[Mini-Evento]Ruinas de un pasado posible +18 (Dianne Albidane) [05-04-2018]

[spoiler=Éste rol puede contener material que puede afectar la sensibilidad del lector. Avisado quedáis.[/spoiler]

Será un viaje tranquilito, le dijeron. No vas a tener que preocuparte de nada, dijeron. Será como ir a la tienda de al lado, dijeron.

- Y ahora no decías nada, ¿eh cabrones? - gritaba Sloan a un par de soldados tan vivos como habladores.

Los cadáveres de los dos pilotos se agitaban de un lado a otro, fijos en sus asientos por culpa de los cinturones de seguridad. La cabina era un caos de luces y alarmas, mientras una nube de humo negro rodeaba a Sloan para salir por la puerta lateral del helicóptero. ¿El motivo? Una sobrecarga de algo, y se cataloga como "algo" por desconocimiento puro y duro.
La cosa fue más o menos así: SHIELD había captado una subida de energía procedente de algún punto perdido dentro de los Estados Unidos. Cuando mandaron bots cámara éstos jamás volvieron a la base, pero antes de desaparecer mandaron unas imágenes de una ciudad en ruinas que antes no estaba. Sin tener puñetera idea de qué ciudad se trataba Furia mandó a Sloan a que se preparase para una misión de exploración. Cuando se negó porque tenía otras cosas que hacer (como por ejemplo dormir) lo persuadieron amigablemente con múltiples cañones y miras láser apuntándole de lleno. Cómo decirle que no a Furia tras ese derroche se simpatía.

- ¡Debería haberles arrancado la cabeza a TODOS!

El helicóptero caía en picado. Los dos pilotos parecían dos muñecos que bailaban y saludaban como idiotas. Las aspas obligaban al mastodonte de acero a dar vueltas y vueltas y más vueltas en línea recta, directos al suelo. Sin pensárselo dos veces, y sabiendo que todo vehículo americano que choca estalla (a saber qué coño les meten dentro. ¿Napalm?), se puso el casco y saltó al vacío sin saber sobre lo que aterrizaría.
La suerte estuvo de su lado cuando tan solo se topó con algunas rocas puntiagudas y un duro aterrizaje. Podría haber sido pero, la verdad.
Al volver a fijarse la pierna rota y ponerse de pie, pudo escuchar el KABOOM del helicóptero bajo una columna de humo negro. Al menos sabía donde habían aparcado el vehículo.

- Bueno, terminemos con ésto cuanto antes.

Abrió uno de los bolsillos que llevaba atados al cinturón y sacó una brújula electrónica y un pad desplegable con el mapa de la zona. El punto rojo parpadeante era el objetivo, y el rojo fijo era su posición. Enchufó la brújula como le habían enseñado para que el mapa se calibrara y apuntara directamente la dirección de la ciudad. Levantó la mirada hacia donde apuntaba la flecha y vio una nube blanca, más conocida como niebla. Una niebla espesa que no le dejaba ver más allá de sus pasos. Tendría que guiarse por el mapa y esperar que se despejara en algún momento.

- Al menos no tengo que preocuparme de ponerme gafas de sol. - Hecha la gracia (¿la tenía?) se encaminó hacia donde tendrían que estar los restos de la ciudad. Según el mapa no tardaría más de diez o quince minutos en llegar... si es que no se encontraba con algún cambio geográfico de última hora como, por ejemplo, un acantilado.
Si, un acantilado estaría bien...

La niebla era espesa como... como... ¿Cómo lo llamaron en esa película? ¿Un puré de sesos? Si, un puré de sesos. ¡O más! Pero sesos o no estaba claro que aquél día la madre naturaleza la tenía liada con Sloan, porque no era normal que, así porque si, se levantara una niebla tan contundente en una zona desconocida cuyo conocimiento lo querrían conocer... Me estoy liando. Todo para decir que era mucha coincidencia, y sabiendo la mala suerte que solía tener Sloan en éstos asuntos medioambientales, naturales, mecánicos, extradimensionales... En fin, que mejor haberse quedado en casa.

Los ojos puestos en el mapa, y el mapa a escasos centímetros del casco, el puntito rojo no paraba de parpadear en la dirección correcta mientras que el puntito fijo se movía hacia delante. Iba en buena dirección, y de momento no se había encontrado con ningún acantilado. Alguna roca mal puesta o un traspiés sin complicación alguna. Nada que no pudiera arreglarse con unas cuantas maldiciones y cambiando de camino.
Sus pies llegaron a una parte que, por unos instantes se le hizo nieve bajo los pies. Solo unos instantes porque al volver a mover el suelo volvió a sentir el duro suelo bajo sus suelas. Inquietado volvió tras sus pisadas pero ésta vez no era como nieve, sino más bien como hierba seca. Algo chasqueó cuando lo pisó y le resultaba muy familiar. Lo dejó pasar sin obcecarse demasiado y sin saber que acababa de pasar por encima de un cadáver en descomposición, seco pero con el interior aun humeante. De ahí la sensación a nieve.

