Sorprendente amanecer [Libre - Marvel, Pre-Omega] (Jueves 2 de Noviembre de 2017)

Sonó el despertador a las 5 de la mañana como era costumbre. La falta de sueño y de café me acompañaron hasta que llegué a mi pastelería. Dios, qué limpia la dejé anoche. En ocasiones me sorprendía a mí misma con lo generosa que era la Sasha del ayer con la Sasha del presente. Siempre pensando en lo sobada que estaría.

Cumpliendo con mi rutina, me desperté demasiado pronto. Hice café. Repuse las unidades. Las muestras, dejé el pan preparado y aún no eran las 7. El cielo empezaba a clarear  y no debía faltar mucho para el amanecer y los primeros tipos con traje pidiendo un café y un cupcake para llevar. Me senté en una vieja banqueta que tenía detrás del mostrador. Me froté las manos para eliminar los restos de harina y apoyé mi espalda en la pared. Estos ratos eran mi pequeño tesoro. Mi dulce baile a solas con el pedacito de ciudad que tenía a través el escaparate. Me quedaba una hora, igual que todos los días. ¿Qué coño? ¿Por qué no hacer algo? Siempre había sido ese tipo de personas a las que la rutina la aburre.. ¡Por algo abrí una pastelería! ¡Para no repetir siempre lo mismo!

En ese momento me levanté, fui a lavarme las manos, me recogí el pelo y dejé en la puerta el cartel de cerrado. De todos modos no abría hasta las 8... tenía hora y pico para despejarme. Se estaba agradable, empecé a deambular por el tan conocido barrio, aunque por primera vez en mucho tiempo lo veía con una nueva perspectiva. Había colores que no habían estado antes ahí, los reflejos de los primeros rayos de sol perseguían a las siluetas de los edificios. Era precioso... Hacía una temperatura perfecta para mi manga corta y... mi... ARG ¡mierda! Me he dejado el delantal puesto, ¿cómo puedo ser tan estúpida? Inconscientemente me llevé una mano a la frente como gesto de mi OBVIO despiste. Seguí caminando sin darle importancia. Una cancioncita empezó a repetirse en mi cabeza y empecé a canturrear la melodía sin letra.¿¡ PERO QUÉ COÑO ERA ESE RUIDO!? Un golpe horroroso me obligó a pararme en seco y a darme la vuelta.

- ¿Pero qué...? -

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oor: Hace mucho que no roleo por foro, lo siento si estoy un poco oxidada o me como alguna norma! He intentado estar atenta >.<

La escenita que contemplé fue de película.
Había un pive... sujetando lo que creo que era la mano rota de otro pive...
Yuhu, romper las sanas y tranquilas costumbres para esto.
No me gustaba meterme en peleas innecesarias. Pero alguien estaba recibiendo y no podía quedarme sin hacer nada...

- ¡EH! ¿Qué está pasando aquí? - Intenté sonar todo lo seria que podía a pesar de llevar un delantal lleno de harina por las calles de Nueva York. - ¿Se puede saber qué te ha hecho ese tío para que le des la tunda que le estás metiendo? - Dije dirigiéndome al hombre de pelo castaño y señalando al otro.El primero no sería mucho más alto que yo. Aunque sí mucho más musculoso. Ahora que lo pienso quizá subí demasiado el tono, aunque con la gente en estado agresivo hay que hablar con la voz firme y elevada. Si no puedes correr el riesgo de ser ignorado o que te sumen a la trifulca.
Me quedé observando. Si algo me caracterizaba era no tener prejuicios. No sabría identificar quién había sido el cornudo y quien el capullo. Quién el ladrón y el robado o quién el timador y el timado. Aunque si lo piensas bien, el de la mano rota le había metido un puñetazo en la cara antes de que él le rompiese nada...

Sorprendentemente mi cuerpo empezó a llenarse de adrenalina, empecé a sentirme bien. Muy bien. De puta madre. Creo que mi cuerpo echaba de menos la acción... el gimnasio estaba bien pero.. No es lo mismo.

El sol comenzaba a asomar por el horizonte. La ciudad de Nueva York todavía estaba a oscuras. Miraba por la ventana del hotel como los últimos juerguistas volvían a sus hogares, y los más madrugadores llenaban las calles rumbo a su trabajo. Siempre había sido una persona que dormía poco. Desde pequeño, y especialmente durante mi adolescencia debido a mis aventurillas nocturnas me había acostumbrado a dormir una media de seis horas y estar como una rosa. El hecho de que mi cuerpo estuviese totalmente recorrido por electricidad constantemente tampoco ayudaba a ser una persona calmada y que pudiese estar las horas muertas sentado sin hacer nada. Además, no me había traído ningún libro. Fallo garrafal.

Los pensamientos acerca de nuestro encuentro con la chica rubia y el tío naranja no me habían dejado de asolar en esos días. Otros mutantes igual que yo, paseándose por las calles, luchando contra los enemigos. Aquello me había emocionado. Yo también quería ayudar. Lo hacía con los Abyss, pero mi responsabilidad como héroe iba más allá de Europa. Iba hasta donde mis fuerzas fuesen capaces de llevarme. Me habría encantado saber sus nombres, hablar con ellos para que pudiesen decirme qué hacían y dónde se encontraban para ofrecerles mi ayuda y tiempo. Pero habían desaparecido más rápido que el rayo y sin decir absolutamente nada. Parecían asustados, como si la gente viese mal que ayudasen. Entendía ese sentimiento, pues a mí me lo hacían en mi querida Ginebra o en Europa. A la mínima que muestras que eres diferente y poderoso, todos se llevan las manos a la cabeza y te tachan de asesino o terrorista. El truco estaba en convivir con ello. Era imposible gustar a todos, de manera que lo mejor era simplemente entenderles. Decidí salir a pasear y aclarar mejor mis pensamientos. Cogí la chaqueta y me dirigí al pasillo llamando al ascensor.

Las recepcionistas me dieron los buenos días y tras entregarle las llaves de mi habitación salí a la calle. No sabía muy bien cómo funcionaba el horario americano, aunque supuse que fuera como fuese las seis era demasiado temprano para que cualquier bar o cafetería estuviesen abiertos, de manera que decidí dirigirme al "Central Park" para dar una vueltecilla y hacer algo de tiempo. Desgraciadamente no disponía de tanto tiempo libre como quería. Tom se despertaría en un par de horas o más, y había un par de museos que no habíamos podido visitar ya que le habría dado un ataque al corazón al muy... En fin, si encontraba algo de tiempo ya vería qué haría.

No había avanzado ni tres calles cuando escuché a un grupo pelear en un callejón. Discretamente me acerqué a ver qué pasaba. Allí, a unos pocos metros de mí, un joven forcejeaba con otro tío mientras una chica de color les miraba. Si era un atraco o algo por el estilo debía pararlo. No sería mi querida Ginebra, pero el deber llamaba siempre estuvieses donde estuvieses. Decidí acercarme como quien no quiere la cosa y ver qué pasaba.

- ¡Buenos días familia! Veo que habéis montado una buena juerga desde bien tempranito, ¿no?- los tres se volvieron hacia mí y aproveché para saludarles con la mano y una amplia sonrisa. Amable y educado, pero por si acaso no bajaría la guardia.

FDI: Establecemos el orden: Celsit/Vincent/ Planaria/ Sloan.  

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El corazón me latía con fuerza, no entendía nada y ¡tampoco me importaba!. Estaba tan centrada en la trifulca ante mis ojos que no presté atención al nuevo integrante de aquel amanecer tan extraño. La verdad es que no me percaté de que estaba allí hasta que abrió la boca aquel muchcho trasnochador. O madrugador. O lo que fuese. Mediría un poquito menos que yo y llevaba una barba muy mona acompañada de unos ojos miel que resultaban interesantes, además tenía un tono de piel bonito. No sé muy bien por qué pero me reconfortó su presencia.

- ¡Buenos días familia! Veo que habéis montado una buena juerga desde bien tempranito, ¿no?- Qué chispa. Quizá fuese por su actitud relajada. Un momento... ¿Familia? ¿Me había metido en medio de algo? Aunque parecían tan diferentes...

