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Pesadilla Antes de Navidad (Autoconclusivo) [24/25-12-2018]
Autor
Mensaje
Dr Stephen Strange
Bando :
Insignia de Fidelidad :
Mensajes : 15 Fecha de inscripción : 17/05/2022
Tema: Pesadilla Antes de Navidad (Autoconclusivo) [24/25-12-2018] 23rd Diciembre 2022, 17:53
Pesadilla Antes de Navidad
“Era la víspera de Navidad y, en toda la casa un gran silencio se hacía sentir. No se escuchaba ni el menor ruido; ni un ratoncito podrías oír”
Bleecker Street. Nueva York. Víspera de Navidad. 22:30 p.m.
En el Gran Salón del Santum Sanctorum, el Dr. Stephen Strange apuraba una taza de té mientras ojeaba las páginas de un voluminoso tomo de aspecto ajado. Flotaba sobre un cómodo sillón tapizado en terciopelo rojo, con las piernas cruzadas, y lo hacía con tal naturalidad que ni el propio hechicero parecía advertir que estaba varios centímetros por encima del mismo. Hizo un ademán con la mano derecha, remangando un poco su amplio batín de color azul, para pasar la página, mientras Wong se adentraba en la estancia con su habitual caminar sobrio.
- Feliz Navidad, Stephen- dijo el camarada del hechicero para, luego, tomar asiento frente a él.
- Mmm…-farfulló Strange- No sabía que en tu cultura celebraseis estas cosas.
- Donde fueres…- se encogió de hombros.
- En ese caso- sonrió Strange alzando la taza- Feliz…
“Y en ese momento, sobre el techo oí cómo aterrizaba el trineo feliz. Casi al mismo tiempo volví la cabeza….”
Un terrible estruendo surgió del interior de la chimenea y, rápidamente, el batín de Strange mudó hasta convertirse en sus ropajes de Hechicero supremo. Las manos desnudas se enguantaron en amarillo y la “capa de levitación” voló rauda hasta colocarse delicadamente sobre los hombros de su compañero. Wong, por su parte, se había levantado como por un resorte y ya había adoptado una característica pose de lucha, con la pierna izquierda retrasada un tanto y las palmas de las manos alzadas.
Durante unos segundos, los ruidos, las pequeñas detonaciones y un… extraño sonido semejante a los quejidos de un hombre siguieron emergiendo del interior de hogar hasta que, con un destello de luz dorada, algo salió disparado, impactando con fuerza contra una de las paredes del salón…
“… ¡¡Santa Claus entraba por la chimenea!!”
A medida que el humo se disipaba, los dos compañeros se acercaron a lo que ya podía adivinarse como una figura humana. El golpe lo había dejado completamente aturdido y apenas podía moverse. Con un patético esfuerzo, se encaramó a una de las estanterías sólo para volver a caer a plomo entre lamentos. Wong, se acercó con cuidado pero sin perder la defensa, y de las manos enguantadas de Strange ya chisporroteaban unas centellas ambarinas, preparado para conjurar si era necesario. La intrusión de aquel hombre había activado las defensas del Santum Sanctorum. Y, por la violenta reacción del edificio, debía tratarse de una criatura de un poder mágico inconmensurable.
- Habla…- ordenó Strange con aire amenazante- ¿Quién te envía? ¿Mordo? ¿Dormmamu? ¿Mephisto?
El humo terminó de disiparse por completo, y en el centro del pequeño cráter el Maestro de las Artes Místicas y su colega pudieron ver, por fin, a su intruso. Un anciano de larga barba blanca, con una túnica roja de exquisita fractura, repleta de bordados en oro. Sus manos enguantadas apenas podían sostenerlo por la violencia del golpe. En su rostro, de apariencia afable pese a las heridas y las manchas de hollín, destacaban unos ojos de un azul verdoso semejantes a la aurora boreal.
- O Coca Cola…- susurró Wong extrañado- Stephen… creo que acabamos de derribar a San Nicolás.
El Hechicero Supremo negó con la cabeza. Aquello no tenía ningún sentido. Tan sólo era un hombrecillo vestido de Santa Claus ¿Por qué habían reaccionado con tanta violencia las defensas del Santum Sanctorum? Además…
- Parece que tenemos que revisar los encantamientos de protección del Santuario- bufó el místico bajando las manos- Podríamos haber matado a este hombre. Wong, si eres tan amable, acude al obrador alquímico y prepara un reconstituyente mientras voy encargándome de las heridas más graves. Después, sea un delincuente o un bromista, lo entregaremos a las autoridades.
- No creo que se deba a un mal funcionamiento de nuestras defensas- negó Wong- Lo hemos comprobado hace bien poco. Una reacción tan violenta sólo puede deberse a la intrusión de entidades de gran poder mágico. Así que, como dijo otro sabio… “Si descartamos lo imposible…”
- ¿Me… me estás tomando el pelo?
