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Los Universos de DC y Marvel se han unido en uno solo. ¿Qué ha sucedido? ¿Quién está detrás de todo? Y, lo que es más importante, ¿cómo reaccionarán héroes y villanos de los distintos mundos al encontrarse cara a cara...?
 
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Joker
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MensajeTema: [MAXI EVENTO] Castillo de Naipes: El pez más grande (Wilson Fisk)   [MAXI EVENTO] Castillo de Naipes: El pez más grande (Wilson Fisk) Icon_minitime18th Mayo 2022, 00:24

[FDP: Post autorizado para su publicación, escrito con la intervención de los usuarios de Joker y Wilson Fisk]

3 de Marzo del 2019. Nueva York y Casa Maronne.

La noche se cerró un poco tardía augurando el inicio del verano próximo. A pesar de que era un día fresco. El cielo se cubrió de un encapotado tono cálido, que se fundió con el horizonte como si por fin al hierro candente le llegara el momento de templarse bajo la densa mordida del aceite. Una metáfora muy adecuada para lo que podía llegar a suceder en la reunión que tendría lugar bajo su propio techo. Si el hierro no estaba lo bastante caliente, la acción del aceite sería inútil. Su fuerza se vería mermada, inutilizada incluso, y acabaría por convertirse en un pedazo de chatarra inservible, destinada a que se probara con ella la resistencia del resto de juego de cuchillos hasta que no quedara más que un amasijo destrozado de hierro. Era la maestría, la experiencia, el conocimiento del buen herrero el que le ayudaba a determinar cuándo estaba listo para templar, y si lo conseguía, la fortaleza de la alianza sería capaz de partir cualquier cosa que se le pusiera por delante. Recordó con añoranza aquellas enseñanzas cuando pasaba los veranos en la toscana, viendo trabajar a su tío Ginno, y echó de menos el sencillo tiempo en el que le fascinaba que algo como una navaja hubiera salido del simple y llano trabajo duro de un hombre.

Al mismo tiempo, en Manhattan, mientras los últimos rayos de luz morían en el horizonte de cristal, Wilson Fisk daba el último repaso a sus archivos. Wesley esperaba servil en la puerta, como un perro que aguarda que su amo lo saque a pasear. El enorme corpachón del empresario se inclinaba sobre la mesa, proyectando una larga sombra como metáfora perfecta de su influencia sobre la ciudad. La reunión de aquella noche era un trámite necesario pero desagradable. Los italianos siempre habían sido un problema, incluso cuando los cimientos de su imperio criminal se sustentaban sobre sus hombros. Habían pasado ya muchos años desde que las cinco familias habían dado su beneplácito en la muerte del viejo Riggoletto. Si Wilson Fisk se tuviera por un cínico, diría que hasta lo echaba de menos. Había aprendido mucho de él, en especial acerca de cómo tratar a su gente. Como sus ancestros romanos, los italianos afincados en Estados Unidos estaban unidos a la tierra. Aún cuando Roma se convirtió en uno de los imperios más poderosos de la historia, aún cuando sus naves dominaban el Mediterráneo y sus legiones guardaban los limes del mundo, sus espíritus languidecían si no estaban en contacto con el ager.

Por mucho que hubiesen emigrado, por mucho que se hubiesen adaptado a la vida urbana y a los modos del Nuevo Mundo, por mucho que (como les gustaba recordar cada vez que tenían ocasión) fuesen tan americanos como cualquiera y la mayoría de dirigentes o soldati de las grandes familias fueran ya terceras o cuartas generaciones que, en ocasiones, ni siquiera habían pisado su madre patria, las viejas costumbres permanecían. Siempre serían lo que fueron. Un pueblo campesino con, tal vez, demasiado arrojo y aptitudes para la guerra.

Por todo, que la reunión se celebrase, no sólo en la casa familiar, sino también en un lugar apartado de la jungla urbana, le parecía más que lógico. Era una muestra de respeto y también, por qué engañarse, de poder. Fisk deseaba demostrar que no tenía nada que temer. Una demostración de confianza y a la vez de fuerza. No había, a priori, ningún problema en acudir a territorio "enemigo". Aunque, bueno… técnicamente no eran enemigos… aún. Con los italianos nunca podía saberse. La puñalada florentina era también una de sus más arraigadas tradiciones.

Eran, precisamente, esas aptitudes bélicas y su carácter orgulloso lo que preocupaba a Wilson Fisk. Las muertes de Stracci y Tattagglia, aunque justificadas, habían caldeado el ambiente más de lo deseable. Al punto que el resto de familiar podían ponerse nerviosas y preguntarse ¿Seremos nosotros los siguientes?.

Todo ello era el palo que estaba meneando un avispero donde, a opinión de Fisk, ya había demasiadas avispas si pensaba en los rumores que corrían por las calles sobre una nueva y extraña droga. No se trataba sólo de una familia… díscola, como era el caso de los hombres con los que debía reunirse aquella noche. Alguien estaba moviendo una mercancía cuyo origen y efectos Fisk desconocía como desconocería también incluso su mera existencia si no fuese por sus mil ojos y oídos en las calles. Lo peor no era que no supiera nada de ese material; si era peligroso; si podía causarle problemas; si estaba molestando a las bandas bajo su mando; Lo peor es que Fisk no se estaba llevando un céntimo de aquello.

El dinero no era importante. De eso tenía en abundancia. Lo importante era que todo el mundo sabía que, si quería trabajar en la Costa Este, debía ser con el beneplácito de Kingpin. Si no pagaban era que no le respetaban. Si no le respetaban era porque no le temían. Y eso… eso sí que no podía ser.

Llegada la hora precisa, que le garantizaría llegar lo bastante puntual como para mantener la cortesía pero lo bastante tarde como para demostrar que la otra parte no era ni el más grave ni el más urgente de sus problemas, Fisk se levantó de su silla y emprendió el camino hacia el garaje. Wesley, acostumbrado a servir al rey, emprendió la marcha a su lado sin decir ni una sola palabra. Por el camino se les uniría Lonnie Lincoln, conocido mejor en los bajos fondos con el sobrenombre de "Lápida", apodo más que adecuado ya solo por la cantidad de ellas que se habían rubricado gracias a él.

A diferencia de otras ocasiones, Fisk optó por salir del subterráneo y no por la puerta principal. Fue allí donde la escolta oficial sustituyó a la oficiosa. Sus planes apuntaban muy alto y en aquellas circunstancias no era menester que se le viera en según qué compañías. De hecho, se habría ahorrado el viaje si hubiese podido pero, de nuevo, para los italianos todo era siempre una cuestión de respeto. De no acudir personalmente podrían tomar el gesto como un insulto. Aunque ni ellos mismos se lo creían, para gente tan orgullosa las apariencias eran fundamentales y, en apariencia, debían seguir fingiendo que trataban entre iguales.

A Fisk le gustaba pensar que la Torre Fisk era el corazón de Nueva York. Uno que distribuía la sangre que regaba las miles de arterias y mantenía viva su ciudad. O, mejor aún, un enorme cerebro que irradiaba impulsos eléctricos que la mantenían viva y en movimiento. La realidad, en ocasiones, se empeñaba en recordarle que de vez en cuando su presencia aún era necesaria.

Maldita realidad.

Los cinco coches, con sus cristales debidamente tintados, sus neumáticos de gel reforzado y el mejor blindaje antibalas que el dinero podía comprar, salieron en militar formación del complejo. Indistinguibles unos de otros, sin que pudiera saberse a simple vista en cuál de ellos viajaban el rey y su corte. El viaje fue silencioso y Wesley, que compartía el mismo con su valedor, no abrió la boca. Si algo le había hecho indispensable era saber cuándo hablar.

