzarme con seres de apariencia animal que me demostraban que también tenían un algo. Rocket no era un mapache exactamente. Bueno, a ver, tenía apariencia de mapache, pero provenía de un planeta lleno de seres como él, y aunque muchos los consideraban inferiores a mí me parecían tan buenos como cualquiera.

Hiedra no fue tan extensa como la vaquera, pero tampoco importaba. Cierto era que sería mejor dejar a los mozos trabajando, y además un paseo por el bosque siempre era agradable. A veces olvidaba lo bonita que era Terra. Claro, que cuando has estado en mundos que sólo podrías imaginar, con rocas flotando por el magnetismo o en planetas totalmente desérticos iluminado por dos soles olvidas los pequeños detalles que hacen único cada lugar. Me dejé embaucar por el aroma de las plantas, cerrando ligeramente los ojos y sonriendo. Veía a Groot y Hiedra tan unidos, tan... Hechos el uno para el otro... Era inevitablemente hermoso.

- Yo soy Groot.-

- El bosque este... ¿Lo has hecho tú? Quiero decir, he visto antes que entre los dos reconstruíais lo que habíamos volado, y me preguntaba si todo esto lo creaste tú o ya estaba cuando llegaste aquí... También me zumba en la cabeza el cómo os conocisteis y demás... Esas historias suelen ser graciosas.- Miraba distraído las copas de los árboles y los interminables troncos, llenos de rugosidades de todas las formas y colores. Un paisaje digno de recordar sin duda.

Después del paseo con el rancho comenzaron a avanzar hacia los terrenos colindantes que era los que ella había cedido a Hiedra. Había comenzado como un trato comercial. Así ella podía tener pasto continuo y de la mejor calidad, y esa mujer un lugar donde no pudieran censurar sus ansias de espesura. Pero al final, había acabado siendo algo mucho más íntimo para ambas. Habían mantenido largas charlas, se habían encubierto y conocían más de lo que cualquier otro podría. Eran dos mujeres celosas de su intimidad, y aún así, de alguna manera, consiguieron contactar la una con la otra. Seguramente su gran amor a la naturaleza fue parte importante de la cimentación de su amistad.

- Que lo cuente Hiedra, que es mas gracioso. - dijo la mujer mientras caminaban, contoneando las caderas con su natural paso, procurando no engancharse con ninguna liana o flor a punto de salir.

Para Ivy ese bosque era tan privado como lo era para ella su hogar, de tal manera que había que respetarlo de igual modo. Ella lo recordaba claramente. Había estado a punto de matar a un hombre por que había roto una de sus macetas. Se había acercado a ella y le había cedido el sombrero para que no sufriera por la planta. Así fue como se conocieron. Por no hablar de su encuentro con Harvey "medio lleno" Dent. Lo que le vió hacer a ese hombre termino de convencerla  sobre que tenerla como aliada sería sin duda una de las mejores opciones que tendrían jamás.

- ¿Y donde pretendíais ir vosotros, antes de que vuestro cacharro se estampase aquí?- preguntó la vaquera, con cierta curiosidad. Aunque prácticamente todo lo que incluyera más maquinaria que un horno de gas le daba problemas, si que se preguntaba que haría ese tipo de gente, que tan alejados estaban del modo de vida que ella conocía.

- Ah, ya, claro...- Ni idea de lo que me estaba contando la mujer verde. Que si olmo americano, que si salicacafu o no se qué... No tenía ni idea de plantas. Para mí un árbol era un árbol, no sabía nada de las especies, entre otras cosas porque las plantas que encontrábamos fuera de Terra eran bastante distintas. Algunas medían como un edificio de grandes, con ojos del tamaño de un camión. Además, el experto en plantas era Groot. Yo era más de otras cosas, como naves... O mujeres, como el pivón de cabellos dorados que nos acompañaba.

La verdad es que había hecho un trabajo precioso con aquel lugar. Había pocos bosques tan puros o vivos por así decirlo. También era posible que a su paso los árboles hablasen con ella y por eso me lo pareciese. Pero bueno, fuera como fuese el caso es que era un sitio bonito. Nos contó entonces su historia. Bueno, la historia de cómo se conocieron ella y la vaquera y la verdad es que alcé las cejas y sonreí cuando nos contó que fue en una institución mental. Una historia la mar de curiosa a decir verdad. Así que se tomó la justicia por su mano. Muy a mi estilo. Me gustaba, le daba más diversión a la situación. Asentí cuando acabó la historia.

- Vaya, ¿así que sois dos chicas malas eh? Es broma, nosotros también nos tomamos un poco la justicia por nuestra cuenta de vez en cuando. Digamos que somos forajidos que hacen lo que otros no se atreven a hacer para mantener la paz y evitar que los malos destruyan todo. Nosotros hemos visitado la mitad de las cárceles de la galaxia. Al final te acabas acostumbrando. Me alegra que vuestra unión sea parecida a la nuestra.- Era una buena historia, una de esas que podías contar y la gente disfrutaba escuchándola. La vaquera nos preguntó entonces qué hacíamos allí en Terra. Ante su pregunta, me rasqué la barba y me encogí de hombros.

- Bueno,digamos que veníamos a ver a unos amigos. Nosotros no vivimos aquí en Terra, sino un poco donde nos lleven los vientos solares. Para ser exactos, veníamos a ver a los Vengadores, no sé si os suenan. La galaxia ha sufrido un fuerte cambio repentino, y es posible que esté en peligro. Y nosotros somos los que se encargan de protegerla. Es cierto que nos saltamos la ley de vez en cuando, pero al final intentamos hacer el bien. Por eso nos llamamos los "Guardianes de la Galaxia". La protegemos como nadie más se atrevería a hacerlo por las repercusiones, y hasta ahora creo que lo hemos hecho bien. Sin embargo, existen artefactos en las profundidades del universo que pueden dstruírlo por completo si caen en las manos equivocadas, y como algunos de estos han desaparecido estamos un poco en alerta. Son pequeñas piedras del tamaño de una almendra. Si veis alguna no dudéis en avisarnos.- Hiedra frenó en seco y nos paramos todos en el sitio. Al fin y al cabo ella era la líder de ese pequeño grupo en ese momento debido a que estábamos en su bosque. Se giró hacia la vaquera con el gesto torcido, como si acabase de ver algo horrible que ella no debía ver o como si hubiese escuchado algo que tomó sentido en su mente.- ¿Las habéis visto? ¿Sabéis a lo que me refiero?-

Sin embargo, mi esperanza desapareció cuando Gamora suspiró casi como un siseo.