- Hmmm... no parece que me falte mucho para llegar. Me pregunto- la pregunta se quedó en el aire junto a la respuesta cuando un nuevo pulso electromagnético arrasó con la brújula, el mapa y el comunicador que tenía encendido. A tomar por culo el guía y sus buenos consejos. La respuesta de Sloan no se hizo esperar. - ............................................... - ... Bueno... tal vez si. - ¡ME CAGO EN TODO LO CAGABLE! ¡ASCO DE ZONA, POR DIOS! - Ahí está.

Mientras maldecía en voz alta no se percató de que a varios kilómetros a su derecha, una enorme mole peluda pasaba tranquilamente sin notar los efectos del pulso ni escuchando los impropervios de Sloan que, aún siguiendo el camino que marcaba el mapa antes de palmarla no dejaba de soltar como si fuera un mantra.

Tardaría unos cuantos minutos hasta que Dianne escuchara la voz de Sloan y lo viera aparecer como si cargara un peso tremendamente grande sobre su espalda.

- Puta mierda, asco de sitio, asco de impulsos electromagnéticos, asco de piedras, asco de botas que por otra parte son comodísimas, asco de niebla, asco de sitio. ¿He dicho ya qué asco de sitio?

Sloan seguía remugando como una señora mayor cabreada a la que le han quitado de las manos el último repollo que quedaba en el supermercado mientras se peleaba por las zanahorias. A la mierda la cena de la noche y a la mierda el saber dónde estaba y por dónde tenía que ir. Más que caminar arrastraba los pies, con esa pose de agotamiento mental y desesperación que suelen tener los que se cagan en el mundo entero. Sería difícil saber qué expresión tenía en la cara debido a que llevaba puesto el casco pero uno se podía hacer la idea por el tono de su voz y la posición de su cuerpo.
Pasó justo al lado de donde se escondía Dianne, sin percatarse de su presencia. Tenía otras cosas que pensar, además de la niebla, la cual le impedía ver más allá de sus pies. Pero fue por eso que, cuando anduvo un poco más se paró en el acto y se agachó. Había escuchado un chasquido bajo su bota y apartó la niebla con el movimiento de su mano. Durante unos instantes pudo ver restos humanos enterrados bajo el polvo y la dura tierra que les rodeaba. Una mano esquelética sobre un cráneo chamuscado, el cual aun conservaba parte de sus músculos y su carne ahora cenicienta y quebradiza.

- Ésto... me recuerda a algo y no me acuerdo a qué. - Apartó la mano y agarró la cabeza, la cual se desprendió del resto del cuerpo enterrado como si fuera chicle disuelto. Llevaba puesto el casco pero aun así pudo sentir el nauseabundo olor proviniendo del cuerpo ahora reabierto. - Ah si - recordó Sloan. - Parecen los cadáveres de aquellos que se fusionaron en el motel de carretera. Vaya, así que no fue un caso aislado.

Dejó caer la cabeza, la cual se abrió en dos al chocar contra el suelo. Iba a levantarse y proseguir cuando un objeto redondo y plano, parecido a un pin lo saludaba desde el cuello del difunto. Tiró de él y le quitó el polvo que tenía por encima. No reconocía aquel símbolo pero estaba, pero le sonaba de algo. De haberlo visto por alguna parte.

- Una X en un círculo. Está muy gastado pero se ve que era una insignia. No tiene cadena por lo que no era un collar. Pero tampoco tiene imperdible, así que seguramente iba pegada al traje. Me pregunto de quién sería. Supongo que encontraré más respuestas si voy para la ciudad pero... ¿por dónde era?

Sin prisas, se levantó y se puso erguido, con la insignia de la X en la mano. Seguía teniendo la sensación de que lo había visto en alguna parte pero no le venía a la cabeza. Supuso que ese era uno de los problemas de tener todo el conocimiento universal en una cabeza humana, ¿no? El cerebro humano no está preparado para almacenar tanta información y poder acceder a ella con total facilidad. Pero estaba seguro de que en algún momento se le iluminaría la bombilla como tantas veces había hecho. Era cuestión de tiempo, nada más.

De repente escuchó un grito a sus espaldas, y momentos después algo se le pegó al cuerpo. Iba a levantar la mano y girarse para defenderse, pero fuera lo que fuese lo que se había pegado había sido mucho más rápido que él (que ya era mucho pedir) y totalmente inofensivo: de haberle querido hacer daño ya estaría por los suelos sangrando, como de costumbre.
Bajó la cabeza para ver la junta del agarre, y se sorprendió al ver unas manos bastante pequeñas para la fuerza del agarre, aunque bien se podría llamar abrazo en lugar de agarre. Estaba claro que era una persona pero no tenía la certeza de saber el quién.