Los coches llegaron en una fila ordenada, una comitiva acostumbrada cuando era el trabajo lo que movía a sus invitados a acudir a las citas. Giacomo Lasorda sabía que el hombre que descendería de alguno de esos vehículos podía ser lo que le colocara en la posición de salvar no sólo a su familia, sino los rescoldos de las inquebrantables relaciones que se habían formado bajo el peso de costumbres enmohecidas que habían acabado tan melladas que eran imposibles de arreglar. Un caballero debe saber cuándo la pieza que tiene en su mano es demasiado fina para trabajarla. Cuándo admitir que su maestría no ha sido suficiente. Ante un revés como ese, lo mejor que se puede hacer es comenzar a trabajar de nuevo. Otro habría preferido rendirse. Admitir el destino siniestro que parecía ya decidido. Para muchos había significado el inicio del fin. Para él, sólo la posibilidad de un nuevo comienzo.

Arremangarse, coger el material de nuevo y hacer lo que era necesario para conseguir el fin que perseguía. Sin importar lo maleable que tuviera que volverse en el proceso, si con eso conseguía su objetivo.

La casa se levantó en una ubicación verde y discreta, apartada del bullicio de la Gran manzana. A una hora de Manhattan bordeando el río Hudson, en la popular Cold Spring, donde los Neoyorkinos solían ir a “descansar” de su estilo de vida cosmopolita. Una impecable construcción de estilo toscano, en tono arena, se elevaba destacando entre el verdor de los jardines que la rodeaban. La piscina acabada en piedra y dotada de luz blanca dibujaba ligeras auroras boreales reflejas en el lateral de la estructura, lo que daba al patio una  inquietante iridiscencia fantasmagórica desde la entrada principal. El interior poseía buenos acabados, tanto en arquitectura como en diseño de interiores, aunque se notaba que la persona que había vivido allí sentía predilección por el estilo italiano tradicional. Butacones de cuero, piezas en madera de ebanistería, tapices y alfombras cubrían con gusto las habitaciones. Era la casa de alguien que sabía lo que quería y tenía dinero suficiente para permitírselo. De hecho, pese a todas las contraindicaciones de los técnicos que trabajaron en ella, se había construido en ladrillo macizo. Habían tenido que acudir expertos obreros y capataces europeos. Dale a un americano un ladrillo y lo máximo que podrás conseguir será un disturbio.

Los invitados fueron recibidos por sendos hombres de gran tamaño en la puerta principal.  Bien vestidos en trajes de confección que por obligación debían estar hechos a medida y ajustados a su envergadura. Sin embargo, quien descendió de uno de los vehículos les sacaba a ambos una cabeza sin dificultad alguna.

Al lado del gran hombre, mientras su escolta se colocaba frente a los vehículos en perfecta formación, impecablemente vestidos y alineados como si fuesen a recibir un córner, avanzaron tanto Wesley como aquel gigantón albino de más de dos metros embutido en un traje de Armani a quien todo el que llevase el suficiente tiempo en el negocio sabía reconocer. La preocupación era el primer pensamiento que asaltaba a cualquiera que viese aparecer a Lápida. El segundo, un poco más alentador,  que "al menos no era Bullseye".

Ya en el interior de la entrada principal, una hermosa mujer de tez morena delicada, con rasgos mediterráneos y un sugerente lunar sobre el labio les dió la bienvenida. Iba ataviada con ropas sencillas y campestres que sin embargo, de alguna forma, con su modo de moverse, la dotaba de natural elegancia.

- Buonna Note, e bienvenuti a cassa mia. - dijo con un dulce acento italiano que, sin embargo, parecía cargado de una sutil nota de tristeza. - Mi casa es su casa. ¿Me permiten sus abrigos,per favore?- quien estuviera dispuesto a ello encontró sus prendas guardadas en un armario de buen roble que había en la entrada.

Lápida, al tiempo que la mujer recogía su tres cuartos negro, dedicó una sonrisa llena de afilados dientes y una mirada lasciva a la mujer con sus penetrantes ojos rosáceos. Wesley, advertido del hecho, dedicó una mirada furibunda al escolta. Nada en su gesto lo indicaba, pero Lápida había aprendido a reconocer la desaprobación tras aquellas gafitas cuadradas. El gigantón albino recuperó la compostura de inmediato maldiciendo por lo bajo al más fiel lacayo de Fisk. Pensaba en lo poco que un tipo como él le duraría si no tuviese detrás al gordo. Pero, el hecho, era que lo tenía.

Y por muy buenas razones.

Fisk, ignorando deliberadamente el desliz de su guardaespaldas inclinó la cabeza mientras le retiraban su enorme prenda y, con exquisita cortesía, tomó la mano de la mujer en su manaza y acercó los labios sin llegar a besarla.

-Buona notte signora- dijo en perfecto italiano- È un vero onore che ci riceviate a casa vostra- sonrió- Agradezco su hospitalidad y espero no haber destrozado demasiado su bello idioma.

Cuando sorprendió a la anfitriona con esa muestra del idioma natal, un gesto aún más dulce que la musicalidad de su voz se aposentó en su bella sonrisa llena de secretos escondidos.

-Que grata sorpresa, caballero. - dijo ella en un inglés cantarín que aún dejaba entrever sus orígenes, y compartió durante un instante una cómplice mirada con el magnate. - No tiene nada de qué avergonzarse. Bonito acento. - añadió, entrañable.

Luego con un grácil aleteo de la mano, les pidió que la siguieran. Atravesaron el salón y el pasillo, hasta llegar al fondo de la casa, donde una exquisita escalera de caracol se alzaba hacia el piso superior. La madera brillaba, como recién encerada, y la balaustrada metálica estaba salpicada de las más intrincadas siluetas naturales. Aquello era una  hermosa obra de artesanía.

Atraversaron el pasillo superior hasta la sala iluminada por luces cálidas y acogedoras. Allí había varios hombres y cuando les vieron llegar, se levantaron de sus sillas con prontitud. Algunos de ellos esperaron que sus invitados entraran al despacho-biblioteca para dirigirse hacia la salida, para ofrecer una sensación de privacidad a los recién llegados. El despacho olía a cuero, restos de tabaco, y notas de alcohol y libros viejos. Un perfume embriagador para quienes sabían reconocer el aroma de un buen negocio.

Cuando se adentraron en la habitación, se percataron de que en el piso superior, sobre la puerta quedaban dos hombres, que junto a los tres que aún aguardaban en el piso inferior, hacían cinco. Bajo sus chaquetas se abultaban las marcas de dos pistoleras. Su postura era correcta, pero relajada. Haberles esperado armados hasta los dientes habría supuesto un insulto, haber sacado a todos sus hombres de la estancia, una auténtica temeridad. Kingpin podría haber asumido que le consideraba alguien poco peligroso. Que ese pensamiento siquiera cruzara su mente podría suponer una mella irreparable a su orgullo.

Y si Giacomo Lasorda era capaz de reconocer algo indiscutible, era el derecho de todo caballero a su dignidad.

- Buenas noches, Caballeros. Gracias por haber venido. - Su tono era sereno y cálido, a juego con el ambiente acogedor. Su timbre de voz, grave y bien modulado, era grato al oído. Como el ronroneo de un gato. Se aproximó al protagonista de la velada. Kingpin, el gran hombre en persona, y le tendió una mano firme y bien torneada, dispuesto a estrecharla con firmeza. - Siéntense, por favor.

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"¿No entiendes que la vida no es más que un gran gag? ¿¡Entonces porqué no te ríes?!"

