Viejo amigo, nuevo mundo (Celsit, Planaria, Loki). 11 de Marzo de 2018.

Dos días. Hacía dos días que había estado en aquella isla llamada Themyscira. Un nuevo mundo. La colisión de universos como lo habían llamado. Las noticias por todos lados sólo hablaban de ello. Grandes ciudades destrozadas y reducidas a cenizas, enormes accidentes geográficos convertidos en nada, miles y miles de nuevos lugares allí donde antes sólo había tierra... Todo había cambiado en unas pocas horas. Bueno, no todo. Todavía quedaban cosas igual que antes, pero la mayoría de ellas había desaparecido para siempre, o habían mutado de una manera irreversible. Cada vez que encendía la tele, ponía la radio o abría internet, las noticias de heridos, muertos y desaparecidos se multiplicaban, así como la de que cientos de miles de nuevos seres con poderes aparecían cada día. Lo que había aprendido allí en la isla poco a poco tenía más sentido e iba cogiendo color. Dos mundos totalmente distintos y al mismo tiempo idénticos chocaron, fusionandose en uno solo. ¿El por qué? Nadie lo sabía, y si había alguien que tenía la mínima idea, o callaba o especulaba. Una cosa era cierta: no estábamos solos, en ninguno de los sentidos. Mis creencias religiosas tambaleaban con cada noticia que recibía, y una parte de mí moría poco a poco. ¿Acaso era mentira todo en lo que había creído? ¿No existía Dios, o no era como yo siempre había pensado? Tenía que ser fuerte. Ahora mucha gente dependía de mí, y no podía ser débil. Apagué la televisión y cogí el teléfono. Había hablado con muchas personas para asegurarme de que todos estaban bien, y Sasha fue una de las primeras. Aunque nos separasen miles de kilómetros, ella era mi mejor amiga. Alguien que había estado ahí cuando la había necesitado, sin importarle la hora ni el lugar, y ella era de las mejores cosas que tenía. Yo lo había pasado mal durante la colisión, y la llamé para ir a visitarla. Busqué el primer avión a Nueva York y me dirigí allí un par de días después de la colisión. Necesitaba verla.

El avión aterrizó y los primeros efectos del jet lag comenzaron a hacerse patentes. El sueño y el hambre me apretaron, pues aunque allí era la hora de desayunar, en mi querida Europa ya estaría comiendo. Recogí mi equipaje y me dirigí a la salida, donde encontré a mi amiga esperándome. Nos abrazamos y le di un cariñoso beso en la mejilla. Ella era una humana normal y corriente, y aunque conocía mis poderes, nunca me había vuelto la espalda ni mirado mal. Aquello era digno de admiración. Metimos las maletas en el maletero del coche y nos dirigimos a la gran ciudad.

- Me alegro mucho de verte, y de ver que estás bien... Todo eso de la colisión de mundos, el choque de universos, las noticias... Todo es tan horrible y tan trágico. Temía que te hubiese pasado algo.- Dije mientras el coche avanzaba a través de la gran autopista.- Sé que puede sonar raro o extraño, pero me reconforta estar aquí contigo. ¿Qué pasó aquí durante la colisión? Nosotros acabamos en una isla llena de mujeres con armaduras de oro que querían matarnos, fue divertido la verdad jajaja.- Y le sonreí. El buen humor comenzó a apoderarse de mí mientras le contaba mi experiencia.- No te negaré que pasé un poco de miedo, la verdad. Me atravesaron con una lanza y todo, lo cual no fue especialmente agradable, pero nada que este machote no pudiese aguantar.- E hice un movimiento de cejas mientras "sacaba bola" con el brazo.- Las noticias no paran de decir que en las grandes ciudades, como Nueva York o Chicago la cosa es bastante peor que en otras. Hay una acumulación de gente brutal y apenas se puede andar. Está todo más lleno de lo que ya estaba antes. ¿Tú lo has notado mucho? Por cierto, ¿qué te apetece hacer? ¿Un paseillo por Central Park o algo así? Tengo un hambre horrible, y sólo es la hora del desayuno. No tendrás por aquí unos de tus bombones, ¿verdad? Me comería cinco cajas jajajaja.- Me moría del hambre, y tenía suficiente confianza como para decirle que me apetecían unos chocolates. Los hacía como nadie, para qué engañarnos.

¡Venía con una energía increíble! Y yo tenía los nervios a flor de piel.
Era mi mejor amigo... y él ni si quiera sabía que yo tenía poderes....
Debía decírselo, pero no era el momento oportuno.
Escuché cada anécdota con el corazón encogido y la sonrisa de un adolescente con un libro de fantasía. Sus palabras hacían que me relajase y me divirtiese como nunca a la vez.
Le llevé a un buffet libre donde hacían tortitas (aún después de haberle dado una caja de croissants con chocolate y....
EN FIN

No sabían cómo echarnos de allí, qué manera de comer.... ¿Quién se mete 31 tortitas después de haber comido hasta reventar?

Aunque... me hizo desestresarme y sacar una sonrisa que, la verdad, me hacía falta.
Después nos dimos un paseo por Central Park y decidimos, cuando entraba el atardecer, volver a mi casa un rato pero... No, en serio, tenía que contárselo... Me sentía fatal. Una parte de mí era comprensiva y no paraba de repetirme que todos teníamos nuestro tiempo de confianza pero otra... Sabía que era como si me estuviese aprovechando de él en cierta manera y era muy injusto.
Nos metimos en una callejuela estrecha y le miré a los ojos.

- Oye Plana... sé que confías en mí y que... - parpadeé... Era muy difícil  - hay algo que... -

El telediario de mediodía hablaba de un día de cielo despejado, la temperatura iba aumentando debido a la entrada de la primavera y la noche tendría que ser tranquila y pacífica. Pero desde la colisión de los mundos ya nadie podía predecir nada, ni siquiera el tiempo.

Central Park estaba casi desértico a aquellas horas. A pesar de estar atardeciendo, normalmente había mucha gente paseando por allí; parejitas cogiéndose de las manos, vecinas paseando a sus perros o niños jugando a la pelota con sus padres. Pero los siguientes días al ataque de robots gigantes a Nueva York ya no iban a ser tranquilos. La gente había decidido abandonar las calles y quedarse en sus casas para seguir informándose de la locura que les rodeaba.

Celsit y Planaria caminaban tan tranquilos (o eso creían ellos) hasta que escucharon un silbido agudo que provenía del cielo. Alzaron la cabeza en dirección a ese sonido, extrañados y vieron como las nubes empezaban a arremolinarse en Central Park. Algo muy pequeño acababa de traspasar la atmósfera y amenazaba con aterrizar justo encima de ellos si no pensaban apartarse a tiempo.

¿Era un meteorito? ¿Un cuerpo celeste? A medida que aquel objeto no identificado se acercaba iban distinguiendo pequeños detalles de el mismo.

¿Eso de ahí era ropa?

Entonces el objeto colisionó. ¡PUM! Un pequeño cráter se abrió en frente de la pareja con una persona dentro de él. Era un hombre de cabellos negros que se retorcía de dolor ante el aterrizaje, estaba agachado y herido. Parecía intentar reunir las pocas fuerzas que le quedaban para erguirse, pero no tuvo mucho éxito. Su gabardina negra y verde estaba manchada de sangre y cuando parecía empezar a arrastrarse hacia la salida del cráter, se detuvo  en seco y se desplomó en el suelo.

- El cubo... - susurró antes de quedar inconsciente.

Estaba como nuevo. Un buen buffet para calmar el hambre era lo que necesitaba. Si había una cosa que hacían bien los americanos en la cocina eran las tortitas. Allí en Europa éramos más de bollos y cosas así, como croisants o pan. Las tortitas eran típicas de los EEUU, y la verdad es que con chocolate y nata entraban solas. Apuesto a que el tío que nos dejó entrar no se esperaba ni de lejos el hambre que yo tenía. Hambre lógica, ojo, nada de gula por gula... Bueno vale, a ver, a veces me dejaba llevar un poco por la gula... Pero necesitaba más de ocho mil calorías al día, casi el cuádruple que una persona normal para poder tener mis poderes a tono. ¿Que si podía sobrevivir con menos comida? Todo el mundo puede sobrevivir con menos comida, ¿pero te imaginas a michael phelps comiendo nada más una tostada para desayunar? No habría ganado ni una medalla olímpica, así que ahí lo dejo. Sasha me miraba entre divertida y casi asustada por todo lo que comía. La pobre debía ser la primera vez que veía a alguien zampar de aquella manera. La otra vez que había estado con ella me había cortado un poco más, pero en el avión me habían dado un triste sandwich de filadelfia y unas galletas mojadas... ¡En diez horas! Diez horas de viaje y sólo me dan eso, ¿cómo no iba a tener hambre?

Terminamos de desayunar y nos fuimos a pasear por Central Park. Aquel parque siempre me había gustado. Tantas películas y series donde salía, era casi mágico. La ciudad no parecía haber sufrido tanto los estragos de la colisión de mundos como me habían hecho creer. Claro, que después de escuchar las noticias, cualquiera habría dicho que la gran manzana se encontraba en ese momento como si Godzilla la hubiese atravesado. Pero todo era normal, al menos a mí me lo pareció. Tal vez si viviese allí habría visto alguna cosa fuera de sitio, algo que fallaba, o algo por el estilo.

Tras un agradable paseo charlando entramos en un pequeño callejón. Sasha me miró a los ojos, con una cara algo preocupada. Parecía que tuviese algo que decirme o que algo le estaba carcomiendo por dentro. ¿Sería respecto a la colisión? ¿Estaría bien? Le costaba arrancar, así que le sonreí y posé mi mano sobre su brazo.

- ¡Claro que confío en ti! Eres de las pocas personas en quien confio, la verdad... ¿Va todo bien? No te habrá pasado nada malo, ¿verdad?- Una especie de silbido lejano y un poco molesto alcanzó nuestros oídos y miramos al origen de este. Sobre el parque algunas nubes se habían juntado con aspecto sospechoso. Fruncí el ceño mientras nos acercábamos al linde del parque para ver qué demonios era eso. Había algo en el cielo, algo que se dirigía a la tierra a toda velocidad. Forcé la vista para intentar ver qué demonios era... ¿Un meteorito? Dios mío...- Sasha, ¡cuidado!

Abracé a Sasha y la aparté un poco, todo lo que pude al menos. Estiré la mano sobre nosotros y creé a nuestro alrededor una pequeña cúpula eléctrica para protegernos. Además, me puse entre ella y el meteorito que estaba cayendo. Las piedras, fuego o la onda expansiva que nos golpease lo haría con menos potencia gracias a el escudo, y por si acaso algo conseguía atravesarlo preferí que fuese a mí a quien golpease. Después de todo, tenía factor de curación para arreglar cualquier estropicio. Una fuerte explosión sonó cerca de nosotros y sentí la fuerza impactar contra mi escudo. Pero no lo atravesó nada, ni sentí dolor alguno. Había polvo alrededor de nosotros, y deshice el escudo. Miré a Sasha a los ojos y recorrí su cuerpo con la mirada.

- No te ha pasado nada, ¿verdad? ¿Tienes alguna herida?- Entonces escuchamos algo proveniente del objeto del cielo. Unas palabras. Nos giramos y vimos a un hombre vestido con una especie de gabardina verde y negra con rastros de sangre. Se intentó arrastrar fuera del cráter, en vano. Sus últimas palabras, "el cubo", y quedó inconsciente. ¿Qué demonios? Me acerqué y coloqué mis dedos sobre su cuello. Tenía pulso, aunque débil.- Sasha, ¿has visto esto? ¿Qué deberíamos hacer? ¿Le llevamos al hospital?

El polvo y la niebla se disiparon poco a poco. No pude parar de buscar el origen con los ojos entrecerrados e intentando aguantar la tos en vano. Moví el brazo enérgicamente intentando ver más allá de mi nariz cuando un susurro me estremeció la piel de todo el cuerpo.

-¿Qué...?-

Vislumbré una tela que intentaba resplandecer, tonos verdes y negros mancillados por el calor de una sangre arrebatada. Me acerqué a toda prisa para intentar verlo mejor.