- Mira, sé que tengo un poder de atracción bastante poderoso, pero tampoco es para tanto. - bromeó tras dejar que lo abrazara un buen rato. Si había sido la persona del grito y lo estaba abrazando, tal vez es porque se había llevado algún que otro susto. Vete a saber. Pero pasado ese rato, levantó las manos hacia las suyas para se pararlas y poder girarse.
No podéis ni imaginar la sorpresa que se llevó cuando reconoció esa cara bajo la tanto rubio.

- ¡Anda! ¡Pero si eres tú! ¿Tanto te alegras de verme que te has lanzado así de sopetón? - Y si lo había reconocido, ¿cómo? Que él recordara, no se puso jamás la armadura delante de sus narices. - ¿Y qué haces aquí, vestida así? ¿Te has perdido y no encuentras el camino de la cabalgata? - Alguna vez alguien le tendría que decir que bromear siempre no era la mejor de las opciones... pero bueno, así era Sloan.

Al bajar un poco más la mirada, se fijó en la X que llevaba en su traje. Le pareció curioso a la mar que revelador: el uniforme con la X le recordó algo así como a un grupo de seres con poderes bastante raros que se hacían llamar X o algo por el estilo. Levantó la chapa y la puso entre ellos dos, con una sonrisa de oreja a oreja.

- Vaya... así que era eso.

- Oh, vaya. Menuda decepción - bromeó el moreno. - Bueno, ¿te decides? - le preguntó tras separarse de él y volver a abrazarlo como si no tuviera claro si quería tocarlo o quemarlo con un palo.

Miró el suelo cuando Dianne le comentó que era un bicho raro y que no se inmutaba por ello. Estaban sobre un campo de exterminio (por decirlo de alguna forma) y allá donde pisaran estaría lleno de calaveras, huesos, carne humeante, sesos... vamos, lo típico en un cementerio de tumba abierta.

- Míralo de ésta forma: la tierra que pisas normalmente también está llena de muertos. Antes de establecerse las ciudades y poner asfalto pisábamos cadáveres. Cuando vamos al campo pisamos más cadáveres. Los animales, las plantas, las bacterias... todos dejan un cadáver que se descompone y fertiliza la tierra. La única diferencia es que no lo vemos.

Palabras tranquilizadoras donde las haya...

Sacó el tema de la explosión a relucir. Era cierto, el helicóptero con los pilotos muertos. Dos más que adornarían el suelo de aquel lugar, pero mejor no contárselo a Dianne: tan solo le faltaba eso para, a saber, ¿ponerse a temblar y pedir ayuda a su madre? Quien sabe, pero de lo que estaba seguro es que no le soltaría el brazo ni aunque se lo amputaran.

- ¿De misión dices? Coincidencias de la vida, yo también estoy de misión. Y si, esa explosión era mi vehículo: he tenido un pequeño percance y ha salido volando por los aires. Es lo que tiene que lo hagan los americanos: todo explota.

Cuando le pidió ese favor, Sloan se la quedó mirando algo pasmado. No lo tenía claro, pero tal vez se había... ¿ruborizado? Sonrió, se encogió de hombros y se giró, agachándose para que pudiera subirse a su espalda. Le tocó con la mano derecha la pierna y se acercó lo suficiente para que pudiera saber que se había agachado. Una vez se hubiera subido, se levantaría y empezaría a andar para encontrar la dichosa ciudad.

- Ahora me vendría bien que tuvieras una especie de sonar como los delfines y pudieras guiarme. En teoría hay una ciudad por aquí cerca. Es lo que estoy buscando. ¿Y tú?

Dejaría lo de la X para más adelante. Aquella chapa tal vez tuviera algo que ver con lo que sucedió por los alrededores.

- Así que todo lo que se acerca a mí explolta, ¿eh? Pues cuidado no te conviertas en una bonita palomita. - Aunque estaba bastante seguro de por qué su madre no quería que se acercara a él, no tenía nada más que decir. Al conocerse aquel día en la calle notó que había algo familiar en la mujer, y ese sentimiento se repitió en varias ocasiones con varios seres de distinta naturaleza pero origen similar.

De un pequeño empujón terminó por agarrarla firmemente para que no se cayera. Si notó que la rubia no se acercaba demasiado a Sloan no lo dijo, ni siquiera se molestó. Es más, dudo que se diera cuenta.

- Bueno... pertenecer lo que se dice pertenecer no, pero digamos que le hago algún que otro trabajillo a SHIELD pero shhhhhhhhhhhhhUAG! - levantó un brazo para poner su dedo delante de los labios al decir shhhhhh, pero se olvidó que ese brazo sujetaba a una chica de poco peso, con lo que casi se le cae si no llega a sujetarla. - Perdón, se me fue la mano.

No pudo escuchar el susurro de Dianne (aunque si el seseo, con lo que levantó la cabeza y miró por todas partes, por si se habían encontrado con algo que no debían), pero si asintió cuando le dijo que ella tenía el radar que necesitaba. Era una auténtica suerte, ya que a solas habría tardado una eternidad en encontrar un puñetero edificio.
Sujeta como estaba, Dianne podría escuchar tranquilamente todos los chasquidos que las botas de Sloan producían al romper y machacar cadáveres (bueno, todo lo tranquila que pudiera estar sabiendo eso). Gracias a sus indicaciones, el moreno se encaminó de derecha a izquierda, y de izquierda a derecha. Y derecha, y derecha y derecha... Sloan por alguna razón pensó que si se mantenía callado, tal vez el sonido de sus pisadas no se veía entorpecido por sus palabras.