Decidí mantenerme al margen e intentar disuadir la situación. Me sentía bien pero si podía atender a la gente sin heridas ni dolores, mejor que mejor. Empecé a caminar alejándome intentando explicar que yo no tenía nada que ver. Eché el pie derecho hacia atrás y levanté las manos con las palmas abiertas intentando expresar que no me enteraba de nada. Di un par de pasitos.

-No, yo... Ni si quiera.... -me interrumpió un golpe en mi espalda que me asustó un poco. No me lo esperaba, era una calle abierta. Supe que era algo orgánico, se movió en cuanto nos chocamos. Giré el torso para ver con qué me había topado.  

Otro chico que pareció no habernos oído se topó con la escenita que había improvisada en ese momento. Tenía una cara expresiva y sus ojos me parecieron muy intensos. ¡Además, también tenía barbita! Parecía desconcertado y disgustado a partes iguales.

-¡Perdón! - solté instintivamente, por educación. Incluso cuando era otro el que se había chocado conmigo me salía decirlo. -Eh... hola - murmuré sonriendo mientras poco a poco bajaba los brazos y miraba al recién llegado.

-Eh! ¡Yo te tengo visto!- Gritó el chico nuevo.

¿En serio? Intenté adoptar una postura relajada y mientras giraba la vista hacia la pelea y al chico que nos había saludado como "familia" enredé los dedos de mi mano izquierda en las raíces de mi pelo grana-grisáceo para echarlo ligeramente hacia atrás. La mano derecha automáticamente se me apoyo en la cadera, y coloqué todo el peso de mi cuerpo sobre una pierna.

- Vale... no os conozco a ninguno, ¿puede alguien expicarme qué pasa aquí? - de verdad quería saberlo, tenía una hora como máximo para volver a mi tienda. Tenía que abrir a las 8 y no podía retrasarme. Lo que hacía recordar que llevaba el delantal puesto...

Bien, hagamos un recuento: tenemos a un bombón con delantal que se ha puesto la mano en la cadera con una actitud casi más chulesca que la mía; una pareja que o se quieren mucho o uno le debe dinero al otro; y un tío que podría haber salido de debajo de un puente perfectamente... Bueno, y yo claro está. Me empezaba a gustar esa ciudad. Cada vez que ponía un pie en ella me pasaba algo. Esta vez no había tenido que esperar ni cuatro horas antes de verme envuelto en una cómica situación que podría estar perfectamente sacada de una película de los hermanos Marx.

- Vale... no os conozco a ninguno, ¿puede alguien expicarme qué pasa aquí?- Bueno, al menos ya sabía que la chica no tenía nada que ver con los otros dos. El tío que parecía un vagabundo parecía conocer a uno de los que forcejeaba ya que dijo que le tenía visto. Este le respondió.

- Apenas conozco a este tipo. En cuanto a este idiota,- dijo mientras zarandeaba un poco al otro pollo - tiene seis procesos pendientes: dos por asalto a mano armada, uno por allanamiento, dos por intento de violación y uno por homicidio frustrado. Ahora, ¿puedo hacer mi trabajo, por favor? Prometo que les compraré un helado.

¿Helados? ¡Qué rico! Aunque tal vez fuese algo raro tomar helado para desayunar. Bueno, tendría que acostumbrarme a las costumbres locales. Si allí lo normal era desayunar helado a lo mejor estaba bueno y todo. Nunca me cerraba a ningún tipo de costumbre o evento típico de un país o ciudad. Me gustaba conocer todas las tradiciones y demás, aunque me había llevado un par de sorpresas con comidas un poco picantes o suculentos manjares como insectos o reptiles.

- Vaya, parece que has pillado a la corona con todos los diamantes. Lo siento macho pero me da que vas a pasar una larga temporada a la sombra.- me había acercado al resto del grupo y agachado ligeramente para hablar al hombre que forcejeaba con el otro tío. ¿Sería alguna clase de policía o algo? Vestía de paisano, así que tal vez se tratase de policía secreta o algo por el estilo. Me volví a la chica quien me devolvió la mirada. Le sonreí.- En cuanto al qué hago aquí, acabo de llegar hace relativamente poco a la ciudad, y como el jet lag me está matando había decidido dar una vuelta y buscar algún sitio donde desayunar algo. Qué sé yo, chocolate o bollos o lo que sea... Y al ver esta pequeña fiestecilla no he podido sino evitar acercarme a ver qué pasaba. Lo siento, tal vez no debería haberme inmiscuido en vuestros asuntos.- La verdad yo había entrado ahí como Pedro por su casa sin pensar en que tal vez ellos estuviesen teniendo algún tipo de discusión o pelea familiar. No era quién para meterme, pero no se me ocurrió pensarlo hasta ese momento. Decidí lanzarme ya al vacío del todo y le tendí la mano a la hermosa chica del delantal.- Por cierto, me llamo Planaria Glámez, a vuestro servicio señorita. Y caballero que está ahí atrás, que no me he olvidado de ti.

Observé un poco más la situación en los segundos que mi entorno tardó en reaccionar. El hombre agresivo tenía una expresión ruda, quizá yo también adoptase un gesto un poco ubicado a la defensiva. El muchacho de la barbita y actitud feliz era... eso, feliz. Bastaba con mirarle un par de segundos para saber que llevaba una sonrisa reflejada en los ojos. En cuanto al recién llegado... no se podía decir que brillase por su discreción.

- Apenas conozco a este tipo. - Correcto, una cosa menos, si se conocían no era muy importante. No sabía si me aliviaba o me hacía sentir inquieta. Tenía muy cerca a... "ese tipo".  - En cuanto a este idiota - añadió aquel bestia parda mientras zarandeaba al apaleado - tiene seis procesos pendientes: dos por asalto a mano armada, uno por allanamiento, dos por intento de violación y uno por homicidio frustrado. Ahora, ¿puedo hacer mi trabajo, por favor? Prometo que les compraré un helado. - la sonrisa que puso al terminar la frase para mí no existió.

-¿Cómo...? -añadí desde mis tripas, dejando de ser en ese instante la chica insegura.

-¡Lo has dicho! Nos vas a invitar a helados. ¡No puedes echarte atrás!- ¿Pero este tío...?

- Vaya, parece que has pillado a la corona con todos los diamantes. Lo siento macho pero me da que vas a pasar una larga temporada a la sombra.- que lo... ¿siente?. En ese momento me sonrió. No le di importancia. - En cuanto al qué hago aquí, acabo de llegar hace relativamente poco a la ciudad, y como el jet lag me está matando había decidido dar una vuelta y buscar algún sitio donde desayunar algo. Qué sé yo, chocolate o bollos o lo que sea... Y al ver esta pequeña fiestecilla no he podido sino evitar acercarme a ver qué pasaba. Lo siento, tal vez no debería haberme inmiscuido en vuestros asuntos.- ¿Acaso no había escuchado? - Por cierto, me llamo Planaria Glámez, a vuestro servicio señorita. Y caballero que está ahí atrás, que no me he olvidado de ti. -

En cuanto escuché la información de aquel cabronazo me quedé intentando asimilarla. A los otros dos parecía no importarle... quizá fuese cosa mía. Ya desde que estuve en la mansión X se me envenenaba la sangre con estas cosas. Imaginarme la cara de las chicas a las que habría intentado violar... la expresión de los indefensos a los que habría atracado... las muertes y los llantos de los familiares, amigos, parejas... Me quedé intentando asimilar la información lo justo para que las imágenes más desagradables pasaran por mi mente.