- Vaya por dios...-

- Creo que ya te lo dije en su momento, pero es que ese tío no te va nada. - dijo la vaquera aferrando con sus manos el cinturón de la pistolera.

De eso hacía unos cuantos meses, pero con ella había adquirido un nivel de intimidad que hacía años que no alcanzaba con nadie. No sólo porque habían sido capaces de comprenderse enseguida la una a la otra, como si sus principios hubieran pasado a ser parte esencial de su relación mutua, si no también por su capacidad para reconocer en la otra alguien a quien respetar. Su confianza la habían ganado con el tiempo, haciendo cosas juntas, trabajando mano a mano. Recordaba con claridad el día que unos indeseables habían tratado de sacrificar a dos perros en los límites de su bosque, y la llamó. Sin miramientos, la Sheriff impartió justicia, e Ivy se comprometió con su causa cuando convirtió sus restos en compos. Ese día compartieron todo la una con la otra. Sus esperanzas, sus sueños, su pasado. Nate y Woodroe. Todo. Desde entonces eran un sólo organismo que existía en equilibrio.

- Mientras ningún animal salga herido en el proceso, ni dañéis mas el bosque, haré la vista gorda a los forajidos por una vez. - dijo la vaquera sonriendo con picardía, mientras señalaba con unos suaves golpecitos de dedo la estrella que se mantenía como un símbolo reluciente sobre su pecho.

Entonces la marcha se detuvo. Con una media sonrisa extrañada, la Sheriff se adelantó hasta donde estaba su amiga.

- ¿Ivy? ¿Que pasa? - preguntó, mientras observaba esos ojos verdosos totalmente abiertos. La compañía mutua había hecho que fuesen capaces de reconocer entre ellas el tipo de expresiones que para cualquier otro habría sido imposible. Pero lo que vio Rebecca en ese momento en los ojos de Hiedra la desconcertó aún mas. Creyó ver preocupación, una que casi lindaba con el pánico. El rostro de la vaquera se tornó serio. - Hiedra.- le dijo con un tono calmado, de quien está acostumbrado a mantenerse bajo control en la peor situación.

Entonces un petardazo sonó en algún lugar del bosque, seguido de las risas. La Sheriff miró hacia arriba al tiempo que una estela de humo sobresalía de la figura del mapache y otra criatura volando a la par, haciendo cabriolas. Durante unos segundos la vaquera se quedó helada, observando sus figuras risueñas perdiéndose en el cielo azul y el mar de copas verdes. Durante unos segundos inacabables, no movió ni un músculo, hasta que por fin su rostro se encontró con el de Hiedra. Con las pupilas contraídas en un punto negro perturbado por la cólera, que ni siquiera los que la llamaban "horror tejano" habrían visto, escuchó ese monosílabo de boca de Ivy, y de alguna manera, confirmó lo más iracundo de sus sospechas.

Con un silbido ensordecedor que hizo aullar a los perros, la vaquera arrancó a una carrera que sólo Hiedra y Groot podrían haber previsto. Impulsada por una fuerza que parecía imposible incluso para el físico trabajado de la vaquera, con un grito salió corriendo entre las raíces verdes y los troncos dejándolos atrás a su paso como si no supusiera dificultad atravesar el terreno. Dentro de la visión de túnel que la rabia le había formado, atravesó el precioso paraíso de Ivy con la impresión de que los árboles se doblaban a su paso y la azotaban con sus ramas plagadas de hojas, haciéndole arder el cuerpo. A su lado, los perros la alcanzaron corriendo mientras ella seguía gritando llamándolos, aullando hasta que su manada estuvo completa. Tras sus huellas, Smile y Teeth acudieron en su busca ladrando como lo harían en un día de caza los perros de presa. Sus oídos se centraron única y exclusivamente en oír la estridente risa de su moza de cuadras, o el desacostumbrado sonido de los cohetes y los gritos, obviando todo lo demás. Las posibles llamadas de los guardianes o de su propia amiga. Las raíces le hicieron resbalar y estuvo a punto de caer, chocó de frente contra uno de los árboles haciéndose daño, pero no se detuvo para averiguar dónde o cómo. Continuó corriendo hasta que notó arder el cuerpo, y el vómito a punto de escapar. Entonces, la luz la cegó durante un instante al llegar al claro. Cuando recobró la vista...

La figura sentada en el suelo tenía los brazos enrollados en torno a la cabeza peluda. El ardor que sentía en los músculos dejó de importar cuando su furia creció hasta tal punto que no pudo encontrar palabras. Con una señal conjunta de voz y gesto, los perros comenzaron a gruñir y se abalanzaron contra la pareja. Fauna reaccionó apenas sorprendiéndose, y su cuerpo se transformó en el de un mastín negro que Smile mordió haciéndolos rodar por el suelo. En un momento, se convirtieron en una nube de pelajes, gruñidos y ladridos. La vaquera desenfundó su arma, y el plomo caliente comenzó a volar, mientras sus pupilas se contraían aún mas. Todos llegaron a tiempo como para ver como la mujer empezaba a disparar contra la pareja, errando los tiros. De todos ellos, sólo Hiedra sería capaz de darse cuenta de que la vaquera no había hecho ni un blanco.  Verla fallar no era nada habitual. Verla fallar todo, prácticamente era imposible. La vaquera volvió a gritar, llevada por una desesperación que no parecía humana. Por su expresión, recordaba más una bestia.

Su pobre Fauna...

Ya no podía hacer mas por ella. Después de lo que había hecho sólo le quedaba una cosa. Tenía que liberarla de su terrible crimen.

Tenía que matarla.

