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Omega Universe - Foro de Rol de Marvel y DC
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[Maxi-Evento]Castillo de Naipes: El primer descarte. (Eclipse)
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Joker DC Universe
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Ficha de Personaje Alias: Joker Nombre real: desconocido Universo: DC Universe
Tema: [Maxi-Evento]Castillo de Naipes: El primer descarte. (Eclipse) 27th Mayo 2022, 00:42
23 de Febrero, justo después del Fajr.
El coche de policía estaba apostado en el interior del callejón entre Juliar st. y la cuarta avenida. En su interior, dos personas miraban a a través de la luna cómo el amanecer empezaba a abrirse paso a través de los recovecos de los altos edificios. El café del rincón de los donuts desprendía aún un vaporoso humillo tostado y apetecible, el glaseado de las seis berlinas refulgía con colores variados y chillones aderezando la estampa con un toque empalagoso. Aquella mañana era como un trozo de mantequilla bañado por el dorado resplandor dulce del sirope sobre una pila de tortitas recién hechas por una amantísima madre vestida al mas puro estilo años cincuenta. No había nada más americano que la imagen del nuevo amanecer en el país de las oportunidades.
Puede que sólo el par de calcetines llenos de barras y estrellas que el hombre amordazado contra el asiento del conductor tenía metidos en la boca, amenazando por un mal movimiento el bloquear por completo sus vías respiratorias. Su expresión adormecida a causa de las contusiones se volvía desencajada cuando encontraba la fuerza suficiente para cobrar consciencia de donde estaba. Los ojos le habían llorado lo bastante para dejar un surco sucio en las mejillas y un sangrante resplandor rojizo por toda su esclera mas próximo al que mostraría un adicto al que hacía ya tiempo le venía faltando su buena dosis que el que tendría una plañidera al uso. Tal vez se debiera también al toquecito a la pimienta que le había dado con el difusor de gas de su compañero. O mas bien, su ex-compañero a buen recaudo en el maletero, ahora frío como un témpano, desnudo y tieso en los lugares donde los huesos no estaban hechos pedazos.
La vieja palanca nunca fallaba. Era todo un clásico.
- ¿Qué opinas Joe? - el hombre se giró tras terminar de darse unos cuantos toques de polvos en la nariz, mirándose en el espejuelo escondido en la visera del coche, que volvió a colocar.
El agente Jhonson farfulló, negando con la cabeza.
- Yo también me siento afortunado. ¡No me puedo creer que haya llegado el día del traslado! ¿No estás nervioso? - se revolvió en el asiento, al tiempo que se calaba la gorra, encubriendo parte de su perfectamente maquillada expresión.
Hubiera preferido salir a escena como el personaje principal, pero la comedia no se sustenta sólo con apariciones estelares. A veces es bueno dar un momento a los secundarios, para que sean ellos quienes cimienten los pilares sobre los que luego recaerá, de manera gloriosa, el "punchline". Miró el reloj de muñeca robado y sonrió cuando marcó por fin la hora concreta. El pie de su entrada.
- ¡Ha llegado la hora!- salió del coche, cerrando tras de sí. El policía dejó caer la cabeza hacia un lado. Puede que derrotado, o sólo semi-inconsciente. El hombre sacó unas cuantas cajas rosadas del maletero, atadas con nudos de hilo grueso blanco, antes de marcharse, asomó la cabeza a través de la ventana del copiloto. - Que pases un gran día, Joe. - le sonrió, y sólo por un instante, aquel rostro flacucho capaz de pasar inadvertido se convirtió en otra cosa.
En algo retorcido y mucho más perturbador.
Pero el espejismo se desvaneció, a medida que su silueta comenzaba a caminar hacia la comisaría apostada un par de calles más hacia abajo.
Las cartas habían comenzado a moverse por el tapete y aunque algunos habían estado haciendo sus deberes, no todos estaban consiguiendo colocarse en el orden adecuado. Había estado invirtiendo muchos esfuerzos en encontrar un buen escenario, y el chivatazo había resultado un perfecto hilo conductor para llevar la partida aún mas lejos. Tuvo que contener una sonrisa a medida que avanzaba, cada vez más convencido y metido en el papel que le había tocado interpretar.
En todo buen juego hay, al menos, un primer descarte.