Caminó un buen rato hasta que al fin, como dijo Dianne, levantó la vista para ver lo que parecía ser una pared enorme de algún edificio que había perdido las otras tres. Levantó la pierna lo suficiente para poder pasar por encima de un pedrusco sin que se le cayera la chica a caballito.
Según iba adentrándose en las ruinas, más se le asemejaba a la sombra de una ciudad: había edificios a ambos lados de su frente, por lo que dedujo que estaba caminando por el medio de una calle. Los crujidos cadavéricos cambiaron por los cascotes y las piedras de un accidente antaño olvidado.

- ¿Ves lo que yo veo? Ejem... quiero decir, ¿sientes lo que yo veo? - Se paró enfrente de un gran edificio, cuyas letras estaban desperdigadas por el suelo. Aun así, se podía leer o intuir la parte de un nombre. Sloan se concentró todo lo que pudo para poder descifrar lo que ponía entre tanta niebla. - Abi... Alib... ¿Qué puñetas pone ahí? ¿Albiae? No, creo que es Albidae o... ¿eso es una N? ¿Dónde escuchado yo antes ese nombre?[/color]

- Pues todo apunta a que si... - Se acercó un poco más, para poder leer el contenido total del cartel sin que la niebla le molestara. Al acercarse escuchó un crujido encima de su cabeza, y tuvo que apartarse antes de que un pedrusco con forma triangular le abriera la cabeza. Tenía toda la pinta de ser parte de la fachada. - Pone... Industrias Albidane. Vaya, no sabía que tu familia tuviera una empresa tan grande.

El edificio era enorme. Más allá de la niebla y la vista, se perdía en la inmensidad del cielo. Estaba claro que, fuera lo que fuese, llovía dinero dentro de ese edificio.
Sin preguntarle a Dianne, decidió entrar dentro del edificio. Levantó las piernas para poder subir los escalones rotos y desmenuzados hasta lo que una vez fue una puerta de cristal bastante grande. Dentro estaba oscuro por la falta de luz a causa de la niebla, pero no era un problema para él, mucho menos para ella. Sus ojos se ajustaron al nivel de la penumbra hasta poder ver con total seguridad donde pisaba y qué tenía en frente.
La sala de entrada era circular, con tres antiguos pasillos cruzándose en forma de cruz con la misma sala. Uno estaba derruido y los otros dos tenía toda la pinta que iban a correr la misma suerte. En medio de la sala había una estatua rota por los escombros, pero tenía una placa casi intacta justo delante. Sloan se acercó y agachó la cabeza para poder leerla. Volvió a levantarse para usar el pie, quitando así la capa de polvo que la cubría. Volvió a inclinarse.

- "A la memoria de la luz de mi vida. Siempre estarás conmigo." Hey, como firma está tu nombre. - Se acercó más, pasando por encima de la placa para poder observar la estatua. - Hay una estatua rota. Creo que era algo abstracto, porque no acabo de ver bien su forma. Muchos aros y esferas de metal, creo. - ¿Qué manía les había dado a todos con hacer esculturas raras con metal oxidado? Que los compren quienes lo entiendan.

Dejando atrás la estatua le llamó la atención un cuadro en una pared: era una foto de una mujer mayor, de cabello claro e... invidente. Tenía un gran parecido a la chica que llevaba en la espalda.
Eso se estaba poniendo cada vez más raro...

- Hay una foto en la pared de una mujer mayor. Creo que eres tú, dentro de muchos años... Si, aquí pone "Directora Dianne Albidane"... Hmmm... - Se calló durante unos segundos, pensativo. Según lo que conocía de la mente humana, cuanto más se acercaba a la verdad, más se alejaba de la cordura. Tal vez no fuera sensato seguir. - Oye, ¿quieres que salgamos?

- La verdad es que ya lo sé: solo hay uno de mi. - y lo dijo con toda la naturalidad del mundo. "Hay varios universos alternativos en los pliegues del multiverso, pero solo hay un yo. Para que lo tengas claro". Tal vez sonara a fantochada o un simple comentario eludiendo a la verdad, pero la seguridad con que lo dijo Sloan ponía en entredicho lo segundo y lo primero, ya de paso.

Dianne quería continuar, y no sería él quien se lo impidiese. La verdad es que también sentía curiosidad por aquel tiempo alterno en que Dianne se convierte en directora de su supuesta empresa. Como dijo es normal siendo la heredera, pero había algo que no cuadraba. En el marco, bajo la foto había escrita una fecha, la cual... era extraña. Decidió no contárselo a Dianne por si era algo que no debería saber (tanto él como ella).

