Discurso inaugural (Constantine)[DC, Pre-Omega]

Joanna suspiró una última vez, haciendo un ejercicio de respiración para relajarse y volver a centrarse. Había estado calentando la voz minutos antes de que comenzase el discurso, y tras la breve introducción del director, éste hizo un gesto con la mano, indicando así a la invitada de honor a que se acercase al estrado.

Cuando su antigua universidad le había pedido que viniese a dar un discurso que ensalzase a la universidad, y que motivase a las nuevas generaciones, Joanna sintió miedo. Miedo de no estar a la altura, miedo de no ser lo que la universidad esperaba. Y sin embargo aceptó, porque sólo los valientes pueden derrotar al miedo y porque, en el fondo, sentía que motivar a los chiquillos podría mejorar el mundo en el que vivían.

Fecha:

Tras los aplausos de rigor, la mujer se subió al estrado. El silencio en la sala era sepulcral, pero podía percibir la sorpresa y curiosidad entre aquellos que podían verla mejor. No era para menos, pues su piel cetrina y su aspecto general daba a entender que no era humana. La mujer carraspeó, y finalmente, comenzó a hablar

Un camino de mil millas comienza con un paso. Joanna se quedó en silencio unos segundos, observando la reacción de los alumnos ante su voz. Muchos se sorprendieron, e incluso alguno la miraba curioso. Los menos, asustados. Eso era bueno, significaba que no estaban prejuzgando, lo que provocó una sonrisa en el rostro de la mujer


La mujer sonrió de lado, recordando su propio pasado. Casi podía verse a sí misma en un rincón, atesorando su carpeta forrada de dibujos e imágenes de Batman y vestida con unos vaqueros y un jersey que le quedaba enorme. Sólo le habría faltado usar gafas para ser la empollona perfecta

con un leve cabeceo, la mujer se retiró del estrado, provocando el murmullo en los adolescentes. Había visto ojos brillantes, y rostros esperanzados, y sabía que había llegado hasta ellos.

El resto del acto formal terminó sin muchas más pretensiones, y finalmente los chicos pudieron empezar a salir. Y varios minutos después, por una discreta puerta trasera, la alcaldesa salió a las calles de Gotham con una sonrisa satisfecha. Estaba segura de que muchos hoy habían encontrado la inspiración que les faltaba

Gotham, era una bonita ciudad, a pesar de que estaba llena de pirados con máscaras, trajes ridículos y capas, por eso a John no le gustaba pisarla, sin embargo, parecía que aquellos días, el club de las mallas estaba fuera, así que había podido adentrarse en la ciudad sin que ningún maldito cruzado enmascarado le interrogase, había estado siguiendo desde hacía días a una mujer, una ‘’no-muerta’’, no estaba demasiado bien informado sobre el tema y había pensado que tal vez alguno de sus enemigos podía tener algo que ver con todo eso, ahora, en la puerta trasera de la universidad de la ciudad (reservada para personal autorizado) esperaba pacientemente a que la mujer saliese para poder hablar con ella, se llevó un cigarro a los labios y lo encendió mientras miraba al frente con calma, todo estaba bien, si las cosas se ponían difíciles huiría entre patas.

Mientras exhalaba el aire del cigarrillo, una pequeña racha de aire sopló en el lugar, moviendo el humo hacia arriba, haciendo que formara espirales sin cesar. El lugar al que daba esta puerta trasera era un discreto parking al aire libre, en el había un par de vehículos, nada importante, referido a seres humanos, no había ni uno cerca, sin embargo, Constantine sentía que una presencia extraña se acercaba, probablemente se trataba de la mujer...Revisó su bolsillo y sacó un amuleto que formaba un símbolo extraño, era dorado y colgaba de un cadena, que este se puso en el cuello, por debajo de su camisa, se ajustó la corbata color crema y caminó un rato alrededor del parking, para, al final, sentarse en el capó de uno de los coches, en ese momento la puerta se abrió y por ella salió Joanna, se miraron a los ojos y John sonrió de forma amable, sabía que ella había venido a dar un discurso, estaba anunciado en el varios sitios:

- Buen discurso, casi me han dado ganas de inscribirme de nuevo en la universidad preciosidad, hiciste bien al elegir la política...- John apartó el cigarro de su boca con suavidad con la mano zurda mientras examinaba de arriba abajo a la mujer, no parecía el típico cadáver que vuelve a la vida, el humo del cigarro empezó a ascender al aire mientras John seguía examinando a la mujer: -...Soy John, John Constantine amiga, un placer...- Finalizó poniéndose en pie y acercándose a ella, para, finalmente extender su mano a la chica para ofrecérsela, como símbolo de saludo.

