Años de Omega |
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| Haida [John Constantine][DC, Pre-Omega] | |
| | Autor | Mensaje |
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Angela Strazza
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Mensajes : 71 Fecha de inscripción : 07/04/2014
Ficha de Personaje Alias: Benandante Nombre real: Angela Strazza Universo: DC Universe
| Tema: Haida [John Constantine][DC, Pre-Omega] 23rd Julio 2014, 16:57 | |
| - Fecha:
21 de febrero de 2018, noche
Aquella noche, una tenue llovizna invernal caía sobre la ciudad de Gotham. La temperatura había aumentado siquiera un poco en los últimos días, pero probablemente en un par de horas, si es que todavía seguía cayendo algo, la precipitación dejaría de ser agua para ser nieve. Esperaba poder acabar con aquel feo asunto antes de que aquello ocurriera. Todavía se estaba recuperando del asunto del cementerio y de la posterior charla con su “parte contratante”, cuando aquel problema le cayó en el regazo. Durante la investigación de una “muerte en extrañas circunstancias” (infarto de miocardio en un tipo de treinta y algo años, delgado y sin dolencia cardíaca previa conocida), uno de sus compañeros había descubierto que cierto tratante de antigüedades, el susodicho cadáver, ocultaba entre la mercancía legal objetos de todos los tipos de nativos americanos imaginables, adquiridos de forma poco honesta. Creyendo haber encontrado el material para un artículo demoledor, hizo una visita a los familiares para pedir permiso y acceder a la tienda. Cuando volvió, cámara de fotos en mano, estaba blanco como la leche. Había algo ahí, le había dicho. Algo o alguien había estado observándole mientras hacía fotos en la tienda. No había ninguna cámara de seguridad en el recinto, ni nada que le pudiera dar esa sensación, pero aún así la había tenido. Cuando pasó las fotos al ordenador, al pobre casi le dio un infarto cuando descubrió que en varias de ellas había como una sombra de forma humana. Varios de sus compañeros le felicitaron por tan buenas fotografías de fantasmas que no necesitarían ser retocadas, pero él estaba cada vez más asustado. Tanto que no tardó en confesar que todavía no había devuelto las llaves de la tienda, pero que no quería tener nada más que ver con el asunto. Angie se había ofrecido a devolverlas por él al día siguiente, y el pobre había parecido mucho más relajado y alegre desde el mismo momento en el que el llavero cambió de manos. Por supuesto, antes de devolver las llaves, pensaba pasar ella misma por la tienda. Su compañero no se había fijado, pero las fotos en las que la sombra aparecía tenían algo en común: una estatuilla, tallada en madera y pintada en negro y rojo con un diseño característico. Tal vez no fuera nada, por supuesto, pero después de lo sucedido en el cementerio estaba más que dispuesta a asegurarse ella misma de que no había nada extraño. Así que había esperado a que fuera de noche y se había dirigido con Anubis a la tienda. Anubis se había puesto nervioso en cuanto se habían acercado a la tienda, y de vez en cuando lanzaba gruñidos intimidatorios. La única razón por la que la siguió al interior de la tienda, a parte de por el hecho de ir con ella, fue porque seguía lloviendo, algo que incomodaba sobremanera al can. Pero ahí dentro, ella también podía notarlo. Había algo. No sabía el qué, pero estaba claro que había un gran poder en aquella tienda. Y, si sus sospechas eran correctas, sería la dichosa talla de madera. Tenía que encargarse de ello, y encargarse rápido. Tan atenta estaba al problema que había ido a buscar, que no se fijó en los sonidos que le hubieran indicado que ella y Anubis no estaban solos. | |
| | | 053JohnConstantine
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Mensajes : 98 Fecha de inscripción : 29/12/2013
Ficha de Personaje Alias: El timador Nombre real: John Constantine Universo: DC Universe
| Tema: Re: Haida [John Constantine][DC, Pre-Omega] 24th Agosto 2014, 23:14 | |
| Aquella lluvia le recordaba a John a los días en Londres, cuando de pronto el cielo se nublaba sobre tu cabeza y empezabas a empaparte hasta los huesos y el frío se metía dentro de tu piel, si, se sentía como en casa, como si le diesen una húmeda y fría despedida, digna del mago timador más famoso en la ciudad, famoso, que no era lo mismo que respetado...El mago maldijo entre dientes mientras caminaba con las manos en los bolsillos hacia la dirección que le había indicado el mapa astral, ya a bastantes metros se palpaba una gran magia que venía del interior, apresuró el paso, no porque lloviese, no porque estuviese impaciente por encontrar de una vez la estatua y largarse de la maldita ciudad de Gotham, si no porque estaba deseando sacar un cigarro y fumárselo, llevaba media hora sin probar uno por culpa de la lluvia y eso era lo que más mal gusto de boca le dejaba.
Llegó hasta la puerta de la tienda, había un rótulo que indicaba que estaba cerrado...Eso no era un problema para él, recitó un hechizo en un susurro y abrió la puerta, para luego cerrarla desde dentro una vez cruzó el umbral, mientras sacaba a toda prisa un cigarro del bolsillo y se lo encendía observó la tienda, estaba bastante oscura y dejada, parecía que hacía días que nadie fuera, mejor, así no le darían el coñazo:
- Oh, sí....- Dijo con placer mientras inhalaba el humo del cigarro y luego lo exhalaba, suspiró con alivio y mientras daba una segunda calada, ahora más lenta, pensó en silencio en la estatua, la estatua, sí, eso es lo que le había llevado hasta Gotham y la tienda, llevaba meses tras ella, lo que significaba que algún mago más cabrón y más estúpido también la buscaba, es por ello que John debía hacerse con la estatua, guardarla en su caja fuerte y se acabó el problema.
