Como ves, estoy relleno de paja, de modo que no tengo sesos [10-05-2019] (Diana de Themiscyra)

Con las complicaciones de Chipre la embajadora no había tenido mucho tiempo de terminar parte de su trabajo diplomático. Acababa de recuperarlo de las manos de la usurpadora y aún tenía mucho que poner en orden. Había terminado la burocracia y las gestiones más lentas, pero aún tenía que ordenar su vida en aquel universo. Para su suerte había recuperado a Bruce, y aunque no era el suyo, era uno que había decidido deliberadamente confiar en ella a pesar de todo. Y no podía estar más agradecida. Aquel día revisó su agenda de arriba a abajo, aún no le habían asignado citas. Respiró aliviada, quedaba mucho que limpiar antes de inaugurar.

Por eso cuando escuchó los golpes secos en la puerta se sorprendió, dio por hecho que sería algún compañero necesitando algo de su despacho - ¡Adelante! - Elevó la voz mientras colocaba dos pilas de papeles juntas, ajustándolas con un par de golpes sobre la madera maciza de su escritorio.

Alzó la vista, sosteniéndola en ambos individuos más tiempo del necesario mientras el hombre cano se presentaba. La trataron por su nombre, de nuevo como si la conociesen. Empezaba a generarle una sensación incómoda e intrusiva el trato familiar de situaciones delicadas que le eran completamente extrañas a ella. ¿Cuánto más le tocaría estar solucionando el comportamiento errático de la usurpadora? Una sonrisa hábil acudió a los labios granates de la griega. - Buenos días, por favor, pasen - Les señaló las dos sillas al otro lado de la mesa, ella permaneció de pie hasta que ellos tomaron asiento.

En lo que se acercaron y cerraron la puerta aprovechó para echar un vistazo más a conciencia. Eran dos hombres maduros, por su lenguaje corporal parecían estar relajados en la compañía del otro. Los ojos azules de la princesa se detuvieron en los bombones y el helado.. una combinación un poco edulcorada para su gusto, pero le recordó que no había probado aún el helado de ese universo. Carraspeó, intentando contener su confusión. ¿Admiradores? No les hubiesen dejado pasar. Pero entonces… ¿Qué?

Tomó asiento al fin frente a ellos. No podía permitirse proclamar su usurpación a los cuatro vientos con cualquier persona a quien le debiese una explicación, así que intentó obtener información sobre su relación con la “otra Diana”.  Tampoco quería mentir y el efecto Omega tal y como lo llamó Bruce, resultaba lo bastante confuso como para poder expresar una coincidencia multiversal sin riesgo a exponer la falla de seguridad que Themyscira estaba tratando de superar. - Gracias, es todo un detalle por su parte - Esperó a que los soltase sobre la mesa y abrió la caja de bombones para girarla y ofrecérsela a ellos para compartir. Luego apoyó los brazos mirándoles de forma intercalada. - Deben disculparme… pero creo que no nos conocemos- sentenció esperando la típica retahíla que proseguía cuando a uno le cuestionan su experiencia. Un goteo de datos concretos y precisos que demostrasen la veracidad de los eventos que ellos creyesen que habían compartido. Con un poco de suerte, sabría cómo dirigirse a ellos después de su aclaración.

Diana de Themyscira, princesa de las Amazonas. El nombre me venía molestando desde que se lo había escuchado mencionar a aquél viejo en la mansión del murciélago. Durante el mes que estuvimos recorriendo Europa, limpiándola de demonios, recuerdo perfectamente una retransmisión que emitieron en directo desde un bar en Irlanda, una retransmisión donde una mujer que se hacía llamar Diana de Themyscira, Reina de las Amazonas, decapitaba a un pobre bastardo en directo. Pude reconocer perfectamente ése camino; The Authority lo recorrió una vez, aunque a mí nunca terminó de hacerme gracia. No me hacía falta una proyección falsa enviada desde el futuro para entender a dónde conducían todos esos caminos cimentados en aparentes buenas intenciones. En su momento me dejé llevar porque me había acostumbrado a ser un soldado que obedece órdenes de su líder, pero ahora soy un poco más mayor, y, quiero creer, un poco más sabio. No volveré a caer en el mismo error ni a dejarme engañar por mensajes utópicos que enmascaran lo que no es otra cosa más que dictadura, opresión y tiranía.

