Moortus est autem rex, perdidit hereditatem - [Intro: Arion, posteriormente, Cassandra Cain]

Arión se encontraba de pie en el tejado del templo de la isla Iriomote-Jima. Hacía una noche particularmente tormentosa, lo cual debería de haberle resultado extraño porque se encontraban a mediados de junio, pero por alguna razón no le prestó atención a ese hecho. Cerró los ojos, disfrutando de la sensación de la lluvia fría que calaba su piel, absorbiendo el aroma de la tierra y las hojas mojadas, escuchando los sutiles sonidos del bosque...

Un trueno particularmente poderoso hendió la noche y Arión abrió los ojos sólo para descubrir que el mundo había cambiado... Se encontraba en una planicie desértica y muerta, plagada de cadáveres. El cielo era un denso sudario de oscuridad en el que no brillaban la luna o las estrellas. No quedaba nada vivo. Estaba solo... o eso pensaba.

Un escalofriante chirrido le hizo darse la vuelta, sólo para encontrarse ante una espantosa araña de tamaño monstruoso. Sin embargo, en lugar de ocho patas y ocho ojos tenía sólo cuatro de cada, y estaba muy malherida. Le faltaban dos de las cuatro patas, y de las heridas donde deberían haber estado aquellas extremidades supuraba un líquido viscoso de un enfermizo color verdoso. De los cuatro ojos, dos habían estallado. Sin embargo aquél ser estaba lejos de estar derrotado. A pesar de sus terribles heridas, parecía más que capaz de causar un gran daño.

Arión trató de reaccionar con un conjuro defensivo, pero su magia no estaba. Todos sus amuletos, anillos y objetos mágicos habían desaparecido. Estaba indefenso... salvo por su espada. El mago desenvainó la katana y se arrojó sobre el monstruo, pero no reaccionó a tiempo y el ser le atrapó entre sus fauces con un espantoso chasquido que marcó...

...el fin del sueño.

Arión se incorporó sobresaltado en la humilde cama del dojo, empapado de sudor. Aquél no había sido un sueño normal, estaba seguro de ello. Tenía demasiada experiencia con las visiones como para no ser capaz de reconocer lo que había vivido. Un peligro se aproximaba, algo grande, capaz de sembrar la devastación y la muerte allá por donde pisara. Pero por lo que fuere, estaba herido... o algo le faltaba, pero... ¿el qué? Por lo general era capaz de descifrar las visiones, pero en ocasiones éstas se presentaban de una forma tan críptica que costaba entender la amenaza a la que aludían. Lo que estaba claro era que no se quedaría tranquilo hasta comprobar que todo funcionaba correctamente, y sabía cuál era el mejor lugar para ello.

Salió desnudo de la cama, se dirigió hacia la tina de madera de cedro que había al otro extremo de la pequeña habitación y utilizó un conjuro sencillo sobre los barriles que había al lado.

El conjuro no tenía el poder suficiente como para derretir una capa de hielo, pero sin duda sí para calentar agua en verano, por lo que, una vez conseguido su propósito, llenó la tina y se dio un baño rápido antes de vestirse y salir volando del templo.

Procuraba evitar los tubos Z siempre que le era posible, pero no podía quitarse de la cabeza la sensación de urgencia, y por más que le pesara, desde que había perdido su poder ilimitado aquél era el método más rápido y menos costoso para él de llegar a la Atalaya, por lo que se puso en contacto con J'oon y pidió que le transportaran.

- Bienvenido, Arión -le saludó el detective marciano al verlo aparecer-. ¿Cómo tú por aquí? Creía que te habías tomado unos días de retiro en Japón...

Arión observó las pantallas que su compañero estaba vigilando justo antes de aparecer él.

- Y así era, pero he tenido una de mis visiones... No podía evitar la sensación de que algo malo estaba a punto de suceder, algo muy peligroso. ¿Va todo bien?

- Sí -respondió él devolviendo la atención a los monitores-. La noche está tranquila, no parece que...

En aquél momento, una voz informátizada les anunció la llegada de Wonder Woman a la base. J'oon le miró de reojo.

- Vaya, qué coincidencia...

El mago estaba pensando lo mismo. ¿Estaría relacionada con su visión la llegada de la amazona?

Cuando Diana llegó, le dio un beso en la mejilla, lo que provocó que se sonrojara ligeramente, como cada vez que alguien le dedicaba una muestra de afecto en público. Tenía gracia, una vez había tenido el poder para gobernar los doce reinos de la Atlántida de haber querido, y sin embargo seguía siendo tímido como un niño, una faceta de su personalidad que su mujer siempre había considerado adorable.

El momento pasó, no obstante, en cuanto ella les explicó el motivo de su visita. En ese momento la expresión del mago volvió a tornarse tan grave como en el momento previo a su llegada.

- ¿En qué consiste ese proyecto personal, Diana? -preguntó con voz seria.

