Un lugar llamado mundoMIERDA DE ARENA! [Tema Libre Marvel/Pre-Omega]

- Se mire como se mire, nos hemos perdido.
- Improbable.
- Te digo yo que si. Mira, a ver como te lo explico: ¿sabes dónde estamos ahora mismo?
- Estamos en el planeta conocido como Tierra.
- Voy a ser más explícito: ¿Sabes en qué parte del planeta llamado Tierra estamos?
- Estamos en los desiertos de Asia.
- ¿Y en cuál exactamente?
- Eso es irrelevante: la tierra es tierra allá donde la pises. El polvo es polvo y el cielo seguirá siendo del mismo color. Preguntar por las fronteras establecidas por los gobiernos de este mundo carece de sentido cuando has estado-
- En otras palabras, que mejor pregunte.
- Si encuentras una forma de vida lo suficientemente inteligente como para responder a tus preguntas.

Exasperado. Esa era la palabra exacta para definir el estado de Sloan. El conocimiento extraterrenal que aquel ser le proporcionó cuando fundieron sus cuerpos y mentes en uno era práctico, e incluso útil en muchas ocasiones al igual que peligroso e indominable. Pero discutir sobre factores terrestres con una mente tan distinta a la humana llegaba a ser... pues eso, desesperante.
Sentado en uno de los muchos y miles y millones de escalones que dominaban la dimensión espacial donde se encontraban ente y humano, Sloan se llevó una mano a la cabeza cepillándose su oscuro cabello mientras se preguntaba la mejor forma de volver a la civilización. No era como si tuviera una necesidad implícita de volver junto a las montañas de acero, madera y hormigón, pero el hambre era el hambre, y en un desierto como aquel donde se habían perdido podía ser un grave peligro para él, y para los demás. La última vez que se vio en una situación tan "delicada" fue unos cuantos años atrás, en un crucero en medio del Atlántico. Un grupo de piratas internacionales tomaron "prestada" la tripulación y el barco para hacer algún tipo de demanda/intercambio con los Estados Unidos pese a su famosa ideología de "no negociar con terroristas" (pero esos eran piratas, y no terroristas). Encerrarlo con esposas, capucha en la cabeza y lo peor de todo, sin cenar ni desayunar hizo que el registro de tripulantes del crucero descendiera a uno en cuestión de minutos. Los que sacaron fotos del estado caótico del ser, ocupando casi medio barco y amenazando con expanderse más fueron tachados de embusteros, retirando sus fotografías de la red. ¿Si fue cosa de alguna organización por la paz y el orden mundial que se retiraran todas esas fotos? Podría ser, pero eso Sloan jamás lo supo ni lo sabría... bueno, tal vez si, pero nadie conoce el futuro con exactitud, ¿verdad?

- Iré a echar un vistazo, a ver como está el panorama.
- Todo seguirá igual a cuando lo dejamos a no ser que queramos cambiarlo.

Sloan frunció el entrecejo al escuchar el ente que se carcajeaba en su cara, plantado como estaba en un escalón suspendido encima suyo y del revés. Era algo imposible saber si el ente estaba sonriendo o no para alguien que no fuera Sloan, pues a parte del cuerpo, el traje y el cuello no tenía nada más de humano, con unos extraños tentáculos sombríos agitándose y cambiando de forma ahora si, ahora también. Sloan sabía que no albergaba ningún mal dentro del ente, pues el mal tan solo es una cara de la moral humana y el ente carecía de dicha moral. Pero había aprendido rápidamente algunos gestos y costumbres humanas.
La carcajada era una de esas costumbres, que la soltaba sin saber su motivo.

Un simple paso hacia delante y el panorama cambió, volviendo a una realidad que se mantenía suspendida en las reglas de la física y el orden. Pero claro, no todo puede ir bien, ¿verdad? Y es que una tormenta de arena no es moco de pavo que se sepa. Tan buen punto volvió a la realidad terrenal Sloan se tuvo que sujetar con ambas manos la capa que llevaba encima que le cubría el cuerpo para que no saliera volando. Las gafas de aviador que se había agenciado tres semanas antes en una localidad cuyo nombre había vuelto a olvidar pero que sabía que estaba en territorio asiático le iban de maravilla: el polvo y la arena se quedaban al otro lado del cristal. Claro que, una mascarilla también le habría ido de perlas.