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"¿No entiendes que la vida no es más que un gran gag? ¿¡Entonces porqué no te ríes?!"
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Eclipse Marvel Universe
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Ficha de Personaje Alias: Eclipse Nombre real: Dragoslav Katich Universo: Marvel
Tema: Re: [Maxi-Evento]Castillo de Naipes: El primer descarte. (Eclipse) 8th Julio 2022, 02:04
Eclipse se sentía sucio, y no era porque no hubiera tenido aún ocasión de realizar el Fajr con su ablución correspondiente. Tampoco era porque apestara a alcantarilla y queroseno.
Paradójicamente, el criminal que había venido a entregar a la policía se hacía llamar a sí mismo Don Limpio, porque, tal y como se autodefinía, era un purificador genético.
Un genocida de toda la vida.
"Vamos, necesito esa copa, y desahogarme; y tu también la necesitarás cuando escuches lo que en realidad sucedió aquel día" le había dicho Blair tres semanas atrás mientras se relajaban en un pub irlandés después de una peligrosa misión en Hong Kong. "¿Sabes? Realmente necesito contarle esto a alguien que no esté metido en ese asunto, y soy un ser social, pero no tengo demasiados amigos con los que hablar realmente de aquello".
Y así, poco a poco, había comenzado a narrarle los desgarradores acontecimientos del fatídico quince de enero, cuando un grupo de extremistas religiosos fanáticos habían irrumpido en la sede del partido Demócrata buscando a Blair por ser la representante visible de los derechos de los mutantes en Nueva York, realizando una verdadera carnicería y masacrando a todos los que estaban allí, sin importarles que en su inmensa mayoría fuesen humanos. La propia Blair había estado a punto de morir, y la única razón por la que había sobrevivido era porque las nanomáquinas que le habían inoculado habían interferido de alguna manera inexplicable con sus propios poderes.
"Soy una persona bastante social, ya lo sabes, siempre ando de un lado a otro, siempre con planes, pero eres uno de los pocos amigos en los que de verdad confío para contarle algo así. ¿Quien demonios iba a creerme si le dijera que morí? Es una locura y no se que hacer con todo esto. ¿Que hago ahora con mi vida sabiendo que estuve muerta? No debí haber sobrevivido a nada de aquello, ni a los disparos, ni al extremis, ni a la explosión, y sin embargo, lo que debió matarme, me hizo más fuerte, y tengo tanta tanta rabia dentro que cada día no puedo dejar de odiar a los que hicieron esto, no puedo dejar de odiar que estén muertos, porque me gustaría poder destruirles yo misma. Siento que necesito hacer algo, o acabaré volviéndome loca".
Blair no era una guerrera, era una política, así que Drago había tomado como suya la responsabilidad de ocuparse de los responsables. Después de todo, él era el líder de los X-Men y eso hacía que sintiese como su deber el asegurar el bienestar de los mutantes, así que se había puesto en contacto con Tony, que era el que se había ocupado de Blair después del atentado, y juntos se habían dedicado a investigar el suceso. Los terroristas se habían inmolado junto con los humanos con la bomba de Extremis que habían arrojado, pero no eran más que una célula perteneciente a una organización mayor que se hacía llamar "La Iglesia de la Humanidad".
Habían tardado casi un mes, pero al final Drago había descubierto una pista a través de sus contactos en los bajos fondos. Llevaba un tiempo siguiéndole el rastro a un asesino de mutantes vinculado con la Iglesia de la Humanidad, y esa noche había averiguado que, al parecer, se ocultaba en las alcantarillas, así que las había mapeado utilizando sus poderes de luz con sus pequeñas gárgolas para recorrer poco a poco todo el trazado hasta encontrarlo. Como no tuvo claro hasta el último momento si le encontraría o no, no había tenido tiempo de avisar a Tony, y, a decir verdad, había preferido encontrarse cara a cara con el genocida él mismo. Sabía que dispararía recuerdos traumáticos, y, de hecho, se parecía tanto al jefe de los Escorpiones que cuando le había visto aparecer, tan rubio, tan ario y rodeado de llamas en medio de la oscuridad de los túneles había pensado que se trataba de una de sus recurrentes pesadillas. Pero no. Era real. Los monstruos eran reales, y no tenían la piel llena de escamas, ojos rojos ni colmillos afilados.