- ¿Qué? ¿Qué pasa? ¿Por qué nos detenemos?- Escuché un ruido parecido al de un fuego artificial o algo por el estilo y vi como Rocket y la chica pasaron a toda velocidad volando sobre nosotros, entre las ramas de los árboles. Gamora negó con la cabeza y resopló.

- Al final va a prender algo...- Sin embargo, no tuve tiempo de responderle ya que la vaquera y la mujer de verde salieron a toda velocidad en la misma dirección que mi compañero y su nueva amiga. Groot también corrió con ellas y, tras un par de segundos donde me encogí de hombros decidí correr yo también. Escuché un fuerte silbido y acto seguido los ladridos de los perros a lo lejos. ¿Qué estaba pasando? ¿Habían visto todos algo que yo no? Bueno, Gamora y Drax tampoco parecían haberlo visto, así que no me preocupó demasiado. A lo mejor era algo de las mujeres y por eso no tenía ni idea. Fuertes crujidos llenaron el bosque de ecos como si de una película de terror se tratase. Aceleré un poco el paso empujado por ello debido a que ahora sí que pensaba que algo malo estaba pasando. Y entonces, ese sonido que tantas veces había escuchado y ahora sí que sabía que la cosa estaba tensa. Disparos. Tanto los de un revolver como los de la pistola que tantas veces había oído usar a Rocket. Activé mis botas y salí volando a toda velocidad para poder alcanzarlos. El casco se me activó mientras atravesaba el bosque esquivando los troncos con agilidad. Cuando llegué a aquel claro los ojos se me abrieron muchísimo. Vi a la vaquera disparando contra mi amigo y el enorme perro negro en el que se había convertido la muchacha en la casa, y estos rodeados por unos enormes perros de caza que ladraban con fuerza. Rebecca disparaba contra ellos, y sentí miedo por Rocket. Me lancé contra la rubia, derribándola y cayendo contra el suelo. No podía dejar que le disparase, así que intenté dejarla atrapada entre mis brazos. Hiedra también había intentado frenarla, y seguramente de no haber sido por ella ahora mi amigo tendría dos o tres balas en el pecho. Apreté los dientes mientras notaba como la mujer se revolvía entre mis brazos, con una fuerza mucho mayor de lo que imaginaba. Seguía disparando contra ellos sin importarle nada. Desactivé el casco para que pudiese oírme bien.- ¡¿Pero qué demonios te pasa?! ¿¡Por qué les disparas!?-

Noté un duro y frío golpe en la nariz al que se unió un penetrante dolor. Me llevé las manos a esta, dejándola libre. No podía ni abrir los ojos y en seguida noté el olor y sabor a hierro de la sangre. Me levanté y vi como Groot ya se había encargado de dejar a los dos tiradores atados y quietecitos. Me limpié la cara con el dorso de la mano y escupí sangre mientras sorbía ligeramente con la nariz. Vi que Hiedra hablaba a la vaquera con calma, con una calma que yo sinceramente no entendía cómo podía mantener dada la situación. Gamora y Drax llegaron a los pocos segundos, con la espada y los cuchillos fuera, preparados para lo que fuese que se encontrasen en el claro. Levanté la mano hacia ellos señalando que se mantuviesen relajados, que parecía que la situación estaba controlada. Miré a las dos mujeres entonces, al tiempo que el dolor de la nariz iba lentamente desapareciendo.

- ¿Se puede saber qué demonios ha pasado? Rocket, ¿estás bien?- Forcejeaba mostrando los dientes, pero no parecía herido. Eso me calmó. No me gustaba que nadie atacase a mis amigos, fuera quien fuese, por muchas razones que tuviesen.

Era increíble como en un momento, todo dejaba de importar. Hiedra, su bosque, su amor encontrado. Sus invitados. El universo entero se reducía a lo que su moza de cuadras le había hecho. Ahora estaba convertida en un perro negro con la pata dañada a causa de la pelea con sus otros dos canes, pero sus heridas no eran relevantes en realidad. Pronto dejaría de sentir el dolor. No sentiría nada. Sería como un pellizco muy fuerte. Era la única manera de mantenerla a salvo, antes de que pudiera entender el terrible error que había cometido. Su mano se movió como un guiñapo, y el césped saltó por los aires, pero la vaquera no lo reconoció como si hubiera sido su mano la que apretara el gatillo. Su perspectiva cambió al verse impulsada hacia delante y aplastada por otro cuerpo que trataba de mantenerla lejos de su objetivo.

El golpe fue bastante brutal, y de haber podido sentir algo mas allá de rabia en ese momento, seguramente se habría resentido por el dolor que le había producido caer con el pecho y los codos sobre el suelo. Entre una especie de manchas difuminadas encontró un rostro que le gritaba, y recordó que ya no podía ver a Fauna. Golpeó a Peter con fuerza, sin reconocer si era hombre o mujer. Sólo quería que la soltara. Rápido. Rápido, antes de que sea consciente de lo que ha hecho. Pobre niña. No tenía ni idea.

Se giró y continuó disparando. No escuchó sus propias detonaciones, no escuchó los propulsores de las botas de Rocket, ni los gañidos de sus perros, medio llantos, medio ladridos, por los golpes que el roedor alienígena les había dado. Algo la aplastó por completo contra el suelo, y la levantó, haciendo que cambiara de posición. Forcejeó hasta que le dolieron las articulaciones sin parar de gritar hasta desgañitarse. En ese momento su conciencia volvió por un segundo, antes de irse brutalmente lejos, dejando a la vaquera con una expresión totalmente vacía. El arma cayó de su mano, entreabrió los labios, y sus ojos perdieron toda muestra de vida, sin moverse, ni responder lo mas mínimo.

Desde que saliera de Arkham, era el primer ataque que sufría sin estar desnuda...

"El olor del heno.

Es tan agradable, aunque se que a otros no les gusta, a mi me encanta. Para mí, huele como el hogar. Es tan cálido, tan apacible. Ni siquiera el olor de la caca de animal puede estropearlo. Su cuadra, además, tiene un olor especial. El resto de caballos huelen fuerte, pero ella no. Ella huele como a zanahoria picada, y a veces, a manzana. Su olor es el más dulce.