- Cosas más raras hemos visto…
- Wong, como ya tienes cierta edad voy a hacerte el favor que el pequeño Marvin Harris me hizo a mí con nueve años. Santa Claus no existe. Perdón si el choque cultural te ha confundido un poco, pero nadie viene a dejar regalitos en las casas de los niños buenos la víspera de navidad. Nos lo inventamos, para favorecer esta hermosa sociedad de consumo que nos está consumiendo. Como el Black Friday y las rebajas de Enero- Strange se inclinó junto al hombre seminconsciente y colocó su mano sobre su frente- Tranquilo amigo, hoy dormirá bajo techo ya sea en el calabozo o en el alber….
- ¡Stephen!- exclamó Wong preocupado, observando la expresión desencajada del hechicero- ¿Qué ha pasado?
- Mi… mi conjuro de curación no parece estar haciendo ningún efecto y… yo… He visto… He… No sé lo que…- Strange se dirigió al inquietante hombrecillo- ¿Qué es usted? ¿Qué son esas imágenes?
- Es lo que…- habló por fin el visitante, con un hilo de voz, una dulce como una galleta de jengibre- … es lo que pasará si no cumplo con mi misión. Debo…- hizo ademán de levantarse, pero aún estaba demasiado herido- … mucho depende de que cumpla con mi trabajo Stephen Strange… Tiene que ayudarme…
- ¿Qué misión? ¿A qué se refiere?
- Debo… debo repartir regalos… en todos los hogares del mundo… O la realidad… la realidad misma se verá abocada al más absoluto caos…
Strange y Wong se quedaron unos minutos en silencio. Los ojos del antaño cirujano se cerraron hasta convertirse en dos ranuritas mientras su compañero de fatigas se sumía en profundas cavilaciones.
- Es… es una broma… O un truco… ¿Es cosa de Peter? Se… ¿Se han puesto de acuerdo para reírse de mí? Supongo que con la ayuda de Reed Richards podrían haberme inducido una sugestión hipnótica y…
- Stephen, mira por la ventana, por favor. Porque si es una sugestión hipnótica, es la más convincente que he visto en décadas…
Strange observó por el amplio ventanal, que se abrió con un simple gesto de su mano y, mostrando de nuevo en su rostro aquella expresión de desconcierto absoluto, flotó hasta el hueco circular para encarar a…
- No es posible… tú eres…
- SOY UATU; EL VIGILANTE. OBSERVO TODO LO QUE HA ACONTECIDO, TODO LO QUE ACONTECE Y TODO LO QUE ACONTECERÁ. PERO NO PUEDO INTERVENIR. PORQUE SOY EL…
- Lo sé… Acabas de decirlo y… nos, hemos visto antes… pero no estarías aquí si…
- EL DESTINO DE LA REALIDAD ESTÁ AHORA EN TUS MANOS, STEPHEN STRANGE. Y YO SERÉ TU GUÍA A TRAVÉS DE ESTA ARDUA TRAVESÍA.
- No… no lo entiendo… me… ¿Me estás diciendo que la estabilidad de la realidad misma depende de que este… hombre vestido de rojo reparta regalos en un trineo mágico?
- SÍ.
- No… no entiendo…
- NO SE REQUIERE QUE ENTIENDAS, STEPHEN STRANGE. SÓLO QUE ESCUCHES- La mano del Vigilante se alzó, y de su capa estrellada, fue tejiéndose un tapiz de imágenes - HACE MILLONES DE AÑOS, MUCHO ANTES DE QUE EL EVENTO QUE HABÉIS CONOCIDO COMO LA “COLISIÓN” AZOTARA EL MULTIVERSO. ANTES DE LAS INFINITAS TIERRAS O DE LA CREACIÓN DE LOS UNIVERSOS MISMOS; FUERZAS PRIMORDIALES, MAS VIEJAS QUE LOS MISMOS DIOSES, COMBATÍAN EN UNA GUERRA SIN UN PRINCIPIO DEFINIDO NI UN FINAL DISCERNIBLE. PERO, EL PRIMER MOTOR, EL GRAN PENSAMIENTO, LA CONVERGENCIA DE CIENTOS DE VOLUNTADES QUE NO ERAN, AHORA SON Y QUE PRONTO SERÁN, DIERON FORMA A LO QUE HOY CONOCEMOS COMO REALIDAD.
- Eso… responde muchas preguntas, pero no la que yo he formulado.
