Qué putada que nos toque trabajar en festivo, ¿no? (4 de julio del 2018) OMEGA - Dianne Albidane

Coger experiencia en misiones era lo que realmente estaba formando poco a poco a Dianne y, por ello, el profesor Xarles se dedicaba a buscarle trabajos que la ayudaran a trabajar sus poderes. Así le encontró uno en una ciudad que apareció tras el choque de mundos, Gotham.

La joven mutante tenía la capacidad, al igual que Matt Murdock y Lobezno, de captar las mentiras. Esto era un don especialmente útil, sobre todo para trabajos de investigación que requiriesen interrogatorios. La policía de Gotham  estaba enfrascada en varias investigaciones que no llegaban a ningún punto claro, así que aceptaron la ayuda ofrecida desde la academia mutante que también buscaba formar lazos afuera y dar una buena imagen mutante incluso para aquellos que no habían visto uno en su vida.

Así que por todo esto, encontramos a la joven invidente en mitad de un 4 de Julio, día de la Independencia, en un coche policial de camino a la comisaría de esta lúgubre ciudad. Había conseguido que Xarles accediera a que fuera sola pues el pretendía que un profesor la supervisara. Ella no quería más supervisores, no quería más guardaespaldas, quería que la dejaran en paz o nunca saldría de la jaula que la vida le había impuesto nada más nacer. Pero eso iba a acabar ya, está pajarita quería volar del nido.

El caso es que mientras iba en el coche patrulla, escuchaba el jaleo que había por las calles. Nunca le habían gustado las festividades, la gente salía a la calle y armaba mucho barullo, lo cual era un auténtico caos para sus oídos y nunca podía disfrutar de verdad las fiestas. Pero ciertamente poco le importaba, ella no estaba allí para celebrar nada, sino para pillar a mentirosos.

Llegaron finalmente a su destino y ella bajó del vehículo siguiendo al policía. Vestía de forma sencilla, unos vaqueros, deportivas y una sudadera malva. Portaba sus gafas de sol pues no le apetecía que le mirasen a los ojos y su bastón para caminar.

-Entrará a la sala con un agente quién formulará las preguntas en principio. Usted estará ahí para verificarlas.- le explicaba el agente que la acompañaba.

-¿Y si considero que las preguntas no son adecuadas? No soy un detector de mentiras con patas, yo puedo interrogar también.

El policía la miró algo contrariado al ver la determinación de sus palabras, pero sonrió considerando que era una actitud normal para una adolescente.

-En principio no, pero si no llega a ningún lado, puedes prestar ayuda.

Entraron a una sala contigua a la de interrogatorios, la típica donde está el cristal para observar lo que sucede al otro lado. Allí ya había dos agentes más, probablemente uno de ellos sería quien entraría con ella allí.

-Señorita Albidane, estos son el agente Peterson y Davison, con este último trabajarás en el interrogatorio.

La joven se acercó un poco hacía ellos y se inclinó con cortesía como saludo.

-Un placer.

Un tono de voz firme acompañado de unos pasos firmes y una actitud amable, todo más que perfecto para un oficial de policía, ¿verdad? ¿Entonces por qué notaba una ligera sudoración? Era algo minúsculo, apenas imperceptible, pero ella sabía que podía ser señal de mentira u ocultación, eso o tenía algo de calor. Por ello prefirió darle el beneficio de la duda.

-Me temo que no oficial Davison. Iban a facilitarme los informes pero no tuvieron en cuenta mi discapacidad y no pude leerlos. Solo sé que vengo a formar parte de los interrogatorios, pero no se de quien o quienes.

Retiró sus gafas de sol y las guardó en el cuello de su camiseta. No le gustaba que la mirasen a los ojos pero sabía que estos intimidaban y ponían nerviosos a la gente. Los usaría precisamente para dificultad la capacidad de mentira de quien esperase en la otra sala.

-¿Sería tan amable de informarme usted? También me gustaría si es posible que me aconsejara de cómo actuar una vez dentro de la sala. ¿Graban las conversaciones?

Ciertamente tenía curiosidad. De alguna forma pensó que podría dedicarse a esto en un futuro, no a ser policía pero si algún tipo de investigador privado, ya no solo por sus capacidades, si no porque realmente le atraía la idea, eso y dejar a la vista los planes de otros. No iba a admitirlo abiertamente porque sería admitir que se parecía más de lo que quisiera a su madre, pero sentir que tenía el control sobre otros le gustaba.

-No me gustaría proceder de ninguna forma indebida.- acabó de añadir pausadamente.

-No ofende.