Por desgracia, en aquellos momentos teníamos las manos llenas con la invasión demoníaca, y no pudimos tomar cartas en el asunto. No sé si Apollo se enteró, o si se le habrá olvidado, y entiendo que necesitaba primero reconectar con los amigos que hizo en mi ausencia, pero ahora el nombre vuelve a resonar con fuerza en mi cabeza.

Ese viejo, Alfred, nos la ha recomendado como aliada. A buen seguro no lo habría hecho de ser la terrorista de las noticias, ¿verdad? Además, aquella se hacía llamar a sí misma "reina". No lo tengo muy claro, especialmente al ver la afectuosa confianza que mi marido parece tener con ella, así que no digo nada. Una confianza que le impele incluso a comprarle helado y bombones. A priori me parecería una elección extremadamente estereotipada, sexista e incluso insultante, pero si algo tengo claro es que ninguna de esas cosas configuran la personalidad de mi marido, así que me callo una vez más. Imagino que si se ha decantado por esa clase de regalos ha de ser porque la conoce bien.

La visión de la embajada me tranquiliza un poco. Estados Unidos no permitiría que se refugiara allí una terrorista que ha amenazado a la mitad de la población del planeta, ¿verdad? Aún así, nunca se sabe, por lo que me mantengo alerta. Francamente, lo que más me sorprende de todo es que nos dejen pasar, considerando cómo vamos vestidos. Imagino que en éste lugar deben de estar acostumbrados a todo, pero aún así, podríamos haber sido súper asesinos genéticamente mejorados, o alienígenas invasores. Tiene que ser alta la confianza que le tienen a ésta "princesa".

Veremos si es merecida.

En cuanto la puerta se abre, se confirman todas mis sospechas. Efectivamente, se trata de la misma persona que ha dado un golpe de estado en Chipre y lanzó un comunicado para difundir sus proclamas fascistas por todo el mundo.

- Deben disculparme… pero creo que no nos conocemos

- Tú a nosotros no... En cambio tú te has vuelto muy popular desde que saliste en televisión decapitando a aquél tipo, ¿no, princesa? ¿O debería llamarte "reina"?

Sin más dilación, me abalanzo sobre ella proyectando un derechazo directo a su mandíbula entre una lluvia de bombones. Va a ser la muerte más dulce que he provocado.

Para sorpresa de la embajadora, lejos de la retahíla esperada lo que recibieron sus oídos fue una acusación directa, clara y precedente a una agresión. Aguardó estoica a recibir el impacto para medir las fuerzas de sus dos contrincantes, si eran hombres corrientes encajaría el golpe sin casi sentirlo. Esperó paciente buscando alguna emoción en el rostro del agresor, pero el hombre apolíneo se interpuso. Alzó las cejas con sorpresa y curiosidad mientras el impacto frenado a pocos centímetros de su rostro le movía el pelo por el viento residual provocado. Se mantuvo al margen escuchando con atención el diálogo entre los dos, comprendiendo la situación. Este mundo le había regalado cientos de malentendidos que había tenido que esclarecer por presencia de la impostora, esta situación no era nueva para ella, aún se encontraba apagando los múltiples incendios que estaba provocando.

- Esa es una de las cosas que siempre me gustó del mundo de los hombres. Donde uno es asesinado otro se alza reclamando justicia o venganza.- Levantó la mano enseñando la palma como símbolo de calma. - Por favor, no discutan, no será necesario. Insisto en que tomen asiento - Bordeó a la pareja acercándose a la puerta para asegurarse de que permanecía bien cerrada y facilitando así entre ellos un momento de intimidad que podía aprovecharse entre susurros para esclarecer las cosas. Volvió con calma al lado de la mesa que aguardaba un solo butacón y esperó a que cumpliesen su petición, haciendo lo propio.