Y sinceramente, estaba un poco harta de todo esto. Y acababa de empezar... El mundo nunca ha sido ni será fácil pero... JODER ¿¡TANTO CUESTA UN POCO DE PAZ!? No era momento de derrumbarse... Aunque lo mereciese.

- ¿Pero qué demonios es eso? - Examiné el cuerpo desde la distancia, como un gato cauteloso, sin tocar, sin hacer ruido, caminando de puntillas alrededor sin poder dejar de mirarlo y a la vez con el espinazo alerta. Una parte de mí me pedía que le salvase... La otra que saliese corriendo en dirección contraria.

- No estoy segura sobre lo que deberíamos hacer, de verdad... Es... Es raro pero... No me gusta...- Hay quien diría que fui una necia, pero preferí ponerme en peligro que poner en peligro a alguien más y tomé una decisión.
- Hay que llevarle a mi casa, confía en mí, está en la siguiente manzana, yo te guío. ¿Podrías cargar con su cuerpo? Al menos parte del trayecto, voy a buscar alrededor eso del cubo que ha dicho... Si es lo último que ha mencionado debe ser muy importante... -

- Sí, sí, claro, no te preocupes. Puedo con él.- A pesar de que no tuviese unos músculos extraordinariamente desarrollados como los de personajes como el capitán América, tenía más fuerza de la que aparentaba. Años y años de salidas nocturnas, escalando edificios o combatiendo a toda clase de criminales me habían dado unos músculos fibrosos y fuertes. Era capaz de cargar cosas, y aquel hombrecillo no parecía muy pesado. Además, gracias a mis poderes eléctricos era capaz de potenciar ligeramente mi fuerza si era necesario, aunque solo fuese para poder cargar algo mejor, o golpear con una fuerza mayor a la habitual. Me llevé a los hombros al tipo de la gabardina. Noté su respiración contra mi espalda, y resopló ligeramente cuando me lo apoyé. Levanté la vista para ver a Sasha, frunciendo ligeramente el ceño. El tipo pesaba mucho más de lo que había imaginado. ¿Acaso llevaba cemento en los bolsillos?- ¿Encuentras algo? Deberíamos empezar a movernos. La policía no tardará en llegar y no me gustaría verme con un tío en los hombros hecho polvo. Recuerda que yo no soy americano, y que me pongan una marca en mi expediente no es lo que más me apetece en estos momentos.

Comenzamos a andar en dirección al piso de Sasha. La gente nos miraba extrañados, girándose a nuestro paso, murmurando entre ellos. Aunque, a decir verdad, tuvimos suerte de que acabase de ser la colisión. Era muy habitual ver esos días a gente inconsciente, gente extraña y gente ayudando a otros. Resoplé ligeramente bajo el peso de aquel tipo. Era como cargar una piedra, y notaba como mis músculos y tendones se tensaban con cada paso. No tenía ni idea de dónde vivía Sasha, pero esperaba que no fuese muy lejos.

- ¿Falta mucho? Este tío pesa más de lo que parece...- Me lo recoloqué, notando un ligero resoplido saliendo de entre sus dientes. Olía ligeramente a quemado y a azufre, seguramente provocado por la caída que había sufrido. Su brazo derecho colgaba desde mi hombro, bamboleándose frente a mí.

Al cabo de un rato llegamos a la pequeña casa de Sasha. El portal se abrió ante nosotros, y el calor del hogar me recorrió el cuerpo cuando entramos. Subimos en ascensor y llegamos al pequeño piso. Colocamos al hombre en el sofá boca arriba, y ayudé a Sasha a coger algunas mantas con las que tapar al extraño personaje. No sabía por qué, pero me sonaba de algo aquel tipo, al menos sus facciones me resultaban ligeramente familiares. Su piso era muy bonito, mucho mejor decorado que el mío de Ginebra. Aunque tenía lógica. Después de todo, ella vivía allí todo el año seguramente. Sonreí y miré a Sasha.

- ¿Qué deberíamos hacer ahora? ¿Llevarle al hospital? No sé muy bien cómo funciona aquí en EEUU el tema de los hospitales y demás.- No mentía. Había oído toda clase de cosas, como que había que pagar y demás, aunque no estaba seguro de hasta qué punto eran reales los rumores.

- ¿Qué deberíamos hacer ahora? ¿Llevarle al hospital? No sé muy bien cómo funciona aquí en EEUU el tema de los hospitales y demás.-

El murmullo de una voz masculina que desconocía por completo. Después la voz de una mujer que le contestaba. 
Aquello era un alivio después de llevar varias horas escuchando únicamente el silencio y sus propios pensamientos que le torturaban.

El dios de las mentiras solo recordaba el vacío, la sensación de caer por un cielo y un universo infinito. Maldita la hora en que empujó a la pobre criatura por el puente de Bifrost. Maldita la hora en la que no eliminó por completo a su hermanastro Thor. Había conseguido que su poder resurgiera de nuevo para terminar con lo que había empezado. ¿Siempre iba a ser así? ¿Durante cuantos milenios había estado acumulando odio y más odio? ¿Cuantas veces se habían intentado destruir el uno al otro? Era la historia de nunca acabar...

Los ojos del dios se entornaron ligeramente y parpadearon varias veces, cegado de la luz de la habitación de Celsit. El gesto fue seguido de un pequeño quejido de dolor que la pareja escuchó claramente. El invitado ya estaba despierto.

Loki miró a su alrededor y no identificó el lugar dónde se encontraba. Tumbado en una cama y arropado con sábanas femeninas se irguió rápidamente y después soltó un nuevo quejido para llevarse la mano al estómago y volver a tumbarse. Su cuerpo estaba sangrando y sus huesos estaban físicamente destrozados. No le extrañó teniendo en cuenta de que había estado cayendo desde una altura considerable. Lo que le extrañó fue que aterrizara en alguna parte teniendo en cuenta que el cielo Asgardiano era infinito, nadie que hubiera caído por el puente había regresado... Entonces, ¿Cómo había llegado hasta allí? Aquel lugar no parecía el castillo de los reyes elfos, ni las tundras de Jotunheim. Dedujo entonces que se encontraba en Midgard. ¿pero cómo había llegado al mundo de los humanos sin pasar por el puente del arcoíris? 

La caída debió de ser importante, ya que no podía ni moverse de la cama del dolor que sentía. Por suerte para él seguía siendo un dios a pesar de tener el cuerpo de un humano, y todo el mundo sabía que los dioses no morían tan fácilmente... 

- ¿Dónde...e-estoy? - susurró el rey de las mentiras a sus salvadores. La respuesta ya la conocía, ahora tenía que descubrir en qué ciudad exactamente se encontraba y quienes eran sus acompañantes.

Loki era un hombre controlador y calculador, y estando en una situación en la que no sabía nada le producía una impotencia y una inestabilidad que le corroía por dentro... tenía que solucionar sus dudas pronto o iba a volverse loco...

OOC::

Las dudas asaltaron mi cabeza… ¿Qué hacer? Por cómo había aterrizado debía ser otra criatura. Que yo sepa los humanos corrientes y molientes no tienden a llegar como meteoritos. Tal vez le metiésemos en un lío si le llevásemos a un hospital, y si no lo hacíamos tal vez nos metiese él en uno.

Tristemente, este mundo te obligaba a desconfiar. No todo era sacar adelante una pastelería, conseguir una pareja y pagar las facturas… no era tan sencillo. Había pequeñas guerrillas en las calles, los héroes formaban parte del odio humano, así como de su necesidad. Quien antes era tu amigo ahora te odiaba por ser lo que eras, la palabra desconocido se acopló al significado de “peligroso” y la seguridad se convirtió en un sueño.  Cuando escuché su quejido dolorido no pude evitar prender mi mano en llamas vivas y sinuosas, colocándola suficientemente cerca del rostro del extraño, a modo de advertencia, justo después de que formulase sus primeras palabras desde su forzosa caída.

- Estás en Nueva York, en mi piso, así que te aconsejo que no toques nada y todo irá bien.  A partir de ahora nosotros hacemos las preguntas. Si contestas, y evidentemente con la verdad, te ayudaremos con esas heridas horribles. Si no, no me costará mucho dejarte aquí… - las arrugas alrededor de mi nariz indicaban la veracidad de mis palabras. Sabía de buena gana que seguramente Plana no estuviese de acuerdo. Él le habría salvado sin pensarlo dos veces… Y la antigua Sasha también. Pero esto era una locura, era un nuevo mundo… Y había que reaccionar.

Antes de darme cuenta estaba con gesto agresivo, enseñando los dientes y con la llama de mi mano en mayor tamaño. La alejé ligeramente del rostro pálido y comencé el interrogatorio.
- Quiero que me digas con calma, y sin moverte mucho; quién eres, cómo te llamas, de dónde vienes y qué es el cubo. -  y me senté sobre él, colocando una pierna a cada lado de su cuerpo. No se iría a ninguna parte.

¿Es en esto en lo que me había convertido ahora? ¿Esto es lo que me había hecho este mundo? Un poco de caos y todo se desmorona... Vidas en juego, tristes peleas, la gente por las calles despidiéndose con besos en la entrada de sus casas sin saber si ese sería el último momento en que se encontrarían con sus seres queridos... Y lo que más me quemaba por dentro. Los seres con poderes que se aprovechaban de ellos. Gente apestosa y repugnante como Magneto y su pandilla de sabandijas... Ellos... me habían convertido en lo que soy. La desconfianza por encima de salvar a una vida... Supongo que esto soy yo.

Al escuchar al hombre murmurar algo me acerqué a él. Vale, estaba claro que no era de este mundo. Alguien que se estrella como un meteorito contra el suelo y a los pocos minutos tiene fuerza para hablar no era un humano normal y corriente. ¿Sería como la princesa Diana? Podría ser. Y nuevas dudas acerca de mis creencias religiosas volvieron a asaltarme de nuevo. La sonrisa desapareció de mi rostro y me sentí mal. No, no podía ser. Al menos ese ser parecía un humano, así que podía perfectamente haber sido creado por Dios, quien nos hizo a su imagen y semejanza. Seguro que había una explicación lógica para todo eso. Miré a Sasha y decidí ir a la cocina a por un trapo húmedo y algo de agua. Tal vez eso fuese bueno. Por el rostro de mi amiga no parecía que llevarle a un hospital fuese una buena idea. Y pensándolo bien no era sensato. No era humano, así que ¿qué íbamos a decirle a los médicos? ¿Que había caído del cielo delante de nosotros? Claro, eso les convencería al instante. Puse los ojos en blanco y negué con la cabeza. Humedecí un paño de cocina, bebí yo algo de agua para intentar calmarme un poco y luego volví al cuarto. Cada vez que un pensamiento de índole religioso me venía a la cabeza, una punzada me atravesaba el corazón. Cuando llegué al cuarto vi que Sasha se había sentado sobre el hombre y le preguntaba que quién era, de dónde venía y qué era ese cubo tan importante para él.

- Toma, le he traído un poco de agua y un paño húmedo. Yo desde luego habría querido un poco... ¿Ha dicho algo o sabemos algo nuevo?- El tipo estaba hecho puré. Aunque parecía estar algo mejor (o al menos más despierto) que en el parque. Ahora que lo tenía delante y boca arriba me resultaba familiar. No sabía de qué pero me sonaba de algo su rostro y sus ropajes. ¿Lo habría visto alguna vez por la tele? A saber, salían cientos de héroes y gente vestida con trajes extraños a diario. Seguramente fuesen imaginaciones mías. Con el trapo limpié un poco su cara y sus heridas, y luego le acerqué el agua por si quería beber un poco. Me crucé de brazos y fruncí el ceño.- ¿Qué eres? Y no se te ocurra decir que eres humano. Te hemos encontrado cayendo contra el suelo a una velocidad de vértigo. Si fueses un humano te habríamos tenido que recoger con una fregona, así que no te intentes hacer el listillo.

Quería saber qué era. Si me decía un dios seguramente me rayase aún más la cabeza de lo que ya la tenía. Tantos dioses nuevos, tantos seres poderosos... Vale, que no eran dioses como lo que concebía yo por dios, pero en cualquier caso rompían todos mis esquemas, y eso no me gustaba. Además, una parte de mí se sintió realizada al hacer un poco de poli malo. A ver, poli malo. Sólo le pregunté una cosilla así un poco serio, pero yo solía ser mucho más bromista y animado. En los Abyss la seca y borde era Tanith, y a mí me tocaba el papel del gracioso/inteligente del grupo.

