Manchester era una ciudad inmunda y repulsiva, el sitio ideal para hacer un trueque para John Constantine, entre tantos borrachos, prostitutas, suciedad y mugre, alguien como el mago pasaba totalmente desapercibido, con su desarrapada gabardina, sus pantalones marrones algo sucios, su camisa blanca arrugada, su corbata con el nudo mal hecho y su bolsa de piel desgastada, el inglés pasaba por un ciudadano más de la ciudad, y ese, era el plan.
Caminando entre las sinuosas calles de la ciudad, el mago repetía en su mente el plan de acción, llevaba meses preparando el plan, y hacía años que sabía quién era su víctima y porqué, Rip Van Winkle, líder de unos malditos sectarios que se dedicaban a recolectar toda clase de objetos místicos, esos cabrones habían estado a punto de costarle un par de dedos a Constantine en alguna de sus aventuras, y ahora, ahí estaba, dedicado a asestarle un golpe a los valquishers en sus propias narices, no sabía exactamente cómo, en algún punto, esa mujer había logrado conseguir una parte del alma del mago, que estaba dividida entre tres de los gobernantes del infierno, y haría lo que fuese por recuperarla.
Con su cigarro entre los labios entró en el local dónde se había citado con la mujer, una vez dentro le lanzó una mirada al camarero de la barra, que ya lo conocía de otros acontecimientos sucedidos en la ciudad, sin mediar palabra este desalojó el bar y antes de marcharse él por último lugar, lanzó una mirada a John y le dijo:
- Por lo que más quieras Constantine, no me destroces el bar esta vez. – John le lanzó una sonrisa cínica y le despidió con la mano, cerrando la puerta de forma sonora, observó el lugar, solo estaban él, su enemiga y una chica, no esperaba invitados sorpresa, tanto daba, eso era irrelevante, luego revisó el bar comprobando que todo tenía que estar como estaba, las runas estaban puestas en las puertas y ventanas, ese viejo cabrón del camarero era un quejica, pero eficiente, ningún ser demoniaco ni maligno podría entrar o salir del local cuándo John pronunciase el hechizo adecuado: - Supongo que no te importa si me sirvo una pinta ¿Verdad cielo? – Preguntó el mago, y sin esperar respuesta se dirigió a la barra y con calma se sirvió cerveza, luego, se sentó enfrente de ella, dejando la bolsa de piel a los pies, a su lado y le miró a los ojos mientras exhalaba humo de su cigarro: - Bien, vamos al grano, tú tienes algo que quiero, y yo podría tener algo que te pueda interesar…- Digo mientras rebuscaba en su gabardina: - …A ver dónde lo he puesto….Sí, aquí. – El mago sacó un cubo azulado que emanaba un fulgor tenue:
- Esto es un mapa místico, lo creó un mago muy viejo y muy cabrón, los detalles no son importantes, esto te llevara hacia los pergaminos del mar muerto cuándo te diga como abrirlo, sin embargo…- El mago le dio una calada a su cigarro lentamente, soltó el humo hacia el techo y sonrió: -…Eso no va a ser gratis, quiero la parte de mi alma que tienes, y también quiero saber quién te la dio. – Luego, dejó reposar el cigarro sobre la mesa de madera y le dio un trago a la cerveza mientras esperaba la respuesta.
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