Noto el azúcar pegajoso en mi mano. Dos terrones. No quiero deshacerlos, sé que a ella le gustan enteros. Miro los pequeños cubos, sonrío. Nada me ha hecho feliz, hasta que la conocí. Nadie ha conectado conmigo como ella. Puedo oírla, incluso desde fuera. El sonido de sus pezuñas es inconfundible, incluso sobre paja.

Me detengo, nada mas entrar. Hay algo. Algo horrible. Como si la luz fuese a ponerme enferma. No entiendo porqué me siento así, pero no voy a dejar que eso me detenga. Tengo que verla, para desearle buenas noches. Doy un paso y luego otro. Siento náuseas. ¿Ese sonido? ¿Qué es?

Suena como alguien que carga con algo pesado.

Me tiemblan las manos, cuando llego hasta la verja. No soy muy alta, así que tengo que ponerme de puntillas, para asomarme por encima..."

Como de un lugar distante, la voz de Hiedra hace que los ojos azules se fijen en ella. La oye, como un murmullo que se aleja. No es lo que crees. No es como ellos. Es como nosotros. Nosotros. Su mirada confusa se dirigen hacia Groot mientras su pecho y su pulso se aceleran y su cuerpo tiembla.

"Esta ahí, acariciándola.

Le ha cepillado el pelo. Lo sé.

Siempre le quita la trenza cuando yo se la hago. Su mano gorda y sudorosa está acariciando su lomo del color de la canela. Oigo, como si me lo hiciera en el oído, cada centímetro de pelaje que toca.

Gruñe, como si acabara de correr diez kilómetros, y se queda allí, mirándola.

Está inquieta, repugnada a su lado, sin lugar al que huir.

Mi mano está húmeda. ¿Que tengo en mi mano? Vómito. He intentando contener la primera bocanada, pero no puedo. Descargo todo mi estómago delante de mi. Mi mano manchada se apoya en la pared. Me tambaleo y choco con el hombro contra todo. ¿A que huele? Es horrible.

Mi padre grita, y al hacerlo, saco fuerzas de flaqueza de donde ya no me quedan.

¿Te ha hecho algo?

¿Te ha hecho algo, Trenza?

No la salpiques...Papá.

Por qué la salpicas."

Guiado quizá por una capacidad previsora, Groot liberó a la vaquera justo a tiempo para que con una de sus manos apartara a Hiedra Venenosa de en medio. Su mano recibió la sensación hurticante, como un millón de agujas calientes diminutas clavándose en su piel. Dio dos pasos en los que amenazó con caerse, y se inclinó hacia delante. Con un violento espasmo, el vómito se esparció por el suelo. Dió dos pasos, intentando alejarse algo mas de ellos, pero volvió a doblarse hacia delante cuando volvieron las arcadas. Continuó, y continuó, hasta que no quedó nada. El estómago le dolía como no recordaba en la vida, y aunque había vaciado todo lo que tenía, los calambres en su vientre no cesaban. Continuaron sacudiéndola, mientras las lágrimas le caían por la cara. No lloró como lo harían los niños, lágrimas a lágrima. Varias se deslizaron hasta empaparle la cara, sin síntomas de parar, como tampoco lo hacían las arcadas. Cuando la bilis se acabó, continuaron los gestos. Intentó avanzar un poco más, agarrando su vientre con una mano. Estaban siendo tan seguidas, que al llegar a un punto, ni siquiera podía hacer una pausa para respirar. Cuando eso sucedió, una pierna le cedió y cayó al suelo, quedando de lado.

Pero las arcadas no cesaban. Ni las lágrimas tampoco.

Todo sucedió muy deprisa. Fue una de esas situaciones en las que te ves envuelto donde pasan cosas tan dramáticas o inesperadas y tan rápido que te quedas parado totalmente unos segundos (o minutos, dependiendo de lo impresionable que seas). En mi caso, acostumbrado a tener que improvisar a diario para salir airoso de situaciones tensas, que la mujer de repente se quedase como en un estado de ausencia total, y acto seguido se convirtiese en una especie de fuente andante me dejó con los ojos muy abiertos durante unos largos segundos. Groot la dejó en el suelo y, tras comprobar que Rocket estaba bien, volví la mirada a la chica. No entendía nada... ¿Qué había pasado? Intenté hacer memoria de lo que habíamos visto y oído, si había tocado o comido algún tipo de planta o algo por el estilo venenoso... Pero no me venía nada a la mente. Al menos nada de lo que me hubiese percatado. Quizá... ¿La milano? ¿Podría haberle dado alguna radiación o algo que la hubiese dejado en ese estado? No, no lo creo. El cuerpo Nova se había cerciorado de limpiar la nave para evitar contaminación maligna o radiación. Entonces... ¿Por qué vomitaba así?

La mujer de verde (Hiedra, que no Gamora) la sostenía con cuidado, apartándole la trenza de la trayectoria de sus fluidos y acariciando su espalda con delicadeza. Las lágrimas salían de sus ojos sin parar, y me sentí bastante fuera de lugar. No sabía qué demonios hacíamos allí, ni por qué estábamos en Terra. Es decir.. Vale, sí, habíamos ido para hablar con los Vengadores y demás para advertirles de todo el tema de las gemas del infinito y todo ese rollo... Pero una parte de mí sabía que aquello que estaba sucediendo ante nosotros había sido nuestra culpa, y me sentí bastante mal. Es decir, a veces nos saltábamos un poco la ley y demás, pero siempre buscábamos el bien. Y aquella muchacha nos había acogido en su casa, sin importarle que le hubiésemos destrozado la valla y los árboles... Y le causábamos esto... No estaba bien.. No era nuestro estilo. No era mi estilo en absoluto...

Rocket preguntó lo mismo que el resto. Si había algo que pudiésemos hacer. Si era necesario ir a buscar medicinas o algo yo mismo podría ir volando con las botas y volver en cuestión de... Dependiendo de lo lejos que estuviese la ciudad, pero esperaba que no mucho. La mujer dijo que la llevásemos a la casa, y así hicimos. Corrimos tan rápido como pudimos, sin saber muy bien qué hacer, al menos yo. Calma, vamos, sabes como lidiar con estas cosas. Es cuestión de... Pensar un poco... Pero antes de darme cuenta ya estábamos en el interior de la casa, y Hiedra nos dio unas órdenes bastante precisas y directas. Entré el último y cerré la puerta tras de mí. Miré entonces a Rocket y me mordí el labio.