Loki no pudo ni moverse cuando se sintió amenazado por su supuesta salvadora. La mano de la mujer se prendió en llamas amenazadoras y en menos de un segundo su gesto se había vuelto amenazador y la mujer se encontraba encima de él sin poder dejarle escapatoria. Los ojos del dios se abrieron de par en par, sorprendidos ante la hostilidad.

-Malditos e inútiles humanos…- pensó el dios mientras por su cabeza se le ocurrieron mil formas de destruir a aquella mujer. Podría estrangularla, quemarla viva, obligarla a lanzarse al vacío… mil y una formas de muerte se trazaron en su cabeza ante tal insolencia y trato hacia su persona. El dios de las mentiras se sintió impotente de no poder realizar ninguna de ellas en el estado que se encontraba.

Los ojos verdes del extraño brillaron como un relámpago, y entonces volvió a soltar otro quejido de dolor. Si no podía utilizar sus poderes como hechicero Asgardiano tendría que usar su otra gran baza. La palabra.

-A-ayudadme… por favor... - la voz de Loki cambió a un tono más débil y amable. Su mirada se había vuelto confusa y asustadiza. Apartó lentamente las sábanas para revelar la herida que tenía en el torso y pudo ver como su mano estaba empapada en sangre. Si la hemorragia continuaba, estaba seguro de que volvería a desmayarse.

-El rey de los 9 reinos muerto por una caída desde el cielo… que patético… - pensó para sus adentros. Arrancado de su trono como un traidor y arrojado por el puente del arcoíris como un perro. Quizás no hubiera sido mala idea eso de morirse…

El arrepentimiento de Loki se desvaneció de la misma manera con la que había aparecido. Nuevos planes y nuevos engaños empezaron a trazarse por su mente mientras actuaba en su nuevo papel. La siguiente obra estaba a punto de comenzar y Loki ya se había olvidado de todos aquellos sentimientos y reflexiones que había experimentado mientras caía por el vacío infinito. Empezaría por el principio y volvería de nuevo a Asgard a recuperar el trono como fuera. Pero ahora tenía que pensar primero en cómo salir de aquel lío con vida…

-¿Qué… qué es Nueva York? - dijo confuso, aunque sabía bien qué ciudad era. Cuando Loki tenía el cuerpo de gigante del hielo, había intentado invadir Estados Unidos más de una vez.

-Me llamo Serrune.. y vengo del planeta Karahad… - Loki tosió algo de sangre, y esta empezó a brotarle por la boca - mi planeta está en guerra… y el cubo es la única manera con la que puedo volver a casa…

Esperó que la charla hubiera sido lo suficiente convincente como para ganarse la confianza de aquellos dos individuos. La mujer era la más peligrosa de los dos, pero el otro hombre parecía más fácil de convencer. Al fin y al cabo eran un humanos, y todo el mundo sabía que los humanos eran estúpidos.

-Por favor… ayudadme… - volvió a susurrar intentando causar algo de pena en los humanos.

Por dentro, Loki estaba maldiciendo la extraña desaparición del cubo cósmico. Estaba seguro de que había caído con él por el puente de Bifrost, pero no podía asegurar que estuviera en Midgard. Esperaba que así lo fuera, tendría más posibilidades de encontrarlo en la tierra de los humanos que en cualquier otro planeta. Sin embargo… si alguien con algún tipo de conocimiento mágico lo encontraba y lo usaba, podría haber una gran catástrofe.

Tenía que recuperar el Teseracto lo más pronto posible...

OOC:

Cada palabra y gesto que salía de mí era arisco y agresivo, parecían sacados de una gata callejera. El extraño se retorcía y parecía hacer surgir sus palabras de la parte más profunda de su dolor.  Con el ceño fruncido y los músculos cada vez más en tensión ejercía cada vez más tono de amenaza ante el extraño que ahora descansaba entre los cojines de mi cama.

Hasta que habló suplicante y pude analizar la escena rápidamente desde fuera. Estaba intimidando a alguien que pedía ayuda. Yo en ese instante compartía fachada con tantos villanos contra los que luchaba desde pequeña. Mi corazón se encogía en una mezcla de piedad, dolor y lástima por él. Y no hacía sino torturarme por la situación que estaba atravesando, víctima de mi desconfianza incondicional que en tantas ocasiones odiaba.

Cuando contestó con una pregunta noté el doble filo. Las ganas de acogerle y enseñarle mientras le sanaba, a la vez que la desconfianza de no saber de dónde provenía y de que quizá se estuviera haciendo el tonto. ¿Nueva York? Entiendo que no conozcas Suriname, hasta el auto-corrector cree que esa palabra no existe,  pero ¿Nueva York? Y al conocer su nombre, al mirarle a los ojos…  Mi mano se apagó y relajé los músculos, aún encima del hombre herido mirando a Plana, con un gesto lastimero en la mirada buscando socorro.

”¿Qué hacemos?” Sabía de sobra que él querría ayudarle, que me diría que estaba exagerando o incluso que había sido agresiva pero… Joder había caído del cielo.

Y una bombillita se me encendió, a la vez que mi mano lo hacía de nuevo.
- Aaaaalto alto alto…. Dices que tu planeta está en guerra… ¿Y quieres volver allí? ¿A eso llamas hogar? Si tuvieras familia la hubieras mencionado antes que ese estúpido cubo, y la gente exilia por algo. No pareces pertenecer al bando ganador - dije mirando la herida.

-- Te curaré, pero a cambio de la verdad o de un argumento más convincente para creerme eso.- y miré a Plana- Marca el número de la mansión, en mi móvil, pide a Xavier, es urgente, diles que soy yo, con “Celsit” no con “Sasha” y cuéntales esto, quizá sepan más que nosotros. - y todo volvió a estar como hace unos minutos.

Karahad... Ni puñetera idea. No había oído hablar de ese planeta en mi vida. ¿Estaría mintiendo? No se si tendría fuerzas para hacerlo. Parecía malherido, y no creo que estuviese en situación de andar con engaños si tan mal estaba. No pude evitar sentir cierta lástima por él. Era algo que no nunca podría saber. La sensación de que las heridas te estuviesen destrozando. Quiero decir, cuando yo me hería de alguna manera me dolía. ¡Claro que me dolía! Y un huevo además. A lo que me refiero es a que en mí las heridas, roturas o demás lesiones duraban poco. Entre segundos y unos minutos, alguna vez media hora, pero nunca había tenido la sensación dolor ni sabía lo que era guardar reposo. Pensar en que una herida no cerrase a la velocidad del rayo, sino que durase horas, y encima doliese... Sólo de pensarlo me provocó un desagradable escalofrío.

Miré a mi amiga y no pude evitar fruncir el ceño ligeramente. Nunca había visto así a Sasha. Me pareció incluso un poco cruel o desconfiada. Sabía que ella era desconfiada. Me lo había dicho varias veces... Pero me daba pena aquel tío, y no podía evitar sentir que había una manera menos agresiva de tratar con él.

- Sí claro, no hay problema... Tan solo... ¿Te importaría hablar un momento? A solas, claro está...- Aceptó, pero con la condición de que pudiese ver bien a nuestro invitado. Salimos del cuarto y ella se quedó de cara a él. Apoyé la mano sobre el hombro de Sasha y la miré a los ojos. Estaba preocupada, podía verlo. La conocía.- Oye Sasha, sé que esto te da mala espina y demás... Pero, ¿no crees que a lo mejor estás siendo un poco dura? Quiero decir... ¿Y si dice la verdad? Tal vez el cubo ese es la única manera que tiene de volver a su planeta, y no ha hablado antes de su familia por el hecho de que está preocupado de volver a su tierra... Tal vez no sea un exiliado, sino alguien que por una razón u otra ha sido mandado aquí por accidente, o que ha llegado aquí para poder salvar la vida. No tiene por qué pertenecer al bando perdedor. El ganador o perdedor en una guerra no existe hasta que esta acaba... A ver, no quiero decir que lo que estés haciendo esté mal... Es solo que... Que consideres la opción de que tal vez diga la verdad.

Mi tono no era reprobable ni mucho menos, pero era más confiado que ella. Quería que valorase otra posibilidad. No es que hubiese bajado por completo la guardia. Yo tampoco me fiaba en exceso de él... Pero tampoco quería acusarlo ni pensar que fuese malo desde el primer momento. Suspiré internamente pensando en la cantidad de veces que me había estrellado por confiar en quien no debía. Sujeté a Sasha por los brazos con mis manos y le sonreí, dándole un beso en la frente.

- Todo irá bien... Voy a llamar a ese tal Xavier. Si crees que puede ayudarnos es que seguramente pueda.- E hice como me pidió. La mansión esa me sonaba. Si mal no recordaba era un orfanato donde ella había estado viviendo durante su adolescencia. No había podido encontrar información por ningún lado a decir verdad, y el nombre de Xavier me resultó cuanto menos curioso. Pero, ¿qué tenía que decir yo de nombres? Me llamaba como un tipo de gusano, así que no creo que fuese el más apropiado para juzgar un nombre.- Sí, ¿hola? Mi nombre es Planaria. Llamo de parte de Celsit, no de Sasha.- Me llevé una mano a la frente. Maldito cerebro troll.- Me gustaría hablar con Xavier a ser posible. Es urgente.

Escuché una musiquilla agradable de fondo mientras esperaba, y entonces un hombre con voz grave me cogió el teléfono al otro lado.

- Sí, ¿Xavier? Buenas tardes. Mi nombre es Planaria, soy amigo de Sasha.... De Celsit. Amigo de Celsit. Quería llamarle porque estamos en su casa y tenemos una situación un poco delicada. Verá, íbamos paseando por Central Park cuando un extraño proyectil se ha estrellado contra el suelo. Cuando nos hemos acercado hemos encontrado un hombre herido que no deja de hablar de un cubo con el que puede volver a su hogar. Dice ser del planeta Karahad, aunque a mí no me suena de nada...- Y mientras hablaba me di cuenta de lo absurda que estaba siendo esa conversación. ¿Un tío cayendo del cielo y no muriendo? ¿Un cubo mágico que podía teletransportar a quien lo poseyese? ¿Planetas que no existían? El tío debía estar partiéndose de la risa de mí o pensando que era un completo gilipollas... ¿Qué demonios? La buena fe y la amistad que me unía con Sasha me había hecho llamar sin dudar a ese tal Xavier y explicarles nuestra situación como si fuese lo más normal del mundo... ¿En qué estaba pensando? Sasha era una persona normal y corriente, y me sorprendió que no se quedase bloqueada al saber que nuestro supuesto invitado era de otro planeta. De hecho... No parecía sorprendida ni lo más mínimo. Fruncí ligeramente el ceño, mirándola, mientras terminaba de explicar nuestra situación al hombre que había al otro lado del teléfono. Yo me había enfrentado a un alienígena llamado Zenn. Un completo pirado. Y aún cuando me enteré de que existía vida más allá de la Tierra me había costado mucho digerirlo... ¿Cómo podía ser que ella no se hubiese rayado ni un ápice al enterarse?

La chica se creía muy lista, pero Loki hubiera dicho que era alguien que desconfiaba hasta de las piedras. Casi la tenía pillada, solo faltaba un poco más de teatro para que se creyeran la historia hasta el final. Y Loki Laufeyson era el mayor mentiroso de todo su universo, así que no sería difícil conseguirlo.

- Tu no lo entiendes... - dijo Loki, haciendo ver que la tos le volvía a arrancar un dolor agudo en el estómago. - Ese cubo es muy peligroso... se lo quité a los invasores para que no pudieran destruir nuestro planeta... y si no se lo regreso a mi rey todo quedará... oh dios mio... que voy a hacer... - dijo el embaucador entre sollozos, desesperación y dolor.

Una actuación de primera, no podría haberlo hecho mejor. Con un poco de lástima más en la ecuación tendría a ambos humanos en el bote.