- Respondiendo a su pregunta, con Diana será suficiente, si quiere referirse a mi - Entrelazó las manos sobre la mesa y se reclinó hacia delante - Primero querría disculparme por las posiblemente decepcionantes noticias que les traigo. Quisiera ser mensajera de mejores conclusiones, pero la realidad toma poder sobre nosotros. - Sirvió tres vasos de agua que reposaban en una bandeja sobre el escritorio. Les dio la vuelta despacio y vertió la misma cantidad en los tres. Dio un sorbo lentamente a uno de ellos y se lo dejó más cerca que los otros - Mucho me temo que no soy la Diana que usted conoció, Apollo - sonrió con cierta pertenencia recordando el Olimpo, lo cierto es que ese hombre sí se parecía a las interpretaciones humanas del dios. - y tampoco soy a la que usted vio en televisión. Sin embargo, ellas sí son la misma -

Sujeto en una cincha a su muslo, bajo la falda de su vestimenta, descansaba el lazo de la verdad. Lo desprendió con facilidad y lo puso sobre la mesa, tendiendo un extremo al rubio, un punto intermedio al otro hombre y un extremo entre sus dedos. - Esto es el lazo de la verdad - Empezó a brillar con un potente rubor dorado que tiñó el rostro de los allí presentes - Cualquiera que lo toque se verá obligado a decir la verdad siendo incapaz de mentir o de omitir información cuando entra en contacto directo o indirecto con él. Dejaré que hagan una prueba para ganarme su confianza. Intenten decirme una mentira, cualquiera, no tiene que ser algo importante. Algo cuya respuesta conozcan entre ustedes pero que yo no pudiera saber- Aguardó paciente a que colaborasen con el experimento y pudiesen vivir en sus propias carnes los efectos del lazo.

Dio margen al experimento, a la mirada cómplice que esperaba entre los hombres para confirmar lo que habían vivido. Una vez parecieron convencidos de las habilidades del lazo, la amazona apoyó la espalda contra el butacón - Pueden soltarlo si quieren, era sólo para que comprobasen su eficacia - Ella siguió sosteniendo el lazo - Admiro a cualquier hombre que tenga el valor de plantarle cara con esa determinación a una enemiga, una asesina, una terrorista y una líder dictatorial. Créame que me estoy preparando y en cuanto pueda, ese puñetazo es lo mínimo que aspiro a hacerle yo a esa mujer. - Dirigió su vista a los ojos de Apollo - Y también admiro a un hombre capaz de volverse contra un aliado por defender sus valores y a una buena persona. Aunque no es urgente, agradecería conocer su nombre y su historia, pero primero os daré las explicaciones que tanto creo que necesitan. -

Hizo una pausa para coger algo más de agua con la mano libre y un carraspeo después para aclarar la voz, comenzó.

- Themyscira está en una situación delicada. Alguien está usurpando la posición de Wonder Woman, de hija de Hipólita. Mi lugar. Sin embargo yo llegué a este mundo en Enero, por lo que tengo entendido ella lleva aquí casi un año más que yo. Desconozco aún a qué obedece el arrebato terrorista, pero por lo que he conseguido averiguar, esa Diana fue buena durante una época, debe ser a la que usted conoció, Apollo. Lamento comunicar, sin embargo, que es la misma que también vio usted en los medios, Señor… - Esperó un nombre, algo de simpatía por parte del hombre que había llegado a la embajada con el puño por delante.

- Es una situación que resolveré, ya estoy en marcha. Hay una movilización activa y si Themyscira no permitía la presencia de hombres, mucho menos la permitirá ahora. Así que agradezco su preocupación por la situación, pero los asuntos de la isla deben ser resueltos por la isla. En este caso ha repercutido al mundo de los hombres y me encargaré personalmente de extinguir esta amenaza - Nunca mostró duda ni debilidad. Permaneció como un acantilado contra el mar esperando una explicación que ahora le debían a ella.

- ¿Pero que cojones Midnighter? Ella es Diana de Themyscira, “princesa” de las Amazonas y mi amiga ¿se puede saber a qué viene esto? Ella no es de las que va decapitando gente por ahí.

Conocía demasiado bien las capacidades de su marido como para tratar de resistirse, especialmente cuando el halo de su cabeza brillaba con tanta intensidad, pero le lanzó una mirada que encerraba toda la pelea que no podía dar físicamente.

- ¿Es que no has visto...? -se interrumpió a mitad de la frase, dándose cuenta de lo que había estado a punto de preguntar-. No, por supuesto que no has visto las noticias.