- Será mejor... Que vigiles esto, para que no entre nadie... No tengo ni idea de qué ha pasado, pero en cuanto lo sepa te lo diré. ¿Ok colega? Tranquilo, se pondrá bien...- "Espero". Busqué un barreño y unas toallas guiado por la chica que siguió en forma de perro y usó su hocico para indicarme dónde encontrar cada cosa. Subí al piso de arriba junto con Gamora y Drax, repartiéndonos las cosas para no ir solo yo cargado. Entramos en la habitación y vimos a la mujer recostada junto a la cama, haciéndole la trenza a la rubia. Parecía encontrarse algo mejor, pero ni idea de qué podía ser lo siguiente. Saqué mi pistola y mojé un par de toallas con agua muy fría, para ofrecérselas después a Hiedra. Llené también los barreños y en cuestión de segundos parecía que todo estaba bien. Me acerqué a la cama, quedándome a una distancia segura. Me rasqué la nuca y suspiré.- ¿Qué... Ha pasado ahí fuera? Ha sido por algo de Rocket, ¿verdad? Si hay algo más que podamos hacer, por favor dínoslo. Lo haremos encantados...-

Esto último lo dije muy bajito porque no sabía hasta qué punto quería que Rocket se enterase de lo que pudiese ser que hubiese ocurrido y se sintiese culpable de todo.

[FDP: Acciones autorizadas por Pamela]

Durante todo el trayecto de vuelta, la vaquera no cesó en ningún momento de sacudirse o temblar. Por mucho que intentaran sujetarla, y las ramas la mantuvieran a salvo en la camilla, no había forma de conseguir que frenara. Se quedó allí tendida boca arriba, llorando sin parar y con esos calambres en el diafragma que eran tan violentos que podían verse desde fuera. Cómo se encogía y distendía, como si aún pretendiera vomitar. Sin embargo su expresión seguía tan ausente como cuando empezara todo aquello. El bosque se abrió a su paso gracias a Hiedra y lo atravesaron en un margen tan escaso de tiempo que comprobaron hasta qué punto la naturaleza llegaba a ser enrevesada.

Desobedeciendo la única norma de Rebecca por la emergencia que era, entraron en tropel en su casa. Su habitación estaba en el piso de arriba, pero tanto Hiedra como Fauna conocían la casa, y decidieron dejarla en uno de los cuartos de los invitados por estar mas accesible. La casa entera enloqueció intentando cumplir los mandatos de Ivy, pero una vez estuvieron satisfechos, quedó cierta sensación de quietud nada agradable.

Fauna, en su forma humana, tomó asiento como por instinto delante del sofá. Cuando estaba convertida en perra solía sentarse allí, y lo hizo sin pensar. Se abrazó las rodillas y se quedó en el sitio, totalmente quieta. Su expresión lo decía todo. Estaba intentando comprender algo de lo sucedido. Estaba confusa, y también furiosa, pero sobretodo de algún modo se sentía culpable, pero aún no era capaz de entender porqué. Se retiró el flequillo verde hacia atrás, llenando los carrillos y suspirando mientras se frotaba los ojos, denotando su cansancio.

Para la vaquera, todo aquel trayecto simplemente no existió. Sólo fue un terrible vacío. Su cuerpo era capaz de comprender que aún le dolía el estómago, que la garganta le ardía y le picaba, y que tenía un sabor de lo mas desagradable en la boca. Pasó por alto la humedad de sus ojos que estaban inyectados en sangre, y que seguían lagrimeando sin parar. Tampoco se percató de el modo en que Hiedra le volvió a hacer la trenza o cómo la acostaron en la cama.

Todo eso jamás sucedió.

Las primeras palabras de Pamela no surtieron efecto alguno en Rebecca. Se quedó allí, temblando a causa de un sudor frío que le cambió la temperatura, y la hizo palidecer incluso más de lo que era. Con la misma delicadeza que había mostrado durante todo el episodio, Hiedra le quitó la estrella del pecho, retiró la camisa de franela, un poco manchada, y volvió a colocar la estrella sobre su pecho. Limpió el cuello y la cara con la toalla húmeda, procurando también refrescarla con ese contacto, y luego la secó con una toalla seca. Las convulsiones del diafragma fueron distanciándose entre ellas, hasta que las arcadas se acabaron, y acabó siendo algo muy puntual, parecido al espasmo que sufre el cuerpo al sentir hipo. Su respiración empezó a normalizarse, hasta quedar en calma. A pesar de ello, su expresión vacía no cambió lo mas mínimo. En todo caso adquirió un tono de tristeza que resultaba extraña. Porque no tenía ninguna muestra de gesto que transmitiera eso en particular, y había dejado de llorar. Sin embargo ahí estaba.

Los minutos fueron pasando, hasta hacer media hora. En todo ese tiempo Pamela no se separó de ella. Siguió hablándola, a pesar de que la vaquera no la contestara. Continuó comprobando que no empeoraba, y delatando una confianza que dejaba claro el tipo de relación que tenían cantó para la vaquera, procurando tranquilizarla.

Como si algo la hubiera hecho volver, los ojos azules de Rebecca recobraron un brillo tenue, y empezaron a moverse mirando a su alrededor, con clara incomprensión. Localizó a Hiedra. Entreabrió los labios, pestañeando, notando un dolor en los ojos habitual cuando se ha llorado mucho tiempo. Constriñó la cara con un gesto y la miró incapaz de comprender lo que pasaba.

- ¿Qu-que hago aquí? - se revolvió y entonces encontró a Groot, que había decidido quedarse en la habitación. Starlord también estaba allí. Su expresión volvió a tensarse y empezó a respirar cada vez mas deprisa. - ¿Quienes son? ¿Que hacen...- como si le hubiera llegado un balazo al centro del cerebro, miró a Hiedra y hubo unos instantes de silencio, todo el ambiente se cargó de una tensión terrible, hasta que la vaquera sollozó y las lágrimas volvieron a su rostro, al comprender que lo que había vivido era real. - No. No, no, no, no.- era lo único que era capaz de repetir mientras negaba con la cabeza, intentó cubrirse la cara con las manos, mientras le temblaba el pulso.- No, no, no. Dios Mio, no.- rompió a llorar, mientras se inclinaba hacia delante enterrando su cabeza entre las sabanas.