¿Había dicho Mansión? ¿Xavier? Algo no pintaba bien en el esquema, y a Loki le sonaba aquella combinación de palabras, pero aún no situaba de dónde.

Pero aquello no le preocupaba ni lo más mínimo. La existencia de lo que había dentro de aquel cubo solo la conocía él y el hombre al que se la robó: el titán Thanos. Ni esa parejita de humanos, ni ese Xavier, ni siquiera los Guardianes de la Galaxia conocían la existencia o el paradero de una de las más poderosas gemas del infinito...

Ahora lo que tenía en mente era averiguar cómo recuperar su cubo, pero para ello necesitaba su vara y ésta había quedado descansando en el trono de Midgard. No podía volver allí, pero tenía que buscar la manera de hacerlo, aunque fuera indirectamente.

Mientras tanto, el cubo estaría perdido en dios sabe donde, y si algún mortal lo encontraba, lo más probable era que acabaría frito nada más intentar usarlo. Sólo alguien con un poder mágico equivalente al de Loki sería capaz de usar el cubo, y entonces él sería capaz de detectarlo de inmediato…

Pero no adelantemos acontecimientos, Loki solía trazar continuamente planes en su cabeza, adelantándose al resto...pero primero tendría deshacerse de aquellos dos y encontrar una manera de curarse y escapar. Por las buenas o por las malas...

La desesperación brillaba en los ojos de aquel hombre. Dios... ¿Y si estaba siendo ese monstruo en el que nunca me quería convertir? No quería asumir que un mundo difícil conducía a la creación de gente malvada pero... ¿No estaba yo moviéndome en contra de todos los principios por los que me movía para comportarme de una manera egoísta y cobarde tratando de proteger lo que era mío?

Parecía estar al borde del llanto y... aaaarggg... Maldita sea.
Por un instante pensé en el dolor que sentiría si resultaba ser un engaño e incluso sentí que merecería la pena con tal de no sentirme tan repugnante como me sentí en ese momento.

- Oh, Dios.... Oye, lo siento. Es... Es igual, el mundo está loco- me coloqué de rodillas en el suelo, junto al sofá y metí mis manos por dentro de la primera capa de ropa de aquel pobre chico - Voy a curarte primero. No tenemos el cubo pero- y recordé a Planaria llamando por el teléfono a.. ¿La...Mansión?

MIERDA

- ¡PLANA! ¡¡PLANA CUELGA, CORRE, VEN QUE TE NECESITO!! ¡POR FAVOR! ¡DÉJALO, YA ESTÁ CONTROLADO!- y lo único que pensé durante unos segundos alargados hasta la eternidad fue "QUECUELGUEQUECUELGEPORFAVORPORFAVORQUECUELGUEQUECUELGUE".
No podía implorar más por mi secreto, y por que hubiese quedado convincente el tono de urgencia.

Volví a concentrarme en el problema real... Tal vez Chavier se encargase de eso más tarde si le habían dado información de más. Qué estúpida... parece mentira que me hubiesen preparado para esto.

- ¡TRAE TOALLAS HÚMEDAS CALIENTES Y TODO LO QUE ENCUENTRES EN EL BOTIQUÍN DEL BAÑO! - por la experiencia sanitaria de la tienda, había cogido la ley del botiquín y la había aplicado en mi casa. Y sorpresivamente es más práctico de lo que parece. Sobretodo cuando te dedicas a salvar el mundo y esas aficiones kamikazes.

- Como te decía...- dije mirando a los ojos al herido y sonriendo con toda la ternura que podía - el cubo no lo tenemos nosotros, Serrune, lo siento mucho, pero si quieres encontrarlo necesitarás comida y que tus daños sanen cuanto antes-- y esperé arrodillada junto a él intentando apartar la ropa que era más molestia que otra cosa a la hora de intentar sanar a alguien.[/b][/color][/b][/color]

Sus gritos me sobresaltaron hasta el punto en que el teléfono se me cayó de las manos. Cuando volví a cogerlo y hablé nadie me contestó al otro lado. El golpe debía haber colgado. Dejé el aparato en su sitio y me dirigí a toda prisa a donde se encontraba ella con el otro tío.

- ¿Qué? ¿Qué pasa? ¿Va todo bien?- Me pidió toallas calientes y el botiquín del baño. Fui hasta él y miré las medicinas que allí había. Puede que para otras personas fuese más que obvio qué era lo que debía coger. Agua oxigenada, vendas, pomada, betadine... Pero para mí aquello era como intentar leer chino. Poneos en mi situación un momento. Nunca en toda mi vida había tenido que sanarme una herida ni curarme una enfermedad. Para eso tenía mi factor de curación. Yo no tenía ni idea de que debía aplicar en cada situación. Seguramente echaría siempre betadine o agua oxigenada a todo lo que pareciese doler, y lo vendaría así sin más. Por no hablar de dar puntos. Ahí ya si que me podía perder. Cogí todo lo que pude mientras abría el grifo con agua hirviendo y mojaba las toallas.- Ibuprofeno, paracetamol, aspirina, blastoestimulina... Madre mía. ¿Cómo coño se entera de que es cada cosa? Los nombres son peores que lo que curan seguro...-

Al cabo de unos segundos me coloque las toallas húmedas y un montón de cajitas, pastillas y mierdas que encontré. Seguro que alguna de las cosas que llevaba era algo íntimo de Sasha, lo cual me provocaría una enorme vergüenza y me sonrojaría las mejillas, pero me lo había pedido como un favor. Cuando llegué estaba explicándole que no teníamos nosotros el cubo, y su tono parecía más amable. Me agradeció que le llevase esas cosas y le ayude a quitar la ropa al herido. Mostró un corte muy feo y lleno de sangre en el costado. Resoplé ante la imagen mientras le ayudaba a curar. Bueno, mas bien le iba pasando las cosas que me pedía, porque poco sabía yo acerca de sanar a alguien.

Cuando parecía estar más o menos estable, coloqué una mano sobre el hombro de mi amiga y la miré a los ojos.

- Perdona por ser tan pesado, pero... ¿Te importa que hablemos un momento? No es nada grave, simplemente una cosilla que quiero aclarar... ¿Cómo te encuentras? ¿Algo mejor? Creo que deberías descansar un poco. Sasha sabe lo que hace, no te preocupes.- Salimos de la habitación y de nuevo ella se quedó mirando al inquilino. Me froté la nuca mientras respiraba y luego la miré a los ojos.- Escucha Sasha... Confío plenamente en ti, ya lo sabes. Eres mi mejor amiga y te cuento siempre todo. Y creo que te conozco bastante bien, o eso me gustaría pensar. El caso es que me parece muy impresionante lo bien que te has tomado que haya un alien en tu piso. Quiero decir, cuando yo vi uno por primera vez casi me da un chungo de la impresión y me dejó un mal cuerpo horrible. Te pregunto esto como amigo y te agradecería que fueses sincera, o al menos no me mientas. Si no quieres hablar de ello respeto tu decisión. Es solo que... ¿Hay algo sobre ti que yo no sepa? Bueno, a ver, habrá muchas cosas, eso esta claro, pero ya sabes a que me refiero... ¿Habías visto antes un alien o un ser con poderes o algo así? Y no hablo solo de mí o de... ¿Sloan se llamaba? Creo que si. Eso, que si hay alguna razón por la cual no estas tan rayada por que haya un alien aquí entre nosotros o sin mas. Me ha sorprendido un poco que me hayas llamado con tanta insistencia de repente después de mandarme llamar por teléfono si no le pasaba nada al hombre este... Puede que sólo sean suposiciones mías.-

Si me decía que prefería no contármelo la respetaría y lo entendería. Tendría sus propias razones. Quizá pudiese ser algo gordo, alguna relación o mal recuerdo que prefería olvidar y dejarlo pasar. Pero si había algo quería saberlo. Después de todo, ella era mi mejor amiga.

Y el muro de Sasha se quebró. Al fin. Loki esbozó una sonrisa de triunfo en su interior, viendo a la joven que minutos antes se había echado encima de él como una presa en busca de caza, ahora convertida en una mansa oveja más del corral.
 
El dios sintió las manos suaves de la chica bajo sus ropajes, y Loki escupió un leve quejido de dolor. Las manos de Celsit estaban impregnadas de sangre, la herida seguía estando muy profunda y sólo esperaba no volver a desmayarme de nuevo.
 
- Gracias por comprenderlo... - susurró malherido y después soltó otro pequeño quejido cuando la muchacha empezó a tratar sus heridas.
 
- Por suerte, los de mi raza tenemos un pequeño sistema de recuperación rápida... no nos debilitamos tan rápido como los demás seres...  - explicó el alienígena.
 
A lo que Loki llamó "sistema de recuperación" se refería más bien a su magia como hechicero. El cuerpo del antiguo dios era ahora humano tras haber sido reencarnado en aquel niño francés llamado Serrune. Lo que quedaba del antiguo gigante de hielo era únicamente su poderosa magia, recuperada gracias a su otro yo que había quedado encerrado en Ikol. Pero ambos humanos no tenían porque saber eso, si él era extraterrestre tendría que actuar como tal.
 
- ¿Cómo podría agradecéroslo? Me habéis salvado la vida... y los de mi raza siempre pagamos lo que debemos...- dijo cuando se encontró algo más estable. Aún tendría que descansar al menos un día entero para recuperarse mágicamente y después salir de aquella casa antes de que se dieran cuenta del engaño. Pero la manera de ser de Loki le obligaba a mantener sus pactos. Sasha y Planaria le habían salvado la vida, y quizás agradeciéndoselo de alguna manera positiva fueran reacios a enfrentarse a él después, si se daba el caso...
 

Ya no era el viejo loco que disfrutaba haciendo daño a los demás por simple placer, había conocido lo que era ser humano y le había vuelto un poco más sensible de lo normal, aunque fuera solamente un poco. Aún así, seguía con el corazón lleno de odio y disfrutaba masacrando a sus enemigos. Pero jamás actuaba en favor de nadie si no obtenía nada a cambio...

Cuando Plana me apartó justo antes de empezar con las curas creía que me daba algo. ¿Cómo había podido ser tan IMBÉCIL? Casi había dejado que descubriese mi identidad, lo que yo era... No temía que me tratase mal, ya que compartíamos "don" pero... No estaba preparada y el corazón me dio uno de los vuelcos más serios de mi vida. Me explicó, LÓGICO, los motivos de su sospecha y mi mente buscaba en esa misma lógica, hábil, una excusa que pudiese evadir de su mente cualquier atisbo de duda hacia mí.

Bingo.

- Lo del teléfono ha sido un ataque de nervios... he visto que me las podía apañar yo sola... La procesión va por dentro. Puedo aparentar lo que sea pero... estoy bastante inquieta. ¿Y cómo no creerme lo del alien? Me cuentan que han chocado dos universos paralelos que se basan en la misma existencia, los mismos lugares incluso algunas personas... ¿y no voy a creerme que hay un alien en mi cama? ¿Con lo amplio que es el universo no puedo creer que hay alguien más fuera?- comentaba enérgica y nerviosa. Comenté para terminar con eso, casi molesta- Ahora, si me disculpas, hay un ser herido que necesita mi ayuda ahí fuera - y le di la espalda, volviendo con él.

Me senté de nuevo arrodillada a su lado y coloqué mis manos sobre la piel de Serrune. - Eso son buenas noticias- dije ante su capacidad regenerativa, observando la herida que por lo pronto parecía de lo más común. Mantenía una expresión de concentración que fácilmente podría confundirse con una de enfado severo. Era un corte bastante profundo y tenía que suturar. Utilicé frío, emanado de la punta de mis dedos en directo contacto con su piel, para que Plana no notase nada raro, para anestesiarle la zona todo lo que pude. Agarré aguja del botiquín y el hilo de sutura. Enhebrado y en cuestión de un minuto tenía la herida suturada. No sanaría como si lo hubiera hecho un cirujano, y tengo que reconocer que era la primera vez que cosía una herida en piel. La primera vez que hundí la aguja me dio un escalofrío, la carne está más dura de lo que la gente se piensa. Pero preferí terminar pronto con eso, aunque el resultado no fuese cien por cien saludable.

