Arrástrala al infierno. [Karl H. Okhart]

22 de Abril, 2018


Una brisa suave corría por la zona. El silencio del ambiente solo era irrumpido por el ruido de las sirenas, pero nada más. Coral estaba en la azotea de uno de los rascacielos más altos de Gotham, desde la cual tenía una perfecta vista de la fundición y la zona del puerto, además del parque de atracciones, que brillaba con todas las luces de neón de diferentes colores, siendo la parte con más luz de toda la ciudad. Aun así, el neón no era solo común en aquella zona: en realidad estaba presente por casi todos los sitios, adornando mil títulos que anunciaban tiendas y cosas distintas, mezclándose con las luces normales de las farolas, que iluminaban las calles y los edificios de forma tenue, pero algo eficaz. Aun así, nada de eso impediría que día tras día pudiese pasar alguna desgracia: todos los bandos de la mafia se movían cada día, traficando con armas y otras cosas, algunas de menor interés, pero muchas con demasiado valía. Las guerras de bandas podían aparecer en cualquier momento entre los barrios marginales, Arkham City o zonas alejadas de la existencia como el susodicho puerto, y los villanos...en fin, los locos de turno...esos eran los peores. Nunca sabías cuando podían actuar. Nunca sabías cuando podían estar acabando con vidas inocentes solo para atraer la atención del murciélago: de Batman. Su capucha se mecía con suavidad, y ella estaba sentada y seria, pensando en esas cosas y muchas más. Desgraciadamente, ni Gotham ni las demás ciudades (Como Metrópolis, Star City o Central City) se habían salvado aquel catastrófico fenómeno que termino por adquirir el nombre de Omega. El peligro ya no eran todos aquellos a los que había citado previamente, sino que encima venía gente de más allá. Gente de otro universo... y no es que fuese malo, gracias a ello había conocido a Wiccan, Sunbreath, el profesor Charles Xavier, a quien estaría eternamente agradecida por ayudarle con su pequeño don mental llamado telepatía, evitando que las voces de su cabeza sonasen de forma tan fuerte y dolorosa cada vez que estaba en un lugar con una gran concentración de personas, pero también estaba la parte mala, esa parte donde venían más villanos. 

Cambió de postura, apoyando una de sus piernas que estaban colgadas en el borde contra el suelo, abrazándose entonces a la rodilla de dicha pierna y apoyando su mejilla en su muslo. Era increíble el pensar que hacía relativamente poco había contribuido a salvar Gotham de aquel enorme bicho negro...un alienígena. Desgraciadamente, no todo salió como había planeado, y conoció a ciertas personas de las cuales solo le habían provocado más ira que simpatía, comenzando por aquel que iba todo de negro, incluyendo el casco. ¿Si no era de allí, por qué atacaba un lugar que no conocía? ¡Seguro que era de Nueva York, como todos los demás que habían empezado a aparecer! Podría haberla ido a liar allí. Y de repente, una pregunta que nunca podría ser respondida apareció en su mente, mientras desviaba la mirada hacia abajo, hacia la calle que tenía bajo sus pies. ¿Habrían visto aquello el Joker, el Espantapájaros, el Pinguno, Black Mask y toda la incontable lista de villanos que eran marca casera y daban nombre a la ciudad maldita? ¿Qué habrían pensado sobre ello? ¿Qué opiniones tendrían...? 

Mierda, ahora nunca lo podré saber. A menos de que vaya y les pregunte directamente. 

Soltó un bufido de risa ante su propio pensamiento.

A tientas de que me matasen después.

Entonces se fijó en un grupo de chavales que caminaban por aquel lugar. Hacían bastante alborto, y casi era lógico suponer que estaban bebidos. Todos llevaban algo en la cabeza, una gorra de lana de color amarillo.  La castaña arqueó una ceja. 

Bandas locales de huérfanos y delincuentes. Lo que darían por tener lo que tuve...

Cogió aire con lentitud, mientras pensaba aquello. Los recuerdos invadieron su mente como pequeñas estrellas fugaces, pero luchó por mantenerlos fuera, por no ver ni oír nada de lo que su mente quisiese mostrar. 

Se hubiesen dejando manipular. Hubiesen matado a cualquiera por ello. Mentes débiles y estúpidas en cuerpos de simple carne. 

Y esta vez expulsó el aire, utilizando la misma lentitud y pesadez que cuando lo cogió.

La verdad es que me importaba entre poco y nada las razones por las que no me hubiese pagado aquel imbécil que me había contratado para aquel trabajo, al menos contactándome... No era tonto y siempre cobraba por adelantado, obviamente, una parte. Y al terminar el trabajo la otra, no me gustaba que me tomasen el pelo, pese a ser uno de los mercenarios y cazarrecompensas más jóvenes del trabajo ya me había labrado una fama que debía mantener, implacable a la hora de conseguir mis objetivos sin importarme entre poco y nada los medios que usase para conseguir el objetivo... Generalmente me ayudaba de explosiones, poco sutil pero ¿Y lo divertido que es ver volar las cosas por los aires mientras siembras el miedo en los enemigos lanzándoles bombas de humo, cajas, o simplemente haciendo ruido que no supiesen de dónde venía? La cuestión es que ya había llegado el plazo de pago para que empezase a hacer el trabajo y no había visto ni un dolar por lo que aunque no quisieran contar con mis servicios ya, solo contactarme llevaba una tarifa que no era muy barata. Todavía no tenía la suerte de conocer Gotham como había conocido ya alguna que otra ciudad con anterioridad, por lo que para situarme y orientarme decidí ir hacia lo alto de un rascacielos... Desde allí me sería fácil ver la ciudad al completo y saber hacia dónde dirigirme en cuanto me orientase allí arriba, no necesitaba mapas si había sido capaz de orientarme en la jungla o el desierto.

Subí hacia lo alto de aquel rascacielos aprovechando lo oscuro que estaba en la mayoría por la noche, me era mucho más fácil aprovecharme de mis poderes para subir hacia lo alto de aquella construcción colosal que tenía el nombre común de rascacielos, casi mejor que tener que estar haciendo uso del parkour. Cuando llegué arriba, sin hacer prácticamente ningún ruido, como siempre que utilizaba mis poderes para desplazarme, acabé viendo a una persona allí. Ya la reconocía, de hecho, Gotham... Aquella ciudad llena de delincuentes que siempre estaban dispuestos a pagar a un mercenario como yo para realizar el trabajo sucio, y la principal razón de mi desplazamiento a Gotham era ella. -Vaya, vaya, vaya... ¿Qué haces aquí?- Pregunté cruzándome de brazos ya dejándome ver a simple vista, imaginé que ya habría notado que ahí en las sombras había alguien, ocultar mi presencia era muy fácil pero con gente que era espabilada no necesitaban mucho para darse cuenta.

"Supongo que te libras porque tengo algo en mente que hacer, y sinceramente, no me gusta nada dejar algo a medias" Pensé para mí mismo, aunque pagasen bien por llevar a aquella niña con su padre ya tenía en mente un trabajito que cobrar y bueno, aunque podía permitirme el lujo de entretenerme por el camino ya que no sabían que iba a ir a cobrarlo... Decidí quedarme un ratito, si quería hacerlo bien metiendo miedo y haciéndome de respetar estaba claro que debería ir de madrugada, antes del amanecer cuando estuviesen todos durmiendo... Total, para mí dormir era prácticamente un castigo cuando cerraba los ojos, aquella imagen de mis compañeros a los que llamé hermanos abandonándome así como así, traicionándome... Algún día haría a toda la liga de las sombras pagar por aquello, pero no era tonto, a día de hoy era imposible, no era capaz de enfrentarme a ellos de frente así como así y salir ileso por más que hubiera mejorado por mi propia cuenta...

Desgraciadamente, todo pensamiento empezó a quedar oculto en su mente cuando su propio cuerpo sintió un curioso escalofrío, estremeciéndola. Una sensación la recorrió de arriba a abajo, algo que solo podían sentir los magos de sus similares: la magia. Pero era densa, pesada...como oscura. Coral se puso alerta casi enseguida, volviendo a alzar la cabeza. ¿De donde procedía...? Giró la cabeza hacia la derecha, luego hacia la izquierda...y nada. Frunció ligeramente el ceño, y se vio obligada a levantarse. Lo que más la mosqueaba es que no era la primera vez que lo sentía. Había estado presente más veces, como si la siguieran, o espiaran, o lo que fuese. Y aquello no le gustaba ni un pelo, suficientes problemas había tenido (y los que seguramente le quedaban, Gotham cada vez estaba más maldita desde la llegada de los del otro universo) como para que encima le llegaran más, y más después de aquella bestia gigante.

Y de repente, se giró. Sus pies bailaron en el mismo eje para hacerlo, de forma grácil y ágil. Sus ojos fueron a dar de lleno con una figura alta, masculina, que llevaba una gabardina de cuero larga, negra y roja. Iba con capucha, igual que ella, solo que su color era un carmesí sangriendo, como el collar que llevaba de decoración en su pecho. Coral arqueó una ceja. Indudablemente, aquella sensación venía de él, y recordaba haber visto su silueta en ciertas ocasiones. Pocas, suficientes como para pensar que era imaginación suya, siempre lejanas. Las calles de Gotham estaban llenas de informadores de todos los villanos. ¿Por qué debería haber pensado que aquella figura misteriosa no lo era...?


-Así que por fin te presentas directamente, ¿hm? -dijo, llevándose una mano a la cintura. -Y yo que creía que empezaba a tener visiones por el cansancio...-su voz sonó seca. Como Twilight, difícilmente se podía tomar a las personas con cariño, e incluso a las que conocía mantenía una cierta distancia profesional. Al menos, lo más profesional que ella podía ser. -¿Qué quieres de mi? -preguntó directamente, queriendo saber si todo lo que estaba pensando era verdad.