- EL PENSAMIENTO, STEPHEN STRANGE, ES UNA FUERZA MÁS PODEROSA Y MEDIBLE QUE CUALQUIER OTRA QUE RIJA LA REALIDAD. LA CREENCIA MOLDEA LO MÁS PRIMORDIAL COMO LA MANO DEL CERAMISTA LA ARCILLA. Y, HACE CIENTOS DE AÑOS, EL PENSAMIENTO DE MUCHOS, DE MILLONES, NO DURANTE AÑOS SINO DURANTE GENERACIONES, DIO FORMA A UN SER. EL MISMO QUE HOY DESCANSA ABATIDO EN TU SALÓN. UNA FIGURA QUE HA EMERGIDO DEL INCOSNCIENTE COLECTIVO. LA CREENCIA EN UNA MAGIA PODEROSA Y REBOSANTE DE BONDAD. DESDE LOS VIEJOS DRUIDAS QUE PROCURABAN COBIJO Y CIENCIA EN EL INVIERNO HASTA EL SABIO NICOLÁS DE BARI. O LA PROPIA FIGURA DE ODÍN, EL CAMINANTE VAGABUNDO. ESE “PADRE DE TODOS” A CUYO HIJO TAN BIEN CONOCES, Y QUE, EN LOS MÁS CRUDOS INVIERNOS, RECOMPENSABA LA HOSPITALIDAD DE LA HUMANIDAD CON REGALOS. TODO ELLO, AYUDÓ A CONFORMAR A ESTE SER. UNO CUYA MISIÓN ES HACER PERDURAR LA LUZ EN LOS DÍAS MÁS OSCUROS DEL AÑO. QUE MANTIENE CERRADO UN FRÁGIL PORTAL. UNA FINÍSIMA LÍNEA QUE SE DESDIBUJA EN LA ÉPOCA EN QUE EL SOL MUERE MÁS PRONTO. CUANDO MÁS OSCURIDAD HAY. SIN ESTE SER SURGIDO DE LA FANTASÍA. SIN SU LABOR… SERÁN LIBRES DE ENTRAR Y TOMAR LO QUE CREEN SUYO POR DERECHO.
- E… Espera. Nada de esto tiene sentido. No pongo en duda tu sabiduría, Vigilante. Pero eso de lo que hablas sólo aplica para el Hemisferio Norte. Solsticio de Invierno y todo eso… que no está bien fechado, en base al Calendario Gregoriano. Es tan sólo la conversión de una vieja celebración pagana en un culto cristiano. Por otro lado, en el Hemisferio Sur están disfrutando de un cálido verano. No puede haber una barrera mágica que se desdibuje sólo porque…
- ¡¡Stephen!!- bramó Wong- ¡¡Eres el Hechicero Supremo!! ¡¡Un hombre vestido de rojo acaba de salir despedido de tu chimenea!! ¡¡Has tenido visiones del Apocalipsis al imponer sobre él tu mano y ahora mismo estás haciéndote el listillo con una entidad extraterrestre que solo se muestra cuando todo está a punto de irse al Infierno!! ¡¿Puedes dejar de intentar buscarle lógica?!
- Vale…- bufó Strange- ¿Qué tengo que hacer?
Un amplísimo pergamino de papel se materializó en la mano del hechicero mientras, a su lado, un enorme saco hacía lo propio.
- De… debes cumplir mi labor Strange…- gimió el hombrecillo- Debes repartir los… los regalos…
- No… no habla usted en serio…
- No he hablado más en serio en mi vida… ¡Ho, Ho, HOOOH!!- se dolió el intruso.
- Vale- se resignó Strange y centró su atención en la lista.
“NIÑOS MALOS: Wilson Fisk (este era obvio), Victor Von Doom, Mac Gargan, Alexander Joseph Luthor (¿Este no está haciendo campaña para presidente? Joker (¿Es que no tiene otro nombre? Nos quedaremos con la duda…) En fin, sigamos… NIÑOS BUENOS: Peter Parker (también evidente… ha pedido dinero, el pobrecillo…), Elektra Natchios (menuda sorpresa se llevaría si viera esto…), Diana de Themyscira, hija de la Reina Hipólita (un nombre muy largo…), Steve Rogers (para saber esto no hace falta magia), Bruce Wayne (este siempre pide lo mismo, al parecer… y yo no puedo resucitar a los muertos… bueno sí, pero nunca sale bien. Deberá conformarse con unas… ¿Llantas nuevas para el Batmóvil? ¿Qué es un Batmóvil?), Natasha Romanoff (mira… esta no me la esperaba…) y… ¿Gwendolyne Stacy?… ¿James Buchanan Barnes?”
- Oiga amigo, su lista está desactualizada. Aquí hay gente que ya no…
- ¡¡MI LISTA NUNCA SE EQUIVOCA!! ¡¡HO, HO, COF….!!
- Vale, vale… no haga esfuerzos. Está bien, no debería ser muy complicado- el saco levitó hasta colocarse tras Strange- Unos cuantos portales mágicos, dejamos lo que haya que dejar y problema resuelto. En peores nos hemos visto. Estaré aquí en…
- Tiene que ponerse el abrigo…-gimió de nuevo el anciano, provocando inmediatamente un conato de risa en Wong.
- No
- Los niños… los niños esperan ver a Santa Claus, no a… no se ofenda… el Conde Drácula…
- Lo dice por los cuellos de la capa ¿No?
- Y por la perilla…
- Oiga ¿La gracia de esto no es que no vean? Además, todos los niños me conocen perfectamente. Soy un superhéroe. Si alguno me pilla le hará tanta ilusión como verle a usted.
- Bueno… tanto como perfectamente…
- Soy Vengador “en reserva”
- Como todo el mundo.
- ¡¡Fundé “Los Defensores”!!