Me levanté y tenía las manos encharcadas en sangre. Las lavé en un barreño con agua tibia, después de limpiarle a él y con una de las toallas cálidas me las sequé, y también la costura. Cogí el spray desinfectante y se lo rocié unas cuantas veces, justo antes de vendarle. - A ver, para esto necesito un poco de ayuda... Ánimo- dije intentando enrollarle la tela de la venda alrededor de su cuerpo, para asegurar que quedaba bien fija - Esto ya está- dije recogiéndolo todo y devolviéndolo a su sitio, mientras me planteaba su oferta. ¿Y si le pedía que me llevase a su planeta? Tal vez podría ayudar a más de los suyos y sería buena excusa para contarle a Plana...
Dios, sonaba tan estúpido...
Volví a mi habitación con con un suspiro.
- Ya sé lo que quiero. Quiero volver a verte en un futuro. Me da igual herido, sano, más viejo, más joven, seas hombre, mujer, hermafrodita... No me importa. Quiero verte y cobrarme este favor. Ahora no necesito nada de ti.- dije sentándome en la cama a su lado, con cuidado de no moverle a él ni al colchón demasiado para que no le tirase la herida.

Le miré a los ojos y sonreí de medio lado. Acerqué mi mano a su frente y acaricié su rostro con un gesto tranquilizador unas cuantas veces.

Sasha me explicó que, en el fondo, sí que estaba consternada y preocupada por lo que acababa de pasar. Que el hecho de que no lo mostrase no significaba que lo estuviese. Me mordí el labio cuando se volvió hacia nuestro nuevo invitado y me sentí estúpido. ¿Cómo no iba a estarlo? Dios Plana, a veces eres un metepatas... ¿Qué te iba a ocultar Sasha? ¿Que ella también era una alienígena? Déjate de pensar idioteces y busca una manera de ser útil maldita sea, que te estás poniendo en evidencia.

- Si, perdona... Tienes razón. La prioridad es el tipo este. Perdona, desde el choque de universos estoy un poco con la cabeza ida por el tema de mi crisis de fe, como ya te dije... ¿Hay algo que pueda hacer para ayudarte?- Serrune tenía, al igual que yo, un sistema de regeneración ante las heridas y daños corporales que le permitía curase de estas. Sin embargo, me dio la impresión de que era mucho más lento. Tenía heridas gordas, sí, pero no dejaban de ser más que profundos cortes. No había perdido ningún miembro ni tenía las tripas por fuera. En mi caso esos cortes se habrían curado en cuestión de segundos. Claro que, pensándolo así, no sabía si habría sido capaz de sobrevivir a una caída como la suya. A esa velocidad me habría quedado hecho un revoltijo en el suelo. Resistencia tenía y mucha desde luego. Sasha terminó la tarea cosiendo sus heridas, y al cabo de unos minutos parecía estar en perfecto estado, teniendo en cuenta cómo le habíamos encontrado en el parque. Miré el reloj por curiosidad y vi que había pasado bastante tiempo desde ese momento. Me sorprendió bastante, ya que me dio la sensación de que apenas habían pasado unos pocos minutos. Tanta acción en tan poco tiempo solía provocar eso.

Nos ofreció una especie de recompensa, alegando que los de su raza siempre devolvían los favores prestados. La verdad es que por regla general yo no solía hacer las cosas por lo que pudiesen ofrecerme a cambio, y de hecho, a pesar que mucha gente a la que había ayudado o salvado me habían dicho la mítica frase de "¿cómo podría agradecértelo?" sabía que, en muchos casos, en el fondo se trataba nada más que de lo típico que se dice. La gente por lo general es agradecida, y en esas situaciones habla más el corazón que el coco. Si les hubiese pedido dinero o algo por el estilo, en muchos casos os aseguro que su rostro agradecido y jovial habría cambiado por uno de sorpresa, e incluso aversión, como si les acabara de pedir un órgano o algo por el estilo. Pero este caso era distinto. Nuestro compañero pertenecía a otro mundo, y no tenía ni idea de cómo funcionaban las formalidades ahí. Quizá no aceptar algo se podía considerar un insulto, así que prefería no jugármela. Pero, ¿qué pedir? A decir verdad, no pensaba que necesitase nada. ¿Preguntarle algo de su planeta o su cultura? No quería parecer un cotilla. Me froté la barba pensando cuál podía ser una buena respuesta, pero no se me ocurrió nada, así que me limité a sonreírle y asentir a lo que había dicho Sasha.

- Si, eso estaría bien. Aunque sería mejor verte sin que estuvieses herido, no por volver a curarte, que lo haríamos encantados, sino por el hecho de que no es agradable estár enfermo o herido. Volver a vernos podría estar bien. Tal vez para entonces puedas echarnos tú la mano. ¿Cómo te encuentras? ¿Sientes alguna mejoría?- El problema que tenía yo hacia las heridas y el dolor es que estaba a acostumbrado a sentirlo en un lapso de tiempo bastante pequeño. Debido a que mis heridas sanaban en cuestión de segundos o minutos, no era capaz de imaginar un constante dolor, así que supuse que debía ser una de las cosas más horribles que te podían pasar. Me encogí de hombros y le sonreí.

Si a Loki le preguntaran, jamás hablaría de lo que pasó aquella noche. A pesar de haber ganado la batalla del engaño, según él, no podría encontrarse en situación más indigna. Despojado de sus títulos como rey de Asgard, derrotado por su tan odiado hermano, y curado por una mujer humana, la raza que más despreciaba del universo.

Los ojos verdes del dios se clavaron angustiosos en la aguja que sostenía Sasha, y cuando la mujer empezó a coserle la herida, Loki tuvo que contener el quejido y un "ten más cuidado con mi piel, estúpida humana", que casi había estado a punto de dejar escapar por su lengua viperina.

Cuando Sasha hubo terminado, el dios lo agradeció mentalmente. No recordaba momento más embarazoso en su vida, y rezó porque nadie le estuviera mirando a través de una bola de cristal o un estanque encantado. Loki se incorporó como pudo para que la mujer pudiera vendarle en una mejor posición, y el dios se quedó tranquilo una vez terminó de curarle.

El embaucador suspiró relajado y cerró los ojos tratando de descansar un poco después de pasar tan mal rato. La herida todavía le dolía bastante, y que estuvieran hurgando tanto rato en ella le había parecido de lo más horroroso. Pero a pesar de las quejas internas del dios, sabía que en el fondo todo aquello había servido para que se recuperara pronto. Con la herida cerrada y desinfectada, estaría completamente curado en un par de días. Ahora solo tenía que mantener la farsa viva por un poco más de tiempo.

- ¿Ya os habéis decidido? Veo que sois de ideas claras... - pero Loki no se esperaba esa respuesta por parte de los dos jóvenes. Habían sido muy inteligentes de posponer el favor para más adelante, normalmente los humanos que eran impacientes siempre pedían las mismas cosas, generalmente riquezas o fama. Ese tipo de deseos que un dios como él podía complacer fácilmente, pero ellos parecían mucho más sensatos que esa clase de humanos.

- Por su puesto, me parece una idea excelente... - susurró con reto en sus ojos, y se llevó las manos al interior de la gabardina, dónde conjuró dos preciados amuletos. De su bolsillo salieron dos perlas de color verde esmeralda que colocó en las manos de Sasha y Planaria. - Si frotáis este amuleto y decís mi nombre en voz alta, apareceré a vuestro lado para cobrarme el favor que os debo por salvar mi vida, mientras no sea algo que me perjudique a mí o a alguno de mis allegados.

Y de la boca de Loki salieron las palabras escritas en el aire como un hilo dorado que danzaba por la habitación. Las palabras se engancharon a ambas perlas y como recién forjadas, las runas desaparecieron y las piedras volvieron a su tacto frío y perlado.

Aquella nimiedad mágica ya le había agotado aunque mínimamente, después de haber usado el resto de energía mágica para protegerse del golpe contra el asfalto. 

- Me encuentro mucho mejor... g-gracias... - susurró cómo pudo para interpretar mejor su papel, aunque sintió cómo se envenenaba por dentro al agradecerle algo a un asqueroso humano. La sola idea de dar las gracias le revolvía el estómago, tenía que admitir que si no fuera por su magia y la ayuda de Sasha y Planaria, hubiera muerto miserablemente en las calles de Nueva York.

- Sólo necesito descansar un poco más y dormir un rato, estoy seguro de que mañana estaré mucho mejor... - dijo clavando la mirada en Shasa, deseando desesperadamente que dejara de acariciarlo de aquella manera tan asquerosamente cálida, que no dejaba de ponerle de los nervios.

OOC: Lo de siempre, si algo no os gusta o tal lo cambio. Y perdón por la espera...

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No pediría algo que perjudicase a su raza, especie, estirpe o lo que quiera que sean... a no ser que perjudicasen ellos a los míos. Afirmó que lo que necesitaba era un descanso y me levanté, empecé a recogerlo todo y volver a meter dentro del botiquín lo que estaba limpio y sin utilizar.

- Dormirás aquí en mi cama- dije sin dar más opción. Cerré la ventana y seguí recogiendo. Miré a Plana - Tú en el cuarto de invitados, está preparado y lo tienes cuando quieras- y seguí como si nada, obviando el hecho de que necesitaba dormir, ya que no iba a hacerlo. Una vez todo estaba recogido, fui al baño, lavé la aguja y mis manos, guardé esta en el botiquín y este en su sitio. Fui a la cocina a tirar en la basura lo demás y volví a mi habitación. Abrí el armario después de echar un ojo a Serrune. Cogí un pantalón corto y una camiseta grande y ancha de rugby, lo que solía usar de pijama y al comprobar que Plana había salido, agarré el pomo de la puerta y eché la vista atrás. - No confío en nadie como para hacer esto. Espero que entiendas que eres un favor de excepción. Descansa- dije justo antes de cerrar la puerta detrás de mí. Era tono de advertencia y a la vez de ruego. Me fui al baño a vestirme. Si Plana me llamó la atención de camino no me percaté... de hecho estaba incluso molesta. Sentía como si me hubiese desautorizado delante de Serrune. ¿Hacerme parar hasta tres veces para hablar? ¿En serio?

Venir a verme había sido un detalle increíble... De hecho mientras lo hablábamos me parecía una locura y parecía realmente preocupado. Pero eso no me había gustado, aunque supongo que debía dejarlo correr... Había sido un día suficientemente intenso.

Terminé de vestirme, me coloqué el pelo en una trenza lateral y salí un poco más calmada, con la cara recién lavada y seca. Busqué a Plana por la casa. El nuevo visitante no necesitaría nada, tenía suficientes mantas, almohadones, las luces tenues... todo lo que necesitase. Pero quizá él sí quería algo.

Llamé a la puerta del cuarto de invitados tres veces - ¿Se puede? - empecé a susurrar para no molestar al extraterrestre - ¿Necesitas algo? Manta, cojines... ¿compañía?- dije entrando en la habitación después de tener permiso para entrar.

Miraba por la ventana de la habitación de invitados pensando en el día que acabábamos de vivir. Había sido intenso y bastante movidito, pero parecía que Sasha había conseguido curar bastante bien a Serrune, quien ahora descansaba tranquilamente en su habitación. No sabía si yo había sido de ayuda o había molestado, pero supuse que si le había causado moletias a mi amiga ella me lo diría. Ahora tan solo intentaba organizar mis ideas. Tenía en la cabeza todo lo que había vivido un par de días antes en la isla de Themyscira, y todavía me dolía pensar en lo del tema de Dios y esas cosas. Toda mi vida había estado tan convencido de que él era el único dios verdadero. Y ahora, en cuestión de horas, todas mis creencias temblaban como un castillo de naipes frente a una ventana. Suspiré y me froté la nuca. Ya me había cambiado la ropa, y llevaba puesta una camiseta gris lisa con unos pantalones largos de color azul marino y con cuadrados verdes y amarillos, como una especie de diseño escocés vaya. Tras de mí la puerta sonó tres veces y dije que podían entrar. Sasha se asomó y le ofrecí una amable sonrisa.