- Tú debes ser otro de esos freaks -había dicho en cuanto le había visto en su forma mutante-. Vamos a ver cómo de bien ardéis tú y tus pequeños monstruitos.
Eclipse se había apartado del camino del lanzallamas volviéndose invisible en el proceso, y aunque el genocida se dedicó a bañar con fuego todo el pasadizo, él ya se había colado por debajo del rango de fuego y, haciéndose visible a su lado, asestó una patada lateral al arma, arrancándosela de las manos. Sin embargo, el hombre tenía claramente entrenamiento militar, y supo reaccionar con presteza asestando un puñetazo con la mano libre que Drago esquivó agachándose para golpearle en el estómago. El hombre se inclinó sobre sí mismo, aparentemente sin resuello, pero no fue más que un ardid para poder echar mano a dos de los numerosos cuchillos que llevaba prendidos del cinturón, lanzándose sobre Drago y asestando expertas cuchilladas que rebotaron inofensivamente sobre el escudo de luz que el bosnio alzó ante sí. El escudo empezó a brillar con una intensidad que se acrecentaba por segundos, hasta que el asesino se vio obligado a retroceder con un chillido de dolor, cubriéndose los ojos. Sin embargo, lejos de darse por vencido, sacó dos pistolas de sus cartucheras y se puso a disparar a ciegas balas que empezaron a rebotar por las paredes del túnel, amenazando con matarlos a ambos. Ahogando una maldición, Drago extendió el escudo de luz hasta cubrirlos a los dos, y realmente se sorprendió de que le saliera de manera natural cuando ocho años atrás el hecho de salvar a aquél asesino genocida habría ido en contra de todos sus instintos. Y es que, por más que le molestara admitirlo, Xavier había conseguido realmente llegar hasta él y convencerle de la bondad de sus principios, aunque tenía serias dudas de que aquél carnicero mereciese piedad alguna, y tenía bastante claro que, de haber estado Logan allí, no habría tenido tantos reparos.
Rápidamente se arrojó contra el asesino, haciéndole un placaje para tirarlo al suelo y que soltara las armas. De lo contrario, si continuaba disparando dentro del escudo volverían a encontrarse en la misma situación de antes. Pero parecía que no se quedaba sin recursos, pues, aunque soltó las pistolas, echó mano a una granada de las que llevaba sujetas al pecho y, para su absoluta sorpresa, le quitó la anilla sin soltarla de su agarre en el chaleco antibalas.
- ¡No! ¡Hijo de...!
No tuvo más remedio que retraer el escudo para que le protegiera únicamente a él al tiempo que se apartaba, dado que el muy chiflado había quitado la anilla manteniendo la granada sujeta a su pecho y a escasos centímetros de su cara, y la sorpresa junto con el escaso tiempo de reacción le impidieron pensar nada más, limitándose a actuar por puro instinto. La explosión llenó todo el túnel, haciéndole cerrar unos ojos inexistentes en pos de un reflejo que no moría a pesar del tiempo transcurrido.
Cuando la deflagración terminó, retiró el escudo mentalizándose para la terrible escena con la que seguramente se encontraría... únicamente para recibir una patada en la cara. El golpe inesperado le hizo trastabillar y estuvo a punto de caer al suelo. Mr. Limpio se alzaba desafiante ante él, aparentemente ileso y con el lanzallamas de nuevo en sus manos.
- La pelea no ha estado mal, pero, ¿sabes? Mis superiores hicieron un gran trabajo conmigo. Trataron mi piel con químicos, me hicieron invulnerable, así que te va a costar mucho hacerme daño a base de patadas y puñetazos. ¿Tienes algunas últimas palabras antes de que te convierta en un mutie tostado?
Drago sonrió, limpiándose la sangre que le cubría el labio.
- Sí... Supongo... que es una suerte que pueda hacerte daño con algo más que patadas y puñetazos...