- Por aquí hay un pasillo no derruido. Si quieres cogerme la mano o subirte de nuevo, eres libre de escoger. ¡Oooooooo! Puedo también ir dando grandes zancadas y hacer mucho ruido. ¿Qué te gustaría más? - Escogiera lo que escogiese, Sloan tiraría para delante, por el pasillo.
El pasillo era amplio y espacioso. Cierto que habían escombros por el suelo, y que parte del techo estaba medio curvado con tolerancia a precipitarse de un momento a otro, pero mientras no les pillara de por medio... Al final del mismo les esperaba otra sala, algo más chiquitita que la anterior, con una puerta, unas escaleras y un ascensor.
Sloan se acercó a la puerta y al asomarse la cerró de inmediato. No había nada de interés, y solo le faltaba un cartelito encima de la cabeza que lo indicara. Las escaleras estaban algo rotas y el ascensor había desaparecido, quedando tan solo los cables. El moreno metió la cabeza por el agujero, a ver si tenían suerte y se podía escalar.

Por lo visto, así era.

- Ésta es la situación: si queremos seguir explorando éste edificio tenemos unas escaleras rotas, un agujero de ascensor por donde se puede subir y un segundo pasillo que no hemos¡ANDA! - gritó sin previo aviso, acercándose como si hubieran tirado de él hacia una fotografía que había en la pared. - Es otra foto tuya, pero con chavales. ¡Fíjate! Uno, dos, tres, cuatro... coño, éste es chino. ¿Qué pone aquí? "Fundación Nueva Era para huérfanos mutantes"... Me había hecho ilusiones. - y tiró la foto por ahí.

- ¡OUCH! ¡OYE! Vale, vale, ya la recojo, no hace falta que me pegues... - Era raro pensar que Dianne le había hecho daño con toda esa armadura puesta por encima. Tal vez fuera parte de su forma de ser, humorística y quitando hierro al asunto... pero bueno, simples divagaciones de un autor sin entender al personaje del cual escribe.

Sloan se agachó para recoger la fotografía de la rubia que había tirado por los suelos. El cristal se había roto, o sería más correcto decir que el cristal había caído de su marco, ya que estaba roto desde antes. Apartó los restos del marco con la mano y sacó la fotografía para verla mejor. Definitivamente era Dianne, con muchos años por encima y rodeada de críos.

- Respondiendo a tu pregunta anterior... la verdad es que si, envejeces bastante bien. En ésta foto estás con una sonrisa de oreja a oreja mientras un grupo de chavales que no te llegan a las rodillas te rodean y te tiran de la falda que llevas. Tú estás sujetándola mientras con la otra mano estás sujetando la manita de una niña con cara de no querer salir a la foto por timidez. ¡Qué mona! Si hasta se chupa el dedito... En fin, toma, por si la quieres de recuerdo. - Se la pone en la mano a Dianne para que se la pueda quedar. Aun no se había acostumbrado a tratar con una ciega que podía "ver" o "sentir", como prefiriese llamarlo. Para él era una chica invidente, y todo cuanto sabía de las personas invidentes era que había que tratarlas con amabilidad y darles las cosas lo más cerca posible, para que puedan saber que le has dado un polvorón en lugar de una roca para masticar.

- Bueno pues... visto el panorama creo que ya he tomado una decisión: subiremos. El otro pasillo parece dar a otra sala y seguramente sea algo en plan "tienda de recuerdos" o una sala de espera por lo que he podido ver, así que... - Se acercó a Dianne y le cogió las manos. Se las juntó, una encima de la otra. - Sujétalas con fuerza. - Acto seguido, y aprovechando que Dianne había formado una ansa con sus brazos, la agarró por la espalda como si no pesara nada y se la subió de nuevo a su espalda. Esperaba que reaccionara y se agarrara hasta con las piernas para no caerse.

Iban a subir, y eso implicaba agarrarse a unos cables que tal vez no resistirían su peso o que estaban hechos puré por dentro. Todo podía pasar en un edificio en ruinas, pero quien no arriesgaba, no ganaba. Por ello Sloan terminó de abrir completamente las puertas del ascensor, con un chirrido retumbante y molesto. Nubes de polvo les dieron la bienvenida para que Sloan las saludara pasando de ellas y agarrando el primer cable que tuvo a mano.

- Agárrate fuerte y no me muerdas, hamster. - Se dejó caer, y su cuerpo pegó un tirón cuando el cable hizo el trabajo sucio de mantenerlo en suspensión. Las manos fuertemente aferradas empezaron a subir, ayudadas por las piernas y los pies, rodeando el cable y usando su propia fuerza para proyectarse cada vez que Sloan avanzaba con las manos.
Fue subiendo por un edificio que parecía no tener fin. Tal y como estaba no podía arriesgarse en intentar abrir otras puertas: tendría que conformarse con encontrar un piso donde ya estuvieran abiertas. Subió, subió y subió, y le pareció contar quince pisos. No estaba del todo seguro, pero cuando miró hacia abajo bien le pareció que estaban escapando de un agujero al abismo.