- La verdad es que un poco de compañía me vendría bien. Por lo demás estoy perfecto... Aunque me sabe mal ser yo quien duerma en una cama y tu en el sofá. Quiero decir, estoy más acostumbrado a salir de noche y no suelo necesitar tanto tiempo para dormir. Además, esta es tu casa y me siento mal.- Era cierto, pero también pensé en que si se tratase de mi casa yo habría hecho lo mismo, y que daba igual lo que le dijese, no cambiaría de parecer. Yo tampoco lo habría hecho así que decidí dejarlo pasar. Ella cerró la habitación tras de sí y nos sentamos en la cama. Me miró con aquellos preciosos ojos verdes que parecían el mar al amanecer, y no pude evitar que se me escapase una sonrisa de tonto. Entonces mi rostro se tornó un poco más serio y miré al suelo, frotándome las manos.- Oye, no te lo he podido decir en todo el día, pero me alegro mucho de que estés bien, o al menos me parece verte bien. Siento si he aparecido de repente y te he trastocado mucho los planes, pero eres mi mejor amiga y quería asegurarme de que estabas bien. Espero también haberte sido de ayuda con todo el tema de Serrune, y agradecerte también que me hayas ofrecido tu casa para hospedarme. Eres un ángel.-

Lo dije con total sinceridad. La verdad es que ella nunca había tenido que tratarme bien. De hecho, recordaba el cómo nos conocimos y fue de todo menos normal. A mí me atropelló un coche y casi nos pilla la policía conmigo escondido en su tienda. Además de que era su cumpleaños. Madre mía, qué ridículo, pensé riendo.

- Hay algo de lo que me gustaría hablar... Y no conozco a nadie mejor que tú para hacerlo. Verás, ya sabes que soy católico y practicante. Creo en Dios y en que se hizo hombre por Jesús, quien murió por nosotros y por nuestros pecados para que pudiésemos ir al cielo. El caso es que en la Biblia dicen que Dios es único y que todos fuimos hechos a su imagen y semejanza... Pero el otro día, cuando pasó lo del choque de universos, aparecimos en una isla remota que no tengo ni idea de donde está, donde las habitantes, pues eran todas mujeres, vivían como si fuese la antigua Grecia. Después de hablar un poco con su líder, descubrí que tenían miles de años de edad, y que los dioses existían. Ya sabes, Zeus, Ares, Hades, Poseidón... Todos existían... Y para qué engañarte, estoy un poco consternado. Quiero decir, según la Biblia, Dios es único y no hay ningún otro dios en el mundo, y al vivir lo del otro día... Joder, no sé muy bien que pensar la verdad. Creo que estoy teniendo una pequeña crisis de fe... Vamos, el comienzo de una crisis. Sé que tú no eres creyente, pero necesitaba a alguien con quien hablarlo. Mi párroco dice que no pasa nada, y que seguramente no existiesen esos dioses de los que me hablaron... Pero era todo tan real, tan palpable. No sé muy bien qué hacer o qué pensar... Pues si en lo que he creído toda la vida resulta ahora que es una mentira, o que no es como yo creía... No sé... Estoy hecho un lío.- Y me derrumbé ligeramente, esforzándome por que no se me escapase alguna lágrima. No quería que me viese llorar, al menos no en ese momento. Tal vez en el futuro no me importase, pero ahora mismo era lo último que necesitaba siendo honesto.

La noche caía profunda sobre Nueva York, amenazando con ser la más larga e intensa de todas. La habitación dónde se encontraba el rey destronado era silenciosa y oscura, opuesta lo que había sido minutos antes. Por suerte para él, Sasha y Planaria ya le habían dejado a solas para que pudiera descansar con tranquilidad. ¿Pero podría encontrar descanso el rey de las mentiras? ¿Podría dormir en paz? Se movía inquieto entre las sábanas, y estaba herido y conmocionado por lo sucedido. Su reinado había caído en picado y la mayor parte de sus poderes habían desaparecido con el cubo cósmico. Debía mejorar sus heridas y encontrar la gema si quería recuperar todo lo que le habían robado. ¿O era él el usurpador?

Loki dio varias vueltas en la cama aquella noche, enfrascado con sus propios pensamientos, trazando planes continuamente para no sentirse vulnerable ante su situación actual. Se había ganado la confianza de Sasha y Planaria en el último momento, pero no se sentía seguro en aquel lugar. Deseó que sus heridas cicatrizaran más rápido para poder moverse con soltura y desaparecer de aquella casa endiablada, pero el embaucador no tendría tanta suerte. 

Cuando amaneciera, el dios tendría las heridas cicatrizadas, pero aún se sentiría débil e impotente. Iba a necesitar más ayuda de aquellos humanos de la que querría. 

FDI: Plana y Sasha pueden seguir su conversación hasta que decidan saltar al día siguiente. Por la mañana se encontrarán a Loki despierto en la cama y ya volveré a postear ;p Os dejo intimidad, pero no hagáis cosas feas o Loki se trauma D: xDDDDDDDDDD

OOC:

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Él me recibió con su sonrisa de estúpido iluso que tanto me gustaba. Lo tomé como una invitación para poder entrar. Cerré la puerta detrás de mí y me senté en la cama, girada hacia él con un pie apoyado en el suelo y otro hundido detrás de mi rodilla.

-Ah, no te preocupes por eso... no tengo intención de dormir- dije sincerándome con el al cien por cien. ¿Un desconocido en mi casa? Claro, ahora viene cuando le doy el cuchillo. -Tú descansa tranquilo y si te falta algo no dudes en pedírmelo

Volvió a poner esa estúpida sonrisa que devolví inconscientemente. Escuché su agradecimiento con el corazón encogido. No estaba acostumbrada a la consideración y había sido un detalle precioso por su parte. Así que no le contesté, le miré a los ojos fijamente y me lancé sobre él en un abrazo que me dejó semi colgando de sus hombros y con mi cabeza hundida en su pecho. Respiré hondo con los ojos cerrados... su aroma me calmaba.
-Sólo respondo a lo que me das como te mereces...Y muy poco me parece sinceridad volviendo a incorporarme.
Me incliné sobre él una vez más para darle un beso en la frente - Tú sí que eres un ángel- dije llevando mi mano por su mejilla en una caricia especialmente cálida en una noche tan fría.

Y empezó con sus preocupaciones. Me senté por completo sobre la cama, con las piernas cruzadas a lo indio y con mis manos sujetando mi barbilla. Escuchaba la historia ojiplática, sin dejar de mirarle en ningún momento. Un planeta de amazonas...Debía ser alucinante.

- ¿¡EN SERIO!?- dije llevándome las manos a la boca acto seguido. - ¿¡en serio!?- susurré ante la existencia de los dioses griegos. Era increíble... Tal vez todo lo que existe fuese aún más amplio de lo que me imaginé.
Él sin embargo, más que fascinado parecía dolido... Desconocía que la fe cristiana podía llegar a ser tan intesa.

Mis manos se extendieron y agarraron las suyas, acariciando el dorso con mis pulgares. - Hey... - le levanté la cara desde la barbilla y luego le volví a agarrar la mano que le había soltado. Desde que hablé no paré de sonreír.  - Es cierto que estas cosas son difíciles de afrontar. Pero si hay algo evidente es que el mundo está cambiando... ¿En cuántos aliens crees que creía yo antes de esto? - dije inclinando la cabeza hacia la puerta, refiriéndome a Serrune-Nadie dice que tu dios, Dios, no exista porque hayas visto otros. Además... la Biblia la escribió un hombre, ¿no?... - esperé a recibir respuesta afirmativa, sólo por hacerle reaccionar, y seguí - ¿Y no sería un poco vanidoso dar por hecho que el hombre lo conoce todo sobre Dios? Quiero decir... Somos humanos, cometemos fallos y La Biblia no tiene que ser una excepción. Tal vez tu dios exista, pero puede que no sea el único. Y sinceramente yo me alegraría por ello. Me parecía mucho trabajo para uno sólo controlar todo esto- dije con una carcajada sutil al terminar. Sólo quería animarle. Era una situación... única y complicada. Pero se merecía sonreír.

Sus palabras intentaron consolarme, y aunque en parte lo consiguieron, aún tenía un par de espinas clavadas en mi corazón. Este golpe era todavía bastante reciente, y tardaría un poco en recuperarme. Ella no tenía la culpa. Su apoyo era muy muy bueno, pero era algo muy profundo y personal. Unas palabras bonitas y buenas ayudaban, pero no podían paliar todo el dolor. Sin embargo, sí que conseguí sonreír según me contaba todo eso. Acaricié sus manos cuando ella tomó las mías. Eran cálidas, más de lo que yo me esperaba a decir verdad. Aún recordaba cuando, unos meses antes, ella me cogió de la mano el día que nos conocimos. Sé que era un gesto totalmente tonto y que mucha gente lo habría mirado como un mero agarrón de manos, pero para mí fue cálido, de aceptación y no sé... Fue algo bonito.

- Ya... Sé que tienes razón. Es solo eso, que ha sido tan repentino que me ha dejado un poco tocadillo... Es cierto que la Biblia fue escrita por hombres, y que además debemos interpretarla, no seguirla al pie de la letra. Sino te pasaría como a Galileo y podrías tener problemas. Aunque bueno, gracias a dios ya no existe la Inquisición.- Reí un poco ante esto último. La verdad es que me tomaba con humor las críticas o bromas que la gente hacía hacia la religión. En algunas ocasiones sabía que era por ignorancia. No porque quienes las hiciesen fuesen unos ignorantes, sino que no sabían mucho y soltaban algunas burradas por así decirlo, pero mientras no me insultasen a la cara o algo así me lo tomaba con mucho humor. Había bajado yo también el tono, contagiado por Sasha y sus susurros.- Es simplemente eso. Me alegra tener a alguien como tú a quien habérselo dicho. Es un gran peso que me he quitado de encima... Y te lo agradezco. La verdad es que la idea de que haya varios dioses y que entre todos hagan el trabajo no es tan descabellada. Además, ¿quién soy yo para juzgar otras religiones? Yo pienso que hay algo ahí arriba... Algo o alguien que cuida de nosotros. Y que cada uno lo veneramos y miramos hacia él de manera personal e íntima. ¿Acaso un musulmán que reza a Alá está equivocado? No, yo pienso que vienen a ser todos lo mismo, pero cada uno le reza de una manera, y lo llama de una manera. Supongo que se me terminará pasando. No te preocupes, con tu conversación estoy mejor que mejor. De verdad. Es solo que, como te he dicho, ha sido un golpe duro y repentino de algo muy personal. Ya encontraré la respuesta.-

Suspiré algo más alviado, aunque todavía tenía esa pequeña mosquilla danzándome por la cabeza y el corazón. Pero bueno. Me di cuenta entonces de que no le había preguntado casi nada de ella, y me sentí mal por ello.

- Pero bueno, no quiero llenarte tampoco la cabeza de pajaradas. ¿Tú qué tal estás? Esta mañana hemos podido hablar un poco, pero con todo lo de Serrune al final se nos ha ido prácticamente el día en él. Cuéntame. ¿Ha sido muy duro para ti el choque? ¿Qué crees que ha podido ser? Cuando estuve en la isla esa de las amazonas me dijeron que parecía que había un ente muy poderoso detrás de ello. ¿Sabes? Intentaré llevarte un día a esa isla. Dicen que no se puede entrar, pero seguro que hay alguna manera. El que lo tendría más jodido soy yo por ser hombre, ya que allí los odian o los ven como una especie de aberración o algo así. Pero tú pasarías sin problema. Te prometo que, algún día, te llevaré allí. ¿Trato hecho?-

Su  mirada seguía triste y perdida en sus pensamientos. Y no era para menos... Le habían trastocado una parte de su vida que le acompañaba desde... desde siempre. Y de golpe y porrazo debía cuestionársela, y la vida no iba a esperarle para una respuesta. Sus días iban pasando sin descanso y él seguiría sin respuesta. Pero era un chico fuerte.

Cada vez que sonreía me hacía sentir una calidez especial en el corazón. Saber que estaba feliz me transmitía calma, paz y tranquilidad. Mi moral me decía que tenía que hacer todo lo posible por sacarle esa sonrisa tonta que tanto me gustaba.  Mientras hacía sus últimas divagaciones aproveché para recolocarme en la cama. Me puse detrás de su espalda, con una pierna a cada lado de la suya y su trasero encajado entre mis piernas. Le di un beso en la nuca y le abracé por la cintura, cruzando mis manos por delante.