Giré el rostro y el cuerpo entero hacia el criminal.  La expresión de mi cara cambió radicalmente. Medio labio se me levantó dejando entrever mis dientes como gesto de asco y rabia, la mirada se me ensombreció e hice fuerza con todos los músculos que sabía que mi cuerpo tenía. No lo soporto ¿A santo de qué algo tan repugnante se tomaba la libertad de violar la vida, pertenencias y seguridad de nadie?. No pude contenerme. Me acerqué con paso seguro a ese hijo de puta y apoyé mi mano dulcemente en su hombro. Le miré a los ojos, acuchillando sus pupilas, con esa expresión. Juro por todo lo que más amo que pude ver hasta el interior de esa rata asquerosa. Mi mano empezó a hacer fuerza inconscientemente. Lo noté cuando "eso" empezó a retorcerse. Eché el pié derecho hacia atrás levantándolo y con toda la fuerza que pude hacia delante encajé la puntera de mi pie en su entrepierna. Mantuve. Mantuve. Mantuve. E insistí. Cuando al fin bajé la pierna para no empezar a perder el equilibrio mi cuerpo ecomenzó a relajarse, la respiración a normalizarse. Todo se iba recuperando. Solté un par de jadeos, respiré hondo... todo estaba bien. Ahora.

No me había fijado de que el tal Pandaria me había tendido la mano. La miré y sonriéndole se la cogí dulcemente deslizando mis dedos por la palma de la mano ofrecida. No es lo convencional, supongo que me la dió para ofrecerle la mía y que la besase. Tanto convencionalismo... erg. Aprovechando que le agarré de la mano respondí.
- Tú te vienes a desayunar y a olvidar esta escena - dije sin dejar de sonreír y sin soltarle la mano. Tenía intención de empezar a andar y llevar al viajero a mi tienda, pero el tío raro me empezó a oler. A OLER. Casi rozó mi cuerpo entero mientras seguía el rastro de harina del delantal. No querido no, ¿qué confianzas son esas? Esa actitud me repateó, pero no me afectó comparado con la mala sensación que me llevaba del inútil ese al que había pateado. Supongo que por eso no me molestó todo lo que me habría molestado en una situación normal. Además era mejor llevarnos bien, ya bastante fuertecito había empezado el día. - Y tú también vienes - añadí dirigiéndome al olfateador, alejándome medio metro de él - Siempre que llevéis un poco de parné encima, seréis bienvenidos. - dije mientras recuperaba mi sonrisa.
Por fin eché a andar camino a mi tienda, con un tío que me había olido de arriba a abajo y un guiri simpático a quien le estaba cogiendo de la mano. No sin antes girarme hacia los dos causantes del follón -  Y tú serás bienvenido al 401 de la calle Bleecker siempre que quieras,está aquí al lado-señalando con el pulgar de mi mano libre la dirección- ¡si te pasas luego te invito a un desayuno, que te lo has ganado! - terminé gritando dirigiéndome hacia el que creía que era un secreta.

Me concentré en relajarme y seguir sonriendo por el camino. Me paré en la puerta de mi querido local, amplié esa sonrisa considerablemente y anuncié - ¡Bienvenidos a mi pequeño paraíso!- y me giré para abrir la puerta e invitarles a entrar.

Esperé pacientemente mientras la chica daba un puntapié en salva sea la parte al delincuente. La entendía. Yo también odiaba a los violadores. Era una parte de la sociedad que me repugnaba y me producía nauseas. Abusar de chicas era en lo último que quería pensar. Esas pobres muchachas sin poder defenderse… Pero tuve que controlar mi ira y odio. En el museo de Munich me dejé llevar y sentí una extraña sensación que me recorrió el cuerpo, deseando torturar sin piedad a los atracadores que allí había. Debía controlarme si no quería hacer daño a alguien.

La chica se volvió hacia mí y sonrió. Tenía una sonrisa realmente bonita. Me dio la mano y la estrechó.

- Tú te vienes a desayunar y a olvidar esta escena- Era realmente encantadora. Entonces nuestro querido compañero Sloan (como dijo que se llamaba) comenzó a oler a la chica. Me quedé algo perplejo para qué engañarnos. ¿Quién se pone a olisquear a una chica? Yo desde luego no… ¿Sería algún tipo de costumbre americana? A juzgar por la cara que tenía ella deduje que no. No parecía hacerle mucha gracia el comportamiento del hombrecillo este.- Y tú también vienes. Siempre que llevéis un poco de parné encima, seréis bienvenidos.- ¿Parné? Supuse que era como llamaban al dinero de manera coloquial, como quien dice "pelas" o "pavos". Por último se dirigió al chaval que retenía al otro y le dio una dirección.

Entonces sucedió algo que me pilló por completo de sorpresa. La chica me cogió de la mano y me sonrió. Yo nunca había cogido a una chica de la mano. El pulso se me aceleró. Sí vale, era sólo cogerla de la mano, ¡pero era mi primera vez! Tenía miedo de que la mano me empezase a sudar y le molestase… Pero no sucedió. Aquel contacto era… mágico. No sé muy bien cómo describirlo. Su mano era suave y frágil, pero no de la manera en que es frágil un plato de porcelana, sino en el sentido de que era delicada. Sentí una cálida sensación que invadió todo mi cuerpo. Así que eso era dar la mano a una chica… Me encantó. Me pareció algo mágico dentro de la sencillez del acto. Ella parecía algo más familiarizada con él, así que me dejé llevar, acompasando mis pasos a los suyos y sonriéndola. Era una sonrisa verdadera y pura. Como cuando un niño consigue montar en bici sin ruedines por primera vez, o como cuando abren el salón de su casa la mañana de reyes y descubren un sinfín de regalos envueltos en papeles de mil colores. Yo acababa de descubrir algo que me gustaba mucho, y pensaba disfrutar del momento.

Andamos un rato y por fin llegamos al escaparate de una pequeña tienda que parecía de ¿dulces? ¿Aquella chica vendía dulces?- ¡Bienvenidos a mi pequeño paraíso!- El olor que nos invadió al entrar fue increíble. Ese olor a bollo recién hecho, a chocolates de mil tipos y panecillos de leche y azúcar. El suizo que vivía en mí despertó de repente. Yo era un amante del chocolate como pocos, y aquellos olores me llevaron a mi infancia, a las tardes de excursión con Sophie a la panadería más cercana en busca de algún bollo relleno de crema o chocolate, y de bombones de mil sabores. Una gigantesca sonrisa recorrió mi rostro mientras cerraba los ojos y me dejaba embaucar por la magia de aquel lugar. Los abrí de repente y miré a la chica. El delantal, las llaves de la tienda, que Sloan la hubiese estado olfateando…

- ¿Eres pastelera? ¡Dios mío! ¡Soy el mayor fan del chocolate que vas a encontrar en tu vida! ¡Soy suizo, de Ginebra para ser exactos! ¿Sabes lo que has hecho con tu tienda? Me has hecho recordar momentos de mi infancia que hacía mucho tenía olvidados… Todos estos dulces y chocolates, todos estos panecillos y bollos…- Casi tenía ganas de llorar de la emoción. Hacía mucho que no sentía algo así. Ya eran dos sensaciones increíbles en lo que iba de mañana. Suspiré. No sabía si estaba en un sueño o por fin después de muchas penurias parecía que empezaba a ver de nuevo el lado bueno de las cosas.- Gracias, por hacerme revivir este momento.- y le sonreí y le guiñé un ojo.- Bueno, habrá que probar estos dulces digo yo. Espero que estés a la altura de nuestro chocolate. Y te aseguro que el nivel es alto, ¿eh?

No me percaté de que la gente que había cerca de la tienda estaba esperando. No me tocaba abrir hasta un rato... supongo que mi rutina implantó en ellos una costumbre. Venir fuera de horario. Abrí la puerta para que pasasen mis nuevos compañeros mientras pedía perdón a los clientes impacientes. Y les dejaba abierta la puerta. Antes de que pasasen todos los clientes, el hombre raro empezó a... eso, hacer cosas raras.