- ¡Si esto fuese un videojuego, estaría en el modo hardcore! ¡JodPUAAJ! ¡DIOS! ¡PUTA ARENPUAJPUOH


Unos días más tarde, los perdidos pies de Sloan lo llevaron hasta una motocicleta, que casualmente se había quedado sin dueño debido a la tormenta y la falta de agua, que casualmente estaban devorando los carroñeros del lugar, que casualmente se había dejado las llaves puestas y el depósito medio lleno. Mucha casualidad para tanta mala suerte junta. ¿A dónde iría? No tenía ni puñetera idea el pobre hombre, pero tenía la intuición que si seguía hacia el este, tarde o temprano llegaría a China, Mongolia o Japón si se descuidaba. Así pues, se subió a la moto y arrancó, dejando al dueño entretenido con la señora muerte y sus consecuencias.

La vista vista de vegetación, aunque seca, le hizo más ilusión que si le hubieran regalado un Accion-Man de haber tenido la edad para tenerlo (seamos sinceros: a su edad que le regalen algo, aunque sea un muñeco de acción era para ponerse a llorar de la emoción). Las huellas de neumáticos y la vista de unas casuchas cubiertas por el polvo fue como entrar en el Nirvana. Si había gente también habría ganado, o algo para comer, y mejor que comiera pronto porque la panza empezaba a gritarle con mucha fuerza. Un idioma universal que decía "tengo más hambre que tú, así que ya me estás dando ese plato".

Lo último que se supo del bueno de Sloan era que paró a uno de los habitantes y le preguntó donde podía encontrar comida en aquel pueblo. No tendría que haberle entendido. No tendría siquiera que hablar su idioma en términos racionales. Pero ahí estaba, comunicándose con aquel hombre asiático sin ningún problema. Y lo mejor de todo es que después no recordaría haber hablado un idioma que no fuera el suyo.

- No, no es un lugar muy recomendable.
- Pero si me acaba de decir que allí sirven comida.
- La sirven si, pero ahora mismo no es un buen momento para ir allí. Está lleno de gente peligrosa.
- Peligroso soy yo cuando me entra el hambre, y créeme cuando le digo que tengo MUCHA hambre.
- Puede intentarlo. Puede ir si quiere. Pero luego no me diga que no se lo advertí.
- ¿Y qué clase de comida sirven? ¿Y quiénes son esa gente tan peligrosa?
- Bandidos, por decirlo de algún modo. La comida es típica de éstas tierras: seca, no muy sabrosa...
- No creo que unos simples bandidos me estropeen la comida. Gracias por las indica-

No pudo terminar de darle las gracias cuando un fuerte estruendo resonó por todo el pueblo (o casuchas mal puestas, dependiendo de cómo lo miraras y tu idea principal de lo que se puede tachar como pueblo). Por encima de sus cabezas, una tormenta estaba por estallarles sin previo aviso. Pero cuando se alzó la primera mirada hacia el cielo, el pánico cundió entre sus habitantes: lo que creyeron que podría ser un cúmulo de nubes en realidad era un cúmulo de problemas con forma de nave aérea. Sloan al verla no sabría decir si se trataba de algún modelo de la Tierra o si procedía de más allá del horizonte del universo.
Un chiquillo chocó contra su pierna cuando la figura de una mujer apareció entre tanto polvo. Destacaba por su indumentaria, por su aspecto no asiático y, sobretodo, porque había llegado con una puta nave espacial (la vamos a llamar así hasta que se demuestre lo contrario). De pelo rosa y lets por casi todo su traje, se acercó a Sloan con la misma expresión que debiera tener el moreno: expresividad cero. El asiático que tenía a su lado aprovechó el momento para salir corriendo junto al resto de los pueblerinos, refugiándose en las casuchas más alejadas.

- Ehmm... ¿A un lugar mejor? Eso sería llevarme a una dimensión paralela, porque por lo que veo, todo es lo mismo en todas partes. - Miró hacia arriba, hacia la nave y la señaló con el dedo. - ¿Y no podrías usar esa nave para llevarme a otro continente de mi elección, en lugar de "a un lugar mejor"? No suelo fiarme cuando me dicen que me llevarán a un lugar mejor.