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MensajeTema: Re: [MAXI EVENTO] Castillo de Naipes: El pez más grande (Wilson Fisk)   [MAXI EVENTO] Castillo de Naipes: El pez más grande (Wilson Fisk) Icon_minitime12th Agosto 2022, 12:35



Fisk estrechó la mano empleando la fuerza justa y necesaria aunque, reconocía, a veces le costaba calibrar debido a su imponente envergadura. En cualquier caso, prefería pecar de exceso.

-Gracias a usted por la cálida bienvenida- dijo mientras tomaba asiento. Wesley hizo lo mismo, reclinándose ligeramente al puto estilo de un directivo en una junta de accionistas. Fisk adoptó una pose formal pero algo más relajada mientras Lápida se mantenía de pie a poca distancia de la puerta -Bueno - añadió rápidamente el magnate - Creo que es de recibo que sea el primero en hablar, signore Lasorda. Mentiría si afirmase que la repentina convocatoria de esta reunión no me toma por sorpresa- mentía.

El apretón de manos fue una presentación parca en palabras, pero lo bastante simbólica. Fisk apretó su mano con fuerza, y él mantuvo una firmeza comedida, aunque en su fuero interno algo le indujo el pensamiento de que un hombre con esa envergadura y talla de brazo lo habría vapuleado como su sobrina lo hacía a sus muñecas durante las fiestas en la piscina. Ante su cesión, el hombre le dedicó una suave sonrisa educada.

- Comprendo su desconcierto. Podría decirse que todo ha sucedido de la noche a la mañana. Es de agradecer que haya podido presentarse con un margen tan escaso.- le agradeció cuando todos estuvieron sentados en sus respectivos lugares en torno a la mesa central. Esperó a que sus invitados se sentarán primero, y él hizo lo propio a continuación, desabrochando el botón intermedio de su chaqueta, para que se abriera evitando arrugarla en el proceso. Sin embargo los asuntos que me gustaría tratar ocupan máxima urgencia. Cómo sabrá, después de la colisión pasamos una etapa de "reajuste", por referirnos a ella de un modo amable. Muchos de nosotros hemos sufrido perdidas irreparables. Espero y deseo que no se trate de su caso y su familia y seres queridos se encuentren sanos y salvos.- No había nada, salvo el hecho de que Giacomo pertenecía a la mafia, que hiciese sospechar que mentía en ese aspecto. Los italianos tendían a ser muy apegados con sus familias. -Nuestros abuelos ya solían llamar a estas tierras "Nuevo mundo" antes de que de verdad lo fuera, y ahora aquí estamos. Somos todos extranjeros en un universo que no es nuestro, pero en el que seguimos haciéndonos hueco.- Dejo que sus palabras hicieran mella un momento, aprovechando el "casual" silencio para destapar un centro de tabaco que tenía forma de coche antiguo, sustrayendo un cigarrillo. - Donde esta mi hospitalidad. Por favor.- Ofreció a quien quisiera coger uno, haciendo que uno de sus hombres se levantará de la silla y se lo acercara a los tres hombres. No quiero hacerle perder el tiempo, Señor Fisk. Este nuevo universo no nos está tratando bien... Y eso es algo que creo poder resolver.

Fisk rechazó con cortesía el ofrecimiento. El joven era un hombre educado, eso tenía que admitirlo. Y las alusiones a su familia no parecían esconder ninguna amenaza velada. El hecho de que su hijo y él se odiaban así como que su mujer llevaba más tiempo de lo que quería recordar postrada en una cama eran de dominio público...  tampoco era precisamente algo que pregonase. No parecía un hombre imprudente, así que lo tomó como lo que era, una formalidad

-Es cierto que este desafortunado evento nos ha obligado a adaptarnos. Con todo, el nuevo universo se parece mucho al antiguo en lo esencial. Lo rigen las mismas leyes y los hombres tienen las mismas necesidades y apetencias. Aún así,, sospecho que algunos hemos tenido más suerte que otros. Las dificultades han debido de ser considerables si han podido afectar a su famiglia y su periodo de adaptación ha sido, si me permite el apunte, bastante largo. De otro modo, me extrañaría que en una ciudad tan pequeña su familia haya tardado tanto en hacer negocios con mi organización- sonrió complaciente- Una circunstancia que no tardaremos en solventar, espero.

Lasorda dibujó una sutil sonrisa de medio lado. Parecía divertido. Tal vez porque él conocía de primera mano los tejemanejes y los problemas a los que se habían enfrentado, y que hora, a causa de la masacre de sus altos mandos, habían llegado a un punto insostenible de malas noticias. A pesar de considerar la dignidad algo importante, debía concederle a Fisk que ese había sido un merecido “Touché”.

-En el viejo continente solemos tener un dicho. “Nunca llueve a gusto de todos”. Básicamente significa que una misma situación favorece a algunos de la misma manera que perjudica a otros. Le explicaré, si me permite tomarme un momento para divagar. - el hombre accionó con elegancia el Zippo, aspiró el humo del cigarrillo, cerró el mechero con un reconocible sonido metálico y lo dejó escapar inclinánose a un lado, para no echarlo hacia sus invitados. - Hay familias que llevan aquí generaciones enteras y sin embargo, sus raíces son tercas como las de un olivo. Los olivos no penetran hacia abajo, sino hacia sus laterales. Sus adyacentes más próximos. Esas raíces han crecido regadas por costumbres antiguas, se han anquilosado, enredado  entre ellas. Si, es más complicado que el mal tiempo sea capaz de arrancarlos o tumbarlos, pero ¿Sabe lo único que han conseguido a causa de esa idea? Exponerse a la plaga. Cuando uno de los olivos se  pudre el resto acaban enfermando con él en el proceso. Para los pobres labriegos no queda más remedio que arrancarlos en conjunto, porque ni un experto sabría desligar esas raíces. - Tomó una nueva calada profunda, paladeando el placer que los dedos de humo ejercían al acariciar el interior de sus pulmones. - -Un hombre puede plantar un olivo si así lo quiere, pero no puede esperar hacerlo en un campo de arroz y que dé fruto. - dejó escapar al espectro de humo a través de los labios. -Para mi pesar, los viejos olivos son tan tercos para la endogamia como lo son para el canibalismo. - Esa era la verdad. Familias enteras casadas entre gente de sus mismos apellidos. Primos segundos y terceros en un bucle de supuesta pureza que no terminaba nunca, igual que las rencillas derivadas al unirse dos apellidos distintos. Aquellos que no estaban dispuestos a ceder, eran devorados como ovejas al mínimo resquicio de debilidad. Todo una pérdida de tiempo, sangre, recursos y dinero, para seguir echando leña a un fuego que ardía desde la época de las cavernas. -Hay que honrar el pasado, Señor Fisk, pero yo me he hartado de vivir en él.- aseveró. Sus ojos claros se llenaron de una severidad afilada, como el cañón de un arma cargada. - Giuseppe Maronne ha muerto.- le informó, directo, con un tono cargado de solemnidad.

Todo se había llevado con extremo celo, y si el Lasorda tenía un poco de suerte, era posible que eso si hubiese pillado a Kingpin por sorpresa.

