El asesino se adentró en el despacho con la familiaridad de quien se pasea por su casa, dejándose caer en la silla y apoyando sus botas militares en la mesa del escritorio, jugueteando con un cuchillo mientras la escuchaba hablar.
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Ya, ya... -respondió con absoluta indiferencia a la amonestación de la mujer.
Evidentemente no le sorprendía porque una de las condiciones que habían acordado para su liberación era que el asesino debía llevar un busca encima en todo momento para que la mujer supiera siempre dónde estaba dentro de un área aproximada. Se había negado a nada demasiado exacto porque quería tener al menos la posibilidad de reunirse con Wesley o con cualquier otra persona que deseara contratar sus servicios sin tener a ARGUS oliéndole el culo. A Waller le bastaba con saber que no había salido del país y que podía localizarlo rápidamente en cualquier momento. Si el busca se había activado en Liberty Island la noche de la gran presentación oficial de los Thunderbolts no hacía falta ser muy inteligente, conociendo su historial, para saber dónde estaba él.
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Qué le vamos a hacer... -continuó, lanzando el cuchillo al aire y recogiéndolo con habilidad-
. No se pueden poner barreras al verdadero amor... Tampoco necesitaba inventarse excusas, todo el mundo conocía su historia con Elektra. Lo importante era que nadie le había visto allí y que resultaría imposible cuestionar su absoluta profesionalidad. Bullseye jamás permitía que los aspectos personales de su vida interfirieran en su trabajo. Se le había pedido mantener un perfil bajo para que no se extendiera el rumor de que estaba fuera de la cárcel, y eso estaba haciendo. De hecho, ni siquiera llevaba su uniforme habitual, sino un traje mucho más pragmático y aburrido de mercenario estándard que le tenía de los nervios. Bullseye no tenía problemas en pasar inadvertido, pero siempre le gustaba dejar su marca y que la gente supiera cuáles eran sus muertes. Para él, el traje era una manera de promocionarse. Había un objetivo en el hecho de que fuera llamativo; que la gente le reconociera y labrarse una reputación. Pero bueno... se consoló pensando que sería algo temporal, y que era el precio que había tenido que pagar para poder salir de la cárcel.
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Descuide... -comentó inclinándose hacia adelante para recoger la carpeta-
, siempre ofrezco el cien por cien cuando se trata de trabajo. Sólo tiene que echar un vistazo a mi expediente; no tendrá queja alguna.Dragoslav Katich... Tenía un nombre tan raro que era imposible que se le olvidara. Aquél era el freak mutante que estaba bajo control del otro freak, el que era amigo de Murdock. Le habían arrestado por algo de un ataque a la mansión X, y apostaría el brazo derecho a que el bueno de Mattie le iba a representar en el juicio que se llevaría a cabo al día siguiente.
Su fría mirada azul se fijó en la de Amanda mientras le explicaba lo que tenía que hacer, mientras su cerebro trabajaba para componer todas las piezas de aquél puzzle.
Luthor quería imponer una ley de registro mutante que había causado división entre la población. En los últimos tiempos se habían incrementado los conflictos y los delitos de odio contra los mutantes. Dragoslav Katich era mutante. Para Bullseye estaba claro que Luthor iba a tratar de utilizarlo como un ejemplo de lo peligrosos que los de su clase podían llegar a ser. Debía de tener un motivo de peso para apartar del caso al juez Williams. No tenía la más remota idea de quién era, pero por las palabras que Waller había empleado podía deducir que debía de tratarse de un juez honrado. El único motivo que Luthor podía tener para quitarlo de en medio era colocar en su lugar a otro que fuera de su cuerda, lo cual posiblemente jodería a Matt, y eso, para qué negarlo, se la ponía dura.
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Cuente usted con ello, señora -dijo, poniéndose en pie y empezando a alejarse. Sin embargo se detuvo en el umbral al escuchar las últimas palabras de la mujer. No dijo nada, y apenas se volvió para mirarla, pero Amanda creyó percibir el esbozo de una siniestra sonrisa en su semblante.