Sloan jamás había escuchado a nadie soltar más tacos que palabras "normales". Ni siquiera en España o en los barrios bajos de cualquier ciudad. Pero bueno, tampoco es que fuera algo que le trastocara o le pusiera de mal humor o a saber cómo se ponía la gente normal cuando le hablaban así.
¿Americana? ¡Bien! Porque era donde quería ir. Y eso explicaría varias cosas como por ejemplo, su forma de hablar (si, siguiendo con el hilo de la forma de hablar).

En definitiva, la mujer le estaba invitando a un viaje con su nave para llevarlo a algún sitio (América tal vez), y de paso invitarle a algo. La idea no estaba mal si no fuera por esa sensación de angustia que sentía con respecto a la chica y que no le gustaba un solo pelo. Si lo había investigado tal y como lo estaba suponiendo (con el hecho de que sabía su nombre, porque no la conocía y por ello jamás se lo había dicho) tal vez supiera qué era, o de lo que era capaz.
Todo aquel asunto le daba muy mala espina. Tendría que negarse a su invitación.

- Mmeeeee parece que voy a declinar tu oferta. No es nada personal, ¿vale? Tan solo es que siento como que me están intentando vender una golosina para luego darme para el pelo. Lo siento, pero vas a tener que volverte con las manos vacías....... Pues eso. Buen viaje. ¡Ciao!

Sloan se despidió de la mujer alzando una mano, para luego dar dos pasos hacia atrás y girarse, dándole la espalda. No es que fuera un descuidado que le ofrecía la espalda a sus enemigos así porque si. Simplemente, sabía que en aquella jungla, era el depredador más fuerte. Era puro instinto, nada más.
Con el sol dándole de lleno, levantó una mano como visera y se puso a buscar entre las casas, aun a la vista de la mujer del traje de luces.

- Vamos a ver, tiene que haber algún vehículo por aquí que me ayude a salir de éste desierto...

La bala le llegó antes de la réplica de la pelirosa. La sintió como se suelen sentir todas las balas: hiriente, lacerante, ardiente. Vamos, que no le hizo puta gracia que le dispararan, y mucho menos por la espalda. Por eso, y porque dolía cacho y medio, dio un medio grito cuando sintió su espalda siendo perforada y se llevó las manos al pecho cuando la bala lo atravesó, dejando un bonito agujero entre pecho y espalda que se fue cerrando en cuestión de segundos. Eso si, el dolor seguía estando ahí.

- ¡¿Pero a QUÉ COÑO viene eso?! - estalló Sloan girándose a la mujer y agachándose, quedando de cuclillas, mirando a la mujer.

Clavó los dedos en el suelo, dejando una mancha de sangre debido a la piel que se había dejado atrás por hacerlo sin antes endurecer por completo los músculos y la carne. Con otro grito, o más bien una exhalación gutural que recordó a un culturista levantando unas pesas, se levantó y se llevó por delante un trozo de aquella tierra arenosa y seca, lanzándoselo a la pelirosa. No reaccionaba muy bien que se diga a los balazos, y mucho menos cuando alguien le hacía daño sin venir a cuento. Su instinto siempre le gritaba que devolviera el daño con daño.
Así pues, ahí llegaba su respuesta, aprovechando el polvo y la reacción de la chica para esconderse en la casa más cercana. No tenía ganas de meterse en una pelea, y mucho menos contra alguien con balas: las cosas podrían salirse de madre.

Sloan estaba con la espalda contra la pared, en el edificio (o mejor dicho, casucha) más cercano, con un agujero delante y por detrás de las ropas que llevaba. Incluso se había manchado de sangre porque, por supuesto, Sloan sangraba, pero la hemorragia podía durar tranquilamente unos milisegundos. Eso si, el dolor... el dolor siempre quedaba. Por eso se llevó una mano en el pecho, apretando, mientras esperaba que se fuera por donde había venido, que nadie le había invitado a que se quedara.

- Joder... ¿a quién se le ocurre disparar así porque si? Dios, como duele... - Pudo escucharla, a lo lejos y a lo cerca a través de la pared.