La estatua de Kanda, un objeto de un retorcido mago indio que podía hacer que el más valiente se cagase en los pantalones, y no era de extrañar, muy pocos conocían la verdad sobre esa estatua, pero el que la poseía obtenía el poder de drenar almas y atarlas a la estatua, claro está, todo eso tenía un coste, y es que debías alimentar a la estatua con sangre humana cada noche...Kandra fue asesinado por su aprendiz, que le robó la estatua y se dedicó a intentar ser un Dios en la Tierra, hasta que una bala de revolver le aclaró las ideas...Y la estatua fue pasando de mano en mano y ahora se consideraba una baratija más de aquel pueblo que fue masacrado...Por suerte. John examinó los estantes con cuidado buscando la estatua mientras un hilo de humo ascendía hasta el techo y rebuscaba en su cabeza, había leyendas que decían que en la estatua aún estaban los espíritus de Kandra y su aprendiz, que luchaban aún en su interior, y que quien perturbase su paz, despertaría sus almas, aunque claro, eso eran cuentos de viejas ¡Ahí estaba! Bastó un vistazo para identificarla...Cuando el inglés se dirigía a recogerla, algo le interrumpió, la puerta se abría y alguien entraba, lo peor es que ese alguien despedía un aura mística, el mago fue rápido, arrojó el cigarrillo al suelo, lo pisó y se puso contra una estantería mientras susurraba un hechizo que le ocultó tanto física como espiritualmente, no quería enfrentarse a nadie cara a cara si era necesario.
_________________ - Spoiler:
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| | | Angela Strazza
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Mensajes : 71 Fecha de inscripción : 07/04/2014
Ficha de Personaje Alias: Benandante Nombre real: Angela Strazza Universo: DC Universe
| Tema: Re: Haida [John Constantine][DC, Pre-Omega] 26th Agosto 2014, 01:19 | |
| Angie atravesó la puerta de la trastienda y observó el cuarto en silencio. A la fantasmal luz de las farolas de la calle, velada por el aguacero, la tienda resultaba muy distinta de las fotos que había visto, pero no tardó ni un minuto en encontrar lo que estaba buscando, al otro extremo de la habitación. Era imposible que no la hubiera encontrado: lo que la estatuilla era, y aquello que estaba anclado a la misma, era como un grito que resonaba en sus huesos. Era de los muertos, y hacía mucho tiempo que debería abandonado aquel mundo. Paso a paso, se acercó a la estantería, sintiendo escalofríos que tenían muy poco que ver con la temperatura de la sala.
Debería haberle visto ya. Los fantasmas rara vez se ocultaban, no tenían por qué hacerlo. En su experiencia, la mayoría estaban más bien sorprendidos de que alguien pudiera verles. Pero este... Aquello no era una buena señal, pensó Angie, y deseó una vez más poder acabar con aquello lo antes posible. Y si quería acabar con ello, y con el causante de la muerte del anticuario, entonces debía hacerse cargo de la estatuilla.
Se paró delante de la estantería, observándola. Apenas podía distinguir el rojo del negro en el policromado sobre la talla de madera, con la forma de una mujer. Alzó la mano, como para cogerla, pero se detuvo antes de hacerlo.
-No, eso no es buena idea- musitó en su idioma materno, antes de rebuscar en sus bolsillos.
De uno de ellos sacó un bolígrafo y, con cuidado, movió la estatua de forma que pudiera ver la parte de atrás. Y entonces echó la mano atrás, soltando un siseo.
-Maldición.
A diferencia del resto de la estatua, no había un solo rastro de color en la parte de atrás, y podía verse claramente una forma irregular que no era natural, sino el resultado de haber cortado la madera con algunos golpes secos. Alguien la había partido en algún momento dado.
Aquello no podía ser bueno. Ni siquiera sabía exactamente con qué estaba lidiando, pero lo que tenía claro es que generalmente dañar un objeto como aquel solo llevaba a que los problemas se agravaran. Y no estaba muy segura de poder solucionarlo de la manera rápida y calmada que quería. Se mesó el pelo, intentando encontrar una solución a aquello. Tal vez debía buscar la otra parte de la estatuilla. Tal vez con las dos partes pudiera al menos reducir en parte el peligro, lo suficiente como para intentar que Anubis se llevara al espíritu sin arriesgarle demasiado. No le gustaba forzar a los muertos a seguir el camino, y esperaba no llegar a esos extremos, pero no todos los fantasmas eran comprensivos. Y algo le decía que este no iba a ser de la clase que le gustaba hablar delante de té y pastas.
Y cuando se giraba, pensando que tal vez pudiera buscar una pista en la trastienda, cuando escuchó un gruñido bajo y amenazador. Clavó sus ojos en Anubis, que hasta el momento había estado olisqueando la zona, y que ahora le enseñaba los dientes a algo en otra estantería distinta a la que había estado observando, las orejas pegadas al cráneo y la cola recta y tiesa. Hablando de malas señales...
-Maldición- repitió. ¿Por qué se le complicaba todo últimamente? | |
| | | 053JohnConstantine
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Mensajes : 98 Fecha de inscripción : 29/12/2013
Ficha de Personaje Alias: El timador Nombre real: John Constantine Universo: DC Universe
| Tema: Re: Haida [John Constantine][DC, Pre-Omega] 27th Agosto 2014, 14:02 | |
| John maldijo su suerte entre dientes, un maldito chucho, un perro estúpido...Ni siquiera había sopesado la posibilidad de que alguien entrase en la tienda con un animal, la gran mayoría de ellos podían percibir más allá de los sentidos normales y percibir a quien se ocultase a través de hechizos, y parecía que era el caso...El mago no se movió, seguía evaluando la situación, no sabía quién era la mujer, tal vez fuese alguien que estuviese allí de casualidad, aunque con la maldita suerte que el inglés tenía probablemente aquella fuese una bruja que andaba tras la estúpida estatua, prosiguió en silencio mientras el animal gruñía al mago, mirándole fijamente, ese chucho, tenía algo, no era normal, y no necesitaba magia para darse cuenta.