- Venga ya... me tomas el pelo... - dijo mientras se desplomaba sobre sus rodillas mirando el cartel - Todo un día para reunir el dinero necesario para poder comprarme algo que comer de ésta pastelería, y cuando llego la puerta está cerrada y me quedo con las ganas... ¿Y ahora resulta que puedo entrar? ¿Qué clase de broma retorcida es esta? ¡¿Por qué me torturáis así?! - Este... ¿había venido a mi tienda antes? No lo recordaba... aunque.. Me empezaba a parecer dramáticamente tierno. Había estado un día entero para reunir dinero... ¿para comer aquí..? Mi corazón se partió un poquito por dentro. Me sentí alagada, ilusionada, eufórica y... quería darle un abrazo. Justo cuando se me pasó por la cabeza el hombre pareció reunir todos sus conocimientos de yoga para quebrar su espalda hasta tocar el suelo con la cabeza y las rodillas A LA VEZ. ¡Qué flexibilidad! Cuando me percaté de que algunos clientes seguían ahí les miré instantáneamente con una sonrisa.-Esto...-balbuceé

- ¡Sabía que me era familiar ese aroma a repostería! ¡Era el mismo aroma que salía del "pequeño paraíso" ésta mañana pasada! - Y me acusó con el dedo - Hmmmmgggggggggggggg........ Bah, da igual. - y prosiguió a entrar como si tal cosa. Yo miré a los espectadores alucinados.

- Di...disculpadle... tenía muchas ganas de probar mis dulces y se quedó con las ganas en una ocasión el pobre..jaja... ¿Pasan ustedes? - a pesar del espectáculo que ofreció no perdí ningún cliente, pero me dieron ganas de matarle y darle un abrazo a la vez.

Entre junto con Planaria - ¿Eres pastelera? ¡Dios mío! ¡Soy el mayor fan del chocolate que vas a encontrar en tu vida! ¡Soy suizo, de Ginebra para ser exactos! ¿Sabes lo que has hecho con tu tienda? Me has hecho recordar momentos de mi infancia que hacía mucho tenía olvidados… Todos estos dulces y chocolates, todos estos panecillos y bollos…- dios mío.. este chico era un cielo.. Las ganas de matar al chico-gula se me pasaron cuando recibí tantos elogios a la vez. No estaba acostumbrada... Creo que me ruboricé un poco incluso, ¡me había comparado con el paraíso del chocolate! .-  Gracias, por hacerme revivir este momento.- y terminó la frase con una sonrisa y un guiño para rematarme... Sí, me ruboricé. - Bueno, habrá que probar estos dulces digo yo. Espero que estés a la altura de nuestro chocolate. Y te aseguro que el nivel es alto, ¿eh? - No pude evitar sentirme muy bien... Me había comparado Y RETADO a compararme con Suiza, este chico iba a ser un cliente duro y sólo con el olor me había subido a la altura de las nubes cuando mi costumbre era tener los pies en tierra. Mi naturaleza era desconfiada pero... esas palabras me sonaron tan sinceras como para empezar a apreciar a ese chico y creer que estaba siendo sincero de verdad. La gente te hacía pedidos, te pedía café... encontrarte con alguien que valorase tanto los dulces como lo estaban haciendo ellos dos... era muy peculiar. No había sido tan mala idea romper la tradición de todos modos...  - Yo.. esto... wow... tampoco es para tanto... sólo... me gusta lo que hago.. - me bloqueé, no sabía cómo reaccionar, no me lo esperaba y se le notaba verdadera pasión en los ojos con lo que estaba percibiendo nada más empezar el día aquella mañana. Casi me emocioné demasiado, pero recordé que estaba en el trabajo.


En ese momento asomó un fajo de billetes que fueron a parar a mi mostrador. El tiempo se detuvo en mi cabeza y sólo sonaba el sonido de una tragaperras repetidamente - probar esas bolas blancas de ahí~~ Tienen muy buena pinta-
Tenía que atender antes a los clientes con riesgo a que no volviesen pero... no quería que Sloan volviese a olfatearme o... se colase detrás de la barra para perseguirme. Le veía capaz.
Metí la mano por debajo de la campana de cristal y saqué rápidamente un par de esas "bolas blancas" mientras añadía - Son cake-pops de chocolate blanco, vahinilla y coco - dije colocándolas en un platito y dejándolas encima del mostrador a toda prisa.

http://www.idealb2b.com/wp-content/uploads/2014/05/birthday-cakes-wedding-cakes-nice-white-cake-pop-decorating-idea-with-sugar-sprinkles-and-brown-cake-sticks-fantastic-white-cake-decorating-ideas.jpg

- Chicos estoy con vosotros en seguida, dejadme atenderles primero - añadí por lo bajo mientras les colocaba ambos dulces, uno para cada uno y me dirigí hacia los clientes espectantes. - ¡Buenos días! ¿Qué les pongo? - dije alejándome de Sloan y  Planaria.

Paso un rato hasta que terminé de atender a todo el mundo, aunque lo hice lo más rápido que pude para que no sintiesen que les dejaba colgados. Volví todo lo rápido que pude medio trotando.

- Uh, chicos... perdonad, estoy un poco saturada.. ¡ay! - dije mirando la puerta, me había dejado el cartelito de "cerrado" hacia fuera, salí de la barra corriendo, le di la vuelta para que pudiera leerse "abierto" por fuera y volví hasta detrás del mostrador. Me sacudí las manos dando un par de palmadas entre ellas, apoyé un codo en el mostrador y me retiré un mechón de pelo de la cara que se había escapado de la coleta que me hice al atender a los otros clientes. -¿Qué vais a querer? a eso invita la casa - añadí señalando los cake-pops. En ese ratito el supuesto secreta apareció por el escaparate. - !Hey, Mirad quién ha vuelto! - y me quedé mirando al fuertote de pelo castaño hasta que se decidiese a entrar.

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Off: ¡Lo siento! Estoy con exámenes y viendo muchas cosas en el trabajo… Me demoro, pero les respondo. D=

Como buen suizo que era, mi pasión por los chocolates y bombones era algo más que simplemente me gustasen. Era casi amor lo que sentía por él. De todos los colores y sabores, solos o con frutos secos, licor o leche, el chocolate y los dulces eran algo que me privaban. Nunca me cerraba a probar dulces fuera de mi país, y había encontrado manjares dignos de una cata suiza. Pero lo que esa chica nos ofreció superaba con creces cualquiera de mis espectativas. Cada bocado me transportaba a mi infancia, a mi adolescencia, a la cantidad de chocolate que había pasado por mi boca durante años y años de lucha contra la caries y la diabetes. Si tenía una cosa clara, es que morir por un empacho de chocolate era la más bella de las muertes posibles.

- No quiero sonar pelota ni nada por el estilo, pero tus dulces son una cosa alucinante... ¿Desde hace cuánto eres repostera? ¡Madre mía, qué mano con los dulces!- Mi boca se llenaba con toda clase de bombones y pequeñas bolitas de chocolate. Le pedí a la chica una bandeja y le dije que me la cobrase. La llevé a la mesa y le dije a Sloan que viniese conmigo.- Efto ef un vifio. Podría tirarme comiendo tuf dulfef todo el día prefiofa..- Tampoco quería interrumpirla puesto que su pequeña tienda empezaba a llenarse de gente. Un tipo medio esmirriadillo le pidió un café, y al poco de sentarme entró por la puerta el chaval del callejón con varios helados y lo que parecía una caja de galletas o algo. Le hice señas para que se viniese a la mesa y estuviésemos juntos. Fue a hablar con la chica y yo continué saboreando los dulces, dejando alguno para el resto.

Entonces, justo al lado de la puerta, pude ver como un tío sacaba la mano del bolso de una anciana que miraba unos estantes con bombones. En la mano, llevaba una cartera. Me levanté de un respingo al tiempo que me dirigía al chaval.

- ¡Eh! ¡Señora su bolso!- La anciana se giró y gritó, pero el chaval ya había cogido la cartera.- ¡Ladrón! ¡Vuelve aquí!-

Salí a la calle corriendo detrás del chaval. Tendría más o menos mi edad. Corría como una liebre y empujaba a la gente que paseaba tranquila por la acera. Tenía que intentar alcanzarle sin usar mis poderes. No me apetecía que todo el mundo se asustase de ver a un tío empezar a lanzar rayos a diestro y siniestro. El chaval se giró y pude ver cómo sacaba una pistola y me apuntaba. Un disparo resonó y sentí una punzada en el hombro derecho. La bala había pasado rozándome, pero había conseguido hacerme una herida. Ya poco importaba disimular, no quería que hubiese heridos. La siguiente tanda de balas se estrelló con el escudo eléctrico que generé con mi mano izquierda al tiempo que cargaba la derecha, dispuesto a disparar un rayo y tirarlo al suelo.