No quería meterse en una pelea. No es porque llevaba pistolas, o porque era una mujer. ¿Cuántas veces se había peleado con soldados, ya fuesen hombres o mujeres, o se había comido a gente, ya fuesen hombres o mujeres? (Por necesidad, por necesidad. Jamás por vicio). Pero simplemente, no le apetecía: había algo en esa mujer que no le gustaba, como quien está viendo una obra de teatro de pequeño y al final le dicen "pues los escenarios son falsos: jamás fueron por mar de verdad". Vamos, una engañifa. Tenía ese presentimiento y de allí no lo sacaban.

Esperó a escuchar las pisadas de la pelirrosa pasar por su espalda. Que se fuera lejos, bien lejos. Y cuando lo hiciera, saldría por la puerta agachado, se arrastraría hasta el primer vehículo que había visto (una motocicleta escuchimizarra que estaba aparcada en la esquina siguiente), subiría, metería la primera y adiós muy buenas.

Así lo hizo. Así fue. Así sonó el motor de la motocicleta.

La moto aceleró cuando le dio al gas. El problema fue que cuando lo hizo, no hubo motorista alguno encima de la misma. Al pegar el acelerón se fue para delante sin manos que pudieran controlarla ni pies que llegaran a los pedales. Sloan había caído de bruces contra el suelo cuando aquella extraña serpiente lo había mordido, agarrado y enroscado para después irse como si jamás hubiera hecho nada de nada. Al caerse contra el suelo notó como le quemaba el brazo izquierdo y el muslo izquierdo. Por culpa de la velocidad que había tomado se raspó contra el suelo, abriendo ropa y piel al mismo tiempo.

En el suelo, se tomó un momento para pensar y valorar. Giró la cabeza cuando se puso de rodillas, apoyándose en ésta para ir levantándose poco a poco mientras se sujetaba el brazo izquierdo con el derecho. La sangre empapaba la ropa, pero ya no había heridas.

"Lo sabía. Sabía que ésta mujer no era normal. Me daba mala espina. No me gusta." Se decía una y otra vez mientras se ponía de pie de nuevo. No le gustaba, pero tendría que plantar cara. No iba a dejarse llevar así como así. No se fiaba de ella. Tenía de nuevo ese insistente sexto sentido amartillándole la nuca, el entrecejo... Le repetía que se la cargara, que la descuartizase. Que no le dejara oportunidad alguna de volver a respirar. Tuvo que llevarse los dedos al puente de la nariz para apretar y sentir que se alejaba esa presión tan insistente.
La miró directo a sus ojos verdes.

- Me cago en la puta... ¿Es que no sabes darte por vencida? Te he dicho que no iré contigo, y mucho menos ahora que me has disparado y me has lanzado... lo que sea que me hayas lanzado. - Porque estaba claro que había sido ella. No había nada ni nadie más alrededor. Sus dos únicas salidas eran ella o su psique, y dudaba horrores que su cabeza pudiera ser tan hijoputesca. - Tu... ¿qué cojones eres? ¿Y por qué quieres llevarme? Nunca he visto a nadie tan insistente, y creo que pegarle un tiro por la espalda a alguien es otro nivel de insistencia.

Vale. Vale. Valevalevalevalevalevalevale... Vale.

Ni de coña. No. Es decir, ¡NO! ¿Que leyó en un informe de lo que era capaz? ¿De TODO de lo que era capaz? Supuso que ese "de lo que eres capaz" se reduce a tan solo lo que han podido ver en algún momento, por una grabación de vídeo perdida de la mano de Dios, de algún rumor de borrachos en una cantina en el mismo barrio perdido de la mano de Dios que el vídeo... Vamos, cualquier información sobre él, fuese cual fuese, tendría que ser falsa a la fuerza. Porque si era verdadera, entonces estaba metido en un buen lío.
¿Y qué era eso de una persona anónima le quería? Si había contratado a alguien como ella, una mercenaria que puede sacar una puta serpiente tan alta como ella y volvérsela a meter en el cuerpo como si no pasara nada, es que tenía mucha pasta y estaba relativamente desesperado por encontrarlo o tenerlo. Eso, más lo del informe, hizo que se quedara patidifuso, siendo una leve brisa la que le meciera el cabello para demostrar que no era una estatua mientras en su cabeza se decía "y una mierda...".