Ya no tenía sentido esconderse...Deshizo el hechizo de ocultamiento y observó a la chica mientras se llevaba un cigarro a la boca y lo encendía: - Buenas noches...Paseaba por aquí y...- Guardó el mechero y dio una calada al cigarro mientras que, la mano que tenía oculta en el bolsillo que había usado para guardar el mechero empezó a brillar con una ligera aura azul: - fell ec aptr þaðan!!!! – Chilló el mago retirando rápidamente la mano del bolsillo y apuntando con esta a la mujer, no era nada demasiado peligroso, un simple hechizo de aturdimiento, la quería con vida para después interrogarla, sin embargo, para variar, los planes no le salieron bien y el animal, con un rápido movimiento derribó a la mujer para salvarla y luego se lanzó corriendo a por John, que esquivó al animal de milagro lanzándose hacia un pasillo estrecho que tenía a su diestra:
- Hoy no es tu día Johnny, maldita sea, quien te mandaba salir de casa...- Susurró mientras empezaba a conjurar un segundo hechizo aturdidor mientras el animal se incorporaba y se preparaba para lanzar una segunda arremetida hacia el mago, pero en ese momento un chillido desgarrador interrumpió la escena, era horrible, era una voz rota, aguda, similar a cuando rallas una pizarra con las uñas. El mago se llevó las manos a los oídos, sabía que significaba eso, la presencia de tanta magia había terminado de despertar a las almas que dormían en la estatua...Y eso, no iba a ser para nada divertido...
El inglés se retiró lentamente aprovechando que el animal estaba distraído y se apartó a la siguiente filera de estanterías, donde tuvo plena visión de la estatua, emitía un fulgor rojo sangre y de ella salían una decena de sombras alargadas que parecían bailar inquietas alrededor de la estatua, en efecto, esas almas se habían despertado, y ahora sí que sería complicado el trabajo, lo más probable es que si esas cosas les tocaban, replicarían el poder de la estatua sobre ellos: - Vaya mierda, yo que creía que saldría de aquí para la hora de la cena...- Dio una calada a su cigarro y observó a la situación, el animal seguía sin reaccionar mientras su dueña se veía expuesta de forma demasiado incauta a las sombras, el mago chasqueó la lengua, tiró el cigarro y dio una carrera en la que derribó a la mujer para apartarla de una de las sombras que se intentaba aproximar a ella: - ¿Qué eres, una novata? ¡No dejes que esas cosas te toquen o te unirás a ellas en su danza Kuduro personal! – El inglés se levantó y conjuró un escudo protector que les rodeó, eso les daría un margen de tiempo para pensar algo, al menos, estaban resguardados de los ataques de las sombras, ahora el mago necesitaba pensar un plan. _________________ - Spoiler:
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| | | Angela Strazza
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Mensajes : 71 Fecha de inscripción : 07/04/2014
Ficha de Personaje Alias: Benandante Nombre real: Angela Strazza Universo: DC Universe
| Tema: Re: Haida [John Constantine][DC, Pre-Omega] 28th Agosto 2014, 01:51 | |
| Y donde antes no había nada, allí había un tipo. Era rubio, tenía aspecto de haber dormido con la ropa que llevaba puesta, y nada más aparecer se llevó un cigarrillo a la boca y lo encendió. Angie supuso de inmediato dos cosas: que el tipo era un mago que había usado cualquier conjuro para ocultarse, y que si tenía que elegir entre él y Blood, se quedaría con el segundo con los ojos cerrados, demonio y todo. El tipo saludó con un tono conversacional... y de pronto chilló algo, dirigiendo la mano hacia ella. Pero antes de que pudiera hacer nada, siquiera pestañear, la enorme mole que era Anubis la derribó contra el suelo, apartándola de lo que fuera que el otro hubiera lanzado... y en el fondo consiguiendo el mismo efecto, puesto que el golpe la dejó aturdida.
Durante los segundos siguientes, se dedicó a sacudir la cabeza y recuperarse del trastazo, poniéndose en pie. Tenía que detener a su compañero antes de que la armaran gorda. Ella no era un mago, y Anubis, por muy psicopompo que fuera, seguía siendo un perro normal frente a cualquier hechizo dañino. Tenía que...
Un grito agudo, sobrenatural, cortó todo ruido de pelea, y despejó a Angie lo suficiente como para que se girara y viera, con horror, qué era lo que estaba anclado a la estatuilla partida. No un solo fantasma como ella había pensado, sino varios, alrededor de una decena, retorcidos más allá de lo que habían sido y convertidos en espíritus vengativos. Dio un paso atrás, sabiendo que se arrojarían sobre todo aquel que estuviera en su vecindad. Afortunadamente, seguían siendo... bueno, muertos, y por tanto afectados por sus habilidades. Comenzó a musitar las palabras cargadas de poder que impedirían que aquellos espíritus pudieran acercarse a los presentes, cuando un nuevo golpe, esta vez por parte del hombre, la envió de nuevo al suelo.
-¿Qué eres, una novata? ¡No dejes que esas cosas te toquen o te unirás a ellas en su danza Kuduro personal!- le espetó, mientras realizaba un conjuro.
-¡Y estaría bien que Anubis y tú dejárais de arrojarme contra el suelo como si fuera una maldita muñeca de trapo!- replicó ella, enfadada, llevándose una mano a su dolorida cabeza-. ¡Anubis! ¡Aquí!
