Big in Japan (Martha / 15-06-2019 )

Había surgido un pequeño contratiempo. Pocas personas conocían la verdadera naturaleza del Ente, pero de las tres que las conocían, una estaba en paradero desconocido, el otro estaba encerrado y listo para sus planes, el problema era el tercero. Un exorcista, un mago con el que la pobre Martha compartió un amor rápido pero fuerte.

Mas no era Martha la que controlaba aquel enorme cuerpo.

El ente movió el dispositivo dejado por Javis a su sobrina entre sus enormes manos, grandes para una mujer pero que pasaban desapercibidas por su altura. Llevaba unos días localizando al tal Edward y si algo tenía que decir a su favor era que fue algo difícil de encontrar. Pero al Ente no se le escapaba nada ni nadie.

Llevaba puesto una chaqueta negra de cuero tipo guardapolvo, con las solapas bajándole por los hombros. Su cabello estaba recogido en un moño que sobresale por su sombrero stalker impoluto, su rostro deformado asomando bajo la sombra de la visera pues el Ente no tenía necesidad de esconder aquella horrible malformación. Su camisa era blanca y algo manchada, con restos de polvo asomando a través de las arrugas de  tela. Su pantalón negro acababa en unas botas marrones mas sucias si cabe que la camisa.

Había llegado al lugar en el que se encontraba su objetivo, un país lleno de lo que él perfectamente podría llamar una subraza humana desagradable, unos hombrecitos orgullosos y nacionalistas que aún sentían con gran fervor aquellos ideales que les llevaron a participar en la segunda guerra mundial. El Ente se rió en su interior; como si cualquier ser de este asqueroso planeta tuviera algo de lo que estar orgulloso, fuera belicoso o no.

Atravesaba aquellas calles llenas de personas como un tiburón atravesando un banco de boquerones, la gente apartándose nada más tenerla cerca. Le miraban con ojos que, al primer vistazo mostraban cierta aversión, pero al segundo se transformaba en miedo al ver aquella figura tan intimidante pasar a su lado, aquel rostro demoníaco que escondía en su interior algo más horrible, más despiadado que cualquier demonio del más profundo infierno.

Sus agudos ojos observaban cada movimiento entre las personas, buscando cualquier indicio por pequeño que fuera de que el mago se encontraba cerca.  Las gotas caían por la visera de su sombrero cuando vio al vagabundo y sus ojos le siguieron por la calle, no dejando que se saliera de su campo visual. Parecía estar hablando algo, diciendo algo en el idioma de aquella gente, un idioma que el Ente conocía.

Pues él lo sabía todo y nada se escapaba de el.

Gracias a seguir con la mirada a aquel vagabundo, pudo ver a otro hombre cerca de un puesto de ramen e incluso a través de las gotas de lluvia pudo ver que era su presa. Siguió andando con un ritmo tranquilo, pues al ya tener al hombre en su mirada ya tenía conocimiento pleno de que no se le podría escapar. Mas eso no significaba que primero se… divertiría con él un poco.

Cuando aún le quedaban varios metros para llegar hasta él, vio cómo se metió en el pequeño tenderete de ramen, la tela azul con kanji blanco cubriendo parcialmente el interior. Entró al igual que él, su impresionante estatura obligando a estar agachado, su sombrero ligeramente inclinado hacia abajo mientras se sentaba al lado izquierdo de Edward. El tendero se acercó a hablar con él, pero antes de que dijera nada, el Ente hablo con una voz entre la femenina de Martha y la grave y tenebrosa de el

- Bīru to rāmen o ippai kudasai

El hombre sonrió ante el uso de su idioma, más al ver el rostro de aquella mujer sus ojos se giraron rápidamente y decidió seguir preparando las órdenes de sus dos clientes antes de seguir viendo aquel rostro tenebroso. Le puso la cerveza en la barra y la lata quedó empequeñecida en las manos de aquel cuerpo gigante. Sin mirar a Edward, anuncio:

- El hombre que se proponga la tarea de distinguir el hilo del orden en el tapiz - dio un sorbo a la cerveza y la apoyó en la barra de nuevo - por esa sola decisión se habrá hecho cargo del mundo, y sólo mediante esa toma de control logrará encontrar la manera de dictar los términos de su propio destino.

La córnea de sus ojos se giraron hacia su derecha, mirando de reojo al hombre que, por la altura y por la disposición del cuerpo de Martha, parecía empequeñecido. Edward fue servido primero, mientras que su plato tardo un poco más en llegar, claro que no era de importancia teniendo en cuenta que no pensaba comer y tampoco pensaba dejar a tendero con vida, sus ojos mirando fríamente al hombre a su lado

- Un hombre difícil de encontrar, te felicito - tomó otro sorbo - pero no lo suficiente, nada escapa de mi - giró su cabeza hacia el hombre y le miró con unos ojos que bien podrían haber derretido la columna de cualquier hombre y haberlo transformado en una masa heterogénea temblorosa - Todo lo que existe en la creación sin mi conocimiento existe sin mi consentimiento y tu conocimiento sobre mi existe sin mi consentimiento.

Dio un último y largo sorbo a la cerveza, antes de preguntar

- ¿Qué crees que debería hacer yo ante eso, eh?