- Buen hombre- se dirigió Wong a su invitado- ¿Hay muchos niños que le pidan camisetas de “Los Defensores”?
El afable anciano negó con la cabeza.
- ¡¡Está bien!!- exclamó Stephen mientras, con un chasquido de dedos, hacía aparecer el abrigo rojo bajo la capa- Pero la barba se queda como está. Y tú…- dijo señalando a Wong- Te vienes conmigo.
- ¿Yo?
- Los niños esperarán ver también un elfo ¿No? Pues tú ya vas de verde….
Bloque de Apartamentos de Brooklyn. Víspera de Navidad. 23:30 p.m.
En el modesto salón no había más luz que un leve chisporroteo. Uno que no tardaría mucho en convertirse en el portal mágico que introdujo al Dr. Stephen Strange y Wong en la estancia. El Maestro de las Artes Místicas echó mano de la interminable lista mientras su compañero rebuscaba en aquel saco gargantuesco. En el sofá, escondida de la vista de todos, una pequeña niña aguardaba, con los ojos como platos, a la llegada de Santa Claus.
- Rosemary Collins. Esta parece que ha sido buena… ayuda en las tareas de casa, respetuosa con sus profesores. Una pista de carreras de “Hot Wheels” y un Funko Pop de… Superman, sea quien sea ese… ¿Wong?
- Hago lo que puedo…
- ¿Santa Claus?- dijo la niña extrañada, saliendo de su escondite.
- Prefiero Dr. Claus
- No sabía que tuvieras un doctorado…
- Tengo varios ¿Tú no deberías estar en la cama?
- ¿Y tú no deberías tener la barba más larga? Y blanca…
- Me la tiño. A la Sra. Claus le gusta más así. Andando a la cama, o el Funko de Supertío se lo queda mi elfo.
- ¿Eso es un elfo?- dijo señalando a Wong- Pero si es…
- Voy a pararte antes de que digas algo racista… que carbón nos sobra.
- Muy alto…
- Ah ya… ¿No has visto El Señor de los Anillos? Pues es de esos. Te la recomiendo. Versiones Extendidas, apúntalo en la lista del año que viene.
Bleecker Street. Nueva York. Víspera de Navidad. 23:51 p.m.
- ¿Cómo lo hace?- gruñó Stephen Strange, señalando al hombrecillo de rojo que, ahora, se aplicaba una bolsa de hielo en la frente.
- ¿Cómo hago qué?- preguntó extrañado el aludido.
- Repartir todo esto, en una noche. Este saco… tiene más fondo que el hígado de Tony Stark. Algo especial tiene que hacer para conseguirlo en una sola noche.
- Lo hago con… magia…
- ¡¡Dios Santo!! No se me había ocurrido… ¡¡Es perfecto!! Pues enhorabuena… Se ha accidentado usted en el piso del Hechicero Supremo. Creo que sabemos un poco del tema. Desembuche; Es… ¿Alguna distorsión del Espacio-Tiempo? Agujeros de gusano… Dimensiones de Bolsillo… Hable, y hable rápido, porque hemos repartido… Wong ¿Llevas la cuenta?
- Ciento veinte…
- Lo que implica que, descontando lo que ya llevaba usted antes de hacer explotar mi chimenea y teniendo en cuenta los cambios horarios, aún nos quedan como unos…
- Seis mil millones…
- Seis mil millones… ¿Cómo diablos lo hace?
- Yo…- el viejo estaba bastante más que confundido- Yo simplemente… lo hago… ¿Sabe? No creo tener ningún poder, o al menos no propio. Proviene de los demás es…
- La “magia de la navidad”… ya…- Strange entornó los ojos- Algo tiene que hacer… No sé… ¿Un pentáculo en la nieve? ¿Sacrifico un reno? ¡¡Deme algo porque no tenemos tiempo!!
- PUEDE QUE HAYAS DADO CON LA CLAVE DE TODO ESTE ASUNTO STEPHEN STRANGE; TIEMPO
- ¿Sigue aquí?- se sobresaltó el hechicero al escuchar de nuevo la voz del Vigilante mientras el hombrecillo de rojo, simplemente, se encogía de hombros- Lamento decir que es imposible. No puedo lanzar un hechizo de manipulación temporal a escala planetaria y, aunque fuera capaz de hacerlo, no podría repartir los regalos mientras lo mantengo.
- Concuerdo- afirmó Wong mientras posaba el saco en el suelo con estrépito- El único artefacto capaz de una proeza así, sería la Gema del Tiempo.
- ¿Cuán fácil sería todo con ella, verdad?- sonrió Strange- Y si tuviésemos las seis Gemas del Infinito, podríamos chasquear los dedos y los regalos se repartirían solos. O mejor, reduciríamos la población mundial a la mitad. Así tendríamos el doble de tiempo.
- No… no habla en serio…
- Hasta yo empiezo a dudarlo. Es… simplemente imposible. Quiero decir, con la gema sería posible, pero ignoro su paradero y no tengo forma de…
- ESTÁ EN UN SANTUARIO DE ATLANTIS.