El labrador negro se acercó a ella, siempre gruñendo y mostrando los dientes a las sombras que danzaban alrededor de la estatuilla. Ninguna de ellas se acercó al can, seguro que reconociendo lo que era capaz. Con una simple dentellada y una carrera a través de las sombras, y Anubis se habría llevado la sombra al más allá, y al destino que le esperara allí. No, Anubis no estaba en peligro, pero Angie no quería arriesgarse. Una vez el perro estuvo a su lado, apuntó con un dedo a las sombras y dio una orden cargada de poder:
-No os acerquéis.
Las sombras se retiraron, obedeciendo la orden, aunque resistiéndose a ella lo más posible. Se mantuvieron a un metro del escudo del mago, probablemente allí donde su voluntad y la orden que había dado estaban equilibradas.
-Eso va a dar menos tiempo del que esperaba- comentó, con un gesto molesto; normalmente, los espíritus abandonaban la habitación cuando daba esa orden-. Debería preguntar qué demonios estás haciendo aquí, pero supongo que has venido a por esa cosa. Espero que no la quieras de una sola pieza, porque no lo está.
Si, suponía que estaba ahí por eso, a menos que el anticuario traficara con artefactos arcanos de forma habitual. Pero viendo cómo había acabado, lo dudaba muchísimo. Aquello estaba tomando el mismo cariz que lo del cementerio, y eso sería lo que le faltara.
-Ahora mismo están obligados a mantenerse alejados de nosotros. Podemos intentar llegar a la trastienda. Al menos tendremos una ruta de escape- ofreció. | |
| | | 053JohnConstantine
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Ficha de Personaje Alias: El timador Nombre real: John Constantine Universo: DC Universe
| Tema: Re: Haida [John Constantine][DC, Pre-Omega] 4th Septiembre 2014, 14:54 | |
| Mientras mantenía el escudo con la mano diestra, buscó con la zurda en el bolsillo de su chaqueta y sacó de ella un cigarro, se lo llevó a los labios y, mientras escuchaba lo que aquella mujer le decía, buscó el mechero para finalmente encenderse el cigarro, inhaló el humo con calma mientras guardaba el encendedor, las sombras estaban retiradas, ahora había un margen de 2 metros entre ellos: ‘’La estatua está rota’’...Eran las palabras que aquella mujer había pronunciado, eso significaba que hasta que no lo hubiesen reparado no podrían hacer gran cosa, de todas formas, lo más inteligente que podían hacer por el momento era retirarse de allí...El mago se giró rápidamente, el escudo se quebró y se rompió mientras el inglés tocaba al animal y a la mujer, entonces, susurró unas palabras cuando las sombras se lanzaron hacia ellos y un estallido de luz azul fue lo último que aquellos seres vieron.
Ahora estaban en la puerta de la trastienda, la cual, John abrió rápidamente y obligó a la mujer y su mascota a deslizarse por esta antes de que las sombras les encontraran, luego, el mismo entró en la trastienda y cerró rápidamente la puerta, aquella parte era oscura, un almacén de trastos y cachivaches que no parecían seguir orden alguno, si allí estaba lo que faltaba de la estatua, no iba a ser fácil encontrarlo...El mago suspiró exhalando el humo del cigarro sobre la chica, aún estaba sorprendido:
-Quería transportarnos fuera del local, pero la magia de la estatua bloquea la mía, no podemos salir, no sin plantarles cara a esas cosas, y, no te ofendas, pero no me apetece unirme a nuestros amigos del ballet de Moscú por ti. – El mago hablaba de forma tajante y seca, malhumorado, todo había salido mal por ella, si no hubiese venido el ya estaría en su casa guardando aquel trasto en su caja fuerte y olvidándose del problema, pero si algo había averiguado el inglés tras tantos años de hechizos, maldiciones y conjuros, era que nada salía nunca como uno esperaba o planeaba, siempre ocurría algo inesperado.
John Constantine paseó por la trastienda, siempre escudriñando en la oscuridad por si veía aparecer alguna de esas cosas desde cualquier rincón, empezó a murmurar hechizos de rastreo, si la otra parte de la estatua estaba por allí, emitiría algún tipo de magia y la acabaría encontrando, empezó a formar una especie de esferas diminutas de luz, de apenas unos centímetros de diámetro que fueron desplazándose por la tienda buscando residuos mágicos de la estatua, entretanto, el mago se sentó a terminar de fumar su cigarro y miró a la mujer:
-Y dime ¿Eres la desdichada dueña de este sitio? Porque si lo eres, podrías limpiar de vez en cuando cariño...- Soltó una risotada, auto alabando su broma con ella y luego, al cabo de un rato, su semblante se tornó serio y clavó sus ojos en los de la mujer: - ¿Te envía la Llama Fría? ¿Felix Faust? ¿Santa Claus? ¿Qué haces aquí? No sé si has venido a por la estatua o a por mí, pero no vas a llevarte ninguna de las dos cosas. – Tras eso, el mago se puso en pie y escudriño con la mirada en la trastienda, al fondo, a la izquierda, brillaba algo, su hechizo lo había encontrado.
_________________ - Spoiler:
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| | | Angela Strazza
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Ficha de Personaje Alias: Benandante Nombre real: Angela Strazza Universo: DC Universe
| Tema: Re: Haida [John Constantine][DC, Pre-Omega] 7th Septiembre 2014, 18:26 | |
| Sin previo aviso, la barrera entre ellos y los espíritus se quebró, y con un destello de luz, los tres, mago, perro y benandante acabaron junto a la puerta de la trastienda. Un segundo después, Angie se vio empujada al interior del cuarto, seguida de cerca por su perro. Por último, el tipo cerró la puerta tras de sí y, suspirando, le echó todo el humo del cigarrillo a la cara. Angie arrugó la nariz y sacudió la mano delante de su cara para apartar las volutas lo antes posible.