- Mira... no tengo nada contra ti. Es decir, ni te conozco ni nada de nada, pero aunque te conociera no tendría nada contra ti. No soy de ese tipo de personas. Pero... - levantó los hombros y estiró los brazos y manos, moviendo la cabeza en una pose que claramente decía "y qué" - No es mi problema que te paguen o no por tu trabajo. Es más, no creo que te paguen por tu trabajo porque yo no voy a dejar que me lleves a ver a ninguna persona anónima, por mucho que insistas. Me da muy mal rollo y no soy tolerante a los malos rollos. Además, en primera instancia no pienso dejarme atrapar para luego saber si puedo o no puedo escapar. Ni siquiera que llames a uno de esos héroes en mallas o como se llamen. No y mil veces no. Buenos días. O tardes. Lo que sea...

De nuevo se giraría para emprender la marcha, pero ésta vez quedando de lado a la pelirrosa. No iba a darle la espalda de nuevo para que le metiera otra balazo, o que le lanzara esa serpiente. No estaba ya para bromas y para aguantar según qué cosas. Estaba bastante mosqueado, y eso en Sloan era difícil de conseguir. Por ello, como se le ocurriese hacer otra cosa, LA QUE FUERA, para evitar que se largara, las tendrían. Uyy, si las tendrían...

Se detuvo, como le pidió. No sabía si fiarse, y por ello seguía con los pies en dirección a la "salida", aunque mantenía la cabeza girara para poder escucharla y mirarla. No la perdería de vista otra vez. No iba a recibir un balazo gratis así, porque a la pelirrosa le gustaba agujerear espaldas.
No se fiaba un pelo de calvo.

- ¿Un trato? - repitió Sloan, ésta vez girándose hacia la chica. En su cara se podía ver que no estaba para bromas. Ya no. Incluso sus ojos, tan tranquilos hacía escasos momentos, mostraban cierta ira contenida, brillando con un tono verde amarillento. Peligrosos. - El último trato que hice con alguien del cual no me fiaba acabó con un montón de muertos y yo en medio de todo como si fuese el culpable. Y no me importan los muertos, ni ahora ni antes, pero si que me importa que me tomen por un estúpido y se quiera sacar tajada a mi costa.

Había acertado de lleno: pensaba que lo traicionaría. Todos lo hacen. Por ser un ser que no es de la Tierra, se creen con derecho a usarlo como moneda de cambio, o de cualquier forma que les plazca. Incluso como monstruo de feria. Aquella vez no conocía demasiado el mundo y su sociedad, por lo que se fió de aquel gordo con cuatro pelos mal contados como bigote. Y por ello se encontró en medio de una especie de circo rodeado de bestias enjauladas que le saltaron de forma suicida para poder salvar el pellejo.
Pero aquel día, nadie salvó su pellejo. Ni siquiera los espectadores.

Pero hubo algo que le hizo cambiar de opinión y calmar su mirada. Cierto era que por el momento, pocas habían sido las situaciones en las que no se había podido escapar, y esa no parecía ser una de esas. La chica, si quisiera matarlo, ya lo habría intentado con más ímpetu. Y si el tipo solo iba a pagar por él... Tal vez no supiera lo suficiente de Sloan, ya que de hacerlo, habría contratado a más de un ejército para poder capturarlo o eliminarlo.

Bueno, las cosas empezaban a suavizarse.

- Hmmm... está bien - suspiró el moreno. - Iré contigo hasta que te den la pasta. Luego, me iré por mi cuenta. Así al menos llegaré a las Américas. Venga, ve tirando. Te sigo hasta tu nave.

Sloan se acercó con Nicole hacia la "nave-de-los-cojones", quedando con cierto resplandor en los ojos ante semejante armatoste. ¡Menudo trasto! Quién pudiera pillar uno de esos para salir volando de aquí para allá, y de para allá hacia aquí... Pero no sabía pilotar uno de esos, y tampoco tenía el suficiente dinero para comprarse uno (ni para comprarse una bolsa de pipas). En definitiva, que mejor pilotara Nicole si querían llegar a buen puerto.

Se quedó mirando a Nicole, como si le hubiera dado una colleja de improvisto.

- Estás de coña, ¿no? ¿Cómo que tendremos que hacer escala para repostar? ¿Pero ésto no viaja a la velocidad de la luz o qué?