Acto seguido, todos los monstruos que brotaban de su espalda como macabros tentáculos se abalanzaron sobre el pirómano, con las fauces bien abiertas en lo que parecían ser aterradoras sonrisas que se reflejaban en sus diminutos y malévolos ojillos amarillos. Tal y como Eclipse había imaginado, el criminal disparó el lanzallamas hacia las aterradoras visiones sin sospechar que era inútil, ya que en realidad no eran más que ilusiones que enmascaraban rayos láser contra los que las llamas resultaban inocuas. Así, las monstruosas cabezas se abatieron sobre él, cerrando las fauces sobre sus extremidades y torso, mordiendo tela, protecciones y carne, dejando espantosas abrasiones a su paso. Al saber que la piel del asesino era invulnerable Eclipse no se había contenido en demasía, dejando que el criminal notara en su carne el beso ardiente del sol que le dejó quemaduras por la mayor parte de su superficie hasta finalmente hacerle perder la consciencia por el dolor.
Tras reducirle había llamado a la policía, que habían venido para llevarse al prisionero al hospital en condiciones de extrema seguridad, y él había tenido que acompañarles para explicar exactamente lo que había sucedido, quién era aquél hombre y cuáles eran sus conexiones con el atentado de la sede del partido demócrata del quince de enero. Por fortuna, no había tenido que dar muchas explicaciones por sí mismo, ya que allí todo el mundo sabía quién era Eclipse, y le reconocieron perfectamente con su uniforme.
Mientras estaba allí sentado rellenando papeles y contestando preguntas no pudo evitar pensar en Tony y en lo que le había ofrecido durante su colaboración juntos: Un tratamiento experimental, precisamente a partir del mismo Extremis que había acabado con la vida de los compañeros de Blair. Un suero nanotecnológico realizado con fines médicos que podría reescribir su ADN desde cero, devolviéndole sus ojos... Aunque, precisamente ello implicara el riesgo de perder sus poderes mutantes.
Desde que la posibilidad se había dibujado ante él, apenas era capaz de pensar en otra cosa, y hasta se había olvidado ya de todo el jaleo con las cartas y aquél asesino demente del otro universo desde que Batman había dicho que él se encargaba hacía casi un mes. Recuperar sus ojos implicaría recuperar su vida, ya que, mientras estuviera mutilado la única manera que tenía de poder ver era permaneciendo en forma mutante de manera permanente, lo cual le mantenía en un estado de estrés perpetuo, pues se trataba de una reacción de su organismo a situaciones de peligro y supervivencia. Algo así como el modo de combate de Coloso. Para mantener su forma mutante tenía que mantenerse continuamente en tensión, lo cual suponía una severa carga tanto a nivel físico como emocional. No podía relajarse nunca, no podía mantener relaciones saludables con amigos, no podía disfrutar de un concierto agradable, ni dejarse llevar con su propia música, y el sexo se había convertido en todo un escollo, pues la única manera de alcanzar el orgasmo implicaba dejarse ir. Mientras estuvo solo lo aceptó sin problemas, pero desde que tenía pareja se había convertido en un problema que necesitaba solucionar para poder disfrutar de una relación plena en todos los aspectos.
Y es que Drago tenía fobia a la oscuridad. La había tenido desde que le habían enterrado vivo en aquella fosa común junto al cadáver de su madre durante la masacre de Srebrenica, y aunque había ido a terapia por ello, su terapeuta, Elissa Stavridis, había interrumpido las sesiones de manera inexplicable antes de poder llegar a algún lado. Por tanto, si se dejaba ir demasiado, si se relajaba... se quedaba a oscuras. Y a Drago le aterrorizaba quedarse a oscuras.
Era plenamente consciente de que no podría jamás disfrutar de la vida, de una relación de pareja, mientras no recuperara sus ojos. Y lo había asumido, durante mucho tiempo había asumido que estaría siempre solo y había hecho todo lo posible por mantenerse así. Pero ahora... ahora surgía la posibilidad, y eso le hacía replantearse muchas cosas. Porque Tony le había advertido que existía el riesgo de perder sus poderes.