-Quería transportarnos fuera del local, pero la magia de la estatua bloquea la mía, no podemos salir, no sin plantarles cara a esas cosas, y, no te ofendas, pero no me apetece unirme a nuestros amigos del ballet de Moscú por ti.
-Con el sorprendente interés que tienes en fastidiarme, cualquiera lo diría- espetó Angie, antes de volverse hacia la puerta y tocarla suavemente con la mano.
Solo murmuró unas palabras, la orden protectora que impediría a cualquier espíritu entrar dentro de la misma, y rápidamente unas líneas de un verde claro se dibujaron en todas las paredes, sellando el recinto a los fantasmas. Por mucha voluntad que tuvieran, por mucho odio que guardaran, no podrían pasar. Ya lo había probado en otras ocasiones, y funcionaba. Así que en este caso no tenía por qué ser distinto. Una vez acabado este trabajo, se volvió hacia Anubis.
-Sabes lo que tienes que buscar.
El perro emitió un ladrido antes de pegar el morro al suelo, como si siquiera un rastro. Probablemente para él lo fuera. Angie no era un animal, así que realmente no sabía cómo percibían los animales las cosas que ella veía. Pero sabía que, si el resto de la estatuilla contenía hechizos similares a la parte dentro de la tienda, entonces la encontraría. Claro que no sabía cómo podía haber afectado a dichos hechizos el hecho de haberla cortado en trozos. Podía imaginar un par de teorías, pero no estaba en posición de arriesgarse a comprobar si eran correctas. Y menos con aquel tipo empujándola de un lado para otro.
-Y dime ¿Eres la desdichada dueña de este sitio? Porque si lo eres, podrías limpiar de vez en cuando cariño...- Angie apretó los dientes ante la carcajada del tipo; aquel tipo estaba logrando sacarla de sus casillas en un tiempo record. Pero cuando se volvió a él para contestarle, la expresión que lucía se había tornado seria.
-¿Te envía la Llama Fría? ¿Felix Faust? ¿Santa Claus? ¿Qué haces aquí? No sé si has venido a por la estatua o a por mí, pero no vas a llevarte ninguna de las dos cosas.
-Ese es el problema con vosotros los magos, siempre tenemos que encajar en vuestras malditas ideas. El dueño de este local está muerto. De un infarto al corazón, probablemente porque partió la estatuilla y liberó a esos espíritus- dijo, molesta-. Sabía que había algo en esa estatua, y venía a pacificarlo y a llevarlo al más allá, porque ese es mi trabajo. No sé quién eres, y por mí como si te largas ahora mismo, bastante tengo con Blood. Pero no me voy hasta haber solucionado esto.
Porque si lo que pensaba era cierto, aquellos espíritus seguirían creciendo en odio y poder, y acabarían cobrándose más víctimas.
Justo en ese momento, Anubis lanzó un ladrido, arañando el suelo, el morro apuntando a algo cubierto con una especie de tela. Junto a él, un poco por encima, una pequeña esfera de luz destellaba. Era igual a otras muchas que rondaban por la habitación, y que habían aparecido mientras ella estaba a sus asuntos. ¿Un hechizo, tal vez? El caso es que esta parecía brillar con algo más de intensidad. Pero eso solo indicaba dos cosas: que Anubis sabía dónde estaba lo que buscaban, y que su "acompañante" también lo hacía. Le miró con seriedad. Por molesta que estuviera, sabía que contra él no podía hacer nada, ni de forma física, ni con órdenes. Si quería coger las dos partes de la estatuilla e irse de ahí, podía hacerlo perfectamente sin que hubiera forma humana para ella de detenerle. Y de todas formas, no podía realmente hacer frente a esas cosas, y al problema con la estatuilla, si no contaba con ayuda. El problema era si él estaría dispuesto a ayudarla.
-No sé que es lo que tú quieres con esa cosa, pero incluso si la arreglamos, los espíritus atados a ella se harán más fuertes con el tiempo. Yo quiero que vayan al más allá, y supongo que tú preferirás la figura libre de inquilinos. Ayudémonos. Saldremos los dos ganando. | |
| | | 053JohnConstantine
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| Tema: Re: Haida [John Constantine][DC, Pre-Omega] 11th Septiembre 2014, 23:59 | |
| Caminó con calma hacia la esfera de luz que había detectado el resto de la estatua, ignorando las palabras de la mujer, francamente, aquello parecía un piropo al lado de la larga lista de apodos e insultos que el mago se había ganado a lo largo de muchos timos, estafas y años.
Terminó su cigarro con tranquilidad y se acerco al lugar donde el perro aguardaba a su acompañante, se inclinó y la examinó, emanaba magia, pero era algo residual, no era dañina...Cogió el trozo de estatua y sonrió, se puso en pie y lo examinó a la luz de la esfera, no tenía nada de especial, suspiró mientras arrojaba el cigarrillo al suelo y lo pisaba, luego caminó con calma hasta la mujer, ignorando al animal, que le gruñía sin cesar...A John no le gustaba el chucho ni al chucho le gustaba John, mejor. Una vez estuvo cerca de ella, lo suficiente para que la chica pudiese sentir el hedor que despedía la boca de John en una mezcla de tabaco y alcohol, el inglés le dedicó una cínica sonrisa y dijo:
-Antes he visto que tienes cierto poder sobre esas cosas, tengo un plan, verás...- John le enseñó la pieza de la estatua y continuó: - Yo puedo unir esto a la estatua con mi magia, pero no podré si esas cosas están atacándome, ahí entras tu en juego, necesito que las distraigas y las mantengas alejadas de la estatua mientras yo la reparo, luego, con mi magia y tu poder podremos exorcizar la estatua y mandar esas cosas al más allá. Luego me llevare ese trasto y lo guardaré en mi caja fuerte donde no volverá a ver la luz del Sol nunca más...- El mago se llevó un cigarro a la boca y lo encendió, luego, guardó el trozo de estatua en un bolsillo de la gabardina y miró a la mujer a los ojos:
-Esto solo va a funcionar si tú me ayudas, como has dicho me necesitas y yo te necesito, si esas cosas me matan no podrás salir de aquí, te lo aseguro. – Tras eso exhaló el humo de su cigarro hacia el techo y esperó en esa postura, esperando la respuesta de la mujer.