Fisk se tomó un momento para estudiar la situación. Entre otras cosas porque estaba genuinamente sorprendido. De todas las direcciones posibles que la conversación podía haber tomado, aquella no sólo era posible sino, además, esperable. Las insinuaciones del joven Lasorda entraban dentro de sus cálculos. No, la sorpresa no se debía eso. Lo más sorprendente de todo era encontrar un bien que parecía escasear demasiado últimamente: Un hombre inteligente

-Signore Lasorda dijo, esta vez, usando el apelativo no sólo como una mera formalidad. Al tiempo, aprovechó para hacer una pausa, extrayendo una pequeña boquilla negra de su chaqueta y tomando un cigarrillo que Wesley se apresuró a encender -A mi juicio, aún con las reservas esperables dada la naturaleza de esta reunión, considero que ha sido bastante honesto conmigo. Eso, desde luego, es un inicio prometedor en toda negociación. Por tanto, permítame devolverle esa cortesía. No insultaré su inteligencia fingiendo que no estaba al tanto del deceso de Giuseppe Maronne. Entienda que hago grandes esfuerzos para que nada que pueda afectar a mis negocios me sea ajeno y... el deceso del señor Maronne entra dentro de esa categoría- Fisk dio una larga calada y el humo azul envolvió su rostro al exhalar. - Como todo a quien merece la pena tener en consideración sus palabras dicen mucho más de lo que pudiera parecer. Por tanto, aunque asumo que los hombres que le acompañan son, del mismo modo que ocurre con los míos, de su más entera confianza. Me gustaría sugerirle que abandonasen la habitación para que, si no tiene inconveniente, podamos hablar a solas.

Dicho y hecho. Le bastó un asentimiento de cabeza para que sus hombres se levantaran del asiento con premura estudiada. Recogieron incluso sus vasos y tabaco antes de irse. Hasta los dos hombres de la planta superior comenzaron a bajar la pequeña escalera de caracol lateral. La confianza que demostraban en las decisiones de Giacomo era admirable, cuanto menos.  

- Acompañad a nuestros invitados a la planta baja.- indicó a sus hombres con una suave sonrisa relajada. - Caballeros, si les gusta el billar prueben la mesa de la sala de juegos.- les ofreció con hospitalaria calidez. - Y no dejen que Luiggi les desplume, sabe jugar. - aquello arrancó una sutil risa entre los suyos y un par de maldiciones por lo bajo en italiano.

Ambos aguardaron un tiempo prudencial, mientras se generaba entre ellos una sutil tensión. En esos momentos, cualquier sonido más alto que otro podría ser mensajero de malas noticas. Sin embargo el silencio se densificó hasta tal punto que sólo se escuchaban los suaves chasquidos de los cigarrillos al consumirse.

- ¿Le gustaría tomar una copa?- le ofreció, levantándose del sillón, y aproximándose al escritorio. Sobre él, había una botella de cristal tallado cuadrada llena de licor. Sin embargo, Lasorda pasó de largo y abrió una antigua bola del mundo que demostró ser un bonito botellero.

Fisk aceptó el ofrecimiento pese a que no le gustaba beber cuando hablaba de negocios. En realidad, con su tamaño, serian necesarias varias botellas para que perdiese el norte, pero le gustaba proyectar una imagen de comedida sobriedad. Sin embargo, sabía que con la gente del Mediterráneo era imposible celebrar cualquier cuestión social o comercial sin comer o beber mientras tanto. Era algo cultural.

-Signore Lasorda. Ha hecho usted un análisis bastante acertado de los principales puntos flacos de su "modelo de negocio". Desconozco si se trata de su opinión sincera o ha intentado expresar aquella que cree coincide con la mía. Aunque sospecho que no es el tipo de persona que necesita de otros que le digan lo que quiere oír.- dió un sorbo más como pausa dramática que por auténtica apetencia. -- Llevo toda mi vida viviendo y trabajando en Nueva York. Eso ha hecho, como sabrá bien, que mi contacto con sus paisanos haya sido mucho más que frecuente. Siempre me ha sorprendido que las cinco familias hubiesen alcanzado el poder e influencia que llegaron a tener en los mejores tiempos sin apartarse de ese sistema. Lo suyo, señor Lasorda, es un negocio familiar y, por grande que sea su famiglia y lo permisivos que seamos al extender el término eso supone evidentes limitaciones. Las traiciones, de sucederse, duelen más. Los odios son más exacerbados y las simpatías más apasionadas. Su base siempre ha sido el honor. Eso es algo que respeto pero que, en mi caso, no es operativo. Yo no dirijo una familia, señor Lasorda, sino una empresa y esa es una de las primeras cuestiones que debe dejar clara antes de que vayamos más lejos ¿Está usted dispuesto a integrarse en una próspera empresa? ¿Se ve capaz de convertirse en un engranaje? Importante, no cabe duda, pero un engranaje al fin y al cabo ¿Quiere formar parte de algo grande o fingir que usted aún lo es en base a la fama de alguien que lo fue cuando usted ni siquiera había nacido?

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MensajeTema: Re: [MAXI EVENTO] Castillo de Naipes: El pez más grande (Wilson Fisk)   [MAXI EVENTO] Castillo de Naipes: El pez más grande (Wilson Fisk) Icon_minitime16th Agosto 2022, 20:29

- Si lo único que deseara fuera aprobación, no la buscaría en usted, Señor Fisk. Por suerte para mi, mi Nonna sigue con vida. a la gente que pecaba de soberbia solía decírsele que “No tenía abuela”, y para él eso era algo totalmente ajeno. La búsqueda de aprobación sólo era el lecho pantanoso en el que se enfangaban aquellos que no podían ganarse el reconocimiento por sus propios medios.

Sirvió sendos vasos tallados con dos grandes rocas de hielo redondo en el centro, y vertió sobre ellas un buen Whisky “Cardu Gold Reserve”. Se la tendió al hombre y volvió a ocupar el sitio en el que había estado originalmente. Movió con suavidad el vaso, dió un comedido sorbo, y lo dejó sobre un posavasos de madera taraceada.

- Podemos discutir sobre los tecnicismos durante toda la noche, la mañana y la tarde. Llámelo como quiera, familia, negocio, cooperativa, sociedad. - dijo, haciendo rodar la muñeca al enumerar, con ese clásico gesticular que acompañaba la mayoría de las conversaciones. - Son meras metáforas. Si quiere que lo simplifiquemos, este sería el caso. Usted quiere engranajes que continúen girando su maquinaria. Que mantengan los motores suaves y ronroneando. Y yo, lo que quiero, es convertir mi pequeña familia en una familia numerosa. - dio una suave calada al cigarrillo, se reclinó en el asiento, y expulsó el humo sobre la punta del cigarrillo, en un gesto aprendido del joven que con 14 años le enseñó a fumar. - La popularidad, la fama, el apellido. Son sólo herramientas, como para una empresa lo son la salida a bolsa, el logotipo, la mascota corporativa. ¿Sabe lo único que comparten ambas cosas? Que el apellido más sonado, como las manos del mejor ingeniero que tenga, ambas cosas se extinguen con la rapidez con que se dispare una sóla bala. - dió una última calada rápida, y apagó el cigarrillo sobre el pequeño cenicero redondo de mármol negro de la mesa. Lo que ansío más que nada, Señor Fisk, es la conclusión lógica.

Fisk asintió complacido mientras saboreaba el whisky. Un buen escocés aunque, personalmente, prefería el Mcallan --Bien. Me complace ver que coincidimos en lo esencial. Sentadas las bases podemos empezar a hablar sobre los detalles que son, en definitiva, lo importante en cualquier acuerdo. El Diablo, como suele decirse, está en los detalles- la mención le trajo a la mente a otro individuo bastante relevante en sus negocios, pero lo apartó enseguida de sus pensamientos - El deceso de Maronne, hasta donde yo sé, no contribuye a hacer más numerosa su familia, sino todo lo contrario.

El hombre adoptó una expresión solemne. Había una natural tristeza bailando en el interior de esos ojos afilados y Fisk pudo comprobar que era genuina, ya que trató de contenerla todo lo que pudo.

