¿Cómo sobreviví al fuego apocalíptico?
Frost observa las calles de San francisco mientras usa un sombrero grande que oculta su rostro pero deja ver los destellos de su cabello rubio, su vestido blanco de una sola pieza, muestra con claridad un escote seductor y la falta se desliza por sus piernas hasta las rodillas mostrando así lo delicada que son.
Todos los hombres que pasan cerca de ella le observan aunque sea por el rabillo de su ojo, sus pensamientos se escurren como susurros en la mente de Emma, desde las mas asquerosas y pervertidas voces hasta otras con tonos cursis y románticos, escucha cada una de ellas mientras toma un poco de café, los hombres siempre han sido un juguete para la reina blanca, siempre ha sabido controlarlos no solo por su don como mutante, sino porque los veía como seres simples y manipulables. Las mujeres por otro lado sus mentes recorrían entre los celos y el desagrado a su propia apariencia
Ella ya estaba acostumbrada a escucharlos, era su don o mutación como otros lo llamaban, desde joven poseía las habilidades de controlar, escuchar y transmitir pensamientos y con el pasar del tiempo se volvió una maestra en el arte y lo había usado de todas las formas posibles.
Sus pensamientos recorrían su mente mientras observaba las calles, antes mucho tiempo atrás fue llamada la Reina Blanca, un apodo que muchos recuerdan con miedo y otros con odio, ella solo como uno de sus muchos errores, en esta época de su vida fue uno los pilares del Club del fuego infernal y su objetivo era la dominación del mundo bajo la sombra de Sebastian Shaw, Emma sonríe al recordar esta época de su vida, joven, fiera y entupida por dejarse manipular de tal manera y a tan bajo nivel, esa fue la época donde las pesadillas comenzaron, sus primeros estudiantes, sus niños murieron por su propia arrogancia a manos de centinelas y era algo que nunca lo olvidaría… aunque a veces sus rostros no podía recordar
Escuchó los pensamientos más lejanos, descripción de su apariencia, rememorando estrategias de captura pero, también se escurría el miedo por la misión que iban a realizar.
Frost suspiró volviendo a tomar de su taza de café, saco dinero de su bolso de mano igual de blanco que su vestido y lo dejo sobre la mesa mientras se levantaba, al hacer una pequeña brilla le acaricio el cuerpo y levanto un poco su falda atrayendo la mirada indiscreta de la mayoría de los hombres, sus pensamientos se alborotaron al momento y la Reina blanca sonrío llevándose una mano a la cabeza para que el gran sombrero no se volara.
Abrió su bolso de mano y saco un teléfono marcando algunos números, suspiro y mientras esperaba a que atendieran- Es Emma Frost. Lo siento, pero debo cancelar mi cita de las 3:00 para la pedicura. ¿El motivo? Que tal la estupidez de todo el mundos menos yo.
Termino su llamada y comenzó a caminar por las calles concurridas de San Francisco concentrándose en los hombres armados que se aproximaban, estaban tomando posición y pareció que no iban a tener clemencia por lo que harían.
Ella ya se había enfrentado a hombres como estos, genocidas, asesinos de niños, odian todo lo que no logran entender o matan a lo que temen por su ignorancia, ya había escuchado estos pensamientos, como parte de los X-men, estaba acostumbrada a estos activistas anti-mutantes y ya sabia que hacer.
Doblo en una esquina hasta lo que parecía una calle sin salida y se adentro a esta y espero, los hombres como podía escuchar en sus pensamientos creían haberla acorralado, eran novatos y no sabían a lo que se enfrentaban.
Aparecieron vestidos con grandes chaquetas que al entrar al callejón las abrieron y sacaron diferentes estilos de armas de fuego.
Quieta, mutante, ¿creíste que podías escapar de nosotros? -Frost les observo, novatos… la liga sapiens, estaban emocionados por esta cacería y podía escuchar cuanto deseaban hacerlo, parecían gozarlo, tomaban a sus victimas mutantes y los torturaban o los mutilaban, gozaban de sus actos mientras se acercaban como lobos a su presa.
La reina blanca solo inclino su rostro tapándolo con su sombrero, solo dejando sus hermoso labios visibles, dibujo una sonrisa en estos, estos hombres creían ser grandes y poderosos, creían poder acabado con cualquiera, como todos los hombres que ella conocía, les iba a demostrar lo contrario, antes de que pudiesen apuntar con sus armas, ya se había internado en sus repugnantes mentes, ninguno pudo mover un músculo.
Los hombres olvidaron sus vidas, mientras frost pasaba junto a ellos siguiendo su camino, se las había arreglado a su vez para realizar un truco sencillo para ella, cada vez que esos monstruos asesinos escucharan la palabra mutante, vomitarían durante 48 horas seguidas.
Mientras caminaba recordaba todo lo que había hecho a lo largo de los años y el porque seguía viva, como aprendió a sobrevivir a esto y la respuesta era simple tenia la voluntad para enfrentarse a hombres como estos y la voluntad para enseñar y proteger a aquellos que no podían, la voluntad para hacer lo que sea necesario.
Así es como sobrevivió, porque tuvo la voluntad para hacerlo aun con todos los tiranos sedientos de poder que la han golpeado o destrozado.
¿Cómo sobreviví al fuego apocalíptico? Simplemente me negué a sentir las llamas.