- Eh… Vale… No me esperaba tanta “colaboración”- arqueó la ceja Strange- No hace las cosas mucho más fáciles. Namor y yo no acabamos en buenos términos cuando...
- NO ME REFIERO A “ESA” ATLANTIS…
- Oh… ya…
Santuario Atlante. Madrugada de Navidad. 00:30 a.m.
Stephen Strange esperaba todo tipo de obstáculos para obtener la Gema del Tiempo. Encantamientos, criaturas míticas, guardias, poderosos hechiceros. Estaba preparado para dialogar, aunque también para emplear la fuerza si era preciso. Por… “peculiar” que fuese su actual misión, las visiones que habían asaltado su cabeza al imponer su mano sobre el hombrecillo de rojo aún le atormentaban. Estaba dispuesto a evitar que esas pesadillas se hicieran realidad, a cualquier precio… Y eso fue lo que el Hechicero Supremo se encontró al llegar al arcano templo atlante… Una imagen de pesadilla…
Strange caminó por la ruinosa estancia, observando la degradación. Los cascotes que se alzaban ingrávidos y el fuego, de colores verdes y negruzcos, elevándose de entre las grietas. Una imagen contradictoria. Fuego consumiendo lo que había prosperado bajo el agua. Era una visión pavorosa. Y, era posible, que pese a su escepticismo, todo lo que le habían contado… fuese verdad…
El Hechicero Supremo se adentró más y más en la estancia hasta que, al fin, tuvo a la vista su preciado premio. La Gema del Tiempo. Era fácil… demasiado fácil. Así que, con precaución, alargó la mano.
QUÉ CÓMODO ¿VERDAD? STEPHEN STRANGE… SI LA VIDA FUESE TAN SENCILLA COMO TOMAR LO QUE UNO DESEA EN EL MOMENTO EN QUE LO DESEA… SERÍA MARAVILLOSO… SERÍA MÁGICO… SERÍA DULCE… DULCE COMO EN UN SUEÑO…
Strange se elevó gracias a la capa y, de inmediato, sus ojos centellearon en reflejos dorados y escarlata, del mismo modo que los arcanos glifos se dibujaban como brasas entorno a los brazos.
- O como en una pesadilla…
Uno de sus más ancestrales enemigos. Uno que, ahora, sostenía en su mano derecha uno de los artefactos más peligrosos del universo… ¿Cómo había logrado llegar hasta allí? ¿Para qué podía querer alguien como Pesadilla la Gema del Tiempo? No debería tener tanto poder en el Mundo de los Despiertos. Y, por tentador que fuese aquel premio, hacerse con las Gemas del Infinito no solía entrar en sus planes.
Dos enormes pilares cayeron sobre Strange, gritando al tiempo que lo hacían, pues de ellos emergieron al instante una miríada de rostros humanos, quejumbrosos y agónicos. Con un simple conjuro, Stephen fue capaz de detener su descenso y, haciendo un mero gesto de manos, se precipitaron a los lados de la estancia.
- ¿Qué haces tú aquí? ¿Para qué quieres la Gema del Tiempo?
- La pregunta no es esa, viejo amigo. La pregunta es ¿Para qué quieres tú, la Gema del Tiempo? He notado… algo… Un pequeño estremecimiento… Ha sido delicioso, lo admito. Como una especie de… entremés ¿Sabes? La promesa de un acontecimiento mucho más grande. La pequeña grieta que acabará por hender una brecha irreparable. Dime Stephen… en esta noche tan mágica y especial… ¿Puede que haya alguien que no esté haciendo bien su trabajo?
Lo sabe…
Las bandas carmesí de Cyttorak emergieron del suelo, haciendo preso a Pesadilla. Strange ignoraba por qué el villano no había hecho uso aún de un arma tan poderosa como la Gema del Tiempo. Era arrogante, sin duda, pero también taimado y muy inteligente. Pero tampoco estaba dispuesto a darle demasiadas oportunidades para replantearse su estrategia. En cuanto el hechizo contuvo a Pesadilla, Strange se lanzó contra él y se apoderó de la gema. La respuesta de la criatura no tardó en llegar, y un buen número de criaturas monstruosas se lanzaron contra el Hechicero Supremo. Fue en ese momento cuando el Ojo de Agamotto se abrió, y su luz inundó toda estancia, alejando de él a los atacantes.
- Has sido descuidado al venir aquí, Pesadilla. Tenías una Gema del Infinito en tu poder y has desaprovechado tu única ventaja, pues sabes que tu fuerza mengua en gran medida en el Mundo de los Despiertos. Puede que en los sueños no tengas casi rival, pero aquí tus argucias nada pueden hacer contra la Luz de Agamotto. Que aleja todo mal y revela la verdad…
Y la verdad se reveló ante Stephen Strange. La cruda y dura realidad. El paisaje cambió por completo. El templo de las sombras se mostró como la magnífica estructura atlante que era. Y los monstruos se convirtieron en los guardias que siempre habían sido. Fue entonces cuando Pesadilla, aprovechando la incredulidad del mago, se lanzó sobre él, sosteniendo con sus dos escuálidas garras la mano en la que Strange sostenía la Gema.