- Y no ha sido el único. Sin embargo es cierto que sus circunstancias han sido excepcionales. El final le encontró de un modo inmerecido. Que Dios lo tenga en su gloria. - dijo haciendo la señal de la cruz sobre su torso, antes de besar el dedo índice, y dejar reposar de nuevo la mano sobre la oreja de la butaca. - Lo lamento profundamente, pero su marcha ha propiciado la reunión de hoy. La lluvia, señor Fisk. Una pérdida irreparable que nos da una oportunidad nueva. Única, si quiere verlo así.- el hombre apoyó los codos sobre las rodillas, entrelazando los dedos de la mano, en un gesto de proximidad. - Tatagglia apareció muerto delante de su casa. No fue una sorpresa para nadie. Ivan el terrible trataba con más amor a su familia. Era cuestión de tiempo, lo sorprendente es que no sucediera en su propia mesa. Los Fortunato, muertos como ratas en un callejón de Nueva York. El viejo Stracci a las puertas de la muerte, pero tuvo que recibir un empujón de todos modos. - fué enumerando tan sólo algunas de las pérdidas más sonadas que habían sucedido en el último año. - Los Cuomo y los Voyardi continúan en plena guerrilla, la situación no podría ser más absurda. Su obsesión ha llegado a un punto en el que ni siquiera sus familias aliadas quieren involucrarse. Sólo Giuseppe podría haber encarrilado a esos dinosaurios y usted lo sabe. A esa edad, les vale más poder contarse las arrugas que los certificados médicos de demencia senil. - Cogió de nuevo el vaso, dejando que su mirada se perdiera en el reflejo del hielo un sólo instante. -  Si lo que necesita son manos, son suyas. - le devolvió la mirada con decisión. Aquella franqueza resultaría tal vez poco habitual para el Rey del crimen. - Lo que yo le ofrezco es el lubricante perfecto. Como dijo Lucas: Pedid, y se os dará. Sólo tiene que hacer el movimiento adecuado, Señor Fisk.

Fisk bebió despacio, saboreando el momento. Era difícil saber si la consternación del joven era auténtica o fingida. Puede que, como en todas las buenas mentiras, hubiese algo de verdad--  Siempre he visto a las cinco familias como un hermoso edifcio en ruinas. Por mucho que el tiempo lo erosione no es posible arrebatarle del todo su grandeza. Pero, si no me equivoco, tengo ante mí un hombre que, pese a admirarlo, no quiere estar debajo cuando se desmorone- aprovechó el instante para colocar otro cigarrillo en la boquilla- Sino que quiere aprovechar los cimientos para construir algo aún más grande. Es un sentimiento con el que puedo identificarme. Sin embargo, por propia experiencia le recomiendo que construya sin prisa. Cimientos sólidos y ladrillo a ladrillo.- Fisk se inclinó un tanto sobre la mesa, sosteniendo el cigarrillo en sus manos entrelazadas - El viejo Leo Stracci no tuvo hijos. Su organización era ya un desastre durante su senectud y su muerte no ha contribuido a mejorar la situación. No hay nadie que tome las riendas. Si su estructura no ha caído ya en el caos más absoluto y en una guerra fratricida es porque yo lo impido... En cuanto a Tatagglia... Él sí contaba con herederos y su familia ya ha sufrido bastante, aunque fuese por la estupidez de su progenitor, merecen un respiro. Saben que hicieron mal y obraron estúpidamente, pero un nuevo insulto podría convertir el miedo en furia. Apretar, pero no ahogar... No necesito manos. Necesito cerebros, Signore Lasorda -dió una nueva calada, reclinándose en su asiento.-  Parece usted un joven lúcido  ¿Qué haría?

Hubo un extenso silencio tras esa pregunta. Giacomo se tomó su tiempo para considerar y responder. Los hombres se observaron mutuamente, hasta que el italiano por fin encontró la manera de exponer su punto.

- Me convertiría en lo único que puede satisfacer su necesidad, Señor Fisk. - respondió, con un rictus severo. No parecía lleno de ambición, si no muy seguro de sus palabras. - Las familias tienen resistencia al cambio, pero en estas circunstancias, es esencial tomar una de dos decisiones. Adaptarse o morir. No son supuestos. Son hechos. Que el fuerte aplasta al débil es un rezo grabado en piedra en esta profesión. El problema son los detractores. Aquellos que llaman a la sangre y la defienden sobre cualquier cosa. Puristas, obsoletos. Los opositores son pocos, y mal organizados. Como una gota de tinte en una piscina de miles de litros. Por fuerte y concentrada que sea su rabia, si la piscina está bien asentada, no podrá colorearla por más que así lo quiera. - aseveró, limpiando el paladar con el sabor del Whiskey. - La sangre puede ser fuerte, si se le proporciona un sistema en el que bombear. No es nuestro espíritu lo que agoniza ahora, si no nuestra carne. - encendió el cigarrillo, dando una profunda calada. - Ofrezca seguridad a las familias, honre su pasado, y construya su futuro. Unidad permanente bajo pena de castigo severo. Su fuerza es mayor ahora mismo. Sabe que puede hacerse. Hágalo bajo la premisa que les ha movido siempre. El honor y el linaje. Respete sus nombres y sus muertos. Con mi ayuda, será suyo.

Una amplísima sonrisa se dibujó en el rostro de Fisk. Inteligente y ambicioso, pero aún con el ímpetu de la juventud. Otros habrían tardado más en ir al quid de la cuestión, pero eso no era necesariamente malo. Eso sí, tendría que tenerlo bien vigilado -Pídalo- dijo sosteniendo ahora la copa en la mano.- Pídalo sin rodeos ni eufemismos.

No tenía sentido perder el tiempo. Era, junto con la vida y la inteligencia, la tríada de bienes más preciados para el italiano. Demorar con más charla vacía la principal proposición no haría si no embotar una reunión que, por el momento, podía considerar que iba todo lo bien que podía ir. La sonrisa en su cara lo decía todo. Eso no era más que un formalismo, esperaba. Una manera de inflamar su ego, que por otro lado, era lo mismo de lo que pecaban todos aquellos que ostentaban el título que estaba a punto de ofrecerle a el. - Señor Fisk, ¿Querría convertirse en el Don de nuestra nueva familia?- preguntó el hombre midiendo el tono a la perfección para darle a esa pregunta la importancia que merecía.

Su rostro era sereno, pero su garganta se volvió como la arena, dificultándole por primera vez en toda la noche el gesto de tragar.

Fisk saboreó un largo trago de Whisky y colocó con cuidado el vaso sobre la mesa. Acto seguido, tras un silencio meditado, estalló en una sonora carcajada -Sinceramente, muchacho. No tengo ninguna intención de hacerlo.- Se levantó en toda su envergadura y, con lentitud, se acercó al joven y colocó una de sus gigantes manazas sobre su hombro -Pero dice mucho de tí el hecho de que estuvieses dispuesto a hacerlo en pos de tu objetivo - Emprendió lento camino hacia la ventana y cruzó las manos tras de sí, dando la espalda a Lasorda.- Continuarás al mando de tu familia, como es tradición aunque, como todos en esta ciudad, lo harás asociado conmigo. Wesley cerrará el tema de los porcentajes y esas nimiedades. Además…- Fisk hizo una pausa. - El territorio de Stracci es tuyo. Serás el Don de facto, aunque no en título, y pondrás orden allí en representación mía. El territorio de Tattaglia, sin embargo, no debe tocarse. Tomarán como una buena señal que se dé la operación a un paisano y estarán aún demasiado asustados como para quejarse por tu absorción del negocio de Stracci. Mediarás con las familias e intentará poner fin a la absurda rencilla entre los Cuomo y los Voyardi - giró el rostro. - Quiero paz, Giaccomo. Y que los negocios continúen sin sobresalto. Sin excusas.