- Ya casi llegamos... nah, era mentira: no sé ni cuándo llegaremos. - Y como si el destino mostrara su faceta burlona, la luz del sol le impactó de lleno en el casco; había una puerta abierta, iluminada por el sol como si se hubiese disipado la niebla. Se balanceó tres veces hasta que pudo agarrarse al marco de la puerta y colocar ambos pies. Un tirón más y ambos escaladores (bueno, escalador y paquete) pudieron tocar tierra firme. - Ahora sí, hemos llegado. Ea, deja de subirte a la chepa, que no puedo cargar todo el día contigo - bromeó.

El nuevo escenario era francamente perturbador: por las paredes habían agujeros de bala y cortes hechos por lo que parecían ser bestias salvajes y bastante grandes. Había partes destrozadas, paredes que se habían derrumbado por algún choque y puertas incrustadas en las ventanas. El sol se imponía por encima de una nube de niebla gris y oscura. Sloan caminó por el pasillo que daba al ascensor en el que habían salido, y tan solo necesitó dos pasos para poder ver que no estaban solos. El pasillo terminaba perpendicular a otro pasillo curvado, el cual seguramente hacía las veces de límite el edificio, rodeándolo con su pared de cristal que daba al exterior, rota y dejando pasar una gélida brisa antinatural.

- Dianne, ¿puedes pisar donde yo pise? Tal vez no te guste el suelo donde nos encontramos. - Asomándose por la esquina, a izquierda y derecha nuevos cadáveres cubrían el suelo. Estaban destrozados, quemados, a algunos les faltaban partes del cuerpo. Incluso del techo colgaba algún que otro esqueleto con trozos de carne calcificada. ¿Qué demonios había pasado ahí?

Sloan se adelantó un poco, intentando no pisar ni uno solo de los cadáveres. Con lo fino que tenía Dianne el sentido del oído, solo haría falta un ligero crujido para sobresaltarla y ya la tendrían liada. Pisó con cuidado, acercándose a la esquina para poder doblarla y observar con más detalle la planta en donde estaban.

Un crujido, una caída y Sloan se giró para ver qué había pasado. En cuestión de dos segundos Dianne estaba restregándose por el suelo, alejándose de los cadáveres sobre los cuales había caído. Estaba gritando como si no hubiera mañana, agitándose y llorando. El moreno no gastó un segundo antes de acercarse a la rubia, sin mirar por donde pisaba. Los cadáveres saltaban por todas partes, dejando camino a la armadura andante, que agarró a Dianne del suelo, sostenida por sus brazos.
Estaba cubierta de trozos podridos, chamuscados y malolientes. Giró sobre sus pies y de una patada rompió la puerta que tenía más cerca. Dentro no había cadáveres, pero si que estaba algo destrozada, con las paredes agujereadas y rasgadas. Se acercó a la mesa central y la depositó encima. Sacudió la suciedad del cuerpo de Dianne hasta que no quedara nada y luego se apartó, con las manos levantadas.

- Vale, que quede claro que no ha sido un acercamiento inapropiado, ¿vale? He tenido que tocarte para quitarte toda la suciedad que tenías encima. No me lo tomes en cuenta si te he tocado alguna parte sensible.

Le puso una mano sobre el hombro y otra sobre el estómago, con tranquilidad y sin presionar. Quería que se tranquilizara y relajara, y había leído en alguna parte que haciendo eso podía darle apoyo emocional... o corporal... o algo por el estilo.

Transcurrido el tiempo que fuera necesario, se apartó para que tuviera espacio y pudiera recuperarse del todo. No se alejó lo suficiente como para que lo echara de menos pero sí lo suficiente para no asfixiarla. Si no estaba equivocado, la mente humana en ese estado necesitaba descanso y comprensión, además de relajación.
Se paseó por la habitación, observando el estado de los muebles que quedaban. Abrió un armario y sacó lo que parecían ser unos trofeos con nombres escritos. Los fue dejando encima de éste uno a uno, leyendo sus nombres. No le sonaba ninguno, pero información era información... excepto uno. Un tal Nathan House. Se sacó la chapa que se había guardado y la giró: era el mismo nombre.

- ¿Cómo te encuentras, Dianne?

- Me alegra escucharte decir eso - o al menos, era un comienzo. Había sacado el desayuno y merienda por la boca y Sloan dudaba encarecidamente que quedara algo dentro de su cuerpo, por lo que la limpieza había sido todo un éxito (lo que le hace a uno plantearse si potó por el cadáver o porque la había tocado).

El tercero en discordia entra en escena, y nada más ni nada menos que un tipo con tanto pelo que hasta daba envidia. Eso si, de color azul. Aunque... lo que le llamó la atención fue ese uniforme de mallas que llevaba puesto... En serio, ésta gente no tiene ningún sentido de la estética... aunque Sloan tampoco así que, no pasa nada.