- Ha tenido una de sus visiones -explicó J'oon-. Y piensa que tu aparición en este preciso momento puede guardar alguna relación.

- Sí, claro... tienes razón -asintió preocupado Arión llevándose la mano a la nuca-. Soñé que me encontraba en un campo de batalla totalmente devastado y plagado de cadáveres. No quedaba nada vivo... ni siquiera una flor. Y había una araña gigantesca, sólo que en lugar de tener ocho patas y cuatro pares de ojos tenía sólo cuatro de cada... pero dos de las patas le habían sido arrancadas y le faltaban dos de los ojos. Y aún así, era demasiado poderosa, y mi magia era inútil contra ella, y también mis armas convencionales. Me sentí imbuido de una poderosa sensación de malestar al despertar, con la impresión de que algo horrible estaba por venir, así que me vine a la Atalaya para preguntar si había sucedido algo, y justo ha coincidido con tu llegada. En mis visiones nada sucede al azar... por eso he pensado que tu llegada a la par que la mía podría estar relacionada.

Diana le habló entonces de su propia visión, la cual presentaba inquietantes similitudes con la de Arión, en especial la parte de la tierra quemada y sin vida.

- Sí, recuerdo lo que nos contaste acerca de esos Jinetes... -rememoró él-. Victoria y Hambre son los que derrotásteis, si no me equivoco, quedan Guerra y Muerte... Diana, el campo de batalla, los cadáveres... La araña de cuatro patas a la que sólo le quedaban dos... ¡Es eso! Tiene que serlo. Estoy de acuerdo en que va a hacer falta un arma especial para poder hacer frente a los dos Jinetes restantes, un arma mágica. Te acompañaré y te ayudaré en lo que pueda. Creo que es lo que quería decirme la visión.

La mujer de rasgos exóticos ataviada con armadura le recordó inevitablemente a su perdida esposa y no pudo evitar que un halo de melancolía atravesara su mirada. Demasiados recuerdos... Por los siete dioses, no había dejado de pensar en ella ni un sólo minuto desde su muerte, décadas atrás, y como cada vez que eso ocurría, la tristeza le embargó. Chian había sido... perfecta. La mujer ideal para él. Juntos se complementaban, y por más tiempo que pasara no creía que pudiera encontrar nunca a alguien como ella.

Deberías dejar el pasado atrás -le reprochó su álter ego-. Créeme, lo sé bien. La lloré durante mucho tiempo, demasiado. No cometas mi mismo error. No ganas nada lamentándote durante milenios...

Arión ignoró molesto la voz que le hablaba en su cabeza. Sabía que no tenía motivos para estarlo (¿quién podría conocer cómo se sentía mejor que él mismo?), pero no podía evitarlo. Aún así, se esforzó por sonreír a la doncella cuando estrechó su mano.

- En efecto, es mi nombre. Encantado, Batwoman.

Suponer que tenía que tener alguna relación con Batman era inevitable, tanto por el nombre como por las curiosas vestiduras y el emblema de su pecho, pero ella misma lo confirmó con sus siguientes palabras al explicar por qué acudía ella en lugar de Bruce. Por su parte no tenía ningún problema, pero esperaba que su parecido con Chian se quedara únicamente en el físico o aquella misión iba a resultar más dolorosa de lo esperado. Entonces Diana habló del B.R.P.D., atrayendo nuevamente su atención.

- ¿Hablamos de Hellboy? Sí, sé quién es. Me ayudó a recuperar mi ciudadela de manos del demonio del Mundo Oscuro y me encuentro en deuda con él. A Iron Man no le conozco, pero si es uno de los héroes procedentes del otro universo estoy seguro de que supondrá una aportación valiosa al equipo. Entiendo, pues, que tienes que ponerte en contacto con ellos antes de iniciar la búsqueda, ¿no es así?

La muchacha llamada Batwoman había acertado en el blanco; Necesitaban un arma encantada que tuviera mayor poder que algo que hubiera podido forjar el mismísmo Hefesto, y las mejores fuentes que tenían eran las leyendas populares y las fábulas que hablaban sobre armas míticas. Arión conocía algunas, y estaba seguro de que su otro yo conocería muchas más, pero sin lugar a dudas la mejor fuente de información estaría en su biblioteca de la mansión de París. No tenían tiempo que perder, pues. Vio cómo Diana activaba los ordenadores para hacer las llamadas pertinentes y se dispuso a partir.

- Marcho enseguida a buscar toda la información que pueda reunir, Diana, pero voy a necesitar algunos días para compilarlo todo, ya que mi biblioteca es muy extensa. Imagino que no será problema, ya que tendrás que ponerte en contacto con los demás, explicarles la situación y preparar la expedición. Me pondré en contacto contigo en cuanto tenga algo más específico. Hasta entonces... Diana... Batwoman... J'oon...

Realizó una inclinación de cabeza ante cada una de ellos para despedirse y salió para dirigirse a los tubos z.