Aquella carcajada le heló la sangre por un momento. Cuando el hombre se aproximó hasta él había una clara mirada de desconcierto en su rostro. El trato que le ofrecía era muy bueno. No tenía claro qué podía acarrear su rechazo, y por un fugaz y lúgubre instante, vió la casa en llamas y todos sus cuerpos quemándose en el interior. Sin embargo, la gran manaza del hombre se posó en su hombro, devolviéndole a la realidad.

- No comprendo. - fué lo único que consiguió articular, con la mirada entrecerrada.

Cuando el hombre se puso a hablar Giacomo comprendió que lo que le ofrecía era más de lo que creía poder imaginar. Que hubiera aceptado el título y su influencia bastara para apaciguar a las familias había sido su primordial objetivo, pero no sólo le ofrecía esa favorecedora sombra bajo la que ahora podrían cobijarse, sino también su propia posición. Habría renunciado si con ello conseguía tener un margen para recuperarse del genocidio que la colisión había dejado caer sobre los suyos.

-- Esa oferta…- la saliva volvió a transitar melosa por las vías respiratorias del mafioso, proporcionándole un ligero alivio tras la tensión que acababa de experimentar.. - es muy generosa, señor Fisk. Haré todo cuanto esté en mi mano para sobrepasar sus expectativas. - no le bastaría con hacer un buen trabajo. Debía ser excepcional, para corresponder la oportunidad que el Rey del crimen le estaba brindando. El hombre se levantó y apuró su copa, dejando el vaso, para reunirse en la ventana con el hombre que se asomaba. La luz mortecina del patio le llenaba la cara de un fulgor azul fantasmagórico. Como un enorme gigante de piedra de algún antiguo templo. - He pensado en cómo conseguirlo. Creo que habría algo que podría hacer, pero es complejo y peliagudo. Me gustaría escuchar su opinión al respecto, para saber si mi proceder le parecería adecuado.

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MensajeTema: Re: [MAXI EVENTO] Castillo de Naipes: El pez más grande (Wilson Fisk)   [MAXI EVENTO] Castillo de Naipes: El pez más grande (Wilson Fisk) Icon_minitime17th Agosto 2022, 14:01



-Estaré encantado de escuchar tus sugerencias, Giaccomo- volvió la vista a la ventana, dando una calada al cigarro, observando como la tenue luz iba reflejándose en el humo que se elevaba - Pero antes, debes saber algo. El trato que te ofrezco tiene, como no puede ser de otra forma, una contrapartida. Por eso he querido que tus hombres abandonasen el cuarto. Es algo que puede hacerte sentir deshonesto y no quería que su opinión pudiera condicionar tu respuesta- Fisk dirigió de nuevo la mirada al joven, clavando sus ojos azules en los de él -Vas a ser mis ojos y mis oídos con las demás familias, Giaccomo. Eres su paisano, uno de los suyos. En cuanto se acostumbren a tí hablarán más de la cuenta. Quiero saberlo todo. Cada movimiento, cada susurro, cada opinión. Si alguien sopesa, aunque sea, la traición: lo sabré. Si alguien cuchichea acerca de hacer negocios a mis espaldas: lo sabré. Si alguien está descontento con el trato que recibe: lo sabré. Debo saber qué quieren hacer antes incluso de que ellos lo sepan ¿Te ves capaz de hacerlo? ¿Traicionarías la confianza de los tuyos para cumplir con nuestro acuerdo?

Era evidente que una oferta como esta no vendría con sin su contrapartida. Por muy exigente que pudiera parecer, para el italiano Kingpin no pedía más de lo que estaba dispuesto a dar. Proporcionaría estabilidad a las familias, estarían bajo su protección, y tanto si les pesaba a los viejos como si no, su sombra ahora era mucho más negra y larga que las que ellos tenían antaño. Que tuviera sus propias exigencias le pareció de todo menos inoportuno, y aunque el planteamiento habría chocado de manera radical con los antiguos cabecillas de la familia, él ya había tomado la determinación de hacer el cambio drástico, pero necesario, que volvería a colocarles en el mapa. Lo que Kingpin le pedía no era diferente de lo que habría exigido cualquier otro Don, con la diferencia de que él había rechazado el título.

-Señor Fisk, deje que disipe todas sus dudas al respecto del siguiente asunto. Usted está dispuesto a asumir mis peticiones, y a cambio, no exige más que lo que otros  harían en las mismas circunstancias. Busca orden y compromiso. Mi gente tendrá que entender que este es su mundo ahora. Las cuestiones de antaño quedarán saldadas. La avaricia, las viejas ambiciones, las rencillas territoriales, todo eso deberá desaparecer. Cualquier tentación debe ser eliminada de raíz. No se juega con la mano que te da de comer. Cuanto antes lo asuman, antes entenderán que no es una cuestión de traición a sus familias ni a su confianza. - el hombre acercó el cigarro y dejó escapar sendas volutas de humo a través de la nariz. Su mirada se afiló, cuando se la devolvió a Kingpin con una contagiosa convicción. - Es una cuestión de lealtad, y de quién y porqué se gana el derecho a ella. - dejó que su mirada se perdiera un momento en las danzarinas luces más allá del ventanal.

-Bien- sonrió Fisk complacido.  -Entonces es momento de que me cuentes esos planes tuyos, Giaccomo.

Saldada la cuestión de la lealtad, que en ese negocio era tanto o más difícil de conseguir que un buen cerebro, Lasorda paso al siguiente tema a tratar.

- Señor Fisk, con el siguiente punto quiero que entienda que le estoy confiando algo de la más estricta confidencialidad. Ya ha conocido mis intenciones, y también lo que estaba dispuesto a hacer. El secreto que estoy a punto de compartir es prueba de la máxima entrega que he puesto en nuestra floreciente relación laboral. - se tomó un instante para aclarar la garganta con una leve tos que mantuvo a raya. El tabaco no perdona a nadie. - Las noticias sobre la muerte del Señor Maronne han intentado tratarse con el mayor sigilo posible. Usted ha llegado a enterarse, algo que demuestra la longitud y densidad de su red de información pero, ¿Conoce los pormenores de la misma? Porque resulta tan importante como el hecho en sí. Si lo que escucho es lo que se ha podido filtrar sobre un asesinato profesional, estará escuchando la versión que se dio en las calles. Una versión ficticia y arreglada de lo que en realidad sucedió. - el italiano permitió que la noticia empapara el ambiente lleno de solemnidad. Cuando esa verdad abandonará sus labios, su vida le sería confiada a Kingpin por entero. Ahora la única amenaza que podía preocuparle era él. - El señor Maronne no murió exactamente así. Falleció en el atentado de la 1479 de Broadway. - así lo habían llamado los periódicos. Tal vez quedaba más espectacular que "Bomba destroza comisaría". - Como comprenderá, eso dejaba sus asuntos pendientes en una delicada posición. Tal y como estaba la situación, lo último que necesitábamos es que nadie llegará a convertir esa circunstancia en el motivo perfecto para los rumores. Habría corrido como la pólvora la idea equivocada de que se trataba de un soplón, o un títere, y habría arrastrado al resto de su familia con él. La realidad es que había hecho un fuerte contacto en la policía con un corrupto, y creemos que estuvo en el lugar menos adecuada en el momento menos idóneo.