-No me cabe duda de que es duro para ti. Quiero que cuentes conmigo para todo lo que necesites- dije apoyando mi frente en su nuca- Te quiero mucho, Planaria... Y estoy para todo lo que necesites, ¿Vale?-  "Pero bésame ya"

Ideas estúpidas que se le cruzan a una por la cabeza cuando quieres más de la cuenta a quien no debes. Vivía lejos, sería imposible. No estaba bien anímicamente, podría parecer que me aprovechaba de él. Lo último que necesitaba era tener que rechazar a una muy buena amiga y pensar que lo nuestro podría volverse incómodo. Supongo que debía camuflar lo que sentía y dejar que el tiempo sanase lo que su regeneración no podía.

Entonces levanté la cabeza - Por mí no te preocupes... yo me quedaré leyendo o repasando facturas o.. Tú descansa, que se va haciendo tarde- y empecé a despegarme de él para levantarme.

Sus ánimos me sirvieron de bastante, pero sobre todo que me escuchase y se quedase a mi lado en ese momento de necesidad y duda existencial, por llamarlo de alguna manera. Su abrazo por la espalda fue muy reconfortante, así como el beso en la nuca. Me recorrió un escalofrío por toda la espalda con él, provocando que sonriese como un tonto por ello. Acaricié sus brazos que se cruzaban por mi pecho, y noté su nuca apoyarse contra la mía.

- Te quiero mucho, Planaria...- El corazón me dio un vuelco. ¿Que me quería? Yo... Pff. Nunca ninguna chica me había dicho que me quería, y de repente fue algo que me dejó como con cara de bobo. No supe muy bien como responder, así que me lancé al vacío, haciendo lo que creía que se debía hacer en esas situaciones.

- Yo... También Sasha. Gracias por estar aquí...- Me quedé allí unos segundos disfrutando de aquel abrazo que me habría gustado durase toda una vida. Entonces ella se levantó y me dijo que no me preocupase por ella, que leería o lo que fuese.- Vale, no hay problema. Pero ya sabes, si necesitas compañía, conversación o lo que sea, no dudes en despertarme, ¿ok? Con cualquier cosa que necesites. O si Serrune se levanta y necesitas ayuda con él para lo que sea.-

Entonces me levanté, me acerqué a ella, cogí su rostro con las manos y besé con dulzura su frente, acariciando ligeramente su mejilla con el pulgar.

- Eres una buena persona Sasha... No cambies nunca.- Le di un abrazo largo, respirando tranquilamente largo y tendido, y entonces nos separamos. No quería que se fuese, pero sabía que se negaría a que la acompañase durante la noche. Además, yo llevaba un viaje encima de diez horas en avión, y empecé a sentir los efectos del cansancio y el jet lag de manera más fuerte. Sonreí una última vez a mi amiga, y me tumbé en la cama para dormir. La almohada olía a ella puesto que se había apoyado cerca. Sonreí como un tonto... Y me di cuenta de algo que provocó mariposas en mi estómago... Y un desagradable y amargo nudo en la garganta: que me había enamorado de Sasha. No, no podía. Vivíamos demasiado lejos, y yo no tenía ningún tipo de experiencia con las chicas. No sabría ni llevar una relación en la misma ciudad como para estar separados diez mil kilómetros. No podía hacerle eso, ni a ella ni a mí. Pero bueno, soñar era gratis, y terminé durmiéndome entre pensamientos de ella y yo salvando la ciudad codo con codo, viviendo mil aventuras, y quedándonos dormidos el uno al lado del otro.

OCC:

- Os amo hijos míos. Os amo a todos.

- Es mentira. 

El pequeñó Loki alzó la mirada en dirección al padre de todos, sentado en su enorme trono dorado. En sus brazos estaban todos sus hermanastros abrazando a Odín. Thor, Vidar, Balder, Tyr, incluso Ángela que había negado el abrazo Asgardiano también se encontraba allí.

El hombre tuerto alzó su mano en dirección al niño de Jotunheim, pero el pequeño Loki sólo gritó en sueños. Sus manos eran azules como bloques de hielo, y su rostro estaba tan helado que podía sentir cómo quemaba de dolor en su interior.

El dios despertó del sueño bruscamente y se llevó las manos al frío sudor de su cabeza. Tras el movimiento brusco, sintió un leve pinchazo en la costura de Sasha, y buscó entre sus ropajes hasta destapar la herida. La ciatriz se había cerrado bien, pero aún le faltarían unos días para recuperarse del todo. Y lo que era más importante, recuperar su magia para encontrar el cubo. ¿Pero cómo buscaría el cubo? No tuvo tiempo para pensar en ello puesto que las luces de la habitación de al lado se habían encendido y unos pequeños pasos se acercaban.

Loki podía erguirse e intentó salir de la cama de Sasha. Se sintió aliviado de poder abandonar aquellas sábanas que parecían cadenas de tela. Con pasos tranquilos se acercó a la luz, y vio a la mujer de cabellos grises tomando un café tranquilamente mientras miraba unos papeles.

- Buenos días... - dijo el embaucador acercándose a la chica y sentándose a su lado con algo de cojera. - No tenéis buena cara, ¿habéis dormido bien? 

Realmente no le importaba la respuesta de aquella pregunta, pero no estaba en posición de ser maleducado con los mortales que le habían acogido en su hogar. Hubo un tiempo en el que Loki hacía esas preguntas de verdad, pero ya había pasado demasiado tiempo de aquello...

Realmente no me dormí en toda la noche. Me despedí de Plana para dejarle descansar, cosa que comprobé que hacía de madrugada, cuando entré en su habitación para ver si se encontraba bien, y así fue. Lo mismo hice con Serrune un par de veces. Salvo algún que otro ligero gesto de pesadilla, todo parecía estar bien para él también. Amaneciendo, a eso de las seis y media me dirigí a la cocina y preparé dos litros de café junto a una pila de tortitas. Me serví en mi taza de "I hate mondays" y empecé a revisar papeleo de la tienda, adelantando el chequeo de mitad de mes. Elsa me cubrió, como siempre hacía, cuándo se lo agradecería... Así que pude "disfrutar" ese día en mi casa con Planaria y atender a Serrune.

Apareció una silueta por la puerta, correspondiente a unos pasos que llevaba escuchando desde el pasillo. Por la puerta pude ver a Serrune, que se sentó a mi lado. Levanté la vista para ver el reloj y eran las nueve de la madrugada... ¿Qué demonios...? ¿Llevaba dos horas con esto? Miré la hoja y me di cuenta de que llevaba completa desde hace casi tres cuartos de hora, me había quedado ensimismada en mis pensamientos. Dejé la taza después de darle un sorbo, agarré los papeles de los bordes y con unos toques sobre la mesa los alineé para guardarlos en un cajón que tenía la misma.

-Buenos días Serrune... Sí, no tiene importancia. Estaba mirando apestosa burocracia terrícola - dije levantándome para servirme otro café que haría mi medio litro tomado. Llevaba puesta una camisa grande de color azul claro, que me cubría por debajo del muslo y sólo la ropa interior. ¿Estaba en mi casa no? Además siempre he creído que es una idiotez la vergüenza de la ropa interior. No se difiere en nada a un bikini - ¿Quieres desayunar? ¿Has probado alguna vez la comida de aquí? - dije dejando las tortitas aún calientes en un plato frente a él. - También puedes tomar café, a los humanos nos estimula. Bueno... humanos.. Yo soy mutante pero... también funciona. Si no puedo prepararte cualquier otra cosa- dije volviéndome a sentar, bebiendo de la taza con ambas manos y mirándole a los ojos al terminar.

Planaria aun no se había despertado, supuse que por el Jet Lag. Pero tenía que reconocerlo... le había echado de menos durante la noche.

No tardé mucho en dormirme. A decir verdad, estaba destrozado. Cuando Sasha salió de la habitación miré el reloj de mi móvil. La una de la mañana. Dios, no me extrañaba que estuviese molido. En Ginebra eran las siete de la mañana. Había conseguido aguantar gracias a que estaba acostumbrado a las salidas nocturnas, pero joder, me pesaban los párpados como dos rocas. Casi cuando me tumbé ya estaba soñando con los angelitos. Bueno, con un angelito. Aquella noche soñé con ella, con Sasha, vestida con un precioso vestido blanco veraniego. Nos íbamos a la playa y pasábamos el día juntos. Yo podía bañarme sin problema, y ella me enseñaba a nadar. Un buen sueño la verdad, hasta que del agua salían amazonas armadas hasta los dientes, con espadas y lanzas, y querían matarnos mientras hablaban en un idioma extraño. Intentaba protegerla pero al no tener mis poderes no podía defenderla de las amazonas. Le pedía que corriese y huyese, pero antes de que pudiese ver si lo había hecho me atrapaban, y la que parecía la jefa se me acercaba con una enorme lanza en la mano.

- Planaria Glámez, se te acusa de hombre. La pena es la muerte.- Y me atravesaba con su arma de parte a parte. Me desperté dando un salto, sudoroso y con la respiración agitada. Unos rayos de sol ya entraban por la ventana y miré el reloj. Las nueve y diez. Joder, habría jurado que eran las doce o así. Aunque claro, había dormido ocho horas. Eso no era muy normal en mí a decir verdad. Me estiré, crujiéndome la espalda y me puse en marcha, calzándome con unas zapatillas de estar por casa y un pijama de esos de pantalón largo a cuadros azul y una camiseta blanca más vieja que andar a pié.

Entré en la cocina y me encontré con que tanto Sasha como Serrune ya estaban allí. Guiñé un ojo a Sasha y me acerqué para darle un beso en la cabeza.

- Buenos días familia... ¿Cómo estáis? ¿Qué tal te encuentras Serrune? ¿Has dormido bien?- Desde luego tenía mucho mejor aspecto que ayer a decir verdad. Entre otras cosas porque estaba limpio y no lleno de sangre por todos lados. Me volví a Sasha a quien le revolví un poco el pelo.- ¿Al final te has quedado despierta toda la noche? Deberías haberme despertado. Te habría hecho compañía mujer...-

Me sentí un poco mal de no haberme quedado junto a ella, pero el puñetero jet lag era como un somnífero que te dejaba totalmente atontao. Miré a ver qué podía desayunar. Había tortitas. Los ojos me brillaron al verlas y me giré a Sasha.

- Tío, y encima has hecho desayuno... Eres la mejor anfitriona del mundo... ¿Puedo?- Cogí una torre de tortitas que nada tenía que envidiarle a la torre inclinada de Pissa. Agarré el sirope de chocolate y la nata e hice una escultura dulce que habría hecho la boca agua a cualquiera que la hubiese visto. De todas formas iba a necesitar bastante más que eso para estar a gusto. Es lo malo de tener que ingerir un mínimo de ocho mil calorías diarias. O te pones hasta arriba u olvídate.- Esto está delicioso Sasha... De verdad que sí... ¿Necesitas que vaya a comprar algo? Lo que sea. Pan, bollos, queso... No sé, cualquier cosa. Lo digo porque ya sabes que suelo desayunar fuerte, y no me gustaría dejarte sin comida para el resto de la semana... ¿Hay algo con lo que te pueda ayudar?-

Y añadí una sonrisa mezclada con algo de pena. Cualquiera que me tuviese en su casa se arruinaría. Tened en cuenta que comía por cuatro, y la pobre Sasha que vivía sola tenía comida para una persona, como mucho dos. Y ahora con Serrune también ahí íba a necesitar comida para al menos siete personas. Sí, vale, soy un gocho, qué le voy a hacer.

Una vez sentado en la mesa de la cocina, Loki observo con ojos vivaces lo que hacía la mujer. Estaba ordenando algún tipo de papeleo que no entendía, y después de marearlo a un lado y a otro lo ponía todo junto y lo guardaba. Entonces, la chica se levantó con una media sonrisa y empezó a trastear con los platos y el café. El dios no pudo evitar fijarse en la ropa que llevaba puesta la mujer, y se sobresaltó ligeramente al ver que vestía inapropiadamente. Claro que estaba en todo su derecho de vestir como quisiera puesto que era su casa, pero no debería mostrarse así ante los desconocidos...
 