- Déjela, déjela, que no hable ahora mismo - lo decía como si fuera doctor, y lo único que tenía de médico era la bata (palabra: una escondida por ahí). - Acaba de pasarlas canutas con los cadáveres que hay fuera, pero no se lo recuerde - le susurró al tipo de azul... pero después... - Ah si, que tienes un radar como oído. Perdona, no me acordaba. - Sloan le agarró una de sus enormes manos con las suyas y la sacudió con fuerza varias veces a modo de saludo. - Muy buenas. Project, para su servicio, aunque ahora estoy haciendo un recadito para SHIELD, como bien has dicho.

Soltó al grandullón y se apartó un poco, por si quería examinar a su, por lo que parecía ser, compañera. Se acercó al mueble donde estaban los trofeos y agarró uno al azar, como si fuera un juguete o algo con que entretenerse con las manos.

- He venido porque les parecía interesante cierto pico de energía que han registrado por los alrededores de ésta ciudad. Y visto lo visto, ahora me interesa de forma personal. ¿Has visto las fotos que hay en la entrada? Indudablemente son las de Dianne algo bastante mayor. Visto lo visto, está claro que ésta ciudad forma parte de alguna clase de mundo alternativo que chocó con el nuestro cuando se formó el nuevo universo, dejando atrás el multiverso. - La forma con que lo decía, tan robótica... puede que no se dieran cuenta pero después Sloan solo recordaría algunas partes de lo que dijo. Lo estaba soltando todo como si lo vomitara. Como si fuera un universitario en un examen sorpresa. - Lo curioso es que no es un futuro posible, sino un presente posible. Abajo, en la entrada, la fotografía tenía una fecha marcada: 20 de julio de 2017. Paradójico, ¿no? Tener una Didi joven, ¿te importa si te llamo Didi? Y otra mayor en el mismo tiempo pero no espacio. - Se calló, esperando a que alguno hablara y mirándolos como si hubieran estado en total silencio durante varios minutos. - ¿De qué estábamos hablando?

Los tres perdieron por un momento el equilibrio cuando el edificio se tambaleó. Una sacudida resquebrajo las paredes y parte del techo cayó sobre sus cabezas. Por suerte era solo polvo y unas cuantas piedrecitas.
Por mala suerte de Sloan, a él le cayó un trozo de techo tan grande como su cabeza.

- ¡OUCH! - grita el casco roto por la parte de arriba. - ¿Qué ha sido eso? ¿Quién ha comido picante hoy? - Un atronador sonido, con eco y lejano, resuena entre las ventanas del edificio. Les recuerda el sonido de un barco al llegar a puerto, pero claramente hay una diferencia: parece el grito de algo vivo. - Vale... ¿y eso qué ha sido?

Didi mencionó un "rugido", y que no tenía muy claro si había salido de esa planta. Pero en algo coincidía con ella: no quería encontrarse con lo que fuera que había proferido ese grito. Podría ser todo un ser exterior y lo que uno quisiera, pero el instinto de conservación prevalece por encima del canónico "tengo unos huevos tan grandes que lo aplasto con la minga". Si resultaba que aquella criatura, o lo que hubiera sido eso era más fuerte que Sloan, salud y adiós.

- Bueno, sea lo que sea, yo propongo salir de éste edificio. Henry: era Henry, ¿no? ¿Has subido también por los ascensores o has encontrado otra forma más tranquila de subir? Y Didi, sé que no te va a gustar, pero vas a tener que soportar pasar por éstos pasillos de nuevo. Hay que salir de aquí y no creo que ninguno de nosotros-

Mientras hablaba se fue apoyando en el mueble medio derruido de la pared, hasta que éste cedió por su peso y por los años, abriendo un boquete en la madera del cual cayó un dispositivo rectangular envuelto en un plástico transparente. Sloan lo recogió tras caerse al suelo con los restos del mueble, se levantó y lo examinó: tenía pinta de ser una grabadora algo vieja. Le quitó el envoltorio de plástico y pulsó el botón que ponía "play".
Se escuchó la estática típica de cualquier grabación antes de empezar, y después el inconfundible sonido de las balas impactando contra las paredes, los gritos y la desesperación de la guerra.

- Me llamo Dianne Albidane, fundadora de... bueno, ¿qué más da ya? Todo está perdido. Solo espero que quien escuche ésto, sepa lo que pasó aquí, y si puede, le ponga remedio. Nosotros no podremos. Mientras hablo mis compañeros de la Mansión X están muriendo por proteger lo que queda de éste mundo, y todo por mi culpa. No lo vi venir, y por eso es mi culpaCGGGGGGGGGGGGHHHH...dre, y antes mi hermano, mi luz. No lo vi veniCGGGGGGGGGHHHsabía que algo se llevaba entre manos, pero... oh, dios... - La Dianne alternativa sollozaba. - Me... me robó mi juventud, mi vida... me robó a mi hermano y ahora... ahora viene por el poco mundo que me queda. Es un monstruo... Es un monstruo... Nunca... yo... - Algo se rompe muy cerca de donde se está grabando. Gritos de desesperación y un repentino silencio. - Te odio, mamá.