Off: Sorry, no estoy muy inspirado.
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| | | Angela Strazza
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| Tema: Re: Haida [John Constantine][DC, Pre-Omega] 16th Septiembre 2014, 02:11 | |
| Angie frunció el ceño. Más allá de lo mal que oliera el tipo, o de lo mal que le cayera a Anubis, lo que le había quedado claro es que la que iba a correr los riesgos en ese plan era ella. Sí, por supuesto, los dos se estaban jugando el bigote, pero la que iba a hacer de cebo era ella. Pero tenía razón en una cosa, y esa era que se necesitaban mutuamente si querían salir enteros de aquella. La idea no le gustaba en absoluto, pero no le quedaba más remedio que tragar. Incluso si hubiera preferido que aquella cosa fuera destruida una vez hubieran liberado a los espíritus. Pero en aquel caso, le había tocado la baza perdedora, así que lo mejor era recoger lo que le quedara y alegrarse de que no lo había perdido todo. Aunque comenzaba a comprender por qué su tía había tomado la decisión de no asomar la cabeza fuera de casa...
Con un suspiro, le extendió una mano al tipo que apestaba a alcohol y tabaco.
-Muy bien, tenemos un trato. Y espero que de verdad esa cosa no vuelva a usarse- dijo.
Le estrechara la mano o no, poco importaba, porque no tenían mucho tiempo para encargarse de aquello. Se dirigió a la puerta después de llamar a Anubis a su lado, y se agachó para darle en voz baja una orden. Luego, abrió la puerta cuidadosamente para no crear una grieta en el sello que protegía la trastienda y, tras dejar que Anubis se deslizara fuera, le siguió, cerrando la puerta tras ella. De inmediato las vio, todavía rodeando la estatua, girando alrededor de ella como si estuvieran bailando. Pero eso solo fue durante apenas unos segundos, los que tardaron en detectarla. Nada que la sorprendiera, teniendo en cuenta que atraía a los fantasmas como la miel atraía a las moscas, pero eso no le daba mucho tiempo para reaccionar. Echó a correr hacia uno de los lados de la tienda, de tal forma que dejara un camino despejado para aquel mago. No necesitaba verlas para saber que las sombras se movían, y que lo hacía mucho más rápido de lo que ella era capaz. Pero tenía que medir sus movimientos.
Notó el frío tras ella, el frío de ultratumba de los espíritus, y supo que una de las sombras le había dado alcance.
-¡Anubis! ¡LLÉVATELO!- ordenó.
De las sombras, el enorme perrazo dio un salto y sus dientes se cerraron sobre el espíritu. Lo que parecía imposible ocurrió: lejos de traspasarlo o sentir un sufrimiento horrible que le llevara a la muerte, el perro arrastró al fantasma como si lo que llevara en la boca fuera una tela vieja. Anubis corrió, acompañado por los aullidos silenciosos del espíritu, hasta que se perdió en las sombras de nuevo, despareciendo como por arte de magia. Las cinco sombras restantes dudaron un momento, temiendo que el psicopompo volviera a por ellos. Y eso le dio tiempo a Angie a llegar al punto al que necesitaba llegar, antes de que las sombras volvieran a perseguirla, dejando el camino a la estatuilla despejado.
Angie se volvió hacia las sombras y extendió las manos hacia ellas, mientras daba una sola orden, una orden cargada con todo su poder y voluntad.
-¡No os movais!
Lineas de un verde claro formando una malla de anillos rodearon a los espíritus, inmovilizándoles. Casi de inmediato pudo sentir la presión del odio de los espíritus luchando contra la fuerza de su orden, pero no podrían romperla tan facilmente, no mientras ella estuviera poniendo toda su voluntad en ello.
-¡Será mejor que salgas y trabajes!- exclamó, esperando que el mago cumpliera su parte del trato.