- Gracias por allanarme el camino Stephen- susurró la criatura, encaramada a él- Lo cierto es no sabía que quería la Gema, ni dónde estaba… Hasta que supe que tú la querías… Y hasta que tú me llevaste hasta ella…
¿HACEMOS UN VIAJECITO JUNTOS?
Granja de los Strange. Nebraska. Año 1980. Madrugada de Navidad. 00:30 a.m
“Era la víspera de Navidad y, en toda la casa un gran silencio se hacía sentir. No se escuchaba ni el menor ruido; ni un ratoncito podrías oír”
El viaje temporal había dejado a Stephen algo aturdido. Le costó levantarse, huir del gélido abrazo de la nieve. Pero, con sólo echar un vistazo, fue capaz de saber dónde estaba… y cuándo estaba. Recordaba perfectamente ese lugar. Tenía una ímagen completamente vívida de aquella navidad… De cuando tenía nueve años… Del día en que dejó de creer. Aunque eso, no había sido lo peor de aquellas vacaciones…
Marvin Harris, un chico del colegio, le había dicho a Stephen que Santa Claus no existía. Algo que el futuro médico sospechaba desde hacía un tiempo, desde luego. Al fin y al cabo, siempre había sido un chico listo. Muy espabilado. Y maduro, para su edad. Nunca le gustó que lo tratasen como un niño… Ni siquiera cuando era uno. Pero lo peor, es que Marvin le había dicho aquello… delante de su hermana pequeña. Delante de Donna. La niña, estuvo inconsolable durante todo el día, y no había palabras que pudieran hacerle mella. Así que Stephen le propuso un plan. Iban a esperar despiertos a Santa Claus… juntos. Cuando todos en la casa se fuesen a dormir. Ellos se colarían en el salón, junto a la chimenea. Y demostrarían a todo el mundo, lo que nadie había conseguido probar. Todos se equivocaban, menos ellos. Los hermanos Strange, probarían la existencia de Santa Claus. Eso le despertaba Donna… pese a su pertinaz mente analítica. Su hermana pequeña… siempre le ayudaba a mantener la Fe.
Pero… nunca llegaron a verlo. Y a la mañana siguiente, Stephen, que había escrito en secreto a Santa Claus, sin que sus padres supieran qué deseaba realmente, no recibió lo que quería. Era la prueba definitiva y… por mucho que Donna mantuviera la ilusión… él estaba tan decepcionado que… discutieron. Le arrancó la sonrisa… el día de navidad. Y estuvieron semanas sin hablarse. Sólo porque no había conseguido lo que tanto deseaba. Sólo porque no era capaz de creer sin pruebas… Ahora, después de tanto que había visto. Ya todo un adulto, Stephen se preguntaba… ¿Habría cambiado algo si no se hubiesen dormido?
Dios… Dios santo… nos… ¡¡Nos dormimos!!
¡¡BIENVENIDO DE NUEVO STEPHEN!! ¿ESTÁS EMPEZANDO A RECORDAR? SÍ… CLARO QUE SÍ. ESE MAGNÍFICO CEREBRO TUYO ES INCAPAZ DE OLVIDAR ¿VERDAD? Y MENOS LOS MOMENTOS IMPORTANTES ¡¡CONSIDÉRAME TU FANTASMA DE LAS NAVIDADES PASADAS!!
Strange comenzó a conjurar un portal. Tenía que entrar en la casa. Tanto él como Donna se habían quedado dormidos y en los sueños… en ese mundo… Pesadilla era…
FUISTE MÉDICO ANTES DE CONVERTIRTE EN MI INCORDIO NÚMERO UNO. BIEN… ¿TE SUENA EL EXTRAÑO CASO DE LOS “MUERTOS DURMIENTES”? ESA… LLAMÉMOSLO… EPIDEMIA… DE NIÑOS QUE MURIERON EN SUS CAMAS PRESOS DE TERRIIIIBLES PESADILLAS ALLÁ POR LOS AÑOS OCHENTA ¿POR QUÉ NO HACEMOS UN NUEVO ESTUDIO SOBRE EL CASO? ¿QUÉ TAL CON… EL PEQUEÑO STEPHEN STRANGE Y SU PRECIOSA HERMANITA? ¿SUPONDRIA ESO UN GRAN CAMBIO EN LA HISTORIA? ¿HAY ALGO QUE SERÍA DISTINTO SIN EL MAESTRO DE LAS ARTES MÍSTICAS?
Cuando el Hechicero Supremo llegó al fin al salón de la casa, las versiones infantiles de su hermana y él mismo ya estaban tiradas en el sofá y el suelo. Presos de convulsiones y ataques terroríficos. Sudando… con el rostro desencajado pese a tener los ojos cerrados. Unos que apretaban con fuerza.