- Entiendo- asintió Fisk pensativo. La historia tenía sentido y de momento no había motivos para sospechar que Lasorda le estuviese mintiendo. Aún así, no cabía desechar del todo que Maronne fuese un soplón. Tener una rata en el barco es una de las cosas más imperdonables dentro de la Cossa Nostra y aunque Maronne lo fuese querrían ocultarlo hasta después de muerto Así que había hecho contacto con un policía con ganas de ganarse un segundo sueldo extraoficial... ¿Y qué quería Maronne exactamente conseguir? No me cuesta reconocer que conozco a casi todos los policías corruptos del cuerpo... Entre otras cosas porque la gran mayoría trabajan para mí.

- Qué pretendía, aún no lo sabemos. Hemos tenido que remover cielo y tierra para llegar a un cabo que seguir, y que ahora mismo continuamos estudiando. Lo que sí puedo decirle es el nombre del contacto.- el hombre se dirigió hacia el escritorio, y con un gesto rápido abrió uno de los cajones. Introdujo la mano hasta un doble fondo que accionó con una combinación de dos botones simultáneos, haciendo que el fondo de la tapa se levantara. Luego sacó unos cuantos documentos y cerró de inmediato. Localizó el nombre destacado en uno de los informes. - Nicolette Vivenco. - Era un apellido que tal vez podría sonar a Kingpin. No eran una familia importante en absoluto, pero algunos matones, seguratas y gente capaz de limpiar escenarios sin preguntar más allá de si el bocada de albóndigas estaba incluido en el trabajo compartían ese rasgo. - Según gente de otras familias, Nicolette se había desligado de todo lo relacionado a la mala fama. Era una policía intachable, que incluso había recibido amenazas por parte de sus homónimos. Al parecer enchironó a un par en su día. Para evitar esas desagradables circunstancias, colocó a su familia próxima en protección de testigos y ella se mudó a Nueva York. Vivía sola. Sin pareja conocida, ni amigos más allá de la policía. - levantó la vista para encontrarse con Kingpin. - Como entenderá, resulta desconcertante. Teniendo esa fama, habría sido la última a la que querrían haber visto hablando de cualquier asunto con Maronne. Si ella era corrupta, o él un soplón, la jugada no es en modo alguno inteligente. La pregunta sin resolver sigue siendo qué haría que un capo bien asentado y una policía que lleva años esforzándose en ser legal acaben por cruzar caminos.

Fisk se acercó y estudió con detenimiento los documentos. El joven tenía razón. Aquello no terminaba de encajar. Tampoco parecía que le estuviese ocultando ninguna información. Si todo aquello era una trampa, era una muy buena. Fisk giró el rostro y observó con detenimiento

-Si no me equivoco, y no suelo, está tan necesitado de respuestas como yo.- Fisk se detuvo un instante. Se rascó la barbilla mientras meditaba Es un asunto extraño. Nos falta información y, si algo he aprendido en estos años, es que lo que más daño puede hacerte es lo que no conoces... Me ocuparé del asunto. Intentaré llegar al fondo de la muerte de Maronne. En cuanto tenga respuestas te lo haré saber.

- Le agradezco profundamente que se tome las molestias de estudiar las extrañas circunstancias que envuelven este terrible suceso. Sabiendo que está en sus manos, creo que la perspectiva de las familias cambiará. Sé que el objetivo es encontrar la paz entre ellas, pero mal que me pese, hay pocas cosas que tengan más fuerza para hacerlo que llevar a cabo una buena Vendetta a la antigua. - el hombre sacudió la cabeza en una leve negativa. - Un nuevo aliado poderoso volcando sus esfuerzos para acabar con un enemigo común. Suena como el escenario perfecto. - se encogió de hombros, al tiempo que retomaba sus papeles para ponerlos a buen recaudo. - Puedo cederle toda la información que tengo por un canal seguro. Alguno de mis hombres se lo hará llegar personalmente, para que pueda ayudarle. Si descubro alguna otra cosa se lo haré saber a la mayor brevedad. - le aseguró el joven italiano, y una suave sonrisa de complacencia se dibujó en su rostro, cuando volvió a aproximarse al escritorio. - Me gustaría demostrarle mi entera disposición, no sólo con mis palabras, si no con un regalo. Una ofrenda, si quiere verlo así, para una velada que está sentando unas excelentes bases para esta recién adquirida relación comercial.- sugirió, al tiempo que se dirigía a uno de los antiguos tinteros sobre el escritorio. Desenroscó un pequeño adorno, cogió la pluma y la introdujo en el agujero resultante. El pequeño artefacto hizo sonar un sutil “click”, al tiempo que el bote de metal parecía desencajarse. Al levantarlo, sacó del doble fondo un tarro diminuto de cristal. El interior contenía un polvo negro del que escapaban pequeños destellos dorados bajo la influencia de la luz. El hombre se lo tendió a Kingpin con una sutil sonrisa. - No le serán desconocidos los rumores de la nueva sustancia que está circulando por varias zonas de Nueva York. Hell´s Kitchen, Greenwich, Lower Manhattan, Upper East Side, Chinatown, West Village, Tribeca… Diría que ya no queda ni una limpia. Lo más curioso es que no parecen tener un público objetivo concreto. Les ha importado poco blancos que negros, pobres que ricos. Además, resulta bastante difícil averiguar la composición. No hay muchas muestras como estas a disposición del público.

Fisk, genuinamente asombrado pero tratando de que no se le notase, sostuvo entre sus dedazos el objeto. Respiró profundamente y lo observó a contraluz

-Su composición podrá comprenderse con el tiempo y los recursos adecuados, eso no es algo que me inquiete de momento. El tono de Fisk cambió radicalmente. Aún calmado pero notablemente más autoritario. Como los nubarrones que preceden a la tormenta ¿Quién?

- Absolutos desconocidos... - murmuró con un tono meloso. Parecía genuinamente excitado por el misterio que suponía ese estamento. Ni los mexicanos, ni los colombianos, ni los españoles, ni los africanos, ni los alemanes. ¿Quién quedaba entonces? - pero van a dejar de serlo pronto. - sonrió, y en esta ocasión, Fisk pudo percatarse de que había un destello peligroso en esos ojos. Una especie de amenaza fría que cubría la película de aquella comedido y cálida expresión. - La diosa Fortuna es caprichosa. En este caso, arriesgamos, y nos tocó el premio gordo. Conseguí aislar a uno de sus camellos. Una de esas muñequitas preciosas, dura y deslenguada. Le dejé claro que había mucho interés en formalizar las transacciones, y he conseguido que le expliqué eso a sus superiores. - el hombre posicionó sus manos tras la espalda, en una expresión relajada. - En los próximos días, se pondrán en contacto con Nosotros para arreglar la cita.

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MensajeTema: Re: [MAXI EVENTO] Castillo de Naipes: El pez más grande (Wilson Fisk)   [MAXI EVENTO] Castillo de Naipes: El pez más grande (Wilson Fisk) Icon_minitime2nd Septiembre 2022, 18:56

Fisk se irguió aún más, en todo su tamaño, ensombreciendo al hombre frente a él ¿Qué clase de planes estaba haciendo Lasorda? Un hombre inteligente y ambicioso, sin duda Quieres decir con Nosotros, sin duda. Ahora que somos socios. terminó sonriendo con malicia

-Tendremos que ser muy cautelosos, señor Fisk. No sólo nosotros estamos detrás de esto. Los japoneses lo saben, y los africanos están cerrando el círculo. La oportunidad que tiene de presidir una reunión cómo está es difícil que vuelva a repetirse. - el ambiente se había cargado con una sensación que desde el principio se había ido disipando. Ahora los asuntos habían desenterrado de la corrección y la educacion las ambiciones de ambos hombres, en sintonía con el mismo objetivo. - Su desesperación jugará en nuestro favor. Ofrézcales el contacto y ellos le pondrán el cuchillo en la mano. Todos sabemos lo que sucede con quién parte y reparte... - el italiano se sonrió, y volvió a encarar el ventanal. Todo comenzaba a encajar poco a poco. Por estoico que pareciera el hombre que tenía frente a si, Giaccomo sabía muy bien sus cartas. Lo que Kinping no tenía porque saber era que aquello había sucedido por mera intercesión de la pura suerte. - La decisión es suya.