* * * *
Cuando llegó a la primera dirección que le habían proporcionado, encaramándose por la ventana, encontró a un hombre estrangulando a una muchacha que se debatía y pataleaba en el suelo. Las luces estaban encendidas, permitiendo distinguir las exóticas facciones de la joven, cuyos llamativos ojos azules estaban empezando a velarse por la falta de oxígeno.
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Disculpa que te interrumpa -intervino el asesino, saliendo de entre las sombras-
, pero estoy intrigado -señaló con el cuchillo el pañuelo que colgaba de un ventilador de techo bastante endeble sobre sus cabezas-
. Necesito que me expliques un poco lo que está pasando aquí. -
¿Quién cojones eres tú? -el matón soltó la garganta de la chica, que parecía inconsciente, y se encaró a Bullseye con un cuchillo en la mano. La sonrisa de Bullseye se ensanchó.
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¿No quieres decírmelo? Vale... voy a lanzar una hipótesis al aire. Veamos... de lo que observo deduzco (por favor, corrígeme si me equivoco), que pensabas hacer pasar la muerte de la chica por un suicidio, pero no hace falta ser especialmente listo para ver que éste ventilador no podría aguantar ni el peso de un gato sin desplomarse, así que... o eres particularmente estúpido, o hay una razón realmente justificable detrás de ésta aparente subnormalidad.Con un grito de rabia, el hombre se lanzó sobre él con el cuchillo por delante. Bullseye le esquivó sin problemas, sujetando el brazo del cuchillo y partiéndoselo con un golpe seco contra la esquina de la pared. El grito de criminal se convirtió en un aullido de dolor.
Bullseye le dejó allí, sujetándose el brazo herido, para acercarse al cuerpo de la chica y comprobarle el pulso. Parecía que había llegado a tiempo. Viviría.
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Aún es demasiado pronto para que se note, pero he estrangulado suficientes personas en mi vida como para saber que las marcas que esos dedazos tuyos habrán dejado en esa garganta tan delicada no se van a parecer en nada a las que dejaría un pañuelo de seda al ahorcarse. Las abrasiones, en lugar de ser regulares, tendrán la forma de tus dedos y serán más oscuras, profundas y abrasivas. Si no tienes experiencia, lo mínimo es informarse un poco antes de preparar el escenario, ¿no te parece?-
¡No, no, no! -gritó el otro asesino, tratando de alejarse cuando Bullseye fue hasta él y le sujetó del brazo herido, arrastrándole por el suelo hasta la cocina americana, donde podía verse una sartén aún humeando sobre el hornillo junto a una tetera hirviendo.
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Quiero decir... -soltó al tipo, que cayó torpemente al suelo, antes de acercarse al hornillo con la actitud de quien muestra algo muy evidente-
. ¡La chavala estaba haciendo la cena! -abrió la tapadera de cristal y olisqueó el aroma de la carne-
. Mmmm... Pollo al curry. ¿Quién se haría la cena y se suicidaría sin siquiera probarla? ¿No te parece un poco estúpido? Aferrando la sartén por la empuñadura, golpeó brutalmente en la cara al aspirante a asesino cuando empezaba a incorporarse, haciéndolo caer de nuevo y desparramando el contenido caliente por toda la diminuta cocina.
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Y el té. ¡Qué desperdicio! Agarrando la tetera derramó su contenido hirviendo por el cuerpo del tipo, que empezó a proferir alaridos y a cubrirse el rostro con las manos.
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Es que... no lo sé, ¿sabes? -Bullseye agarró al más joven por la pechera de la ropa, forzándole a incorporarse para arrastrarle ante el espejo roto que se encontraba junto a la encimera de la cocina-
. Verás, me han contratado para proteger a la chica, pero aunque tu inutilidad me beneficie, tengo que preguntar... ¿Cuánto pesa, 50 kilos? ¿Es una chiquilla y no fuiste capaz de matarla en el acto? Mira ésta rotura en el espejo.Con brutalidad, estampó el rostro del asesino más joven contra la grieta y fue arrastrándole la cara por los fragmentos astillados, ignorando sus estremecedores alaridos.