Cuando la mujer me dijo que me callase con una chistada, hice como si cerrase mi boca con una cremallera y la tirase después por ahí. La rubia seguía dando algún pequeño espasmo, y Hiedra nos dijo que descansásemos si queríamos, pero que no fisgásemos. Asentí y me dirigí al piso de abajo, seguido por Drax y Gamora. Miré a Rocket y le ofrecí la mejor sonrisa que pude en ese momento. Sabía que necesitaba unos momentos a solas. Todos de vez en cuando los necesitábamos. Abrí la puerta y salí a la calle. Me quedé mirando al enorme bosque mientras el sol terminaba de ocultarse tras las copas de los árboles, tiñiendo el cielo de naranja y morado. Suspiré, contemplando la bella imagen que se dibujaba ante mí. Pasé mi mano derecha por la mejilla hasta llegar a la nuca, rascando suavemente antes de dejarla allí quieta, unida a una mirada perdida.

- Hacía tiempo que no te veía tan consternado...- La voz me pilló de sorpresa pero no me giré. Sabía que ella se acercaría hasta mí. Resoplé, cansado, confuso totalmente.

- La he vuelto a cagar Gamora... Otra vez...- Ella frunció el ceño y se apoyó en la pequeña valla que rodeaba el pequeño porche. La madera crujió levemente al hacerlo y se cruzó de brazos.

- Si, bueno, estrellar la Milano no ha sido la más inteligente de tus jugadas desde que llegamos aquí.- Puse los ojos en blanco y negué con la cabeza, mirándola por fin y gesticulando con los brazos.

- ¡Hablo en serio! ¡Míranos! Estamos aquí tirados en mitad de un rancho en dios sabe qué maldito lugar, sin nave y sin nada. Estamos peor que al principio. Los Vengadores no saben absolutamente nada de las gemas y el cuerpo Nova espera un informe a primera hora. ¿Cómo se supone que voy a ser vuestro líder y salvar la galaxia si ni siquiera soy capaz de mantener una nave entera...? Y ahora hay que buscar todas las gemas, y quién sabe si ya tendrá alguna la puñetera "remolacha gigante"... No tenemos ni idea de por dónde empezar a buscar...- La luz había ido apagándose, y las lámparas que estaban encedidas dentro de la casa comenzaron a proyectar un haz amarillento sobre el porche. Las primeras estrellas ya se podían ver con la suficiente claridad como para reconocerlas, y añoré no estar por ahí arriba, recorriendo la galaxia en busca de las gemas o viviendo alguna aventura, ajeno a todo el mal y dolor que nos rodeaba en ese momento.

- Oh, venga ya Peter. Los dos sabemos que la verdadera razón de que la galaxia esté a salvo es porque nos tienes a nosotros. Tu liderazgo es algo... Que no está mal, pero nos las apañaríamos sin ti perfectamente. De hecho, seguramente mejor de lo que hacemos ahora.- La miré con dureza, y ella sonrió negando con la cabeza y suspirando.- Escucha, sabes que no lo digo en serio. Eres un buen líder... Y un buen amigo. Y no lo has hecho tan mal. Has conseguido traernos a Terra de una pieza... Bueno, hasta su atmósfera. No olvidemos el choque con la Atalaya... Mira, si dices algo de lo que voy a decir te mataré de todas las formas que se me ocurran... Pero yo confío en ti...-

Mi ceño se fue frunciendo lentamente y eché un poco la cabeza hacia atrás.

- Si... Mira, es cierto que eres un ligón, un poco capullo a veces y te arrancaría la cabeza y te usaría para entrenar o afilar mi espada... Pero la verdad es que desde que estoy con vosotros siento que tengo una familia... Siento que tengo amigos y que puedo hacer algo por esta galaxia que sirva para algo... Ya sabes que mi infancia con Thanos no fue sencilla, pero no me arrepiento de haberla tenido. Gracias a ella soy como soy, y sé que puedo ayudar y hacer cosas que tal vez tú o Rocket o Drax no podéis hacer... Y me encanta poder hacerlo yo y que sirva de ayuda... Por las gemas no te preocupes. Las encontraremos. No es la primera vez que han desaparecido, y ahora hay un universo más donde pueden estar. Además, somos los Guardianes de la Galaxia. No nos rendimos tan fácilmente por unas piedrecitas que desaparecen de repente.- Abrí la boca para decir algo pero ella dio un paso hasta ponerse a mi altura y colocó dos de sus dedos sobre ella, mirándome fijamente.- Y como te he dicho, si dices algo de esto te mataré.-

Se dirigió a la puerta y se giró hacia mí antes de abrirla.

- Eres un buen hombre, Peter Quill. Tu único problema es que tiendes a cargar con las culpas de todos. Eso no te hace ningún bien ni a ti ni a ninguno de nosotros. Somos un equipo. No estás solo. No lo olvides.- Y desapareció tras un crujido y la luz que se asomó desde el interior del rancho. Sonreí para mí y me volví para echar un vistazo al último rayo de sol que desaparecía en la noche.

- Sí... Un equipo.-

Durante varios minutos, no pudo ni pensar. El cerebro se limitó a cumplir las funciones mas básicas y las única primaria que sobrevivió fue el llanto. Sus ojos ardían como si estuvieran hechos de papel de lija, e incluso entonces siguió llorando. Siguió haciéndolo mientras Hiedra la limpiaba con una toalla húmeda, siguió haciéndolo cuando la rodeó para tumbarse a su lado en la cama y aún continuó cuando trató de mantener una conversación con ella. Su boca se secó casi hasta agrietarse. Agarró la botella que le habían traído, se llenó las mejillas de agua, la paseó y escupió en el barreño, viéndose incapaz de tragar sin que el impulso de volver a vomitar le sacudiera el estómago. Tenía calambres en la zona del vientre, náuseas y aún temblaba a causa del shock. Su mente estaba tan dañada que ni siquiera se planteó la terrible imagen que estaba dando a los presentes. El sheriff había desaparecido.