Drago pensó una vez más en la escoria que acababa de entregar a la policía. Un asesino genocida que masacraba hombres, mujeres y niños por la simple razón de no pertenecer a su raza. Aquél hombre era miembro de una organización mucho más grande que había provocado la muerte de decenas de personas durante el atentado de enero. Terroristas fanáticos que no dudarían en acabar con la vida de cientos más si no se les detenía. Aquél hombre tenía la piel invulnerable, y, de no haber sido por sus poderes, no habría podido derrotarle. De no ser por sus poderes habría muerto, bien por alguna bala perdida o por el impacto de la granada que había estallado a centímetros de su rostro. O carbonizado hasta las cenizas. Sin sus poderes no podría dedicarse a hacer lo que hacía. No podría detener a aquellos asesinos despreciables. No podría proteger a los inocentes, ni impedir que continuaran masacrando a su pueblo. No podría impedir que se repitiera lo de Srebrenica. Pero había otros... Otros que podrían seguir luchando.
Cuando le había planteado su dilema a Cassandra, lo único que ésta le había dicho era que debía de elegir lo que él considerara que le haría feliz. Lo cual básicamente significaba elegir entre ser egoísta y buscar la propia felicidad o sacrificarse por el bien ajeno.
Y posiblemente no sería tan buen héroe... porque realmente se lo estaba planteando en su corazón.
Había sufrido mucho, durante muchos años. Había estado solo durante muchísimo tiempo. Llevaba sin saber lo que era la felicidad desde que era un niño. ¿Acaso no merecía mirar por sí mismo por una vez? ¿Acaso no merecía... ser feliz?
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Tema: Re: [Maxi-Evento]Castillo de Naipes: El primer descarte. (Eclipse) 31st Enero 2023, 20:52
El miedo es una emoción poderosa.
Casi podría considerarse que es la única capaz de rivalizar con el humor, en cierta manera.
Consigue que personas con firmes creencias se transformen en cosas que jamás habrían llegado a imaginar. Empuja a los valientes al abismo y entierra en vida a los cobardes. Tanto si lo que les había llevado hasta allí era la ciega fe en el concepto de la justicia y sus humildes representantes, la desconfianza en sí mismos y el prójimo, como una lamentable sucesión de acontecimientos guiados por la suerte, sin entrar en si esta era buena o mala, bajo aquel techo, en el momento en que uno de los cientos de policías que trabajaban en la comisaría atravesó la puerta cargado con el desayuno, se juntaron nada mas y nada menos que siete de las cartas que el Joker había puesto en juego.
Tres de ellas estaban repartidas por las salas de espera y despachos del primer piso. La primera de ellas había buscado protección policial de inmediato. Ya había sido trasladado hasta en diez ocasiones, siempre durante la noche, y convirtiendo su seguimiento en un verdadero fastidio. Juri Lenz, un intachable ciudadano de doble nacionalidad americo-alemana permanecía sentado en uno de los butacones de cuero, leyendo la prensa diaria. Algo a lo que se había aficionado con la esperanza de que en algún momento apareciera por fin la cabecera de la vuelta del Joker a Arkham. Por el momento, sin éxito.
A Mark Gleen lo habían detenido hacía un par de días, por haberse visto inmiscuido en unas protestas activistas en favor de los mutantes. Resultaba irónico para muchos, dado que él no era un mutante. Sin embargo, su discurso estaba lleno de hermandad y aceptación, y sus protestas se habían radicalizado en los últimos meses, convirtiéndole en un blanco político. Lo curioso de su captura, es que se había llevado a cabo en la propia comisaría. Habría sido mas acertado decir que se había entregado, pero habría restado importancia a la interacción de la policía, y el cuerpo no se permitiría perder una noticia tan jugosa como esa. Ante los motivos, el joven había confesado ser uno de los macabros participantes del juego del Payaso. Había pasado a disposición policial desde entonces.
Por último, en el despacho del comisario, reposaba la elegantísima y estilizada de una mujer que daba pequeños sorbitos puntuales a una taza de café negro doble expreso, sin azúcar. Sibila Márquez era una buena samaritana. Había movido cientos de galas benéficas, contribuía en numerosos eventos de ONGS y ella misma había iniciado otras tres, para refugiados de guerra, inmigrantes en situación ilegal y por último, para los enfermos de Ela. En su juventud, había afrontado las dificultades que suponían ser una migrante en un país todavía lleno de racismo, y estaba decidida a luchar contra ello. Cuando la carta llegó a su correo, no lo dudó. Si era incapaz de aceptar la inhumanidad, tratar de afrontar sola ese juego resultaría hipócrita para sus principios. Tuvo el cuidado de plantearlo a agentes de su confianza, a los que tenía la suerte de poder recurrir. Motivo por el cual, hasta que no fuera imprescindible, no abandonaría aquella sala.