El chaval se quedó boquiabierto y se lanzó en medio de la carretera, provocando varios ruidos de frenazos y varios pitidos. Quité el escudo para moverme con mayor rapidez y le perseguí. Salté por encima de varios capós y ya casi estaba a su lado. Lanzó un par de disparos al aire sin mirar y le lancé un rayo que impactó en su espalda, haciéndole caer. No había sido lo suficientemente fuerte para dejarlo inconsciente, pero sí para incapacitarlo. Vi cómo rodaba un par de metros hasta llegar a la acera. Lo que no vi fue el todoterreno que venía hacia mí a toda velocidad. Escuché el sonido de los neumáticos chirriar contra el asfalto, pero el coche giró y me fue imposible esquivarlo. Un impacto, fuerte como una bola de demolición, me golpeó en todo el cuerpo, mandándome varios metros por el aire, y cayendo con fuerza contra el asfalto. Me dolía hasta el alma. Intenté ponerme de pie, pero me fue imposible. Estaba seguro de que me había roto alguna costilla y posiblemente la pierna. Me tumbé boca arriba, notando el sabor de la sangre en mi boca. En un esfuerzo brutal, me toqué el pecho con la mano, tiñiéndomela de rojo. Allí, a la altura del estómago, había una herida de bala. Al parecer había conseguido alcanzarme el chaval. La vista se me nubló ligeramente, y en un esfuerzo sobrehumano meneé el brazo izquierdo.

- Ne... Necesito electricidad. Necesito... electricidad...- Eran muchas heridas, estaba a punto de desmayarme. Estaba casi seguro de que mi cuerpo se encargaría de curarme lentamente. Haciendo un rápido repaso mental calculé que aproximadamente tardaría una media hora en sanar por completo. Pero no podía perder el conocimiento. Tenía que tranquilizar a esa gente, tenía que decirles que iba a estar bien, que no llorasen pues en seguida estaría como nuevo... Pero el dolor era muy intenso. Un fuerte mareo me invadió. Empezaba a ver doble y se me nublaba la vista. "Aguanta, solo un poco más, aguanta..."

Al ver a ese chico salir a ayudar a la anciana asaltada, decidí terminar bruscamente el café y levantarme el taburete. Me dirigí hacia la puerta para observar la escena con suma tranquilidad, hasta que en un simple parpadeo de mis ojos vi a el chico lleno de heridas en el suelo, quizás le quedaba poco tiempo, algo tenía que hacer. Vi a el grandullón de antes intentando ayudarle, pero no sabía realmente que hacer en ese momento, así que corrí hacia los dos algo nervioso.

- Como no llaméis a una ambulancia rápido, se nos va. Exclamó el grandullón el cual se mostraba poco nervioso ante tal situación.

- Yo podría ayudarle, tranquilo. Dije, pero mi tensión empezó a subir y mi pulsómetro se descontroló hasta llegar a más de los doscientos doce de pulsación. Entonces empecé a mutar en la bestia, en Hulk ya no era Bruce Banner sino que era una bestia, un titan, no podía frenarlo era inevitable. Mi piel adoptó pronto el tono verde y la altura de unos tres metros y medio mientras que mis ojos se volvían verdes brillantes como una luz de neón. Emití un grito de furia increíble y nervioso anduve hacia la pastelería sin importarme totalmente quien hubiese dentro, estaba a punto de destruirla.

- ¡ HULK DESTROZA TIENDA !

Todos estaban disfrutando de mis dulces... por fin un poco de paz. Sonreí amablemente a tantos cumplidos y decidí respirar hondo. Cuando por fin iba a atender a mis invitados de honor, uno de ellos salió como un rayo a la calle.

-¡Eh! ¡Señora su bolso!-

¿LADRONES EN MI TIENDA?
Seguí a mi impulso y salté el mostrador apoyándome en una mano. El ladrón echó a correr y como he dicho, Planaria fue detrás. Escuché la persecución, los gritos de la gente, los suyos... El chico hambriento fue detrás con la caja de bombones aún en la mano. La mayoría de clientes mostraban rostros preocupados, y el intento del barbas de tranquilizar a la gente no había salido muy bien con el acompañamiento de los choques y los disparos...

- ¡TRANQUILO TODO EL MUNDO! ¿Todo estará bien, de acuerdo? Para su seguridad les abriré la puerta de atrás, pueden ir saliendo por allí por favor - utilicé un tono alto pero calmado. Si algo me había enseñado el circo era a tratar con grandes masas de gente alterada. Desalojar era la opción más sensata. La gente se levantó con ganas, aferrándose a sus mochilas y sus escasas pertenencias y fueron saliendo por orden. Incluyendo la señora sin bolso.

Me acerqué corriendo a la entrada de mi tienda mientras las últimas personas desalojaban. Pude ver el escándalo, el tráfico detenido, al hombre estrambótico comiendo bombones y ... ¿dónde estaba el suizo? No me digas que...  Los disparos...
Bueno, no era momento de alterarse. Calma Sasha, Calma, prioridades...

Me fui corriendo dejando mi tienda atrás, cerrándola de un portazo. No me preocupaba si le pasaba algo, la madera era barata, y salvo eso, todo lo demás podría arreglarlo con mis propias manos. El metal, el cristal, los dulces... Los inocentes estaban a salvo y el castaño se las sabía arreglar sólo, o eso parecía.
Salí escopetada hacia el ruido del frenazo y me encontré al chico herido, delirante y exhausto en el suelo, mientras el gilipollas comía bombones, aunque... parecía haberle ayudado con un torniquete... Quizá no fuese tan despreocupado al fin y al cabo.  

Cogí al Suizo por debajo de los hombros, piel con piel, estaba caliente... ¿tendría fiebre por el dolor? Rodeándole el pecho y arrastrándole hasta dejarle en el asiento de un coche cuyo propietario había huído dejándolo en marcha, le advertí antes de volver a irme.

-¡TENEMOS QUE CURARTE! -  le grité entre todo el alboroto. Si necesitaba usar mis poderes para quemarle las heridas lo haría sin dudarlo. Era un inocente herido, y tenía buen corazón. Me daba igual que lo supiese si con eso le salvaba la vida.

Desaté el nudo del torniquete dejando la camisa tirada a su lado y le levanté la camiseta para comprobar las zonas donde estaban los... los...¿balazos? Sólo estaban las manchas de sangre, sin heridas, sin marcas... Nada. Pero la camiseta sí tenía los agujeros y quemaduras de bala. ¿Qué demonios...? Él... ¿¡tenía poderes!?
No había otra opción. Ahí había balazos ¡la prueba estaba ahí! Sin poder contener lo más mínimo el impulso de la curiosidad le toqué donde tenía las marcas, al tacto de su piel pude comprobar que su temperatura había vuelto a la normalidad. Era como si no hubiera pasado nada. Y él estaba perfectamente otra vez.

Se regeneraba. Pero era demasiada casualidad...¿no?

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OOC: IMPORTANTE.Hemos saltado un turno de Vincent con permiso de la administración, espero que no te moleste. Hulk ha sido banneado y no ha existido en este post.

Sentí cómo Sloan me hacía un torniquete y luego me daba un par de patadas como intentando hacerme mover. Él no sabía que no necesitaba ese apaño, pero lo agradecí de todas formas. Era cuestión de segundos. En seguida, mis huesos, músculos y órganos internos se arreglarían como sucedía siempre. Sin embargo, la cantidad de dolor interno fue demasiado, y perdí momentáneamente el conocimiento, volviéndose todo negro.

Cuando lo recuperé vi aquellos ojos, aquellos labios, aquella mirada que me miraba sorprendida, como si acabase de ver un milagro. Por primera vez en toda mi vida, dudé de si había muerto.