- No... No. Es. No puede ser. Pe...tu. ¿Tu la has visto? ¿Cómo ha ocurrido una cosa así?- gimió para sí, cubriéndose aún los ojos, farfullando entre los dedos que mantenían su rostro oculto.

No. No era lo mismo. No podía serlo. Hiedra era una mujer planta, cierto. Mucho tiempo atrás había sido humana, hasta que mutaron su organismo a la fuerza, y la convirtieron en lo que era ahora. Fauna... Fauna había nacido con ello. Era una mutante. Una mutante con una educación, con una mera capacidad para cambiar su condición humana. La naturaleza entera de Hiedra había cambiado con la transformación. Ella había dejado de pertenecer a la raza humana. Ahora era algo mas allá de ello, mas allá del espectro de una mera planta, y de un ser humano. Era algo único, y aunque comprendía que para Hiedra había sido algo totalmente contra su voluntad, su naturaleza había cambiado con ella.

Fauna... Fauna aún era humana. No pertenecía al reino animal. Sólo adquiría sus capacidades. Adoptaba sus formas, y su apariencia. Adoptaba todo eso de manera temporal. En ese lapso, ¿Era en ese lapso cuando había sucedido todo eso? ¿Iba a cambiar algo? Quizá reflexionara con tiempo suficiente. Sólo necesitaba explicárselo. Entonces todo volvería a la normalidad.

El discurso de Hiedra empezó a resonar en su cabeza, y su razón lo tradujo para comprenderlo. Estaba insinuando, no, afirmando, que ella y Fauna eran iguales, y por tanto, que Groot y Rocket también lo eran. Un mapache con la capacidad de hablar, un bípedo con costumbres humanas. El y Fauna...

Volvió a incorporarse, su cuerpo amenazando con volver a vomitar. Pero no lo hizo, entre otras cosas porque no quedaba dentro nada.

- No. No sé que está bien. ¡NO PUEDO PENSAR!- gritó agarrandose ambas sienes, hundiendo con tanta saña las uñas en su cabeza que se las clavó en el cuero cabelludo haciéndose pequeñas heridas. - Es culpa mía. Culpa mía. - no había educado a Fauna con la severidad necesaria. Quizá en realidad nunca le había prestado la atención que merecía. - ¿Qué he hecho mal? ¿Qué hago ahora? - gimió, mirando a Hiedra con una súplica que jamás había visto en los ojos de la vaquera.

Buscaba  una respuesta, por insulsa que fuera. Sólo quería algo a lo que aferrarse.

OOC: Siento el post cortito, no tengo mucho más que decir y me da la sensación (puede que sea solo impresión mía) de que estamos algo estancados.

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La casa parecía más un velatorio que un alegre rancho lleno de animales y vida. Es curioso como una situación puede cambiar en cuestión de segundos. Pasar de ser súper animado todo a caras largas y silenciosas, esperando la tormenta que se avecina sin remedio. Y eso era lo que había pasado tras el incidente entre Rocket y Fauna. No sabía muy bien por qué había causado tanto revuelo. Lo único que habían podido hacer sería dar unas vueltas, corretear por el bosque, tal vez besarse... No era nada malo. Aunque claro, a mí no me parecía malo ni raro seguramente por mi forma de ver la vida. Era capaz de ver amor o sensualidad en criaturas que a la gente les pondrían los pelos de punta. No hablo de broods, por dios, pero incluso las kreed tenían su puntillo si se lo pillabas. Pero bueno, entiende que no todos son como tú Peter... Y por lo que habíamos visto desde luego quedaba más que demostrado.

Me froté la nuca al entrar en el salón, pensativo. La charla con Gamora me había animado un poco, y aunque sabía que ella seguía pensando que era un completo flarkart,y tal vez tuviese un poco de razón, pero estábamos todos sanos y salvos, y unidos como siempre. Esa noche tal vez unas copas en un bar cercano nos animarían un poco. Luego a esperar a que el cuerpo Nova nos echase una mano, la cual esperaba que nos echasen. Qué demonios, sí podían hacerlo. Que no fuesen agarraos macho. Y en cuanto tuviésemos la nave de nuevo vuelta a Sapiencial a dar el parte a Cosmo y prepararnos para buscar las gemas. Tal vez él supiese algo cuando llegásemos. No teníamos la nave así que no podíamos comunicarnos con él. Tocaba esperar y ser pacientes.

Al cabo de unos minutos la mujer de verde y Groot salieron de la habitación y nos volvimos a ellos. Me froté las manos ligeramente con el rostro serio y preocupado. La vaquera les acompañaba, con un aspecto bastante malo a decir verdad. Joder, parecía que le hubiese pasado un camión por encima. Me mordí el labio al verla tan hecha polvo.

- Hola chicas... ¿Qué tal? ¿Cómo te encuentras Rebecca? ¿Algo... Mejor?- Miré a mi compañero y a la mujer de verde en busca de algún tipo de explicación con la mirada que me dijese un poco cómo estaba la cosa, y miré luego a Rocket y Fauna. Estaban allí junto a nosotros. No sabía muy bien qué pasaría cuando la rubia volviese a verlos.

Fauna alargó la mano hacia el vaso de limonada, y bebió un trago, para luego dejar el vaso sobre la mesa. Cuando Rocket pasó su zarpa sobre su espalda ella apoyó la cabeza en su hombro y se quedó allí quieta, con los ojos húmedos, intentando evitar que le temblara el labio.