Su marido no prestaba atención prácticamente nunca a los informativos. Lo único que veía en la tele eran las películas que ponían cuando estaban juntos, y, aunque era bastante aficionado a la lectura, no solía leer el periódico. A Midnighter, en cambio, le gustaba estar informado, y, a diferencia de lo que había ocurrido en la mansión de los mutantes, que había sucedido tan sólo un día antes de llegar ellos y no había tenido repercusión en Europa, donde habían estado hasta entonces, el mensaje que había dado la supuesta reina amazona se había retransmitido hacía casi un mes, y había dado la vuelta al mundo al declarar la guerra a la mitad de la humanidad.

A pesar de lo que le había dicho, no sólo no le preguntó a qué se refería, sino que se puso a pedirle disculpas a la impostora, sorprendiéndose incluso al darse cuenta de que no le reconocía. ¡Arg! Apollo era el único ser sobre la tierra tan capaz de cautivarle como de irritarle.

- ¡No te conoce porque no es tu amiga! -exclamó, exasperado-. ¿Cómo no lo ves? ¡Llevamos literalmente meses combatiendo alienígenas cambiaformas que han estado suplantando habitantes de la Tierra para poder invadirnos! ¡Es la principal razón por la que hemos venido aquí! Si me hubieras dejado herirla habríamos podido ver si su sangre...

Pero entonces la amazona levantó la mano en señal de paz, mediando para reclamar su atención.

- Por favor, no discutan, no será necesario. Insisto en que tomen asiento.

Midnighter lo hizo a regañadientes, asegurándose de que quedaba bien claro por su lenguaje corporal su descontento con la situación, cruzando los brazos al pecho y manteniendo la mirada gacha. Apollo no podía saber... Para él era fácil confiar en alguien que bien podía ser una skrull. Él no había tenido que pasar por... No había tenido que experimentar la indefensión, la humillación... Angie le había dicho una vez que podría trabajar mejor sus problemas, traumas e inseguridades si fuese abierto sobre ellos, si de vez en cuando los compartiera con los demás como sí hacía Apollo. Pero él no era así. No había sido diseñado para "compartir sus sentimientos". El tiempo que había permanecido preso le había hecho comprender que actuando así podía hacer daño a Apollo, y eso era algo que no deseaba, así que había decidido sincerarse con él en aquellas cosas que pudieran afectarle personalmente. Pero cómo se sintiera él después de la experiencia que había pasado en la prisión skrull no le afectaba, así que no tenía por qué decírselo. Había un límite a lo que era capaz de conseguir en tan poco tiempo. Necesitaba más tiempo, eso era todo.

Lo primero que hizo la mujer fue algo que ni su computadora pudo preveer: disculparse. Francamente era lo último que habría esperado después de una agresión directa. Lo normal habría sido exigirle a él la disculpa. Aquello le hizo enarcar una ceja y mirarla con cierto grado de curiosidad. La gente no solía sorprenderle demasiado a menudo, así que cuando alguien lo conseguía era digno de mención. Quizá sí mereciera la pena escuchar lo que tenía que decir... Así que lo hizo. Sin embargo no tocó inmediatamente el lazo. Aún no se fiaba del todo y no había manera de predecir lo que podría hacer. Pero cuando Apollo lo tocó, no pareció hacerle nada, y vio la mirada que le dirigió. Apollo había dado la cara por él infinidad de veces, lo había sacrificado todo y ahora lo único que le estaba pidiendo era una muestra de confianza.

El único que guardaba secretos de los dos, era él. Si Apollo trataba de mentir y decía la verdad no sería tan significativo para lo que pretendían averiguar como si lo hacía él, porque Apollo rara vez mentía.

Se quedó mirando aquellos preciosos ojos azules, tan perceptivos, y recordó algo. Vacilante, sujetó la cuerda. Trató de mentir.

- ¿Recuerdas cuando conocimos a Pluto y Daylighter? El plan que se te ocurrió para acabar con la idea asesina fue... absolutamente brillante. La gente siempre tiende a pensar que, de los dos, yo soy el más inteligente, únicamente porque tengo una súper computadora en el cerebro -musitó, extendiendo la mano libre para acariciar la mejilla de Apollo, permitiendo que sus dedos se entrelazaran con algunos mechones de cabello plateado. Dios, cómo adoraba su pelo-. Pero aquello fue algo que jamás se me habría ocurrido a mí. Si tú no hubieras estado a mi lado, sólo Dios sabe a cuántos habría terminado exterminando aquella idea... Puede que yo tenga la inteligencia de un ordenador... Pero tú tienes la inteligencia humana y emocional, y eres infinitamente más perceptivo que yo, así que, si tú dices que confías en ella... yo confiaré en ti. Eres increíble, Apollo, y nunca dejas de sorprenderme. ¿Y recuerdas la idea peligrosa que dijiste que Pluto y Daylighter habían traído consigo? -le miró a los ojos-. Tenías razón, como siempre. Y, aunque te dije que no quería hablar de ello... Me gustó que lo hicieras.