- E.. Eres.. ¿Un ángel?- Recuperé poco a poco la consciencia, mientras notaba como mi cuerpo iba regenerándose poco a poco. Entonces la reconocí. Era la chica de los dulces, la que había conocido poco antes. La que me había dado la mano. Me incorporé ligeramente y vi que me había levantado la camiseta, y que miraba estupefacta como las balas salían de mi cuerpo cayendo con unos pequeños chasquidos, y los moretones que cubrían mis costados iban desapareciendo poco a poco. Mierda... Me había pillado de lleno. La miré a los ojos e intenté sonreír. Estaba convencido de que iba a pasar lo de siempre. En cuanto le contaba a una chica que tenía poderes, que podía lanzar rayos y que podía regenerar casi cualquier herida mortal, todas me daban la espalda y me miraban como si fuese una especie de monstruo.- Bueno, creo que es un poco absurdo negarlo... Como puedes ver, tengo poderes.

Me fijé en que estábamos dentro de un coche, y ella estaba ligeramente inclinada sobre mí. De mi pecho salieron unos pocos rayos azules que me cubrieron el brazo hasta llegar a la mano derecha, donde una pequeña bola eléctrica centelleaba ligeramente.

- Soy capaz de controlar la electricidad. La genera mi cuerpo, pero también puedo absorber la de una fuente de alimentación. Puedo manipularla a mi antojo siempre y cuando sea dentro de mí. No puedo hacerlo de un aparato eléctrico o una batería... Y también tengo un factor de curación acelerado. De ahí a que hace apenas medio minuto estaba totalmente destrozado, y ahora esté como una rosa.- Posé mi mano sobre la suya, temiéndome que la separaría al instante. Le dirigí una última sonrisa y una mirada sincera.- Siento toda la escenita que he montado... Espero no haberte asustado y que tu tienda esté bien.

Él sonreía. Y... mis sospechas se confirmaron. Controlaba la electricidad... ¡Era increíble! Me fascinó tanto que tardé en reaccionar unos cuantos segundos.
Le sonreí todo lo sincera que pude y le di un abrazo prácticamente sentada encima suya.
Era una buena persona y ¡tenía poderes! Estaba eufórica por mi descubrimiento. Como si hubiera sido obra mía. Me dejé llevar por lo acelerado que estaba mi corazón en ese momento y apreté el abrazo sin dejar de sonreír.  
Se oyeron sirenas de cerca, el glotón tenía razón, había que volver a la tienda. Salí del coche y volví a coger a Planaria de la mano. Al bordear el coche y llegar a la altura del hombre que sostenía la caja aún le cogí también la mano libre y tiré de ambos hasta llegar a mi tienda. Al pasar por el bolso, tirado en el suelo, de la señora le grité al suizo que lo cogiera y no dudé en que lo hizo.
Entramos, les solté las manos y cerré la puerta de la pastelería. Un suspiro puso fin al alboroto.

- Vale, vayamos por partes... Tú - dije señalando al chico con poderes, pero justo sonó mi teléfono móvil. Era el personal, y no solía recibir muchas llamadas.

- ¿Hola? Aquí Sasha - escuché una voz rutinaria, era Elsa. - ah, ¡muchas gracias! jajaja - intenté aparentar normalidad. Era la única persona que me había llamado para felicitarme - Sí, cumplo veintiuno... Muchísimas gracias preciosa, tengo mucho lío, te llamo más tarde ¿vale? - se lo agradecí,  y ella lo sabía. Era de las pocas relaciones sinceras que podía decir tener por aquel entonces.

Nunca le di demasiada importancia a mi cumpleaños. En la mansión solíamos hacer fiesta en las habitaciones y estaba divertido, en el circo era un día de descanso, nunca había sentido que nadie quisiese celebrarlo de verdad.

- Perdonad, volviendo al tema. Tú - volvi a señalarle - ¿Eres un mutante? -
Yo no estaba preparada para hablar sobre mis poderes, y mucho menos con desconocidos. Desde pequeña... todo el entrenamiento, los amigos perdidos... No podía arriesgarse a volver a ser un bicho raro y que se armase otro escándalo.

Sentí una atracción hacia él que me fue inevitable placar. Tenía poderes, estaba delante mía y ... Me puse nerviosa para qué mentir. Mi vista se fijó fugazmente en en otro chico. Parecía tener una calma y un temple poco habituales en un humano corriente.

- ¡Espera, espera, espera, espera, espera, espera! ¿Es tu cumpleaños? ¡Haberlo dicho antes! ¡Muchísimas felicidades!- Entendí que no dijese nada. Después de todo, nos conocía desde hace un par de horas a lo sumo. No soy nada cotilla, pero de su conversación pude sacar que se llamaba Sasha y que cumplía los veintiuno, la mayoría de edad estadounidense. Lo más probable es que saliese de fiesta o algo. Pero se me ocurrió compensar todo el estropicio y la liada que había causado por perseguir al ladrón de bolsos invitándola a algo siempre que ella quisiese. Y hablaría también con Sloan por si se animaba.

Entonces me di cuenta de que el otro tío, el que abrazaba al violador en el callejón había desaparecido. Había una nota con varias monedas encima de la mesa donde habíamos estado tomando los dulces. Sonreí de nuevo a Sasha.

- ¡Cumpleaños feliz, cumpleaños feeeeeeliiiiiiz, te deseeeeeaaaaamos tooooodooooos! ¡Cumpleaños feeeeeeeliiiiiiiiiiz!- Y aplaudí al tiempo que continuaba con el "porque es una chica excelente".- Bueno oye, habrá que celebrarlo de alguna manera, ¡digo yo! ¿Tienes planes para hoy? Supongo que sí. En cualquier caso te ofrezco invitarte a algo para compensar un poco la que te he armado con el tema del robo… Y a ti también Sloan, siempre y cuando quieras animarte, y así celebramos el cumple de nuestra amiga, ¿Sasha, cierto? Perdona, no quería inmiscuirme en tus cosas pero no he podido evitar escuchar tu nombre con la llamada. Es un bonito nombre la verdad… ¿Tiene algún significado? Y respondiendo a tu pregunta sí, soy un mutante. Controlo la electricidad y tengo un factor de curación acelerado. Las heridas mortales y enfermedades que recibo son sanadas a toda velocidad por mi cuerpo. De hecho soy inmune a cualquier enfermedad, así como a venenos y toxinas. Pero es un secreto, ¿eh? Que quede entre nosotros.- Y le guiñé un ojo.

En Europa era típico que los nombres guardasen algún tipo de significado o algo por el estilo. La mayoría de las veces de todas formas estos eran puesto por algún tipo de valor sentimental. El mío por ejemplo provenía de mi bisabuelo materno, Planaria Smothin. Un valiente soldado de finaos del siglo XIX.

- Mmm oye, te compro esa tarta de chocolate.- Señalé una enorme tarta de chocolate que tenía una pinta estupenda tras el mostrador. Mi intención era que soplase unas velas. Supuse que tendría ella allí, y aunque sabía que ella habría puesto la tarta no quería ser cara dura ni descortés. Un pequeño detalle y ya si eso que nos invitase a bombones o algo por el estilo. No sabía lo que comería Sloan, pero yo necesitaba al menos 8000 calorías diarias para poder generar toda la electricidad de mi cuerpo.- Y ahora para rematar la jugada unas velas, ¡y a soplar se ha dicho!

Mi rostro serio pareció no ser suficiente para lo que pretendía. RESPUESTAS. Si era un mutante necesitaba saberlo. Y empezó a.. ¿cantar el cumpleaños? PERO QUÉ
Vamos a ver...  Pero. Oye.. pero que yo.. pero.. ¡¿No se calla nunca?!
¿Y ese qué hace mendigando?
Oye, puedo darte algo sin tocar si quieres...
Quise decir, pero el chico no me dejó hueco para poder meter baza.

¡Oh! Para colofón: soy un monstruo devorador de mundos. Encantado.