Si no lo hacía, sabría por qué no se debe enfurecer a una italiana. Estuviera viva o muerta. | |
| | | 053JohnConstantine
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| Tema: Re: Haida [John Constantine][DC, Pre-Omega] 27th Septiembre 2014, 00:02 | |
| John observó escondido tras la puerta la escena, la mujer y el perro se desenvolvían bastante bien, la verdad, para ser una novata se enfrentaba bien a esas cosas, con alguien capacitado que le guiase, esa mujer podría llegar lejos en el mundillo de la magia...Dio una calada a su cigarro mientras susurraba hechizos entre dientes, haciendo que la pieza de la estatua brillase pálidamente con un tono rosado, era un hechizo de unión (entre otros varios) , para después poder completar la estatua al fin, cuando estaba listo para salir, el mago se quedó quieto y observó la escena:
‘’Que te impide dejarla ahí Johnny? No sería lo más perverso que has hecho en tu vida, y al fin y al cabo, esta tipa ni te va ni te viene, podrías salir por la puerta de la tienda sin correr ningún riesgo y sellar el edificio para que jamás nadie pueda entrar ni salir...’’ John Constantine sonrió maliciosamente ante sus propios pensamientos, habría sido muy simple, mucho más que jugarse la vida inútilmente, pero, por desgracia, John todavía no sabía si la mujer formaba parte de algún tipo de grupo y, por tanto, si la dejaba morir allí le acabarían encontrando y exigirían respuestas, y ya tenía suficiente con sus acreedores, así que el mago terminó su cigarro mientras la mujer le llamaba a gritos, lo apagó restregándolo en el suelo del trastero y entonces abrió de una patada la puerta, corrió rápidamente en un sprint que casi lo mata del esfuerzo y se situó a unos centímetros de la estatua:
- Bien, vamos a ver qué pasa si te vuelves a estar de una sola pieza...- Entonces, el inglés unió las dos piezas y juntó la estatua en sus manos, que empezó a brillar con fuerza, emitiendo un fulgor morado que cegó al mago, las manos de este empezaron a quemar al contacto con la estatua, lo que hizo que la arrojase lo más fuerte que pudo hacia el frente, contra un grupo de estanterías que guardaban todo tipo de trastos inútiles, sin embargo, a medio camino hacia la estantería, la estatua se mantuvo suspendida en el aire, emitiendo el brillo, las sombras empezaron a danzar a su alrededor, moviéndose en círculos rápidos y concisos, hasta que todas las sombras se unieron y formaron una más grande, que emitía un aura morada y que tenía la estatua en el centro de su ‘’cuerpo’’, a la altura del pecho, la sombra quedó suspendida en el aire un rato y luego emitió un fuerte chillido, era agónico, destructivo, se asemejaba al llanto de un bebé, pero como si el bebé llevase miles de años muertos, mientras todo eso ocurría, John se acercó a la mujer y dijo:
-Hemos salido del jodido fuego para caer en las brasas...- El inglés empezó a susurrar unas palabras en voz baja apuntando con la palma de su diestra a la figura, que, al darse cuenta al fin de la presencia de los extraños, formó cientos de extensiones de su cuerpo en forma de látigos oscuros y los lanzó hacia ellos: - Ahora, no te muevas...Estas cosas seguramente son como las sombras que hemos visto antes, pero ahora puedo hacer algo para detenerlas...- Entonces, cerró los ojos y alzó su otra mano y la posicionó igual que la otra, con la palma extendida hacia la figura, entonces, las palabras que antes decía en voz baja empezaron a cobrar fuerza e intensidad, en diversos sentidos: - Cinis est in favillam : spiritus ad spiritum .Tolle animam eorum : et auferes malum.... Cinis est in favillam : spiritus ad spiritum .Tolle animam eorum : et auferes malum!!!!!!!! – Ante las palabras del ingles, la figura se retorció de lo que parecía ser dolor, empezó a repelgarse sobre si misma y de pronto, sin más, con un fulgor dorado, desapareció, y la estatua cayó derriba al suelo, a la vez que John Constantine caía de rodillas también,satisfecho de que las marcas sagradas grabadas en el trozo de estatua hubiesen funcionado pero agotado a la vez, era el precio de usar una magia de ese tipo, tan poderosa, seguramente iba a pasarse dos días con aquella jaqueca que ahora le estaba destrozando el cráneo. _________________ - Spoiler:
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| | | Angela Strazza
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| Tema: Re: Haida [John Constantine][DC, Pre-Omega] 28th Septiembre 2014, 20:03 | |
| Durante los segundos que el inglés tardó en atravesar la puerta, Angie se preguntó si no le habían dado gato por liebre. Había jugado con el hecho de que de verdad estuviera interesado en la dichosa figurita, pero no podía saber si acabaría pensando que aquello era demasiado problema. Pero cualquier duda que pudiera tener se deshizo rápidamente en cuanto le vio salir de la trastienda y recorrer toda la tienda hasta que llegó a donde estaba la estatuilla. Sin embargo, cuando unió los dos trozos, hubo un terrible fogonazo de color morado que casi la hizo lanzar un grito, obligándola a taparse los ojos. Cuando volvió a mirar, la figurita flotaba en el aire en medio de la tienda, atrayendo a las sombras incluso a través de la órden que las retenía.
Las sombras se unieron en una única figura, con la estatua como su corazón, y la criatura resultante, ya no un muerto, ni cinco, sino algo mucho peor, lanzó un grito escalofriante, un grito de muerte. ¿Pero qué demonios le pasaba a aquella maldita ciudad, que las cosas más simples acababan mezcladas con demonios y entidades malignas? ¡Ni que tuviera una maldición!
El tipo se acercó a ella, y eso fue lo que necesito aquella cosa que era todo magia, odio y malignidad, para fijarse en ellos.
"Uh oh."
Lanzó contra ellos unos tentáculos de oscuridad, que poseían el mismo odio y poder que las propias sombras que les habían atacado. Pero el inglés estaba listo: había estado murmurando un hechizo y, cuando la criatura atacó, acabó de recitarlo en voz alta, con un latín que hizo que Angie torciera el gesto. Apenas acabó, la figura comenzó a retorcerse, como si sintiera un dolor horrible, hasta que, de pronto, desapareció dentro de la estatuilla con un fulgor dorador. Al mismo tiempo que la figurita caía al suelo, también lo hizo el tipo, cayendo de rodillas y haciendo que Angie reaccionara, alarmada, intentando sujetarle.
-¡Eh! ¡¿Te encuentras bien?!- vale, aquella pregunta era la cosa más estúpida que se le puede preguntar a una persona que acaba de caerse delante tuya, obviamente no se encontraba bien, pero si respondía algo coherente, entonces al menos sabría que no tendría que estar llamando a una ambulancia.