Soltó la cuerda y se puso de pie. Cualquier rastro de emocionalidad había desaparecido de su permanentemente serio semblante.

- El lazo funciona -dijo con parquedad, volviendo a su tono neutro y seco. Se ajustó la gabardina, levantándose las solapas y metiendo las manos en los bolsillos, quedándose en un segundo plano contra la pared.

Había hablado demasiado. Compartido demasiado. Necesitaba tiempo para recuperarse, así que permitió que Apollo llevara el grueso de la conversación, limitándose a escuchar sin aportar nada más.

Para cualquiera que no le conociera, sin lugar a dudas transmitiría la impresión de ser una persona borde y desagradable que ni siquiera respondió cuando se le preguntó por su nombre. Los que le conocieran, sabrían que había mucho más detrás de aquella máscara, pero, por desgracia, los únicos que le conocían de verdad eran Apollo y su hija.

Aunque, gracias al lazo de la verdad, ahora quizá también Wonder Woman le conocería un poquito más. Era un sacrificio que bien merecía la pena hacer por Apollo.

Respondió halagada ante las palabras del hombre amable - Está forjado por Hefesto, lo conforma un fragmento del cinturón de la diosa Gea. Pero la verdad es fruto del fuego de Hestia que una vez lo abrazó - Dedicó una mirada melancólica al lazo recordando el pasado de su madre y Antíope. Esperó a que lo tomasen y escuchó las palabras amables del rubio sobre su situación primero. Se llevó una mano al pecho y asintió con la cabeza - Le estoy muy agradecida por sus palabras, Apollo. No dudo que su compañero tiene un gran mundo interior - Le miró entonces, cuando empezó a hablar.

Diana escuchó con atención las palabras del hombre de negro, así como contempló sus gestos. Les miraba con un brillo de orgullo en los ojos, recordando las miles de historias que había leído y vivido sobre héroes griegos que deseaban volver del lado de su amante tras una dura batalla que los retornaba vivos al hogar. Luego, el que no quiso dar su nombre, el más reservado, el más precavido, soltó la cuerda y se retiró. Le recordaba a cierto Gothamita cuando intentaba trabajar en equipo. No pudo evitar una mirada de ternura y empatía cuando le vio alejarse, renegado y con un rictus de inalterabilidad y ella soltó una carcajada - Tengo que reconocer… que me recuerda usted mucho a uno de mis mejores amigos… - Negó con la cabeza y un deje lejano de tristeza se apoderó de su mirada. - Hay quienes prefieren combatir sus emociones antes que compartirlas… Entiendo que esto para usted ha sido muy duro. Le agradezco los esfuerzos. Muchas veces nos duele más reconocer lo que nos negamos a nosotros mismos que lo que le negamos al resto- Asintió y centró la mirada en el rubio, permitiéndole el espacio de privacidad que tanto parecía querer conseguir.

Le escuchaba con atención, centrándose primero en que habían ayudado contra las invasiones, en las palabras amables que el hombre rubio parecía tener preparadas pero que había demostrado ser sinceras. Frunció el ceño levemente en la parte de los Skrulls, desconocía esa raza y sus capacidades. Pero entonces mencionó a Alfred y con un exabrupto soltó la cuerda de forma repentina. Un brillo de cariño se forjó en los ojos azules de Diana cuando mencionaron al mayordomo. Observó con detenimiento ese gesto mientras empezaba a envolver el lazo entre sus manos.

Sonrió negando con la cabeza mientras retornaba el lazo a su sitio.