Tengo que reconocer que Sloan había dicho algo inteligente. No sé si inteligente, pero soltar la bromita hizo que me relajase un poco del estrés que me estaba echando encima el suizo. Yo había asumido que no iba a celebrar mi cumpleaños y tanta agitación... y les acababa de conocer, tenía pensado salir con Elsa a cenar aunque sea. No sé.. todo muy rápido. Le solté una mirada de agradecimiento y desesperación al comemundos.

Me puse una mano en la sien y con la otra gesticulé involuntariamente.

- A ver a ver a ver... alto.... Primero, no tiene sentido autocomprarme una tarta cuando puedo hacerme una y... para mí las tartas no son algo especial, las hago casi como el que come pipas. Y... vamos por partes. Primero   - me giré hacia un escaparate y le saqué una bandeja llena de buñuelos rellenos de crema y otros de nata y se las di al rumiante. En mi tienda no se pasaba hambre y mencionaba demasiado el condicional de la comida como para no tenerla. - Atento al precio de lo que te comes eh, vaya a ser que te cebes y luego no haya suficiente coin coin - dije mirando cómo contemplaba las dulzuras.

- Y tú... ¿En serio controlas la electricidad? - me volví al mostrador y cogí una bombilla de repuesto de uno de los cajones y se lo di. Era una prueba fácil y si decía la verdad... querría conservarle en mi vida. Sería el primer mutante que conociese fuera de cualquier institución.. y tendría cosas que contarme. Me hacía ilusión mientras me intimidaba...

La verdad es que lo que dijo Sasha era cierto. Menuda idea de bombero que había tenido con lo de la tarta. Muy bien Planita hijo, otra vez luciéndote. Me sentí extremadamente estúpido. Y pensándolo bien lo de invitarla así a lo loco también había sido una estupidez de caballo. Esto me pasaba por ser tan espontáneo. Yo realmente intentaba entablar una conversación o montar un plan divertido. No se me ocurrió pensar en que no todo el mundo era como yo. Suspiré.

La pregunta de Sasha me animó un poco. Tal vez con un par de truquillos podría animar un poco la cosa. Me acercó una bombilla, supuse que para iluminarla tocándola solo con los dedos. Ese truco era sencillo, yo quería sorprenderla con algo más espectacular. Me puse a pensar, recorriendo la tienda con la mirada buscando algo que me sirviese. Entonces lo vi. Cogí una cucharilla.

- Lo de la bombilla es fácil.- Encendí la bombilla con la mano y varié la potencia de la luz varias veces.- Pero hay otras que son más complicadas.- E hice flotar ligeramente la cucharilla entre mis manos, poniendo una sobre la otra y separándolas unos centímetros.- Soy capaz de crear un pequeño campo electromagnético gracias al cual puedo hacer flotar o empujar algunos objetos metálicos… Y bueno, también puedo hacer esto.

Dejé la cucharilla apoyada en una mesa y me crují los dedos. Abrí la palma de la mano derecha y formé una pequeña bola de electricidad. Unos pequeños rayitos azules se movían en su interior, iluminandonos fantasmagóricamente. Me encantaba hacer eso. Mis poderes tenían mucha belleza además de potencia. Luego, giré la mano rápidamente, apoyando la bola en el torso de esta. Sonreí a Sasha. Levanté el brazo hasta dejarlo por encima de mí e hice que la bola rodase desde mi mano derecha hasta la izquierda, cruzando mis brazos y mis hombros por detrás de la cabeza. Luego la lancé y comencé a dar toques con el pié como si fuese un balón. De un fuerte empujón la lancé sobre mi frente e hice equilibrio para mantenerla allí. Después de unos segundos la apoyé en mi nuca e inclinando la cabeza hacia adelante resbaló y la cogí con la mano de nuevo, absorbiéndola lentamente, con una gran sonrisa en la cara.

- Eso mola bastante más que encender una bombilla, ¿no crees?

Me quedé expectante y con ganas de resolver el hambre de curiosidad. Vi unas pequeñas chispas dentro del vidrio y finalmente unas intermitencias de intensidad corroboraron su historia. Me quedé embobada hasta que dejó la bombilla sobre la mesa de nuevo. Escuché su historia sobre el campo electromagnético mientras mi pupilas se imantaban a la cuchara levitando. No... Una persona que encuentro con la que poder hablar... ¿Y si dijese que yo...? No. Era pronto. No les conocía. ¿Y si había venido para atacar la mansión? ¿Y si ...? No... Estaba pensando como quería evitar que el resto de gente pensase de mí. No era justo pero... No podía decirlo. Antes de darme cuenta estaba danzando con una bola gigantesca de rayos. Me dieron ganas de tocarlo, obviamente me contuve. Observé cada destello que se reflejaba en la piel del suizo.
Era precioso.

- Sí... la... la verdad es que mola más..

¡Ah, ya lo entiendo! Querías hacer la fiesta de cumpleaños porque te gusta Sasha. Hmmm... claro, claro, tiene más sentido... No, lo siento, no lo tiene. Para eso la invitas a cenar o a salir donde puedas cogerle de la mano y esas cosas, pero no haces una demostración de tus poderes

¡AJAJAJAJAJA! Puto chalado... Espera, ¿la policía? Pero qué...

Me asomé por el cristal de la puerta, dos policías... ¿pero a qué tipo de dios malvado he maltratado en la otra vida para que ahora me pase esto? Miré a mi alrededor como buscando algo fuera de sitio, algo por lo que me pudieran culpar. Mi vista se topó de lleno con los agujeros de bala en la camiseta del suizo. Me acerqué de una zancada, le agarré de la camiseta y le levanté del tirón llevándole conmigo a la trastienda. Cerrando la puerta detrás mía.

- Si oyes que se acercan te vas por esa puerta - dije señalando la puerta de la salida de atrás susurrando. Salí de la habitación y cerré la puerta detrás mía.

- Gracias por avisar- dije pasando por detrás de Sloan acariciándole los hombros con un brazo, dejando el peso muerto hasta que me despegué de él de camino a la puerta, abriéndola dejando pasar a los agentes que se habían detenido delante de la puerta.

- ¿Algún problema agentes?

Maldito Sloan y su comentario. No buscaba seducir a Sasha, sólo quería mostrarle algo bonito y bello, por eso hice el truco de la bola eléctrica. Bueno vale, ella era una preciosidad, no lo negaré. Pero acababa de conocerla, y no era muy enamoradizo que digamos. Simplemente quería animarla y sacarle una sonrisa.

Entonces, la policía. Mierda. Eso sí que era una cagada, y más aún con mi camiseta agujereada. No era la primera vez que me había pasado, y lo más probable es que tampoco fuese la última. Sasha se dio también cuenta y me agarró por la camiseta con fuerza. Me llevó tras el mostrador hasta la trastienda y cerró la puerta. Me indicó por dónde salir en caso de que los policías fuesen a entrar y luego salió de nuevo hacia la tienda.

Allí estaba yo, en un enorme cuarto con una mesa metálica rectangular enorme y un horno, una nevera enorme y la puerta que daba a la calle. Por curiosidad me acerqué a la puerta y la intenté abrir por si tenía que salir por patas. Cerrada. El corazón me dio un pequeño vuelco. Busqué por las paredes pero no vi ninguna llave por ningún lado. Joder, ¿qué hago? Escuché de repente la voz de los policías más nítidamente. Se estaban acercando a la puerta, no cabía la menor duda. Recorrí la habitación a toda prisa y vi la única solución que tenía: meterme en la enorme nevera. El día se estaba poniendo mejor por momentos.

Abrí la gigantesca puerta y una nube de vapor salió, enfriándome hasta los huesos. Aquello iba a ser una mala idea y lo sabía, pero no quería meterla en líos. Ella nos había acogido y había sido un encanto a pesar de la liada que le había metido al perseguir al ladrón. Aspiré y me metí en el gigantesco frigorífico, cerrando la puerta tras de mí. Allí dentro hacía un frío de mil demonios. Debía estar a unos tres grados o así. Generé una bola eléctrica en mi mano para iluminarme un poco mientras el frío se me aferraba en los huesos. Comencé a tiritar ligeramente y vi como mi respiración producía una pequeña nube de vapor ante mis ojos. Me agarré el brazo con fuerza y froté mi gemelo derecho con el empeine del pie izquierdo. Sólo deseaba que los policías se fuesen cuanto antes… Y en ese momento me di cuenta de que, ahí dentro, no había manera humana de saber cuándo se irían. Muy bien Planita, acabas de lucirte como nadie. Si salía cuando los policías estaban en esa habitación me investigarían sí o sí. La única opción que me quedaba era estar ahí dentro el suficiente tiempo para no congelarme y rezar por que los policías se hubiesen ido.

