101DianadeThemyscira
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Mensajes : 692 Fecha de inscripción : 23/05/2014 Localización : Trono de Themyscira, Atalaya. Humor : Hey, Amigos.
Ficha de Personaje Alias: Wonder Woman Nombre real: Diana Universo: DC Universe
| Tema: Moortus est autem rex, perdidit hereditatem" [Intro Evento: Diana] 28th Enero 2015, 00:28 | |
| 14 de junio de 2018. Profundidades del Monte Etna. Forja de Hefesto.
El sudor corria por todo mi cuerpo, por mas que me acalorase y estuviese cerca del agua y la sombra, ese lugar era ardiente como el desierto. No me incomodaba realmente el tener que estar con esas temperaturas, de hecho, preferia cien veces el calor al frio, pero... me incomodaba tener que esperar por culpa de Hefestos. El feo herrero trabajaba sobre su Yunque, mezclando metales, mientras hacia esperar mi trabajo, quizas deliberadamente. Sentia claramente que lo estaba haciendo, y aunque se suponia que "nos respetabamos", Hefestos y yo teniamos una relacion complicada.
-Diana, cielo, estas un poco callada... -La juguetona voz de Afrodita sonaba como el mas hermoso concierto de una orquesta sinfonica. Su voz era tan agradable como la brisa del mar en una playa templada, como el clima mas perfecto y comodo donde se pudiese estar.- ¿Acaso estas preocupada? Sabes que mi esposo puede resolver tus problemas.
Tenia la espalda recostada contra la pared, cruzandome los brazos mientras veia el paso de los obreros andar cargando cajas, metales, vagones con menas o experimentando en diversas mesas de trabajo. Gire la cabeza suavemente para ver el cuerpo de la mujer desnuda, sentada sobre un magnifico divan donde reposaba cual pantera vigilando desde el arbol. Afrodita era la mujer mas hermosa que existia en el universo, hecha del amor mismo que tiene este mundo. La mire a los ojos y simplemente, sonrei.
-Todo esta bien, Afrodita... Es que, simplemente, no tengo mucha paciencia en estos asuntos... Sigo un poco incomoda por la pelea contra Victoria, y necesito que mejore mis armas hasta donde sus poderes alcancen. Necesito todo mi ar... -y me corte en medio de mi explicacion cuando Hefesto se empezo a reir. El herrero tomo mis espadas y las dejo con cuidado sobre la mesa de trabajo, acercandose hacia lo que parece un abrevadero para tomar agua. Lo levanto con sus grandes manos y empezo a beber, para luego mirar a su esposa y posteriormente, mirarme a mi.
-Diana, muchacha, sabes que siempre tengo lo mejor para ti... Pero me estas pidiendo algo demasiado fuerte, aun para mis forjas. No es que no pueda hacerlo, pero eso implicaria que me tendria que esforzar mas de lo que ya lo hago... Y no hemos tenido la mejor de las relaciones gracias a ti -Respondi con un gruñido, cosa que a Hefesto parecio causarle mucha gracia- Siempre tan malhumorada, princesa. ¿En serio Afrodita bendijo tu corazon? -Claro que lo hice -Menciono la diosa del amor, observandonos divertida- Sin embargo, tiene el caracter recio de su madre. Ella tambien es tan linda... -Muy bien, esto se detiene ahora. -Suspire, cruzandome de brazos- Hefesto, ¿vas a mejorar mis espadas si o no? -No, Diana... Pero tambien si. Te reto a que busques otras espadas, forjadas por algo o alguien tan bueno como yo. Si me la traes, sobre esa misma espada voy a trabajar... Si no, bueno, las tuyas siguen igual de afiladas que siempre.
Camine frustrada hacia afuera. Maldito herrero pretencioso, el hecho de ser el mejor del universo no deberia ser sinonimo de ser un burlon hacia mi persona. Era cierto que no teniamos la mejor de las relaciones, pero era su culpa por darle armas a Ares aun cuando ya le habia prohibido que se las diese a mi hermano el dios de la Guerra. Sus propios poderes ya eran bastante complicados como para que aun tuviese el equipamento de los mejores olimpicos.
Supongo que si queria esa arma para poder luchar contra el siguiente jinete, necesitaba encontrar algo tan bueno como lo que hacia Hefesto... Y el mejor para encontrar cosas era el pajaro mensajero, Hermes. Probablemente, estaria en cualquier plano en este momento, pero si quieres encontrar a un dios, lo mas seguro es buscarlo en el Olimpo. Segui por el volcan, hasta llegar a una pared donde habia un elevador con puertas enormes. Frente a las puertas, habia unas vias de tren con un vagon increiblemente grande arriba. Era el vagon donde se subian las cosas al Olimpo, por ese moderno elevador que habia mandado a construir Dionisio para poder disfrutar de envios mas rapidos. (A el tambien se le proporcionaba equipo, en este caso, musical).