Dianne había tenido “niñera” toda su vida y su trabajo le había costado zafarse de ella y las garras de su madre. Pero ya no, y que confiaran en ella para aquel trabajo era signo claro de que ya podía valerse sola.

La puerta se cerró con un leve golpe tras salir los otros agentes y ella aceptó su invitación a sentarse mientras le relataba los detalles del caso en el que estaban sumergidos. Mientras él explicaba, consideró el detalle que el primer policía se fuera algo molesto e incómodo de la sala algo que tener en cuenta, él tenía acelerada la respiración más que el reto. ¿También mentía en algo o es que el día era especialmente estresante?

Una leve variación del tono de voz cuando retiré mis gafas por parte del agente. Como bien había previsto, sus ojos inquietaban, si afectaban al agente, lo harían con la mujer a la que iban a interrogar. Perfecto, procuraría posarlos en todo momento en ella.

-La vida nunca es fácil y es normal que se tomen decisiones incorrectas que quizás en su momento lo parecieran. Supongo que será un interrogatorio amable, ¿no? Simplemente parece que tomó las malas decisiones en su camino. No sé si realmente hacéis eso del poli bueno y el poli malo. ¿Lo hacéis? Uhm…me gustaría ser el malo.-esto último lo dijo muy por lo bajo, casi para sí misma.

Bueno, no culpaba a la mujer, la comprendía un poco. Ella había perdido a su padre cuando era pequeña, pero apenas le recuerda debido a su temprana edad, quizás por eso nunca se descarrió, también porque tenía a su madre y su hermano. Igualmente nunca fue fácil, nunca desde su accidente.

Dejó que pasara hojas, papeles, fotos. Debía ser toda la información del caso que presentan de forma gráfica los hechos. Obviamente ella no podría verlo.

-Bien, entonces pasemos a hablar con ella.-se incorporó de la silla y dejó que su bastón golpeara suavemente el suelo para localizar la puerta de acceso a la otra sala y ver su distancia. Fue hacia ella y colocó su mano sobre el pomo.- Cuando mienta te lo haré saber.

-No hará falta que ponga mala cara, no soy tan tosca. Además, no voy vestida como un policía. Pero eso la pondrá más nerviosa, “¿por qué hay una adolescente ciega aquí?” es lo que se estará preguntando nada más verme y varias veces más durante el interrogatorio y, probablemente, será incapaz de sostener mi mirada de forma que bajará la guardia.

Su voz salía suave, en calma porque precisamente quería que él estuviera en calma y también, bajase la guardia respecto a ella. No porque realmente sospechase de él, si no porque quería analizar su comportamiento y ver si esos leves “indicios” eran algo real o no. Además, avisarla de que iba a mentir era como un signo de preocupación. Quería respaldarse por si las moscas. O eso o estaba siendo sincero del todo. Pero a Dianne le gustaban los retos y demostrar de lo que era capaz, y si aquel policía tenía algo más para ella era como un goloso dulce que no iba a dejar escapar.

Nada más abrir la puerta una oleada de nervios e inquietudes abofeteó el rostro de la joven de una forma casi violenta. ¿En serio la necesitaban para un caso así? Era tan obvio saber cuándo mentían las personas en estos estados que no podía explicárselo. Tomo aire para reconformarse, porque sí, esa bofetada imaginaria para muchos a ella le era real, tenía aroma y recibir algo así de golpe la desorientaba un poco.

Dejó que el agente hiciera lo que tenía que hacer, ser amable, ofrecerle agua. Mientras, ella se colocaba en una esquina de la sala, quieta y de pie, apoyando ambas manos sobre su bastón. Sus pasos, aunque pocos pesados, pudieron hacer las ondas suficientes para hacer un mapa mental de la disposición del sitio, pudiendo ubicar así donde estaban los otros dos. Y sin más, dejó sus encharcados ojos puestos sobre la inquieta figura de la mujer, ojos atentos a cualquier cambio que de ella emanara.

La voz de Mairon era aguda y de cierto tono elevado. Probablemente rechazó la comida por no entorpecer más el paso de su voz por la garganta, en su estado podía atragantarse fácilmente y aunque tomara agua para aclarar su voz, su estado era tal que le impedía claramente sentir tan solo una pizca de calma.

Dianne se mantenía en una esquina, de pie. No deseaba tomar asiento, prefería estar ahí como si se tratara de una estatua vigilante con sus finas y delgadas manos sobre la cabeza de su bastón. Los espejos que tenía por ojos estaban dirigidos al foco de sus voces, al igual que prestaba toda su atención al interrogatorio que acababa de comenzar. Deseaba aprender todo lo que pudiera de aquella situación pues deseaba llegar a tener el nivel que poseía su antiguo maestro. Esperaba que el agente Davison fuera realmente instructivo para ella.