Aunque John no era dado a dar la mano, en este caso le interesaba, puesto que en la palma de la mano que le ofrecía, había una marca hecha con un cuchillo hacía apenas una hora, servía para retener residuos de actividad mágica, fuese el tipo de magia que fuese el que la mantenía viva, John sería capaz de determinar de dónde venía.

Bueno, Dina... ¿Tengo algo más en mi agenda? ajena a que alguien la esperaba afuera, Joanna se reunió con su secretaria justo ante la puerta de salida. La muchacha, una joven chica de piel morena, con el pelo negro y enormes ojos verdes de claros rasgos griegos, seguía trotando a su jefa mientras revisaba una enorme y aparentemente aparatosa PDA

Pues... no, señorita Hardins, tenemos la tarde libre fue la respuesta de la muchacha, que comprobó dos veces el aparato y dirigió su mejor y más enorme sonrisa a la alcaldesa, que correspondió a dicho gesto con una suave y maternal sonrisa. Apenas se llevarían cinco años, pero estaba claro dónde se encontraba el núcleo de madurez del tándem

En ese caso, ¿qué te parece si nos vamos de compras y luego a cenar? Yo invito Joanna abrió la puerta en ese justo momento, inconsciente de que Constantine acababa de oír su comentario, y se sobresaltó ligeramente cuando el hombre se separó del capó, hablándola. Su secretaria se asomó por detrás de la alcaldesa, mirándole con curiosidad y a la vez algo intimidada, parapetándose de un modo adorable tras su PDA


La mujer no se amilanó, y le estrechó la mano al hechicero, posando su otra mano en el codo de este, en un gesto muy típico de la inmensa mayoría de los políticos. Sin embargo, mientras que en estos solía ser un gesto algo forzado, en la mujer era natural, y su apretón era fuerte y decidido.

Pero no era esto lo que interesaba principalmente a Constantine cuando la invitó a que le tocase la mano: Ya cuando Joanna estaba cerca, podía notarse sin muchos problemas que rezumaba magia por todos sus poros, y no era precisamente poca, pero cuando se tocaron, la energía de la mujer fluyó con algo más de intensidad, sin que la morena se enterase. Pero eso no era lo interesante, no: En realidad, Joanna no estaba revivida por un mero hechizo, si no que era un portal directo a cualquier parte del mundo de los muertos. O de los mundos, si podía sintonizarse correctamente.

No contentos con eso, el hechicero también pudo notar que aparte de la energía que emanaba más que evidentemente del portal, había magia inherente en la mujer: Era una hechicera, o tenía el potencial del mismo modo que lo tenía Constantine, y esto era lo que alimentaba al portal y lo mantenía estable... y el portal rellenaba la energía de la mujer, por lo que en la práctica si se cortaba el flujo de uno de los dos orígenes, el otro lo restituía antes de desaparecer.

Una vez se separaron, Joanna le sonrió, inconsciente de toda la información que acababa de obtener el fumador de ella, lanzando una mirada de reojo a su secretaria que parecía indicar un "tendremos que esperar".

Pero me imagino que no quiere hablar sólo de eso, ¿verdad? ¿Trabaja usted para algún periódico?

Al estrechar la mano de la mujer, se produjo una conexión entre ambos, aunque solo perceptible desde el bando de John, la energía de la chica fluyó por el conjuro que el mago había preparado y pudo notarlo, aquel cuerpo no emitía restos de magia de otro ser místico, no era un cadáver putrefacto, era extraño, ciertamente, ella estaba viva, aunque ya no pertenecía a su mundo...El inglés ya había percibido una energía así antes, aquella magia era similar a la de Deadman, aunque con pequeños matices, aquella mujer era un portal, una conexión entre ambos mundos y eso la convertía en una gran fuente de poder, normalmente, John habría acabado con un ser así en un santiamén, no le habría dejado hablar, sin embargo, ahora probaría otros métodos, pues era mejor ponerla de su bando, por si algún la necesitaba, cuándo se separaron las manos, el mago miró a Joanna y sonrío con ese gesto de chulería que tanto le caracterizaba mientras se llevaba el cigarrillo a la boca y le daba una calada, luego separó sus labios y soltó el humo, tras eso, dijo:

- Esta conversa prefiero tenerla en privado. – Tras eso dio un par de pasos hacia la secretaria ayudante o lo que fuese la mujer que acompañaba a Joanna, plantó la palma de su mano en la cara de esta y susurró una palabra en un idioma inteligible, la mujer se desmayó y cayó al suelo, sin hacerse ningún mal mayor: - Tranquila, dentro de un par de horas se despertará ricamente y creerá cualquier historia que le cuentes, no sabrá quién soy yo...Verás, no suelo fiarme mucho de los demás y cuánta menos gente sepa que tú y yo hemos tenido contacto, más segura estarás...- Volvió a darle una calada a su cigarro y miró alrededor, no había nadie, a esas horas todo el mundo había decidido ya ir a casa, así pues, John caminó en círculos alrededor de Joanna y al final dijo: - Dime, que recuerdas de tu resurrección, quiero saberlo todo, después de ello, hablaremos. – Tras eso, apoyó sus nalgas en el capó de un coche y espero en silencio cigarrillo en mano a que la chica respondiera.

Esta conversa prefiero tenerla en privado.

Bueno, conozco una cafetería en la zona que... ¡Eh! La mujer rápidamente se puso en guardia en cuanto vio cómo el hombre tocaba a su secretaria y la hacía perder la consciencia, empezando rápidamente a brillar de color verde, con sus manos llenas de dicha energía y sus ojos brillando con más fuerza que nunca

Tranquila, dentro de un par de horas se despertará ricamente y creerá cualquier historia que le cuentes, no sabrá quién soy yo...Verás, no suelo fiarme mucho de los demás y cuánta menos gente sepa que tú y yo hemos tenido contacto, más segura estarás...

La mujer se agachó al lado de Dina, comprobando que efectivamente estaba bien, y sólo inconsciente. Eso hizo que el brillo en general remitiese, pero no por ello parecía contenta. Se incorporó, mirando con cierto desdén y altivez hacia el hombre, antes de cruzarse de brazos

Dime, que recuerdas de tu resurrección, quiero saberlo todo, después de ello, hablaremos.


Estaba claro que la alcaldesa no estaba ni contenta ni se fiaba del hombre, aunque al menos no había rechazado del todo la línea del diálogo, a juzgar por cómo esperaba que el rubio al menos se explicase mejor. No le había gustado ni lo que le había hecho a Dina ni su actitud, pero algo le decía que la parte más importante de todo lo que había dicho era "cuanta menos gente sepa que tú y yo hemos tenido contacto, más segura estarás".

El inglés se llevó de nuevo el cigarro a los labios mientras la chica hablaba, dejando que las palabras fluyeran el humo hacía espirales lentamente que se perdían en el aire de la noche, al parecer le había molestado que John dejase inconsciente a la chica, bueno, mejor perder un par de horas de tu vida que toda ella...Dio una lenta calada y soltó el humo por la nariz, la mujer exigía un trueque, un intercambio:  

- Quid pro quo ¿No? – John buscó en los bolsillos de su gabardina y de uno interior, sacó una tarjeta blanca, con letras negras que citaban ‘’John Constantine – Exorcista y maestro en las artes oscuras’’, en ella ponía un número de teléfono, sonrió de forma cínica observando la tarjeta, le recordaba a tiempos mejores, en los que un grupo de magos sádicos y corruptos no se peleaban por tener un trozo de su culo, le arrojó la tarjeta a la joven para que la recogiera: -...Me dedico a investigar cosas fuera de lo común, ya sabes, brujería, esoterismo, demología un Mc Donalds en el que sirvan comida sana...Cosas que la gente normalmente no entiende, ni quiere entender, tu caso me ha llamado mucho la atención, y probablemente, no solo a mi...-

Y era cierto, probablemente había algún espía de la llama fría por allí, o quién sabe si incluso la mujer que dormía en el suelo no pertenecía a ese grupo de lunáticos, la verdad es que, aunque a John no le gustaban demasiado sus métodos, había que reconocer que eran bastante convincentes, y eso lo decía el tío que sería capaz de venderle un rosario al demonio. El inglés se puso en pie ajustándose la chaqueta y empezó a dar pasos de izquierda  a derecha, para pensar, mientras el cigarro reposaba entre sus labios, finalmente, se detuvo, retiró el cigarro con su mano zurda y miró a la mujer mientras exhalaba el humo:

- Ahora necesito que me cuentes con todo detalle lo que recuerdes, y también, que me digas si desde que volviste de, ya sabes, el más allá, notas cosas extrañas, necesito saberlo todo, cuánto más sepa, con más facilidad te ayudaré.- Lo cierto es que no entraba en los planes de John ayudar a esa mujer de ninguna forma, sin embargo, era probable que alguien con las habilidades, que el brujo sospechaba que tenía ella, podría serle muy útil en un futuro, y oye, gasta unas migajas de pan y tendrás pato para cenar, el plan era obtener otra aliada más, forzada, como la mayoría de los ‘’amigos’’ que el inglés tenían, que solo lo eran porque le debían favores, pero, amigos al fin y al cabo y en conclusión, peones que utilizar cuando el juego requiriese hacer sacrificios.