El elevador se abrio, y cuando entre, feu como entrar a un estadio gigantesco totalmente sellado. Unas simples paredes blancas recubrian el lugar, que parecia nunca acabar. Habia espacio para meter un rascacielos y ocho trenes uno tras de otro. Sin embargo, no todo era tan bueno. El elevador se tardaba dos horas en llegar al Olimpo, y dos horas en bajar. Por suerte, lo habia pillado en el volcan antes que a medio trayecto.
Presione el boton del cerrado de puertas y le di a "Planta Alta". Me sente en el suelo, y me puse a esperar. Serian dos horas de aburrimiento hasta que el elevador llegase al aposento de los dioses.
Dos horas despues, en el Monte Olimpo.
Las puertas se abrieron y yo sali corriendo del lugar. Era increiblemente aburrido estar en un lugar tan vacio y tan enorme sin nada que hacer. Pero todo valio la pena, pues al salir, el delicioso aroma, la musica tranquila y la sensacion tan plena de estar en el Olimpo satisfacia toda la penuria que era viajar en ese elevador. Empece a caminar sobre los blancos suelos de marmol, buscando al mensajero de los dioses. Las almas de los heroes deambulaban por ahi, tomando vino, discutiendo comodamente sobre el rumbo de los mortales o simplemente, disfrutando de los placeres que el lugar guardaba.
Caminando con lentitud, me acerque a uno de ellos, embestido con una larga toga blanca, charlando con un sujeto vestido con ropajes oscuros, similares a la ropa de los cercanos a Napoleon durante la revolucion francesa. Me fije en sus rostros, y pude reconocerlos: Herodoto de Halicarnaso y Jean-François Champollion, dos maestros de la Historia.
-... ¿Señor Herodoto? ¿Champollion? -Mencione, en un tono suave, como si les quisiera preguntar algo a una persona local siendo yo una turista. Los dos hombres se giraron a verme, con sonrisas en sus rostros- ¿Saben donde esta el Mensajero? ¿Hermes?
-Oh, Hermes, el cartero... Quizas pueda estar corriendo por nuestra patria. -Menciono el frances, refiriendose al Olimpo en general- No lo he visto desde hace unas tres horas, asi que, si camina por aqui, podria encontrarlo.
Asenti rapidamente y me despedi con la mano, siguiendo los caminos, mientras veia pasar a distintas leyendas del mundo andando por el Olimpo. Socrates, Platon, Arquimedes, Da Vinci, Copernico... Parecia que estaba pasando por la calle de las ciencias naturales y filosoficas, si de alguna manera el Olimpo tenia planeacion urbana. A mi me parecia que cada vez que venia, algo en el lugar cambiaba, disponiendo una nueva organizacion para esas leyendas. Pero eso si, los dioses sentados en sus tronos no tienen nada que hacer. Hoy era el caso con Zeus y Demeter, vigilando aburridos una seccion de la Tierra... Estaban en lo alto de la plaza donde estaba el trono de Zeus, mirando una fuente profunda donde se puede observar cualquier lugar del planeta. Pase de largo, tratando de evitar cualquier contacto con mi padre y seguir buscando al Mensajero, hasta que, por fin, lo encontre corriendo hacia mi.
-¡Diana! Princesa. -Grito antes de acercarse, para luego estrechar mi mano- ¿Me estabas buscando? Herodoto me dio un mensaje cuando estaba corriendo por aqui. ¿Que quieres? -Vaya... Bueno, Hermes, necesito cobrarte un favor. -¿Que favor? -De pronto, el mensajero no parecia estar del todo feliz- -Rescate la flauta de tu hijo... Y evite que mataran gente inocente por su descuido. -Diana, perdiste esa flauta. -Se la quedo John Constantine, no esta perdida, simplemente esta guardada en un cofre magico del que nunca saldra. -Pero, no cumpliste el trato. -Lo cumpli, tres cuartas partes de el. -Sonrei, algo burlona- Quiero tres cuartas partes de ese favor: Consigueme una espada o algun arma que sea tan buena como las que forja Hefesto. -Me estas pidiendo algo complicado... Pero esta bien, te dare tres cuartas partes de ese favor. -El mensajero busco en su mochila y me lanzo suavemente un papiro enrollado. Lo abri rapidamente y un mapa se empezo a dibujar, indicandome con suma precision un lugar... en Inglaterra. Interesante. - Ve con alguien bueno, yo no te voy a ayudar... Estoy demasiado ocupado. -¡Gracias! -Sonrei animada, guardando el papiro en mis manos para luego despedirme de Hermes. Ambos salimos corriendo en direcciones opuestas: Quizas el se fuera a entregar mensajeria entre los reinos de los dioses, pero yo necesitaba volver al mundo real para buscar a mis aliados. Queria lo que fuera que hubiese en el lugar que el mapa indicaba. _________________ Color del dialogo: "blueviolet" | |
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