De acuerdo a lo que habían acordado, todos serían trasladados a diversos lugares seguros custodiados por especialistas que se encargarían de su protección hasta que el Payaso volviera a estar entre rejas.
Dos pisos por encima, en una de las salas de interrogatorios, la agente Nicolette Vivenco se las había apañado para arrancar los cables de la cámara de seguridad, facilitándoles la privacidad que necesitaban para permitir a su contacto y socio, Giussepe Maronne le notificara los siguientes pasos de su plan.
Giusseppe, uno de los mayores capos de las familias mafiosas de Nueva York había encontrado en Nicolette una socia de gran valor, no sólo para ayudar a evitar ataques a su familia, o facilitar las detenciones de los miembros peligrosos de los clanes rivales, si no también para enterarse de los chivatazos de la policía que ahora iban a ofrecerle la oportunidad de jugar con ventaja en el tablero que aquel maníaco con cara de payaso había dispuesto.
El número y el palo, los desconocía, mas allá del de Nicolette. Para mostrar sus lealtades, habían quedado en mostrárselo entre ellos, con la salvedad de que en su momento, Giuseppe había apostado a varios asesinos lo bastante próximos a la mujer como para morir una docena de veces antes de que se le ocurriera hacer nada raro. Había sido de ella la idea de que se entregara, para poder custodiarlo ella misma, y así que su fuga no levantara sospechas cuando se llevara a cabo su intención. Todos los implicados estaban en sus lugares, y había recibido las indicaciones correctas de que todo se estaba desarrollando con naturalidad. Faltaban un par de horas hasta que su traslado se hiciera inminente, pero el correcto desarrollo dependía, en gran parte, de que Nicolette fuese capaz de cumplir con su condición. Giuseppe tendría que abandonar las dependencias policiales el primero, custodiado por ella.
No le había dicho en qué consistía lo demás. No tenía ninguna necesidad, y menos ahora, de encontrarse con sus reticencias o posibles remilgos. Le bastaba saber que podía reducir sus dudas apelando al miedo. Incluso si ninguna de las cartas presentes eran las que les interesaban, él se encargaría de expandir el rumor de la autoría de los hechos. Se convertiría entonces en una advertencia para el resto de cartas en juego.
Nadie se atrevería a meterse con los Maronne.
De eso podían estar seguros.
Dragoslav Katisch recorrió entonces las escaleras del subsuelo que le ponían de nuevo a ras de la calle. Una vez había dejado al hombre a cargo de la escolta a calabozos, sólo le quedaba lo más esencial y más tedioso de todo el asunto. Rellenar el papeleo. Le asignaron una de las mesas para que el agente le tomara declaración. Después de eso, volvería a ser libre de invertir su tiempo en la cuestión trascendental que ocupaba su mente. Una decisión que podría cambiar su vida por completo.
La puerta de cristal se cerró con un suave golpe, en el ajetreo de la comisaría. Nadie prestó atención al agente que avanzó hacia la sala de descanso, permitiéndose tan sólo un par de paradas en el camino, dejando sendas cajas en el lugar estudiado. Durante el trayecto, localizó la mesa que pertenecía al agente Jhonson. Contuvo el hirviente deseo se sus carrillos por ejercitar su sonrisa. Resulta increíble lo que un poco de óxido nitroso puede suavizar a un hombre así de terco. Localizaciones, nombres, archivos, claves de acceso. Todo estaba a su disposición.
La nueva mezcla en la que trabajaba llevaba una buena especia de complemento. Cada vez estaba más interesado en encontrar la fórmula perfecta para ese nuevo elemento. Pronto estaría perfeccionada, pero hasta entonces, debía bastar con esa versión en bruto.
Dejó que se sucedieran unos pocos minutos, y cuando observó que los primeros policías entraban a las salas de descanso, turnándose para desayunar, echó un breve vistazo al reloj de su muñeca. Entró al ordenador y accedió a la documentación. Allí estaban agendados los horarios, los traslados, las salidas, incluso las escoltas, pero no el lugar en el que estaban dentro de la comisaría.
Una búsqueda del tesoro.
Más divertido todavía.