Habían estado en Gotham y se habían comunicado como héroes, no como civiles, porque pidieron información para su investigación alienígena. Y habían conseguido atajar la confianza de Bruce como para llegar a Alfred y que este, amablemente, les hubiese dirigido a ella para compartir la información. Pero lo más importante… es que soltó la cuerda de forma repentina. Aquellos hombres comprendían a la perfección cuánto apreciaba su privacidad y no sólo eso, estaban dispuestos a arriesgarse para conservarla. Soltó el lazo para proteger a su mejor amigo. Amplió la sonrisa un poco más sin darse cuenta, antes de dirigirse a ellos. - Son ustedes hombres de palabra - Dijo mientras volvía a tomar asiento - Así que han estado en Gotham - Dedicaba alguna que otra mirada a Midnighter para que no se sintiese del todo fuera de la situación. - Mucho me temo que en esto pueden ayudarme más de lo que puedo ayudarla yo… ¿Serían tan amables de explicarme cómo funcionan esos Skrulls?-

Midnighter no era precisamente vergonzoso a la hora de mostrar abiertamente la naturaleza de su relación (bastante apasionada, por cierto), por lo que no le importó la confesión que hizo Apollo. Es más, le resultó gracioso que expresara cuánto le excitaba verle tomar la iniciativa en la batalla, considerando lo mucho que le excitaba a él cuando su marido tomaba la iniciativa en otros... ámbitos. Era una muestra más de lo mucho que encajaban, tanto literal como figuradamente. Dada la naturaleza de la programación de Midnighter, al metahumano le habría resultado imposible estar con alguien que no tolerase sus métodos, y precisamente porque en ocasiones le asaltaban las dudas acerca de si una simple máquina de matar como él era lo que Apollo merecía, sentaba bien escuchar que le gustaba verle en acción.

Mientras Apollo hablaba, se deslizó detrás suyo en completo silencio y le apartó el largo cabello del cuello en un gesto que parecía casual, como de pasada, deslizando el índice a continuación por la región cervical de su espina dorsal en un veloz y sutil movimiento que pasaría inadvertido para Diana, al tiempo que susurraba, tan bajo que sólo el súper oído de su marido podría escucharlo:

- Hay una o dos cosas que me gustaría compartir contigo luego... Entonces te demostraré hasta qué punto puedo abrirme...

Sin detenerse en ningún momento continuó avanzando hasta el lado opuesto de la habitación, como quien simplemente camina mientras escucha la conversación que mantienen los demás, y, apoyándose en la pared contraria observó cómo su marido se esforzaba por disimular el sonrojo con una evidente y maliciosa sonrisa en el rostro.

Cuando Diana se dirigió hacia él, inclinó la cabeza en su dirección en señal de reconocimiento y respeto. Por lo que había revelado, se trataba de una guerrera, y eso era algo que él apreciaba.

- Déjeme adivinar... ¿ese amigo al que le recuerdo gusta de recorrer los tejados de Gotham vestido de murciélago? Ya son varios los que me han dicho lo mismo -respondió, desviando la mirada ligeramente hacia su marido antes de volver a centrarla en ella-. No fui concebido para tener emociones de ningún tipo. Mucho menos para hablar de ellas -fue su parca respuesta-. Fui diseñado y programado para combatir. Pero ésto es importante para mi marido, y por lo tanto, lo es para mí.

Observó con cautela cómo Apollo se interrumpía al hablar de Alfred y se mesó la barbilla, pensativo. Aquella mujer... aquella guerrera, acababa de confesar que el tal Batman era uno de sus mejores amigos... y, sin embargo, ahí estaban ellos, guardándose la información de que existía una probabilidad de que siguiera vivo y estuviera en peligro, a manos de algún criminal. Podía imaginar cuánto habría agradecido Diana tener esa información, y poder hacer algo para ayudar a rescatar a su amigo. De hecho, a nivel puramente objetivo, ahora que el lazo de la verdad les había ayudado a despejar cualquier duda que pudieran tener acerca de ella, contar con su ayuda en la búsqueda posiblemente les habría venido muy bien. Pero Alfred había sido tajante; no quería que ninguno de los seres queridos del murciélago se enterararan de nada de aquello porque no tenían certeza alguna de que el hombre que había contactado con Oráculo fuese realmente Bruce Wayne, y no deseaba sembrar falsas esperanzas en quienes ya habían pasado por el dolor de verlo morir una vez. Además, cuanta más gente lo supiera, más probable era que terminara llegando a oídos del chico, Nightwing, que era quien menos debía enterarse de todo aquello hasta que tuvieran una mayor idea de lo que estaba ocurriendo.