De nada le servía la Gema del Tiempo en esa ocasión. En los sueños, el poder de Pesadilla era casi omnímodo. Viajar a un punto anterior de la historia de nada le serviría. Su enemigo era un ser eterno… no había forma de acabar con él. Y, si daba con una… los cambios en la historia serían completamente impredecibles. Strange intentó un conjuro, para introducirse en los sueños de su “yo” infantil. Pero el poder de Pesadilla era demasiado grande en su reino. Lo expulsó sin ningún esfuerzo. No había nada que pudiera hacer… o, al menos… el Stephen Strange adulto. Con rapidez, colocó su mano en la frente de su versión infantil para iniciar un enlace telepático.
Las imágenes que los dos niños estaban soportando eran horribles. Difícilmente descriptibles. Y, lo peor, es que Pesadilla ni siquiera tuvo que esforzarse en ser imaginativo. Con los pequeños Stephen y Donna, tan sólo hacía falta enseñarles lo que el futuro les depararía…
¡¡Stephen!!
Gritó el maestro de las Artes Místicas a su “yo” de nueve años que, acuclillado… no podía más que observar impotente cómo el monstruo ahogaba a su hermana en el agua… una y otra vez…
- Qui… ¿Quién eres…?
Soy… un amigo…
- Que pare…-dijo el niño entre lágrimas- Dile que… dile que pare…
No puedo hacer eso Stephen. Es demasiado poderoso. Pero hay alguien que sí puede pararle. Mira bien muchacho… Esa de ahí, es Donna. Y tú, eres su hermano mayor. Tienes que protegerla Stephen. Tienes que luchar…
- Yo… tengo… tengo mucho miedo ¿Y si no puedo…? ¿Y si no soy lo bastante bueno? ¿Y si fallo?
Es… Es normal tener miedo. Pero en eso consiste ser valiente ¿No? En intentar las cosas, incluso cuando tienes demasiado miedo. Porque ella lo merece Stephen. Merece que seas valiente que… te arriesgues a fallar. Quien os está haciendo esto es muy fuerte. Mucho más que yo. Pero sigue siendo un sueño. TU SUEÑO, Stephen. Y aquí… en tu cabeza, en tu mente. No hay nadie más poderoso que tú ¿Me entiendes? Sácalo… Expúlsalo…
- Yo… no sé cómo hacerlo…
De cualquier forma que se te ocurra, viejo amigo. Desintégralo. Conviértelo en copos de nieve. Enciérralo en una torre de cristal en lo alto de una colina de alabastro. Tu imaginación es el límite. Es TU sueño. Es… es como magia Stephen. Sé que ya no crees en ella, pero existe. Y… si es magia, aquí dentro… tú eres el Hechicero Supremo…
El Strange adulto fue incapaz de ver lo que ocurrió a continuación en la mente de su homólogo de nueve años. Lo que sí pudo ver fue como Pesadilla se hacía corpóreo de forma inmediata en el mundo real, momento que aprovechó para usar la Gema del Tiempo y congelar a su enemigo. Echó un vistazo rápido a los dos niños. Donna en el sofá… y él en suelo. Tranquilos, serenos. Se quedó un rato más observando a su hermana. Estaba… estaba tal y como la recordaba. Y su expresión plácida y sonriente, le dio prueba de que alguien o algo, estaba recompensando su mal trago con dulces sueños.
Al Maestro de las Artes Místicas le habría encantado quedarse allí durante toda la noche, pero no olvidaba el trabajo que tenía que hacer. Debía volver a su época y arreglar las cosas. Fue entonces, cuando los ojillos del pequeño Stephen Strange empezaron a abrirse. Con un giro de la mano, el doctor conjuró una ilusión que ocultase al paralizado Pesadilla. Pero su versión infantil sí fue capaz de verlo a él.
Perfecto… ahora va a gritar… ¿Qué me invento ahora? No puedo decirle que soy una versión suya de dentro de…
- ¿Eres…? ¿Eres Santa Claus?- habló incrédulo mini Strange.
- Yo…- sonrió el adulto- Sí… supongo que esta noche sí… Soy Santa Claus… ¿A que no soy como te esperabas?
- No te creas… Supuse que las representaciones comerciales de tu figura trataban de ofrecer un aspecto afable para asociar la imagen del gordito bonachón a sus marcas. Ya sabes, para favorecer el consumismo ¿No te molesta que te usen como reclamo corporativo?
¿De verdad sueno así?
- Sí que me molesta un poco, Stephen.
- Vaya… sabes mi nombre…
- ¿Cómo no saberlo? Soy Santa Claus- aún le costaba decirlo en alto- Oye… tengo que…
- ¡Espera! ¡Voy a despertar a Donna! Tiene que…
- No…- le detuvo Strange- Sé que habéis montado todo esto para verme pero… es mejor que la dejes dormir. Podrás contárselo esta mañana.
- Pero no habrá pruebas…
- Ella… te creerá Stephen. Lo sé. Tu palabra será prueba suficiente. Siempre... ha sido así...
