Cuentas que saldar(Astrid y Victor Creed)

Habia trepado hasta la Torre Stark introduciéndome dentro de aquella inmensa mole de Industrias Stark, habia roto los cristales y la alarma había sonado al yo penetrar en aquella estancia por una de las ventanas, tres de los guardias de seguridad de Stark intentaron detenerme mientras con sus picas energéticas me atacaban intentando golpearme, mis garras decapitaron a uno de ellos, sabia que no eran guardaespaldas, pues estos recibían mayor entrenamiento, aunque eso no quería decir que aquellos centinelas fueran novatos precisamente, sin embargo yo les ganaba en fuerza y ferocidad, rugí cuando aquel cuerpo decapitado se desplomó y ataqué velozmente a otro de aquellos guardias destruyendo músculos y hueso atravesando su pecho y espalda perforando sus pulmones mientras el guardia se desplomaba entre gritos de agonía y se desangraba en el suelo por aquel ataque.
Su otro compañero me impactó en el hombro, la descarga me hizo una quemadura que sanó rapidamente mi factor curativo.

Mientras me volvia gruñí enfurecido y atrapé el cuello del guardia quebrándolo sin esfuerzo alguno y lanzándolo contra uno de los cristales hacia la calle haciéndolo volar por los aires con gran fuerza.
Después oli el aire-bien nena puedo percibirte-dije yendo por uno de los corredores donde era más intenso el olor de mi presa.

Hoy iba a ser un buen día. Iba.

Hoy iba a entrevistar a nada menos que Tony Stark. Sí, señores. Eso es apuntar bien, ni alto ni bajo, bien. Me desperté con tiempo, por lo que me duché con calma, desayuné acariciando a Ifrith y después di un paseo con él antes de encaminarme hacia la torre Stark. Tras el viaje en avión, alquilé un coche parecido al mío, en negro mate. No era lo mismo, pero qué puedes pedirles a estos neoyorkinos...

Mientras conducía oía la radio y pusieron una de mis canciones favoritas de los Rolling - Anybody seen my baby, y como es lógico, la canté a grito pelao sin preocuparme de la carretera más de lo estrictamente necesario. Aunque quizá debí prestar más atención a mi alrededor. Cuando llegué a las inmediaciones de la torre, algo pasaba. Cristales, ventanas rotas, seguridad, policía, ambulancia, forenses... ¿Qué demonios ocurre aquí?

Decidí aparcar el coche a unas manzanas de distancia para evitar que se estropeara su perfecto acabado mate, y me acerqué a pie por la parte de atrás. Estaba también cercada por la policía, pero había menos vigilancia, así que me colé. Y... wow. No sé si los policías habían llegado ya a la parte de atrás de la casa pero... menudo desastre. Opté por salir corriendo escaleras arriba, donde estaba citada con el señor Stark para nuestra sesión, cuando no había policías mirando.

Cuando llegué a la zona de la torre acordada, me quedé sin palabras. Mantuve la respiración para no llamar la atención del individuo tan salvaje que estaba divisando. Parecía estar de cacería. Murmuraba cosas sobre percibir a alguien, pero... ¿a quién? ¿Y dónde estaba el señor Anthony Stark? Su torre estaba siendo destruida por un ser que desde luego no era humano, y buscaba a alguien. Finalmente, seguí al individuo silenciosa y cauta. Estaba allí por trabajo pero, dioses, qué curiosidad tenía. Y si tenía problemas siempre podía huir, ¿no?

-¿A quién buscas, querido?- pensé. Sería mejor no abrir la boca hasta encontrar un sitio seguro.

Le había visto, de camino al trabajo; había parado en una papelería que le caía de camino para comprar cartuchos de recambio para su estilográfica, se la había regalado su abuelo, que insistía siempre en que los documentos importantes siempre debían firmarse con estilográfica, decía que las buenas costumbres de escribir con pluma no debían perderse y que con estilográfica era más difícil que copiaran tu firma. No tenía muy clara la certeza de esta última afirmación, pero aquella pluma era un regalo de su abuelo y la utilizaba siempre que tenía ocasión.

Había escuchado un ruido en el callejón trasero, que compartía con una librería y un bar irlandés, seguramente un buen sitio al que ir si querías una pinta de cerveza negra bien tirada, por un momento pensó que serían los camareros sacando la basura, pero el grito ahogado que llegó hasta ella y la hora le indicó que era poco probable que a alguien estuviera tirando nada en los contenedores, cuando se asomó para ver que pasaba lo vio, aquel hombre enorme despedazándole la garganta a otro con sus propias manos, era horrible... Y por muy cobarde que pareciera, huyó, no podía hacer nada por el hombre muerto entre bolsas de basura, y estaba casi segura que el asesino también acabaría con ella si tenía oportunidad. Llegó hasta la torre como alma que lleva el diablo y se encerró en su despacho a cal y canto con la intención de llamar a la policía, aunque pudo escuchar su voz, la del hombre que le había desgarrado la garganta al otro, mientras ella subía las escaleras a toda velocidad. La había seguido, la estaba cazando... iba a morir si no alcanzaba pronto su despacho...

Estaba a sólo un pasillo de distancia de aquel tipo cuando escuchó una voz femenina que preguntaba a quien buscaba. Sea quien fuera se había vuelto loca... Se acercó, con toda la intención de agarrar a quien fuera y arrastrarla con ella hasta la seguridad de su despacho, sería lo mejor. Cuando llegó se encontró con la doctora Belmont, la psiquiatra a la que había pedido que hiciera un diagnóstico inicial de Tony, los motivos por los que últimamente estaba tan fuera de control... Definitivamente, se le había pegado algo y se había vuelto loca...