Fisk estaba notablemente perturbado. Aquella reunión había terminado teniendo muchas más ramificaciones de las que había calculado. Se tomó un momento para meditar. Las circunstancias estaban empezando a ser demasiado sospechosas. Sin embargo, no podía dejar un cabo suelto tan importante sin atar. Aquella nueva droga era un nuevo elemento demasiado importante como para dejarlo pasar. No podía esperar más tiempo sin intervenir y Lassorda le estaba ofreciendo la forma de hacerlo. Si se trataba de algún ardid en su contra tan sólo debería extremar mucho más las precauciones. Lo que podía ganarse excedía con creces el riesgo -Arreglaremos esa reunión.

- Perfecto. Si le parece, podemos empezar por… - aprobó Lasorda con un suave asentimiento, antes de verse interrumpido por el repentino sonido de una trifulca al otro lado de la puerta. El italiano frunció el ceño. Tal vez todo eso no había sido más que un modo de mantenerle distraído, mientras los hombres de Fisk hacían otro tipo de trabajos más allá de su control. Quería pensar que en ese caso sus hombres eran lo bastante capaces como para dar la voz de alarma. La idea de que todo hubiera sido una treta erizó la piel del italiano con un sudor frío, mientras su rostro se endurecía al tiempo que se aproximaba a la puerta de la estancia. No alcanzó a abrirla. La mujer a la que Kingpin había conocido abrió con determinación, mientras un par de hombres la perseguían. Aunque su rostro seguía siendo bellísimo, sus ojos estaban inflamados. Entró haciendo aspavientos, y hablando tan rápido en italiano que durante un instante, tanto Kingpin como Lasorda estarían desconcertados. Luego cerró la puerta de un portazo dejando a los dos hombres fuera a base de gritos. Intercambió una rápida conversación con Giacomo mientras este trataba por todos los medios de calmar su arrebato. El italiano suspiró, resignado. Agarró ambas manos y le susurró un par de frases dulces, que parecieron capaces de suavizar esa demostración de temperamento. El rostro de la mujer se convirtió en confusión, intercambió una mirada con él y a posteriori con Kingpin. Al hacerlo, su rostro se dulcificó, esperanzador. Se aproximó al inmenso hombre a paso rápido, pues no podía hacerlo de otro modo subida a los stilettos que llevaba, y agarró su mano derecha entre las suyas manteniéndola a la altura de su pecho, con desesperada intensidad en la mirada.

Va a ayudarnos. ¿Verdad? - era casi una súplica. - Va a ayudar a Giacomo a vengar lo que le han hecho a mi padre.

Kingpin percibió como Giacomo le enviaba con la mirada y con un asentimiento una necesaria disculpa muda. Las mujeres latinas eran muy difíciles de controlar… y lo eran más cuando estaban despechadas.

Señor Fisk, creo que ya ha conocido a mi prometida. - consiguió alcanzarla, colocando una mano sobre sus hombros para confortarla, aunque ella no desvió la mirada. Le miraba como la virgen a la aparición de Jesucristo tras reencarnarse a los tres días. - - Fiorella Maronne.

Fisk se sobresaltó por los ruidos repentinos. Todos sus instintos más primarios se activaron en ese momento. El rey saltó de su trono para volver a ser el muchacho de la Cocina del Infierno, el pandillero callejero, el luchador ¿Traición? Parecía improbable. Su anfitrión no habría sido tan tonto o, al menos, Fisk no lo había juzgado como tal. Siempre cabía la posibilidad de que todo aquello hubiese sido desde el principio una estratagema pero, de ser así, sus hombres ya se habrían movilizado. Además ¿Con qué fuerzas podía contar Lassorda para reducir o asesinar a un hombre como Lápida? Todas las dudas se disiparon cuando la hermosa mujer irrumpió en la estancia y montó su espectáculo. Fisk relajó el gesto y, en cuanto la joven le agarró la mano y habló, Fisk cubrió ambas con las suyas propias, dando prueba de la cómica desproporción entre ambas  - dijo en tono meloso Fisk. -He tenido el placer de ser recibido por la Signora Fiorella al entrar. No se preocupe.- su mirada se dirigió ahora a la mujer. Hablando mientras palmeaba suavemente sus manos morenas -Signora Fiorella. Non hay niente di qui preoccuparti. Giuro che non mi fermerò finché non avrò trovato il desgraziato che ha ucciso tuo padre. Wilson Fisk ti dà la sua parola d'onore*

*Señora Fiorella. No tiene de qué preocuparse. Le juro que no descansaré hasta dar con el miserable que ha matado a su padre. Wilson Fisk le da su palabra de honor

La mujer al darse cuenta dejó escapar por fin sus lágrimas, que habían cubierto sus ojos de una película acuosa que se había esmerado en contener hasta ese momento. Aproximó las manos de Fisk a sus labios, y con delicada gentileza besó cada uno de sus enormes nudillos en un símbolo de admiración y respeto, antes de soltarlas para después hacer un tremendo esfuerzo en recomponerse. Se estiró la blusa y la falda, después de pasear ambas manos por su rostro a pequeños toquecitos para secar las lágrimas sin llevarse el maquillaje de por medio Luego colocó una mano sobre el corazón.

Grazie. Grazie Tanti. - dijo la mujer controlando el tono todo lo posible, antes de girarse a Giacomo y dedicarle unas breves palabras de alegría y agradecimiento, antes de besarle en la mejilla, y que él la despachara con delicado reproche. Al cerrar la puerta, encaró de nuevo al Rey del crimen, sin poder evitar que un sutil sonrojo le encendiera las mejillas.

Lo lamento muchísimo Señor Fisk, y le agradezco su comprensión. - dijo al repeinarse con un gesto rápido de los dedos, y cuadrando de nuevo la corbata. Gestos que ayudaban a centrar su mente de nuevo. - Es una mujer fantástica, pero el duelo le está pesando mucho.- Lasorda carraspeó. Cogió su vaso, y vació los restos en una cubitera vacía, dispuesto a rellenar su copa. - Respecto a esa reunion…

La noche avanzó sin incidentes más allá de la pasional intromisión de una mujer quebrada por la repentina orfandad. Los asuntos a tratar y otros pormenores acabarían por ser detallados tarde o temprano, tras unas cuantas horas empapadas en alcohol caro y ceniceros en cuyo interior se extendían como lápidas las colillas arrugadas sobre un cementerio de cenizas.

Cuando la comitiva de vehículos retomara su natural rumbo hacia la ciudad cuyo corazón estaba gobernado por un Rey de larga sombra, aún quedarían muchas cosas en qué pensar. Tan peligrosas como excitantes. Porque siempre resulta vigorizante la inyección de sangre nueva. Casi tan emocionante como verse embarcado en la resolución de un misterio cuanto eres tú y solo tú quien tiene todas las pistas necesarias para hacerlo.

Casi podía escuchar los latidos en las luces de la ciudad que nunca dormía. La sangre seguía moviéndose.

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