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Es que se me escapa, de verdad. ¿Tánto ha degenerado el Gremio? No me extraña que los chalados esos de las sombras nos estén comiendo terreno. ¿Cómo pensabas hacer pasar ésto por un suicidio con tantos estropicios? Mira, hasta la mesa está rota. -arrastrándole ahora hasta la mesa del comedor le estampó la cara contra el piquete que había en el cristal de la superficie y que indicaba que había habido otro golpe durante el forcejo con la muchacha.
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Tío... Por favor... -el tipo sollozaba en el suelo sujetándose el rostro destrozado con las manos. El ojo que había dado contra los cristales era una masa ensangrentada e irreconocible-
. Nos dijeron que tenía que hacerse así...-
¡Shhhhhh! ¡No me estropees mi momento Colombo, hombre! Estoy tratando de hacer una deducción aquí, ¿sabes? -Bullseye se sacó una carta del bolsillo y la pasó por la mejilla del hombre, como acariciándole-
. Tenías que hacerlo pasar por un suicidio... pero que resultara evidente para cualquiera que no lo era para que la gente pensara que lo habían hecho los grupos pro mutantes, ¿verdad? No hace falta que respondas -Bullseye se quitó el pasamontañas y el único ojo sano que le quedaba al asesino amenazó con salírsele de la órbita al reconocer la marca de su frente-
. Ahora dime, campeón... ¿dónde y cuándo vais a matar al juez Williams? ¿A que vas a ser un niño bueno y me lo vas a decir? ¿A que sí? * * * *
Instantes después, Bullseye recorría las calles de Nueva York en su moto a toda velocidad. Los dos asesinatos habían sido planeados con poco margen de diferencia, así que tenía que darse prisa. No tardó demasiado en llegar hasta la zona de residencia del juez y distinguir el Volkswagen negro aparcado justo a la entrada. Tenían los cristales tintados, pero Bullseye no necesitaba verlos para calcular su posición más probable dentro del vehículo. A medida que se acercaba sacó varias dagas kunai de los compartimentos de su uniforme y, al pasar por su lado por el carril contrario, las arrojó contra la luna delantera en las posiciones del piloto y el copiloto, a tal velocidad que el gesto pasó fácilmente inadvertido. Aparcando la moto justo detrás, fue hasta el vehículo y abrió la puerta del piloto. Tanto el conductor como el copiloto yacían muertos con las dagas profundamente enterradas en la garganta. Una vez hecha la comprobación volvió a cerrar la puerta aprovechando que no era una calle especialmente transitada, abrió el maletero y, tal como sospechaba, encontró dentro carteles y propaganda pro mutante y contraria a la ley de Luthor junto con varias latas de spray que presumiblemente habrían usado para "decorar" las paredes del piso del juez para dejar clara la autoría. Tenía que admitir que el movimiento de Luthor había sido brillante. Había contratado a varios pringados para que asesinaran al juez y su hija dejando pruebas evidentes de que había sido cosa de los movimientos pro mutantes y después le había enviado a él para impedirlo, dejarle a él como un héroe, y de paso impedir que los asesinos contratados pudieran vivir para contarlo.
Por fortuna, el juez no tardó demasiado en regresar a su casa. Bullseye se bajó el pasamontañas lo justo para mostrar su rostro pero manteniendo oculta la marca de su frente y fue a su encuentro cuando se disponía a abrir el portal.
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¿Juez Johan Williams? Mi nombre es Benjamin Poindexter, trabajo para el gobierno -le dijo, mostrándole la identificación oficial que le había dado Waller al sacarle de la cárcel-
. Tenemos que hablar.