Quid pro quo ¿No?

Do ut des, sí la mujer se cruzó de brazos. Al menos, hasta que John le tendió la tarjeta, momento en el que la recogió y le echó un vistazo.

Bueno, podía entender que un exorcista se interesase por ella... pero eso no quitaba que los modos dejasen bastante que desear. Suspiró y se guardó en el bolsillo de su chaqueta la tarjeta.

...Me dedico a investigar cosas fuera de lo común, ya sabes, brujería, esoterismo, demología un Mc Donalds en el que sirvan comida sana...Cosas que la gente normalmente no entiende, ni quiere entender, tu caso me ha llamado mucho la atención, y probablemente, no solo a mi...-

Vale, lo que quería era saber más de ella antes que... alguien. Bueno... podría hacer el esfuerzo de ser amable

Ahora necesito que me cuentes con todo detalle lo que recuerdes, y también, que me digas si desde que volviste de, ya sabes, el más allá, notas cosas extrañas, necesito saberlo todo, cuánto más sepa, con más facilidad te ayudaré.


La mujer sonrió de lado y suspiró, encogiéndose de hombros

John fumó con tranquilidad mientras oía el relato, lentamente, en su mente, las piezas iban encajando una a una, formando un entresijo de palabras, conceptos, runas, hechizos, intentando descubrir qué clase de ritual era y que podría haber salido bien, o mal, tal vez el objetivo del ritual fuese esa mujer que tenía delante, o puede que intentasen hacer un sacrificio a un demonio menor, lo que importaba ahora era que aquella chica tenía un gran poder y podía llegar a ser catastrófico si caía en malas manos, por tanto, era preciso encargarse de que nadie la encontrase y, precisamente, lo más fácil para eso, era que nadie la vinculase con John Constantine, el mago inglés sonrío cínicamente mientras daba una calada a su cigarro, soltó el humo con calma y dijo:

- Bien, es todo lo que necesitaba saber, guárdate bien mi tarjeta y asegúrate de tenerla siempre a mano. – Tiró el cigarro al suelo y lo pisó con suavidad, luego metió las manos en los bolsillos y se acercó hasta la chica de cabellos negros, le miró a los ojos con los suyos y sonrió: - Espero que no tengamos que volver a vernos, si es así, significará que estás en problemas. – Luego, de forma rápida extendió su mano diestra hacia la frente de la chica y susurró una palabra, un hechizo similar al que había usado con la otra mujer, la política cayó con suavidad sobre John, que la sujetó antes de depositarla con suavidad en el asfalto, no recordaría su conversa a menos que el mago quisiera que lo hiciera, por el momento, era lo mejor.

Usó un par de hechizos mas para ocultar su presencia a cualquiera que intentase rastrearle desde allí (siempre tenía que tomar esas precauciones, sus enemigos, en general una panda de viejos estúpidos y raquíticos no paraban de buscarle jamás), luego volvió la vista a la joven de nuevo y sonrió ligeramente, de forma apenas imperceptible, notaba que sus caminos se volverían a cruzar, y pobre del que se cruzase en el camino de John Constantine.

Off: Siento la tardanza, mi ordenador me ha dado muchos quebraderos de cabeza ultimamente.

Joanna recogió la tarjeta sin saber muy bien qué pensar, pero finalmente asintió con suavidad. Era un tipo extraño, pero si sabía algo de magia, algo que pudiera ayudarle con lo que le ocurría, no iba a negarle la oportunidad.

En ese carril de pensamientos se encontraba cuando John la tocó y la hizo perder la consciencia. Por unos segundos se sintió engañada, traicionada y alarmada, pero pronto la inconsciencia se adueñó de ella. Su memoria fue borrada, y cuando despertó, se preguntó cómo había terminado desmayada en el suelo. Tras ayudar a su asistente, negó con la cabeza y volvió de nuevo a su plan original de irse de compras...

FDI: