La búsqueda del Murciélago +18 (Apollo, Oráculo) [11-25/05/2019]

Aquella mañana, el cartero entregó un pequeño paquete en la dirección de Opal City que Apollo y Midnighter habían facilitado a Alfred. Dentro de la caja había dos comunicadores nuevos y una nota que decía: "Un amigo en común me ha dicho que buscamos lo mismo. Dadme un toque. -Oráculo."

Después de examinar bien tanto el paquete como el contenido para cerciorarse de que no había ningún explosivo o algo similar, Midnighter entregó el suyo a Apollo y activó el que tenía puesto. La comunicación se estableció rápidamente. La voz al otro lado estaba distorsionada, pero era claramente femenina.

- Apollo. Midnighter. -saludó brevemente- Soy Oráculo. Mi contacto me ha informado de que estáis buscando a Batman.

- Así es, Oráculo. Nos han dicho que ha desaparecido -respondió Apollo.

- ¿Qué es lo que sabéis hasta ahora?

- Que cuando Al.. nuestro contacto llegó, le dejaron inconsciente, y que había restos del gas del miedo del Espantapájaros. No tenía mucha más información.

Midnighter aún no había pronunciado palabra. Tenía la costumbre de escuchar y analizar primero, aunque era poco lo que podía deducirse de una voz distorsionada, pero precisamente por ello debía de estar doblemente atento, verificar que la información proporcionada coincidía con la que les había dado Alfred, si se producía algún desliz o incongruencia, palabras o expresiones que pudieran dejar entrever una motivación ulterior...

- ... Bien. Entonces sabéis que Batman ha desaparecido... Dos veces. Tenemos constancia de que un Batman murió en la India. Poco después, me contactó a través de Internet un hombre que también afirmaba ser él. Tengo motivos para pensar que dice la verdad... Pero, mientras no verifiquemos su identidad, su existencia es estrictamente confidencial. ¿Podéis mantener el secreto mientras dure la investigación?

- ️Eso por supuesto, pero me parece importante informarte de que nosotros estamos cazando a unos aliens que copian gente. No quise decírselo a nuestro contacto para no socavar aún más sus esperanzas, pero creo que es una posibilidad que deberíais tener en cuenta.

- Gracias... -se produjo un breve silencio al otro lado de la línea- No puedo descartar que se trate de un imitador. Por ese motivo... No puedo informar al resto de allegados de Batman hasta que tenga la seguridad de que es él.

- Lo entendemos, Oráculo -dijo seriamente Midnighter, estableciendo así su primera intervención.

- Yo dispongo de información, y vosotros de la capacidad de hacer el trabajo de campo. Creo que una alianza podría ser provechosa para todos.

Era algo que Midnighter no podía discutir. En su universo habían contado siempre con el apoyo y respaldo de un grupo, tanto cuando estaban en Stormwatch como con The Authority, y gran parte de los problemas de logística que estaban teniendo en Omega era por carecer de los medios para trabajar por su cuenta. Hubo una época en la que habían podido subsistir por sus propios medios en las calles, pero entonces no habían tenido un bebé del que cuidar. No terminaba de confiar en aquella gente, pero no podía negar que una alianza con un grupo tan bien organizado podía ser algo muy beneficioso.

- Os diré lo que sé sobre el Espantapájaros.

- Danos lo que tengas y a ver a dónde nos lleva eso -abundó Apollo-. Mi marido es muy bueno dando caza a los malos, sólo necesitamos un rastro que seguir.

Y, en el caso de Midnighter, lo de seguir el rastro era algo literal.

- Jonathan Crane, alias El Espantapájaros. Psicólogo y supervillano. Volcado en el estudio del miedo. Utiliza todo tipo de drogas y tácticas psicológicas para explotar los temores y las fobias de sus adversarios.

Apollo no pudo evitar una sonrisa; Ese puto colgado pronto iba a descubrir lo que era el miedo de verdad. Cinco minutos a solas con su marido y suplicaría que le dieran una buena dosis de su gas.

- No pudimos aislar todos los componentes del gas que se utilizó contra Alfred Pennyworth... Pero lo poco que tenemos puede encajar con alguna de sus fórmulas. De los delincuentes que actualmente operan en Gotham, sólo tres suelen emplear armas biológicas o químicas volátiles. Poison Ivy es poco probable, ya que... estaba implicada en otro ataque aproximadamente en las mismas fechas. Joker emplea el gas de la risa... Pero no hemos encontrado restos de óxido nitroso en la sangre de Pennyworth ni en la zona del ataque. Creo que Crane es nuestro hombre.

Midnighter procesó en su cabeza toda aquella información. Utilizaba un gas con alguna clase de toxina, posiblemente alucinógena por lo que estaba explicando la mujer. Aquello le produjo una leve inquietud. El vigilante poseía un sistema nano-inmune que debería protegerle de la mayoría de virus y toxinas, pero no podía saber a ciencia cierta el nivel de inmunidad que tendría sin haberlo investigado primero. Su sistema inmunológico había tardado seis semanas en expulsar el SIDA de su cuerpo, y un resfriado nunca le duraba más que un par de minutos, pero no sabía cómo de fuerte sería aquella toxina en comparación. Incluso si sólo fueran dos minutos... ¿cuánto daño podía hacer alguien con sus capacidades en dos minutos? ¿Cuánta destrucción y muerte podría provocar en cuestión de segundos? No era algo con lo que querría arriesgarse. Midnighter tenía pesadillas y terrores muy vívidos, y Bendix le había controlado una vez a través de sus implantes, obligándole a combatir contra su marido y su hija. Había odiado profundamente aquello y lo último que deseaba era perder el control otra vez.

- ¿Hay algún antídoto o agente inmune? -quiso saber.

- El Espantapájaros cambia con frecuencia la fórmula de su gas del miedo, pero es probable que mantenga algunos de sus componentes. Batman tenía varios prototipos de antídoto en su laboratorio. Os los puedo hacer llegar a la misma dirección a la que he enviado los comunicadores. También os puedo hacer llegar máscaras de gas, si lo preferís.

- A mí no me hará falta, gracias.

- Y yo creo que puedo tener alguna por aquí, no merece la pena perder más tiempo con eso. ¿Se sabe dónde podría estar escondiéndose? Antiguos refugios, familiares, gente a la que podría haber acudido buscando ayuda...

Apollo guardó silencio, escuchando. Éste era el tipo de cosas que mejor se le daba a su marido. Él era más de hablar las cosas o de acción directa; Midnighter era el cazador, el que te encontraba allí donde te escondieras. Casi le daba pena ese tal Crane. Entonces recordaba el nombre ridículo que se había puesto y se le pasaba.

- No hace tanto, Crane protagonizó un ataque a gran escala sobre Gotham... y encontramos varios depósitos de su gas del miedo mejorado en las alcantarillas. Os transmitiré las coordenadas exactas. La red subterránea de Gotham es un auténtico laberinto y podríais pasar días dando vueltas ahí dentro. -Oráculo se detuvo un momento, pensativa, considerando en su totalidad la pregunta de Midnighter. Estaba acostumbrada a trabajar de ese modo con Bruce. - No hay que olvidar que Crane fue profesor adjunto en la Universidad de Gotham y ejerció como psicólogo en el Asilo de Arkham... Así que no descarto que se haya puesto sentimental y haya decidido reclamar alguno de esos lugares, aprovechando la invasión demoníaca. Él mismo ha sido paciente en Arkham. Conseguiré los registros de sus compañeros de habitación conocidos. Es posible que hiciera amistad o tratos con alguno de ellos.

El sonido rítmico de un teclado al otro lado de la línea les indicó que Oráculo tecleaba a toda velocidad. Mientras tanto, Apollo se sentó, un tanto aburrido, cogió un pliego de papel y comenzó a entretenerse con él, formando figuras de origami.

- Perfecto, comenzaremos a investigar todos estos sitios empezando por los más probables. Gracias, Oráculo.

- Un placer. Estaré al otro lado si me necesitáis. Oráculo fuera.

- Es simpática, me gustaría conocerla. Tal vez podamos cuando encontremos a bruce... si es realmente él.

- Apollo, literalmente era una voz distorsionada a través de un comunicador transmitiendo datos -replicó exasperado Midnighter. Amaba profundamente a su marido, pero a veces era tan confiado...-. No puedes saber si es simpática o no. Ya veremos, todo a su tiempo. Lo primero es lo primero... Vamos a buscar a ese fantoche –dijo, empezando a dirigirse al armario para sacar su uniforme.

- Cariño, si es la mitad de paranoica de lo que era Bruce, te aseguro que el mero hecho de hablarnos, por no decir que nos ha dado información secreta, le habrá supuesto un increíble esfuerzo. En el tema de desconfiar de los demás, Bruce te deja en calzoncillos... que es precisamente lo que voy a hacer yo ahora.

- Apollo, no creo que sea el momento de...

Se estaba dando la vuelta mientras le hablaba, y entonces de repente se encontró presionado contra la puerta del armario. Abrió la boca para protestar, pero lo que fuera que estaba a punto de decir se perdió cuando Apollo unió sus labios a los suyos en un profundo beso. Era apasionado y primitivo, de la manera en que las cosas sucedían tan a menudo entre ellos. Midnighter estaba bastante seguro de que podía saborear la sangre, pero estaba igual de seguro de que no le importaba en lo más mínimo. El cuerpo de su marido le inmovilizaba por completo, enjaulándole entre sus fuertes brazos, y Midnighter dejó caer la cabeza contra la puerta cuando Apollo se apartó de su boca para dejar un rastro de besos por su mandíbula.

- Tenemos... que llevar a Jenny con Erin... -protestó débilmente.  

Podía ver a través de la cámara de bebé que su hija seguía dormida, pero tenían que tener en cuenta el tiempo que iban a perder en llevarla con la canguro antes de empezar la investigación y...

Apollo deslizó sus manos hasta el borde de su camiseta y tiró de ella hacia arriba, obligándole a levantar los brazos para sacársela, dejándola después caer casualmente al suelo.  

- ¿Y si Jenny se despierta? -inquirió. Su mente aún seguía buscando excusas cuando su cuerpo llevaba convencido hacía rato.

Por toda respuesta, Apollo agarró sus muñecas, separando sus manos y presionándolas contra la puerta del armario.

- Supongo que tendremos que ser silenciosos -respondió su marido con una sonrisa.  

Midnighter asintió, volviendo a inclinar la cabeza contra la puerta. Los dedos de Apolo rodearon sus muñecas brevemente, antes de recorrer sus brazos hasta los hombros y descender por su pecho, hasta el anillo de compromiso que llevaba colgado de un cordón de cuero desde que los habían intercambiado dos noches atrás, precisamente frente a la mansión del hombre al que habían prometido encontrar. Cuando sus labios volvieron a unirse a los suyos hacía rato que el vigilante se había rendido por completo. Después de todo, su computadora siempre le decía cómo iban a terminar las cosas, y aquella batalla estaba ya perdida antes de empezar.

Aparentemente el tal Espantapájaros había estado encerrado en el asilo Arkham durante prácticamente un año, hasta el día 10 de abril en el que un criminal mentalista había abierto todas las celdas y había provocado una fuga masiva. Los agentes de seguridad habían intervenido al momento, ayudados por un equipo de superhéroes del gobierno, los Thunderbolts, pero aún así eran varios los súper criminales que habían conseguido escapar. El hombre que buscaban se encontraba entre ellos. Aún así, era su última localización conocida, así que Midnighter decidió empezar ahí la investigación. Oráculo habló con el comisario Gordon para conseguir que les permitieran el acceso a las instalaciones, con instrucciones específicas de ayudarles en todo cuanto pidieran. Tampoco era mucho lo que el Vigilante necesitaba; tan sólo acceso a la que había sido su celda y sus pertenencias el tiempo suficiente para captar su esencia, uno de los muchos beneficios de sus implantes neurológicos. Las sábanas de la cama habían sido lavadas, pero la esencia del doctor permanecía en sus libros y pertenencias. Después de un mes, cualquier posible rastro que saliera de la prisión había desaparecido, pero una vez registrado, Midnighter sabía que podría reconocer el olor en cuanto estuviera lo suficientemente cerca de cualquier sitio en el que hubiera estado, así que sólo era cuestión de paciencia y tiempo.

El siguiente paso fue entrar en las alcantarillas hasta las coordenadas que les transmitió Oráculo, donde el Espantapájaros había establecido su refugio secreto para sus depósitos de Gas del Miedo durante el pasado ataque, lo cual resultó particularmente desagradable para ambos héroes a causa de sus sentidos aumentados. Midnighter ya sabía que las probabilidades de que hubiera vuelto a ocultarse en el mismo lugar eran ínfimas, pero podría haber alguna pista que no podían descartar. Una vez allí, Midnighter tomó buena nota del equipamiento, para hacerse una idea de las necesidades del criminal, y le pidió a Oráculo una lista completa de todos los lugares en la ciudad que pudieran tener un laboratorio que satisficiera las necesidades del villano; fábricas de productos químicos, naves industriales abandonadas, facultades a las que pudiera tener acceso, hospitales... También solicitó un mapa subterráneo de Gotham para poder tener todos los túneles, no sólo los de alcantarillado sino los del metro, los que se usaban para el contrabando durante la Ley Seca, etc. Una vez tuvieron el listado completo se dividieron para poder hacer un barrido más exhaustivo con mayor rapidez, y emplearon los siguientes días en registrar e investigar cada uno de los posibles sitios.


23/05/2019

Aquella noche Midnighter tenía en su lista una vieja morgue abandonada en una zona apartada de la ciudad. Echó la puerta abajo de una patada y se dejó caer por el hueco vacío del ascensor para llegar hasta los laboratorios. En ese momento captó la esencia del Espantapájaros procedente de una rejilla de ventilación. La arrancó usando su súper fuerza y se deslizó por el viejo túnel ascendente siguiendo el rastro. Al otro lado también estaba bloqueado, pero echó la reja abajo de una nueva patada y se arrastró fuera, hacia un pasillo lúgubremente iluminado. A aquellas alturas el rastro era tan intenso que era evidente que no podía ser algo residual. Crane tenía que estar allí, así que se llevó la mano al intercomunicador y lo activó.

- Oráculo, creo que he localizado al objetivo. Estoy en...

Se interrumpió cuando una voz automatizada transmitió en su oído: "el número al que llama está apagado o fuera de cobertura. Por favor, deje su mensaje al oír la señal. Gracias".

- ¿Qué cojones...? ¿Apollo? ¿Oráculo?

Había tenido que descender bastante bajo tierra, así que era posible que no llegara la cobertura, aunque era extraño. Aquella clase de equipo era de última generación. Al ver que no obtenía respuesta, volvió a desconectar el comunicador y continuó avanzando por el pasillo hasta llegar al laboratorio principal. Fuera lo que fuese que se encontrara lo podría resolver por su cuenta; después de todo, ¿cómo de difícil podía ser? No era más que un chiflado esmirriado...

El laboratorio era una sala muy amplia y diáfana que, a juzgar por el número de focos en el techo debería de haber sido muy luminosa cuando la electricidad funcionaba, pero ahora estaba tan oscura que, de no ser por su visión mejorada, Midnighter habría tenido problemas para poder distinguir las cosas. Había infinidad de muebles y armarios cubriendo las paredes, mesas instrumentales con ruedas, una mesa de ordenador, vitrinas, un lavabo para enjuagarse las manos y, en el centro, una mesa grande de autopsias.

Y, en la mesa de autopsias, un cuerpo.

Un hombre joven, pelirrojo. Apenas unos veinte años de edad. Estaba inconsciente, o muerto. Había máquinas sobre él retirando la capa superficial de piel y desechándola en cubos de desperdicios junto a la mesa de metal. Quebraban el hueso y lo sustraían también, reemplazándolo por huesos artificiales de fibra de carbono y aumentando artificialmente el tejido muscular. El sonido de las sierras cortando y el hueso quebrándose se abrió paso a través de su cerebro como un cuchillo al rojo cortando mantequilla. Había sangre por todas partes, pero lo peor... lo peor era el sonido... Un sonido áspero y húmedo a la vez que le revolvía el estómago. Porque no le hacía falta no tener recuerdos de esa parte de su vida para reconocer al joven que se encontraba sobre la mesa. Porque a veces despertaba en medio de la noche con imágenes fugaces de lo que había ocurrido sobre ésa mesa de operaciones. Midnighter se quedó petrificado, observando el preciso momento en el que reemplazaban uno de los ojos...

Y, de repente, ya no estaba en el laboratorio de la Morgue, sino en el laboratorio secreto de desarrollo de armas ilegales al que les había enviado Bendix en su última misión, rodeado por los cadáveres de sus antiguos compañeros de Stormwatch.  Sólo que no estaban muertos... no del todo.

- ¡Ayúdanos, Midnighter! ¡No nos dejes morir! -exclamaba Amaze, extendiendo hacia él una mano ensangrentada.

- Te ves bien -dijo un Impetus con la carne completamente calcinada y cayendo a jirones de su cuerpo-. ¿Cómo está Apollo? ¿Os habéis casado ya? Nunca os lo dije pero siempre me disteis muchísimo asco...

- ...Dijo el tipo con la carne cayéndosele a pedazos -replicó Midnighter lanzándole un derechazo, pero Impetus se movió a toda velocidad, esquivándolo, y Amaze le apresó con mano de hierro la garganta, asfixiándole.

Stalker y los demás empezaron a acercarse, rodeándole... Y, de repente, ya no había nadie. Volvía a estar sólo en el laboratorio. No había nada, y Midnighter no tardó en entender lo sucedido. Había estado usando el olfato para seguir el rastro del Espantapájaros y debía haber inhalado accidentalmente la toxina. No debían haber pasado más de dos minutos, el tiempo que su organismo había tardado en identificar al intruso y expulsarlo, pero Midnighter agradeció haber estado solo. Quién sabe lo que podría haber pasado de llegar a estar acompañado.

Más sereno, activó nuevamente el comunicador.

- Apollo, Oráculo, he encontrado el lugar donde se esconde Crane. Ahora mismo no está aquí, pero su rastro es fuerte. No creo que tarde mucho en volver... ¿Me ayudáis a prepararle una fiesta sorpresa?

- Nada que merezca la pena reseñar. No entres por el momento, Apollo. El objetivo ha liberado la toxina del miedo por algunas de las galerías y habitaciones, y es indetectable al olfato. Provoca alucinaciones que recrean situaciones y personas generadoras de ansiedad, malestar, temor o distrés que suscitan una respuesta de defensa o ataque en la víctima -explicó, en un tono absolutamente pragmático que no traslucía información personal alguna de lo que él había experimentado-. Mi organismo ya me ha inmunizado contra ella, y aunque sé que no necesitas respirar, cualquier descuido podría resultar fatal. Si llegaras a aspirarla, nadie sabe el nivel de destrucción que podrías llegar a ocasionar. De momento necesito que te quedes fuera sobrevolando la morgue fuera de alcance visual y te dediques a vigilar cuándo regresa el objetivo. Una vez lo hayas encontrado, déjalo inconsciente antes de que pueda reaccionar y gasearte con algo y tráelo hasta el laboratorio poniendo sumo cuidado en no respirar. Una vez aquí me ocupo yo.


El doctor Crane despertó al son de una sinfonía de dolor. Le dolía prácticamente todo el cuerpo; el cuello, la cabeza, la espalda... Su visión también era borrosa, le costaba pensar con claridad y su corazón latía tan rápido que le provocaba náuseas, al hilo de un sentimiento que le era demasiado... demasiado... familiar...

Miedo. Oh. Sí, estaba asustado. Estaba muy, pero que muy asustado. Era algo que odiaba experimentar. Algo que no sentía desde los agitados tiempos de su juventud, cuando era acosado por los matones de clase.

El entorno también le era familiar. Trató de girar la cabeza para apercibirse mejor de dónde se encontraba, pero el dolor y la náusea le invadieron como una ola sobre la malograda orilla de su consciencia. Pero no importaba. La superficie sobre la que estaba tendido era fría, muy fría, y demasiado dura como para ser un sofá o una cama. Al doctor no le costó demasiado atar cabos. Lo habían sujetado con fuertes correas de cuero a la mesa de operaciones de su propio laboratorio.

Y un sonido, uno que también le resultaba familiar... el de alguien poniéndose guantes de goma.

- Verás, hace algún rato me has hecho recordar una parte muy desagradable de mi existencia -dijo una voz masculina a su derecha. Yendo más despacio ésta vez, fue capaz de seguir el sonido para encontrar a un intimidante hombre enmascarado ataviado por entero de cuero negro que, durante un instante, le hizo pensar en Batman, con su mente aún confundida por el golpe recibido-. Dicho recuerdo me incluía a mí atado a una mesa como esa sufriendo los efectos de una operación muy particular.

El hombre se sentó a su lado sobre la mesa, y Crane pudo entonces discernir claramente que no se trataba de Batman. Algo le decía que, posiblemente, habría preferido que fuese él.

- Claro, es cierto que durante mucho tiempo he luchado por recuperar los recuerdos que me arrebataron, pero ése precisamente... es uno que no deseaba volver a experimentar. Así que he decidido... -su mano enguantada desapareció más allá de su campo de visión, pero escuchó un tintineo metálico y el familiar sonido de la ruedas de la mesa auxiliar del instrumental quirúrgico. No mucho después, un aguzado bisturí centelleaba ante sus desorbitados ojos-. Devolverte el favor.

Una sonrisa espantosa iluminó el rostro del hombre, haciendo que Crane gritara y pugnara inútilmente por deshacerse de sus ataduras.

- ¡Alto! ¡Alto! Por favor, no me hagas daño -gimoteó.

El hombre de negro se echó a reír y la visión del doctor se volvió borrosa otra vez. El corazón le latía demasiado rápido. Estaba tan asustado. Oh, Dios, estaba TAN asustado.

- ¡HARÉ... HARÉ CUALQUIER COSAAAAARRRGGGHHH! -chilló cuando el bisturí trazó un limpio corte descendente desde la base del cuello hasta el pecho-. ¡Para, para PARA! ¿Qué estás haciendoaaaaarrrggghhh! -volvió a gritar cuando el escalpelo trazó una línea paralela igual de larga, sólo que ésta vez un poquito más profunda.

Crane empezó a sollozar.

- ¿Por qué... por qué estás haciendo ésto? Te he dicho... te he dicho que haría lo que fuera... ¡Te diré lo que quieras!

- Lo siento, es la fuerza del hábito cuando interrogo a súper criminales genocidas -replicó el vigilante trazando un nuevo corte en su pecho. Éste no fue tan profundo pero Crane pudo sentir cómo se abría casi inmediatamente, llenándole de sangre.

Dolía, dolía muchísimo, y lo peor de todo, lo más angustioso y frustrante, era que el villano ni siquiera sabía por qué estaba pasando aquello, quién era aquél tipo, o qué era lo que quería de él... Esa incertidumbre era lo peor. Peor que el dolor. Peor que el miedo. El doctor ya no sabía cómo sobrellevar aquello. Dolía mucho, y estaba tan, tan asustado...

- ¿Cómo se siente? -susurraron los labios del hombre junto a su oído-. ¿Experimentar la misma indefensión y terror a la que sometes a tus víctimas? Bien -dijo, incorporándose-. Creo que ya estás en situación de responder a mis preguntas...

Sacó una foto de uno de los bolsillos de su gabardina y se la mostró a Crane. Por supuesto, no necesitaba presentación. ¿Quién no conocía a Bruce Wayne en Gotham?

- Éste hombre fue secuestrado hace más de veinte días, y todo parece apuntar a que fuiste tú el que se lo llevó. ¿Qué tienes que decir al respecto?

Crane cerró fuertemente los ojos.

- ¡No fui yo! ¡No fui yo! ¡Lo juro! ¡Por favor, por favor, lo j... aaaarrrgggg!

Sus ojos se abrieron de par en par ante la súbita explosión de dolor. Le zumbaban los oídos, su corazón latía el doble de rápido que antes y las náuseas regresaron con fuerza. Al principio no podía ubicar de dónde venía el dolor, pero después pudo sentir cómo su estómago se mojaba lentamente con algo espeso. Sangre. Mucha más sangre. Se sentía mareado, y toda la habitación pareció quedarse a oscuras durante lo que le parecieron horas. No debieron ser más que segundos, pero desde luego para Crane se antojó una eternidad. Porque dolía más que nada que hubiera experimentado en toda su vida. Y quizá, ahora que ya sabía de qué iba todo, lo peor fuera la actitud absolutamente desapasionada con la que aquél hombre le estaba torturando. No parecía disfrutar con lo que hacía, pero tampoco vacilaba en lo más mínimo al hacerlo.

- No estoy convencido... -musitó su torturador, y sus ojos se llenaron de lágrimas al sentir cómo algo se removía en su interior, algo afilado y agudo. Su cabeza cayó hacia un lado, exhausto-. El mayordomo del señor Wayne fue atacado con algo que encaja a la perfección con tu fórmula del miedo. ¿Quién más podría tener acceso a ella aparte de ti?

- Mis depósitos... mis depósitos se quedaron en las alcantarillas cuando me detuvieron la última vez... Tenía... varios toneles... No sé qué pasó con ellos... Pudo... pudo confiscarlos la policía... ¿Quién tiene acceso a los almacenes de la policía? Pudieron llegar antes... Otros... No sé quiénes... Tenía... Mis secuaces... Puedo darte una lista... de nombres... Puedo... ¡aaaarrrgggghhh!

Más sangre. ¿Estaba siendo abierto en canal? No podría saberlo. Dolía mucho, pero dejó de doler cuando todo se volvió oscuro...

- Midnighter a Apollo y Oráculo -llamó el justiciero, quitándose los ensangrentados guantes de goma y dejándolos caer sobre la bandeja de la mesita auxiliar-. Tengo malas noticias: estoy bastante convencido de que el Espantapájaros no ha tenido nada que ver, pero he conseguido garantizar su colaboración plena. Cuando despierte me hará una lista de posibles candidatos que hayan podido tener acceso al gas del miedo y estará encantado de ayudarnos en lo que le pidamos, pero la cosa no pinta bien, porque esos depósitos de los que nos hablaste estuvieron un tiempo en las alcantarillas hasta que la policía los incautó. Podría haberlos encontrado cualquiera. Oráculo, ¿podrías darme una lista de los miembros del cuerpo policial que hayan tenido acceso a esos toneles junto con sus historiales?

Se produjo una breve pausa. La mujer al otro lado del comunicador había conectado, sin duda, la "colaboración plena" y el "cuando despierte". Sin embargo, salvo por aquel instante de silencio, no hubo otra reacción.

- Es cierto. Durante ese período podrían haber estado al alcance de muchos -el sonido de las teclas sustituyó a la voz distorsionada de Oráculo mientras ésta conseguía la lista que pedía Midnighter-. Hecho. Te la haré llegar al comunicador. Y... Midnighter... Te pido que uses el mínimo de violencia imprescindible.

- Oh, créeme, he usado el mínimo de violencia imprescindible -contestó el justiciero, dirigiendo un rápido vistazo a la figura inconsciente de la mesa de operaciones-. Pero a veces hay que recurrir a ciertas tácticas para cerciorarte de que no te mienten, especialmente si la cosa corre prisa. En éste tipo de casos las primeras horas son cruciales, y según tengo entendido vuestro amigo lleva desaparecido cerca de veinte días. No tenemos mucho tiempo que perder.

De hecho, lo más probable era que estuviera muerto. Midnighter tenía bastante experiencia con aquella clase de situaciones y era raro que ningún criminal mantuviera a alguien cautivo durante tanto tiempo sin hacer ninguna clase de demandas o peticiones de rescate. Había excepciones, como los casos de esclavitud sexual, pero las víctimas de aquella clase de repugnantes delitos solían ser mujeres jóvenes o niños, no cuarentones como Bruce Wayne. Aunque claro, siendo un superhéroe había mayores posibilidades de que tuviera enemigos con motivos para mantenerlo prisionero y torturarlo. Después de todo, a él los skrulls lo habían mantenido vivo más de siete meses. Quizá era éste recuerdo el que le impulsaba a querer ayudarles. Todavía tenía muy reciente todo lo vivido en su cautiverio. Y por eso, si seguía vivo, tenían que recuperarlo lo antes posible. Pero prefería guardarse todo aquello para sí. Estaba seguro de que Oráculo sería tan consciente como él de que las probabilidades no estaban a su favor, y aunque no se consideraba el tipo más sensible del planeta tenía la suficiente empatía como para saber que no debía ahondar en el tema.

- Pero tranquila -dijo con más suavidad-; no voy a usar con la policía los mismos métodos que uso para los chiflados homicidas.

- Estoy segura de que no será necesario -coincidió ella-. Avísame si necesitas algo más. Oráculo fuera.