La pregunta se quedó en el aire cuando escuchó a la chica pedir que rezaran por ello. ¿Por ello el qué? Cada vez aquel plan le gustaba menos a Sloan, pero ya había aceptado. Tenía un pie en las escaleras y otro dentro de la puerta donde ponía "trato" en grandes sobre el marco de la puerta. No tenía otra opción que seguir adelante, aunque el plan empezara a hacer aguas por todas partes. Que no fueran directos a Estados Unidos le tocó un poco la moral. Nada bueno pasa cuando un vehículo aéreo tiene que hacer escala en vete tú a saber donde.

Subió como le había pedido Nicole. Se sentó en el asiento del copiloto y se abrochó el cinturón tan fuerte como pudo. Cuanto más seguro, mejor que mejor. Se agarró de los reposabrazos como si fuesen salvavidas y se preparó. No se lo había contado a nadie pero lo de volar en algún aparato como ese no le hacía la menor gracia.

- Venga... dale.

- Tampoco se estaba tan mal, ¿sabes? Cierto que las tormentas del desierto son un fastidio... pero la gente era maja. Es decir, si sabías tratarlos. Llevan mucho tiempo viviendo en condiciones extremas y eso les ha ayudado a cooperar entre ellos, formando una gran familia. Los Estados Unidos, por muchas comodidades que tenga, jamás llegará a... ¿y por qué estoy hablando de quién es mejor ante quién?

Se quedó callado unos minutos, preguntándose qué estaba haciendo mientras Nicole terminaba su pequeña charla presentativa. Expuso los términos del viaje. Por lo visto había restricción de preguntas que podía hacer, o temas que podía tocar. Eso no le importó lo más mínimo: si el tipo había pagado tanto dinero (o pagaría) para tenerlo, significaba que lo conocería en breves. Además, no tenía sentido saber quién era cuando no tenía la más mínima intención de quedarse bajo sus "cuidados". En cuanto viera una oportunidad, ventanilla y adiós muy buenas.
Por otro lado, sí había una cosa que quería preguntarle, y no le había dicho nada de no hablar de ello. Se lo estaba preguntando mientras subía a la nave, mientras se abrochaba el cinturón y mientras despegaba. Algo que le corroía por dentro (bueno, en verdad no era para tanto, pero para ser melodramáticos...)

- Oye, una pregunta: ¿qué eres? O mejor dicho, ¿qué es esa serpiente con la que me has tirado antes al suelo? Está claro que no eres lo suficiente flaca ni tu traje lo suficientemente grande como para que esa serpiente se te enrosque sin hacer bulto. ¿Eres alguna clase de... no sé... criatura experimental?

>> ¿Una historia? ¿Quieres que te cuente una historia? Bueno... tal vez pueda contarte alguna. Veamos, ¿cuál sería la más apropiada para contar? Hmmmm... Vale, creo que tengo una. Atenta que va, ¿vale? De ésto hace ya bastantes años, por allá los años 50, cuando la guerra había terminado, los soldados se pudrían en casa y las calles era el patio de recreos para cualquier gangster que se preciara. Yo debía tener la edad que tengo ahora en apariencia, pero con menos años contados. Estaba metido en asuntos turbios. Los trajes me quedaban de lujo, y la Thompson que siempre llevaba conmigo cerraba el set. La verdad es que la llevaba más por apariencia que otra cosa, porque se me daba y se me dan fatal las armas. El caso es que estaba en una de esas cantinas, bares, o como prefieras llamarlos. Un tipo bajito y cabezón me pagaba con comida siempre que pudiese vigilar la puerta para que nadie escapara si se liaba. Los que entrasen le traían al fresco: "la presa que importa de verdad es la que huye" me decía. Así pues, una noche, un tipo se sobrepasó con el alcohol y empezó a abofetear a su mujer delante de todos. Como sabrás en esa época la situación de la mujer era diferente, pero aun así, pegar a una dama en público era casi delito a los ojos de los demás. Por eso, aquel tipo bajito y cabezón que por lo general no le importaba la gente, se levantó de su silla, fue hacia el tipo borracho, sacó una derringer y le pegó un tiro en el estómago. La mujer gritó, como no, así como el resto. Tuve que parar a más de uno que quiso esfumarse, por miedo o para no pagar la cuenta y aprovechar el barullo. Pero el tipo bajito cogió a la mujer, le apartó las lágrimas de la cara, le puso la derringer en la mano y le dijo que, si no veía justo que un desconocido la salvara de la furia de su marido, pero veía con buenos ojos que le pegara porque si, que apretara el gatillo. La mujer se quedó muda, al igual que todo el mundo en aquel bar. Ni siquiera los músicos tocaban ya. El silencio era abrumador. - Hizo una pausa, recordando aquella historia como si hubiera pasado la pasada noche. - Se escuchó un disparo, y el bajito cayó al suelo. Ese fue su final. ¿La moraleja de la historia? Muchas. Depende de quién escuche la historia....... ¿Falta mucho?