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Tema: Re: [Maxi-Evento]Castillo de Naipes: El primer descarte. (Eclipse) 17th Febrero 2023, 00:09
En el camino a donde le condujeron para rellenar el papeleo, Drago se fijó en el hombre rubio impecablemente vestido que leía el periódico como si estuviera en el salón de su casa y que parecía tan fuera de lugar allí como un empresario en el Bronx. No sólo resultaba disonante con el contexto su aspecto físico, sino la absoluta tranquilidad que denotaba su lenguaje corporal y que no casaba en lo más mínimo con su presencia en una comisaría. No parecía la actitud de alguien que está detenido, pero tampoco parecía alguien que trabajaba allí.
Desde donde estaba se podía ver el despacho del comisario, y, a través de la cristalera pudo ver a la mujer de apariencia elegante (y también totalmente fuera de lugar) que se encontraba allí. Supuso que debía de ser alguna testigo de un caso importante, un familiar de algún detenido o, incluso, la propia madre del comisario que había venido de visita.
No parecía demasiado importante, así que siguió con su tarea hasta que escuchó de refilón un nombre que conocía bien en la conversación entre dos agentes cercanos.
- Disculpen... ¿han dicho Mark Gleen? ¿Está detenido aquí?
El nombre, por supuesto, le sonaba, ya que tenía el dudoso honor de encontrarse asociado con diversos altercados violentos que se habían producido en los últimos tiempos en manifestaciones pro-mutantes. Eclipse agradecía el sentimiento, pero, al igual que Xavier, pensaba que la inclusión y la hermandad no podían alcanzarse a través de la violencia. Ése era el camino que había escogido Magneto, y era uno, el del dogmatismo y la intolerancia, que se acercaba peligrosamente al de los tiranos de los que se intentaba distanciar, uno que él nunca podría seguir.
Los policías se miraron entre sí, evidenciando la consigna de no compartir aquella clase de información confidencial con personas ajenas a la comisaría, aunque, técnicamente, Eclipse no era un civil. La duda en los ojos de los agentes fue suficiente confirmación para el hombre X.
- ¿Puedo preguntar cuándo le han arrestado?
Los dos hombres se miraron de nuevo, y, finalmente, uno de ellos se adelantó para susurrarle al mutante:
- No le hemos arrestado nosotros... Vino a entregarse él mismo -le admitió en confidencia.
- ¿Qué? ¿Por qué?
Aquello no cuadraba con el perfil de personalidad de un activista revolucionario como Mark Gleen. Drago sabía algo de psicología y sabía que aquella clase de personas caían luchando, no se entregaban mansamente como corderitos.
Los policías intercambiaron una nueva mirada, pero en ésta ocasión, más que duda, Drago pudo leer en ella inquietud, nerviosismo y, quizás, algo de miedo...
- Es... por todo el tema éste de las cartas de... Ya sabes quién... -le susurró el mismo que ya le había hablado, pero entonces el otro pareció perder la timidez:
- Está por todas partes, la sensación de miedo e indefensión... La gente está como loca. Últimamente no damos abasto a llamadas de personas que exigen que se las proteja. Algunos afirman haber recibido una de las cartas, otros tienen manía persecutoria o están paranoicos o simplemente buscan llamar la atención... Nos está costando mucho diferenciar los casos de personas que de verdad están en peligro de los que no.
Drago asintió, asimilando lo que le habían dicho y sacando las conclusiones en su mente.
- Entonces, Mark Gleen... ¿él es uno de...?
Los agentes asintieron, y Drago se incorporó, entregándoles los formularios ya rellenados.
- ¿Creéis que habría alguna posibilidad de que pudiera... hablar con él? Quizá podríamos ocuparnos nosotros de su protección y descargaros algo de trabajo...
Los agentes se miraron una vez más, claramente considerando la idea. No sería lo más ortodoxo, pero no iban a mentir diciendo que no estaban saturados de toda esta mierda. Además, era un pro mutie, ¿verdad? Bien podían los freaks ayudarse entre ellos. En cualquier caso, sería algo que tendría que decidir el comisario...
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Tema: Re: [Maxi-Evento]Castillo de Naipes: El primer descarte. (Eclipse)
[Maxi-Evento]Castillo de Naipes: El primer descarte. (Eclipse)