Ahí es cuando entraban en juego los factores emocionales de los que habían hablado antes. Factores emocionales que él no podía comprender. Realmente sería todo infinitamente más sencillo si pudiesen contar con la ayuda de Diana, y si él estuviese en su lugar, si Apollo estuviera desaparecido y hubiese cualquier mínima pista que pudiese llevar hasta él, habría preferido saberlo y poder hacer algo. La computadora de su cerebro no hacía más que reproducir el considerable incremento en las probabilidades de encontrar a Bruce si introducían a Diana en la ecuación. Ella conocía al murciélago, conocía quiénes eran sus enemigos mejor que ellos, dónde se ocultaban, a quienes debían interrogar.

Pero hacía tan sólo unas horas que le había prometido a su marido no volver a dejarse guiar por los cálculos de su computadora cuando se trataba de cuestiones emocionales. En ése tipo de ámbitos había decidido confiar más en las corazonadas de Apollo, y él había optado por guardar silencio. Así que, de la misma manera en que su marido siempre confiaba en él cuando se trataba de cuestiones de estrategia y combate, él confiaría en Apollo en ésto.

- Efectivamente, como ha dicho mi marido, hemos combatido varias amenazas mundiales a lo largo del globo en el transcurso de éste año. En enero combatimos a Ultrón en Estados Unidos, en marzo ayudamos a repeler a los Badoon en el Reino Unido, y hemos estado luchando contra los demonios por toda Europa.

Volvió a caminar hasta situarse nuevamente detrás de él, rodeando el musculoso pecho de su amante con un brazo al tiempo que con el otro le acariciaba amorosamente la frente en un gesto que era puramente afectuoso y tierno, sin ninguna clase de implicación sexual. Apollo y él eran muy dados a aquella clase de cercanía física, y era algo que les salía de manera natural, prácticamente sin darse cuenta, incluso cuando estaban discutiendo asuntos serios con otros, como era el caso. Como hemos dicho antes, los dos amantes no eran de los que tenían el menor reparo a la hora de demostrar públicamente su amor, y a Midnighter no podía importarle menos lo que pensara la gente a aquellas alturas de su vida.

- Los skrulls son... -inhaló una bocanada de aire de manera entrecortada, y el brazo que rodeaba el cuerpo de su marido le aferró con más fuerza. Apollo podría notar que los latidos de su corazón se intensificaban, pero cuando volvió a hablar, lo hizo de manera calmada y serena-. Son una raza alienígena de guerreros cambiaformas. En su estado natural, tanto su piel como su sangre son de color verde. Pueden imitar a la perfección cualquier organismo con el que hayan entrado en contacto, y, si adquieren material genético de un súperhumano pueden llegar a emular incluso sus poderes y características metahumanas. A mí me... secuestraron tras la Colisión. Me hicieron creer que aún estaba con mi equipo, con... mi marido. Fueron capaces de replicar su estructura biológica, su señal de calor, su ADN e incluso su olor personal... Consiguieron engañarme durante seis meses -era prácticamente el mismo tiempo que había transcurrido desde su liberación y aún le costaba hablar de aquello sin sentirse vulnerable, expuesto y avergonzado porque Apollo hubiese tenido que rescatarle-. Estaban organizando una invasión a gran escala de la Tierra. Estaban capturando humanos y metahumanos en posiciones significativas de poder para estudiarlos, replicarlos y reemplazarlos. Conseguimos destruir la base de la luna y rescatar a los prisioneros que tenían allí, y desde entonces hemos estado dando caza a todos los que hemos podido localizar. Creemos que la Tierra está a salvo, pero hemos aprendido que no conviene confiarse con éstas criaturas, aunque tampoco queremos hacerlo público mientras pensemos que no existe ya un motivo de peso, pues implicaría sembrar el caos, el pánico y la desconfianza innecesariamente. El mundo entero se desmoronaría sobre sí mismo si todos empezáramos a desconfiar los unos de los otros.

De hecho, existían altas probabilidades de que el Bruce Wayne que se había puesto en contacto con Oráculo fuese en realidad un skrull... Bien mirado, era realmente preferible no decir nada hasta tenerlo todo claro.