La grabación cesó.

Sloan le dio otra vez al play por si se había parado el dispositivo pero no, simplemente no había nada más por reproducir. El silencio se apoderó de la sala. Sloan miró a Didi y a Henry. Cada uno podía sacar sus propias conclusiones pero la que más tendría en qué pensar era la propia Dianne.
Antes de poder hablar, el edificio volvió a convulsionar, pero ésta vez, con más fuerza. Con más salvajismo. El suelo bajo sus pies se quebró en cuestión de segundos. Sloan no lo pensó: agarró por la cintura a Didi y a Henry, se los colgó sobre el hombro sin preguntar siquiera ni darles tiempo a reaccionar y voló por la ventana más cercana. La altura del edificio era excepcional. Bajo sus pies estaba la niebla que ocultaba el resto de la ciudad. Henry podría ver cómo algo subía por el edificio desde el interior, quebrando su estructura hasta llegar al piso donde estaban, haciendo estallar en mil pedazos la construcción y creando una nube de polvo y escombros a su alrededor. De nuevo, aquel grito, y los tres se internaron en la niebla.
A esa velocidad de caída ninguno de los dos sería capaz de sobrevivir ya que habían sobrepasado la aceleración y llegaron al punto muerto. Calculando más o menos la distancia de caída, arrojó a sus dos pesos casi-muertos hacia arriba con suma fuerza, cayendo él solo contra el suelo. Sintió sus huesos quebrarse pero aguantó el dolor, remendó como pudo sus piernas con toda la carne que pudo mover en cuestión de milisegundos, volvió a saltar y agarró a Didi y Henry de nuevo, cayendo sobre lo que parecía ser el tejado de un edificio bajo, rodando. Los tres se dispersaron, pero pudieron escuchar a Sloan.

- Kssssssssh.... Aaaaaaaaaaah... Ksssssshhhhhh... Aaaaaaaaahh... Ksssssshhhh............ Aaaaaaah... - mientras se sujetaba la rodilla.

La caída le había destrozado no solo la carne y los huesos de las piernas, sino también parte del traje: los huesos rotos rasgaban la carne y la ropa por igual, empapando de sangre las piernas y dejando un charco rojo en el suelo. Poco a poco tanto la carne como los huesos volvían a su sitio, así como los ligamentos cortados y las venas rotas. Solo que, antes de que se pudiera cerrar del todo, una lluvia dorada lo empapó desde el casco hasta los pies, y sus heridas se convirtieron en una fiesta loca con colores y música a todo trapo que hacía temblar las paredes de los vecinos. ¿Y cómo lo celebró Sloan? Pegando un grito de dolor y rodando por el suelo.

- ¡OHDIOSOHDIOSOHDIOSOHDIOSOHDIOSOHDIOS!

Henry se le acercó cuando dejó de dar vueltas y se había quedado en una posición fetal cara al suelo, con lagrimas en los ojos por el dolor ocultas por el casco (menos mal). La herida ya estaba del todo cerrada, pero todavía picaba que daba gusto, y el olor a orín no se lo quitaría en varios años seguramente.

- Descuida... ouch... no se lo recordaré... - De ser una persona normal y corriente se lo hubiera restregado por la cara durante años como venganza por echarle algo peor que sal en la herida, pero no iba a hacerlo. Se levantó del suelo con las rodillas peladas cual actriz en paro y echó un vistazo a la joven que llevaba el peludo a cuestas. Tenía una carita de ángel para fotografiarla, aunque lo más seguro que se transformaría en la careta de Scream cuando se despertara y recordara lo que había pasado durante la misión.

Henry le llamó la atención, recordándole que todavía existía un peligro mayor que untarse de meados de rubia en carne viva, llevando la vista más allá de la niebla. Escucharon lejano un grito bestial, resonante y con fuerza. Aquella bestia, sea lo que fuera, por alguna razón no se había ido de la ciudad, y eso que tenía todo un mundo a su alcance.

- Ésto no les va a gustar a los de SHIELD... - Se giró hacia Henry. - Voy a proponerles llevar ésto con vosotros. Está claro que hay cierta relevancia entre lo que pasó aquí y vosotros - le señaló la insignia que llevaba de los X-Men - más aun con Didi. A saber cómo lo llevará pero estoy casi seguro, un cuarenta por ciento seguro de que querrá participar. Es obvio que no se puede dejar una criatura así campar a sus anchas sin vigilancia ni con una cuerda de cole para llevarla de la mano. Hablaré con ellos a ver cómo lo llevamos. Mientras tanto... ¿Te importa acercarme a la ciudad? Perdí mi transporte.

Desde los restos de aquel edificio, la criatura les observaba a través de la niebla, amenazante, esperando tal vez que aquellos intrusos volvieran y terminaran por liberarla. Sería entonces cuando comenzaría la auténtica pesadilla.