Así pues, un arma. La mirase por donde la mirase, ya fuera por arriba, abajo, por detrás o por delante, no la veía como un arma. Veía el cuerpo de una mujer normal y corriente (bueno, añadiéndole cierto entrenamiento físico, porque no todas las mujeres tenían un cuerpo como ese comiendo galletitas integrales de arroz rancio), sin gatillos que apretar ni ranuras donde poner los cartuchos (exceptuando los típicos chistes subidos de tonos que se pueden insertar en éste momento... ¿No? ¿Ninguno? Pues ea, sigamos). Cierto era que aquella serpiente podía dar más de un quebradero de cabeza, pero si ese alien, como lo había llamado Nicole, tan solo hacía lo típico que hace una serpiente, entonces no había nada que temer... de momento.
Eso si, le picaba la curiosidad del por qué convertir a esa chica en un arma viviente... Y otra curiosidad cuando levantó la mirada: ¿ese pelo era natural? El color más bien. No tenía pinta de ser muy... natural.

La pantalla de repente llamó su atención, cortando de cuajo la opinión de Nicole sobre lo que le pasó a su anterior jefe (uno de tantos, y uno de más que se creía el jefe de Sloan). En efecto, según el mapa y las coordenadas establecidas en su marcador, estaban entrando en la frontera de Europa. Si sacara la cabeza y alargara el cuello, tal vez pudiese ver las montañas nevadas y los terrenos uniformes de Rusia. Jamás había estado en Rusia (miento: estuvo unas pocas veces, pero de pasada).
Dentro de poco pasarían por encima de Alemania, y después por París. Tal vez incluso surcaran por los cielos escoceses. La pregunta era: ¿dónde tendrían que aterrizar para repostar? Aquel trasto no parecía que pudiese aparcarse así como así en una gasolinera cualquiera, y dudaba horrores que consiguiera el combustible del agua del mar.

- ¿Dónde vas a repostar? No soy un experto en tu nave pero esa lucecita que no para de parpadear diría que es la que te avisa del combustible. - Además, la nave estaba perdiendo velocidad. Se podía notar por la velocidad a la que pasaban las nubes a su alrededor. - ¿Ahora es cuando me dices que coja un tubo y empiece a chupar la gasolina de los coches?

- De destrangis... con ésto..... yyyyyyya. - La cara de Sloan era todo un poema de incredulidad. Si le parecía raro que no hubieran saltado todas las alarmas cuando puso en pie sobre la tierra y en su forma destructora de mundos, le parecía casi imposible por no decir improbable (aunque lo primero es más... imposible. Se me están liando las palabras. Necesito un coñac) que una nave como esa, por muy humano que fuese su origen aterrizara en medio de Alemania, Polonia o el jodido Polo Ártico y que no llamara la atención. Antes sería más fácil coger una aguja y hacer un agujero en un hilo. - Pues ya me dirás cómo piensas hacerlo porque, como no tenga un sistema de camuflaje de esos de alta tecnología, no sé yo...

Durante un buen rato no se dijeron nada, pero después... Sloan no sabía si había dicho algo en voz alta o es que la chica tenía una mosca habladora en la oreja, pero cuando le dijo lo de la historia, se la quedó mirando como si le dijeran que un gremlin estaba en el Aquapark.