Los minutos fueron pasando, sin dar muestra alguna de que el llanto fuese a arreciar en algún momento. Como si fuese su única labor en la vida fuese llorar. Sus ojos se inyectaron en sangre, y poco a poco el sabor a bilis de su boca se fue atenuando. Consiguió beber un par de tragos de agua, haciendo tan sólo el amago de una arcada, pero sin que saliera de su cuerpo. Con la paciencia de una hermana, Ivy se mantuvo a su lado, y ambas bajo la mirada del hombre árbol que las velaba en silencio. Mientras la vaquera mantenía la cara metida entre sus manos, ambos se dedicaban miradas cómplices. Comprendían sin palabras las preocupaciones mutuas, Ivy por su amiga, a la que debía proteger, Groot por su familia, a la que habían estado a punto de dañar. De entre todos los presentes, ambos eran los que en realidad estaban en el límite. Como la mujer por la que dos hombres se baten en duelo.

Entonces Ivy apeló a lo único que hizo reaccionar la mente de la vaquera con la rapidez con que se oye el silbido de la primera flecha navajo contra una diligencia. No podía permitirse eso. Estaba tirando por tierra todos los ideales que significaban algo para ella, mostrándose estúpida, y emocionalmente frágil. Cualquiera podría aprovechar ese momento de debilidad para hacerse tambalear la ley y el orden. Una chispa azul helada, muy distinta de los cálidos ojos con los que solía mirar Rebecca a sus invitados, atezó los ojos de la vaquera, cuyo rostro dejó de deformarse a causa del llanto. Devolvió la mirada a su amiga, que le recibió con una firme y tranquilizadora de ojos verdosos. Empezó a fruncir el ceño, comprendiendo las razones de Ivy, aferrándose a ellas como si fuesen lo único seguro en el mundo. Tenía razón. Era lo único en lo que podía pensar ahora.

Asintió con la cabeza, y sirvió como detonante. La vaquera se levantó, permaneció en pie en silencio al menos un minuto, hasta que estuvo segura de que podía moverse sola. Se calzó las botas y luego, dirigió una mirada a Hiedra, cargada de un respeto y un agradecimiento que con palabras se habría echado a perder. Asintió de nuevo, y salieron de la habitación.

Como si tuviera un resorte, Fauna se levantó nerviosa. Sus ojos dejaban ver una expresión de incertidumbre que se reflejó aun mas en sus manos entrelazadas, que tenían los nudillos blancos a causa de la tensión. El rubio se acercó a la vaquera, y esta se limitó a alzar la mano, pidiéndole un tiempo. Con paso suave se dirigió a las escaleras, acompañada de Hiedra, y ambas se dirigieron a su habitación. Estuvo con ella durante todo el proceso. Se lavó la cara, se quitó la ropa sucia en su estudiado ritual, esta vez, procurando que su desnudez fuera la mínima. Se cambió la camisa por otra, sobre la corta, una larga, y sobre la larga, un chaleco de cuero con abrazaderas para los revólveres. luego los pantalones por otros, junto con el cinturón. Se calzó las botas con las espuelas. Se cepilló el pelo y lo peinó en una trenza tan apretada que no salió de allí ni un sólo mechón. A medida que iba completando todo eso, su expresión destrozada fue perdiendo intensidad hasta volverse una auténtica máscara neutral, que parecía totalmente inexpugnable. Como un anochecer en el gran cañón, las últimas luces de la picardía, la calidez y el alegre carácter de la vaquera se extinguieron. En su lugar, quedó tan sólo una expresión fría, resolutiva e impersonal. Abriendo el armario, cogió uno de sus sombreros, calándolo sobre su cabeza, haciendo que sus ojos enrojecidos quedasen ocultos por una dura sombra negra. Por último, colocó sobre el pecho la brillante estrella que con letras en relieve hacía destacar la palabra SHERIFF.

Cogió el Walkie e intercambió unas pocas palabras en el canal adecuado. Luego miró a Hiedra, A partir de ese momento, cada paso, cada gesto, sentenciaba una seguridad impenetrable. Bajó las escaleras, atrayendo hacia ella las miradas de los presentes. Fauna se aproximó hacia la escalera, pero la Sheriff pasó de largo como si ni siquiera la hubiera visto. Se aproximó a Starlord y le miró a los ojos, dirigiéndole una dura mirada.

- Estoy mejor. - dijo entonces con un tono que por neutro era intimidante. Miró a los presentes, y entonces encontró a Fauna con la mirada. Tenía toda la pinta de una niña perdida que no sabe que hacer.

- ¿Rebecca?... - preguntó tímidamente, buscando con la mirada algo de apoyo en Hiedra, aunque sabía lo enfadada que estaba con ella.

- Fauna. - la cortó con sequedad antes de que acabara. - Esta noche te toca con Hoskins. - su tono no dejaba lugar a dudas. - Quedas relegada de tus funciones como moza de cuadras. Deja las llaves antes de irte. - su tono no mostró ni la mas mínima alteración.

Fauna quedó en Shock durante unos segundos, en los que ni siquiera pudo parpadear. Entreabrió los labios, sin saber a qué atenerse.

- Pe...pero...- tartamudeó, sin saber que hacer.

- Dispones de quince días para abandonar el rancho. - sentenció, sin que se le moviera un solo músculo.

Los ojos de Fauna se humedecieron, y las lágrimas brotaron, mientras intentaba digerir lo que acababa de escuchar. Lo normal hubiera sido Rebecca tratara de evitar la imagen de la joven llorosa, pero no se movió ni un ápice. Era como ver a un ratón intentando levantar un muro de ladrillos. A diferencia de la mayoría de los presentes, la ex-moza de cuadras sí sabía a lo que se enfrentaba.

- S-si... señora.- dijo, mientras con pasos temblorosos se dirigía a la puerta, dejaba el manojo de llaves en la entrada y luego salía. Cerró la puerta con suavidad. Entonces el Sheriff giró el rostro, encontrando su seco perfil con el resto de presentes. Su mirada era como el acero frío, y por un momento les convenció de que sería capaz de matar si les miraba fijamente.

- Esta es MI casa. - fueron las únicas palabras que abandonaron sus labios.

Groot contempló entonces con tristeza a la mujer que había calado hasta su interior, a la que ahora formaba tan parte de él como el resto de su familia, y dedicándole una mirada de disculpa y de comprensión como sólo entre ellos podían alcanzar, se separó por primera vez de ella, acercándose paso a paso hasta Rocket, agachándose a su lado, y conversando en silencio con su expresión, tratando de pacificar las sensaciones de su explosivo amigo.