Tras asegurarse de que no, el tipo no necesitaba ayuda médica urgente, Angie se acercó a la estatuilla. Símbolos dorados se dibujaban por toda la superficie, una magia poderosa que nadie como ella podría siquiera soñar en deshacer. Pero tampoco lo necesitaba. El hechizo, si su latín no le fallaba, era un sello para evitar que el mal saliera de su interior. Pero lo que ella buscaba no era el mal, sino otra cosa de una naturaleza muy distinta. Puso la mano sobre la estatuilla, sin tocarla realmente.
-Vamos, no seáis tímidos ahora. Salid un momento.
Luego se levantó, alzando la mano delante suya, y a la mano la siguieron cinco figuras. Cuatro de ellas eran nativos americanos, y otro era un hombre blanco. Los cinco parecían perdidos, despistados, y bastante tristes. Miraron a la mujer, pero no dijeron nada, y ella sonrió.
-Habéis estado esperando bastante, ¿no creéis? Es hora de ir a donde debéis estar.
Como si aquellas palabras lo hubieran invocado, Anubis, el enorme perro negro, salió de entre las sombras y se puso entre su dueña y los fantasmas. Hubo un nuevo intercambio de miradas y, como si todos comprendieran lo que quería decir, pusieron sus manos sobre el lomo del perro, que volvió a desaparecer en las sombras, esta vez a un paso calmado, cumpliendo su trabajo de llevar a los espíritus al más allá. Una vez acabada esta tarea, Angie se volvió e hizo un intento de ayudar al hombre a ponerse de pie.
-Un trato es un trato, ahí la tienes, sin un solo espíritu. Sigue teniendo el hechizo más abominable que he visto en los días de mi vida, pero supongo que tú sabrás más de eso que yo, ¿no?
Suponía que sí. A cada uno su especialidad. Ella era una experta en tratar con los muertos, del mismo modo que había expertos en hechizos. Así era como funcionaba el mundo, y ella estaba satisfecha con su labor en la vida, que ya bastantes quebraderos de cabeza daba. Tras dudar unos instantes, volvió a tenderle la mano al tipo.
-Bueno, no puedo decir que haya sido un placer, pero... Mi nombre es Angie Strazza. Por si vuelves a tener un problema con los muertos.
A fin de cuentas, el deber es el deber. | |
| | | 053JohnConstantine
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| Tema: Re: Haida [John Constantine][DC, Pre-Omega] 7th Octubre 2014, 23:46 | |
| John se quedó sentado en el suelo, observando como la mujer hacía la parte del trabajo que le tocaba, las almas que dormían en la estatua salieron de esta, ahora, lejos de la influencia de los pensamientos malignos que se habían acumulado en el objeto a lo largo de tantos años de hechizos, sacrificios y desgracias, eran almas libres de toda maldad, listas parar cruzar, Constantine odiaba esos momentos, se sentía como si le hiciese el trabajo sucio al de arriba, el no era el basurero de nadie, y menos el de un ser prepotente que decía gobernar sobre todo y no hacer nada, aquellas sombras le habían recordado al inglés a los fantasmas que lo atormentaban, no en el plano físico, si no en su interior, en su destrozada y torturada alma, sonrió con amargura al recordar que no tenía ningún cigarrillo más que llevarse a la boca, por tanto no tuvo la distracción de la nicotina ni de saber cuánto le quedaba hasta que la dama del cáncer acabase con él y se lo llevase, simplemente, observó en silencio a la mujer hacer su tarea hasta que terminó y le entregó el objeto:
-Es magia de sacrificio, te da un poder equiparable al de un Dios menor, pero a cambio, precisa de sacrificios de sangre para funcionar...Solo un cabrón verdaderamente egoísta sería capaz de usar algo así, y por desgracia, conozco a muchos...- Dijo en respuesta a la mujer mientras se ponía en pie con ayuda de esta, suspiró y miro la estatua: - Por suerte, he sellado la magia de esta estatua, nadie podrá volver a usar su poder, tranquila, me aseguraré de guardarla bien.- Y tras comprobar que sus piernas se sostenían por sí mismas, se apartó un poco de la mujer y cogió la estatua por un extremo, guardándola en uno de los amplios bolsillos de su gabardina.
El mago miró de nuevo a la mujer y pensó en silencio mientras ella decía su nombre, parecía ser una médium bastante capaz, y si tenía conexiones con el plano de la muerte podía serle muy útil a John, la gente sensible a estas cosas podía detectar despertares místicos que al mago se le escapaban y, aunque no le gustaba mucho la idea, tal vez colaborar con ella fuese lo mejor:
-John Constantine...- El inglés le estrecho la mano y le dedicó una sonrisa mal hecha, como si se hubiese olvidado de cómo se hacía, esa jaqueca le estaba destrozando por dentro, de lo único de lo que tenía ganas era de beberse una botella de whisky y derrumbarse en la cama a dormir: -...Si alguna vez necesitas ayuda con algún problema de este tipo, usa esto...- John rebuscó en los bolsillos de su pantalón y sacó un objeto parecido a un cascabel, pero dorado y con unas extrañas inscripciones en él: -...Hazlo sonar y ahí estaré. – Se lo dejó en la mano que le había estrechado y luego se dio la vuelta, la lluvia ya había parado, cosa que puso de buen humor a John, al menos, no tendría que mojarse, cuando llegó a la puerta de la tienda, ladeó la cabeza y dijo: - Por cierto, me debes una. – Tras eso, salió por la puerta dejando allí a la mujer y tarareando una canción con la seguridad de que había hecho su trabajo.
Off: Y creo que con esto podemos cerrar el tema. _________________ - Spoiler:
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