Una vez Sasha colocó el plato en frente del dios, éste se inclinó para olfatear el desayuno. Las tortitas le parecieron deliciosas a primera vista.
 
- Estoy bien con esto... - comentó, cogiendo el tenedor y el cuchillo y cortando un trozo de la masa hasta llevársela a la boca. Al principio con desconfianza y después con voracidad. Llevaba muchas horas sin probar bocado.  
 
No era nada comparable con los manjares de Asgard y los copiosos y exuberantes platos de la mesa dorada de los dioses. Pero era una delicia para su paladar teniendo en cuenta los acontecimientos.
 
- Tiene un sabor... - empezó Loki, intentando describirlo como podía - Curioso.
 
Entonces Planaria entró en escena como si fuera una orquesta, el muchacho desprendía alegría e ilusión en sus ojos. Loki frunció levemente el ceño. Acababa de decir familia. ¿Cómo podía tratar a un desconocido con tanta confianza? Sí el supiera con quien estaba tratando realmente no estaría tan animado. Después se sentó en la mesa y cogió el doble, no, diría el triple de tortitas que se había puesto Serrune en el plato. El embaucador observó con desagrado cómo el joven se llevaba tanta comida a la boca, y por un instante pudo ver a su hermano Thor comiendo y riendo en los banquetes de Asgard. Ambos eran igual de ruidoso y desagradables.
 
- Me siento mejor, siento las molestias que les he causado. Les compensaré en cuanto pueda. Soy un hombre que paga sus deudas...
 
Y esa era una de las desgracias de Loki. Las deudas, los contratos, los favores, las historias... muchas veces una ventaja, otras un problema. 

- No les molestaré por mucho tiempo más, en cuanto termine el desayuno me marcharé a buscar lo que he perdido... - comentó amablemente, y sorbió un poco de café. Loki no pudo evitar arrugar la nariz ante el sabor amargo del estimulante.

Tenía la boca llena de chocolate, nata y tortita. No sé qué opinión tendréis del chocolate. Para mí básicamente era como el crack, como la heroína o la metanfetamina. Era una droga que podía conmigo. Menos si iba con menta o naranja. ¿Quién demonios echaba menta al chocolate? Seguro que el mismo tío que un día pensó que echarle piña a la pizza era una buena idea. Señor... El caso es que cuando Sasha me dijo lo e ir a la compra me pilló con la boca llena y la comisura de los labios manchada de chocolate, así que le ofrecí una sonrisa con los labios apretados y cerrados y asentí con energía, como un niño pequeño al que le dicen que si quiere ir a un parque o una tienda de golosinas. Sin embargo no sabía bien por qué parecía que estaba medio plof por algo. Tal vez fuese el cansancio de la noche. No se. El caso es que no tenía esa alegría que solía tener siempre. También podía ser por su invitado. No tengo la capacidad de leer la mente, lo siento. Luego le preguntaría. Serrune me miraba con unos ojos con los que solo puedes mirar a alguien que está hacienod algo que te hace sentir incómodo. No sé, no estaba masticando con la boca llena ni nada. Vale que tenía un plato enorme, pero tampoco era algo grave, creo yo vamos. Tragué un buen bocado y le miré con el ceño ligeramente fruncido.

- ¿Qué es eso tan valioso que has perdido? ¿El cubo ese del que nos hablaste que te serviría para salvar tu mundo? Tal vez podríamos...- Pensé en decir que le ofrecíamos nuestra ayuda, pero no tenía ni idea en qué plan estaría Sasha. La miré antes de terminar la frase y lo pensé dos veces.- Darte el número de la comisaría o algo. Una cosa así no creo que pase desapercibida... Aunque bueno, ¿cómo se supone que es el cubo ese? Y Sasha tiene razón. ¿Cómo contactamos contigo? No creo que tengáis cobertura de teléfono en vuestro planeta como para mandarnos un mensaje...-

Daba las gracias a tener yo cobertura cuando entraba en un tunel o en el metro. Pché, si no habían sido capaces de poner cobertura en el metro menos aún iban a poner de un planeta a otro. Que no eran la NASA vaya. La escena era cuanto menos curiosa a decir verdad. Su semblante era mucho más serio que el nuestro, y se notaba también que era mayor. Después de todo, nosotros éramos unos veinteañeros. Anda que no nos quedaba vida por delante, y madurar. Sobre todo yo. Que ya era hora de que espabilase en algunos aspectos... ¿Qué hago pensado en eso? Agité la cabeza con la sensación de que me había perdido algo en la cocina, una conversación o algún comentario. Esperé que Sasha no me hubiese preguntado algo porque me habría pillado totalmente absorto en mis pensamientos.

Los ojos verdes de Loki relucieron por un instante en la cocina de Sasha, y sintió la necesidad de llevarse la mano a la cara, pero se reprimió. En cambio, suspiró para sus adentros ante los comentarios de Planaria y al ver que ambos habían olvidado lo que hablaron ayer. Al parecer la mujer era más despistada de lo que imaginaba, pero lo atribuyó al cansancio y las horas de sueño que llevaba encima. La mujer no parecía tener buen humor por la mañana.

- La perla verde que os di ayer... - les recordó Serrune - como dije, sólo tenéis que frotarla y decir mi nombre. Entonces apareceré para ayudaros...

El dios embaucador dio su último sorbo al café y no quiso perder más su tiempo en aquel hogar tan cálido y lleno de afecto. Se levantó de la silla y se alisó las elegantes ropas que habían quedado destrozadas por el aterrizaje. Con una suave pasada con la mano, la magia de Loki se adentró en las costuras y el deshilachado y los desgarros desaparecieron. Su túnica verde y su armadura dorada estaba relucientes de nuevo.  

- No se preocupen por eso. Meter a los humanos en este delicado asunto sería muy peligroso... - explicó con calma. El cubo era un artefacto poderosísimo, capaz de conceder cualquier deseo si tenías la resistencia mágica suficiente, pero si el cubo era encontrado por un mortal, podría destrozarte el cuerpo y el alma...- Gracias de nuevo, Sasha y Planaria. Nos volveremos a ver, más pronto de lo que creéis...

Y con un chasquido de dedos, el dios de las mentiras desapareció en un humo verde que se desvaneció en un par de segundos. Sasha y Planaria podrían jurar que Serrue estaba sonriendo cuando se despidió...

FDI: Postead el final y cierro tema ^^ ¡Gracias por el rol! Me lo he pasado genial! xD

OOC: ME HA GUSTADO MUCHO EL POOOOOOOOOOOOOOOOOOST <333333

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Me fijé en su respuesta particularmente. La piedra, que ahora descansaba en el interior del baúl donde suelo guardar el traje, era la llamada que necesitaba. Seguramente me las ingeniase en algún momento para hacerla colgante o pulsera. No fue hasta entonces cuando pensé en él calmadamente. Él aportaba calma a mi mundo, no sabría cómo hubiese afrontado esa situación si hubiese estado sola... Y me saltó a la mente el momento en el que cociné las cosas con mis poderes y se me paró el corazón, abrí los ojos mucho inconscientemente.

CASI ME PILLA.

Respiré hondo y me terminé media taza de un sorbo. Estaba nerviosísima. ¿Y si hubiese descubierto que era una mutante...? Después de su ayuda desinteresada, de sus mensajes cariñosos, de la calma que siempre me proporcionaba... Le miré mientras él mantenía la mirada en Serrune. No me percaté tampoco hasta ese momento de que no había dicho nada tampoco de mi atuendo. Se me hacía un poco raro en él. En parte... sentía que me había puesto así por él... Una parte muy pequeña de mí me lo decía... Una...muy pequeñita...
¡Quería que se fijase en mí! ¿Vale? No estoy haciendo nada malo...

Me descentré de mi tontería sonrojada cuando Serrune inició su despedida alegando que meter a unos humanos era demasiado peligroso. ¿Estaba cubriendo mi coartada de humana? ¿Lo sabía? Tal vez pensase que los mutantes éramos humanos... O que todos los humanos teníamos poderes. Ya no importaba... Se esfumó en una nube verde que me puso los pelos de punta. Esa sonrisa difuminada...

Agité mis extremidades intentando olvidar el día. Bueno... los dos días. ¿Más pronto de lo que creíamos.... qué narices...? Agité la cabeza, desviando los pensamientos. Necesitaba olvidar al alien... al menos durante otro día más. Me incliné para dejar la taza en el lavaplatos. Miré a Plana y no pude evitarlo. Algo dentro me decía "HAZLO" sin más. Me abalancé sobre él rodeando su cuello con mis brazos, en un abrazo cercano y cálido en el que hundí mi nariz en su cuello. Suspiré con los ojos cerrados y me quedé ahí. Sólo tenía una cosa que decir, y me parecía insuficiente...

-Gracias...-

- Ah, cierto... Ni me acordaba...- A decir verdad, con todo el cansancio y demás historias no recordaba lo de la gema verde que nos había dado. Estaba yo de todas formas como para acordarme con el jet lag que tenía, que no sabía ni dónde estaba. En fin, me encogí de hombros y seguí comiendo el desayuno. Él nos agradeció nuestra ayuda y nos dijo que muy pronto nos veríamos. No supe si tomármelo como una advertencia, una amenaza o qué. Na, en realidad como una amenaza no, pero me llamó la atención el modo en que lo dijo, como si diese por hecho que tarde o temprano nos meteríamos en algún lío y tendría que venir a ayudarnos. Bueno, yo me metía en líos de vez en cuando, aunque por suerte o no tan suerte siempre había salido ileso. Salvo la vez aquella que me dejó esa cicatriz en el antebrazo derecho... Que un mutante con poderes regenerativos tuviese una marca de una herida era cuanto menos curioso, aunque no me habían preguntado por ella salvo un par de personas.

Sumido de nuevo en mis pensamientos vi como Serrune nos sonreía una última vez y desaparecía en una nube de color verdoso con un chasquido de dedos. Abrí mucho los ojos y reí.

- Joe, anda que no me habría venido a mí bien eso para algunas reuniones con los del curro...- Miré a Sasha aún con una sonrisa por mi propio chiste cuando vi como se agachaba a dejar su taza en el lavaplatos. Nunca lo reconoceré, pero le había mirado el culo un par de veces, pero esa mañana fue distinto. Ahí, con esa camiseta que le cubría lo justo para que no se viese... No sé. El caso es que esa mañana, no me preguntéis por qué, el culo de Sasha era todavía más bonito que normalmente... Qué coño, si esque daban ganas de darle un cachet... ¿¡PERO EN QUÉ ESTOY PENSANDO!? Me puse más rojo que un tomate y tuve la sensación de que al darse la vuelta me había pillado. "¿Qué hago, qué hago? A ver Planaria, no te pongas nervioso... Sasha es tu amiga... Y no va a pasar nada... Porque además las chicas se te dan fatal y... ¡DEJA DE PENSAR ASÍ CEREBRO!".- Bu... Bueno y... ¿Cuál es el plan entonces...?-

Pero me sorprendió dándome un tierno abrazo, cálido, cercano, rodeando mi cuello de una forma que nadie lo había hecho nunca. Sonreí para mí, pensando en lo tonto que podía llegar a ser a veces cuando me preocupaba por cosas que ni existían. Acaricié su espalda devolviéndole el abrazo y le di un beso en el lateral de la cabeza.

- Eh, para eso están los amigos, ¿no?- Ese olor, ese pelo tan suave que me hacía cosquillas en la nariz... Cerré los ojos y disfruté del momento, tan mágico e intenso para mí... Y entonces los abrí y el corazón se me encogió. "Plana... ¿Cuál es la verdadera razón por la que has ido a ver a Sasha? Bueno, porque es mi amiga, me trata genial, siempre se preocupa por mí y le interesan las cosas que le cuento y... Planaria...". Suspiré y fruncí ligeramente los labios para mí, aprovechando que ella no podía verme. "Porque creo... Que me estoy enamorando de ella...".

OCC: Y así concluímos este divertido post. Gracias chicas, me lo he pasado como un enano y he aprendido un montón de cosas nuevas de Plana ^_^ Me encargo de cerrar esto yo mismo, ¿ok? *Se va a moñear un poco después de este post*