- ... Pues muy bien. Me alegro por ti que sepas historia. Si quieres podemos hablar un poco sobre ella. Verás, hará unos 2.000 billones de años... - Pero se le interrumpió cuando la cabeza de una serpiente apareció ante sus narices. La misma que le había mordido anteriormente y le había tirado de la moto. Se quedó mudo porque, ¿qué coño le tenía que decir a una serpiente? "Hola, ¿cómo te va? Reptando, ¿no? Si, lo sé. Es una mierda eso de ir tirando todo el día con las tripas contra el suelo. Al final no sabes dónde tienes el pecho y el huevo derecho".

La lucecilla no dejaba de parpadear. Sloan se mantenía callado con el bicho ese siseándole en la mejilla cuando vio así de refilón una zona forestal bastante amplia, sin árboles de por en medio pero si alrededor, con espacio suficiente como para que aterrizara la nave y poder repostar. La gasolinera más cercana estaba a unos 15 km según el mapa, y el pueblo (o ciudad) a 20.

- Dime que ésto gasta gasolina, porque como sea plutonio o por el estilo mal vamos. Y que yo sepa, no sé hablar asiático, o lo que dices que hablé: simplemente, hablaban mi idioma esa gente. Tal vez encuentre a alguien que sepa hablar mi idioma también por aquí para preguntar.

- Sería una idea. Y a mí no me preocupa que Slynth vaya por ahí suelto. Lo que te debería preocupar es la opinión de los demás al respecto.

Por lo que había visto, el nombrado Slynth no era una serpiente normal y corriente. Ya lo había deducido con anterioridad pero al ver como se enroscaba alrededor de la pelirosa saliendo de su cuerpo no le quedó la menor duda: Sloan sabía de especies animales terrestres parasitarias que establecían una especie de vínculo vital con su huésped. A veces ese vínculo era solo de ida, pero otras veces podía llegar a ser recíproco.
En ese caso, si en la Tierra existían esa clase de vínculos, ¿quién no le aseguraba que lo mismo pasaba con otras especies más allá de los astros? ¿Y quién-?... No, espera. ¿No le había dicho algo sobre unos experimentos? Hmmm... en ese caso mejor borrar la teoría de la cabeza. Si, mejor borrarla. Ea, a otra cosa.

La urgencia de combustible les hizo bajar de la "nave". Mirándola desde abajo cualquiera diría que aquella cosa era capaz de funcionar con simple gasolina. Y en los tiempos en los que vivían que cualquier fuente de energía era mejor que la simple gasolina... pero eran humanos al fin y al cabo, y si algo hay que recordar de los humanos es que la jerarquía es lo primordial, y si los de arriba dicen que hay que usar gasolina, tendrán que usar gasolina, mal que les pese.

- Si vamos en ésta dirección, terminaremos encontrando un núcleo urbano, gasolinera incluida. - La dirección con la que apuntaba Sloan era la correcta, ya que no muy lejos se podía ver la silueta de varios edificios. - Así pues... ¿me entregas, te dan un paquete con el dinero y ya? ¿A eso te dedicas, a hacer favores a la gente rica a cambio de una cuantiosa suma de dinero? Cualquiera en tu situación, sabiendo el mundo en el que vivimos haría otra cosa... no sé... como por ejemplo intentar ser una heroína o una villana supermalvada de esas que salen cada dos por tres en las noticias del rollo "la infame, qué se yo, Serpentwoman ha atacado de nuevo la ciudad de Nueva York. Quién sabe las maquinaciones de ésta malvada mujer, bla bla bla" y todo eso. ¿No?

Los primeros setos de las primeras casas con las primeras calles estaban ya saludándolos cuando entraban a la ciudad. No sabría diferenciar una de otra ciudad, y tampoco la tenía en la memoria como para reconocerla, pero Sloan tenía la sensación de que era un centro urbano bastante grande. Bien...

- Otra cosa que podrías probar es con el atletismo.

Una sonrisa divertida le cruzó de oreja a oreja antes de esfumarse en una nube de polvo. Sloan corrió hacia la ciudad lo más rápido que pudo (y eso implica "correr como si tuviera un puto cohete en el culo") buscando despistarla. Desde el principio no le había gustado la idea de ser entregado y esas cosas. Fuese quien fuese que le diesen. No era su problema que la chica se quedara sin recompensa.

Y para terminar de rematarlo...

- (En alemán) ¡TERRORISTA! ¡TERRORISTA!