Eché un par de vistazos a la puerta donde había escondido a Planaria, nerviosa.
Bff... voy a lamentar esto...
Espera, ¿qué?
Me di la vuelta y vi a uno de los policías tirado en el suelo de rodillas intentando contener la sangre que salía de su nariz con ambas manos. Levanté la vista y Sloan salía por la puerta a toda pastilla.

- ¡DIOS MÍO! ¿Pero qué ha hecho? - me metí tras la barra y saqué el botiquín, por ley necesario, de la tienda. Llegué corriendo y me puse de rodillas delante del hombre mientras con una gasa y un algodón desinfectado le retiraba la sangre que le resbalaba por la nariz, bigote y barbilla. - Le juro que no le conozco... ¿le perseguían o algo? Él ha estado aquí toda la mañana... - El policía esperó a estar curado para contestar, y sentado en una silla del local, parando la hemorragia con una gasa doblada varias veces, me contestó - ro sé por qué be a hecho esto pero lo va a labetar - Tuve que contener una risa al escucharle hablar con la nariz tapada. - Atualbebte su crimer es peor que el robo así que la policía vedrá er otro mometto para resolver la ivestigaciób ¿De acuerdo? - No se preocupe, usted vaya a comisaría a resolver esto como crea conveniente, estaré encantada de recibirles cuando sea. - era mentira, pero darles la razón era la manera más rápida de quitarte a la policía de encima. Le acompañé hasta la puerta, cerrando detrás suya y corrí a la trastienda. Busqué con la mirada en cada esquina al suizo. No, ahí no, no... ¿pero qué? La puerta de salida estaba cerrada, no se había ido... Eché un vistazo bajo las mesas y nada. Espera... No habrá sido tan idiota... Abrí la puerta del frigorífico. Lo había sido. Usé mis poderes para calentar mi cuerpo 5 grados,  lo justo para notarlo, suficiente para no sospechar. Le abracé frotando mis brazos para transmitirle el calor mientras le sacaba de allí y cerraba de una patada la puerta de la cámara. A medida que él entraba en calor mi temperatura se normalizaba.

- Ya ha pasado todo... ¿se puede saber en qué pensabas? -

(OCC: la cursiva son los pensamientos de Plana)

"Claro que sí Planita hijo, claro que sí. Te sacas la carrera de ingeniería industrial en Munich con buenas notas; haces un master de motores eléctricos y sus aplicaciones en el CERN, uno de los centros de investigación científica más importantes del mundo; encuentras a un bombonazo que quita el hipo... ¿y qué haces? ¡TE METES EN UNA PUÑETERA NEVERA COMO SI FUESES UN YOGUR NATURAL!"

Había veces donde me sorprendía a mí mismo. Ahí metido y pensándolo en frío (juas juas juas) me daba cuenta de que había momentos donde ni siquiera yo era capaz de entender el proceso mediante el cuál mi cerebro creía que meterse en una enorme nevera para esconderse de la policía era una idea no sólo buena, sino perfectamente plausible. ¿A quién demonios se le ocurría meterse en una nevera? ¿En serio? Suspiré con fuerza y estuve a punto de dar un puñetazo a una de las baldas, pero lo pensé mejor. No quería que me oyesen y además esas eran las cosas de Sash. No tenía super fuerza ni nada por el estilo, pero con la mala pata que yo tenía seguro que rompía algo y para qué queríamos adornar más la "planariada" que ya tenía montada.

El frío comenzó a hacer efecto y tuve que frotarme los brazos con fuerza, quedándome a oscuras. Me arqueé ligeramente hacia delante. Los dientes me empezaron a castañetear y un moquillo me colgó de la nariz, frío como un témpano. Yo soportaba bastante bien el frío. Ginebra en invierno era como un cubo de hielo. Pero claro, esa mañana no iba precisamente abrigado, y había perdido la chaqueta. Creo que todavía seguía en el coche donde me llevó Sash. Con una camiseta de nada y después de haber perdido bastante energía parando al ladrón y regenerándome músculos y huesos tenía más hambre que dientes. Necesitaba comer. El desayuno solía ser la comida más fuerte que hacía, pero con el pequeño contratiempo del bolso apenas había tomado un par de bollos. Los botes de nada y demás que había a mi alrededor comenzaron a susurrar mi nombre tentándome a meter el dedo.

"¡Ni se te ocurra! Ya suficiente la has liado como para que encima te comas las cosas de la pobre Sash. Estate quietecito y no hagas nada. Ya nos sacarán de aquí... Porque nos sacarán, ¿verdad?" No había pensado en eso. Yo no podía salir hasta que estuviese seguro de que no había ningún policía a la vista. Pero claro, desde ahí dentro era imposible saberlo. Me tocaría esperar a que alguien abriese la puerta y rezar por que fuese la chica.

Al cabo de unos pocos minutos escuché la puerta. Estaba soplándome las manos y frotándolas con fuerza cuando un pequeño haz de luz entró. Me deslumbró ligeramente ya que estaba en la oscuridad total, y la luz de la propia nevera se iluminó a mi alrededor. Era Sasha. Menos mal, al menos no la metería en más líos. Me ayudó a salir y me abrazó, transmitiéndome calor. Estaba muy calentita, como una pequeña estufa. Lo agradecí enormemente. Me aferré a ella recuperando poco a poco el calor.

- Ya ha pasado todo... ¿se puede saber en qué pensabas?

La miré con el ceño fruncido.

- ¿Y qué esperabas que hiciese? Me metes aquí y me dices "sal por la puerta si entra la policía" y me encuentro con la puerta cerrada. ¡Pues me he metido en la nevera! No ha sido la mejor idea del mundo pero qué esperabas. Ya suficiente lío ha sido todo lo de la señora y su bolso... No quería meterte en más líos, y sobre todo siendo yo un inmigrante que estoy de paso.- Lo pensaba en serio. Habría preferido congelarme un par de horas más antes de que la pillasen. No sabía muy bien cómo funcionaba el sistema judicial allí en Estados Unidos, pero sabía que a la mínima de cambio de la podían liar si algo no iba bien. Me separé de ella, ya con mi cuerpo a su temperatura normal y le sonreí.- Gracias por todo y siento de veras haberte causado tantas molestias, especialmente en tu cumpleaños.

Quería compensarla por las molestias y mis constantes estupideces, como lo de querer comprarle una tarta para celebrar su cumple. Eso había sido top diez de gilipolleces que había hecho en mi vida, incluyendo la vez que se me ocurrió meterme un disparo en la rodilla cuando descubrí mi factor de curación y comprobar que funcionaba. Miré el reloj y vi que era casi medio día. Con la tontería y todas las cosas que habían pasado se había ido la mañana.

- Oye, sé que nos conocemos de hace un par de horas nada más, y que tú seguramente tengas tus cosas, pero me gustaría invitarte a algo por las molestias y por tu cumple... Yo me quedo aquí hasta pasado mañana, así que si hoy tienes plan siempre podemos quedar mañana si quieres... ¿Te apetece salir a cenar? Como amigos, para conocernos mejor. Después de todo, hemos vivido una aventura bastante divertida... Además, no todos los días se conoce a un mutante, ¿verdad?- Y le sonreí guiñando un ojo y llenándome la mano de pequeños rayos azules. Qué poquito sabía yo en ese momento acerca de Sash y su relación con los mutantes. Pero eso es otra historia.

(OCC: con Sloan y Vincent fuera de escena ya, por mí cerramos el tema si queréis o pon tú Cels un último post si te apetece. Sino, por mí damos por zanjado "Sorprendente amanecer" ^-^)