Primera pregunta y primera mentira. Alzó su bastón levemente y lo dejó caer como un resorte de forma que se creara un sonido seco y duro que retumbara en la sala. La señorita Stellar dio un pequeño respingo en su silla al escuchar el sonido del bastón el cual no esperaba. Aunque se había fijado en la chica nada más entrar y se había hecho sus correspondientes preguntas de porqué estaba ella allí, pronto dejó que su atención se centrara en el policía. Pero ahora sus dudas sobre la joven de cabellos rubios volvían a asaltarla. Sus nerviosos ojos la miraron pero pronto los apartó al toparse con la inquebrantable mirada de ella.

Dianne en cambio volvió a quedarse en su sitio, quieta como una gárgola pero sin decir nada, al menos por el momento. Esperaba que quedara claro para el policía que aquella era su forma de decir que mentía, pero también para debilitar la armadura que la interrogada creía tener fabricada con embustes.

Tomo aire y lo dejó escapar lentamente. Quería un reto no algo tan obvio como aquella mujer. Volvió a golpear el suelo con el final de su bastón y la señorita Stellar volvió a dar un respingo.

-¿Va a estar haciendo eso todo el rato?- espetó molesta dejando que sus nervios la dominasen.

Se acercó despacio, separando su cuerpo de la pared como si se tratara de una pluma y quedó finalmente junto a la mesa, proyectando su sombra sobre el amasijo de nervios en forma de mujer. Se inclinó levemente hacia ella, acercando su rostro de tal forma que la mujer se retiró un poco hacía atrás como si fuera el hocico de un perro olfateándola.

-No tiene otro número, era el suyo. Le aconsejo que no mienta sobre la marcha porque solo me lo pone más fácil a mí y me gustaría tener un reto. Pero usted no me lo supone. Tampoco era un número oculto, usted conocía quién la había llamado pero en una demostración de estupidez por su parte prefiere no dar su nombre. Esto me lleva a pensar algo, ¿tiene algún tipo de relación señorita Stellar? Y me refiero a si actualmente tiene pareja.

Palpó con cuidado hasta tocar el respaldo de una silla vacía que había a un lado de la mesa y se la acercó para poder sentarse junto a ella.

-Mire, señorita Stellar, yo no tengo necesidad de mentirle por lo cual le diré por qué no le conviene hacerlo a usted en mi presencia. Como sabrá, el universo ha hecho que varios mundos acaben en uno, en el actual y han aparecido mucha más gente con habilidades especiales. Como ya habrá deducido, o al menos eso espero, yo soy una de esas personas con habilidades. ¿Sabe de qué se trata? Bien, por si no era obvio, yo detecto la mentira. No soy como uno de esos polígrafos que tienen un tanto por ciento para fallar, no, yo no fallo, y menos con usted señorita Stellar, que tiene más bien poco de actriz. Así que por favor, sea un poco inteligente y por su bien, para que no empeore la situación, no lo estropee con mentiras tan… ¿Cómo lo dirían ustedes? ¿Cutres?

Hizo un gesto rápido pero delicado con la mano para invitarla a responder a sus dudas y a las que el policía decidiera hacerle a continuación.

Arrugó la nariz molesta ante el tono despectivo de la mujer. ¿”Mutante de esos”? Madre mía si era tonta. No le gustaba la gente así para nada. Además, ¿Cómo que nadie la dijo que la iban a estar vigilando? ¿Es que no sabía que TODOS los interrogatorios se vigilan? Contó interiormente, hasta el número que le hiciera falta para tranquilizarse y no saltarle al cuello a la mujer.

Menos mal que tenía al agente Davison para que las neuronas de la mujer funcionasen un poquito, aunque fuera a empujones. Escuchó como tragaba agua por su garganta. “Ahí te ahogues perra…” . Sorprendida por sus agresivos pensamientos se llevó una mano a la boca para disimular su mueca y procuró calmarse. Ella no era así, es solo que a veces la situación la superaba y turbaba sus nervios demasiado.

-¿Cómo qué no?...

La joven no esperaba que la respuesta a su pregunta fuera sincera. Tenía que obligarla por otro medio a que delatara al otro tipo.

-Muy bien señorita Stellar, entonces dígame. Alguien debió abrirle la puerta cuando llegó a su destino, ¿verdad? Las puertas no se abren solas.

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