- Vaya… y oye- el niño puso cara rara, una que se reflejó inmediatamente en el Strange adulto. El mismo gesto- Me… ¿Me has traído lo que te he pedido? Ya sabes… lo de mi carta secreta…
Strange bufó divertido. No, desde luego que no lo había traído. Y, ahora sabía, que era algo que Santa Claus jamás habría podido regalarle.
- No, Stephen. He leído tu carta, pero me temo que no puedo darte lo que me pides.
- Vaya…- la decepción del niño se hizo evidente en su rostro- Es que… ¿He sido malo?
- No…-susurró el adulto, hablando casi más para sí mismo que para… bueno, para sí mismo- Todavía no lo has sido… Pero tienes que entenderlo. Un juego completo de bisturís es algo demasiado peligroso para dejarlo en manos de un niño. Eres aún muy pequeño, podrías hacerte daño.
- No soy demasiado pequeño… todo el mundo dice…
- Que eres muy maduro para tu edad, sí. Pero, acéptame este consejo. No tengas tanta prisa en crecer. Si hay algo inevitable en esta vida, es el paso del tiempo. O casi… Te dará cosas, Stephen, pero también te quitará muchas otras. Disfruta de cada momento. Y no busques más regalos que los que ya posees…- señaló a dona con la cabeza- Justo ahí, durmiendo a tu lado, tienes uno de los más hermosos. Y di…- no podía decirle lo que ocurriría o se arriesgaría a provocar una paradoja aún peor que la que Pesadilla estaba dispuesto a ejecutar- Disfruta de cada momento con ella ¿Vale?
- Sí…-asintió reflexivo el niño- Creo que tiene sentido.
- Lo tiene. Y ahora, Stephen, tengo que irme. Espero que tengas una Feliz Navidad.
La gema del tiempo comenzó a brillar en la mano del Dr. Stange, pero su homólogo infantil tenía una última cosa que decir.
- ¿Al menos me has traído el juego de magia?
- De eso también te vas a cansar dentro de unos años ¡¡Creeme!!
Bleecker Street. Nueva York.Año 2018. Madrugada de Navidad. 01:30 a.m.
- Sí, tengo la Gema del Tiempo. Sí, he tenido que usarla. Sí, me he encontrado con una versión más joven de mi mismo. Sí, cuando todo esto termine deberé usarla de nuevo para restaurar un antiguo Santuario atlante y a todos los que viven en él. Y… sí, esta cosa que me acompaña congelada en un vacío temporal es Pesadilla- recitó rápidamente Stephen Strange al tiempo que se introducía por vía de uno de sus portales en el Sanctum Sanctorum- Pero antes, tengo que hacer una serie de preguntas…
- Stephen…- le reconvino rápidamente Wong.
- Tranquilo, tenemos todo el tiempo del mundo- señaló al hombrecillo de rojo- Usted… hace uso de una magia que ni siquiera yo soy capaz de replicar. No dudo de las imágenes que he recibido en mi cabeza, pero sí dudo que mis hechizos de protección hayan sido capaces de abatirlo. Así que dígame ¿Se dejó capturar a propósito?
- Eh…- el viejecillo no parecía poder encontrar las palabras adecuadas- ¿Por qué iba yo a…?
- Porque trae regalos, amigo mío. A todo el mundo. Y eso… le incluye a él- dijo señalando esta vez al Vigilante.
- NADA PUEDO RECIBIR QUE ME SEA DE UTILIDAD STEPHEN STRANGE. SOY EL VIGILANTE. TODO LO VEO… PERO NO PUEDO INTERVENIR.
- Y aún así apareces aquí, nos adviertes de una amenaza cósmica y nos indicas la localización exacta de la Gema del Tiempo. Eso, para mí, es “intervenir” bastante… ¿No crees?
- YO…
- Así que… ¿Qué podría querer Uatu, el Vigilante, para Navidad? Alguien que posee tan fenomenales poderes cósmicos… ¿Se lo digo yo? ¿O prefieres hacerlo tú?
La enorme figura calva sonrió.
- SÓLO HAY ALGO DE LO QUE YO PUEDA DISFRUTAR… DE UNA BUENA HISTORIA…
- Y vaya que lo ha sido… La amenaza del Apocalipsis, viajes temporales, un villano terrorífico… En fin, supongo que todo tenía que sucederse así. No me quejaré. Bien está lo que bien acaba. Todo el mundo ha recibido su regalo. O está a punto de hacerlo…
- ¿Y qué ha recibido usted, Stephen Strange?- sonrió el hombrecillo de rojo.
El Hechicero Supremo se alzó en el centro del Santum Sanctorum, con las manos cruzadas sobre el pecho y la Gema del Tiempo flotando centelleante frente a sus ojos. Dedicó una última sonrisa a su extraño visitante y se centró en la tarea que debía acometer.
- Puede que un poco más de Fe, viejo amigo… Y un bello recuerdo, de la única persona que hacía estas fechas felices para mí. Y ahora, si me disculpa… Wong, coge el saco…
Vamos a Salvar la Navidad.
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Pesadilla Antes de Navidad (Autoconclusivo) [24/25-12-2018]