Es un lugar hermoso, tengo que reconocérselo. La presa se ha construido formando una especie de lago que parece natural, encerrado en el centro de una cadena de montañas. No hay por donde salir si no es por vía aérea. En otras palabras... estoy prisionero.
-
¿Y bien? -inquiero, agazapado en una oquedad dentro de la pared de piedra-
. ¿No vas a dejarme ir hasta que aprenda la lección que quieras que aprenda, sea cual sea?Superman niega con la cabeza.
-
No. No es eso en absoluto. Si quieres que te lleve de vuelta a Gotham, lo haré de inmediato, pero no es el caso, ¿verdad? Si realmente lo quisieras, estoy seguro de que tendrías formas de marcharte. ¿No tienes un avión controlado de manera remota? Es más, si no quisieras estar aquí conmigo habrías encontrado la forma de detenerme. De no haber querido venir, jamás habríamos salido de la batcueva. Pero a pesar de tus palabras, en tu fuero interno sabías que teníamos que arreglar las cosas. De haber percibido que te estaba llevando en contra de tu voluntad, no lo habría hecho. Yo jamás te forzaría a nada, Bruce. Visto ahora, en retrospectiva, resultan irónicas sus palabras considerando cuanto ocurrió después. Pero, en ese momento, le creí con todo mi ser. No habría existido fuerza en la tierra capaz de hacerme dudar de él.
-
No hay nada que arreglar -musito, desanimado.
-
No es verdad. No me siento cómodo dejando las cosas así entre los dos, y sé que tú tampoco.-
No hay nada que arreglar, Clark -repito, obstinado-
. El Joker asesinó a Jason. Yo quise vengarme y tú me detuviste. Dijiste que harías cualquier cosa que fuera necesaria para asegurarte de que no le hacía daño. Y después me entero de que justo antes habías ejecutado a tres kriptonianos. -
No lo entiendes, no quería...-
No querías que nadie excepto tú decidiera quién puede vivir o morir. Eso al menos lo veo claro.-
No -me corrige, con calma-
. No quería que pasaras por lo mismo que yo. Lo que hice... no fue sencillo. Pesó sobre mi conciencia... Me desgarró. Hizo que me exiliara de la Tierra durante un tiempo.-
No -replico yo-
. Huiste de las consecuencias de tus actos y de tus responsabilidades.-
Dime la verdad, Bruce... Ahora que ha pasado un tiempo... Más en frío... Ahora que has tenido la ocasión de pensar y reflexionar de manera objetiva... ¿No estás agradecido de que te impidiera hacerlo? No respondo.
-
Te conozco, Bruce. Creo de hecho poder afirmar que estoy entre las dos o tres personas que mejor te conocen. Sé que matar al Joker no te habría hecho sentir mejor. Tienes que afrontar lo que pasó, y quiero ayudarte. Yo mismo he pasado por algo muy parecido.Le doy la espalda. No estoy preparado para mirarle a la cara.
-
Yo no le maté... Ni apreté el gatillo contra Bárbara... Pero es como si lo hubiera hecho. Yo les entrené... Les dejé llevar los trajes que les convirtieron en objetivos. Da igual que el Joker disparara a Bárbara Gordon y no a Batgirl. Sólo era cuestión de tiempo. Yo tengo la culpa, Clark...-
Si hubieras impedido que vistieran los trajes que llevaban habrían llevado otros diferentes. Y sin tu entrenamiento, Robin podría haber muerto hace mucho... y Bárbara podría estar peor que lisiada. Eso es lo que tienes que recordar... Por eso te he traído aquí. Lo que hacemos no es por la muerte; Es por la vida.-
No puede haber una sin la otra -musito, sombrío-
. El mundo sería un sitio mejor sin el Joker, Clark... Nunca podrás convencerme de lo contrario.Me acerco más a la orilla del lago improvisado. Las olas se acercan hasta casi lamer mis botas. Superman me sigue.
-
Después de que el Joker asesinara a Robin y de que los dos luchárais en aquél helicóptero... Tú saltaste antes de que se estrellara, pero no te lo llevaste contigo. Querías que el accidente lo matara, ¿verdad?Siento el peso de sus palabras en mi alma mientras miento para justificarme.
-
Yo mismo salté en el último momento. Si hubiera intentado salvar a ese demonio habríamos muerto los dos.-
De acuerdo -Clark cierra los ojos, pensativo-
. ¿Y si hubiera sido completamente al revés? ¿Y si hubieras estado seguro de que ibas a morir? Con una mano encadenada a una bomba a punto de explotar, sin escapatoria posible... y en la otra mano, sujetando al Joker. ¿Le dejas escapar para que viva y pueda volver a matar...? ¿...o lo mantienes sujeto?Durante un par de segundos, nadie dice nada. Me mantengo impertérrito, inmóvil. La apariencia perfecta de una estatua impasible. Pero estoy convencido de que los latidos de mi corazón resuenan con tanta fuerza como para opacar el rugir de las olas. ¿Por qué hay olas siquiera? No debería haber olas en una presa, pero empiezo a notar la humedad en las botas.
-
Eso no pasaría -consigo decir al fin, tratando de convencerme a mí mismo de que realmente tengo esa seguridad-
. Siempre hay otro modo. Alguna forma de escapar. ¿Qué hay de ti? -le dirijo una mirada penetrante-
. Si estuvieras en una situación similar... enfrentado a una fuerza destructiva imparable que aniquila todo y a todos en su camino, incluyéndote a ti. La única forma de detenerlo es matarlo. ¿Lo harías?-
¿Si fuera la única manera? -Clark mira al horizonte, hacia el sol que empieza a alzarse por encima de las montañas-
. Sí. Lo tumbaría con mi último aliento.-
Pero no es lo que pasó, ¿verdad? -no puedo evitar que el resentimiento vuelva a asomarse a mi voz-
. Esos tres kriptonianos a los que asesinaste ya estaban vencidos. Derrotados.Clark suspira y agacha la mirada.
-
No me siento orgulloso de eso. No es como me criaron mis padres. Siempre me he impuesto límites que no me había permitido cruzar. Hasta ahora. Pero esas personas... habían cometido genocidio a escala planetaria. ¿Y sabes qué es lo que no paro de pensar? ¿Lo que realmente hizo que me marchara al espacio profundo?No respondo. Ninguno de los dos dice nada durante al menos cinco segundos.
-
Que lo volvería hacer. Sin dudarlo un segundo, si la situación lo requiriera. Si así pudiera salvar vidas... Evitar que volviera a suceder algo semejante.Estúpido, estúpido, estúpido...
Aquello había sucedido hacía mucho tiempo... Pero, aún así... ¿cómo pude haberlo olvidado? Prácticamente me confesó lo que haría en el futuro. ¿Cómo pude...? ¿Cómo pude no preverlo? ¿Cómo es que no anticipé todo lo demás? ¿Acaso mis propias emociones ante la magnitud de lo sucedido nublaron mi juicio? ¿Quizá porque me sentía... culpable?
-
Es una pena que los humanos no podáis ver el sol directamente cuando sale -comenta, con la mirada perdida en el horizonte-
. Es un espectáculo realmente hermoso.Es cierto, no puedo mirar al sol directamente, pero puedo ver cómo se refleja en sus ojos. Nunca pensé que podría añorar tanto una sonrisa.
-
La luz te sienta bien, Clark. La oscuridad... es una carga pesada. Mi carga, mi regalo hacia ti; la sombra que hacía brillar aún más tu luz. Se suponía que tú tenías que traer la luz a la humanidad. Nunca debiste... Nunca debiste pasarte a la oscuridad. Esa debería haber sido mi carga, Clark... Mi carga, no la tuya...Me mira, con genuina sorpresa.
-
¿Qué? ¿Qué dices?Intento responder, pero no puedo. El agua ya me cubre la cabeza y lo único que sale de entre mis labios es un barboteo ahogado.
-
Te he preguntado qué dices -repite el Joker.
Estoy maniatado en la orilla de la playa desierta, a aproximadamente media hora de camino en coche desde Gotham, incapaz de moverme sobre la tierra húmeda sin el uso de mis piernas, y la marea ha ido subiendo lentamente mientras que el Joker se dedicaba a hablar sin parar y a hacer castillos de arena con un ridículo set infantil. Lleva un bañador negro de cuerpo entero que no hace más que resaltar la lividez enfermiza de su piel.
Las olas me sacuden, me inundan, me entierran en la arena, y apenas se retiran el tiempo suficiente para permitirme dar una bocanada desesperada de aire antes de volver a sumergirme otra vez. La sensación de ahogo es espantosa. Probablemente una de las peores formas de morir. Mi cuerpo se agita y se sacude descontroladamente y no tengo forma de evitarlo. Es una reacción totalmente instintiva y primaria sobre la que el cerebro consciente tiene muy poco que decir.
Finalmente, después de un tiempo que se me antoja eterno, el Joker decide tirarme del pelo para levantarme la cabeza del agua.
-
¿Te han dicho alguna vez que eres una compañía de lo más aburrida, Brucie? -inquiere, con esa sempiterna sonrisa burlona estampada en el rostro-
. Me he tomado la molestia de traerte hasta la playa para jugar con la arena y no sólo no me das las gracias sino que ni siquiera eres capaz de ofrecer una conversación decente. ¿Es que tus padres no te enseñaron modales? Oh, espera... Supongo que no les dio tiempo, ¿verdad? Quiero matarlo. Quiero matarlo con tanta intensidad que duele. Quiero cerrar las manos en torno a ese cuello tan delgado y frágil y mantenerlo debajo del agua hasta que los ojos se le salgan de las órbitas. Quiero...
-
Bueno, no te preocupes, cariño... Para eso está aquí papi Joker... Para enseñarte modales -me suelta el pelo y el agua me engulle de nuevo-
. ¿Cómo dices? No puedo escucharte bien... Avísame cuando estés dispuesto a pedir perdón y cambiar de actitud, y, entonces, nos volveremos a casa. ¡Nada de playa o juegos para los niños malos! * * * *
-
Huye conmigo -dice una voz de mujer tras de mí.
Selina está tumbada a mi lado en el camastro. Reconocería su voz en cualquier parte.
-
Tú me salvaste de Bane... Yo puedo salvarte de él. -
No puedo -musito, con el corazón en un puño-
. No puedo marcharme. No ahora. La otra noche vino a visitarme llevando la máscara de Crane... Debo de estar más confundido de lo que pensaba, porque, por un instante, casi llegué a creer que era realmente él. A la mañana siguiente, el Joker había programado una de sus "excursiones". Sus hombres me llevaban en la silla de ruedas y le vi salir de una puerta que conducía a un laboratorio. En los breves segundos que permaneció abierta, pude ver el instrumental, así como diferentes neveras. El olor a químicos pesaba, denso, en el ambiente. El Joker llevaba una máscara de gas, y pude reconocer la característica tonalidad verdosa en los residuos que flotaban en el ambiente del laboratorio antes de que la puerta se cerrase.
Creo... Creo que está experimentando con el gas del miedo, y no puedo evitar que las implicaciones me aterroricen. Es como revivirlo todo de nuevo. En ésta dimensión no existe Superman, pero sí otros metahumanos muy poderosos, como Wonder Woman, o J'onn. Me estremezco al pensar en los horrores que el gas del miedo podría recrear en sus mentes. Si J'onn imaginase que la Tierra está siendo invadida por los mismos seres que causaron la destrucción de su planeta, el caos sería terrible.
Mientras sólo se divierta conmigo está bien. Es lo que me digo una y otra vez para intentar sobrellevar ésta locura sin perder por completo la cordura. Es como debería haber sido. Nunca debió haber ido a por Superman, ni a por Gordon, ni a por Bárbara... Él es mi cruz. Mi penitencia. Sólo yo debo cargar con ella. Nadie más.
Al principio albergaba esperanzas de que Diana viniera a buscarme. Ella me encontró en la India. Sabe que estoy vivo y podría descubrir que nunca llegué a reencontrarme con los míos. Pero ahora lo último que deseo es que Diana se acerque a él. No puedo condenar éste mundo también. Necesito encontrar la manera de destruir sus fórmulas, sus depósitos... No puedo permitir que experimente en nadie que no sea yo. No puede volver a repetirse lo de Metrópolis.
-
Bruce... -noto la mano femenina en mi espalda-
. Tienes que dejar de pensar que cada cosa mala que ha ocurrido desde la destrucción de Metrópolis es por tu culpa, por algo que hiciste mal.-
Cometí muchos errores -contesto, con un nudo en la garganta-
. Que Damian se fuera... fue culpa mía. Toda la ira y el resentimiento de Clark... eso también fue culpa mía. Le fallé a mi amigo y ahora ya no está. Debería haber sido capaz de descifrar el plan del Joker. Debería haber sabido cómo reaccionaría Clark. Cada mala decisión estratégica... La muerte de Ollie, la...-
Todos cometemos errores, Bruce. El Joker no es culpa tuya. Superman no es culpa tuya. La muerte de Dick no es culpa tuya. Ni la de Ollie, ni la de Kate...-
No... -aprieto los puños-
. La muerte de Kate fue culpa tuya. Si no le hubieras revelado mi posición a Superman... Si no le hubieras dicho dónde me ocultaba...Wow. Jamás tuve ésta conversación con ella. Cuando derrotamos a Clark también la arrestamos a ella, y, cuando, tiempo después, nos volvimos a encontrar, no llegamos a hablar nada. Sencillamente continuamos como si nada hubiera ocurrido. El viejo baile comenzó de nuevo como si ninguno de los dos hubiera olvidado los pasos. Creí que estaba todo olvidado. Estuvimos viviendo juntos, íbamos a casarnos... No pensaba que aún tuviera ésto dentro de mí. Siempre es el mismo problema conmigo, ¿verdad? El no hablar las cosas. Lo mismo que siempre me reprochaban Dick, Alfred, Clark...
-
Siento lo de Kate -musita ella con la voz rota-
. Pero en ése momento no se me ocurría otra manera de mantenerte con vida. Él me juró que no te haría daño... No podías ganar, Bruce... Sólo quería ayudar.-
No. Querías huir. Así que huiste en lugar de seguir luchando.-
¿Sabes, Bruce? Tu eterno problema es pensar que tienes que salvar a todo el mundo, y si para ello tienes que morir, lo aceptas con los brazos abiertos. Pero yo no necesitaba un salvador, ni tampoco un mártir. ¿Es que no lo entiendes? Te quería a ti. Sólo a ti. Vivo. Y bien.Trago saliva.
-
Y yo te quería a ti. Por eso estoy aquí. Quizá no debería haber venido a buscarte. Quizá fue un error pensar que podríamos tener una vida juntos. Siempre fuiste un alma libre, Selina... Quizá debería simplemente haberte dejado ir. Tendría que haberlo aceptado como una señal de que, quizás, no estábamos hechos para estar juntos. Después de todo, nunca he creído en el destino. Desde que te conozco, siempre has querido huir. Huías, y yo te perseguía, año tras año, siempre el mismo baile eterno en los tejados, pero yo no dejaba nunca de perseguirte. Y después, en la insurgencia, quisiste huir, y me entregaste a Superman, y aún así, volvimos a bailar. Y la noche de la boda desapareciste otra vez. Debería haberte dejado huir, pero no, te perseguí una vez más, y, ¿para qué? La Selina que yo conocía ya no existe, igual que dejó de existir el Clark que una vez conocí. Debería haberme quedado en mi mundo. Debería haberte dejado huir. >>
Pero, entonces... ¿quién impediría lo que quiera que el Joker pretende hacer con el gas del Espantapájaros? Si Batman no está... ¿a quién escogerá para jugar? Sé dónde debo estar. Y ése lugar, ahora mismo... es aquí. Hasta que encuentre la forma de detenerle. Aunque me cueste la vida. El Joker es mi responsabilidad. Siempre lo ha sido, y siempre lo será. Hasta que uno de los dos muera.No hay respuesta. Ella ya no está, y yo lucho por contener el dolor que desgarra mi pecho.
* * * *
17/05/2019Tiene que ser hoy. No puedo demorarlo más. Ayer, Joker tuvo un encontronazo con un vigilante que portaba el manto de Batman, posiblemente Dick, o Tim. Damian es aún demasiado pequeño en ésta dimensión para llevar el traje, y si hubiera sido Jason, Joker no seguiría vivo. Ese payaso psicótico estuvo probando el gas del miedo con él. Ha estado alardeando hoy de eso. Ésto no puede continuar, no puedo permitirle ir a más. Si llegara a emplear ese gas sobre individuos más peligrosos, con un mayor potencial destructivo, los daños pueden ser abrumadores, y no habría nadie ahí fuera para pararlo. De la manera que sea, ésto termina hoy.
Sigo sin saber qué es lo que Joker conoce con exactitud. Sabe que tengo hijos, conoce a mi familia y no se ha dejado engañar otras veces cuando otros llevaban mi traje, pero una vez más, con él es imposible saber lo que hay en su cabeza. Por fortuna, no pasa lo mismo con sus hombres. Bruce Wayne es, en apariencia, un tipo inofensivo, tanto que por lo general, salvo él, nadie me presta atención cuando me mueven de aquí para allá, por lo que he podido memorizar los puestos y turnos de vigilancia. Sin tener conocimiento de las horas es difícil ser preciso, pero creo que me he hecho una idea bastante aproximada.
El Joker estaba ansioso por volver a trabajar en el laboratorio, así que uno de sus matones se ha ocupado de darme de cenar. Le ataqué, pillándole de improviso, y conseguí que los cubiertos cayeran al suelo. El gesto me valió unos cuantos puñetazos; la silla se volcó y no se molestaron en enderezarme de nuevo ni en soltarme las ligaduras antes de salir, pero no importa. Se llevaron el cuchillo, pero se olvidaron el tenedor. No necesito más.
Una vez me he desatado, me arrastro hasta la puerta y fuerzo la cerradura utilizando las púas del tenedor. Apoyándome en la silla a modo de soporte, me incorporo, abriendo con lentitud. Al otro lado hay un guardia, pero casi siempre está leyendo. ¿Y por qué no? Un playboy lisiado no debería suponer ningún problema serio, ¿verdad?
Con rapidez, le agarro la cabeza y le golpeo contra la pared con toda la fuerza que soy capaz de reunir, pero no es suficiente. Estoy débil, y el ángulo al que me fuerza mi precario equilibrio no es el idóneo. El hombre grita de dolor, aunque el sonido llega ahogado por la mano que le cubre la boca, pero se las arregla para arrojarme un puñetazo. Me agacho por un instinto reflejo desarrollado en centenares de peleas, hundo el hombro en la espalda del hombre y le doblo la mano derecha tras él, dejándome caer encima para tirarlo al suelo. El hombre es claramente un luchador; rueda sobre sí mismo, forcejea y lanza patadas para tratar de librarse, pero yo soy mejor. Le doy un rápido puñetazo para atontarlo y rodeo su cuello con el antebrazo, apretando hasta dejarle sin oxígeno. Es fuerte y bastante resistente; se retuerce y patea, estirando furiosamente los brazos hacia atrás para tratar de agarrarme, pero no cedo en mi presa, y, al cabo de un rato, queda inerte. Mantengo la presa veinte segundos más para asegurarme antes de dejarle caer descuidadamente al suelo.
Me arrastro por el pasillo. No sé dónde han dejado la silla de ruedas, pero no importa. No creo que consiguiera escapar ni siquiera con ella, y no es lo que pretendo. Recorro de memoria el camino hasta el laboratorio. La puerta está cerrada con llave pero la fuerzo sin problemas y entro al interior. Analizo rápidamente el instrumental, tomando nota de todo cuanto observo, y me dirijo directamente hacia la nevera. Dentro hay multitud de pequeños frascos y viales con una sustancia que se parece demasiado a la toxina de Crane. Desenchufo la nevera y vuelvo hasta el escritorio. Cojo todos los papeles y documentos repletos de fórmulas y los arrojo a la papelera, encendiendo uno de ellos en el crisol y utilizándolo después para prender fuego a todos los demás.
Escucho gritos fuera. Alguien ha debido encontrar al guardia y están dando la alarma. Lo más probable es que piensen que he intentado escapar, así que mirarán primero los terrenos próximos a la salida. Eso me da unos minutos de margen, pero no es mucho tiempo. No tardarán en mirar aquí, y no puedo jugármelo todo a una hipotética estupidez que les impida darse cuenta del cable desenchufado. En cuanto vean el pequeño incendio de la papelera será fácil deducir lo que estoy haciendo, y no ha transcurrido el tiempo suficiente como para echar a perder las muestras. Tendré que recurrir a medidas más... extremas.
Tengo que actuar con rapidez. De todo lo que hay en el laboratorio, lo menos mortal es un pequeño frasco de agua oxigenada. Rasgo una tira de mis vestiduras, la empapo con el peróxido de hidrógeno, me cubro con ella la nariz y la boca tratando de inhalar lo menos posible y procedo a destrozar lo más rápidamente que puedo los frascos de la nevera. Estoy paralítico, no podré apartarme con la suficiente rapidez como para que no me afecten los vapores, así que lo único que puedo hacer es tratar de minimizar los daños en la medida de lo posible.
El peróxido de hidrógeno me irrita la garganta y me provoca dolor de cabeza. Siento una oleada de náuseas crecer en la base del estómago. Me aparto de la nevera lo más rápidamente posible, arrastrándome como buenamente puedo en dirección a la puerta. Siento la humareda verde que me persigue, pero no puedo hacer nada. Me desplomo al otro lado del laboratorio apartando la tela mojada con un violento acceso de tos y vómitos. La puerta se cierra a mi espalda. Estoy muy mareado y me noto ardiendo de fiebre. No sé cuánto gas del miedo he llegado a inhalar.
-
Brucie-baby, ¿qué haces fuera de la cama a éstas horas? -mareado, muy mareado. No consigo enfocar bien la vista. Hay un hombre... se inclina hacia mí. Parece... parece...
-
¿Papá? -musito, febril.
-
Oh, has sido un niño muy, muy, pero que muy malo, Brucie... No paras de portarte mal, vamos a tener que hacer algo al respecto...Noto que me levantan en volandas, me arrastran por un pasillo tan inmenso y lóbrego como los de la mansión. ¿He vuelto a casa? ¿Estoy en... casa? Pero la mansión... la mansión se destruyó...
Se abre la puerta de mi habitación, pero hay sonido de cerrojos y cadenas, y lo que hay al otro lado es una camilla de hospital con correas de cuero para mantener inmovilizado al paciente. El joker está al lado, dando suaves palmaditas sobre el colchón.
-
Ya has escuchado a papi y mami, Brucie... Has sido un niño muy, muy malo... ¿Cómo deberíamos castigarte? Papá me obliga a sentarme a su lado; siento su presencia cernirse sobre mí como algo aterrador y oscuro.
-
¿Qué es lo que más temes? -el susurro, impregnado de amenaza, repta por mi nuca hasta deslizarse en mi oído. Abro la boca para decir algo, pero me falta el aire, me asfixio y lo único que puedo hacer es mirar ese espantoso rostro deforme de ojos inyectados en sangre-
. Me odias, ¿verdad? -la pregunta, una afirmación, mientras dedos afilados como garras me toman por el mentón. Y se acerca, se acerca tanto que puedo oler la espantosa mezcla de productos químicos que emana de él, y cuando habla, lo hace en un tono tan bajo que sólo yo puedo oírle-
. Pero Brucie... yo te quiero...Sonríe. Y la sonrisa de su rostro se desencaja de manera monstruosa para mostrar sus terribles colmillos. La habitación entera se deforma, y él parece crecer hasta tocar el techo, la sonrisa más grande que todo su rostro con ojos demoníacos repletos de maldad. Extiende de nuevo las manos hacia mí, esas manos de dedos largos, pálidos y afilados, y pienso que va a devorarme.
-
No -musito, tratando de liberarme, pero no puedo. Papá todavía me sujeta para que reciba mi castigo, y es demasiado fuerte, y está demasiado enfadado-
. ¡Papá, no, por favor! ¡Suéltame! ¡Noooo!El monstruo que es ahora Joker se echa a reír, y la risa retumba en mis oídos. El suelo se resquebraja bajo mis pies y caigo.
* * * *
Es curiosa la claridad que te da la oscuridad.
Estoy de nuevo en una habitación, cara a cara con el Joker. Salvo porque ésto es un recuerdo, y, en el recuerdo, las tornas están invertidas.
No consigo olvidar la conversación. Esa... maldita... conversación.
-
¿Por qué? -le increpo, furioso, cerniéndome sobre él.
-
¿Por qué? -se sorprende él, impávido-
. ¿Necesitas un motivo? Seguramente fue el mismo por el que la semana pasada maté a aquél perrito de una paliza con un gatito. Cuando los ladridos y los maullidos paran, y todo lo que te queda es un amasijo de pelo, sangre y sesos... Bueno, es una sensación de calidez difícil de superar.-
Ésto siempre se ha reducido a nosotros -exclamo, agarrándole violentamente por las solapas-
. ¿Por qué le has hecho ésto a él?¿Por qué? Repito como un eco en mi mente. ¿Por qué? La respuesta es devastadora, totalmente desprovista de emoción o significado. Como quien se limita a leer la predicción del tiempo.
-
Todas las veces que nosotros dos jugamos, yo pierdo. Ya empezaba a aburrirme de perder siempre. Pensé que podía probar con el "modo fácil" por una vez. Y ha sido fácil -constata, con esa espantosa sonrisa marcada con sangre en la cara-
. Tan fácil como matar de una paliza a un perrito con un gatito.>>
Alguien te lo arrebató todo a ti también, ¿verdad, Bats? Y mira en qué te has convertido... En una pequeña bola de furia que no deja de dar puñetazos y patadas. ¿En qué crees que se convertirá Superman? Es un Dios que se ha engañado a sí mismo para creer que es un hombre. ¿En qué irá a transformarse?-
Hay cosas que ni siquiera tú puedes corromper, Joker.Entonces lo creía. Estaba convencido de cada palabra. Ahora me resulta inconcebible, pero entonces... Él representaba todas y cada una de las cosas en las que deseaba creer. Era mi héroe. ¿Y cómo no iba a serlo? Era Superman.
Joker se echó a reír.
-
Oh, Batsy. Eres tan mono... ¿De verdad piensas que seguirá siendo divertido jugar con tu amigo?-
Llorará por su pérdida, pero continuará siendo uno de los mejores hombres que conozco.Estúpido. Tan... estúpido... Bruce Wayne murió aquella noche en el Callejón del Crimen. ¿Por qué era incapaz de concebir que Clark Kent pudiera correr el mismo destino?
Porque... era mejor...
Siempre fue mucho mejor que yo... Todos lo eran.
-
No -la pared de la sala de interrogatorios acababa de reventar por los aires y Joker miró en su dirección con una amplia sonrisa en el rostro-
. Creo que será mucho más divertido que eso.Lo que ocurrió después está grabado en mi mente como si hubiera sucedido a súper velocidad. Mi recuerdo es el de no haber podido moverme. Clark me había lanzado violentamente hacia atrás, y mi sensación fue de absoluta impotencia.
Pero quizás no fue así. Quizá simplemente me quedé bloqueado. Quizá simplemente no podía creer lo que estaba sucediendo. O no quería.
Ésta vez no me quedo quieto. Con la mano izquierda le tiene cogido del cuello. La derecha retrocede para tomar impulso. No intento pararla, sé que no tendría la menor posibilidad. En lugar de eso me sitúo rápidamente entre él y su presa. Superman se detiene. Me mira con ojos inyectados en sangre.
-
¿Qué diablos estás haciendo? -me grita.
-
Te impido hacer algo de lo que te vas a arrepentir -respondo con firmeza. Él aprieta los labios.
-
Pues llegas tarde... porque ya lo he hecho -musita, y veo las lágrimas en sus ojos. Lágrimas de furia y dolor-
. Joker debe ser castigado. Tú, más que nadie, deberías entenderlo.-
Y estoy de acuerdo... pero no así.-
Díselo a todos los que han muerto en Metrópolis -susurra, conteniendo apenas la ira-
. Piensa en todos los que han muerto por su culpa. Piensa en todos los que se salvarán cuando él ya no esté.Me quito la máscara para mirarle a los ojos. Sé que Clark prefiere que le mire a la cara cuando hablamos, y es lo mínimo que le debo.
-
La muerte de mis padres... y cómo me sentí después... tomó posesión de mí -musito, sintiendo un nudo en la garganta-
. Me llevó por un camino muy oscuro. De no haber sido por vosotros... Diana, Barry, los chicos, tú... Vosotros me encontrásteis en la oscuridad. Me llevásteis hacia la luz. Tras la muerte de Jason, tú estabas ahí, impidiendo que volviera a internarme en ese camino. Es un camino que no te conviene seguir. Créeme -busco sus ojos con la mirada, tratando de encontrar algo de aquella vieja luz-
. No quiero que recorras ese camino -extiendo la mano para apoyarla sobre el brazo que sostiene en el aire al Joker-
. Ahora, déjalo ir. Suéltalo. Deja que la justicia se encargue. Por favor.Es increíble el poder que pueden llegar a tener dos palabras tan pequeñas. Son tan cortas que parecen fáciles de decir. Pero no lo son. No lo son en absoluto.
Desearía haberlas dicho entonces.
Si lo hubiera hecho, quizás... quizás todo habría sido diferente.
Quizá todos seguirían vivos. Clark seguiría siendo Clark. Y aunque posiblemente habría viajado igual hasta ésta dimensión buscando a Selina, no estaría parapléjico y éste Joker jamás habría podido capturarme.
Dos simples palabras, tan pequeñas, habrían podido cambiar el curso de todo.
Pero no sucedió así, y ahora vuelvo a estar en una habitación encerrado frente al Joker, como en un espantoso
déjà vu. Sólo que ahora las tornas están invertidas.
* * * *
-
Por favor... -vuelvo a repetir, aún bajo los efectos de la toxina del miedo.
-
Oh, ¿ahora te haces el bueno e inocente, Brucie? ¿Mirándome con esos ojitos de cordero degollado? ¿Después de lo que acabas de hacer? Tsk, tsk... casi diría que no me tienes miedo -vuelve a cogerme por el mentón. La presión es dolorosa ésta vez, y su sonrisa, aterradora-
. ¿Cómo podría ser? Dime: ¿lo sabes tú?Aprieto los ojos con fuerza. Tengo que recomponerme, ignorar los efectos del gas y recordar dónde estoy. Ésto no es la mansión Wayne. No soy un niño pequeño. Estoy con el Joker y tengo una fachada que mantener, especialmente después de lo que he hecho en el laboratorio. Necesito volver a convencerle de que sólo soy el simple y cobarde Bruce Wayne. Me relajo y, por un instante, me dejo llevar voluntariamente por el gas, nadando con la corriente para darle verosimilitud a mi actuación. Me estremezco ante su proximidad y su contacto. El sentimiento resulta más real de lo que me habría gustado admitir.
-
Cl... claro que te tengo miedo -musito, evitando el contacto visual para dejar clara su dominancia y dotando a la inflexión de mi voz de un leve y convincente temblor-
. ¿Cómo no tenerlo? Eres el Joker, has matado a cientos de personas.El Joker es un megalómano narcisista. Inflar su ego es la mejor posibilidad que tengo ahora mismo de salir bien parado de ésta situación. Veo el brillo de aprobación en su mirada y decido continuar por éste camino, pero aún me cuesta pensar con claridad y cometo un error:
-
Eres temido por todos. Incluso otros delincuentes te tienen miedo. El Pingüino, el Espantapájaros...La mano me golpea en la mejilla con tanta fuerza que hace que mi rostro gire violentamente hacia el lado contrario. Noto la sangre en el interior de mi boca.
-
No menciones a otros villanos. Eso me pone muy celoso. Oh, Brucie... -la mano blanca acaricia suavemente el lugar donde acaba de golpear, que ya empieza a enrojecerse-
. Me obligas a hacer cosas que no quiero hacer... Has sido muy, muy travieso... Creo que debería castigarte. Si tus padres lo hubieran hecho más a menudo ahora no estaríamos en ésta situación. Pero no lo hicieron, ¿verdad? Eras un niño mimado. El niño de mamá.Se sienta a horcajadas sobre mí y me pone la otra mano en el otro lado de la cara, obligándome a mirarle. Noto algo frío y punzante contra mi mejilla. No sé de dónde ha sacado el cuchillo, pero empieza a pasarlo por mi cara. Suavemente en principio, pero está tan afilado que no le hace falta más para hacer brotar un hilo de sangre.
-
No... no me toques... -musito con los dientes apretados, luchando inútilmente para quitármelo de encima, pero es imposible. Las correas de cuero me mantienen firmemente inmovilizado en la camilla. Quizá en otra época habría podido romperlas, pero no en mi estado actual-. El Joker tuerce el gesto con una mueca de fingida pena.
-
El niño dorado de Gotham City, el príncipe, ¿no es así como te llamaban? Siempre de fiesta en fiesta, siempre rodeado de lujos... Apuesto a que éso es lo que estuviste haciendo durante todo el tiempo que estuviste desaparecido, ¿eh? Rodeado de personas importantes de nombres rimbombantes y bebiendo champán del caro, ¿a que sí? Su mano se clava como una garra en mi cuello, apretando con una fuerza inusitada en alguien tan delgado al tiempo que el cuchillo punza sobre la arteria carótida. El Joker está loco, pero suele haber muchos altibajos en su locura, y sus ojos, en éste instante, relucen con un brillo auténticamente demencial.
-
¿Dónde estabas cuando la gente te necesitaba, Bruce? ¿Dónde? La adrenalina golpea con fuerza, ayudando a disipar los últimos trazos de la toxina que enturbiaban mi cerebro. Cuando el Joker entra en éste estado se convierte en un huracán; es imposible predecir lo que hará a continuación. Necesito calmarle, aplacarle como sea, y no tengo mucho tiempo. El cuchillo ya está empezando a romper mi piel y la presión de su mano hace que resulte muy difícil respirar. No entiendo a qué viene éste exabrupto ni lo que lo ha provocado, pero necesito distraerlo como sea. Simulo un sollozo ahogado, como haría Bruce Wayne en ésta situación.
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¿Qué es lo que quiere de mí? -tengo que reunir cada gramo de fuerza de voluntad que hay en mí para simular temor cuando lo único que deseo ahora mismo es golpearle hasta convertirlo en pulpa. En el transcurso de éstos días he tratado por todos los medios de descifrar el misterio de por qué Joker capturaría a Bruce Wayne. A diferencia del Pingüino, o Lex Luthor, él no tiene motivos reales para desearle ningún mal, pero éste último arrebato parecía demasiado... personal... ¿Cuando la gente me necesitaba? Oh, no... No, no, no... Tengo que continuar con la charada, no tengo más remedio. Necesito aferrarme a la única brizna de esperanza que me queda-
. Mi mayordomo le pagará lo que le pida. Tan sólo...La presión en la garganta se afloja un poco. Veo un asomo de duda en su mirada. Mi interpretación debe haber sido buena si estoy consiguiendo hacerle cuestionar lo que cree saber, sea lo que sea.
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¡Oh, muchacho tonto! No me confundas con una de esas cazafortunas que están siempre rondándote como buitres. Puede haber otras razones para querer tu compañía que la extensión de tu cuenta bancaria, ¿sabes? La mano se retira de mi cuello. El cuchillo se aparta. Respiro un poco, aliviado, y le miro a los ojos. Claro que sé que el dinero no es lo que le mueve, pero tenía que actuar como lo habría hecho el niñato estúpido y pijo que se supone que soy. Ahora que ha pasado el momento más tenso tengo que tocar las teclas que de verdad podrían llegar hasta él.
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Ya viste que todos me creen muerto. Piensa en el boom que supondría aparecer con la noticia de que Bruce Wayne está vivo. Ocuparías todas las portadas de todos los periódicos durante días. Saldrías en todos los noticiarios en prime time...-
Tsk... -tuerce el gesto en señal de desaprobación-
. Ha sido un bonito intento, pero no vas a conseguir distraerme, cariño... ¿Crees que me he olvidado de lo que has hecho? Hace falta un castigo, tienes que aprender la lección... -vuelve a alzar el cuchillo-
. Créeme... ésto me va a doler a mí más que a ti...* * * *
Lo que la gente más conoce del Joker son sus arrebatos explosivos de violencia desmedida. Bombas, asesinatos en masa, envenenamientos multitudinarios con su toxina, mutilaciones... Simplemente porque es lo que más se ve. Lo que poca gente sabe es que en realidad es un experto también en otras formas de tortura. No sólo en las psicológicas, las cuales ha conseguido dominar hasta el punto de arrastrar a la locura a más de una pobre alma desgraciada, sino también en aquellas formas de violencia física más sutiles, aunque no por ello menos dolorosas.
Se tomó una considerable cantidad de tiempo y esfuerzo para escarbar el agujero en mi hombro, tanto que el intenso dolor inicial ha pasado a convertirse en un silencioso aunque constante zumbido en la parte posterior de la cabeza. El ser humano puede llegar a acostumbrarse a muchas cosas; el dolor es una de ellas, así que apenas noto ya lo que está haciendo. Algunas heridas son lo suficientemente graves como para necesitar atención médica, pero tengo la sospecha de que ésta vez no va a acudir ningún doctor a verme. Ni siquiera sé si sigue vivo el hombre que me atendió la primera vez.
Veo cómo se quita los guantes de goma, dejándolos en la mesa junto con el resto del instrumental, y luego vuelve a sentarse a mi lado, dejando la mano reposar a apenas unos milímetros de mi cuerpo. Noto cómo regresan las náuseas, como cada vez que lo tengo tan cerca, y los latidos del corazón se me aceleran involuntariamente. Necesito calmarme, no puedo permitirme perder el control. Necesito retener lo poco que aún me quede en el estómago, ya estoy suficientemente débil.
Controlo la entrada de aire en mis pulmones, de manera lenta y calmada, reteniéndolo durante unos instantes antes de dejarlo salir. Repito el proceso varias veces, ignorando el olor a sangre y productos químicos que recubre al hombre que se encuentra a mi lado en la camilla. Lentamente, el dolor en la mandíbula y la garganta se va disipando, y mi mente cansada logra relajarse lo suficiente como para ignorar los cortes que recubren mi cuerpo con la habilidad estratégica que sólo alguien con conocimientos en medicina habría podido alcanzar.
No pasa nada, me repito mentalmente.
Nada de lo que te ha hecho es irreversible. Tan sólo más cicatrices para añadir a la colección. La herida más grave es la del hombro y ya apenas la notas. Tranquilo. Consigo calmarme lo suficiente como para distanciarme lo más posible de la situación desde una forma de visión objetiva. No es la primera vez que me torturan ni será la última. Me he entrenado para ésto. No es nada que no pueda sobrellevar. Sin embargo, a juzgar por su actitud relajada, no parece que tenga intención de continuar.
Y, entonces, dice algo que consigue sorprenderme.
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Fue aterrador, ¿verdad? Abro los ojos y le miro, tratando de discernir a qué se refiere. ¿La tortura? ¿El momento en el que el gas del miedo se apoderó de mí? Joker no tarda en sacarme de la duda al retomar la conversación.
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Estabas allí solo, en ese callejón. La sangre de tus padres salpicaba tus manos, tu cara, las paredes, el suelo... Sangre por todas partes. Y no había nadie más allí, nadie más que tú. Totalmente sólo. Y sin poder... hacer... nada...Me quedo en shock. No estaba preparado para ésto. No... ahora no... Las visiones del gas del miedo están aún demasiado frescas en mi mente. La visión de mis padres enfadados... Decepcionados... Aprieto los ojos tratando de apartar ese recuerdo, pero el Joker no tiene piedad.
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El hombre malo que les disparó quería el dinero de papá, ¿verdad? Pero no tuvo suficiente con eso, así que se llevó a papá y a mamá. Pero no fue lo único que se llevó, ¿verdad? En cierto sentido... se llevó consigo algo más que tu infancia...Vuelvo a abrir los ojos al notar sus dedos recorriendo mi pelo. Pero no de una manera dolorosa o agresiva como antes... ¿Me está... acariciando? Mis músculos se tensan al iniciar un movimiento reflejo de ataque que no llega a nada. Si no tuviera éstas correas inmovilizándome ahora mismo el maldito payaso tendría rotos todos los huesos de la mano. Pero no puedo moverme, así que me limito a mirarle con toda la intensidad amenazadora que soy capaz de transmitir, que no es poca, incluso a pesar de mi estado.
Ésto parece divertir al Joker, que deja escapar una risa suave. Sí, podía ser sutil cuando así lo deseaba.
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Hey, no me mires así, cariño. Yo te entiendo. Puede que sea de los pocos que lo hacen de verdad -añade, inclinándose para susurrarlo en mi oído antes de levantarse y rodear lentamente la camilla sin dejar de hablar-
. Te sentías solo y miserable; nadie podía entender tu dolor, así que los odiabas a todos porque nadie podía ayudarte. Todos esos hipócritas aprovechados que jamás antes habían intercambiado ni media palabra contigo ahora se abalanzaban como buitres sobre el rico heredero prodigando palabras de falso afecto y apoyo. Pero ninguno de ellos había estado allí para ayudarte cuando de verdad lo necesitabas, y ahora ya era demasiado tarde, ¿verdad? No querías su falso apoyo, su falsa lástima, su falsa piedad. Lo único que querías era a tus padres de vuelta. Pero ya no estaban. Te habían sido arrebatados por un hombre malo con una pistola. No puedo creer lo que estoy oyendo. Está intentando meterse bajo mi piel. Es una vieja estratagema de manipulación que se utiliza a menudo en la tortura. Primero haces daño suficiente para minar la voluntad del prisionero, y, después, cuando éste sólo espera más dolor, lo que le ofreces es apoyo y comprensión, y el prisionero se muestra tan agradecido que está mucho más dispuesto a colaborar con lo que le pida su torturador. No debería sorprenderme, sé que es un experto manipulador, y sé que es algo muy similar a lo que hizo con Harley. Pero no va a funcionar, no conmigo.
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Seguro que aún te atormenta por las noches, ¿a que sí? Cuando estás tumbado en esa cama enorme que tienes, Brucie, ¿te preguntas por qué no fuiste más rápido, o más inteligente? ¿Por qué no te esforzaste más? ¿Por qué los dejaste morir?Niego con la cabeza.
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Yo no soy... responsable por sus muertes. No era más que un niño, no podía...Una carcajada histérica me interrumpe, y cuando le miro a la cara me siento atrapado en la vorágine de locura arremolinada que conforman sus ojos verdes.
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Ah, Brucie... que adorable eres. ¿Aún piensas que estamos hablando de tus padres?El sudor se me hiela sobre la piel. Antes de que pueda acertar a preguntarle a qué se refiere, abandona la estancia, su risa desquiciada acompañándole cada paso del camino.
Quedo de nuevo a solas en la oscuridad, atrapado con mis demonios, con los fantasmas de todos los amigos que han muerto por mi culpa desde que empezó la guerra, y mucho, mucho tiempo por delante para pensar en lo que ese monstruo sabe de mí.
* * * *
Intento calcular la estación del año. No sé cuánto tiempo ha transcurrido... Cuando la pesadilla empezó era primeros de mayo. Por lógica deberíamos haber avanzado más hacia el verano, pero por alguna razón, cada vez siento más frío cuando debería ser al contrario. Ya no sé si puedo fiarme de mis sentidos.
Paso mucho tiempo a solas, pero casi nunca estoy en silencio. Mucha gente me visita cuando se apagan las luces. Clark, Alfred, Dick, Selina... Cuando ellos no me hablan, es el leve sonido del corretear de las ratas lo que perturba el silencio. Albergo demasiados demonios, y los demonios no me permiten descansar.
Pero no importa. Ya estoy acostumbrado a la oscuridad. Querría hundirme en ella, pero el Joker no me lo permite.
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¡Es la hora del baño, chiquitín! -proclama su voz cuando se encienden las luces-
. Hoy es un día especial, tenemos que dejarte guapo, guapo.Al principio, yo mismo procuraba desvestirme hasta donde podía permitírmelo sin ayuda en cuanto entendí que éstos episodios tendrían lugar con o sin mi colaboración. Era preferible conservar las fuerzas para cuando fuera realmente necesario, y, además, así evitaba que me tocara más de lo imprescindible. Pero ahora estoy demasiado débil como para que me importe.
30% carbohidratos, 30% grasas, 40% proteínas, era la proporción nutricional que solía consumir, cuidadosamente medida y estudiada para mantenerme con energía durante las largas horas de patrulla. La comida que el Joker me ha estado proporcionando ha estado compuesta, siendo generosos, por un 60% de carbohidratos, 20% de grasas y 20% de proteínas, siendo las proteínas de la peor calidad posible y las grasas saturadas, básicamente azúcar, conservantes y aditivos artificiales sin ninguna clase de valor nutritivo. La clase de alimento que provoca más perjuicio que beneficio al organismo. La única razón por la que accedía a comerla era porque sabía que no hacerlo sería peor. Tenía que intentar conservar las energías, fuera como fuese, pero no ha servido de nada porque tampoco he sido capaz de entrenar. Incluso aunque no pasara la mayor parte del tiempo atado, la pérdida de movilidad de cintura para abajo me dificulta mucho la tarea.
Así que permito que las manos pálidas me despojen una a una de cada prenda de ropa sucia y maloliente, tratando de conservar los pocos remanentes que aún me quedan de energía. Los hombres del Joker accionan entonces la manguera, y tengo que morderme la lengua para no gritar ante el súbito dolor que ejerce sobre mi cuerpo la presión del agua contra la piel desnuda.
Cuando el particular tormento termina, manos fuertes me levantan por debajo de los brazos y me arrastran hasta un rincón seco de la habitación para secarme y vestirme.
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Vamos, anímate -me dice el Joker antes de marcharse-
. Hoy es tu gran día.Trato de responder a la pregunta de a qué se referirá con eso. ¿Ha llegado al fin el momento de matarme? Pensé que había llegado el día de la grabación en el circo, pero me equivoqué. Quizás ésta vez sea la definitiva.
Y pienso... pienso...
Pienso en todas y cada una de las veces en las que estuve a punto de morir. Todas y cada una de las veces en las que Clark pudo haberme matado. Nunca lo hizo. Pero mató a todos los demás.
Era una pesadilla. Permanecer vivo mientras todos los demás morían a mi alrededor.
Aquí, en Omega, es como... como si el universo hubiera decidido arreglar las cosas. Enmendarlo todo.
Dick está vivo. Jason pelea en el bando correcto. Tim está vivo. Alfred está vivo. Damian no se ha convertido en un asesino repleto de ira y rabia. Y Diana es la persona que siempre debió haber sido.
Si en éste universo yo muero y ellos viven, entonces todo se habrá arreglado para mejor.
Clark no debería haber sufrido lo que sufrió a manos del Joker. Ni Jason. Ni Bárbara. Siempre debí haber sido yo.
Quizás ésta sea la forma que tiene el universo de hacer que todo sea como debiera de ser. Matar a Batman para que todos los demás puedan vivir. Puedo aceptar eso. De hecho, la idea me resulta agradablemente reconfortante. Y que sea Joker quien lo haga... Bueno... Siempre supe que al final terminaría así. Con uno de los dos matando al otro.
Así es como debe de ser. Así es como termina.